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EL PRINCIPIO DE CONGRUENCIA Y EL PRINCIPIO IURA NOVIT CURIAE

Y SU APLICACIÓN EN UNA SENTENCIA EN CASACIÓN

Jorge María Luzuriaga Chiappe


Abogado

RESUMEN

Este artículo examina un caso (resuelto finalmente por la Sala Civil Transitoria
de la Corte Suprema) en que la parte actora demanda la nulidad de un acto
jurídico de transferencia de dominio de un inmueble perteneciente a la
sociedad conyugal de la que es parte, fundando su nulidad en causales que, al
resolverse la causa en segunda instancia en vía de apelación, fueron dejadas
de lado por el juez superior, amparándose la demanda en esta última instancia
de mérito en causales de nulidad que no fueron invocadas por la actora, con
lo que se violó el principio de congruencia procesal y se transgredieron los
límites del principio “iura novit curiae”.

ABSTRACT

This article examines a case (finally resolved by the Transitory Civil Chamber
of the Supreme Court) in which the plaintiff seeks the nullity of a legal act of
transfer of ownership of a property belonging to the conjugal society of which
it is a party, founding its nullity in causes that, when the case was resolved in
the second instance by way of appeal, were set aside by the superior judge,
covering the claim in this last instance of merit in grounds of nullity that were
not invoked by the plaintiff, which violated the principle of procedural
consistency and were transgressed the limits of the principle "iura novit
curiae".

1. INTRODUCCIÓN AL TEMA.

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Este artículo tiene por finalidad examinar la aplicación en la práctica judicial
del llamado “Principio de Congruencia” y del principio expresado en el
aforismo “Iura novit curiae” (el juez o el tribunal -cuariae- conoce el derecho),
y para eso vamos a comentar una sentencia dictada en la Casación N° 2289-
2017, Lima Sur, pero antes vamos a repasar algunas nociones en relación con
estos dos principios del derecho procesal. Estas nociones, para quien esté
interesado, pueden encontrarlas desarrolladas, más extensamente, en un
artículo que publiqué en el mes de junio de este año bajo el título “LA
ADECUACIÓN DE LA DEMANDA BAJO EL PRINCIPIO IURA NOVIT CURIAE”
(WWW.ACADEMIA.EDU), y también en otro artículo publicado el mismo mes
en el mismo portal bajo el epígrafe de “LA FALTA DE MOTIVACION SUFICIENTE
O LA DEFECTUOSA MOTIVACIÓN COMO CAUSAL DEL RECURSO DE CASACIÓN
Y SU VINCULACIÓN CON EL ERROR IN COGITANDO Y CON EL PRINCIPIO DE
CONGRUENCIA”.

1.1 El principio de congruencia.

El principio de congruencia postula que la sentencia no puede resolver más


allá de lo pedido por las por las partes, ni menos de lo pedido, ni fuera de lo
pedido. De hacerlo la sentencia así dictada sería incongruente, lo que conlleva
a su nulidad que puede ser declarada por el juez superior (colegiado) al
resolver el recurso de apelación interpuesto por la parte agraviada contra la
misma, y si el vicio se produce en segunda instancia, como en el caso que
vamos a ver, por la Corte de Casación, que es, para casos civiles y comerciales,
la Sala Civil Permanente o la Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema al
resolver el recurso de casación interpuesto contra la sentencia de vista. La
sentencia incongruente adolece de un error in cogitando, que es un vicio de
razonamiento que la torna nula; en sede casatoria tal error configura un caso
de pretensión anulatoria, que obliga a casar con reenvío si la causal es
amparada.

El principio de congruencia tiene que ver directamente con la motivación


(suficiente y debida) de las resoluciones judiciales, que es un derecho o, mejor
aún, una garantía de los justiciables de orden constitucional, consagrada en el

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inciso 5 del artículo 139 de la Constitución Política (CP); la razón para ello es
que si éstas no se motivaran serían resoluciones arbitrarias o caprichosas, y no
responderían a un proceso lógico basado en los hechos y en el derecho
aplicable al caso, haciendo imposible el debido proceso. De ahí la necesidad
de motivar las resoluciones que deciden sobre algo (incluso autos
interlocutorios y, por supuesto, con mayor razón cuando se trata de autos
definitivos y de sentencias; los decretos de mero trámite no requieren ser
motivados porque no deciden).

