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El HORROR existencial de la

inmortalidad

¿Qué es el existencialismo?
El existencialismo es una corriente filosófica que antepone la existencia a la
esencia. Desarrollada durante la primera mitad del siglo XX, sus orígenes
pueden rastrearse al siglo XIX. También se llamó existencialismo al
movimiento literario derivado de las premisas filosóficas.

Entre los principales exponentes del existencialismo encontramos a Jean-Paul


Sartre, Simone de Beauvoir, Karl Jaspers, Gabriel Marcel y Martin Heidegger.
Todos ellos consideraban que el punto de partida del ejercicio filosófico debía
ser el individuo y sus experiencias subjetivas del mundo.

El existencialismo puede rastrearse a los trabajos de Søren Kierkegaard (1813-


1855) y de Friedrich Nietzsche (1844-1900). Si bien nunca existió un acuerdo
general respecto a una definición estricta del término, y en muchos casos se lo
emplea para reunir la obra de estos filósofos desde una mirada póstuma,
retrospectiva, la mayoría de los existencialistas adoptaron las ideas de estos
pensadores de una forma u otra.

Quizás la afirmación más importante del existencialismo es aquella que


sostiene que la existencia precede a su esencia. Desde esa perspectiva, los
individuos son libres y enteramente responsables de sus actos. Por esta razón
es que muchos trabajos existencialistas se centraron en la libertad, la
responsabilidad y la moral que ambos conceptos conllevan.

Puede servirte: Fenomenología


Características del existencialismo
A pesar de las diferencias internas entre quienes integraron la corriente
existencialista, es posible rastrear en ellos algunos rasgos generales. Estos son:

El existencialismo fue una corriente filosófica cuyo trabajo se desarrolló entre


la Primera y la Segunda Guerra Mundial.
El existencialismo promovió la idea de que la existencia precede a la esencia.
Esa fue su propuesta filosófica y a ella se dedicaron los existencialistas. A
grandes rasgos, esto significó que no había una esencia que predeterminara a
los seres humanos, sino que cada uno era libre de formar su propia forma de
ser.
El existencialismo sostuvo una íntima relación entre la libertad, la
responsabilidad que ella significaba y la angustia que acompañaba a esa
sensación de responsabilidad.
El existencialismo no tuvo filósofos que coincidieran punto por punto en sus
posturas. Lo que los unió fue la crítica a los valores establecidos.
El existencialismo no confiaba en ningún sistema de creencias establecido.
Quienes participaron en él pensaban que era imposible dar cuenta de la
esencia de la existencia humana a través de una perspectiva moral y una
científica solamente.
El existencialismo fue acusado de proponer una doctrina profundamente
individualista.
El existencialismo se opuso a toda forma de objetivismo y cientificismo, y a
cualquier otra doctrina que entendiera a los seres humanos como una realidad
completa, que debe resolverse en sus elementos para ser conocida o
contemplada.
El existencialismo también se opuso a cualquier forma de predestinación: el
ser humano era responsable de sí y dueño de su destino.
Según Sartre, el existencialismo era una forma de humanismo: ser
existencialista implicaba tener empatía por el otro y abogar por la
responsabilidad social.
El existencialismo tuvo sus inicios en las ideas de Søren Kierkegaard y de
Friedrich Nietzsche, así como en el pesimismo de Arthur Schopenhauer
(1788-1860) y las novelas de Fiódor Dostoievski (1821-1881).

Como corriente filosófica, quienes integraron el movimiento existencialista


empezaron a escribir en el periodo de entreguerras del siglo XX. Entre las
décadas de 1940 y 1950 surgieron en Francia los trabajos de Jean-Paul Sartre,
Albert Camus y Simone de Beauvoir. Sus obras de ficción, así como sus
textos académicos, abordaron temas como el absurdo, la nada, la angustia, la
responsabilidad y la libertad.

Para muchos, el existencialismo del siglo XX estaba impregnado del


sentimiento de derrota moral que dejó la Segunda Guerra Mundial. Si bien en
ello hay algo de cierto, lo que las dos grandes guerras del siglo XX causaron
fue un rechazo a la moral vigente hasta el momento. De esta necesidad de
fundar una nueva forma de pensar al ser humano, y gracias a la lectura de los
textos de Kierkeegard, Nietzsche y Heidegger, fue que surgieron las bases
intelectuales para fundar un nuevo movimiento.

Obras como El ser y la nada y La náusea, de Sartre, y El extranjero y La peste,


de Camus, sentaron el tono y la dirección hacia la que apuntó el conjunto de
pensadores existencialistas.

En 1945, y luego de ser acusados por distintos sectores sociales y académicos,


los existencialistas encontraron una defensa intelectual en la conferencia que
Sartre brindó en el club Maintenant. De esta charla surgió el libro El
existencialismo es un humanismo, así como un conjunto de premisas teóricas
lo suficientemente sólidas como para marcar una forma de pensar distinta a las
anteriores.
¿Qué es la existencia?
La palabra “existencia” es un término filosófico que designa una multiplicidad
de sentidos relacionados con el acto de ser. En el diccionario, por ejemplo, la
existencia es el acto de existir, es la realidad concreta y tangible de cualquier
cosa.

