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Desequilibrios contractuales
Los desequilibrios contractuales tienen lugar cuando los derechos de una de las partes se encuentran
ampliados en detrimento de la otra parte.
Debemos diferenciar las situaciones en que se altera el equilibrio contractual en los contratos
paritarios, en los celebrados por adhesión a condiciones generales de contratación y en los contratos de
consumo.
Estos contratos celebrados entre partes con igual poder de negociación están regulados por la
autonomía privada por lo tanto se protege lo pactado libremente por las partes.
Conforme lo establece el art. 958 del CCyC, las partes son libres para celebrar el contrato y determinar
su contenido dentro de los límites impuestos por la ley, la moral, las buenas costumbres y el orden
público.
En estos contratos las partes se encuentran sometidas al efecto vinculante del contrato, ya que el
contrato válidamente celebrado es obligatorio para las partes. Su contenido solo puede modificarse por
acuerdo de partes o en los supuestos que la ley prevé (art. 959).
Los jueces no tienen facultades para modificar lo estipulado por las partes excepto que sea a pedido de
una de ellas cuando lo autoriza la ley, o de oficio cuando se afecta, de modo manifiesto, el orden
público (art. 960).
De modo que, los desequilibrios que pueden ocurrir en los contratos paritarios se resuelven a través
del orden público de coordinación.
El CCyC establece como principio, el deber de actuar de buena fe y prevé también mecanismos para
resolver los conflictos contractuales, ellos son: la teoría del abuso del derecho y la teoría de la lesión.
La buena fe
Se encuentra regulada en el Título Preliminar del CCyC, en el Capítulo 3 Titulado Ejercicio de los
Derechos.
En este capítulo se establece como principio general que los derechos deben ejercerse de buena fe (art.
9).
En materia de contratos, este principio tiene su aplicación específica en el Capítulo 1, de las
disposiciones generales, en el art. 961 que expresa que los contratos deben celebrarse, interpretarse y
ejercutarse de buena fe. Obligan no solo a lo que está formalmente expresado, sino a todas las
consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos, con los alcances en que
razonablemente se habría obligado un contratante cuidadoso y previsor.
La buena fe considerada en la norma es la buena fe-confianza o buena fe- lealtad, que debe ser
evaluada según el estándar objetivo medio expresado en el art. 961: el de “un contratante cuidadoso y
previsor”, que debe ser evaluado en cada caso concreto, según las circunstancias.
De modo que, entre las partes existe un deber básico de actuar de buena fe, en todas las etapas de la
contratación. Ello implica el deber de colaboración y de no defraudar la confianza entre las partes.
También en el Título Preliminar del Código Civil y Comercial, a continuación del principio de buena
fe, se regula en el art. 10, el abuso del derecho.
Dicho art. Establece el concepto primitivo del instituto, que se encontraba en el art. 1071 del Código
Civil de Vélez Sarsfield, y que se manifiesta a través de las siguientes reglas:
-El ejercicio regular de un derecho o el cumplimiento de una obligación legal no puede constituir
como ilícito ningún acto.
- La ley no ampara el ejercicio abusivo de los derechos. Esta situación se configura cuando el ejercicio
del derecho contraría los fines del ordenamiento jurídico o cuando excede los límites impuestos por la
buena fe, la moral o las buenas costumbres.
La referencia a “los fines del ordenamiento jurídico”, tiene el propósito de evitar la contextualización
histórica del derecho.
Carga de la prueba
La prueba incumbe a quien alegue el ejercicio abusivo, es decir a quien pretende que se sancione a la
otra parte por haber ejercido en forma abusiva su derecho. A su vez, debe probar los elementos que
configuran el abuso del derecho.
Modo de invocarlo
Por medio de una demanda judicial, o al contestar la demanda de la otra parte por medio de una
defensa.
Efectos de la sentencia
Una novedad interesante que trae el CCYC, es la incorporación no solo del ejercicio abusivo del
derecho, en una situación particular, sino también aquel que se manifiesta a través de las denominadas
situaciones jurídicas abusivas.
En tales casos, el abuso es el resultado del ejercicio de una pluralidad de derechos que, considerados
aisladamente, podrían no ser calificados como tales, pero tomados en su conjunto, generan una
situación de abuso.
-El juez debe ordenar los necesario para evitar los efectos del ejercicio abusivo o de la situación
abusiva; y si correspondiere,
El art. 11 del CCyCN considera que el ejercicio abusivo de un derecho incluye la posición
dominante, pero ha estimado oportuno aclarar que el concepto se restringe a la posición en el
mercado.
