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REFLEXOLA 82

EBT
27-02-2023

DEL SUEÑO EN EL BOTÍN A LA PESADILLA DEL


ENCARCELAMIENTO
I. TALLER DEL SÁBADO 25/02/2023 POR ZOOM
Reverberan en mi mente todavía algunas ideas conseguidas en mi
participación del Taller convocado por la Editorial Artefacto, dirigido por
Fethi Benslama y que llevó por título el mismo de su libro, “EL SALTO
ÉPICO o la Inclinación a la Yihad”.
Ese mismo día, el sábado 25 de febrero, debía asistir a mi seminario en la U.
San Buenaventura, en horas de la tarde en el que abordaríamos el caso de
Ernst Lanzer, el llamado por Freud, “Hombre de las ratas”.
En el trayecto de mi consultorio a la Universidad, habiendo terminado mi
presencia virtual en el Taller, dicha reverberación se detenía en considerar el
incierto pronóstico que, en la infancia de Lanzer, había pronunciado su padre
acerca de su futuro (“Este chico será un gran hombre o un gran criminal”),
después de que aquel, siendo menor de edad, respondía a la reprimenda
(“pela” se refiere en Colombia al castigo físico) del padre, lanzando palabras
comunes a manera de insultos: “¡Eh tú!: ¡Lámpara! ¡Pañuelo! ¡Plato!”
(palabras que nada tienen que ver con lo que se denominan “groserías”). Voz y
signos jugando a la ambivalencia…
La asociación inmediata con esta fue el recuerdo de la intervención, durante el
Taller, de Alberto Sladogna quien planteó a modo de pregunta la relación que
podría existir entre lo que está sucediendo con “lo patriarcal” y la
proliferación de grupos que intentan imponer modelos de organización social
que restituyen al patriarcado en el lugar donde se ha debilitado. No cito
textualmente, pero entendí que la idea no había sido trabajada por Benslama,
dejando abierta posibilidades de profundización en un asunto que apenas viene
a plantearse en los términos de Salto Épico, de este autor.
Destaco, pues, dos elementos en eso que he llamado reverberación posterior al
Taller. En ambas “el padre” tiene el valor de elemento común, bien sea como
un padre emitiendo un pronóstico en su desesperación, el otro, en tanto que
universal, concediendo a las políticas de restitución de los estados
confesionales, entre ellas la yihad, un cierto papel de corrector de la creciente
difuminación en la cultura del rol patriarcal.
Pero hay un tercer pensamiento interruptor momentáneo de la reverberación:
el recuerdo de mi pregunta acerca de si desde el punto de vista de Benslama
cómo se explicaría la diferencia entre el acto terrorista de un yihadista y el
acto heroico de un bombero que pone en riesgo su vida para salvar la del otro.
Recuerdo haber quedado aturdido con la respuesta: esa comparación pone las
cosas en el campo de la moral. Y en el salto épico se dilucida un asunto
propio del inconsciente, no de la moral. Uno y otro de los ejemplos hacen
parte del salto épico… Pues -aclara Benslama- el salto épico no
necesariamente tiene que ser violento para que sea: habrá salto épico en la
acción solidaria del miembro de una ONG o en la repartición de alimentos a
los pobres… Todas estas acciones en las que el acto probablemente exceda al
pensamiento pero no al punto, creo, de ocultar o silenciar a este último.

