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TEMA 56

LA OBLIGACIÓN: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA. ELEMENTOS:


SUJETOS, OBJETO Y VÍNCULO. LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES:
DOCTRINAS. LAS OBLIGACIONES NATURALES EN EL CÓDIGO CIVIL. IDEA DE
LAS OBLIGACIONES PECUNIARIAS. EXAMEN DE LAS OBLIGACIONES DE DAR,
DE HACER Y DE NO HACER.

LA OBLIGACIÓN: CONCEPTO Y EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

I.- EL CONCEPTO TÉCNICO de obligación se encuadra dentro de la


categoría general de los deberes jurídicos, pero constituye una especie bien
delimitada dentro de ellos.

Para comprender adecuadamente este encuadramiento, HERNÁNDEZ GIL


distingue entre:

+ Obligatoriedad o deber jurídico general.


+ Deberes jurídicos particulares.
Y + Obligaciones, que son una especie del deber jurídico, en el que
precisamente en virtud de un vínculo jurídico existente entre dos personas, una
resulta obligada respecto a la otra a cumplir una prestación, que le puede ser exigida
por ésta.

Es clásica LA DEFINICIÓN de las Instituciones de Justiniano: “iuris


vinculum, quo neccesitate adstringimur ad aliquid dandum, vel faciendum, vel
praestandum”, que ponía el acento en el vínculo obligacional.

Esta idea perdura en el fondo de LAS DEFINICIONES de los autores


modernos, si bien la mayoría han sustituido la palabra VÍNCULO por la de
RELACIÓN, más amplia por abarcar también el aspecto activo de la obligación.

Así, en el sentido de RELACIÓN TOTAL CREDITICIA, define DE DIEGO la


obligación como “relación jurídica constituida en virtud de ciertos hechos entre dos
o más personas, por la que una, denominada acreedor, puede exigir de otra,
denominada deudor, una determinada prestación”.

Otros definen la obligación desde SU ASPECTO PASIVO, considerándola


como PARTE DE LA RELACIÓN; y así, SÁNCHEZ ROMÁN dice que es “la
necesidad jurídica de cumplir una prestación”.

Otros recogen en la definición el doble aspecto PERSONAL y


PATRIMONIAL de la obligación. Así, BONFANTE dice que es “una relación jurídica
en virtud de la cual, uno o más sujetos, por un lado, tienen derecho a exigir una
determinada prestación o, en su defecto, una congrua satisfacción patrimonial, y
otro u otros, por su lado, tienen el deber de cumplirla o de responder con su propio
patrimonio caso de incumplimiento”.
+ Por su parte, nuestro CC no contiene UN CONCEPTO de obligación.
EL ART. 1088 se limita a decir que: “Toda obligación consiste en dar, hacer o no
hacer alguna cosa”; pero esto no es una definición, sino una simple indicación del
contenido.”

ROCA SASTRE y PUIG BRUTAU, teniendo en cuenta que el otro elemento


de la obligación, o sea, el principio de la responsabilidad patrimonial universal, lo
tiene proclamado el CC en EL ART. 1911, al decir que: “Del cumplimiento de las
obligaciones responde el deudor con todos sus bienes, presentes y futuros”,
concluyen que de la combinación de este precepto con el citado ART. 1088 puede
obtenerse el siguiente concepto de la obligación: “Derecho del acreedor dirigido a
conseguir del deudor una prestación de dar, hacer o no hacer alguna cosa,
garantizado con todo el activo patrimonial del obligado”.

II.- En orden a LA EVOLUCIÓN HISTÓRICA de la obligación,


señalaremos que, generalmente, se estima EL TRATADO DE OBLIGACIONES como
una herencia del DERECHO ROMANO que, recogida por DOMAT y POTHIER, ha
pasado inalterable a los Códigos modernos. Sin embargo, no debe ser exagerado
el carácter abstracto de la teoría de la obligación ni el valor permanente del
Derecho romano en esta materia.

En especial, en varios extremos del mismo concepto de obligación se ha


producido una importante evolución a lo largo de la historia, que ha de examinarse
para comprender EL CONCEPTO ACTUAL de la obligación.

