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TEMA 66

INEFICACIA DE LOS CONTRATOS. EXAMEN ESPECIAL DE LA NULIDAD, SUS


CAUSAS Y EFECTOS. LA ANULABILIDAD. CONFIRMACIÓN DE LOS
CONTRATOS.

INEFICACIA DE LOS CONTRATOS.

El hecho de que el contrato exista desde que se consiente en quedar


obligado, ex ART. 1254 del CC, que su contenido pueda ser muy amplio, ex ART.
1255, y que sea obligatorio en cualquier forma en que se haya celebrado, ex ART.
1278, no impide, sino que, forzosamente, exige una determinación de los casos en
que la actuación de las partes que pretenden contratar lleva a un resultado ineficaz
y los diversos grados o tipos de esa ineficacia.

LA INEFICACIA debe entenderse, ante todo, como UNA SANCIÓN, como una
reacción del ordenamiento jurídico frente a UNA INFRACCIÓN, constituida, en este
caso, por la irregularidad del contrato, es decir, por la disconformidad entre el
contrato tal y como ha sido previsto por el ordenamiento jurídico y el contrato tal y
como ha sido realizado por las partes.

La ineficacia de los contratos y, en general, del negocio jurídico, es uno de


los conceptos más confusos del Derecho civil. Códigos y autores han usado con
gran imprecisión los términos de ineficacia, invalidez, inexistencia, nulidad,
anulabilidad y rescisión. Pero, actualmente, la doctrina ha conseguido cierta
claridad en esta materia.

CASTÁN define muy simplemente LA INEFICACIA: “un acto es ineficaz


cuando no produce efectos jurídicos“. Esta carencia de efectos puede deberse a
diversas CAUSAS y admite distintas VARIANTES que motivan una terminología y
conceptuación diferentes. Así, la doctrina entiende que un contrato ineficaz puede
ser inexistente, nulo, anulable o rescindible.

1º LA INEXISTENCIA es la forma más radical de ineficacia. Su noción


es difícil de delimitar.

Un sector de la doctrina francesa distingue dos categorías de actos nulos: el


acto inexistente y el acto nulo de pleno derecho, reservando la primera
denominación para aquellos casos en que falta uno de los elementos esenciales
para la formación del contrato, y la segunda para aquellos casos en que el
contrato se celebra violando una prohibición legal; pero sin imputar a la
inexistencia consecuencias distintas de la nulidad absoluta.

+ Esta noción parece latir en EL ART. 1261 de nuestro CC, al


establecer que:
“No hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes:

1º Consentimiento de los contratantes.


2º Objeto cierto que sea materia del contrato.
3º Causa de la obligación que se establezca.”

Sin embargo, en la doctrina y jurisprudencia españolas prevalece el criterio


de identificar la inexistencia y la nulidad, considerando innecesaria la distinción, al
entender que el acto inexistente lo es porque le faltan los requisitos que
imperativamente exige la ley; o sea, que infringe el principio general del ART. 6.3
del CC, al ir contra norma imperativa.

2º Por tanto, siguiendo esta orientación, que engloba en una misma


categoría a la inexistencia y a la nulidad absoluta o radical, podemos definir LA
NULIDAD, con DÍEZ-PICAZO, como una ineficacia que es ESTRUCTURAL y
AUTOMÁTICA. Es ESTRUCTURAL porque deriva de una irregularidad que radica
en la estructura misma del contrato; y es AUTOMÁTICA en el sentido de que se
produce ipso iure y sin necesidad de que sea ejercitada ninguna acción por parte de
los interesados.

3º LA ANULABILIDAD o NULIDAD RELATIVA es la ineficacia de un


contrato que, reuniendo todos sus requisitos esenciales, adolece, empero, de un
vicio o defecto que lo invalida con arreglo a la ley. Es, a diferencia de la nulidad
absoluta, una INEFICACIA SOBREVENIDA, pues es la declaración judicial lo que
priva al contrato de sus efectos. Además, el contrato anulable puede quedar
subsanado por confirmación o prescripción.