II. PERO; ¿QUÉ ES LA YIHAD?


La confusión entre yihad y acción terrorista es equivocada y resultado más
bien del desconocimiento que teneos del islam y de su libro sagrado. La yihad
es una palabra árabe, islamista, que significa esfuerzo. La palabra proviene
del salafismo, que en árabe significa “ancestro” y se refiere a Mahoma y a sus
primeros compañeros, específicamente, a las tres primeras generaciones.
Enfatiza el monoteísmo, la pureza del islam apartándolo de toda influencia
extranjera, la interpretación literal del Corán y las sunnas (dichos y anécdotas
del Profeta), rechaza cualquier tipo de idolatría y promueve la implantación
universal de la ley islámica.
En realidad yihad proviene de la raíz árabe <<yhd>> que significa “esfuerzo”.
Para los eruditos del islam se conocen cuatro tipos de yihad: 1) Del corazón o
purificación interior (esfuerzo de…); 2) De la lengua o predicación del islam;
3) De la mano o práctica de la caridad; y 4) De la espada o guerra para
defender el islam en el nombre de Alá.
Dos estudiosos del Islam son el académico David Cock y el investigador John
L. Espósito, ofrecen posiciones distintas con respecto de la yihad (Cfr.:
SUÁREZ BALLESTER, Juan Marcos. El pensamiento salafista yihadista y su
concepto de yihad. Revista de Relaciones Internacionales de la UNAM, 2016,
no 126.)
David Cock (Cfr.: Understanding Jihad, 2a ed., University of California Press,
Oakland, 2015, p. 2.) asegura que la mayoría de los teólogos y juristas
musulmanes consideran la yihad como “una guerra con sentido espiritual”, es
decir que le adjudican un concepto propiamente militar. En cambio, para
Espósito (Cfr.: What Everyone Needs to Know about Islam, Oxford
University Press, Nueva York, 2011, p. 133) la yihad haría referencia a la
“lucha espiritual que todos emprendemos para lograr una vida moral y
virtuosa”, aunque no desconoce otras acepciones como “guerra santa”, “lucha
contra la injusticia y la opresión”, etc.
Este último divide la yihad en dos: una violenta que sería la yihad menor y
una no violenta (o yihad mayor). La doctrina islámica reconoce dos tipos de
yihad menor: la ofensiva y la defensiva, siendo la primera obligatoria para
todos los musulmanes, es decir, tomada como deber colectivo ordenado por
Dios a toda la comunidad musulmana sin diferencia alguna (la llamada
umma). La yihad defensiva se corresponde con el derecho a la legítima
defensa consagrado por la ley de costumbres y por el derecho internacional.
Cualquier ataque contra una determinada población musulmana debe ser
tomado como un ataque a toda la población musulmana.

III. LA PROMOCIÓN DEL TALLER


El Taller fue promovido ampliamente por las redes y esta promoción decía:

“¿Cuáles son los resortes psíquicos del enrolamiento voluntario en la yihad? -se pregunta Fethi
Benslama- ¿Qué sucede para que una persona se sumerja en un universo de hostilidad y de lucha a
muerte?” A partir de una investigación desarrollada a lo largo de varios años, el autor detecta el
origen de esa inclinación al combate en nombre del islam en lo que propone llamar el salto épico.

Aquí se asume la yihad en términos de combate, de terror, esto es, la elección


de una de las acepciones de la yihad, la violenta bien sea como ofensiva o
defensiva.
Y escribe en su muro de FB Alberto Sladogna:
Están invitad@s: F. Benslama indica que la "psicopatología" ni el desmembramiento familiar
explican que alguien se vuelque hacia la yihad exponiendo su vida y la de otros. Entonces aparece
la figura del "salto épico" que no es un pasaje al acto ni tampoco un acting out...