El principio de congruencia, recogido en los artículos VII de Título Preliminar


y 122, inciso 4, del Código Procesal Civil, que está ligado al contenido
constitucionalmente protegido al derecho de los justiciables a la motivación
de las resoluciones judiciales, postula que la sentencia debe ceñirse a resolver
aquello que se peticiona en la demanda, ni menos ni más. Hay que tener
cuidado de no confundir este principio con el significado lógico del adjetivo,
que es distinto, ya que la incongruencia, en relación al silogismo lógico, se
produce cuando la premisa menor no guarda relación con lo que postula la
premisa mayor y, por ende, la consecuencia resulta siendo incongruente.

La motivación exige del juez que la resolución que dicte no sea solo lógica (lo
que tiene que ver con la logicidad y con el error in cogitando, que la destruye)
sino también congruente, cosas que se comprueban con el test de logicidad y
con el de congruencia, respectivamente, de manera tal que al momento de
resolver el petitorio debe el juez cumplir con dichos parámetros; caso
contrario se afecta el derecho constitucional a motivar las resoluciones
judiciales, dando lugar a que la sentencia así dictada pueda ser anulada en
segunda instancia o en sede casatoria por causa de ese vicio.

La sentencia incongruente puede asumir varias formas; aquí veremos las más
relevantes, dejando aclarado que el orden en que las enunciamos no es en
razón de su importancia sino por cuestiones didácticas.

En primer lugar, la sentencia “plus petita”, que es la que concede más de lo


pedido por el demandante. Esto se puede dar tanto en el ámbito cualitativo
como en el cuantitativo (este último caso ocurre cuando se otorga una suma

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mayor de la demandada). Esta sentencia constituye un caso de “incongruencia
positiva”, porque el juez extiende su decisión más allá de aquello que fue
sometido a su resolución; en estos casos la sentencia incurre en una
incongruencia ultra petita al resolver más allá de lo pedido o de los hechos
alegados y probados.

En el otro polo, la sentencia “infra petita” (por debajo de lo pedido), que


adolece de un defecto que consiste en otorgar menos de lo pedido,
sobreentendiéndose que se ha peticionado un objeto determinado y no otro.
Obviamente, no funciona cuantitativamente, como cuando se peticiona una
suma por indemnización de daños y perjuicios y el juez decide concederle una
suma menor, situación que configura una sentencia minima petita, que es la
que, en general (es decir, no solo cuantitativamente), resuelve una pretensión
donde el actor alega un derecho de extensión mayor que el que finalmente
pudo probar (no solo de orden cuantitativo).

En tercer lugar, la incongruencia de la sentencia “extra petita” (el juez falla


sobre una cuestión no planteada por las partes o sobre hechos no alegados),
que es la que extiende el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la
decisión del juez (no debe confundirse con la “ultra petita”, que es de orden
meramente cuantitativo).

En cuarto lugar, la sentencia “citra petita” (omisión de pronunciamiento), que


deja de resolver sobre lo que fue pedido por las partes en conflicto, o sobre
algún punto de lo pretendido o que fue materia relevante del thema probandi
definido en su oportunidad procesal (en nuestro sistema, según el artículo
artículo 468 del CPC es el juez quien fija los puntos controvertidos oyendo a
las partes; lo hace mediante un auto interlocutorio). Cuando el fallo contiene
menos de lo pedido por las partes (ne eat iudex citra petita partium) se incurre
en la llamada “incongruencia negativa”, que se da cuando la sentencia omite
decidir sobre alguna de las pretensiones hechas valer en el proceso.

Para no explayarnos demasiado sobre este punto debemos concluir que la


"incongruencia” (o la falta de congruencia) puede ser considerada, en palabras
del profesor español Manuel SERRA DOMÍNGUEZ "…como la falta de

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adecuación entre las pretensiones de las partes formuladas oportunamente y
la parte dispositiva de la resolución judicial". En similar sentido se ha sostenido
que la incongruencia es "un desajuste entre el fallo judicial y los términos en
los que las partes han formulado sus pretensiones que constituyen el objeto
del proceso en los escritos esenciales del mismo. Al conceder más, menos o
cosa distinta a lo pedido”.