4º LA RESCISIÓN tiene lugar respecto de aquellos contratos en que, no


obstante ser plenamente válidos y eficaces, es posible solicitar la supresión de sus
efectos, a fin de evitar unas consecuencias injustas de lesión o perjuicio para las
partes o para terceros. Su estudio específico corresponde al tema 67 siguiente, al
que nos remitimos.

FINALMENTE, autores como GARCÍA AMIGO suelen incluir dentro de la


ineficacia: LA REVOCACIÓN, EL DESISTIMIENTO UNILATERAL y LA
RESOLUCIÓN. Esta opinión, fundada en la consideración de LA INVALIDEZ como
un tipo, no exclusivo, de ineficacia, presenta ciertos inconvenientes teóricos y
prácticos. Como señala DÍEZ-PICAZO, no cabe diferenciar ineficacia e invalidez: la
revocación, el desistimiento unilateral y la resolución no suponen ineficacia, sino
un simple modo de extinción de la relación contractual, expresión de su más
cumplida eficacia. Además, los casos citados son particularísimos, lo cual choca
con el carácter general de las causas de ineficacia.

EXAMEN ESPECIAL DE LA NULIDAD: SUS CAUSAS Y EFECTOS.


LA NULIDAD es la máxima sanción que comprende la ineficacia, pues
determina la total carencia de efectos del contrato afectado por ella de forma
automática y sin posibilidad de subsanación.

Entiende la doctrina que pueden considerarse como CAUSAS DE NULIDAD


RADICAL del contrato en nuestro Derecho las siguientes:

1ª El haber traspasado las partes los límites de la autonomía privada


constituidos, a tenor del ART. 1255 del CC, por la ley, la moral y el orden público.
Deben considerarse nulos por esta razón:

+ Los contratos contrarios al orden público.

+ Los que, por su naturaleza o por su finalidad, deban ser


considerados como inmorales.

Y + Los contrarios a las normas imperativas y a las prohibitivas, salvo


que en ellas se establezca un efecto distinto para el caso de contravención, como
señala EL ART. 6.3 del CC.

2ª También son causas de nulidad, con base en EL ART. 1261, antes


visto, y concordantes:

+ La falta de consentimiento, como en los casos de discordancia entre


oferta y aceptación e inexistencia de dos o más voluntades distintas y autónomas,
salvo en los supuestos en que se admite la figura de la autocontratación, cuyo
examen ha de remitirse al tema 26.

+ Por otra parte, la imposibilidad, la falta absoluta de determinación o


la ilicitud del objeto del contrato.

Y + La inexistencia o la ilicitud de la causa.

3ª Por último, hay que añadir también la inobservancia de la forma,


cuando ésta venga exigida por la ley como requisito ad solemnitatem. Así, por
ejemplo, es nula la donación de inmuebles sin la escritura pública que exige EL
ART. 633 del CC.

EL ACTO NULO no precisa, en principio, ser objeto de impugnación, ni que se


declare judicialmente su nulidad; más como dicho acto ha provocado una
apariencia de realidad o validez, es necesario destruir esa apariencia, si constituye
obstáculo para el ejercicio de un derecho. De ahí que LA ACCIÓN DE NULIDAD sea
meramente declarativa, pues no da lugar a la ineficacia del contrato, sino que se
limita a constatarla.
+ Es doctrina jurisprudencial que la nulidad radical opera ipso iure, por
lo que puede ser declarada de oficio por el Juez. Pero esta doctrina debe matizarse
con dos precisiones:

1ª Al Juez se le deben probar los hechos de donde derive la nulidad.

Y 2ª Han de estar presentes en la declaración las partes o sus


sucesores, pues nadie puede ser condenado sin ser oído.

+ La impugnación, que puede hacerse por vía de acción o de excepción,


puede solicitarse por cualquier persona que tenga interés en ello. No es, por tanto,
pública, pero tampoco se circunscribe a las partes. Demandados o legitimados
pasivos son los que celebraron el contrato o sus sucesores.

+ Tanto la acción como la excepción de nulidad son imprescriptibles,


sin perjuicio de la eficacia de LA USUCAPIÓN fundada en una posesión adquirida
por título nulo, si bien la jurisprudencia entiende que se deberá aplicar el plazo más
largo de la usucapión extraordinaria, dada la nulidad del título, que es uno de los
requisitos exigidos para la ordinaria, ex ARTS. 1940 y 1953 del CC.