Así, la norma considera que las disposiciones contenidas en los arts. 9 y 10 (referidas a la
buena fe y al abuso del derecho) resultan aplicables cuando se abuse de una posición
dominante en el mercado, sin perjuicio de las disposiciones específicas contempladas en leyes
especiales; entre las cuales reviste especial importancia la ley 25.156 de Defensa de la
Competencia, la que en sus arts. 4 y 5 señala que:
-A los efectos de dicha ley se entiende que una o más personas gozan de posición dominante
cuando para un determinado tipo de producto o servicio es la única oferente o demandante
dentro del mercado nacional o en una o varias partes del mundo o, cuando, sin ser única, no
está expuesta a una competencia sustancial o, cuando por el grado de integración vertical u
horizontal está en condiciones de determinar la viabilidad económica de un competidor
participante en el mercado, en perjuicio de éste; y
LESIÓN
Vélez Sarsfield con sus ideas liberales e individualistas justificó la no inclusión de la lesión al
Código Civil anterior, en la nota final al Título I, de la Sección II, del Libro II, conocida como
nota al art. 943.
Es claro que el rechazo de Vélez era hacia la lesión enorme o lesión objetiva.
Sostuvo que en las legislaciones estudiadas no había un principio uniforme lo cual revelaba la
inconsistencia del instituto por lo cual expresó en la citada nota: “Finalmente dejaríamos de
ser responsables de nuestras acciones si la ley nos permitiera enmendar nuestros errores o
todas nuestras imprudencias. El consentimiento libre, prestado sin dolo, error ni violencia y
con las solemnidades requeridas por las leyes, debe hacer irrevocables los contratos”.
De manera que, sostenía que no cabía demandar la anulación de los contratos celebrados con
el vicio de lesión.
Esta idea la vuelve a plasmar en la nota al art. 58 al sostener “la lesión no puede admitirse en
los contratos”.
El repudio manifestado por Vélez y la ausencia de una norma que consagrara la lesión fue la
barrera que impidió durante mucho tiempo que la jurisprudencia rectificara los contratos en
los que surgiera una acentuada desproporción en las prestaciones asumidas por las partes.
A partir de mediados del siglo XX algunos fallos admitieron la nulidad de los actos jurídicos
por vía de la aplicación del art. 953 que establecía que el objeto de los actos jurídicos no podía
ser hechos contrarios a la moral y a las buenas costumbres.
La reforma de la ley 17.711
En 1968 con la reforma de la ley 17.711 se introdujo en el segundo párrafo del art. 954 la
lesión con carácter subjetivo-objetivo. Este es el último grado de evolución de esta figura.
Por la metodología empleada se demuestra que se la emparentó con los vicios del
consentimiento, al incorporarla a continuación del error, dolo, violencia e intimidación.
Su ubicación en el CCyC
La lesión es un vicio del acto jurídico que atenta contra la buena fe lealtad.
El acto viciado con lesión es un acto realizado con discernimiento, intención y libertad, es
decir que todos los elementos internos de la voluntad se encuentran sanos.
Sin embargo, en el acto jurídico existe una anomalía que se produce porque una de las partes
explota, es decir se aprovecha de la necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia de la otra y
como consecuencia de ello obtiene una ventaja patrimonial desproporcionada e injustificada.
Elementos de la Lesión
Elementos subjetivos
En el dolo hay un sujeto que maquina activa o negativamente para influir en la voluntad del
otro sujeto.
Es un obrar contrario a la buena fe, porque aun cuando no maquina ni oculta el estado de las
cosas para que otro incurra en error ni engaña a la víctima, maneja las condiciones del
negocio sabiendo que la otra parte no tiene herramientas o cualidades personales para
protegerse de la desventaja.
Necesidad
La necesidad produce en el sujeto que la padece una situación de agobio y angustia que lo
obliga a consentir con una solución que, de no mediar tal estado, no hubiera admitido.
El sujeto obra presionado por circunstancias que afectan su poder de decisión, puesto que
celebra un acto jurídico desventajoso para evitar un daño a la vida, a la salud, el honor, la
libertad o por una necesidad material.
Debilidad Psíquica
Este término reemplaza al de “ligereza” que utilizaba el art. 954 del Código civil derogado.
La ligereza era un término impreciso conceptualmente que fue tomado del Código Civil
Alemán que sirvió de fuente al art. 954 del Código derogado.
Aun cuando todos los autores coincidían que no podía vincularse a la ligereza con un obrar
irreflexivo o negligente de la víctima, sino que debía asociarse a una situación patológica de
debilidad mental, en su mayoría propiciaban el reemplazo del término por “debilidad
psíquica”.
La debilidad psíquica, término empleado en la actualidad por el art.332, se vincula con un
estado patológico en que se halla la víctima de lesión que le impide tener una dimensión plena
o cabal de las consecuencias del acto que realiza.