Otra traducción factible del título del libro de Fathi Benslama (Le saut épique
ou le basculement dans le jihâd -Éd. Actes Sud) sería El salto épico o el
vuelco en la yihad, posibilita señalar una dirección sugerida desde este título
que diría del salto épico una posibilidad entre muchas, su vuelco en la yihad,
es decir, una especie de acto acrobático, de una maroma… El verbo inclinar
daría cuenta de otro tipo de acción que no incluiría el desplazamiento como si
se incluye con el verbo volcar. La disyuntiva (o) plantearía las cosas de un
modo equívoco: (o) el salto épico o el vuelco a la yihad… Disyunción a modo
de conjunción: como escoger entre la mata o la planta…
Tomo de la DRAE:
volcar
Del lat. vulg. *volvicāre, y este der. del lat. volvĕre 'hacer rodar, voltear', 'enrollar', 'desenrollar'.
Conjug. c. contar.
1. tr. Torcer o inclinar algo parcial o totalmente, de modo que caiga, generalmente haciendo salir su
contenido. Volcó la copa. U. t. c. prnl. Tropezó y la copa se volcó.
2. tr. Verter algo dando la vuelta al recipiente que lo contiene. Volcó la sopa en la sopera. U. t. en
sent. fig. Una carta en la que vuelca sus sentimientos.
3. tr. Pasar íntegramente la información contenida en un medio a otro. Volcaron los datos en el
fichero general.
4. intr. Dicho de un objeto, especialmente de un vehículo: Inclinarse hasta quedar invertido o sobre
un lado. El camión volcó en la curva.
5. prnl. Dicho de una persona: Inclinarse exageradamente o abalanzarse sobre algo o alguien. El
niño se volcó sobre la mesa para alcanzar el salero.
6. prnl. Dicho de una persona: Poner en favor de otra o de un propósito todo cuanto puede, hasta
excederse. Se volcó CON nosotros cuando fuimos a visitarla.

Volcarse, pues, a la yihad, en lo que se refiere al “universo de la hostilidad y


de la lucha a muerte”, va más allá de una inclinación (esta última incluiría, por
ejemplo, a simpatizantes de la causa no dispuestos a volcar su vida en ese
universo).
IV. EL SALTO ÉPICO COMO HALLAZGO CLÍNICO
… puedo acá caminar a lo largo y a lo ancho mientras les hablo, esto no constituye un acto, pero si
un día, por franquear un cierto umbral yo me pongo fuera de la ley, este día mi motricidad tendrá
valor de acto.”

Jacques Lacan. Seminario XV EL ACTO ANALÍTICO, Clase 1, 15 de Nov. de 1967

Reconociendo que “pasaje al acto” y “acting out” son términos que han sido
problemáticos para el psicoanálisis ya que insinúan o bien una lo simbólico
(“pasaje”), o lo terrorífico al ligarlos de manera estrecha con la peligrosidad,
amén de su cercanía, en Lacan, a otras nociones (acto fallido, acto sexual, acto
analítico, agente) haciendo de los términos iniciales nociones que permanecen
en cierto estado de oscuridad.
Es lo que presenta Alberto Sladogna en un artículo publicado en su blog sobre
“J. Allouch: El salto épico (parkour/parcour) en su articulación con el acto
analítico”, para notificar las jornadas realizadas por este autor en Montevideo
y en Rosario, acerca del seminario de Lacan sobre “El acto analítico” y la
discusión acerca del libro de Allouch titulado “Nuevas consideraciones acerca
del pasaje al acto”. (Cfr.: https://colectivoescucharte.blogspot.com/2018/07/el-
salto-epico-el-parkour-parcour-en-su.html)
¿Qué es lo que hace acto? Sería la pregunta que le permite presentar, como
hallazgo clínico de singular importancia (además de acontecimiento
excepcional). el “salto épico” entonces recién propuesto por Fethi Benslama.
Cuando “el pensar cede al acto su exceso”, cuando el pensamiento se vuelca
en la yihad, por ejemplo; suceso que tomaría a los “psi”, por parte de las
autoridades, del lado de un saber precisamente en el cual campea la oscuridad,
como ya fue dicho. El fenómeno de la tendencia a la radicalización en la
actualidad, y su realización (acto) en el combate, en esa decisión que lleva a
una persona a sumergirse (volcarse) “en el universo de la hostilidad y de la
lucha a muerte”.
Entonces aparece la psicomachia, escribe Sladogna citando a Benslama (Cfr.:
Fethi Benslama, Dans la tête d’un radicalisé", 11/10/2017):
El término griego mákhê, designa el "combate", califica aquí una realidad psíquica invadida por una
excitación que busca satisfacerse en la lucha, la hermandad belicosa, el furor, el sacrificio, la agonía
por la causa cuando se trata de casos extremos, también puede limitarse a manifestaciones
discursivas y demostrativas. Ellas pueden también dar lugar a aplicaciones frías y sistemáticas
donde la crueldad se libra de identificaciones con el semejante ("s’est affranchie de l’identification
au semblable").

