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TEMA 64

CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS: LOS CONTRATOS ATÍPICOS.


INCAPACIDADES Y PROHIBICIONES PARA CONTRATAR. GENERACIÓN,
PERFECCIÓN Y CONSUMACIÓN DEL CONTRATO. EFECTOS GENERALES DEL
CONTRATO. LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS: PRINCIPIOS Y
REGLAS.

CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS: LOS CONTRATOS ATÍPICOS.

I.- Podemos acudir a LOS SIGUIENTES CRITERIOS


CLASIFICATORIOS:

1º Por LOS REQUISITOS NECESARIOS PARA SU FORMACIÓN, se


distingue entre los contratos CONSENSUALES, REALES y FORMALES o
SOLEMNES.

+ LOS CONSENSUALES son aquellos que se perfeccionan por el mero


consentimiento, y son la regla general en nuestro Derecho.

+ LOS REALES son aquellos que exigen la entrega de la cosa para su


perfección.

Y + LOS FORMALES, aquellos que precisan una forma especial para su


validez.

2º Atendiendo a LA EXPRESIÓN DE LA CAUSA, pueden ser CAUSALES


y ABSTRACTOS.

3º Por LA NATURALEZA DE LOS VÍNCULOS que producen, se dividen


en UNILATERALES, BILATERALES o SINALAGMÁTICOS y PLURILATERALES.

4º Por SU FINALIDAD, los contratos pueden ser ONEROSOS,


LUCRATIVOS y REMUNERATORIOS.

+ En EL CONTRATO ONEROSO los sacrificios que mutuamente realizan


las partes están compensados o encuentran su equivalente en el beneficio que
obtienen.

+ En EL LUCRATIVO el beneficio de una de las partes no está


acompañado de ningún sacrificio que sea su contrapartida.

Y + En EL REMUNERATORIO, dice DE CASTRO, que las partes


consienten expresa o tácitamente en que lo dado o prometido lo es en remuneración
de un servicio o beneficio ya prestado.
5º Por SU CARÁCTER independiente o subordinado, se clasifican los
contratos en PREPARATORIOS, PRINCIPALES y ACCESORIOS.

6º Por SU RELACIÓN CON EL TIEMPO, pueden ser de tracto único y de


tracto sucesivo.

7º Atendiendo a SU OBJETO, cabe hablar de contratos conmutativos y


aleatorios, de custodia, de gestión, de garantía, etc.

8º Otras categorías de contratos son LOS DE CONSUMO y LOS


ELECTRÓNICOS, cuyo examen abordamos en el tema 63 anterior.

9º Por último, por SU REGULACIÓN LEGAL, el Derecho moderno


conserva todavía la distinción romana de los contratos NOMINADOS e
INNOMINADOS, aunque con diversos sentidos.

+ NOMINADOS o TÍPICOS son los que tienen individualidad propia y


una disciplina legal previa.

+ INNOMINADOS o ATÍPICOS son los que carecen de propia disciplina


normativa.

II.- Nos detenemos a continuación en el estudio de LOS CONTRATOS


ATÍPICOS.

+ Su admisibilidad y validez es indiscutible y no tendrán más límites que


los generales de la autonomía privada: ley, moral y orden público, ex ART. 1255
del CC.

+ Ahora bien, LA ATIPICIDAD puede ser más o menos absoluta,


surgiendo así dos clases de contratos atípicos:

1º PRIMERO: Aquellos que carecen de toda regulación legal y


no coinciden en ninguno de sus aspectos con los contratos regulados. Son LOS
ABSOLUTAMENTE ATÍPICOS, cuyo tratamiento jurídico deberá ajustarse:

1º En primer lugar, a la voluntad, esto es, a las reglas contractuales


determinadas por las partes.

2º Como fuente supletoria, a los usos negociales, creados por la


repetición de los contratos atípicos.

3º En su defecto, deberá recurrirse al contrato típico o familia de contratos


típicos más afines.

Y 4º Últimamente, a las reglas generales de la contratación.