LOS ASPECTOS más importantes de esta evolución, son, según CASTÁN:

1º La progresiva espiritualización y subjetivización del Derecho de


obligaciones hasta la plasmación en los Códigos Modernos del principio de
autonomía de la voluntad.

2º La acentuación del sentido objetivo y patrimonial del vínculo


obligatorio. Así, en el Derecho moderno, si bien la obligación no ha dejado de ser
una relación entre personas, la práctica primero y la ciencia jurídica después han
objetivado ese vínculo, convirtiéndolo en un valor patrimonial, y, como tal, en
susceptible de cambio, de transmisión y de comercio. Por ello, se admiten figuras
como la cesión de créditos y la estipulación en favor de tercero.

3º Por otra parte, destaca en esta evolución la reacción contra la


absoluta libertad de la voluntad en el Derecho de obligaciones, mediante un
cierto renacimiento del formalismo, la promulgación de leyes imperativas y la
consideración de los intereses sociales por encima de los individuales.

Y 4º Por último, la integración en el concepto de obligación de los dos


elementos del débito y la responsabilidad, los cuales, si bien actuaron
primitivamente con independencia, en el Derecho moderno no sucede lo mismo, a
pesar de que algunos autores han pretendido disociarlos en ciertos casos, pero que
son muy discutibles.
Como dice FERRARA, el débito y la responsabilidad son dos aspectos o
momentos de un mismo fenómeno, no relaciones independientes.

LOS ELEMENTOS: SUJETOS, OBJETO Y VÍNCULO.

Los elementos de la obligación son los sujetos activo y pasivo, el objeto y


el vínculo jurídico que une a los sujetos. Algunos autores añaden la causa de la
obligación, para cuyo examen nos remitimos al tema 24.

I.- Entrando en el análisis de LOS SUJETOS, hay que decir que


al constituir la obligación un vínculo o relación jurídica, es necesario que medien en
ella un sujeto activo o acreedor, que tiene la facultad de exigir la prestación, y un
sujeto pasivo o deudor, sobre el que pesa el deber de realizarla.

Todo sujeto de derecho puede ser sujeto activo o pasivo de obligaciones,


incluso los incapaces, ya que para serlo sólo se precisa capacidad jurídica.

Las personas jurídicas, conforme al ART. 38 del CC, pueden ostentar, lo


mismo que las físicas, la titularidad activa y pasiva de las obligaciones.

Las posiciones jurídicas de acreedor y deudor pueden corresponder


exclusivamente a cada uno de los sujetos intervinientes, pero otras veces cada
uno de los sujetos es al mismo tiempo acreedor y deudor del otro, como ocurre en
las obligaciones recíprocas, para cuyo examen nos remitimos al tema 57.

Han de ser sujetos de la obligación, cuando menos, un acreedor y un deudor,


pero puede haber pluralidad de sujetos, tanto del lado activo como del lado pasivo,
dando lugar a las obligaciones pluripersonales, que se estudian en el tema 58, al
que nos remitimos.

Los sujetos de la obligación deben ser determinados, siendo lo normal que


estén plenamente determinados en el momento de nacer la obligación, pero también
se admite la existencia de:

+ Obligaciones en que uno de los sujetos está determinado desde el


nacimiento de la obligación, habiendo de determinarse el otro “ex post” con arreglo
a los criterios establecidos en aquélla, como ocurre con la promesa de recompensa
a persona indeterminada.

Y + Obligaciones que van unidas a la titularidad de una cosa, de modo


que la cualidad de sujeto cambia a medida que dicha titularidad pasa de una
persona a otra, que es el caso de las llamadas obligaciones “propter rem” o
ambulatorias, examinadas en el tema 30.

II.- En cuanto al OBJETO de la obligación, nuestra doctrina


señala que su objeto inmediato es la prestación o actividad debida por el deudor;
pero esa actividad recae a su vez sobre cosas o servicios, que constituyen el objeto
mediato de la obligación.

