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TEMA 59

CUMPLIMIENTO, CUMPLIMIENTO ANORMAL E INCUMPLIMIENTO DE LAS


OBLIGACIONES. MORA, CULPA Y DOLO CONTRACTUAL; CASO FORTUITO Y
FUERZA MAYOR. CUMPLIMIENTO FORZOSO EN FORMA ESPECÍFICA. EL
RESARCIMIENTO DE DAÑOS Y PERJUICIOS.

CUMPLIMIENTO, CUMPLIMIENTO ANORMAL E INCUMPLIMIENTO DE LAS


OBLIGACIONES.

Son distintos los resultados que puede producir la conducta del deudor
llegado el vencimiento de la obligación. Y así:

I.- El deudor puede responder a la confianza depositada en él por el


acreedor llevando a cabo un cumplimiento voluntario y exacto de la obligación,
que consiste en la total adecuación entre la prestación ejecutada por él y lo
inicialmente previsto. Tal ejecución producirá la normal extinción de la obligación
por pago o cumplimiento, ex ART. 1156 del CC, provocando la liberación del
deudor y la plena satisfacción del interés crediticio. Partiendo de la identificación
doctrinal entre el pago y el cumplimiento, éste habrá de ser íntegro, idéntico y
temporáneo para poder ser calificado de exacto.

II.- Pero también es posible que el deudor propicie un incumplimiento de


la obligación, esto es, una situación que suponga la infracción del programa previsto
al constituirse aquélla, con la consiguiente insatisfacción del interés del acreedor.
Este incumplimiento en sentido amplio puede definirse, con base en EL ART. 1101
in fine del CC, como “cualquier contravención del tenor de la obligación”.

+ Así entendido, puede calificarse de incumplimiento toda actitud que


no constituya un cumplimiento voluntario y exacto de la prestación debida, entre
las cuales estarían aquellas que conducen a un cumplimiento anormal de la
obligación. Pero en esta noción tan amplia, cabe distinguir hipótesis diferentes:

1ª El cumplimiento parcial. El deudor realiza sólo parte de la


prestación en los términos pactados, dejando otra parte de ella pendiente de
cumplimiento.

2ª El cumplimiento defectuoso. El deudor efectúa la totalidad de la


prestación, pero sin que ésta reúna alguna de las cualidades pactadas o no la lleva
a cabo en total consonancia con el modo previsto. Los defectos de la prestación
pueden estar:

a) En relación con el sujeto, por ejemplo, cuando se paga a un incapaz.

b) En relación con el objeto, por ejemplo, cuando se omiten prestaciones


accesorias, el deudor se aparta del modelo de diligencia exigible o incumple las
obligaciones de seguridad.
Y c) En relación con el lugar y el tiempo, como cuando el pago se efectúa
en lugar distinto del pactado o en un momento diferente. La inexactitud desde el
punto de vista temporal, puede dar lugar a un simple retraso en el pago o bien a una
situación de mora, que luego estudiaremos. Si a ellas sigue el cumplimiento de la
obligación, se habla de cumplimiento tardío.

+ Cuando el defecto es de poca importancia, la buena fe en el ejercicio


de los derechos obliga a recibir la prestación. Si, por el contrario, el defecto es
importante, el cumplimiento defectuoso se traducirá, a voluntad del acreedor, en
cumplimiento parcial o en incumplimiento total.

3ª Por último, el incumplimiento total y la falta absoluta de prestación


se producen cuando la prestación ejecutada por el deudor no se adecua en absoluto
a los términos inicialmente pactados en el programa obligacional o cuando aquél
omite todo comportamiento tendente al cumplimiento. DÍEZ-PICAZO incluye aquí
los siguientes supuestos:

1º La imposibilidad sobrevenida de la prestación, que constituye una


generalización del concepto legal de pérdida de la cosa debida, materia del tema 61,
al que nos remitimos.

2º La imposibilidad temporal y la prolongada inacción del deudor, que


pueden ser equiparados al incumplimiento definitivo si determinan una frustración
del fin práctico del negocio, con razonable pérdida de interés por parte del acreedor.

3º La voluntad inequívoca del deudor de no cumplir, a pesar de que la


prestación sea posible.