Sin embargo, esta definición no es la única. Si nos ubicamos en el siglo XX,


gran parte de la filosofía francesa y alemana considera que la existencia
designa nada más que el ser del hombre.

El origen de la palabra pareciera apuntar en otra dirección, ya que “existencia”


proviene del latín existentia, formado por ex (“afuera”) y stare (“estar
derecho”), lo cual se traduce como “estar, aparecer”. Según esta definición, lo
que existe es lo que está, y la existencia es la capacidad de algo de estar.
¿Qué es la existencia?
La palabra “existencia” es un término filosófico que designa una multiplicidad
de sentidos relacionados con el acto de ser. En el diccionario, por ejemplo, la
existencia es el acto de existir, es la realidad concreta y tangible de cualquier
cosa.

Sin embargo, esta definición no es la única. Si nos ubicamos en el siglo XX,


gran parte de la filosofía francesa y alemana considera que la existencia
designa nada más que el ser del hombre.

El origen de la palabra pareciera apuntar en otra dirección, ya que “existencia”


proviene del latín existentia, formado por ex (“afuera”) y stare (“estar
derecho”), lo cual se traduce como “estar, aparecer”. Según esta definición, lo
que existe es lo que está, y la existencia es la capacidad de algo de estar.
La inmortalidad o vida eterna, en los ámbitos religioso y filosófico, es el
concepto que supone la existencia indefinida o infinita que consigue superar la
muerte. A lo largo de la historia y en diferentes culturas y religiones aún en la
actualidad, los seres humanos han mostrado la esperanza de vivir para siempre
o existir más allá de la muerte.
La idea de inmortalidad es considerada entre algunos filósofos como la
respuesta a la angustia y al miedo que produce en el ser humano la conciencia
de su mortalidad y contingencia. Esa ansia crearía y desarrollaría el concepto
de inmortalidad; y constituiría además el núcleo de la antropología de la
religión.2
En contextos religiosos, por lo general se afirma que la inmortalidad es una de
las promesas de Dios (u otras deidades) para los seres humanos que
demuestren bondad o que siguen la ley divina. La forma en que tomaría una
vida humana sin fin, o si un alma inmaterial existe y posee inmortalidad, ha
sido un punto importante de enfoque de la religión, así como un tema de
especulación y debate.

Para los creyentes, en general, la inmortalidad es la continuación de la vida


más allá de la muerte. La creencia en una vida eterna individual es
característica de ciertas religiones monoteístas abrahámicas (Cristianismo o el
Islam). También ciertas corrientes del Judaísmo lo proponen, con menos
énfasis que las anteriores.

Religiones orientales como el hinduismo y el budismo profesan la doctrina de


la metempsicosis o reencarnación, que postula la posibilidad de
perfeccionamiento progresivo a través de vidas sucesivas. La liberación final
consiste en detener la rueda de las reencarnaciones, causada por el apego a un
ego individual ilusorio.

Igualmente en el taoísmo profesa el logro de la inmortalidad con el Tao (no a


la inmortalidad física), sino como inmortalidad espiritual, en la Tierra, lograda
a través de las prácticas taoístas.
Cuenta la leyenda que Lao Tsé nació, tras 80 años de gestación, con los
cabellos blancos y el rostro de anciano, mostrando su sabiduría desde el
primer momento. Noventa años después de su nacimiento, se entrevistó con
Confucio que comparó al Viejo Sabio con un Dragón que se remonta por
encima de las nubes y no puede ser atrapado.
Esta historia nos aproxima al concepto del Tao cuya esencia no puede ser
aprehendida por medio de la razón. De este modo, el pequeño libro del Tao
(Tao Te Ching), en un lenguaje paradojal, nos aproxima a la experiencia
metafísica de una realidad única creadora de la diversidad fenoménica del
mundo y que se oculta tras su aparente ilusión.

El taoísmo comprende la iluminación como el conocimiento realizativo de la


reintegración de los seres en el Tao. Una vuelta de todas las cosas a su estado
primordial, al no-ser y no-actuar que carece de nombre.

El taoísmo defiende la naturalidad como armonía del ser humano consigo


mismo cuando logra ser fiel a su verdadera naturaleza. En ese momento, la
energía creadora inmanente al Tao se manifiesta en él.

Una de las fuentes más grandes de sufrimiento es la del temor a la muerte. El


logro de una experiencia que dé sentido a la vida, un sentido tal que ni la
muerte física pueda detener la presencia de un “sí-mismo” que se continúa,
puede resultar de un gran interés para la existencia humana.

¿Es posible que la conciencia mecánica quede en silencio y, sin embargo, algo
del ser humano continúe? En todo caso, tal posibilidad abre el futuro.

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