En orden a SUS EFECTOS, en tesis general, el contrato nulo no


produce efecto jurídico alguno como tal: “quod nullum est nullum efectum
producit“. Su característica es, precisamente, la carencia de efectos específicos,
por considerar el derecho a dicho contrato como no celebrado.

Sin embargo, en términos muy relativos, pueden hacerse las siguientes


precisiones:

1ª El contrato nulo no puede producir ni produce el efecto pretendido por


las partes; y, por lo tanto, no engendra, ni modifica ni extingue la relación
obligacional a que el mismo se refiera. Si acaso produce algún efecto, éste no será
un efecto contractual propiamente dicho, sino una mera consecuencia de los
hechos o actos que hayan sido puestos en juego al pretender concluir el contrato
nulo.

2ª Por otra parte, el contrato nulo no puede ser objeto de confirmación,


ex ART. 1310 del CC, ni de prescripción sanatoria. Sin embargo, cabe,
excepcionalmente, LA CONVALIDACIÓN en ciertos supuestos que, en materia de
contratos, podemos reducir a tres:

+ Contratos celebrados a nombre de otro sin poder suficiente o


excediéndose de los límites del poder, a través de la ratificación, ex ARTS. 1259 y
1727 del CC.

+ Negocios dispositivos en que el transmitente carece del necesario


poder de disposición, mediante la ulterior adquisición del mismo; supuesto que
parte de la doctrina denominada sanación en raíz y que acepta la jurisprudencia.

Y + La renovación contractual en que las partes reconstruyen la


reglamentación de intereses proyectada en el negocio nulo; aunque lo que en rigor
hay aquí es un nuevo contrato. En este sentido, cabe hablar de convalidación por el
cumplimiento de la forma ad solemnitatem de negocios nulos por no haberla
respetado.

3ª Por otra parte, cuando, a pesar de su ineficacia absoluta, el contrato


hubiera sido ejecutado, en todo o en parte, procede la reposición de las cosas al
estado que tenían al tiempo de su celebración. Y a este respecto establece el CC en
EL ART 1303 que: “Declarada la nulidad de una obligación, los contratantes deben
restituirse recíprocamente las cosas que hubiesen sido materia del contrato, con sus
frutos, y el precio con los intereses, salvo lo que se dispone en LOS ARTÍCULOS
SIGUIENTES.”

La restitución ha de hacerse in natura, con la excepción del ART. 1307, a


cuyo tenor: “Siempre que el obligado por la declaración de nulidad a la devolución
de la cosa no pueda devolverla por haberse perdido, deberá restituir los frutos
percibidos y el valor que tenía la cosa cuando se perdió, con los intereses desde la
misma fecha.”

+ Entienden DÍEZ-PICAZO y GULLÓN que, aunque el CC sólo hable de


frutos, cuando se trate de la liquidación de un estado posesorio deben aplicarse
las normas de sus ARTS. 451 a 458, examinadas en otro tema. Si se trata de
obligaciones de hacer o de no hacer, la restitución tendrá que recaer sobre el
equivalente o valor de esas prestaciones más sus intereses.

Dice EL ART. 1308 que: “Mientras uno de los contratantes no realice la


devolución de aquello a que en virtud de la declaración de nulidad esté obligado,
no puede el otro ser compelido a cumplir por su parte lo que le incumba; por tanto, la
obligación de restitución es recíproca y de cumplimiento simultáneo.”

Aunque la acción de nulidad es imprescriptible, a la acción de restitución


le será aplicable el plazo normal de 15 de años de las acciones personales, ex
ART. 1964.

Por último, como reglas especiales para la restitución, hay que citar LOS
ARTS. 1305 y 1306 para el caso de ILICITUD de LA CAUSA u OBJETO del
contrato.

