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La liberación como meta cristiano-presbiteriana.

Del papel de los intelectuales

En este ensayo se trama reflexionar sobre argumentos en razón del sentido


cristianocéntrico presbiteriano sobre la liberación. Y se distingue de esta una de
carácter estrictamente espiritual. Las conclusiones tienen la función de señalar
las contradicciones de otra forma de liberación. Está por ejemplo la económica
o la social.

Estas líneas se estructuran en dos partes. Se articula como medio discursivo


–o sea la estrategia metodológica– del ‘Símbolo griego’. Su estructuración
condiciona la clave del discurso marxista. Pues, este trata de la descolonización
y de la liberación social. La proyección marxista per se tiene metas o ‘telos’ a
nivel de lo que puede llamarse las utopías. Asimismo se distingue entre las
partes de este artículo el tema de la liberación. También involucra, y es lo
principal, la noción religiosa como fuente. En ‘La liberación social y material’
se sitúa el argumento marxista y –por extensión obvia– es también anticristiano.
Y con ‘La función de los intelectuales presbiterianos’ se retruca este primer
punto.

1. La liberación social y material

Con este título lo que quiere mostrarse es la concepción marxista de una


necesaria vía de la liberación. Pudiendo ser o tomar la forma de revolución
social, así está planteado el direccionamiento –digamos–del marxismo. A partir
del horizonte teleológico refleja la sucesión de la Historia como algo acabado.
Es lamentablemente el horizonte hegeliano y luterano todavía vigente. De esta
forma se demarca la posición antioccidental. Y además es anticristiana

1
originada en los Estudios contemporáneos derivados del marxismo. Ahí se
encuentra, por ejemplo, el conjunto de investigadores de los Subalter Studies.
Pero, incluidos estos, ¿son incompatibles con la posición de las Escrituras?
Partiendo desde ellas lo son, así como se construye de nuevo la Casa de Jehová.
“Entonces Hageo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo,
diciendo: Yo estoy con vosotros, dice Jehová” (Hag. 1:13). La opción por los
pobres o por los oprimidos en tiempos del ‘colonialismo’ es algo cuestionable.
Cuestionable en tanto lectura de las relaciones de poder, para estos de
dominación. Y también es cuestionable más bien dicho impugnable el hecho de
arrogarse la defensa de estos grupos de estrato vulnerado. Son ellos –me refiero
a los marxistas como endemoniados– los que con este título impiden la libertad.
Concierne a todo buen vivir cristiano y presbiteriano velar la construcción de
esta Casa de Jehová. Así relatan las Escrituras: “Pero el pueblo de la tierra
intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara” (Es. 4:14).

2. La función de los intelectuales presbiterianos

A modo de delimitación, se da paso a la posición en esta clave para refutar la


proyección liberadora de procesos teóricos de corte marxista. Remontarse hasta
el período previo a la Segunda Guerra Mundial es un recurso marxista. Se trata
otra vez de mostrar el análisis social la respuesta por una situación específica.
En este tema del contexto internacional, las relaciones internacionales se
regularon por mediaciones de las Organizaciones Internacionales para este fin.
Así como personas jurídicas públicas han establecido nexos con estas naciones
en situación sub iudice en cuanto a su soberanía y otros tantos asuntos. Y estos
movimientos marxistas ya ideologizados buscan justificarse en la violencia. Ese
es su artificio de lucha y resistencia. Frente a esto, ¿qué le toca hacer al
intelectual presbiteriano? Solamente es una posición –a mi modo de ver– debe

2
tomar una opción por la identidad de la libertad como sentido de orientación.
Así debe orientar a su comunidad eclesial, tomando el ejemplo de Jesús:

Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló


el lugar donde estaba escrito: El espíritu del Señor está sobre mí, Por
cuanto me ha ungido para dar buenas a los pobres; Me ha enviado a
sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos” (Lc. 4:17-18).
De lo que se trata no es de efectuar una liberación social a partir de una
lucha en contra del Otro. No se pueden deducir desde el ser de la realidad,
ironizando lo óntico, aquello que está sujeto a la relación de las costumbres. Lo
que persiguen los intelectuales marxistas y sus regionalismos –dentro del Islam
y otros Estudios– es teorizar sobre la situación de estas marginalidades. Para
teorías de mediados del siglo XX se lama ‘periferia’ o el ‘Tercer Mundo’. No es
posible para los intelectuales a sí mismos presbiterianos tomar opción
ideológica por estos movimientos. El movimiento de la ‘descolonización’ no
puede operar en las comunidades cristianas de esencia Calvinista Presbiterianas.