1.2 El principio “Iura novit curiae”.

Este principio, que postula que el juez tiene el deber de conocer el derecho (y
de aplicarlo al caso, desde luego), se expresa en el aforismo "Iura novit curiae",
y ha sido receptado en nuestra legislación procesal civil en el artículo VII del
Título Preliminar del Código Civil:

"Los jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica pertinente,


aunque no haya sido invocada en la demanda".

También, y quizá con más precisión, está considerado en el artículo VII del
Título Preliminar del Código Procesal Civil el cual señala:

"El juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no


haya sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente.

Sin embargo, no puede ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en


hechos diversos de los que han sido alegados por las partes".

El principio postula la idea que los jueces conocen el derecho (al menos, que
no pueden desconocerlo), de manera tal que las partes del proceso deben
exponer los hechos en que se funda la demanda y la contradicción, sin que el
error de derecho en que incurran pueda afectar el postulatorio, ya que es el
juez el llamado a aplicar la norma que corresponde al caso (de allí el aforismo
da mihi facta, dabo tibi ius, que se traduce por “dame los hechos, yo te daré
el derecho”); sin embargo, por exigencias del Código Procesal Civil,
concretamente de los artículos referidos a los requisitos de la demanda

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(artículo 424, inc. 7) y de la contestación (artículo 442, inc. 1), los justiciables
deben fundamentar jurídicamente tanto la pretensión como la contradicción

Esto significa que, más allá de su expresión literal, los jueces no solo deben
aplicar el derecho que corresponda al caso sometido a su decisión, sino que
deben adecuar la pretensión o pretensiones hechas valer en la demanda al
derecho que corresponda aplicar según los fundamentos de hecho de la
demanda y, a su turno, la contradicción, dentro de ciertos límites que no
puede cruzar sin violar la garantía del debido proceso. Desde luego, no están
comprendidas en el aforismo las normas de derecho consuetudinario ni las
normas de derecho extranjero que, de ser alegadas, deben ser objeto de
prueba por el litigante que pretenda su aplicación al caso.

En efecto, la doctrina admite y, el Código Procesal Civil así lo establece, que la


aplicación del principio “Iura novit curia” tiene límites: 1) el juez no puede ir
más allá del petitorio y 2) el juez no puede fundar su decisión en hechos
diversos de los que han sido alegados por las partes. Sobre esto volveremos
enseguida, cuando veamos los elementos diferenciables de la demanda.

Cuando se señala que el juez no puede ir más allá del petitorio debemos tener
en cuenta dos situaciones: 1) La aplicación del principio no puede modificar el
objeto de la pretensión, tal como ha sido especificado por el titular del
derecho de acción en la demanda; y, 2) La aplicación del principio no puede
incidir en aspectos colaterales del proceso que determinan de manera
indirecta una variación del objeto de la pretensión.

1.2.1 Los elementos diferenciables de la demanda.

Como es sabido, la demanda tiene dos elementos netamente diferenciables:


por un lado, el petitorio (petitum), que es lo que se pide al juez, y por otro la
causa para pedir (causa petendi) que, a su vez, se divide en fundamentos de
hecho y fundamentos de derecho. El petitorio es el objeto de la pretensión,
el pedido que hace la parte al juez para que resuelva el conflicto de intereses
(o la incertidumbre jurídica); la causa petendi es la causa de la pretensión que
se hace valer, las razones o fundamentos fácticos y jurídicos que sustentan el

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pedido concreto de las partes. Los primeros son una barrera infranqueable
al iura novit curia, pues el juez no puede modificar en modo alguno los hechos
afirmados por las partes, mientras que sí le es permitido, y exigido, que pueda
modificar los fundamentos de derecho de la demanda adecuándolos a lo que
verdaderamente resulta de la fundamentación fáctica de la misma.

Como ya señalamos, hay dos reglas que el juez debe observar cuando aplica el
iura novit curiae. La primera regla es que no puede ir más allá del petitorio. Es
decir, el límite del juez para la adecuación la demanda es el fijado en la etapa
postulatoria: demanda y contradicción. De no observarlo, la sentencia
resolvería sobre punto no controvertido, resultando en una sentencia
incongruente al resolver extra o citra petita. En el caso que vamos a ver se ha
modificado la causa para pedir (causa petendi) en la medida que se han
modificado los fundamentos de hecho de la demanda, lo que le está vedado
al juez y de ahí que en sede casatoria se haya declarado fundado el recurso de
casación de la contraparte, casándose la sentencia de segunda instancia, la
que ha sido declarada nula, y ordenándose a la Sala de origen que emita una
nueva sentencia.

