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Título: Sobre el carácter imperativo de la caducidad de la fianza al vencimiento del plazo de la locación
Autor: Bilvao Aranda, Facundo M.
Publicado en: RCCyC 2019 (agosto), 05/08/2019, 207
Cita Online: AR/DOC/1979/2019
Sumario: I. Hechos.— II. Mi opinión.— III. Sobre la obligación del fiador luego de vencido el plazo originario
de la locación.— IV. La nota distintiva del fallo: la extensión de sus efectos al fiador no apelante.— V. Mis
conclusions.
(*)

I. Hechos
El fallo que analizaré a continuación (1) eximió de responsabilidad a las cofiadoras de una locación por los
períodos posteriores a la prórroga tácita del contrato.
Las coejecutadas habían interpuesto excepción de inhabilidad de título, basando su defensa en el art. 1582
bis del Cód. Civil (norma vigente en aquel momento), que entendieron de aplicación al caso y que de ello
derivaba la improcedencia del reclamo que les formula la ejecutante.
El Sr. juez a quo —según se infiere de los considerandos a los que he tenido acceso—, rechazó la excepción
de inhabilidad de título (falta de legitimación) opuesta por las fiadoras; y solo una de estas apeló ese fallo.
La sala K de la Excma. Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil revocó parcialmente el fallo de la
anterior instancia, extendiendo los efectos de la sentencia a la cofiadora no apelante, que había formado un
litisconsorcio facultativo.
Al hacerlo, y con cita de un precedente de la Suprema Corte Bonaerense, argumentó que el derecho procesal
—por ser adjetivo— debe amoldarse al derecho fondal que es, justamente, sustancial (2), agregando que si a
ambas cofiadoras les asiste el derecho que surge de la misma sentencia habría una contradicción en el
pronunciamiento si a una se le reconoce una obligación y a otra no, cuando ambas poseen una misma situación
sustancial.
El fallo amplió sus fundamentos al sostener que una solución tal también le vedaría a esta deudora obligada
al pago el reclamo posterior a su cofiadora pues esta tuvo una sentencia que rechazó la pretensión a su respecto,
por lo que devendría en una alteración a la naturaleza de la relación sustancial, pues se la eximiría de las
consecuencias propias de esta suerte de obligación. En definitiva, el proceso concluiría —con relación a la
cofiadora no apelante— con una sentencia que admitiría la ejecución de un derecho que no existe, plasmándose
un divorcio entre el derecho sustancial y el adjetivo, cuando este último debe estar al servicio del primero, en
respeto de la necesaria coordinación de normas vigentes en el universo jurídico.
De tal manera, y atendiendo a la misión de velar por la justicia del caso y la imposibilidad de dar lugar a una
pretensión inexistente, los Señores Camaristas dieron por habilitada su intervención oficiosa para resolver la
revocación de la sentencia con respecto a la cofiadora apelante y establecer su obligación de responder con igual
alcance que la fijada para la codeudora no recurrente.
II. Mi opinión
La cuestión relativa a la extensión de la fianza más allá del plazo originario del contrato de locación ha sido
ya analizada por mí en un reciente trabajo (3) y, en términos generales, el fallo de la sala K en comentario es
concordante con este.
No ahondaré en esta ocasión sobre dicho tópico, sin bien invito al lector a repasar su análisis; aunque sí
deseo adherir a lo decidido en el fallo en comentario. Pero no solo eso: mi intención es aplaudir el fallo y de
propiciar su mayor divulgación posible. A continuación, intentaré explicar mis razones.
En primer lugar, al analizar mis palabras y razonamiento quisiera que no se pierda de vista que, de acuerdo
con una reiterada jurisprudencia, son descalificables las sentencias que omiten el análisis de cuestiones
conducentes para la adecuada solución de la causa (4).
Con tal basamento, entiendo que el apego riguroso a cuestiones netamente procesales, en el caso concreto
analizado, conculcaría a mi modo de ver el derecho de las coejecutadas a obtener una correcta decisión del
pleito y para una justa aplicación e interpretación del derecho.
Por otro lado, no podemos soslayar que a pesar de que una de las fiadoras no recurrió la sentencia de
primera instancia, ambas fiadoras habían formulado idénticos argumentos defensivos al interponer sus
excepciones de inhabilidad de título ante el Juzgado de origen; es decir que tales cuestionamientos de fondo, en
mi opinión, ya formaban parte de los términos en los que quedó trabada la litis. De allí que el fallo de Cámara

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resulte ajustado a derecho por haberse fundado en argumentaciones sustantivas que habían sido propuestas
previamente por las partes (5).