2º SEGUNDO: Aquellos que combinan diferentes tipos contractuales


o diferentes prestaciones propias de tipos contractuales diversos, como son LOS
CONTRATOS MÚLTIPLES y LOS CONTRATOS MIXTOS.

a) LOS CONTRATOS MÚLTIPLES son aquellos que suponen la unión


de varios contratos, distinguiendo ENNECERUS tres subtipos:

1º UNIÓN MERAMENTE EXTERNA, como sucede cuando en un mismo


documento se regulan varios contratos, pero sin que esta unión afecte a la
sustantividad propia de cada uno de ellos.
2º CONEXIÓN DE CONTRATOS, cuando hay varios contratos diversos,
pero que en la intención de las partes son queridos como uno solo, de modo que
están en recíproca dependencia.
Y 3º UNIÓN ALTERNATIVA DE CONTRATOS, cuando habiendo varios
contratos diversos, están unidos alternativamente, de tal modo que según se
cumpla una u otra condición, así surgirá uno u otro contrato.

b) LOS CONTRATOS MIXTOS son aquellos en que no hay una


pluralidad de contratos unidos entre sí, sino un contrato unitario, pero cuyos
elementos esenciales están dispersos en la regulación legal de diversas figuras
contractuales. Respecto a la normativa aplicable a estos contratos, se han
formulado dos teorías principales:

1ª La de LA ABSORCIÓN, que estima que se ha de descubrir la


prestación o elementos principales que dominen la totalidad del contrato y le impriman
su carácter.
Y 2ª La de LA COMBINACIÓN, según la cual, dado que en estos contratos
se dan los caracteres de varios deben combinarse las normas de todos ellos.

+ Por su parte, ENNECERUS entiende que la solución compete siempre


en última instancia al arbitrio judicial atendiendo a las circunstancias del caso
concreto, especialmente inspirándose en el fin económico y en los legítimos
intereses de las partes.

Por último, el CC prevé como contratos múltiples y mixtos:

1º La donación onerosa del ART. 622.


2º La permuta con compensación en dinero del ART. 1446.
3º El contrato de obra con suministro de material del ART. 1588.
Y 4º La aparcería, ex ART. 1579.

+ Otras especies de contratos atípicos son, por ejemplo:

1º El de suministro.
Y 2º El de corretaje o mediación.

LAS INCAPACIDADES Y PROHIBICIONES PARA CONTRATAR.

Todo contrato necesita, como requisito esencial para su validez,


CAPACIDAD en los contratantes. Y en este punto es interesante determinar qué
personas son incapaces para contratar; pero, como cuestión previa, hemos de
distinguir LAS INCAPACIDADES propiamente dichas de LAS PROHIBICIONES.

A.- LAS INCAPACIDADES son restricciones de la capacidad de obrar


que se fundan en CIRCUNSTANCIAS SUBJETIVAS DE CIERTAS PERSONAS que
obligan a la ley a retardar o suspender, por un cierto tiempo o tiempo indefinido, la
aptitud para realizar eficazmente actos jurídicos, remediando, entre tanto, esta falta
por medios supletorios, como la patria potestad y la tutela.

B.- LAS PROHIBICIONES están fundadas más bien en RAZONES


OBJETIVAS DE MORALIDAD O INCONVENIENCIA. De ahí que, frente a la
incapacidad que, por lo general, afecta a toda clase de contratos, la prohibición se
refiere sólo a tipos y supuestos determinados. La incapacidad restringe el
ejercicio del derecho; la prohibición, el goce del derecho mismo.

+ Difieren también las incapacidades de las prohibiciones por sus


respectivos efectos. Así, el contrato celebrado por un incapaz es simplemente
anulable, a no ser que falte en él la condición natural de uso de razón, en cuya
hipótesis, por faltar el consentimiento, el contrato es inexistente. El contrato
celebrado contra una prohibición es nulo de pleno derecho, y como comprendido
en la hipótesis del ART. 6.3 del CC su carencia de efectos es absoluta.

Hecha la distinción, como ejemplos de PROHIBICIONES, en el CC cabe


citar:

+ La del tutor de verificar los contratos mencionados en EL ART. 221.


+ La de celebrar ciertas compraventas las personas designadas en EL
ART. 1459.
Y + La de constituir sociedad universal entre sí las personas a quienes
está prohibido otorgarse recíprocamente alguna donación o ventaja, ex ART. 1677.

En cuanto a LAS INCAPACIDADES, hay que señalar que la capacidad para


contratar es una particular aplicación de la capacidad de obrar en general, por lo
que habrá que tener en cuenta las reglas y principios de ésta. Pero el CC señala
específicamente ciertas incapacidades para contratar, ya que, según EL ART.
1263, redactado por la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero:

“No pueden prestar consentimiento:

1º Los menores no emancipados.