Y 4º La falta de obtención del resultado de la prestación en las


obligaciones de resultado, ya que en éstas el resultado está incorporado a la
obligación.

III.- Expuestas las nociones de cumplimiento exacto y anormal e


incumplimiento, con sus distintas hipótesis, cabe finalizar este punto con dos
consideraciones:

1ª El incumplimiento puede considerarse en un primer momento como


un hecho incoloro, independiente de cualquier reproche jurídico, es decir, la
contravención del tenor de la obligación se produce siempre que ésta no se cumple
exactamente, siendo indiscutible que, sea cual sea la causa motriz, se perjudica el
interés del acreedor. Pero la posible reacción del ordenamiento jurídico y los
medios de tutela del derecho de crédito ante tal contravención dependerán de la
causa concreta que la haya causado, esto es, del posterior juicio de imputabilidad
que se haga de la conducta del deudor en la causación del incumplimiento. De ahí la
importancia de los criterios de imputación y exoneración de responsabilidad que
se analizan en el epígrafe siguiente.

2ª Por otra parte, cada tipo de contravención del programa obligacional


genera sus propias consecuencias jurídicas; de ahí que existan distintas medidas
de responsabilidad adecuadas para paliar los efectos de cada supuesto, de entre
las cuales se abordarán dos en este tema: el cumplimiento forzoso en forma
específica y el resarcimiento de daños y perjuicios.

LA MORA, CULPA Y DOLO CONTRACTUAL; CASO FORTUITO Y FUERZA


MAYOR.

A.- Tienen en común el ser los elementos que determinan que un


incumplimiento en concreto sea imputable o no imputable al deudor y junto a
ellos, con su misma función, habría que situar a los pactos o normas de
agravación y/o de exoneración de la responsabilidad.

+ La imputabilidad del incumplimiento, en su formulación positiva,


supone que se le pueda reprochar precisamente al deudor su conducta
incumplidora, o que se le puedan atribuir las consecuencias negativas que se
deriven de su contravención del tenor obligacional. En su formulación negativa,
decimos que el incumplimiento es imputable al deudor cuando no existe alguna
causa de exoneración del deber de cumplir la obligación.

+ Tradicionalmente, la culpa y el dolo, junto con la mora, que presupone


la culpa, se consideran como elementos antitéticos del caso fortuito y de la fuerza
mayor, de forma que o concurren los unos o lo hacen los otros. Sin embargo, la
exigencia férrea de la concurrencia de alguno de estos elementos puede
desembocar en una tierra de nadie, en la que quedarían supuestos sin resolver. De
ahí que las relaciones entre todos estos conceptos hayan llevado a los autores a
discutir si el nuestro es o debe ser un sistema SUBJETIVISTA de imputación de la
responsabilidad, que exige culpa o dolo, o, por el contrario, OBJETIVISTA, que sólo
excluye la responsabilidad cuando concurren caso fortuito o fuerza mayor. Al
respecto, cabe identificar, básicamente, tres posturas:

1ª La línea subjetivista tradicional, para la que la imputación de


responsabilidad requiere un reproche culpabilístico, de modo que sólo cuando
concurran mora, culpa o dolo en sentido estricto habrá lugar a la responsabilidad
del deudor. Es la postura mayoritaria en la doctrina, encabezada por CASTÁN, y
en la jurisprudencia, que, no obstante, admiten la existencia de paliativos del
sistema subjetivista, como son:

+ La generalización de la norma contenida en EL ART. 1183 del CC, en


cuya virtud, la culpa se presume, debiendo ser el deudor quien demuestre que el
incumplimiento no se debió a culpa de su parte.

Y + La responsabilidad del deudor no culpable o doloso, debido a la


existencia de un pacto o de una norma legal que le impute responsabilidad.

2ª La línea objetivista, que sostiene que, en tanto no concurra una causa


de exoneración de la responsabilidad del deudor, ésta debe derivarse del
incumplimiento de la obligación, aunque no se hayan acreditado la culpa o el dolo.
Algunos de los autores que la propugnan, como PUIG BRUTAU y JORDANO
FRAGA, entienden que sólo la imposibilidad sobrevenida y fortuita del
cumplimiento produce tal exoneración de responsabilidad.