Se trataría entonces, nada más ni nada menos, de reconocer a las normas procesales un alcance que se
compadezca con el conjunto armónico del ordenamiento jurídico, y con los principios fundamentales del
derecho en el grado y jerarquía en que estos son valorados por el todo normativo. En palabras de la Corte
Suprema de la Nación, esta habrá de ser la técnica interpretativa siempre que la inteligencia de un precepto,
basada exclusivamente en la literalidad de uno de sus textos conduzca a resultados concretos que no armonicen
con los principios de hermenéutica enunciados precedentemente, arribe a conclusiones reñidas con las
circunstancias singulares del caso o a consecuencias notoriamente contradictorias. De lo contrario, aplicar las
normas se convertiría en una tarea mecánica incompatible con la naturaleza misma del derecho y con la función
específica de los magistrados a quienes se les exige conjugar los principios contenidos en la ley con los
elementos fácticos del caso, pues el consciente desconocimiento de unos u otros no se compadece con la misión
de administrar justicia (6).
III. Sobre la obligación del fiador luego de vencido el plazo originario de la locación
Sin perjuicio de haber adelantado ya mi opinión sobre lo resuelto en el caso, y a mayor abundamiento, debo
decir que adhiero a la teoría que sostiene que, como regla general, el fiador de un contrato de locación no es
responsable por los períodos locativos adeudados en aquellos casos en los que el locador demuestre una actitud
poco diligente en la procura de la restitución del bien como finiquito de la relación locativa, pues ello denotaría,
o la existencia de una prórroga tácitamente pactada entre la locadora y la locataria o una culpa grave, rayana con
el abuso, de parte de la locadora en la exigencia de restitución del bien, lo que también exonera al fiador (7).
Es que cuando el locador no ha colocado a su inquilino en situación de retención indebida la locación
concluida continúa en los mismos términos hasta que aquel requiera la devolución de la cosa, pero sin la
garantía del fiador que se habrá extinguido a la finalización del contrato original por el que este se obligara. En
otras palabras, el fiador solo debe responder por la no restitución del inmueble en el caso de que el locador haya
sido diligente realizando actividades concretas para reclamar la devolución del inmueble al locatario y tornar
ilegítima la retención del inmueble por este último (8).
Ello pues con la incorporación del art. 1582 bis al antiguo Cód. Civil se pretendió dar una solución
legislativa de carácter imperativo al tema de la duración de la fianza en el contrato de locación, la cual, por otra
parte, es replicada y mantenida en el actual Código Civil y Comercial (9). Porque si bien los dos proyectos
originarios tenían un artículo que expresamente declaraba el carácter de orden público de la ley, y esa previsión
no pasó al texto legal; no obstante, hay acuerdo en que la norma es de orden público, tal como surge de sus
propias valoraciones y previsiones (10). Esa es también mi opinión y razonamiento al analizar ambas normas
(tanto el derogado art. 1582 bis como el actual art. 1225 del Cód. Civ. y Com.), y ello se deriva tanto de la
literalidad de sus textos como de su interpretación armónica con el todo normativo referente a las relaciones
contractuales en el ámbito civil.
Tal previsión legal es una suerte de protección al garante en tanto y en cuanto intenta resguardar su situación
otorgando un trato más justo y equitativo de los obligados a pago que de buena fe ponen en riesgo su patrimonio
hasta a veces su vivienda, limitando su responsabilidad al plazo original del contrato (11).
IV. La nota distintiva del fallo: la extensión de sus efectos al fiador no apelante
Con toda independencia de la cuestión de fondo sobre la cual, estimo, no cabría lugar a ninguna duda o
debate, algún procesalista podría decir que es una barbaridad extender los "beneficios" de una sentencia a quien
no recurrió un fallo; pero a poco que analicemos el caso puntual y los propios antecedentes del proceso en
relación con las manifestaciones efectuadas por todas las partes del pleito, creo que todos concordaremos en
algo: hacer justicia en el caso concreto nunca puede resultar una barbaridad.
Hacer justicia en el caso concreto es, nada más ni nada menos, que la más elevada, preciada y esperada
misión de los jueces.
