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§ 1.— CAUSALES
A.— CUMPLIMIENTO
316. Cumplimiento
Los contratos se extinguen naturalmente por el cumplimiento de las obligaciones que los contratantes
han asumido. Así, por ejemplo, en la compraventa, el contrato se extingue con la entrega de la cosa por
una parte, y el pago del precio, por la otra; en el contrato de locación de obra, por la realización y
entrega de la obra por el empresario y el pago de su precio por el dueño; etcétera.
El cumplimiento puede ser exigido forzadamente (art. 730, inc. a) y, en ciertos casos, se puede hacer
cumplir la obligación por un tercero (art. 730, inc. b). En los contratos de consumo, expresamente se
otorga al consumidor la facultad, entre otras, de exigir el cumplimiento forzado de la obligación, siempre
que ello fuera posible, y sin perjuicio —claro está— del derecho a accionar por los daños y perjuicios
que correspondan (art. 10 bis, ley 24.240, ref. por ley 24.787).
Sin embargo, no debe creerse que con el cumplimiento de las prestaciones se extinguen totalmente
las obligaciones contractuales. Así, en los contratos onerosos el que entregó la cosa debe todavía la
garantía de saneamiento.
317. Concepto
También se extinguen los contratos por la imposibilidad de cumplir la prestación.
El artículo 955 establece que tal imposibilidad debe ser sobrevenida, objetiva, absoluta y definitiva;
esto es, que la imposibilidad sea posterior al nacimiento de la obligación, que importe un impedimento
insuperable para cualquier persona y que no sea transitoria.
La norma diferencia, a su vez, según si la imposibilidad fue producida por caso fortuito o fuerza
mayor, o si se debe a causas imputables al deudor. En el primer supuesto, la obligación se extingue, sin
provocar responsabilidad alguna; es el caso de que se haya prometido la entrega de una cosa y ésta se
pierde o destruye por fuerza de la naturaleza. En el segundo supuesto, la norma citada dispone que la
obligación no se extingue sino que se modifica su objeto, convirtiéndose en la de pagar una
indemnización por los daños causados; en otras palabras, si la imposibilidad de cumplir se debe a culpa
del deudor, éste será responsable de los daños.
En los contratos de consumo, además de la facultad vista en el número anterior, el consumidor
puede aceptar otro producto o prestación de servicio equivalente; opción que adquiere mayor relevancia
cuando existe una verdadera imposibilidad de cumplimiento. En este caso, también, conserva el
derecho a reclamar los daños que correspondan (art. 10 bis, ley 24.240, ref. por ley 24.787).
Finalmente, debe señalarse que si la imposibilidad de cumplir es temporaria, el contrato no se
extingue, sin perjuicio de que corresponda o no indemnizar los daños sufridos, según que tal
imposibilidad responda a un supuesto de caso fortuito o fuerza mayor, o a otro de culpa del deudor.
Con todo, debe resaltarse que la imposibilidad temporaria puede tener los mismos efectos que la
imposibilidad definitiva. Ello ocurre cuando el plazo de cumplimiento es esencial, o cuando se frustra el
interés del acreedor de manera irreversible (art. 956). Son los conocidos casos del vestido de la novia o
el servicio de comida para una fiesta, obligaciones que deben cumplirse en tiempo oportuno
inexorablemente.
C.— NULIDAD
318. Noción
La nulidad es una sanción prescripta en la ley, que priva a los contratos de sus efectos normales en
razón de un vicio originario, es decir, anterior o concomitante con la celebración del acto. Aquí sólo
aludiremos a un problema específico de los contratos. El principio general en materia de nulidades, es
que la nulidad de una cláusula no entraña la nulidad de todo el acto, si las cláusulas fueran separables
(art. 389, párr. 2º). Se trata de un supuesto de nulidad parcial. En este caso, el juez deberá integrar el
contrato, si fuere necesario, de acuerdo su naturaleza y los intereses que razonablemente puedan
considerarse perseguidos por las partes (art. 389, párr. 3º). Debe resaltarse que el deber del juez de
integrar el contrato solo existe si es necesario para la finalidad del contrato. Así, una tasa de interés
fijada en valores usurarios, puede ser anulada lisa y llanamente, lo que resulta particularmente
importante en los contratos por adhesión, para evitar abusos del predisponente.
Pero si las disposiciones no son separables, porque el acto no puede subsistir sin cumplir su
finalidad, debe declararse la nulidad total del contrato (art. 389, párr. 2º).