3ª Por último, la línea ecléctica, sostenida por autores como DÍEZ-


PICAZO y PANTALEÓN, que defiende la coexistencia de un pluralismo de
regímenes de responsabilidad contractual, entre los que cabría mencionar:

+ Un sistema general subjetivo de responsabilidad del deudor en los


casos de dolo o culpa.

+ Un sistema especial, en función de cada tipo contractual.

Y + Un sistema de imputación a una persona distinta del deudor de los


daños derivados del incumplimiento, como sucede cuando hay mora del acreedor o
los daños se imputan a un tercero.

B.- Tras esta introducción, pasamos a examinar los concretos títulos de


imputación que recoge el CC, comenzando por:

I.- LA MORA. En sentido amplio, se entiende por mora todo retraso en


el cumplimiento de la obligación, pero en sentido técnico-jurídico sólo es mora el
retraso culpable que no impida el cumplimiento tardío de la obligación, puesto
que, de impedirlo, más que mora, hay incumplimiento total.

+ Por la persona a quien se refiera, se distingue la mora solvendi o del


deudor y la mora accipiendi o del acreedor.

A.- En cuanto a LA MORA DEL DEUDOR, dispone EL ART. 1100,


PÁRRAFO 1º del CC que: “Incurren en mora los obligados a entregar o a hacer
alguna cosa desde que el acreedor les exija judicial o extrajudicialmente el
cumplimiento de su obligación.”

Son, por tanto, REQUISITOS NECESARIOS para que exista la mora


solvendi:

1º Que se trate de una obligación dirigida a una prestación positiva, de


dar o hacer, pues en las obligaciones de no hacer no cabe mora. Como dice
DELGADO ECHEVARRÍA, “las obligaciones negativas o se cumplen o no se
cumplen, pero no se pueden cumplir tardíamente”.

2º Que la obligación sea exigible, lo que excluye de la mora las


obligaciones naturales, vencida, ya por ser pura o ya por transcurrir el plazo o
cumplirse la condición, y determinada o líquida, según el viejo brocardo “in
illiquidis non fit in mora”.

3º Que exista un retraso culpable, incluyéndose en el concepto de


culpabilidad tanto el dolo como la culpa.
4º Como regla general, se requiere que haya interpelación, es decir, que
el acreedor exija judicial o extrajudicialmente el cumplimiento de su obligación al
deudor. Esta regla presenta dos excepciones básicas:

a) La primera se contiene en EL ART. 1100, PÁRRAFO 2º, a cuyo tenor:

“No será, sin embargo, necesaria la intimación del acreedor para que la
mora exista:

1º Cuando la obligación o la ley lo declaren así expresamente.

2º Cuando de su naturaleza y circunstancias resulte que la designación


de la época en que había de entregarse la cosa o hacerse el servicio, fue motivo
determinante para establecer la obligación.”

b) La segunda se contempla en EL ART. 1100, ÚLTIMO PÁRRAFO,


según el cual: “En las obligaciones recíprocas ninguno de los obligados incurre en
mora si el otro no cumple o no se allana a cumplir debidamente lo que le incumbe.
Desde que uno de los obligados cumple su obligación, empieza la mora para el
otro.”

+ En este precepto se establecen dos consecuencias:

1ª El primer inciso recoge el principio de compensatio in mora, que


resume GARCÍA GOYENA “el que no cumple, mal puede reclamar del otro el
cumplimiento y, por consiguiente, constituirle en mora”.

2ª El segundo plantea el problema si las obligaciones bilaterales


constituyen un supuesto de mora automática, que no requiere interpelación,
entendiéndolo así la doctrina mayoritaria y el TS.

5º Por último, se requiere que el cumplimiento todavía interese al


acreedor. De lo contrario, no hay cumplimiento tardío, sino verdadero
incumplimiento.

LOS EFECTOS de la mora solvendi son:

+ Según EL ART. 1096, ÚLTIMO PÁRRAFO: “Si el obligado se


constituye en mora, o se halla comprometido a entregar una misma cosa a dos o
más personas diversas, serán de su cuenta los casos fortuitos hasta que se realice
la entrega.”

+ EL ART. 1101 dispone que: “Quedan sujetos a la indemnización de


los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de sus obligaciones
incurrieren en dolo, negligencia o morosidad, y los que de cualquier modo
contravinieren al tenor de aquéllas.”