Se trata de sujetos tomados por “la causa” a la que sirven, no exclusivamente


en actos terroristas sino también en su instigación y su propaganda. Aquí la
palabra “causa” se distingue por su diferenciación de la etiología, hecho
interesante si sabemos que “la causa” de las neurosis, por ejemplo, aluden a
los beneficios que brindan al sujeto que ignora el papel de estos en su
tendencia a repetir aquello de lo que él mismo dice sufrir. Pero me aparto del
tema, considero en la tangencialidad que comete mi pensamiento que ello
refuerza la condición de hallazgo clínico y la noción de libertad… (Cfr.: Jean
Allouch, La escena Lacaniana y su Círculo Mágico: unos locos se sublevan.
Ed. El Cuenco de Plata. Nov. 2020).
Ahora bien: ¿se trataría de una subjetividad excepcional para la que la
crueldad se ha librado de identificaciones con el semejante? La novedad de
esa singularidad subjetiva nos remite a la relajación progresiva del deseo de
identificarse con el semejante que la formación social actual promueve y
consigue en las nociones de éxito individual, resiliencia y otras que la cultura
actual exalta y recomienda. Aquí el Profeta funge como Amo absoluto de una
causa en la que lo sagrado y lo execrable se condensan en esa psicomaquia
que, como plantea Benslama, citado por Sladogna:
…es un estado de excepción subjetiva dónde las referencias habituales son subvertidas, donde el
juicio del observador está confrontado a oscilaciones extenuantes entre lo verdadero y lo falso, lo
normal y lo anormal, lo hipermoral y lo inmoral, etc...

No gratuitamente, nos decía Benslama en el taller, los que se hacen a la


decisión de morir y matar por su causa, en la yihad, adquieren el nombre de
“padres” antecediendo el nombre de combate que se les adjudica en la yihad…
Título que se le confiere, entre nosotros, al prelado, representante de ese
mundo medieval en el cual (creo evocar a Philippe Julien) la cadena de
autoridad iba desde el padre de familia, pasando por el señor feudal, el
príncipe, el rey, el Papa y… Dios. Esa cadena que fue rota por la Ilustración y
luego por la Revolución Francesa con la aplicación del invento humanista del
Dr. Guillotín en las cabezas de los reyes… El padre como espectro, Hamlet
vengador…
La pulsión de muerte toma pues la primacía sobre cualquier otra pulsión que
distraiga del objetivo supremo que a mi parecer no es otro que un ofrecimiento
a occidente para que se mire en el espejo de ese oriente yihadista, no cesan de
aparecer señales entre nosotros dispuestas a restituir a como de lugar un
mundo ya ido, verdadera pasión por la regresión a un pasado leyenda cuando
la realidad actual es exuberante en hacer más miserables las vidas y tornar en
pusilánime el humor de las masas.
Pero no estamos simplemente frente a voceadores chillones dispuestos a
conseguir la adhesión de millones de almas: estamos frente a unas nuevas
formas de subjetividad dispuestas a hacer de sus respectivos saltos épicos
inversiones para atemperar y superar la desolación en la que se encuentran
prisioneros. Un Eros pretendidamente heroico y capaz de postular su
grandeza de mano de un Tánatos que le brinda una cierta estabilidad en medio
de la tormenta del mundo. El otro? El otro valdrá apenas como cantidad cuyo
monto hará la suficiente estridencia para impedir que el acto terrorista pase
desapercibido. Como lo que vale la muerte por violencia para las autoridades,
resignando el problema a la simple contabilidad.
Lo que ha declinado como Amo reaparece como fantasma capaz de ser la
causa del deseo. Niños y niñas maravillosos de la causa empujan hacia la
sacralización de sus vidas las convicciones en la sacralidad de aquella. Sin
pensamiento, esto es, copados por la creencia incuestionable, ofrecen su
existencia a la inmolación como deseo supremo. Un umbral se ha saltado, un
umbral que conduce a la inmolación como ideal.

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