El CC no regula expresamente de modo general LAS CONDICIONES que ha


de reunir el objeto de la obligación, pero sí establece las relativas al objeto de los
contratos en LOS ARTS. 1271 a 1273. Generalizando tales normas, la doctrina
considera que la prestación ha de ser POSIBLE, LÍCITA y DETERMINADA o
DETERMINABLE.

A.- En cuanto a LA POSIBILIDAD, es doctrina clásica que nadie


puede obligarse a una prestación imposible: el principio “imposibillium, nulla
obligatio”; y nuestro CC se hace eco de dicho principio al disponer en su ART.
1272 que: “No podrán ser objeto de contrato las cosas o servicios imposibles.”

Pero hay diversas CLASES DE IMPOSIBILIDAD, con distintos efectos:

1ª Puede ser, en primer lugar, NATURAL o JURÍDICA, según que la


prestación sea de imposible cumplimiento por naturaleza o por disposición del
derecho. Una y otra impiden el nacimiento de la obligación.

2ª En segundo término, puede hablarse de imposibilidad ABSOLUTA u


OBJETIVA, que se da cuando la prestación es imposible por sí para toda clase de
personas e impide el nacimiento de la obligación; y de imposibilidad RELATIVA o
SUBJETIVA, que sólo es tal con relación a la persona del deudor, y, en cuyo caso,
según la doctrina, la obligación nace, aunque con la necesaria indemnización de
daños y perjuicios por no poder cumplirse.

3ª En tercer lugar, la imposibilidad puede ser TOTAL o PARCIAL,


impidiendo la primera, si es absoluta, el nacimiento de la obligación.

4ª FINALMENTE, se habla de una imposibilidad ORIGINARIA, que


existe desde el momento mismo del nacimiento del vínculo jurídico, determinando la
inexistencia de la obligación; y de una imposibilidad SUBSIGUIENTE o
SOBREVENIDA que se da cuando la prestación, posible al nacer la obligación, se
hace imposible después, y que lleva consigo la transformación de la obligación en
resarcimiento de daños y perjuicios, si se ha producido por culpa del deudor, o la
extinción de la misma, si ha sido debida a un hecho fortuito, como regla general.

B.- Respecto a LA LICITUD del objeto de la obligación, dice EL


ART. 1271, redactado por la Ley 7/2003, de 1 de abril, que:

“Pueden ser objeto de contrato todas las cosas que no están fuera del
comercio de los hombres, aun las futuras.

Sobre la herencia futura no se podrá, sin embargo, celebrar otros contratos


que aquéllos cuyo objeto sea practicar entre vivos la división de un caudal y otras
disposiciones particionales, conforme a lo dispuesto en EL ART. 1.056.
Pueden ser igualmente objeto de contrato todos los servicios que no sean
contrarios a las leyes o a las buenas costumbres.”

C.- En cuanto a LA DETERMINACIÓN o DETERMINABILIDAD,


según EL ART. 1273: “El objeto de todo contrato debe ser una cosa determinada en
cuanto a su especie. La indeterminación en la cantidad no será obstáculo para la
existencia del contrato, siempre que sea posible determinarla sin necesidad de
nuevo convenio entre los contratantes.”

La doctrina interpreta este precepto en el sentido de que el objeto debe ser


determinado, bajo pena de nulidad de la obligación, en cuanto a su especie,
cantidad y calidad. Pero esta determinación no ha de ser inicial y completa, pues
es posible que se lleve a cabo “ex post”, siempre que en el momento del nacimiento
de la obligación queden establecidas las bases que permitan efectuarla. Esta
determinación posterior puede hacerse de distintas formas, tales como refiriéndola a
una cosa o circunstancia cierta o dejándola al arbitrio de un tercero. Lo que no
tolera el CC es que la determinación se deje al arbitrio de una de las partes, ex ART.
1256.

D.- FINALMENTE, ha sido muy discutido si la prestación ha de tener UN


VALOR PATRIMONIAL.

1º La teoría clásica, encabezada por SAVIGNY y fundada en el Derecho


romano, exige que sea patrimonial y valuable en dinero, no sólo la prestación, sino
incluso el interés del acreedor.