Ello así dado que, en relación con la aplicación de las normas de orden público en la segunda instancia, se
ha dicho que deben aplicarse de oficio sin que a tal efecto rijan con todo vigor los principios procesales sobre la
litiscontestación y el régimen de la prueba y, sin que el tribunal de apelación esté obligado a ceñirse a los
propios términos del recurso. En el mismo sentido, la doctrina recalca que el principio de congruencia que
gobierna el proceso civil sufre excepción en materia de leyes de orden público, pues los beneficios que ellas
otorgan son en principio irrenunciables (12).
Recordemos que aún antes de la entrada en vigencia del Cód. Civ. y Com., la doctrina había sostenido que
"fenecido el tiempo del acuerdo si el locador desea que se le restituya el inmueble debe intimar al locatario y al

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garante, de lo contrario, este se libera ministerio legis" (13). Es decir que se interpretaba que la subsistencia de la
fianza durante el tiempo que se extienda la ocupación del inmueble solo autoriza a considerar los supuestos de
permanencia que no hayan estado al alcance del locador remediar, debiendo responder el fiador por la no
restitución del inmueble en el caso de que el locador haya sido diligente realizando actividades concretas para
reclamar la devolución del inmueble al locatario y tornar ilegítima la retención del inmueble por este último (14).
También la Corte Suprema de Justicia de la Nación analizó una cuestión similar, sosteniendo que "aun
cuando le sean aplicables al 'principal pagador' las disposiciones sobre los codeudores solidarios, el alcance
temporal de dicha obligación no puede proyectarse fuera del ámbito que le es propio, esto es, el del contrato por
el que entendió obligarse" (15). En suma, la Corte sostuvo que es inoponible al fiador que asumió su obligación
como "principal pagador" la prórroga del contrato de locación (16).
En igual sentido, aunque en otro precedente un poco más reciente, la Corte Nacional resolvió que la
obligación del fiador comprende solamente el pago de los alquileres, intereses y demás accesorios pactados en
el contrato originario hasta la fecha de su vencimiento, en casos en que no hubo negativa del locatario a restituir
el inmueble locado sino una prórroga tácita convenida entre aquel y el locador, de la cual no participó la fiadora
y que se prolongó por más de dos años (17).
Es que, según interpreta el Superior Tribunal Nacional, la obligación del fiador comprende solamente el
pago de los alquileres, intereses y demás accesorios pactados en el contrato originario hasta la fecha de su
vencimiento, en la medida que no exista negativa de la locataria a restituir el inmueble locado —supuesto en el
cual el fiador habría continuado obligado—, sino un plazo de gracia convenido entre aquella y la locadora, de
cuyo convenio no participó el fiador (18).
En tales condiciones, y por imperio de una norma de orden público, el fiador no posee legitimación pasiva
para ser demandado por obligaciones nacidas con posterioridad al vencimiento del plazo originario de la
locación, salvo en los casos de retención indebida; considerando que para que se configure tal ilegítima tenencia
del inmueble deben presentarse dos presupuestos: el primero, y más obvio, que haya vencido el plazo del
contrato; el segundo, que exista una intimación fehaciente del locador reclamándole al inquilino que desocupe el
inmueble, pues si bien la fianza se extingue automáticamente por el solo vencimiento del plazo de la locación, la
obligación del fiador subsiste si el inquilino no cumple con su obligación de restituir (19).
Pero no solo esto. Además, si el locador llegase a pretender hacer extensivo algún reclamo contra el fiador,
deberá remitir también a este una comunicación de similar tenor, anoticiándolo del vencimiento del plazo y de
que su voluntad es la desocupación del inmueble, con los lógicos apercibimientos de hacer responsable también
al fiador de las consecuencias de la falta de entrega del bien. Tal es la doctrina que se extrae de los precedentes
de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que resolvió que la circunstancia de tratarse de un deudor
solidario o de haberse estipulado que respondería por el cumplimiento del contrato "hasta tanto la locataria
devuelva el bien locado", no puede derivar en la imposición de una nueva obligación distinta o más gravosa que
la asumida si no media intervención y consentimiento del codeudor (20).
En tales supuestos, no se extinguirá la fianza si la falta de restitución del inmueble en su debido tiempo es
producto del incumplimiento del locatario. Es decir, la situación excepcional se explica porque no se configura
un caso de prórroga o anuencia del locador en la ocupación del inmueble más allá de la vigencia original (21).