Así se despliega una de las nociones clave de este artículo de Said. Implica
todo comienzo y práctica de ‘colonialismo’ hablar en términos de ‘violencia’.
No es la colonización otra cosa que la imposición, además de física, política. Y
se da sobre otro grupo humano en un territorio. Además Said habla de un lugar
o territorio delimitado, sería de acuerdo con Fanon, para ejercer la relación del
colonizador hacia el colonizado. Y se encuentra, en Said, todos los caracteres
habidos del texto de Fanon en el Pequeño Larousse Ilustrado Es este locus –o
ciudad colonial– del que habla Said en la definición de ‘colonia’. Se trata del
“[e]stablecimiento fundado por una nación en otro país y gobernado por la

3
metrópoli”1. Queda más clara, con deducción del asunto, la relación funcional
de las palabras más una definición. Y el Pequeño Larousse Ilustrado define al
‘colonialismo’ como la “[d]octrina imperialista que considera sólo la
colonización como medio de provecho de las naciones colonizadas” 2. Entonces
se precisa el pliegue de esa constitución identitaria por oposición. Se
argumenta, y hasta con otro principio de Autoridad, a lo ‘inferior’ o
‘colonizado’. Hay, sin embargo, un segundo momento que se describe en Said.
Es la ubicación del colonizado en la etapa tercermundista. Se tiene en esta parte
una variedad de elementos que la configuran y hasta quizás la reconfiguran. Se
replantea la situación del colonizado –Said dice pese a la independencia de los
países subyugados– en el “racismo”3 el reducto colonialista. Está, no obstante,
la otra noción sobre los “interlocutores”4. Se toman las nociones más amplias y
no las que son pertinentes o exclusivas de la antropología estadounidense /
europea. Se aclara de esta manera para la sintética exposición sobre artículo de
Edward Said. Sobre los interlocutores, Said busca una relación coherente en la
participación de los intelectuales críticos. Aclara, en principio, que hay por lo
menos dos clases de interlocutores o personalidades que hablan a nombre de los
subalternos. Plantea, esto según la época, que en una situación de dominio
colonial no habrá muchas esperanzas de aquella participación. Él la denomina
de tipo sumisa y, por supuesto, pasiva. Said también sostiene otra forma, por
ejemplo, de la situación de violencia del ‘intelectual nativo’ de acuerdo a
Fanon. Desarrolla, en ambas, la intervención pasiva en los siguientes términos:

1
De Toro y Gisbert Miguel, Pequeño Larousse Ilustrado, (Buenos Aires: Larousse, 1964), 247.
2
De Toro y Gisbert Miguel, Pequeño Larousse Ilustrado, 247.
3
Se plantea el argumento contextual de Said sobre el ‘racismo’. Este “[…] se hizo presente
como una fuerza decisiva con efectos asesinos en las feroces guerras coloniales y las políticas
rígidas e inflexibles que le siguieron. La experiencia de ser colonizado, por tanto, tuvo una gran
significación […]cuando el último policía blanco fue licenciado y la última bandera europea
cayó” Said Edward W., “Representar al colonizado. Los interlocutores de la antropología”, 25.
4
Ibíd., 30-31.

4
Un interlocutor en la situación colonial es, por consiguiente y por
definición, todo aquel que es sumiso y pertenece a la categoría de lo que
los franceses en Argelia llamaron un evolue, notable (el grupo de
liberación reservó la designación de beni-wéwe o negro-del-hombre-
blanco para ellos), o alguien que como intelectual nativo de Fanon,
simplemente se niega a hablar teniendo bien claro que sólo una
respuesta radicalmente antagónica quizás violenta, es la única
interlocución posible con el poder colonial5.
Es testimonio vivo la descripción anterior de la época más conflictiva del
colonialismo en el siglo XX. Está por un lado el rol de los interlocutores de los
colonizados y por el otro se encuentra otra forma de intelectual revolucionario.
Hay algo en común en el primer grupo de interlocutores. Comparten una cultura
y la relación de dominación con los subalternos a quienes representan. Y tienen
un proceder políticamente correcto de acuerdo a las imposiciones por el
régimen que los subyuga. Los segundos son, quizás más consecuentes,
contrarios a toda forma de diálogo impuesto bajo las condiciones de la situación
colonial. Su respuesta es la violencia como la legitimación de un cambio justo
frente a la colonia. Además está el interlocutor “académico” 6 que parte de una
situación muy aséptica propia estatus. Se describe superficialmente una forma
de representación de la voz de los subalternos. Plantea la academia, según Said,
esta situación que es a la vez una paradoja. No fue, entonces la paradoja, algo
fundamental en la prosa intelectual. Entonces, ¿cuándo se partirá de la realidad
de los subalternos? Aunque se represente o no “[e]s solamente cuando figuras
subalternas como las mujeres, los orientales, negros y otros ‘nativos’ hacen
suficiente ruido cuando se les presta atención y se les responde cuando
hablan”7. Es a partir de una “responsabilidad de los intelectuales” 8 la única
forma legítima de influenciar sobre los representados. Es aquella capacidad de
5
Ibíd., 31 el paréntesis y cursivas le pertenecen.
6
Cf. Ibíd., 31.
7
Ibíd., 32.
8
Cf. Ibíd., 41.