2º Los incapacitados.”

+ Completando este ARTÍCULO dice EL 1264 que: “La incapacidad


declarada en EL ARTÍCULO ANTERIOR está sujeta a las modificaciones que la ley
determina, y se entiende sin perjuicio de las incapacidades especiales que la misma
establece.”
Estos preceptos exigen una serie de precisiones:

1ª Primera: La redacción del ART. 1263 es


desafortunada, pues no se trata de que el consentimiento pueda o no ser prestado,
sino de si es apto para generar un contrato válido y eficaz.

2ª Segunda: La limitación de capacidad de los menores no


emancipados, ex ART. 1263, nº 1º, no es tan absoluta como se desprende de su
letra, pues estas personas sí pueden celebrar determinados contratos; y así, hay
que tener en cuenta las siguientes modificaciones que alteran esta regla general:

1ª Según EL ART. 157, el menor no emancipado ejercerá la patria


potestad sobre sus hijos, lo que implica, ex ART. 154, representarlos y administrar
los bienes de los hijos, es decir, contratar, aunque para ello precise, ex ART. 157, la
asistencia de sus padres; a falta de ambos, la de su tutor; y en casos de desacuerdo o
imposibilidad, la del Juez.

2ª LOS ARTS. 1329 y 1338 permiten al menor no emancipado mayor de


14 años otorgar capitulaciones matrimoniales y donaciones por razón de
matrimonio, pero necesitando el concurso de sus padres o tutor, como regla
general.

3ª Conforme al ART. 164, el menor no emancipado mayor de 16 años


puede realizar por sí solo actos de administración ordinaria de los bienes que
hubiere adquirido con su trabajo o industria, necesitando el consentimiento de los
padres para los que excedan de ella, lo que supone su capacidad para contratar en
cuanto a tales actos.

4ª El mayor de 16 años que viva de forma independiente con


consentimiento de sus padres o tutores, o con autorización de la persona o institución
que le tenga a su cargo, puede contratar por sí la prestación de su trabajo, ex ART.
7 del ET.

5ª Por último, en general, señala LACRUZ que la regla de que los


contratos celebrados por los menores no emancipados son anulables debe
matizarse para ponerla de acuerdo con la vida real, en la cual los menores van
desarrollando una actividad contractual creciente con arreglo a los usos, sin que se
plantee cuestión en torno a la validez de los contratos celebrados por ellos; desde la
compra de artículos de comer hasta contratos de transporte. Pensar, dice este autor,
que todos estos contratos son anulables no corresponde a la situación objetiva, y
si bien no cabe hablar de una costumbre contra ley, sí cabe interpretar que cuando
un menor contrata dentro de los límites que los usos señalan a su edad y situación,
ha de presumirse que media una autorización tácita del guardador, o mejor, que
tanto él como su guardador han renunciado tácitamente a la impugnación del
contrato. En el mismo sentido se pronuncia la STS de 10 de junio de 1991.

3ª Tercera: No debe extraerse a contrario del ART.


1263, nº 1º, que los menores emancipados sí pueden en todo caso contratar
libremente. Ello no es cierto pues, como resulta del ART. 323, necesitarán en
ocasiones el concurso de sus padres o del curador, como se examina
detalladamente en otro tema, al que nos remitimos.

4ª Por último: En cuanto a los incapacitados, EL ART. 1263, nº 2º


parece que utiliza el término en sentido técnico, referido a quienes hayan sido
judicialmente incapacitados, sobre la base del ART. 199 por las causas del ART.
200 del CC y con la extensión del ART. 760 de la LEC de 2000, conforme al cual, la
sentencia que declare la incapacitación determinará la extensión y los límites de
ésta, así como el régimen de tutela o guarda a que haya de quedar sometido el
incapacitado. Por tanto, como dice DÍEZ-PICAZO, incapaz de contratar será la
persona incapacitada siempre que la sentencia así lo establezca, supliendo su
incapacidad por la actuación de su representante legal, lo mismo que en el
supuesto del menor no emancipado.

FINALMENTE, cabe destacar, al amparo del citado ART. 1264 como


INCAPACIDADES ESPECIALES, aunque no son propiamente incapacidades:

+ La del PRÓDIGO en los términos de la sentencia que así lo declare, ex


ART. 760 de la LEC de 2000.