Y + EL 1108, que: “Si la obligación consistiere en el pago de una


cantidad de dinero, y el deudor incurriere en mora, la indemnización de daños y
perjuicios, no habiendo pacto en contrario, consistirá en el pago de los intereses
convenidos, y a falta de convenio, en el interés legal.”

B.- En cuanto a LA MORA DEL ACREEDOR, algunos autores discuten


su admisibilidad, por entender que si éste se niega a recibir lo que se le debe no
incumple ninguna obligación. Pero la mayoría de la doctrina la admite, sosteniendo
que si el acreedor no tiene obligación de recibir, tiene, en cambio, la de no impedir
que el deudor se libere de su sujeción, y si pone obstáculos a esto, debe sufrir él
las consecuencias.

+ Nuestro CC no regula la mora accipiendi de modo sistemático y


detallado, pero se hace eco de ella en varios ARTÍCULOS, como en EL 1185 y a
propósito de la consignación de la cosa debida en LOS ARTS. 1176 y ss.

Según la doctrina, la mora del acreedor REQUIERE:

1º Que se dé una obligación vencida para cuyo cumplimiento haga falta


el concurso del acreedor.

2º Que el deudor realice todo lo conducente a la ejecución de la


prestación, lo que supone el ofrecimiento de pago al acreedor.

Y 3º Que el acreedor no acepte la prestación o no coopere al


cumplimiento, sin justificación legal para ello.

SUS EFECTOS son:

1º Excluye la mora del deudor.

2º Traspasa los riesgos al acreedor.

Y 3º Permite al deudor liberarse a través de la consignación de la cosa


debida, ex ART. 1176.1.

II.- En cuanto a LA CULPA CONTRACTUAL, por contraposición al dolo,


no requiere en el deudor una consciencia o voluntariedad de infringir la obligación.
Por eso se dice que el deudor culposo es el que ha omitido de buena fe la
diligencia debida. EL ART. 1104 la define así:

“La culpa o negligencia del deudor consiste en la omisión de aquella


diligencia que exija la naturaleza de la obligación y corresponda a las
circunstancias de las personas, del tiempo y del lugar.

Cuando la obligación no exprese la diligencia que ha de prestarse en su


cumplimiento, se exigirá la que correspondería a un buen padre de familia.”
La cuestión más problemática es la posibilidad de moderación de la culpa a
que se refiere EL ART. 1103, a cuyo tenor: “La responsabilidad que proceda de
negligencia es igualmente exigible en el cumplimiento de toda clase de
obligaciones; pero podrá moderarse por los Tribunales según los casos.”

+ El precepto suscita básicamente dos cuestiones:

1ª La de la admisibilidad de las cláusulas de limitación, agravación o


exoneración de responsabilidad por culpa. La generalidad de la doctrina las
admite, pudiendo versar sobre su contenido, sobre los supuestos en que se exigirá
tal responsabilidad o sobre la cuantía a que ascenderán los daños resarcibles.
Los únicos límites son los derivados del ART. 1255, y así hay que tener en cuenta
que:

+ No cabría excluir la responsabilidad por culpa grave, pues culpa lata


dolo aequiparatur.

Y + La ineficacia de las cláusulas de exoneración o de limitación de la


responsabilidad civil por bienes o servicios en el ámbito de los consumidores y
usuarios, ex ART. 130 del Real Decreto Legislativo 1/2007, de 16 de noviembre.

2ª La segunda cuestión es la del fundamento de la facultad


moderadora de los Tribunales:

a) DÍAZ ALABART y el TS la consideran una manifestación del


principio de equidad en la aplicación de las normas jurídicas, ex ART. 3.2 del CC.

b) LACRUZ entiende que el Juez ha de valorar el elemento subjetivo de


la mayor o menor buena fe del deudor.

Y c) PANTALEÓN, la circunscribe a los casos en que los daños


producidos por el incumplimiento son sensiblemente inferiores a los previsibles al
contratar.

III.- En cuanto al DOLO CONTRACTUAL, suele definirse como la


infracción consciente y voluntaria de la obligación. Presenta, pues, un aspecto
intelectual y otro volitivo, aunque la mayoría de la doctrina entiende que no exige
ánimo de dañar al acreedor. EL ART. 1102 dispone que: “La responsabilidad
procedente del dolo es exigible en todas las obligaciones. La renuncia de la acción
para hacerla efectiva es nula.”