2. LA SENTENCIA EN CASACIÓN QUE ES OBJETO DE ESTE EXAMEN.

2.1 La sentencia en casación trata sobre un caso de disposición unilateral de


bienes sociales y responde a la pregunta: ¿puede declararse nulo el acto por
una causal de nulidad no invocada por la parte demandante?
Casación 2289-2017, Lima Sur.

Sumilla: Si bien la Sala Superior ingresó al análisis respecto a la necesidad


de que los actos de disposición sobre un bien sujeto de régimen de
sociedad de gananciales sean adoptados por ambos cónyuges, no evalúa
ni determina si a consecuencia de ello debe ampararse las causales
denunciadas, sino que por el contrario, resuelve la nulidad del acto jurídico
cuestionado en mérito al fin ilícito y (a) la trasgresión del orden público,
esto es, una causal distinta a la que sustentó en la demanda y que no fue
materia de debate dentro del presente proceso, evidenciando una
flagrante afectación del principio de congruencia procesal y del deber de
motivación contemplados en el inciso 6 del artículo 50 del Código Procesal

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Civil e inciso 5 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú. (las
negritas son añadidas).

Fundamento destacado: Sétimo.- Que, del análisis de la demanda se


aprecia que la pretensión de nulidad de María Ingunza Cipión de Conde se
sustentó en las causales de Nulidad de Acto Jurídico correspondientes a la
falta de manifestación de voluntad, objeto jurídicamente imposible,
formalidad prevista bajo sanción de nulidad y actos (incisos 1, 3, 6 y 8 del
artículo 219 del Código Civil), por lo que correspondía que los órganos
jurisdiccionales se pronuncien respecto a si se incurrió, o no, en alguna de
esas causales de nulidad denunciadas.

Sobre este punto, el recurrente Víctor Sánchez Vásquez ha denunciado en


su recurso de casación que en la sentencia de vista se resolvió la causal de
fin ilícito, siendo que, si bien la Sala Superior ingresó al análisis respecto a
la necesidad de que los actos de disposición sobre un bien sujeto régimen
de sociedad de gananciales sean adoptados por ambos cónyuges, no
evalúa ni determina si a consecuencia de ello debe ampararse las causales
denunciadas, sino que por el contrario, resuelve la Nulidad del Acto
Jurídico cuestionado en mérito al fin ilícito y la trasgresión del orden
público, esto es, una causal distinta a la que sustentó en la demanda y
que no fue materia de debate dentro del presente proceso, evidenciando
una flagrante afectación del Principio de Congruencia Procesal y del deber
de motivación contemplados en el inciso 6 del artículo 50 del Código
Procesal Civil e inciso 5 del artículo 139 de la Constitución Política del Perú.
Por otro lado, la Sala Superior no ha señalado que el acto jurídico
transgrede la disposición del artículo 315 del Código Civil; sin embargo, la
misma norma señala que dicho acto es ineficaz y no nulo, por lo que
deberá motivar de forma debida dicho aspecto, por lo que debe ampararse
el recurso de casación planteado en cuanto a la infracción normativa
procesal que denunció.

El resultado fue que la Sala Civil Transitoria dictó un fallo rescindente, casando
la sentencia impugnada, la que declaró NULA, ordenando el reenvío de los
autos a la Sala Superior de origen (Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Lima Sur) a efectos que expidiera una nueva sentencia con arreglo a ley.

¿Qué ocurrió en el caso que estamos examinando? La Sala de Mérito (segunda


instancia) resolvió la apelación aplicando una causal de nulidad del acto
jurídico que no había sido invocada por la actora (de hecho, dos causales) ,

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esto es, se pronunció sobre un hecho no afirmado por la parte demandante
ni, obviamente, contradicho por la parte demandada y que, desde luego, no
fue nunca materia de la controversia ni, menos aún, del thema probandi,
infringiendo claramente el principio de congruencia y excediendo los límites
del iura novit curiae puesto que, como señalamos arriba, la demanda tiene dos
elementos diferenciables: uno es el petitorio (petitum) que está constituido
por lo que se le pide al juez que se pronuncie, y el otro es la causa petendi, u
objeto de la pretensión, que a su vez se divide en fundamentos de hecho y
fundamentos de derecho, como hemos dicho arriba. Los fundamentos de
hecho no pueden ser modificados por el juez sin violar varios principios
procesales, entre los cuales está el de “congruencia” y los alcances del
principio iura novit curiae, que en la sentencia que examinamos fueron
obviamente transgredidos.