2º La teoría moderna, sostenida por IHERING y WINDSCHEID, entiende


que basta con que el interés del acreedor sea serio, lícito y digno de tutela
jurídica.

Y 3º La teoría intermedia, hoy dominante, distingue entre el interés del


acreedor, que puede ser extrapatrimonial, y la prestación en sí misma, cuyo
contenido debe ser susceptible de valoración económica, tal como se infiere del
ART. 1101 del CC, pues el contenido económico es indispensable para fijar la
responsabilidad.

III.- EL ÚLTIMO ELEMENTO DE LA OBLIGACIÓN es EL VÍNCULO


JURÍDICO que une a los sujetos, que ha sido considerado de tres maneras
distintas:

1º El Derecho romano lo veía como relación personalísima, por lo que


no toleraba la indeterminación de sujetos, y entendía que todo cambio de titular
suponía la disolución del vínculo y la constitución de uno nuevo.

2º El Derecho germánico y el moderno, por el contrario, tienden a


objetivar la obligación. En este sentido, POLACCO dice que “en la obligación mejor
que una voluntad vinculada a otra, se tiene un vínculo entre dos patrimonios,
considerados como personalidades abstractas“.
Y 3º La fórmula intermedia, hoy dominante, considera, como ya
apuntamos, que la obligación no ha dejado de ser una relación entre personas; pero
la práctica primero y la ciencia jurídica después han objetivado ese vínculo,
convirtiéndolo en un valor patrimonial, y, como tal, en susceptible de cambio, de
transmisión y de comercio.

LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES: DOCTRINAS.

En el Derecho romano clásico, GAYO dice que las obligaciones nacen del
CONTRATO y del DELITO; pero, admitiendo que estas dos figuras no absorbían
todas las posibilidades, señala que hay obligaciones que proceden "ex variis
causarum figuris”.

EL DERECHO JUSTINIANEO desarrolló “estas varias figuras de causas”,


formulando una clasificación de las fuentes de las obligaciones que aparece en
LAS INSTITUCIONES DE JUSTINIANO:

Las obligaciones nacen “ex contractu”, “quasi ex contractu”, “ex delicto” y


“quasi ex delicto”.

LOS INTÉRPRETES MEDIEVALES hicieron una alteración terminológica


conocida como la PARÁFRASIS DE TEÓFILO y cambiaron los términos quasi ex
contractu y quasi ex delicto, por ex quasi contractu y ex quasi delicto, con lo que
las fuentes de las obligaciones quedaron señaladas como el contrato, el
cuasicontrato, el delito y el cuasidelito. Más tarde se añadió a ellas la Ley como
quinta fuente, resultando así LA CLASIFICACIÓN que, tras mantenerse largo tiempo,
pasó a la generalidad de los Códigos modernos.

Pero esta clasificación está hoy muy desacreditada en el terreno científico.

LAS DOCTRINAS MODERNAS responden a la cuestión en estudio con otros


planteamientos. Una primera fase doctrinal, muy visible en Francia e Italia, sustituye
la clasificación tradicional por una más sencilla y sintética división dualista, basada
en la consideración de que en último término las obligaciones tienen siempre su
origen en la voluntad o en la ley. Pero pronto se advierte que esta clasificación es
demasiado imprecisa y se tiende a sustituirla por otras más analíticas, de las que es
muestra la construcción de DEMOGUE, que señala que las fuentes de las
obligaciones son: el contrato, la voluntad unilateral del deudor, la voluntad del
acreedor, los actos ilícitos y el simple hecho.

A este respecto, ofrece especial interés el problema de si LA VOLUNTAD


UNILATERAL puede ser fuente de obligaciones.

+ La tradición jurídica es contraria a admitirlo, a pesar de los


precedentes que había en Derecho romano: la “pollicitatio” y el “votum”.

+ En la doctrina moderna, destacan dos posiciones:


1ª PRIMERA: la que ADMITE la voluntad unilateral como fuente
de obligaciones, que se divide, a su vez, en dos direcciones:

+ La que la admite con carácter general.