En aquellos supuestos en que no exista una interpelación del locador al locatario y al fiador en el sentido
indicado inmediatamente después del vencimiento del plazo de la locación, se presumirá que existe una
prórroga de la locación mutuamente consentida entre locador y locatario, con las consecuencias antes apuntadas:
la falta de legitimación pasiva del fiador ante eventuales reclamos del locador, esto es, la ausencia de titularidad
en la relación jurídica sustancial en la que se asienta y funda la acción. En otras palabras, en tales supuestos el
locador no tendrá acción ni derecho contra los fiadores a quienes no podría válidamente obligárseles a afrontar
el pago de la condena pretendida.
Sentado lo anterior, queda ahora por destacar que, como es sabido, la apelación no constituye un nuevo
juicio, sino que es un procedimiento cuyo objeto consiste en verificar, sobre la base de la resolución impugnada,
el acierto o el error con que esta ha valorado los actos instructorios producidos en la instancia anterior, de ahí
que no se trate de reiterar o renovar esos actos sino de confrontar el contenido de la resolución con el material
fáctico y jurídico ya incorporado a la primera instancia, a fin de determinar si ese material ha sido o no
correctamente enjuiciado (22).
No obstante, el tribunal de alzada goza del poder-deber de expedirse sobre la competencia, la existencia de
falta de legitimación y demás presupuestos procesales en ciertas condiciones, al igual que la cosa juzgada o la
litis pendencia (23).

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No olvidemos que la excepción de falta de legitimación supone la ausencia de un requisito intrínseco de


admisibilidad de la pretensión y se puede hacer valer cuando alguna de las partes no es titular de la relación
jurídica sustancial, que da motivo a la controversia (24). Siguiendo tal línea de razonamiento, como así también
las enseñanzas y conclusiones de reconocida doctrina en la materia, debo resaltar que la Cámara no puede tratar
cuestiones que no hayan sido sometidas al conocimiento del juez de primera instancia; por ende, no puede
examinar por vía de apelación ni peticiones ni pretensiones no planteadas en la instancia anterior; sin que quepa
considerar en segunda instancia cuestiones consentidas. En tal entendimiento, si la sentencia dictada por el
inferior ha sido recurrida parcialmente, la jurisdicción de la Cámara no puede extenderse a la parte del fallo que
ha sido consentido y los agravios deberán limitarse a las cuestiones del pronunciamiento, motivo de la apelación
(25).

En otras palabras, el Tribunal de Alzada únicamente puede pronunciarse respecto de las cuestiones
involucradas en los escritos constitutivos de la litis (26); y si llegara a resolver un tema que no integró la litis, y
que recién fue introducido en la expresión de agravios, incurre en violación del principio de congruencia (27).
En sentido contrario, entonces, la Cámara de Apelaciones sí podrá tratar y resolver sobre cuestiones que sí
han sido planteadas en el proceso por las partes y que, además, han sido materia de resolución en la anterior
instancia o fuente de los agravios del apelante.
Mi razonamiento parte de la base de que las leyes de procedimiento deben posibilitar el ejercicio efectivo de
los derechos sustanciales cuyo reconocimiento las partes reclaman, por lo que no cabe interpretarlas de modo tal
que los justiciables se vean impedidos de hacer valer su derecho a obtener un pronunciamiento judicial que
admita o deniegue lo reclamado con base en la legislación de fondo (28). Entonces, si las partes (como las
fiadoras coejecutadas en esta litis), han expuesto argumentos comunes al contestar la demanda, es decir en la
anterior instancia, en mi opinión queda descartada cualquier argumentación que intente invocar alguna violación
del principio de congruencia en el presente proceso, ya que la cuestión planteada en la única apelación
formulada era común a ambas cofiadoras coejecutadas. De tal manera, la suerte de una indefectiblemente
beneficiaría o perjudicaría a ambas fiadoras por igual, ya que el derecho de fondo en su doble faz activa y pasiva
es uno solo y debe tener el mismo alcance e interpretación para todos los justiciables.
Tal razonamiento aplicable para la solución del caso en comentario no se ve alterado por el hecho de
ponderar que en materia procesal el agravio es la medida de la apelación. Por aplicación de este principio
clásico, el Tribunal de Alzada no puede abordar ni decidir cuestiones que no han sido materia de la expresión de
agravios o del memorial fundante del recurso sometido a su competencia revisora. Tales escritos constituyen "el
marco de la competencia del tribunal", no pudiendo este resolver de oficio cuestiones ajenas a las planteadas en
la impugnación (29).