Inexperiencia
Se lo asocia con el estado propio de las personas de escasa cultura, que obran con
desconocimiento de aspectos técnicos o profesionales de los negocios y que por ello celebran
actos desventajosos que no hubieran consentido de tener conocimientos sobre los mismos.
Esta dado por la desproporción de las prestaciones que tiene lugar por la obtención de una
ventaja patrimonial evidentemente desproporcionada y sin justificación.
Evidente quiere decir, patente, clara, cierta, sin la menor duda. La desproporción se
caracteriza por ser grave, grosera, considerable. Además no debe tener justificación.
El tercer párrafo del art. 932 establece que “los cálculos deben hacerse según valores al
tiempo del acto y la desproporción debe subsistir en el momento de la demanda”.
Por ende, el juez deberá desestimar la demanda en el caso de que al momento de iniciarse el
juicio, la transacción se haya equilibrado.
Actos susceptibles de aplicar la lesión
La lesión se aplica a los actos jurídicos bilaterales conmutativos y onerosos. También a los
unilaterales oneroso.
También se aplica a los aleatorios cuando la lesión es extraña al álea propia del contrato, o sea
se produce desde el inicio del negocio.
Legitimación
La acción solo puede ser intentada por el lesionado o sus herederos. De modo que no pueden
promover la acción los acreedores por vía de la acción subrogatoria.
Prueba
El actor o sus herederos deben probar el elemento objetivo (la desproporción de las
prestaciones, en el momento de la celebración del acto. De allí que se requiera que los
cálculos deberán hacer según valores al tiempo del acto lesivo.
También debe probar que la desproporción se mantuvo desde la celebración del acto y la
subsistencia de la misma al momento de la demanda.
El art. 332 mantiene en el 2° párrafo la presunción del art. 954 del Código derogado.
Establece que “Se presume, excepto prueba en contrario, que existe tal explotación en caso de
notable desproporción de las prestaciones”.
Notable quiere decir que salta a la vista, que se ve inmediatamente y que no requiere de
comprobación. Notable es más que evidente que es el término que se utiliza en el primer
párrafo del artículo.
a)Una parte de la doctrina entiende que la víctima debe probar la existencia de desproporción
y ello hace presumir el aprovechamiento por parte del lesionante.
b)Otros autores entienden que aun cuando se pruebe la desproporción la víctima debe probar
también su situación subjetiva (necesidad, debilidad psíquica o inexperiencia).
La ley, ante lo incontrovertible de la desproporción (la presunción establece que esta debe ser
notable), ha querido facilitarle a la víctima la prueba de la existencia del vicio de lesión.
Irrenunciabilidad de la acción
La acción para reclamar la nulidad o el reajuste por lesión es irrenunciable antes del acto,
durante el acto, y mientras dure la inferioridad de la víctima. No es válida la renuncia
anticipada a invocar la lesión.
Esto quiere significar que no es válida la renuncia a la acción de nulidad o reajuste en la etapa
precontractual, ni en el mismo momento en que celebra el contrato. La cláusula que
establezca la renuncia a invocarla en el contrato mismo es inválida y podría ser declarada
abusiva.
Efecto de la sentencia
Carácter de la nulidad
El acto viciado de lesión es de nulidad relativa porque ésta sanción esta instituida en beneficio
del lesionado
Prescripción
El art. 332 no establece plazo de prescripción por lo que debemos remitirnos a lo dispuesto en
el Libro IV, Capítulo 2, Sección 2.
El art. 2562 inc. a) establece que el pedido de declaración de nulidad relativa y de revisión de
los actos jurídicos prescribe a los 2 años.
Por su parte, el art. 2563 inc. e) establece que en el caso de la lesión el plazo comienza a
correr desde la fecha en que la obligación a cargo del lesionado debía ser cumplida.
Es necesario recordar que, el art. 954 del Código derogado establecía un plazo de prescripción
de 5 años a contar desde el momento de la celebración del acto.
Los contratos celebrados por adhesión a condiciones generales de contratación
La regulación de estos contratos se ubica en el Título II del libro Tercero, Capítulo 3, Sección
2ª. (arts. 984 a 989).
A diferencia de los contratos paritarios se aplica aquí un orden público de protección sólo
basado en la adhesión y no tan intenso como en los contratos de consumo.
El contrato de adhesión es aquel mediante el cual uno de los contratantes adhiere a cláusulas
generales predispuestas unilateralmente por la otra parte o por un tercero, sin que el adherente
haya participado en la redacción (art. 984).
La predisposición es una técnica del oferente y la adhesión es una característica del acto del
aceptante.
El adherente no está en libertad para configurar el contenido del contrato, solo se limita a
tomar o dejar las cláusulas prerredactadas sin poder modificarlas.