+ Dice EL PRIMERO que:

“Cuando la nulidad provenga de ser ilícita la causa u objeto del contrato, si


el hecho constituye un delito o falta común a ambos contratantes, carecerán de toda
acción entre sí, y se procederá contra ellos, dándose, además, a las cosas o precio
que hubiesen sido materia del contrato, la aplicación prevenida en el Código Penal
respecto a los efectos o instrumentos del delito o falta.

Esta disposición es aplicable al caso en que sólo hubiere delito o falta de


parte de uno de los contratantes; pero el no culpado podrá reclamar lo que hubiese
dado, y no estará obligado a cumplir lo que hubiera prometido.”

Y + EL 1306 que:

“Si el hecho en que consiste la causa torpe no constituyere delito ni falta, se


observarán las reglas siguientes:

1ª Cuando la culpa esté de parte de ambos contratantes, ninguno de


ellos podrá repetir lo que hubiera dado a virtud del contrato, ni reclamar el
cumplimiento de lo que el otro hubiese ofrecido.

2ª Cuando esté de parte de un solo contratante, no podrá éste repetir lo


que hubiese dado a virtud del contrato, ni pedir el cumplimiento de lo que se le
hubiera ofrecido. El otro, que fuera extraño a la causa torpe, podrá reclamar lo que
hubiera dado, sin obligación de cumplir lo que hubiera ofrecido.”

4ª Por otra parte, la nulidad alcanza a los negocios dependientes del


declarado nulo; y, además, la acción de nulidad perjudica a los terceros que
deriven sus derechos del negocio nulo, quienes tendrán obligación de restituir,
siempre y cuando hayan sido demandados y no estén protegidos por LOS ARTS. 464
del CC y 34 de la LH.

5ª Por lo demás, la nulidad puede ser total, afectando a todo el contrato,


o parcial, cuando sólo es nula una cláusula o una parte concreta del contrato que,
una vez eliminada, permite que aquél mantenga su validez. La extensión de la
nulidad es determinada en ocasiones por la ley, que la circunscribe al pacto o
estipulación, como sucede, por ejemplo, en LOS ARTS. 1116.2 y 1328 del CC, y en
diversas leyes especiales relativas a la contratación con consumidores, como, por
ejemplo, EL ART. 83.1 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre,
por el que se aprueba el texto refundido de la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios y otras leyes complementarias, respecto a las
cláusulas abusivas.

+ Si la ley no determina el alcance de la nulidad de una cláusula


contractual en relación con el resto del contrato, el carácter general de la nulidad
total como sanción, ex ART. 6.3 del CC, inclina a declarar nulo todo el contrato. Sin
embargo, la nulidad parcial es más coherente con el principio de conservación del
contrato o favor negotii, siempre que se concluya que la cláusula afectada no era
determinante de la celebración del contrato y que las partes lo hubieran concluido
igualmente sin ella. Precisamente la nulidad parcial es la regla general en la
contratación con consumidores, a la vista del EL ART. 83.2.3º del citado Real
Decreto Legislativo, según el cual: “Sólo cuando las cláusulas subsistentes
determinen una situación no equitativa en la posición de las partes que no pueda
ser subsanada podrá el Juez declarar la ineficacia del contrato.”

Por otra parte, en aras del principio citado, favor negotii, existe una figura,
LA CONVERSIÓN, que tiende a salvar la eficacia del negocio mediante su
transformación en otro negocio. Puede ser FORMAL o MATERIAL.

1ª LA PRIMERA tiene lugar cuando un negocio nulo por defecto de forma


se transforma en otro del mismo tipo para el que vale aquella forma, como el caso del
ART. 715 del CC en sede de testamento cerrado.

2ª La conversión MATERIAL implica una transformación de la realidad


negocial, siempre que el nuevo contrato pueda alcanzar el fin práctico perseguido
por las partes. La doctrina suele citar como casos de esta conversión:

+ EL ART. 1741, según el cual: “El comodante conserva la propiedad


de la cosa prestada. El comodatario adquiere el uso de ella, pero no los frutos; si
interviene algún emolumento que haya de pagar el que adquiere el uso, la
convención deja de ser comodato.”

Y + EL ART. 1768, a cuyo tenor:

“Cuando el depositario tiene permiso para servirse o usar de la cosa


depositada, el contrato pierde el concepto de depósito y se convierte en préstamo
o comodato.