2.2 Como hemos dicho, al juez le está vedado fundar su decisión en hechos
diversos de los que han sido alegados por las partes. Es decir, el juez no puede
agregar hechos a los afirmados y probados por las partes. La prueba (los
medios probatorios) aportada por las partes y el thema probandi establecido
en la en la etapa procesal correspondiente, fija los hechos sobre los que debe
pronunciarse el juez, quien debe apreciarlos con arreglo a lo que manda el
artículo 197 del CPC, que señala que todos los medios probatorios son
valorados por el juez en forma conjunta, utilizando su apreciación razonada.

Precisamente sobre la prohibición a los jueces de ir más allá de petitorio o de


fundamentar su decisión en hecho diversos a los que han sido alegados por las
partes se pronuncia el considerando QUINTO de la sentencia en comentario,
que dice así:

QUINTO.- Que, asimismo, de acuerdo al inciso 6 del artículo 50 del


Código Procesal Civil, es deber del juez fundamentar los autos y las
sentencias bajo sanción de nulidad, respetando los principios de jerarquía
de las normas y el de congruencia. Sobre el deber de motivar los autos y
las sentencias que expidan los jueces debe incidirse que ello no solo
significa exponer las razones por las cuales se adopta una decisión sino que
la motivación se deberá efectuar respetando el Principio de Congruencia
Procesal, el cual implica, por un lado, que el Juez no puede ir más allá del
petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido

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alegados por las partes, teniendo el deber de pronunciarse respecto a
todos los puntos controvertidos y a los argumentos planteados por las
partes durante el proceso; y por otro lado, que las resoluciones judiciales
no contengan consideraciones que sean contrarias entre sí o con los
puntos resolutorios (la negritas son añadidas).

Como resulta del texto transcrito, el principio de congruencia de las


resoluciones va de la mano con el principio iura novit curia. El principio de
congruencia implica que el juez no puede sentenciar la causa al margen de lo
pedido por las partes, particularmente por la parte demandante si no hay
reconvención, y tampoco puede emplear, al resolver el conflicto, normas cuyo
efecto jurídico no se corresponda con alguna de las pretensiones formuladas
por éstas. No es posible transgredir el principio de congruencia en ninguna de
sus manifestaciones (en este caso está claro que la sentencia se dictó una
sentencia extra petita, lo que equivale a decir que se dictó fuera de lo pedido,
particularmente de los fundamentos de hecho de lo que era objeto de la
pretensión, es decir de la causa petendi, lo que importa una transgresión
clarísima del mentado principio).

Aquí lo que ocurrió es que la demanda fue declarada fundada por causales de
nulidad no invocadas por la parte demandante, con violación del principio de
congruencia procesal y con transgresión de los límites del principio iura novit
curiae. En efecto, si bien se pidió la nulidad del acto jurídico de transferencia
de dominio, las causales en que se había fundado la misma no fueron tomadas
en cuenta por el Superior al resolver la apelación, declarándose fundada la
demanda de nulidad por otras causales distintas a las invocadas por la parte
actora, las que por tal motivo no fueron materia del contradictorio (es decir,
no formaron parte de la controversia definida al fijarse los puntos
controvertidos), ni formaron parte del thema probandi; en esas condiciones la
sentencia dictada por el superior violó el “principio de congruencia” y
transgredió los límites del principio “iura novit curiae”, pues el juez no puede
en ningún incorporara nuevos hechos a los fundamentos de hecho de la
demanda, que están expresados en la causa petendi que como vimos, se
desdoblan en fundamentos de hecho y fundamentos de derechos.