Entre los casos de cláusulas separables, cuya nulidad no invalida todo el acto, cabe citar: a) El de las
cláusulas nulas sustituidas de iure por normas indisponibles. Ejemplo: la convención que fije al contrato
de locación un término menor que el que determina el artículo 1198 es de ningún valor; la relación
jurídica mantiene toda su vigencia y debe sustituirse la cláusula nula por otra acorde con el plazo
indicado en esa norma. b) El de la cláusula accesoria, cuando resultare evidente de una interpretación
contextual que, aun sin ella, el contrato se habría celebrado de todas maneras. c) Finalmente, hay que
admitir que la parte afectada por la nulidad de una cláusula tiene derecho a mantener la validez del resto
del contrato, si aun así, le conviniera: en ese caso, nada justificaría la nulidad total. Bien entendido que
debe tratarse siempre de partes separables, como dice el artículo 389, pues si se tratara de una
cláusula fundamental relativa al objeto, la causa, etcétera, es inconcebible la nulidad parcial.
319. Noción
La prescripción liberatoria es una figura jurídica que considera dos cuestiones: la inacción del titular
de un derecho y el transcurso del tiempo fijado por la ley. La prescripción no extingue el contrato, pero sí
extingue la acción derivada de él, extinción que se produce si ha transcurrido el plazo legal y el titular del
derecho no lo ha reclamado. Como se puede advertir, por esta vía se hace perder eficacia jurídica al
contrato. Ello no obsta a que si se cumple espontáneamente una obligación prescripta, el cumplimiento
queda firme y es irrepetible (art. 2538).
La caducidad tiene efectos más radicales: no sólo hace perder la acción, extingue también el derecho
no ejercido (art. 2566). Así, la responsabilidad por defectos ocultos en un inmueble, caduca a los tres
años de recibido (art. 1055, inc. a), y ya no podrá reclamarse aun cuando el vicio se haga evidente más
tarde.
E.— CONFUSIÓN
320. Noción
Hay confusión cuando se reúne en una misma persona la calidad de deudor y acreedor, y en un
mismo patrimonio (art. 931). En tal caso la obligación queda extinguida. Es claro, entonces, que si se
reúnen en una misma persona los derechos y obligaciones de dos contratantes (como ocurriría si el
comprador de un inmueble viene a ser el único heredero del vendedor) el contrato se extingue.
F.— TRANSACCIÓN
321. Noción
La transacción es un contrato por el cual las partes, para evitar un litigio, o ponerle fin, haciéndose
concesiones recíprocas, extinguen obligaciones dudosas (art. 1641). Ahora bien, aun cuando la
transacción es un contrato, lo que las partes procuran, no es generar derechos ni transmitirlos, sino
declararlos o reconocerlos. Mediante la transacción, las partes abandonan un estado de cierta
incertidumbre jurídica e ingresan en otro de plena certeza, con clara determinación de sus derechos. De
esta manera se extinguen aquellas obligaciones que eran dudosas.
G.— RENUNCIA
322. Noción
La renuncia es una declaración de voluntad por la cual una persona abandona un derecho y lo da por
extinguido. Por ello, en la medida que la renuncia no esté prohibida y sólo afecte intereses personales,
es posible que ambas partes o una de ellas renuncien a los derechos conferidos en un contrato,
extinguiéndose así las obligaciones oportunamente creadas.
I.— RESCISIÓN
J.— REVOCACIÓN
K.— RESOLUCIÓN
L.— CUESTIONES COMUNES A LA EXTINCIÓN DEL CONTRATO POR DECLARACIÓN DE UNA DE LAS PARTES
328. Disposiciones generales para la extinción por declaración de una de las partes
El Código Civil y Comercial establece una serie de disposiciones (art. 1078) que resultan comunes a
todos los tipos de extinción del contrato de manera unilateral, comprendiéndose tanto la rescisión
unilateral, como la revocación, como la resolución. Desde luego estas normas son aplicables siempre y
cuando no exista una disposición en contrario, prevista por la ley o por el propio contrato.
a) Para extinguir de manera unilateral el contrato es necesario comunicar la decisión a la otra parte.