El permiso no se presume, debiendo probarse su existencia.”

+ Si bien, autores como GARCÍA AMIGO, entienden que en estos casos


no hay conversión, sino calificación legal del contrato. Hay que tener en cuenta
que la conversión no puede producirse contra la voluntad de los interesados, e
incluso el mandato legal en este sentido, existente en los preceptos citados, sólo
tendrá eficacia cuando las partes no hayan excluido expresamente esa posibilidad.

LA ANULABILIDAD.

La anulabilidad es, como dijimos, a diferencia de la nulidad absoluta, una


ineficacia sobrevenida, pues es la declaración judicial lo que priva al contrato de
sus efectos. De ahí que se la denomine nulidad relativa, pues depende
exclusivamente del ejercicio de la acción por su titular.

+ Supone un contrato en el que se dan todos los requisitos


esenciales; y, además, no es contrario a las leyes, ni a la moral, ni al orden público,
pero que adolece de un vicio o defecto susceptible de motivar su anulación por la
justicia.

Dispone EL ART. 1300 del CC que: “Los contratos en que concurran los
requisitos que expresa EL ART. 1261 pueden ser anulados, aunque no haya lesión
para los contratantes, siempre que adolezcan de alguno de los vicios que los
invalidan con arreglo a la ley.”

+ Estos vicios de que habla el precepto, que constituyen LAS CAUSAS


DE ANULABILIDAD, se refieren, según se desprende del ART. 1301:

1ª A LOS VICIOS DEL CONSENTIMIENTO: error, dolo, violencia e


intimidación, ex ART. 1265.

2ª A LA FALSEDAD DE LA CAUSA, aunque técnicamente es dudoso,


pues está en pugna con EL ART. 1276, conforme al cual, la falsedad de la causa
equivale a la inexistencia de la misma, salvo cuando haya encubierta otra
verdadera y lícita; y con EL 1261, según el cual, no hay contrato sin causa. Por ello,
la doctrina entiende que EL ART. 1301 se refiere a la causa falsa en el sentido de
causa errónea.

3ª Por otra parte, al DEFECTO DE CAPACIDAD, cuando se refiera a la


meramente civil o de obrar, no a la natural, y no implique falta de consentimiento.
Tal sucede con los contratos celebrados por los menores e incapacitados, sujetos a
patria potestad, tutela o curatela; los verificados por los menores emancipados en
los actos para los que necesitan complemento de capacidad, ex ART. 323; y los
realizados por el pródigo sin la intervención del curador cuando ésta sea preceptiva,
ex ART. 293.

+ Ahora bien, respecto a la anulabilidad de los contratos celebrados por


los menores de edad, señala LACRUZ que esta regla debe matizarse para ponerla
de acuerdo con la vida real, en la cual los menores van desarrollando una actividad
contractual creciente con arreglo a los usos, sin que se plantee cuestión en torno a
la validez de los contratos celebrados por ellos; desde la compra de artículos de comer
hasta contratos de transporte. Pensar, dice este autor, que todos estos contratos son
anulables no corresponde a la situación objetiva, y si bien no cabe hablar de una
costumbre contra ley, si cabe interpretar que cuando un menor contrata dentro de los
límites que los usos señalan a su edad y situación, ha de presumirse que media una
autorización tácita del guardador, o mejor, que tanto él como su guardador han
renunciado tácitamente a la impugnación del contrato. En el mismo sentido se
pronuncia la STS de 10 de junio de 1991.

4ª También se incluyen en el régimen de la anulabilidad, los actos o


contratos realizados por un cónyuge sin el consentimiento del otro, cuando este
consentimiento fuere necesario, ex ART. 1322, PÁRRAFO 1º del CC. Ahora bien,
sin perjuicio de su examen detallado en otros temas, hemos de precisar que la
doctrina se inclina por la anulabilidad tratándose de actos a título oneroso,
mientras que en el caso de actos a título gratuito, la sanción aplicable es la
nulidad radical, ex ART. 1322, PÁRRAFO 2º. Ello no obstante, algunos autores
entienden que aún en este último caso es posible la convalecencia del negocio
jurídico nulo por consentimiento posterior del otro cónyuge.