El art. 985 señala los requisitos que deben cumplir las cláusulas predispuestas. Así establece
que: deben ser comprensibles y autosuficientes.
Se tendrán por no convenidas aquellas que efectúen reenvío a textos o documentos que no se
facilitan a la contraparte del predisponente, previa o simultáneamente a la conclusión del
contrato.
Las cláusulas particulares son aquellas individualmente negociadas por las partes que
amplían, limitan, suprimen o interpretan una cláusula general.
b) Las que importen renuncia o restricción de los derechos del adherente, o amplíen los
derechos del predisponente que resultan de normas supletorias
Una vez que el juez declara abusiva la cláusula declarando la nulidad parcial, debe
simultáneamente integrar el contrato “si no puede subsistir sin comprometer su finalidad”.
Contratos de Consumo
Actualmente, el derecho del consumidor en Argentina resulta de la ley 24.240 LDC reformada
por la ley 26.361 y del CCyC.
El CCyC regula los contratos de consumo considerándolos como una fragmentación del tipo
general de los contratos que influye sobre los tipos especiales (ej: compraventa, suministro,
etc).
Es un microsistema con principios propios y hasta derogativos del derecho privado
tradicional.
El consumidor puede ser una persona humana o jurídica que adquiere o utiliza, en forma
gratuita u onerosa, bienes o servicios como destinatario final, en beneficio propio o de su
grupo familiar.
-El usuario, quien usa, no contrata, puede ser un invitado, un familiar, un tercero ajeno.
-El afectado o expuesto a prácticas comerciales, que es quien está en contacto con la
publicidad abusiva, engañosa, fraudulenta, está sometido a ofertas que condicionan la compra
del producto, puede ser afectado por situaciones monopólicas, tratado discriminatoriamente,
etc.
Interpretación de los contratos de consumo
En caso de duda sobre la interpretación del Código o las leyes especiales, prevalece la más
favorable al consumidor.
Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se adopta la que sea menos
gravosa.
Asimismo, cuando hubiere dudas sobre los alcances de la obligación del consumidor, debe
estarse en favor de su liberación.
Cláusulas abusivas
El art. 1117 del CCyC establece la aplicación al contrato de consumo de lo dispuesto por las
leyes especiales y los arts. 985, 986, 987 y 988, existan o no cláusulas generales predispuestas
por una de las partes.
Por su parte, el art. 1119 considera como abusiva a la cláusula que, habiendo sido o no
negociada individualmente, tiene por objeto o por efecto provocar un desequilibrio
significativo entre los derechos y las obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor.
Los parámetros que suministran el CCyC y la ley 24.240 (art. 37) para saber cuándo una
cláusula es abusiva es amplio. Son aquellas que:
-Desnaturalizan las obligaciones (art. 988 inc. A) del CCyC y art. 37, inc. a) Ley 24.240.
-Las que importen renuncia o restricción de derechos del consumidor o amplíen los derechos
de la otra parte (art. 988, inc. b) CCyC y art. 37, inc. b) ley 24.240.
-Cláusulas que eximan o limiten la responsabilidad por daños (arts. 1743 CCyC y art. 37 inc.
a) Ley 24.240
Las cláusulas abusivas son aquellas que establecen un desequilibrio significativo entre los
derechos y obligaciones de las partes, en perjuicio del consumidor.
Puede darse por ejemplo: cuando las cláusulas del contrato de medicina prepaga establecen la
facultad unilateral de la empresa de modificar el importe de la cuota sin informar al consumidor
con suficiente antelación la cuantía del aumento.
Este desequilibrio significativo, debe determinarse a partir del cotejo “contextual” de los
derechos y obligaciones de ambas partes, teniendo en cuenta la naturaleza y la finalidad del
contrato en cuestión (arts. 1065 y 1095).
Son nulas de nulidad absoluta por violar el orden público, por lo tanto, no prescriben, ni son
confirmables. Podemos citar como ejemplo de este tipo de cláusulas abusivas las que implican
para el consumidor la prórroga de la jurisdicción en la contratación por medios electrónicos.
Como criterio para la integración, el Juez tiene que seguir el mantenimiento del propósito
práctico, de la finalidad subjetiva perseguida.
En los contratos de consumo, la ineficacia parcial de las cláusulas abusivas, tiene como
finalidad la de preservar el contrato y permitir que el consumidor obtenga el bien o servicio
requerido.
Al mismo tiempo se trata de evitar que el empresario diseñe un contrato de modo que la
nulidad de alguna cláusula haga caer toda la contratación, porque ello colocaría al consumidor
en la alternativa de aceptar la cláusula abusiva o perder el propósito práctico.
Por último, el art. 1121 establece los límites a las posibilidades de declaración de abusividad,
al señalar que: No pueden ser declaradas abusivas: