Está en la página 1de 37

ELEMENTOS DE DERECHO COMERCIAL.

CLASE UNO.
Por Eduardo M. Favier Dubois (h)1

I.-PALABRAS INTRODUCTORIAS PARA LOS ESTUDIANTES.

Estimados Estudiantes:

En esta primera clase les doy la bienvenida al mundo del Derecho Comercial.
El Derecho Comercial, como categoría legal diferenciada del Derecho Civil, nació en
Occidente a fines de la Edad Media, siguiendo los pasos del flamante capitalismo
mercantil.
Desde entonces ha ido evolucionando, en forma paralela al desarrollo del capitalismo
industrial y del capitalismo financiero, y se ha convertido en el marco legal de las
actividades económicas de las empresas, de los negocios y de las operaciones realizadas
dentro del mercado.
El propósito de este Curso de “Elementos” es el de brindarles los conceptos, las
instituciones y las estructuras básicas sobre los que se asienta el Derecho Comercial.
También el curso pretende plantear algunos desafíos actuales para el Derecho Comercial
como son su relación con la Economía y con la Globalización.

Además de la bienvenida y aprovechando esta primera clase, quiero invitarlos a asumir un


compromiso ético con la Argentina.
Nuestro país, gracias a Dios, es muy rico en recursos naturales y en calidades personales
individuales.
Sin embargo, lamentablemente y como fruto de diversas circunstancias históricas, el
funcionamiento colectivo es malo, somos el único país del mundo que pasó de ser desarrollado a
ser subdesarrollado, y el nivel de corrupción cada vez es más alto.
Creo que en la base de esos problemas hay una grave cuestión cultural que tiene al menos cuatro
componentes:
El primero es el “desprecio por la ley”. No digo incumplimiento sino liso y llano desprecio. La ley
está hecha para los demás. Solo la aplicamos cuando nos conviene. Siempre hay justificaciones para
no cumplirla si no nos conviene en el caso. Veamos el caso del peatón en el tránsito que nos grafica
plenamente las conductas. Es más, cuando alguien cumple la ley debe explicar a sus amigos porqué
lo hace. El desprecio a la ley lleva a un estado de anomia que nos impide crecer como sociedad
civilizada.
El segundo elemento es la “gran tolerancia social a la corrupción”. Cuando un corrupto es
condenado y va preso, nos da pena y pensamos que como hay corruptos afuera él no debería estar
preso.

1Abogado y Doctor en el Área de Derecho Comercial por la Universidad de Buenos Aires (UBA). Profesor
Titular de Derecho Comercial en la Facultad de Derecho, y Profesor Titular de Derecho Crediticio, Bursátil y
de la Insolvencia en la Facultad de Ciencias Económicas, ambas de la U.B.A. Ex Juez Nacional en lo Comercial.
Fundador del Instituto Autónomo de Derecho Contable (IADECO), del Instituto Argentino de la Empresa
Familiar (IADEF) y de la Fundación Justicia y Mercado (JYM).

1
El tercer componente consiste en la actitud pasiva, en “esperar todo del Estado”, de los demás, de
las autoridades, de los otros. Nos vivimos quejando como si no formáramos parte de la comunidad y
como si no tuviéramos un rol que cumplir.
Y el cuarto elemento, el peor de todos, es el “escepticismo”, la falta de fe, pensamos que nada va a
cambiar, que nada se puede hacer, que las cosas siempre van a seguir así, hagamos lo que hagamos.
Que todo intento de cambio es un esfuerzo vano y sin sentido.
Frente a ese cuadro de situación yo los invito como estudiantes de Derecho, como futuros
abogados, a asumir el compromiso de trabajar todos los días en contrarrestar esa cultura y en lograr
un cambio donde la ley sea objeto de valoración por sí misma.
Si la ley es injusta, deben activarse los mecanismos para modificarla, pero no puede estársela
violando todo el tiempo.
Y ese trabajo no sólo debe ser una prédica verbal sino estar avalado por el ejemplo en la vida de
cada uno de nosotros, tanto en lo personal como en lo profesional.
Son los ejemplos los que mueven a los demás, no las palabras.
En definitiva, los invito a formular el compromiso personal de:
a) ser esclavos de la ley,
b) repudiar la corrupción como un imperativo,
c) no esperar que el cambio venga de los demás sino que provenga de nuestro propio trabajo y,
sobre todo,
d) tener fe en la posibilidad de un cambio.
A esos fines les propongo que en medio de la crisis adoptemos la actitud que canta un poeta “quien
dijo que todo está perdido…yo vengo a entregar mi corazón”
Asimismo, que en medio de las dificultades sociales, sigamos la máxima de un presidente
norteamericano:
“No preguntes que hace tu país por vos, preguntá qué podes hacer vos por tu país”.

II.-EL DERECHO COMERCIAL EN LA UNIFICACIÓN DEL DERECHO PRIVADO.

¿Qué es el Derecho Comercial?

Concepto
El Derecho Comercial2 puede conceptuarse como la rama del Derecho que regula a
las Empresas, a los Negocios y a las relaciones dentro del Mercado.

2 Sobre Derecho Comercial en general puede verse: Anaya, Jaime “Código de Comercio y Leyes
complementarias comentados y concordados. Ed Omeba, tomo I, Arts. 1 a 42, Buenos Aires, 1965;
Etcheverry, Raul “Derecho Comercial y Económico”, Parte General, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2008;
Fontanarrosa, Rodolfo A. “Derecho Comercial Argentino”, Parte General, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1997;
Rouillon, Adolfo A.N. (director), “Código de Comercio, comentado y anotado”, Ed. La Ley, tomo I, Buenos
Aires, 2005; Zavala Rodríguez, Carlos Juan “ Código de Comercio y leyes complementarias”, Ed Depalma,
Buenos Aires, 1964; Vítolo, Daniel Roque “Iniciación en el Estudio del Derecho Mercantil y de la Empresa”,
Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2005; Halperín, Isaac y Butty, Enrique M. “Curso de derecho comercial”, Volumen
I, Parte General. Sociedades en General, Ed.Depalma, Buenos Aires, 2000; Le Pera, Sergio “Cuestiones de

2
Regula a las “empresas” en cuanto “organizaciones” que realizan “actividades” de
producción e intercambio de bienes y de servicios. Esta regulación se hace,
principalmente, desde la regulación de la persona de los empresarios (contabilidad,
registro, representación, derechos intelectuales, responsabilidad e insolvencia).
Regula a los negocios al regular las obligaciones y los contratos relativos a los
intercambios entre empresas y particulares, a la captación de ahorros y circulación del
crédito, y a las operaciones en masa.
Ambas regulaciones conciernen al Derecho Privado (ver capítulo 4, punto 1.1.).
Y, finalmente, el Derecho Comercial regula también al Mercado porque fija reglas
de competencia entre las empresas y de tutela de ciertos inversores y consumidores
(Bancos, Seguros, Empresas cotizantes, etc.).
En este caso el Derecho Comercial presenta normas de Derecho Público como son
las que regulan a los diversos organismos estatales encargados del registro, autorización,
control y fiscalización de determinadas actividades (Banco Central, Superintendencia de
Seguros, Autoridades de contralor societario, etc.) 3.

Funciones
Tanto en su historia como en la actualidad, el derecho comercial está llamado a
cumplir dos funciones fundamentales: facilitar y fijar los límites a los negocios.
En su función “facilitadora” el Derecho Comercial constituye un marco legal que
promueve y facilita la realización de los negocios brindando celeridad, simplicidad, pronto
finiquito, estabilidad y seguridad a los intercambios y demás operaciones comerciales,
como así promoviendo y tutelando el crédito, los instrumentos financieros, la circulación
de la riqueza, la acumulación de capitales, la limitación de los riesgos y la creación y
conservación de empresas, y de sus elementos materiales e inmateriales.
En su función “limitante”, que es el contrapeso de la anterior, el Derecho
Comercial fija los límites a la actuación de los sujetos y actividades comerciales mediante
dos mecanismos.
En primer lugar, mediante la prevención, que resulta de la imposición de
determinadas cargas y obligaciones (contabilidad, publicidad, registro, tipicidad,
transparencia, profesionalidad, rendición de cuentas, obligación de expedirse, veracidad y
buena fe) y de ciertos controles (autorizaciones y fiscalizaciones).
Y, en segundo término, mediante la represión posterior de las inconductas con
nulidades, responsabilidades especiales, ceses compulsivos, clausuras, quiebras, y por los
mecanismos de defensa de la competencia y del consumidor 4.