Y + La del CONCURSADO, cuyas facultades de administración y


disposición sobre su patrimonio quedan sometidas, según los casos, a la intervención
o sustitución de los administradores concursales, con arreglo a LOS ARTS. 40 y
concordantes de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, y para cuyo examen nos
remitimos a los temas correspondientes.

LA GENERACIÓN, PERFECCIÓN Y CONSUMACIÓN DEL CONTRATO.

En la vida de todo contrato se producen TRES FASES o MOMENTOS


principales:

1º LA GENERACIÓN o etapa de génesis o preparación.

2º LA PERFECCIÓN o momento en que nace a la vida jurídica.

Y 3º LA CONSUMACIÓN o momento en que se realizan sus efectos.

A.- En cuanto a LA GENERACIÓN, hay que señalar que el


consentimiento, que es elemento esencial del contrato, no siempre surge por
inspiración simultánea, sino que es muchas veces el resultado de una serie de
actos que constituyen los llamados preliminares del contrato. En este período
preparatorio las partes discuten y proyectan, perfilando los términos que más tarde
servirán de base para la formación del contrato.
En esta fase se plantean las siguientes CUESTIONES:

1ª Primera: La exigibilidad de la llamada


RESPONSABILIDAD PRECONTRACTUAL, es decir, si puede exigirse alguna
responsabilidad en el caso de que las conversaciones preliminares fracasen y el
contrato no llegue a concluirse.

+ La regla general es que la ruptura de los tratos no dará lugar a


ninguna responsabilidad, pero esta regla debe moderarse por el principio de la
buena fe. Por tanto, será responsable de los daños causados aquel que rompa los
tratos sin motivo justificado cuando razonablemente se podía esperar la
celebración del contrato.

+ En nuestro Derecho no se reconoce expresamente esta especial


responsabilidad, pero, en general, la doctrina entiende que puede fundamentarse en
EL ART. 1902 del CC y en los principios de la buena fe y condena del abuso de
derecho, consagrados en EL ART. 7 del propio Código.

2ª Segunda: EL VALOR DE LAS MINUTAS o APUNTES en


los que se recogen los acuerdos preliminares. Aunque en ordenamientos como el
suizo y el alemán se citan expresamente para interpretar los contratos, lo mismo se
puede decir en nuestro Derecho, pues si bien EL ART. 1282 del CC se refiere sólo a
los actos de los contratantes coetáneos y posteriores al contrato para juzgar de
la intención de los mismos, el TS sostiene que se atenderá también a los
anteriores.

3ª Por último: Se plantea el problema de LA FUERZA


VINCULANTE DE LA OFERTA o PROPUESTA DE CONTRATO, al que aludiremos al
hablar de ésta como un elemento de LA PERFECCIÓN DEL CONTRATO, que
pasamos a estudiar.

B.- Se llama PERFECCIÓN al momento en que concurren todos los


elementos necesarios para la existencia del contrato, surgiendo éste a la vida
jurídica. Así, dispone EL ART. 1261 del CC que:

“No hay contrato sino cuando concurren los requisitos siguientes:

1º Consentimiento de los contratantes.


2º Objeto cierto que sea materia del contrato.
3º Causa de la obligación que se establezca.”

+ Destacando el papel del consentimiento en la perfección de los


contratos consensuales, que son la regla general en nuestro Derecho, señala EL
ART. 1258, ab initio, del CC que: “Los contratos se perfeccionan por el mero
consentimiento […].”

+ Por su parte, EL ART. 1262 dispone que:


“El consentimiento se manifiesta por el concurso de la oferta y de la
aceptación sobre la cosa y la causa que han de constituir el contrato.

Hallándose en lugares distintos el que hizo la oferta y el que la aceptó, hay


consentimiento desde que el oferente conoce la aceptación o desde que,
habiéndosela remitido el aceptante, no pueda ignorarla sin faltar a la buena fe. El
contrato, en tal caso, se presume celebrado en el lugar en que se hizo la oferta.

En los contratos celebrados mediante dispositivos automáticos hay


consentimiento desde que se manifiesta la aceptación.”

Este precepto merece las siguientes consideraciones:

I.- LA OFERTA es una declaración de voluntad emitida por una


persona y dirigida a otra u otras, proponiendo la celebración de un determinado
contrato.

Debe reunir estos requisitos:

1º Ser emitida con la intención de obligarse contractualmente.

2º Ser completa o contener todos los elementos necesarios para que


baste la simple aceptación para perfeccionar el contrato.