5ª Por último, EL ART. 40.7 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal,


prevé, igualmente, la anulabilidad de los actos realizados por el deudor con
infracción de las limitaciones al ejercicio de sus facultades patrimoniales, a
instancia de la administración concursal, salvo que los convalide o confirme;
además de la prohibición de su acceso a registros públicos.

Para destruir la eficacia que, aunque CLAUDICANTE, está desplegando el


contrato anulable, es imprescindible ejercitar la correspondiente ACCIÓN.

+ LA LEGITIMACIÓN ACTIVA se regula en EL ART. 1302 del CC, según


el cual: “Pueden ejercitar la acción de nulidad de los contratos los obligados
principal o subsidiariamente en virtud de ellos. Las personas capaces no podrán, sin
embargo, alegar la incapacidad de aquellos con quienes contrataron; ni los que
causaron la intimidación o violencia, o emplearon el dolo o produjeron el error, podrán
fundar su acción en estos vicios del contrato.”

+ En el supuesto del ART. 1322, la legitimación la tiene el cónyuge


cuyo consentimiento se haya omitido o sus herederos.

+ Por lo demás, no pueden ejercitar la acción de anulabilidad, según el


TS, fundándose en el principio de que nadie puede ir contra sus propios actos, los que,
por medio de éstos, han reconocido la validez del contrato.

+ En cuanto a SU DURACIÓN, según EL ART. 1301:

“La acción de nulidad sólo durará 4 años.

Este tiempo empezará a correr:

En los casos de intimidación o violencia, desde el día en que éstas hubiesen


cesado.

En los de error, o dolo, o falsedad de la causa, desde la consumación del


contrato.

Cuando la acción se refiera a los contratos celebrados por los menores o


incapacitados, desde que salieren de tutela.

Si la acción se dirigiese a invalidar actos o contratos realizados por uno de los


cónyuges sin consentimiento del otro, cuando este consentimiento fuere
necesario, desde el día de la disolución de la sociedad conyugal o del matrimonio
salvo que antes hubiese tenido conocimiento suficiente de dicho acto o contrato.”

+ En orden a SU EXTINCIÓN, puede tener lugar:

1º Por el transcurso del plazo de 4 años. La doctrina mayoritaria


considera que este plazo es de caducidad y no de prescripción.

2º Por confirmación del contrato anulable, ex ART. 1309, que luego


examinaremos.

Y 3º Por la pérdida de la cosa en los términos del ART. 1314, según el cual:
“También se extinguirá la acción de nulidad de los contratos cuando la cosa,
objeto de éstos, se hubiese perdido por dolo o culpa del que pudiera ejercitar aquélla.

Si la causa de la acción fuere la incapacidad de alguno de los contratantes,


la pérdida de la cosa no será obstáculo para que la acción prevalezca, a menos que
hubiese ocurrido por dolo o culpa del reclamante después de haber adquirido la
capacidad.”

+ Por lo demás, la anulabilidad puede también alegarse por vía de


EXCEPCIÓN, estimando DÍEZ-PICAZO y GULLÓN, en contra de la doctrina clásica,
que esta excepción es perpetua, siempre y cuando el contrato no se haya cumplido
o empezado a cumplir.

En orden a LOS EFECTOS de la anulabilidad, hay que distinguir


dos momentos:

1º Mientras no sea anulado, el contrato anulable surte todos los efectos


propios de un acto válido.

2º Declarada la nulidad, deja de producir sus efectos, siendo considerado


como si desde un principio no hubiera existido. En este último caso, si el contrato no
ha sido consumado todavía, las partes quedan libres; y si lo ha sido, en todo o en
parte, los contratantes están obligados a restituirse mutuamente cuanto hubieren
percibido por virtud del contrato.

Nos remitimos a lo expuesto anteriormente en cuanto a la restitución en la


nulidad, con las siguientes diferencias:

1º No rigen aquí LOS ARTS. 1305 y 1306.