+ La doctrina extrae dos consecuencias básicas de este precepto, en


su relación con EL ART. 1103, ya visto:

1ª Que no cabe eludir la responsabilidad por dolo mediante cláusulas


de exoneración o limitación de responsabilidad, que tampoco es graduable por los
Tribunales. La existencia de tales cláusulas supondría, en contra del ART. 1256,
dejar el cumplimiento de la obligación al arbitrio del deudor.

Y 2ª Que la norma veta la renuncia anticipada a la acción y no la que se


produciría tras el incumplimiento de la obligación, que puede producirse incluso
tácitamente por la inactividad del acreedor.

IV.- En cuanto al CASO FORTUITO y LA FUERZA MAYOR, son


considerados como límites de la responsabilidad del deudor: y a ellos se refiere EL
ART. 1105, cuando señala que: “Fuera de los casos expresamente mencionados en
la ley, y de los en que así lo declare la obligación, nadie responderá de aquellos
sucesos que no hubieran podido preverse, o que, previstos, fueran inevitables.”

a) La TESIS CLÁSICA entiende que las nociones de caso fortuito y


fuerza mayor se identifican con la inexistencia de culpa. Por eso se definen como el
acontecimiento no imputable al deudor, imprevisto, o previsto pero inevitable, que
imposibilita el exacto cumplimiento de la obligación. El caso fortuito se liga a la
noción de imprevisibilidad y la fuerza mayor a la de inevitabilidad.

b) Se han propuesto OTROS CRITERIOS para diferenciarlos, siendo el


más seguido el que distingue el caso fortuito por producirse en el ámbito de
control del deudor, siendo la fuerza mayor externa al mismo. Con todo, la
distinción entre ellos sólo es relevante cuando uno exime de responsabilidad y el
otro no, como ocurre en muchos supuestos de responsabilidad objetiva, en los
que sólo exonera la fuerza mayor y no el caso fortuito.

En cuanto a sus consecuencias, hay que distinguir:

+ Si llegan a ocasionar la imposibilidad definitiva de la prestación, la


obligación quedará extinguida.

+ Si la imposibilidad que ocasionan es sólo transitoria, la obligación se


suspenderá en su eficacia, siendo exigible nuevamente tras superarse el
obstáculo que impedía el cumplimiento. En este caso, la fuerza mayor y el caso
fortuito NO extinguen la obligación, pero sí excluyen la indemnización de daños y
perjuicios.

EL CUMPLIMIENTO FORZOSO EN FORMA ESPECÍFICA.

A.- Producido el incumplimiento de la obligación, el acreedor puede


intentar satisfacer su interés por la prestación debida a través de la acción de
cumplimiento, cuya finalidad es que la obligación se cumpla en sus propios
términos, surtiendo toda su eficacia. En este caso se habla de cumplimiento
específico o in natura.

+ La acción de cumplimiento puede también tener por objeto una


prestación sustitutiva de la anterior, que puede consistir, según los casos, en el
valor de la prestación originaria, cumplimiento por equivalente pecuniario, o en
una prestación similar también in natura, cumplimiento por equivalente no
pecuniario.

+ Pero, en cualquier caso, su fundamento es la subsistencia de la


relación obligatoria incumplida, que se perpetúa por el hecho del incumplimiento.

B.- En cuanto a la acción de cumplimiento en forma específica, hay


que destacar las siguientes ideas:

1ª Su base normativa está en EL ART. 1096.1 del CC, refiriéndose LOS


ARTS. 1096.2, 1098 y 1099 al cumplimiento por equivalente pecuniario;
preceptos que se estudian en el tema 56, al que nos remitimos.

2ª El cumplimiento específico requiere que la prestación, objetivamente


considerada, siga siendo posible e idónea para satisfacer el interés del acreedor,
por lo que no puede ejercitarse en los casos de imposibilidad sobrevenida
imputable, ni tampoco cuando la obligación estaba sometida a término esencial.

3ª El cumplimiento específico, en tanto sea posible, impera sobre el


cumplimiento por equivalente, pues, ex ART. 1166 del CC, ni el acreedor puede
ser obligado a recibir una prestación diferente a la debida en contra de su voluntad,
ni el deudor puede ser obligado a ejecutar una prestación diferente.