Y + La que la admite únicamente en supuestos excepcionales. Así ROCA,
que señala como supuestos de declaración unilateral originadora de una obligación: la
pública promesa, la obligación que asume el emisor de un título al portador y el
acto de constitución de una fundación, entre otros.

2ª SEGUNDA: la que RECHAZA la voluntad unilateral como fuente de


obligaciones, apoyándose en que nadie adquiere derechos contra o sin su voluntad;
que la promesa unilateral carece de causa y que los casos que se citan como
obligaciones nacidas de la voluntad unilateral encuentran su explicación en otras
soluciones técnicas, como, por ejemplo, el contrato con persona indeterminada.

+ En nuestro CC no hay precepto que consagre la declaración unilateral


como fuente de obligaciones. Al contrario, EL ART. 1089, al enumerar las fuentes, no
menciona a aquélla.

Sin embargo, dice HERNÁNDEZ GIL que no por ello debe sostenerse un
criterio negativo absoluto y alega, en favor de una cierta admisibilidad, siquiera sea
en casos excepcionales, una interpretación flexible del ART. 1089, entendiendo
que no establece un “numerus clausus”, y que al mencionar la ley como fuente de
obligaciones se refiere a todo el sistema legal de fuentes del derecho, incluida la
costumbre, y hoy es indudable la existencia de una costumbre que reconoce
obligatoriedad a estas declaraciones unilaterales, sobre todo en el ámbito mercantil.

+ Por último, es principio general del derecho que juega gran papel en
la práctica judicial “el de que nadie puede ir contra sus propios actos”. Por ello,
la jurisprudencia, al principio contraria a reconocer fuerza obligatoria a la voluntad
unilateral se muestra ahora favorable a la misma, dentro de prudentes límites.

En materia de fuentes de las obligaciones, nuestro CC, sigue, en lo


sustancial, LA CLASIFICACIÓN TRADICIONAL, aunque sin recoger en lo relativo a
los hechos ilícitos la nomenclatura clásica de delitos y cuasi delitos.

Así, dice EL ART. 1089 que: “Las obligaciones nacen de la ley, de los
contratos y cuasi contratos, y de los actos y omisiones ilícitos o en que intervenga
cualquier género de culpa o negligencia.”

LOS ARTÍCULOS siguientes intentan aclarar EL 1089, pero, como dice


SCAEVOLA, resultan incongruentes.

+ El ART. 1090 dispone que: “Las obligaciones derivadas de la ley no


se presumen. Sólo son exigibles las expresamente determinadas en este Código o
en leyes especiales, y se regirán por los preceptos de la ley que las hubiere
establecido; y, en lo que ésta no hubiere previsto, por las disposiciones del
presente libro.”
+ El 1091 que: “Las obligaciones que nacen de los contratos tienen
fuerza de ley entre las partes contratantes, y deben cumplirse al tenor de los
mismos.”

+ El 1092 que: “Las obligaciones CIVILES que nazcan de los delitos o


faltas se regirán por las disposiciones del Código Penal.”

Y + Por último, El 1093 que: “Las que se deriven de actos u omisiones en


que intervenga culpa o negligencia no penadas por la ley, quedarán sometidas a las
disposiciones del capítulo 2º del título 16 de este libro.”

LAS OBLIGACIONES NATURALES EN EL CÓDIGO CIVIL.

En el Derecho romano se denominaba obligaciones naturales a una


categoría intermedia entre el simple deber moral y la obligación jurídica perfecta.
Producían algunos efectos jurídicos, principalmente, el de no poder ser repetido el
pago hecho voluntariamente por el deudor, pero no engendraban acción para hacer
efectivo su cumplimiento.

+ En el Derecho moderno, la generalidad de la doctrina define la


obligación natural como “una obligación desprovista de sanción, susceptible de
cumplimiento voluntario, pero no de coerción por los medios legales”.

Algunos Códigos modernos, como el francés y el portugués, han


reconocido expresamente la existencia de la obligación natural; y el Código italiano
de 1942 la regula con alguna amplitud.