Si bien no existe una indicación precisa, es conveniente que tal comunicación se haga por un medio
fehaciente, como, por ejemplo, a través de una carta documento. Si una o ambas partes estuviera
integrada por una pluralidad de sujetos, la comunicación debe ser dirigida por todos los sujetos que
integran una parte contra todos los sujetos que integran la otra.
b) La extinción del contrato puede declararse extrajudicialmente o demandarse ante un juez.
c) La otra parte puede oponerse a la extinción del contrato si, al tiempo de la declaración, el
declarante no ha cumplido, o no está en situación de cumplir, la prestación que debía realizar para
poder ejercer la facultad de extinguir el contrato. Estamos ante un supuesto de aplicación de la
excepción de incumplimiento contractual.
d) La extinción del contrato no queda afectada por la imposibilidad de restituir que tenga la parte que
no la declaró. Es claro que, si ocurre este caso, esta última deberá reparar el daño que eventualmente
pueda causar.
e) La parte que tiene derecho a extinguir el contrato puede optar por requerir su cumplimiento y la
reparación de daños. Esta demanda no impide deducir ulteriormente una pretensión extintiva. Esta
facultad de modificar la pretensión, llamada ius variandi, no puede ser usada en sentido inverso; esto es,
quien requirió la extinción del contrato, no puede luego pretender su cumplimiento, como se verá
seguidamente.
f) La comunicación de la declaración extintiva del contrato produce su extinción de pleno derecho, y
posteriormente no puede exigirse el cumplimiento ni subsiste el derecho de cumplir. Sin embargo, la
norma plantea un supuesto de excepción para el caso en que es menester un requerimiento previo: si
se promueve la demanda por extinción sin haber intimado, el demandado tiene derecho de cumplir
hasta el vencimiento del plazo de emplazamiento.
g) La demanda ante un tribunal por extinción del contrato impide deducir ulteriormente una pretensión
de cumplimiento.
h) La extinción del contrato deja subsistentes las estipulaciones referidas a las restituciones, a la
reparación de daños, a la solución de las controversias y a cualquiera otra que regule los derechos y
obligaciones de las partes tras la extinción. Los reclamos pertinentes deberán ser deducidos
judicialmente.
329. Operatividad de los efectos de la extinción por declaración de una de las partes
Establece el artículo 1079 que, a menos que exista una disposición legal en contrario (i) la rescisión
unilateral y la revocación producen efectos solo para el futuro; y (ii) la resolución produce efectos
retroactivos entre las partes, y no afecta el derecho adquirido a título oneroso por terceros de buena fe.
Ya nos hemos referido a esta cuestión con anterioridad (números 325, 326 y 327).
330. Restitución en los casos de extinción por declaración de una de las partes
Si el contrato es extinguido total o parcialmente por rescisión unilateral, por revocación o por
resolución, las partes deben restituirse, en la medida que corresponda, lo que han recibido en razón del
contrato, o su valor, conforme a las reglas de las obligaciones de dar para restituir, y a lo previsto en el
artículo siguiente (art. 1080).
La idea primaria es la restitución de lo recibido; si ello no fuere posible, por ejemplo por su
destrucción, deberá entregarse su valor. Asimismo, deberán reintegrarse frutos y accesorios (ejemplo de
esto último es el módem de comunicación para servicios de internet).
335. Efectos
Reunidas las circunstancias señaladas en el número anterior, la parte perjudicada con la alteración
de las prestaciones puede plantear extrajudicialmente, o pedir ante un juez —por acción o por excepción
— la resolución total o parcial del contrato (art. 1091). Pero en los contratos de ejecución continuada, la
resolución no alcanzará a los efectos ya cumplidos, si las prestaciones son equivalentes, divisibles y han
sido recibidas sin reservas (art. 1081, inc. b). Por ejemplo, si se trata de una locación, resuelto el
contrato ni el propietario ni el inquilino pueden reclamarse nada por lo que ya quedó cumplido antes de
la sentencia que declaró resuelto el contrato (goce de la cosa y pago del precio).
El artículo 1091 faculta al accionante a reclamar, además de la resolución, la adecuación del
contrato, lo que implica un ajuste de las prestaciones a cargo de las partes. El texto derogado brindaba
al demandado por resolución la posibilidad de mantener la vigencia del contrato, ofreciendo mejorar
equitativamente los efectos del contrato. Si bien esta disposición ha sido suprimida por el Código Civil y
Comercial, parece lógico sostener que ella es invocable, con fundamento en el principio de conservación
del contrato (art. 1066). En tal caso, será el juez quien determine cuáles son las prestaciones equitativas
que permiten la subsistencia del contrato.
El derecho a invocar la teoría de la imprevisión también lo tiene el tercero a quien se le han conferido
derechos o impuesto obligaciones por un contrato. Es el supuesto del contrato a cargo de un tercero;
cuando éste ha aceptado la encomienda recibida, podrá invocar esta teoría si se dan las condiciones de
su aplicabilidad.