Y 4ª Si el deudor se niega a colaborar, sólo podrá lograrse el cumplimiento


específico de las obligaciones de dar y de las de hacer no personalísimo, casos
en que la conducta del deudor podrá ser suplida por la autoridad judicial o por un
tercero.

En sentido amplio, el ejercicio de la acción de cumplimiento pone en marcha


el mecanismo de la ejecución forzosa, que tiende a la obtención de la
satisfacción del derecho del acreedor incluso en contra de la voluntad del deudor.
La ejecución forzosa puede ser universal y singular. La primera se rige por la Ley
Concursal, cuyo estudio remitimos a la parte de Derecho Mercantil; y la segunda,
por la LEC de 2000, y depende de la naturaleza de la obligación. Cabe
esquematizarla así:

I.- La ejecución de deudas pecuniarias, que sigue los trámites de LOS


ARTS. 571 y ss. Tras el despacho de la ejecución, podrá requerirse de pago al
deudor y si éste no es atendido, se procederá al embargo de sus bienes, que,
posteriormente, podrán ser ejecutados en pública subasta, adjudicados al acreedor,
etc.

II.- La ejecución de deudas no pecuniarias, que se rige por los trámites


de LOS ARTS. 699 y ss, y varía según se trate de:

1º OBLIGACIÓN DE DAR COSA DISTINTA AL DINERO:

a) Si la cosa es específica, se intenta su aprehensión material, a través


de la orden de entrada en lugares cerrados y el auxilio de la fuerza pública, si es
mueble; y del lanzamiento de ocupantes y la inscripción de titularidades en los
Registros públicos, si es inmueble. Si todo ello es imposible, se sustituye por una
justa compensación económica.

b) Si la cosa es genérica, se intenta su aprehensión material conforme


a lo ya visto, o se faculta al acreedor para adquirir las cosas en un mercado. Si éste
ha perdido el interés, seguirá la ejecución para entregarle un equivalente
pecuniario.

2º OBLIGACIÓN DE HACER:

a) Si no es personalísimo, el ejecutante podrá pedir que se le faculte


para encargarlo a un tercero, a costa del ejecutado, o reclamar el resarcimiento de
daños y perjuicios.

b) Si es personalísimo, el ejecutante podrá optar entre el cumplimiento


por el equivalente pecuniario o la imposición de multas coactivas al deudor que
estimulen su cumplimiento.

3º Por último, OBLIGACIÓN DE NO HACER. Se requiere al deudor para


que deshaga lo mal hecho, indemnice los daños y perjuicios causados y se
abstenga de reiterar el quebrantamiento, con apercibimiento de incurrir en el delito
de desobediencia a la autoridad judicial e imposición de multas.

EL RESARCIMIENTO DE DAÑOS Y PERJUICIOS.

El resarcimiento de los daños y perjuicios que ocasiona el incumplimiento


imputable se materializa por medio de la acción de indemnización de daños y
perjuicios, consagrada en EL ART. 1101 del CC, a cuyo tenor: “Quedan sujetos a la
indemnización de los daños y perjuicios causados los que en el cumplimiento de
sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o morosidad, y los que de
cualquier modo contravinieren al tenor de aquéllas.”

Son PRESUPUESTOS de esta acción:

1º Que se haya producido un incumplimiento imputable al deudor, en


cualquiera de las modalidades antes vistas.

Y 2º Que el incumplimiento haya producido daños al acreedor, que deberá


demostrar su existencia y la cuantificación de los mismos. Esto último no es
preciso en los siguientes casos:

a) Cuando la obligación es pecuniaria y el deudor ha incurrido en mora,


en cuyo caso, se pagarán los intereses pactados para tal evento o, en su defecto, el
interés legal, ex ART. 1108 ya visto.
b) Cuando en la obligación se haya insertado un pacto expreso de
pagar una indemnización por daños y perjuicios por el simple hecho del
incumplimiento, posibilidad contemplada en EL ART. 1107. La manifestación más
importante es la llamada cláusula penal o pena convencional, que se estudia en el
tema 58 anterior, al que nos remitimos.