Y 3º Ser recepticia, es decir, estar dirigida a la persona con la que el


proponente quiere contratar, que será, en general, una persona concreta, pero que
puede también ser indeterminada, como en el caso de la promesa pública de
recompensa.

El principal problema que se plantea en relación a la oferta es el de SU


DURACIÓN y REVOCABILIDAD.

+ La doctrina tradicional sostiene que el oferente puede retirarla en


cualquier momento antes de la aceptación. Como excepción, se admite el caso de
que se haya establecido expresamente un plazo de la misma, que equivaldría a la
renuncia del oferente al derecho a retirarla durante ese plazo, ex ART. 6.2 del CC.

+ En contra, la doctrina moderna entiende que la seguridad del tráfico


jurídico exige que la oferta tenga una vida prolongada por un período de tiempo que
estará marcado, no sólo por la determinación expresa del oferente, sino también
por:

1º Su determinación implícita en ciertos contratos.


2º El tiempo objetivamente previsible para la formación de la voluntad
del aceptante.
Y 3º El medio de comunicación adoptado.

+ En consecuencia, el oferente no será totalmente libre para revocar,


sino que estará obligado a respetar el plazo implícito u objetivamente previsible y a
comunicar la revocación por el mismo medio en que hizo la oferta.

II.- En cuanto a LA ACEPTACIÓN, es la declaración de voluntad hecha


por el destinatario de una oferta aceptándola.

+ Debe reunir estos requisitos:

1º Ser emitida con el propósito firme de celebrar el contrato y en tiempo


hábil para ello.

2º Ser pura y simple, y corresponder exactamente a la oferta.

Y 3º Ser recepticia, es decir, ir dirigida al propio oferente.

III.- LOS PÁRRAFOS 2º y 3º del ART. 1262 del CC, redactados por la Ley
34/2002, de 11 de julio, de servicios de la sociedad de la información y de
comercio electrónico, se refieren a la contratación entre ausentes.

+ EL PÁRRAFO 2º consagra alternativamente dos teorías: la del


conocimiento y la de la recepción.

Y + EL PÁRRAFO 3º, referido a la contratación por medios automáticos,


sienta la teoría de la emisión, equiparándose a la contratación entre presentes.

+ Esta solución es seguida igualmente por EL ART. 54 del Código de


Comercio, redactado también por la Ley citada, unificando de esta manera el
Derecho Privado.

C.- Por último, LA CONSUMACIÓN del contrato es la realización y


efectividad de las prestaciones derivadas del mismo, significando el fin de la
relación contractual.

LOS EFECTOS GENERALES DEL CONTRATO.

Los efectos del contrato pueden clasificarse en GENERALES y


ESPECIALES.

1º LOS ESPECIALES se derivan de la especial naturaleza de cada


contrato y del concreto contenido de la voluntad de las partes.

2º LOS GENERALES se refieren a la producción del vínculo


obligatorio, y son: la obligatoriedad del contrato, su relatividad y su
irrevocabilidad. Estos dos últimos efectos se examinan en el tema 65 siguiente, al
que nos remitimos.
En cuanto a la obligatoriedad del contrato, cabe indicar lo siguiente:

1º El CC la sanciona con carácter general en los siguientes preceptos:

+ ART. 1091, a cuyo tenor: “Las obligaciones que nacen de los


contratos tienen fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al
tenor de los mismos.”

Y + ART. 1278, según el cual: “Los contratos serán obligatorios, cualquiera


que sea la forma en que se hayan celebrado, siempre que en ellos concurran las
condiciones esenciales para su validez.”

2º La obligatoriedad se deriva de la voluntad de las partes, sancionada


y amparada por la ley, no del corroborante religioso del juramento. Por ello, indica EL
ART. 1260 que: “No se admitirá juramento en los contratos. Si se hiciere, se tendrá
por no puesto.”

3ª La obligatoriedad es extensiva, pues, según EL ART. 1258: “Los


contratos se perfeccionan por el mero consentimiento, y desde entonces obligan,
no sólo al cumplimiento de lo expresamente pactado, sino también a todas las
consecuencias que, según su naturaleza, sean conformes a la buena fe, al uso y a
la ley.”

4ª Por último, como consecuencia de esta obligatoriedad, dispone EL


ART. 1256 que: “La validez y el cumplimiento de los contratos no pueden dejarse al
arbitrio de uno de los contratantes.”