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2.3 La debida motivación de las resoluciones judiciales (particularmente
sentencias y autos definitivos) debe ser el resultado de la valoración conjunta
y razonada de los medios probatorios ofrecidos por las partes y luego
actuados aquellos que hayan sido admitidos en la etapa del saneamiento
probatorio (que ocurre con el auto que se dicta conforme al artículo 468 del
CPC). En nuestro sistema procesal civil los medios de prueba deben ser
ofrecidos por el demandante junto con la demanda y por el demandado junto
con la contestación y, excepcionalmente, cuando el demandado afirma en su
contestación hechos nuevos, puede el demandante ofrecer otros medios de
prueba con el fin de desvirtuar esos hechos; también en segunda instancia,
ambas partes, cuando se trate de hechos relevantes acaecidos luego de la
etapa postulatoria y también cuando se trate de documentos expedido con
fecha posterior al inicio de proceso o que no se hayan podido conocer y
obtener con anterioridad (artículo 374 del Código Procesal Civil).

En el proceso civil los hechos que son objeto de prueba deben haber sido
afirmados por las partes, en la demanda y en la contestación; la etapa procesal
que sigue al postulatorio es la del saneamiento procesal; en efecto, conforme
al artículo 465 del CPC (“Saneamiento del proceso”) el juez debe pronunciarse,
en auto debidamente motivado, sobre el saneamiento procesal, y si declara
Civil).aneado el proceso y establecida una relación jurídica procesal válida,
dispone, mediante otro auto dictado conforme al artículo 468 del mismo
código, que las partes sean notificadas para que en un plazo de 3 días alcancen
al juez su propuesta de puntos controvertidos, y vencido este plazo el juez
procede a fijarlos y procede al saneamiento probatorio, como señalamos en el
párrafo anterior, es decir que decide que medios de pruebas servirán para
resolver los puntos controvertidos fijados en la resolución. La fijación de los
puntos objeto controversia fijados por el juez es que se conoce el nombre de
“thema probandi”, y es solo sobre esos hechos que debe pronunciarse el juez.

En principio, por el sistema dispositivo que tiene predominancia en nuestro


proceso civil, el juez no investiga ni averigua sino que verifica las afirmaciones
que expone cada parte como fundamento de su pretensión en base a
las pruebas aportadas y admitidas que sostienen la pretensión, por un lado, y
la contradicción, de otro lado, Esa función que desarrolla el juez consiste en

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cotejar cada hecho con la prueba que lo acredita y resolver adecuadamente;
es el precedente necesario para que la sentencia esté debida y
suficientemente motivada, evitando el vicio de incongruencia y la transgresión
del principio iura novit curiea

2.4 Aunque esto importa una digresión al discurso de este artículo, debemos
decir que el juez es, en nuestro sistema procesal civil predominantemente
dispositivo, el director del proceso; así lo establece expresamente el Artículo
II del Título Preliminar del Código Procesal Civil, que señala que “La dirección
del proceso está a cargo del Juez que la ejerce de acuerdo a lo dispuesto en
este Código”; así, entre otras cosas, le corresponde impulsar el proceso por sí
mismo, etc.; pero sin duda lo más cuestionable es que el juez está autorizado
para ordenar pruebas de oficio, según lo establece el artículo 194 del código
adjetivo, que dice así “Excepcionalmente, cuando los medios probatorios
ofrecidos por las partes sean insuficientes para formar convicción el Juez de
Primera o de Segunda Instancia ordenará la actuación de los medios
probatorios adicionales y pertinentes que considere necesarios para formar
convicción y resolver la controversia, siempre que la fuente de prueba haya
sido citada por las partes en el proceso”. Esto es propio de un sistema
inquisitivo, donde se exige al juez llegar a la verdad de los hechos para dictar
una sentencia justa, pero de ninguna manera puede aceptarse en un proceso
diseñado como eminentemente dispositivo, donde esta obligación recae en
las partes.

En efecto, esta facultad que se le otorga al juez del proceso rompe las reglas
en que se asienta el principio dispositivo del proceso, que postula que son las
partes las llamadas a probar los hechos en que se funda la pretensión del actor
y los hechos en que se funda la contradicción del demandado. También rompe
la regla del art. 200 del CPC sobre la improbanza de la pretensión, que
establece que si la parte no acredita los hechos afirmados en su demanda (o
en su reconvención), ésta será declarada infundada.