+ No ha pasado a nuestro CC el sistema romano de las obligaciones


naturales. Ni siquiera se alude a ellas en su texto. No obstante, la doctrina señala
como obligaciones reguladas en él que producen efectos análogos a los propios de
aquéllas, las siguientes:

1º La posibilidad de novar o afianzar las obligaciones anulables cuando


la causa de nulidad sólo pueda ser invocada por el deudor o proceda de un motivo
personal de éste, según LOS ARTS. 1208 y 1824.

Y 2º La no repetición del pago propia de las obligaciones derivadas de


juegos ilícitos del ART. 1798, del abono de intereses no pactados expresamente en el
contrato de préstamo del 1756, de la deuda satisfecha a pesar de haber prescrito del
1935, y del pago de lo indebido, pero hecho a título de liberalidad o por otra causa
justa del 1901.

Esto no basta para construir una teoría general de las obligaciones


naturales en Derecho español, pero esta figura ha recibido interesantes
aplicaciones concretas. Así, siguiendo las huellas de la jurisprudencia francesa, que
entiende que hay obligación natural siempre que una persona se obliga a
determinada prestación con el fin de cumplir un deber de conciencia u honor,
nuestro TS, en sentencia de 17 de octubre de 1932, estimó que los deberes
morales, traducidos en auxilio de índole económica que se derivan de la seducción
de una joven, constituyen una obligación natural que viene a transformarse en civil
por el reconocimiento que de la misma hizo el obligado, al comprometerse a abonar
aquélla una pensión periódica.

En nuestra doctrina, defienden este criterio ROCAMORA y LACRUZ, que


afirman que las obligaciones naturales pueden calificarse en nuestro derecho, de un
modo general y aproximado, como deberes morales.

FINALMENTE, destacaremos que LA COMPILACIÓN NAVARRA contempla


expresamente las obligaciones naturales, declarando en su Ley 510 que:

“No será repetible el pago cuando se haya hecho en cumplimiento de un


deber moral, o impuesto por el uso, aunque no sea judicialmente exigible.

El reconocimiento, la novación, la compensación y la garantía de las


obligaciones naturales producen efectos civiles.”

IDEA DE LAS OBLIGACIONES PECUNIARIAS.

Son aquellas cuya prestación consiste en la entrega de una suma de dinero.

La genuina deuda pecuniaria es la llamada DEUDA DE SUMA. En ella, las


piezas monetarias son indiferentes desde el punto de vista de la obligación, con tal
que posean curso legal. El deudor está obligado a proporcionar al acreedor la suma
de dinero que se haya señalado en la obligación.

Tiene dos características sustanciales:

+ Su cumplimiento no puede devenir nunca imposible, porque dinero


siempre hay en cuanto tal.

Y + Como una cantidad de dinero es un bien productivo, de ahí que el


incumplimiento de la obligación de pago produzca siempre un perjuicio para el
acreedor, que se liquida legalmente mediante el pago de interés legal, ex ART. 1108
del CC.

Al lado de estas deudas, la doctrina ha señalado:

1º LAS DEUDAS DE MONEDA INDIVIDUAL, en las que, además de la


suma, se señalan las específicas monedas en que debe cumplirse la obligación. En
rigor, no hay verdadera deuda pecuniaria, porque la obligación versa sobre
monedas en cuanto cosas concretas y determinadas.
Y 2º LAS DEUDAS DE ESPECIE MONETARIA, en las que, además de la
suma, se señala como circunstancia esencial las piezas monetarias con las que
debe hacerse el pago.

Nuestro CC alude a estas deudas en EL ART. 1170, según el cual:

“El pago de las deudas de dinero deberá hacerse en la especie pactada y, no


siendo posible entregar la especie, en la moneda de plata u oro que tenga curso
legal en España.

La entrega de pagarés a la orden, o letras de cambio u otros documentos


mercantiles, sólo producirá los efectos del pago cuando hubiesen sido realizados, o
cuando por culpa del acreedor se hubiesen perjudicado.

Entretanto la acción derivada de la obligación primitiva quedará en


suspenso.”