Ello a pesar de que mi conclusión parecería tambalear si se pondera lo dicho por la Corte Suprema de
Justicia de la Nación en cuanto a que la competencia de los tribunales de segunda instancia está limitada por el
alcance de los recursos concedidos; y que si se prescinde de esa limitación y se resuelven cuestiones que han
quedado firmes, se causa agravio a las garantías de la propiedad y de la defensa en juicio consagradas por los
arts. 17 y 18 de la CN (30). También si se considerara que la competencia devuelta de los tribunales de alzada
tiene el límite —de índole subjetivo— proveniente de restringir el alcance del pronunciamiento a los sujetos
procesales que instaron su intervención (31).
Pero ello no es así, y con citas de la propia Corte me pasaré a explicar.
El fallo de la sala K resulta la sentencia más justa que se podría haber dictado en el caso, y ajustada
plenamente a derecho, porque la misma Corte Nacional ha dado explicaciones en casos similares al de marras.
Así, el Supremo Tribunal ha dicho que aun cuando la jurisdicción de los tribunales de segunda instancia está
limitada por el alcance de los recursos concedidos, que determinan el ámbito de su competencia decisoria (32), si
al revocar la sentencia anterior tuvo lugar la reversión de la jurisdicción, tal hecho obliga a la Cámara a conocer
en todas las defensas conducentes y oportunamente propuestas por cada una de las partes litigantes que, por la
diversa solución adoptada en primera instancia, no habían merecido un adecuado tratamiento (33).
De otra manera, sería descalificable el pronunciamiento con base en la doctrina de la arbitrariedad, pues al
atender los agravios del único apelante y los hechos del caso en los que estos se fundaron (que por otra parte
eran comunes a ambas cofiadoras coejecutadas), el tribunal de alzada estuvo obligado a tratar, considerar y
resolver sobre todas las alegaciones de las partes conducentes a la resolución del caso que habían sido omitidas
en la anterior instancia (34).
Que, en tales condiciones, al modificar la decisión impugnada, la sala K no pudo eludir el examen del
planteo de todas las partes del pleito atinentes a su responsabilidad en el caso, sobre todo frente a las
proyecciones que podría tener el fallo en las relaciones entre el locador ejecutante y cada uno de los fiadores del
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contrato de locación (35).


No olvidemos, además, que los jueces, en tanto servidores de justicia en el caso concreto, no deben limitarse
a la aplicación mecánica de las normas y desentenderse de las circunstancias fácticas con incidencia en la
resolución del conflicto, pues de lo contrario aplicar la ley se convertiría en una tarea incompatible con la
naturaleza misma del derecho y con la función específica de los magistrados, tarea en la que tampoco cabe
prescindir de las consecuencias que ser derivan de los fallos, pues ello constituye uno de los índices más seguros
para verificar la razonabilidad de su decisión (36).
Con tal basamento, entiendo que el pronunciamiento de la sala K es el más justo en atención a las
circunstancias del caso, además de estar debida y seriamente fundado a fin de evitar que gracias a un mero
tecnicismo procesal el locador obtenga un beneficio económico derivado de un derecho que no le asiste; un
beneficio que derivaría de una pretensión vedada por una norma de orden público.
En otras palabras, el fallo de la sala K, con sus propios fundamentos, evitó la injusticia de hacer responsable
a la cofiadora no recurrente de una deuda que, a rigor de verdad, no tendría fundamento en ninguna norma legal.
V. Mis conclusiones
Analizado en tales términos el presente caso, estoy en condiciones de concluir que:
- Las normas contenidas en el art. 1582 bis del Cód. Civil (según ley 340 y modificatorias) y en el art. 1225
del Cód. Civ. y Com., son de orden público.
- En segunda instancia, deben aplicarse las normas de orden público, aún de oficio.
- El principio de congruencia que gobierna el proceso civil, sufre excepción en materia de leyes de orden
público.
- El fiador no posee legitimación pasiva para ser demandado por obligaciones nacidas con posterioridad al
vencimiento del plazo originario de la locación, salvo en los casos de retención indebida.