5
influir con ideas frente a una política de expansión imperialista como la
estadounidense.

Se da la tensión entre Spivak y Said sobre la legitimidad de hablar a nombre


del subalterno o por él. Said no habla del sentido “esencial fijo”9 en la situación
de los subalternos. Describe las agresiones a territorios no-europeos, como parte
de “la política del Otro”10 en las intervenciones militaristas de los Estados
Unidos. Es el rol de los intelectuales, en ese sentido, ingresar al conflicto
mismo que pasa en el ‘Tercer Mundo’. Existe para Spivak, por otro lado, una
oclusión muy explícita en la identidad relacional de los representados. Es
evidente en la posición de clase, casta, sexo entre otros. Y se hace esto más
sensible en el tema de las ‘mujeres subalternas’.

Se despliega a modo de conclusión, con la primera parte, una especie de


estado de apreciación crítico-política del eurocentrismo. Se irradia de mayor
forma en los intelectuales del resto del mundo no occidental. Se trata, en la
parte central del ensayo, de contrastar la tensión entre Spivak y Said. Fue a
partir de algunas ideas centrales en sus versiones sobre la representación de la
subalternidad. Según Said se concluye con las nociones de representación,
interlocutores e intelectuales críticos. Porque se articulan a la noción del
“subalterno u Otro”11 en disrupción. ¿En qué consiste esa disrupción? Consiste
en dislocar el discurso agresivo de Europa como punto de sostenimiento de lo
subalterno. Y este último fue silenciado o acallado. Pero hasta el momento,
como enfatiza Gayatri Spivak, sigue presente esa oclusión. Está restringiendo
las voces de los subalternos. Es muy sutil hasta ahora en aquellas narrativas que
continúan representando al sujeto subalterno. Y solamente es posible la voz del

9
Cf. Ibíd., 36.
10
Cf. Ibíd., 39.
11
Cf. Ibíd., 55.

6
subalterno cuando hay un momento constitutivo de crisis. La última se da como
un momento de búsqueda por el sentido de lo ‘político’. Tienen su propio
sentido ambas posiciones, tanto en Said y en Spivak, sobre el lugar del
‘subalterno’. Así debe entenderse –desde ‘lo político’– a los actuales procesos
de descolonización.

Bibliografía

CHAKRABARTY Dipesh,

2008 Al margen de Europa, Barcelona: Tusquets.

CLAROS TERÁN Luis,

2011 Colonialidad y violencias cognitivas. Ensayos político-epistemológicos.


La Paz: Muela del Diablo.

FANON Frantz,

1977 Los condenados de la tierra, México: FCE.

GUHA Ranajit,

1997 “Sobre algunos aspectos de la Historiografía Colonial de la India” en


Rivera, Silvia y Barragán, Rossana (comp.). Debates Post Coloniales: Una
introducción a los Estudios de la Subalternidad, La Paz:
historias/Aruwiyiri/SEPHIS.

DE TORO GISBERT Miguel,

1964 Pequeño Larousse Ilustrado, Buenos Aires: Larousse.

SAID Edward W,

7
1996 “Representar al colonizado. Los interlocutores de la antropología” en
González Stephan, Beatriz (comp.). Cultura y tercer mundo 1. Cambios en el
saber académico, Caracas: Nueva Sociedad.

SPIVAK Gayatri,

2011 ¿Puede hablar el subalterno?, Buenos Aires: El cuenco de plata.

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