También distingue la doctrina dos especies de obligaciones pecuniarias,


según la función que en ellas desempeñe el dinero. Así:

1º LA DEUDA DE DINERO, cuando éste funciona en la obligación como


medio de cambio de cosas y servicios.

Y 2º LA DEUDA DE VALOR, cuando aquél opera como medida de valor de


bienes y servicios, fundamentalmente en las obligaciones de resarcimiento o
indemnización.

El problema más grave que plantean las obligaciones pecuniarias viene dado
por la pérdida del valor adquisitivo del dinero. Para remediarlo existen varias
soluciones:

+ LEGALES, como los sistemas de revisión de rentas en los contratos


de arrendamiento sometidos a la legislación especial.

+ JUDICIALES, como la cláusula rebus sic stantibus.

Y + CONTRACTUALES, como las cláusulas de estabilización, para cuyo


estudio nos remitimos a los temas correspondientes.

EL EXAMEN DE LAS OBLIGACIONES DE DAR, DE HACER Y DE NO HACER.

+ Se llama POSITIVA la obligación que tiene por objeto dar o hacer algo y
NEGATIVA, la que constriñe al deudor a no hacer algo que sin la existencia del
vínculo le sería permitido.

+ Reflejando este punto de vista, dice EL ART. 1088 del CC que: “Toda
obligación consiste en DAR, HACER o NO HACER alguna cosa.”
I.- LA OBLIGACIÓN DE DAR es la que tiene por objeto la entrega de una
cosa que el deudor ha de hacer al acreedor.

Su régimen jurídico básico se contiene en los siguientes ARTÍCULOS del


CC:

1094 “El obligado a dar alguna cosa lo está también a conservarla


con la diligencia propia de un buen padre de familia.”

1095 “El acreedor tiene derecho a los frutos de la cosa desde que
nace la obligación de entregarla. Sin embargo, no adquirirá derecho real sobre ella
hasta que le haya sido entregada.”

1096 “Cuando lo que deba entregarse sea una cosa DETERMINADA,


el acreedor, independientemente del derecho que le otorga EL ART. 1101, puede
compeler al deudor a que realice la entrega.

Si la cosa fuere INDETERMINADA o GENÉRICA, podrá pedir que se cumpla


la obligación a expensas del deudor.

Si el obligado se constituye en MORA, o se halla comprometido a entregar


una misma cosa a dos o más personas diversas, serán de su cuenta los casos
fortuitos hasta que se realice la entrega.”

1097 “La obligación de dar cosa determinada comprende la de


entregar todos sus accesorios, aunque no hayan sido mencionados.”

Y 1182 “Quedará extinguida la obligación que consista en entregar una


cosa determinada cuando ésta se perdiere o destruyere sin culpa del deudor y
antes de haberse éste constituido en mora.”

II.- LA OBLIGACIÓN DE HACER es la que tiene por objeto una


prestación consistente en desarrollar cualquier actividad diferente de la de dar. A
ella se refiere EL ART. 1098, a cuyo tenor:

“Si el obligado a hacer alguna cosa no la hiciere, se mandará ejecutar a su


costa.

Esto mismo se observará si la hiciere contraviniendo al tenor de la obligación.


Además podrá decretarse que se deshaga lo mal hecho.”

En cuanto a su extinción, según EL ART. 1184: “También quedará liberado


el deudor en las obligaciones de hacer cuando la prestación resultare legal o
físicamente imposible.”

III.- LA OBLIGACIÓN DE NO HACER es aquella que obliga al deudor a


abstenerse de ejecutar lo que se le prohibe. Dice EL ART. 1099 que: “Lo dispuesto en
el párrafo segundo del artículo anterior se observará también cuando la obligación
consista en no hacer y el deudor ejecutare lo que le había sido prohibido.”

FINALMENTE, como norma común a todas ellas, dispone EL ART. 1101 que:
“Quedan sujetos a la indemnización de los daños y perjuicios causados los que en
el cumplimiento de sus obligaciones incurrieren en dolo, negligencia o
morosidad, y los que de cualquier modo contravinieren al tenor de aquéllas.”

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