LA INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS: PRINCIPIOS Y REGLAS.

I.- Según BETTI, la interpretación de los contratos es aquella actividad


encaminada a indagar y fijar el significado que haya de atribuirse a la declaración de
las partes al celebrar el contrato. Y como a todo negocio ha de serle atribuido un
sentido, la doctrina moderna entiende, en contra del antiguo aforismo “in claris
non fit interpretatio“, que todas las declaraciones de voluntad, tanto las que ofrecen
un sentido claro como las que tienen un sentido dudoso, exigen y presuponen la
función interpretativa.

Por otra parte, la interpretación debe distinguirse de la fijación o


constatación de hechos, así como de la calificación del contrato.

II.- En cuanto a LOS CRITERIOS o PRINCIPIOS que deben guiar la


interpretación de los contratos existen dos orientaciones fundamentales:

1ª LA CLÁSICA o SUBJETIVISTA, según la cual, la interpretación debe


buscar la intención real y común de los contratantes.
Y 2ª LA OBJETIVISTA, según la cual, la interpretación debe buscar el
sentido que normalmente se atribuye a la declaración de cada contratante en la
órbita social en que se mueven.

+ Por su parte, la importante STS de 23 de mayo de 1935 señaló que en


nuestro CC puede admitirse como regla general la primacía de la voluntad real
sobre la declarada, sentando así el principio de la voluntad real, aunque este
principio debe atenuarse con necesarias restricciones como las dos siguientes:

1ª Que la divergencia entre la voluntad interna o real y la declarada ha


de ser probada por quien la alega pues, en caso contrario, el Derecho presume la
coincidencia entre ambas.

Y 2ª Que cuando tal divergencia sea imputable al declarante por ser


maliciosa o negligente, existiendo a la vez buena fe en la otra parte, habrá de
atribuirse pleno efecto a la voluntad declarada, en virtud de los principios de
responsabilidad del declarante, de protección de la buena fe del destinatario de
la declaración y en aras de la seguridad del tráfico jurídico.

En cuanto a LAS REGLAS DE INTERPRETACIÓN de los contratos, se


contienen en LOS ARTS. 1281 a 1289 del CC, que establecen lo siguiente:

+ 1281 “Si los términos de un contrato son claros y no dejan


duda sobre la intención de los contratantes se estará al sentido literal de sus
cláusulas.

Si las palabras parecieren contrarias a la intención evidente de los


contratantes, prevalecerá ésta sobre aquéllas.”

+ 1282 “Para juzgar de la intención de los contratantes,


deberá atenderse principalmente a los actos de éstos, coetáneos y posteriores al
contrato.”

+ 1283 “Cualquiera que sea la generalidad de los términos de


un contrato, no deberán entenderse comprendidos en él cosas distintas y casos
diferentes de aquellos sobre que los interesados se propusieron contratar.”

+ 1284 “Si alguna cláusula de los contratos admitiere


diversos sentidos, deberá entenderse en el más adecuado para que produzca
efecto.”

+ 1285 “Las cláusulas de los contratos deberán interpretarse


las unas por las otras, atribuyendo a las dudosas el sentido que resulte del conjunto
de todas.”
+ 1286 “Las palabras que puedan tener distintas acepciones
serán entendidas en aquella que sea más conforme a la naturaleza y objeto del
contrato.”

+ 1287 “El uso o la costumbre del país se tendrán en cuenta


para interpretar las ambigüedades de los contratos, supliendo en éstos la omisión
de cláusulas que de ordinario suelen establecerse.”

+ 1288 “La interpretación de las cláusulas oscuras de un


contrato no deberá favorecer a la parte que hubiese ocasionado la oscuridad.”

+ 1289 “Cuando absolutamente fuere imposible resolver las


dudas por las reglas establecidas en LOS ARTÍCULOS PRECEDENTES, si aquéllas
recaen sobre circunstancias accidentales del contrato, y éste fuere gratuito, se
resolverán en favor de la menor transmisión de derechos e intereses. Si el
contrato fuere oneroso, la duda se resolverá en favor de la mayor reciprocidad de
intereses.

Si las dudas de cuya resolución se trata en ESTE ARTÍCULO recayesen


sobre el objeto principal del contrato, de suerte que no pueda venirse en
conocimiento de cuál fue la intención o voluntad de los contratantes, el contrato
será nulo.”

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