- La Cámara de Apelaciones puede tratar y resolver cuestiones que han sido planteadas en el proceso por las
partes y que, además, han sido materia de resolución en la anterior instancia o formaron parte de los agravios
del apelante.
- Si las fiadoras coejecutadas en esta litis han expuesto argumentos comunes en la anterior instancia, queda
descartada cualquier argumentación que intente invocar alguna violación del principio de congruencia en el
presente proceso, ya que la cuestión planteada en la única apelación formulada era común a ambas cofiadoras
coejecutadas.
- El derecho de fondo en su doble faz activa y pasiva es uno solo y debe tener el mismo alcance e
interpretación para todos los justiciables.
- El fallo de la sala K resulta la sentencia más justa que se podría haber dictado en el caso, ya que la Cámara
estuvo obligada a conocer en todas las defensas conducentes y oportunamente propuestas por cada una de las
partes litigantes que, por la diversa solución adoptada en primera instancia, no habían merecido un adecuado
tratamiento.
(*) Abogado (UNL), notario (UNL), magíster en Derecho Empresario (Universidad Austral), corredor
inmobiliario (UNL).
(1) CNCiv., sala K, "B. C. de la R. A. c. P. SRL y otros s/ ejecución de alquileres", 27/12/2018, RCCyC
2019 (abril), 12/04/2019, 142, cita online: AR/JUR/88685/2018.
(2) SCBA, L. 117537, sent. del 31/10/2016, in re "Sansevero, Roberto c. ETV SA y otros"; SCBA, in re
"Cabrio, José M. c. Mancini, Mario A. y otro", sent. del 18/08/2010, del voto del señor juez doctor Hitters.
(3) BILVAO ARANDA, Facundo M., "La retención indebida como causa de la extensión de la fianza más
allá del plazo originario de la locación", RCCyC 2017 (septiembre), 245; AR/DOC/1984/2017.
(4) CS, Fallos: 312:1150; 315:1247, entre otros.
(5) Solo si un juez resuelve una cuestión que no integra la litis incurriría en exceso de jurisdicción (Conf.
CS, Fallos: 310:236, 999, 1371 y 1697 —año 1987—; 311:696, 1189 y 1829 —año 1988—; 312: 741 y 1985
—año 1989—).
(6) Conf.: Doctrina de CS, Fallos: 234:482; 249:37; 255:360; 258:75; 281:146; 302:1611, entre otros.
(7) Conf. Cámara de Apelaciones de Circuito de Santa Fe, "Weimberg, Benjamín c. Massoni, Claudio D. y
otros s/ ordinario", 23/02/2016, cita online: AR/JUR/107823/2016.

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(8) Arg.: Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Pergamino, "Vizcarra, Cristina M. c. Nicita,
Carlos A. y otros", 08/03/2012, cita online: AP/JUR/739/2012.
(9) Art. 1225, Cód. Civ. y Com.: "Caducidad de la fianza. Renovación. Las obligaciones del fiador cesan
automáticamente al vencimiento del plazo de la locación, excepto la que derive de la no restitución en tiempo
del inmueble locado. Se exige el consentimiento expreso del fiador para obligarse en la renovación o prórroga
expresa o tácita, una vez vencido el plazo del contrato de locación. Es nula toda disposición anticipada que
extienda la fianza, sea simple, solidaria como codeudor o principal pagador, del contrato de locación original".
Cita online: AR/LCON/6A7E.
(10) Conf.: KEMELMAJER DE CARLUCCI, Aída, "Fianza y plazo de la locación. La ley 25.628. Una
reforma esperada por algunos y resistida por otros", RDPC 2004-2, p. 41; ver también, sobre esta misma
tesitura, ARIZA, Ariel "Modificación al régimen de la fianza en el contrato de locación: incorporación del art.
1582 bis al Cód. Civil (ley 25.628)", JA 2002-IV-812; SALGADO, Alí J., "Locación, comodato y desalojo",
Ed. Rubinzal Culzoni, 2010, p. 241; todos citados por la Excma. Cámara de Apelaciones en lo Civil y
Comercial de Azul, sala I, "Hidalgo, María Ester c. Olaechea, Eduardo A. y otro s/ desalojo falta de pago",
20/10/2011, cita online: AR/JUR/65152/2011.
(11) Conf. Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Azul, sala I, causa 50683, del 12/07/2007;
con cita de Kemelmajer de Carlucci, Aída, artículo reseñado en nota anterior.