Existen ciertas reglas básicas en que se asienta el principio dispositivo que,


someramente, podemos señalar que son las siguientes: a) todo proceso civil
se promueve a iniciativa de parte (art. IV del Título Preliminar del CPC: “El

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proceso se promueve sólo a iniciativa de parte…”); 2) el juez no puede tomar
en consideración los hechos ni los medios de prueba que no hayan sido
aportados por las partes (aunque puede desechar la probanza de ciertos
hechos por considerarlos impertinentes o irrelevantes); c) el juez debe tener
por ciertos los hechos en que las partes estuvieron de acuerdo; d) la sentencia
debe dictarse conforme a lo alegado y probado por las partes en relación a los
hechos controvertidos y, finalmente, e) el juez no puede condenar a más, ni a
otra cosa que la pedida en la demanda o en la reconvención (lo que configura
el principio de congruencia procesal).

Como ya lo dijimos, si hay una deficiencia en la prueba para crear convicción


en el juez, éste debería desestimar la demanda porque el actor ha fracasado
en su intento de probar los hechos en que funda su pretensión, aplicando para
eso el artículo 200 del CPC referido a la improbanza de la pretensión; lo que
no puede aceptarse es la distorsión del principio dispositivo, que debe regir el
proceso civil, ordenando una prueba de oficio, porque la prueba de oficio crea
un desbalance entre las partes y rompe el principio de igualdad, en la medida
que ayuda al demandante a probar los hechos que configuran su pretensión.
La prueba de oficio es propia del principio inquisitivo, y esto, a la luz de los
avances del derecho procesal civil, es una intromisión inaceptable del juez en
el proceso civil que debe ser exclusivamente dispositivo, salvo en los casos de
derechos indisponibles, como los de familia, los que afectan el orden público
y las buenas costumbres, etc.

En un proceso civil con contenido patrimonial el juez no debe tener la


obligación de averiguar la verdad, porque son las partes las llamadas a
demostrar los hechos controvertidos; la injerencia del juez, a través de las
pruebas de oficio, rompe ese equilibrio en beneficio del demandante, que es
el único que resulta ganancioso con la prueba de oficio pues, no habiendo
podido probar los hechos en que funda su pretensión, el juez viene en su
auxilio ordenando un prueba de oficio por considerar que las pruebas actuadas
no le crean convicción.

3. CONCLUSIONES.

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3.1 Si bien la sentencia de mérito de segunda instancia declara fundada la
demanda y nulo el acto jurídico pretendido por la demandante, tal como ésta
lo había solicitado, lo hace en virtud de causales no invocadas por dicha parte,
infringiendo así el principio de congruencia (sentencia extra petita) así como
el iura novit curiae, que aunque autoriza al juez a adecuar los fundamentos
jurídicos de la demanda a los fundamentos fácticos de la misma, no le permite
modificar estos últimos porque de hacerlo estaría resolviendo más allá de lo
pedido (con infracción del principio de congruencia) y transgrediendo los
límites del principio iura novit curia, uno de los cuales es que al juez le está
vedado modificar los fundamentos de hecho de la demanda.

3.2 La sentencia en casación corrige este error casando y declarando nula la


sentencia de vista recurrida por la contraparte mediante el correspondiente
recurso de casación, y ordenando el reenvío de los autos a la Sala de origen
que, en este caso, ha sido la Sala Civil de la Corte Superior de Lima Sur, para
que emita un nuevo pronunciamiento con arreglo a derecho, esto es,
conforme a los fundamentos fácticos de la demanda, los que no puede
modificar en forma alguna añadiendo hechos que no fueron materia de la litis.

3.3 En virtud del principio “iura novit curiae” el juez es el único investido de la
facultad específica de administrar justicia aplicando e interpretando la norma
para resolver el conflicto sometido a su decisión; sin embargo, debe
pronunciarse sólo sobre el conflicto que las partes procesales han planteado,
el actor en su demanda al introducirla y el demandado en su contradicción al
contestarla, sin transgredir, ignorar o modificar lo pedido (petitum) ni los
fundamentos de hecho de la causa para pedir (causa petendi), en virtud
también del otro principio que hemos visto, que es el de “congruencia
procesal”, referido a la concordancia que debe existir entre el pedido y lo
negado, respectivamente, por las partes (que configura la controversia que
debe ser resuelta) y la decisión que de tal pedido y de su contradicción
desprende el juez, quedando entendido que éste no puede modificar el
petitorio ni los hechos planteados en la demanda. Es decir, debe existir una
adecuación entre la pretensión u objeto del proceso y la decisión judicial.

Lima, octubre de 2018.

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