Y c) Cuando una norma legal presume la existencia del perjuicio, como


ocurre, por ejemplo, en caso de infracción de los derechos de propiedad intelectual.

En orden a SU NATURALEZA JURÍDICA, la acción de


indemnización por daños y perjuicios es siempre una reclamación de cantidad, con
independencia de la naturaleza de la obligación incumplida: el acreedor deberá
solicitar la condena a su pago, cuantificando exactamente su importe o fijando
claramente las bases con arreglo a las cuales se deba efectuar la liquidación, ex
ART. 219.1 de la LEC.

En cuanto a SUS RELACIONES con otras acciones de responsabilidad,


es indiscutible que cabe acumularla tanto a la acción de cumplimiento específico,
como a la de resolución del contrato, ex ARTS. 1096 y 1124 del CC.

+ Sin embargo, sí son debatidas las relaciones existentes entre el


resarcimiento de los daños y perjuicios y el cumplimiento por equivalente
pecuniario en los supuestos de imposibilidad sobrevenida imputable de la
prestación o de no idoneidad de ésta para el acreedor, en los que, obviamente, no
cabe el cumplimiento específico, traduciéndose la cuestión al pago de una
cantidad de dinero. Al respecto, cabe distinguir dos posturas doctrinales:

a) Autores como DELGADO ECHEVERRÍA o YZQUIERDO consideran


acumulables el cumplimiento por equivalente pecuniario, que consiste en la
entrega de la aestimatio rei o valor de la prestación debida, y la indemnización de los
otros daños y perjuicios que haya ocasionado el incumplimiento. Tal distinción
tiene base normativa en LOS ARTS. 1136, 1147 y 1307 del CC, entre otros.

b) En cambio, otros autores como DÍEZ-PICAZO o PANTALEÓN


consideran que no hay razón para distinguir entre ambas partidas económicas, de
manera que en estos casos la acción de indemnización cumple una función de
resarcimiento integral del daño, absorbiendo todo el quebranto patrimonial que el
incumplimiento haya irrogado al acreedor, sin necesidad de distinguir el valor de la
prestación devenida imposible. Esta tesis también encuentra apoyo normativo en
otros preceptos del CC, como son LOS ARTS. 1106, 1122, 1135 ó 1150.

En cuanto a LOS TIPOS DE DAÑOS RESARCIBLES, cabe distinguir entre el


daño material y el moral.

I.- EL DAÑO MATERIAL consiste en el menoscabo patrimonial sufrido


por el acreedor, y comprende tanto el desembolso efectivo, daño emergente,
como la ganancia frustrada o que se haya dejado de obtener, lucro cesante. La
distinción se extrae del ART. 1106, a cuyo tenor: “La indemnización de daños y
perjuicios COMPRENDE, no sólo el valor de la pérdida que haya sufrido, sino
también el de la ganancia que haya dejado de obtener el acreedor, salvas las
disposiciones contenidas en LOS ARTÍCULOS SIGUIENTES.”

+ Mientras que la prueba y cuantificación del daño emergente es


relativamente fácil, pues se logrará aportando los documentos que justifiquen los
desembolsos, no ocurre lo mismo con el lucro cesante puesto que, al consistir en
una hipotética ganancia, su cuantificación siempre será conjetural y discutible.
Nuestra jurisprudencia indica que debe probarse rigurosamente que dejaron de
obtenerse ganancias, sin que éstas sean contingentes o dudosas y sólo fundadas
en esperanzas.

II.- Respecto al DAÑO MORAL, que es un daño extrínseco al contrato,


pero contractual, sí es posible su resarcimiento.

En cuanto a LA MEDIDA o EXTENSIÓN del resarcimiento, varía según el


deudor haya incumplido dolosamente o no. En efecto, dispone EL ART. 1107 que:

“Los daños y perjuicios de que responde el deudor de buena fe son los


previstos o que se hayan podido prever al tiempo de constituirse la obligación y que
sean consecuencia necesaria de su falta de cumplimiento.

En caso de dolo responderá el deudor de todos los que conocidamente se


deriven de la falta de cumplimiento de la obligación.”

Por lo demás, respecto al procedimiento de liquidación de daños y


perjuicios hay que estar a LOS ARTS. 712 y ss. de la LEC, pero esto es ya materia
de procesal.

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