(12) Conf. AZPELICUETA, Juan José - TESSONE, Alberto, "La Alzada. Poderes y deberes", Librería
Editora Platense, La Plata, 1993, p. 195.
(13) VALENTE, Luis, "Nulidad de la extensión de la fianza en el contrato de locación original", LA LEY
2003-A-64.
(14) Cámara de Apelaciones en lo Civil, Comercial y Garantías en lo Penal de Pergamino, "Vizcarra,
Cristina M. c. Nicita, Carlos A. y otros en caract. de suc. de Néstor Alberto Zavaleta s/ cobro ejecutivo de
alquileres", 08/03/2012, MJ-JU-M-71118-AR.
(15) En el caso "Rodríguez Hernández, Lorenza c. Garde, Augusto C. y otros".
(16) "Rodríguez Hernández, Lorenza c. Garde, Augusto C. y otros", 29/04/1997, CS, Fallos: 320:750.
(17) Del dictamen de la Procuración General, al que remitió la Corte Suprema, en autos "González,
Arístides c. Tello, Rodolfo C. y otro", 23/03/2004, CS, Fallos: 327:658.
(18) CS, del Dictamen del Sr. Procurador General de la Nación, in re "Recurso de hecho Donno, María
Elena c. Silva Pavez, Lilian del Carmen y otro", Dictamen del 04/11/2003; fallo de fecha 10/08/2004.
(19) Cfr. CNCiv., sala J, "Devesa, Rodrigo y otros c. Vila, Beatriz C. y otros s/ ejecución de alquileres",
18/04/2017; Fuente: http://www.cij.gov.ar.
(20) CS, del Dictamen del Sr. Procurador General de la Nación, in re "Recurso de hecho Donno, María
Elena c. Silva Pavez, Lilian del Carmen y otro", Dictamen del 04/11/2003; fallo de fecha 10/08/2004.
(21) Cfr. CNCiv., sala J, "Devesa, Rodrigo y otros c. Vila, Beatriz C. y otros s/ ejecución de alquileres",
18/04/2017; Fuente: http://www.cij.gov.ar.
(22) CNCiv. Com. Fed. Cap., sala I, 16/05/1997, "Caesar Park Argentina SA. c. Dirección Nacional de
Tecnología", RDP, 2 "Medios de Impugnación. Recursos - I", Ed. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires, 1999, p.
456.
(23) MASCIOTRA, Mario, "Poderes-deberes del juez en el proceso civil", Ed. Astrea, Buenos Aires, 2014,
ps. 122-133 y 275.
(24) CS, Fallos: 330:4811.
(25) MASCIOTRA, Mario, "El principio de congruencia en los procesos civiles, patrimoniales y de familia,
laborales y colectivos ambientales", Ed. Ad-Hoc, Buenos Aires, 2010, p. 136.
(26) MASCIOTRA, Mario, "Poderes. Deberes del Tribunal de Alzada", JA, Número Especial "Recursos
Judiciales I", 2016-I, fasc. 6, p. 8. Id SAIJ: DACF160377.
(27) MORELLO, Augusto M. - SOSA, Gualberto L. - BERIZONCE, Roberto O., "Códigos Procesales en
lo Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires y de la Nación. Comentados y anotados", Eds. Platense -
Abeledo Perrot, La Plata, 1993, 2ª ed., t. III, ps. 402 y 403, citando los fallos de la SCBA, DJBA, 117-301 y
117-142.
(28) Arg.: CS, Fallos: 329:4430.

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(29) MASCIOTRA, Mario, "Poderes. Deberes del Tribunal de Alzada", cit., p. 8. Id SAIJ: DACF160377.
(30) CS, Fallos: 315:1204, 316:1277 y 318:1711.
(31) CS, Fallos: 320:2925.
(32) CS, Fallos: 313:912; 315:562 y 839.
(33) Arg.: CS, Fallos: 190:318; 256:434; 268:48; 308:656, y sus citas; y 327:3925, del voto de la mayoría al
que no adhirieron los Dres. Antonio Boggiano y Juan Carlos Maqueda.
(34) Arg.: CS, Fallos: 234:307, 265:201, 299:167.
(35) Arg. CS, Fallos: 308:656, y sus citas.
(36) CS, Fallos: 341:1511, 342:459, votos del juez Rosatti y de la jueza Medina.

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