Finalmente, debe destacarse que existe una fuerte discusión doctrinaria sobre la posibilidad o no de
incluir en el contrato una cláusula de renuncia a invocar la teoría de la imprevisión. A nuestro juicio tal
cláusula es nula pues desvirtuaría la esencia del instituto. Adviértase que, de hecho, se estarían
transformando los contratos conmutativos en aleatorios, pues, de incluir tal cláusula renunciativa, no
podría afirmarse que el monto de las prestaciones haya quedado determinado de manera fija al
momento de contratar. Desde luego, ningún obstáculo hay en que se renuncie a la teoría de la
imprevisión, luego de que el hecho extraordinario haya acaecido.
338. Efectos
Cuando la finalidad tenida en cuenta por los contratantes (esto es, sus motivos personales) se ha
frustrado parece razonable admitir la resolución del contrato. Claro está que para que ello ocurra es
imprescindible que la finalidad, como ya se ha dicho, haya sido expresada, o haya sido conocida por la
otra parte, pues el motivo determinante que cada parte tuvo al celebrar el contrato recién se vuelve
común cuando se lo expresa.
El artículo 1090 expresamente dispone que la resolución es operativa cuando la parte afectada
comunica su declaración extintiva a la otra. Se deberán cumplir, por tanto, las disposiciones de los
artículos 1078 y siguientes.
La resolución que prevé la ley importará que: (i) se puede repetir la prestación cumplida antes del
acontecimiento frustrante, si carece de reciprocidad; (ii) nada se deberá si no se ha hecho el pago antes
del acontecimiento frustrante; (iii) las prestaciones recíprocas, equivalentes y cumplidas antes del
acontecimiento frustrante quedarán firmes, siempre que se traten de contratos de ejecución continuada
o periódica; y (iv) los gastos realizados antes del acontecimiento frustrante o después de él pero en la
ignorancia de que hubiera sucedido son resarcibles.
¿Cuáles son los contratos que quedan comprendidos en este instituto? El punto central es que se
trate de un contrato de ejecución diferida, que el tiempo influya en la ejecución del contrato. A partir de
esta premisa, la finalidad de cualquier contrato puede quedar frustrada, incluso uno gratuito. Es el caso,
por ejemplo, del contrato de renta vitalicia gratuita contratada para beneficiar a quien padece una
situación de indigencia; pues bien, si con posterioridad a la celebración del contrato y por razones
ajenas a la voluntad de las partes, cesa tal estado de indigencia, parece lógico admitir que puede ser
resuelto el contrato, toda vez que ha desaparecido el motivo impulsor del beneficio otorgado.
339. Remisión
Nos hemos referido a este tema con anterioridad (número 239 y siguientes) y allí nos remitimos.
340. Noción
La situación económica de un país requiere, en ciertos casos, soluciones extraordinarias. Con el
nombre de "emergencia económica" se hace mención al régimen jurídico que otorga al Estado Nacional
facultades excepcionales para intervenir en los contratos que hayan sido celebrados. Todo ello, con
fundamento en la necesidad de proveer lo necesario para la prosperidad y bienestar del país.
Es necesario insistir que se trata de una legislación excepcional, aunque esto haya sido muchas
veces desconocido por los gobiernos nacionales, quienes han mantenido en el tiempo la calificación de
emergencia cuando ella es, en esencia, transitoria.
A la par de ello, debe recordarse que el contrato y la propiedad tienen protección constitucional en el
derecho argentino y, en consecuencia, toda limitación que se disponga es necesariamente de
interpretación restrictiva.
Lamentablemente, las restricciones que, con fundamento en la emergencia económica, se han
consagrado en el ordenamiento jurídico argentino, han constituido muchas veces un avance intolerable
sobre la autonomía privada y la posición contractual. Buen ejemplo de ello han sido los abusos
producidos con motivo de la crisis económica de los años 2001 y 2002, y la "pesificación" allí decretada.
Es necesario, entonces, verificar si la legislación de emergencia se adecua a la Constitución, para
admitir o no su licitud. En esta línea de pensamiento, cabe afirmar que tal legislación es admisible si: (i)
se presenta una situación de emergencia que obligue a poner en ejercicio aquellos poderes reservados
para proteger los intereses vitales de la comunidad; (ii) se responde a una ley dictada por el Congreso
Nacional que persiga la satisfacción del interés público; (iii) los remedios propuestos por la ley son
proporcionales y razonables; (iv) la ley sancionada se encuentra limitada en el tiempo y que el término
fijado tenga relación directa con la exigencia en razón de la cual ella fue sancionada; y (v) no desconoce
arbitrariamente garantías individuales.