Y 2º Dice EL ART. 1304 que: “Cuando la nulidad proceda de la


incapacidad de uno de los contratantes, no está obligado el incapaz a restituir sino
en cuanto se enriqueció con la cosa o precio que recibiera.”

Para terminar, y sin perjuicio de la remisión a los temas correspondientes,


apuntaremos que ha sido muy discutida la sanción en caso de omisión de la
preceptiva autorización judicial en los supuestos de enajenación de bienes de
menores y tutelados, defendiéndose fundamentalmente cuatro posiciones en la
doctrina:

1ª La inexistencia del acto, por faltar el consentimiento del ART. 1261


del CC.

2ª La nulidad de pleno derecho del acto, por aplicación del ART. 6.3
del mismo Código.

3ª La anulabilidad del acto, por falta de capacidad o por vicio del


consentimiento, ex ART. 1301.

4ª Por último, la tesis que defiende el carácter INCOMPLETO o


RELATIVAMENTE INEFICAZ del acto, en el sentido de que la omisión de la
preceptiva autorización judicial priva, de momento, al acto de eficacia
representativa respecto del hijo o el tutelado, sin necesidad de que éste tenga que
impugnarlo, pero el acto en sí puede ser válido y puede llegar a ser eficaz respecto
del hijo o tutelado sin necesidad de repetirlo si es aprobado a posteriori por el Juez
o es ratificado por el propio representado al alcanzar la capacidad, siempre y cuando
antes no haya sido revocado por la otra parte contratante, aplicando al respecto EL
ART. 1259 del CC. Esta tesis es la seguida por la doctrina moderna, que entiende
que es la que mejor protege el interés del menor o tutelado, que es el fundamento
o ratio de LOS ARTS. 166 y 271. También ha sido defendida por el TS, como en la
reciente S. de 22 de abril de 2010 y la DGRN en algunas RR.

LA CONFIRMACIÓN DE LOS CONTRATOS.

CASTÁN define la confirmación como el medio de subsanar el contrato


anulable, mediante la renuncia a la acción de nulidad, hecha por quien podría
invocar el vicio o defecto de aquél.

SU FUNDAMENTO está en el carácter protector de la anulabilidad que


convierte al afectado por ella en árbitro para decidir si le conviene la impugnación y,
consiguientemente, le da también la posibilidad de sanarla.

En cuanto a SU ÁMBITO, dice EL ART. 1310 del CC que: “Sólo son


confirmables los contratos que reúnan los requisitos expresados en EL ART. 1261;
es decir, los meramente anulables.”

Respecto a LA FORMA, señala EL ART. 1311 que: “La


confirmación puede hacerse expresa o tácitamente. Se entenderá que hay
confirmación tácita cuando, con conocimiento de la causa de nulidad, y habiendo
ésta cesado, el que tuviese derecho a invocarla ejecutase un acto que implique
necesariamente la voluntad de renunciarla.”

Manifestaciones de la confirmación tácita pueden ser el simple otorgamiento


de la escritura o la ejecución de lo convenido. Para la confirmación expresa no exige
el CC forma determinada, pública ni privada. Bastará, pues, como dice SCAEVOLA,
con que se formule directa y exteriormente el propósito de confirmar el contrato
anulable.

SUS REQUISITOS son los siguientes:

1º Que se haga por persona que podría ejercitar la acción de nulidad. Y,


según EL ART. 1312: “La confirmación no necesita el concurso de aquel de los
contratantes a quien no correspondiese ejercitar la acción de nulidad.”

2º Que se haga con conocimiento del vicio del contrato.

Y 3º Que el vicio o causa de la nulidad haya desaparecido, pues, en otro


caso, el acto de la confirmación adolecería del mismo defecto que se trata de
subsanar.

FINALMENTE, LOS EFECTOS de la confirmación son:

1º Extinguir la acción de nulidad, pues, según EL ART. 1309: “La acción


de nulidad queda extinguida desde el momento en que el contrato haya sido
confirmado válidamente.”

Y 2º Convalidar retroactivamente el contrato anulable, pues, dice EL ART.


1313 que: “La confirmación purifica al contrato de los vicios de que adoleciera
desde el momento de su celebración.”

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