Derecho Comercial Moderno”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1979; Gomez Leo, Osvaldo R. y Gomez Buquerín,
Gastón “Código de Comercio” Análisis jurisprudencial, ed. Depalma, Buenos Aires, 1993, volumen I.
3En tanto los demás aspectos corresponderán al Derecho Administrativo.
4Se trata de dos regulaciones que presentan también elementos del derecho administrativo (competencia)
y del derecho civil (consumidor), señalándose que éste último, si bien se considera científicamente
autónomo, en cuanto a derecho privado viene a integrar al derecho comercial y al civil (Farina).

3
Todo ello en tutela, no solo de la honestidad y buena fe entre empresarios y ente
éstos y terceros, sino también de la sociedad toda frente al enorme poder económico,
político y social que confiere la capacidad económica a sus detentadores.

1. El Código Civil y Comercial

El Derecho Privado
El Derecho Privado está tradicionalmente compuesto por dos grandes ramas, el
Derecho Civil, que viene del Derecho Romano, y el Derecho Comercial, nacido al final de la
Edad Media.
Generalmente se lo define por oposición al Derecho Público, el que comprende
aquellas materias jurídicas donde interviene o es parte directa el Estado en su función
pública (Derecho Constitucional, Administrativo, Penal, etc.).
Del tronco del Derecho Privado también se han ido desprendiendo otras ramas
como el Derecho Laboral, que se emancipo en los comienzos del siglo XX, y el Derecho del
Consumidor5 que se separó como nueva disciplina en la última parte del mismo siglo XX.
Recordemos aquí que el Derecho Civil rige las relaciones “civiles” entendiendo por
tales las propias del “estatuto” de la persona humana (nombre, estado civil, relaciones de
familia y parentesco, capacidad, domicilio, etc.) y las patrimoniales no sujetas a regímenes
especiales (obligaciones, contratos, derechos reales, sucesiones, etc.).
El Derecho Civil se encontraba legislado por el Código Civil de Vélez Sarsfield de
1869 (ley 340), sus modificaciones (la principal la ley 17.711), y por las leyes civiles
incorporadas y complementarias.
Por su parte, el Derecho Comercial regula hoy a las empresas, a los negocios y a las
relaciones en el mercado (ver capítulo 1, punto 1).
El Derecho Comercial se encontraba legislado por el Código de Comercio, de Velez
Sarsfield y Acevedo, sancionado en 1859 para el Estado de Buenos Aires y en 1862 para la
Nación (ley 15), fue reformado en 1889 (ley 2637) ante la sanción del Código Civil, con
múltiples reformas posteriores, incorporaciones y leyes comerciales complementarias.
En cuanto a las relaciones entre uno y otro, sostiene la doctrina que el Derecho
Comercial es, respecto del Derecho Civil, “especial”, por tener instituciones y principios
propios, y “autónomo”, por constituir un todo orgánico con contenido, método y ámbito
propio.
También, a diferencia del derecho civil, el Derecho Comercial posee una tendencia
a la “universalidad” o “internacionalidad”, nacida de las relaciones comerciales
internacionales, por lo que sus reglas jurídicas se van uniformando en los diversos países,
sin perjuicio de los procesos de integración regional y armonización jurídica como la Unión
Europea y el Mercosur.-
Por tales motivos el derecho comercial no es un derecho de excepción frente a las
reglas del derecho civil sino que es un regulador de relaciones de naturaleza diversa.

5 Farina, Juan “El derecho del consumidor y el derecho comercial”, JA 2009-4, fasc.12, 23-12-09

4
Sin embargo, aún mientras tenían vigencia los dos Códigos por separado, no eran
disciplinas independientes sino vinculadas ya que el Código de Comercio disponía la
aplicación subsidiaria del derecho civil (Regla I del Título Preliminar y art. 207) e,
inversamente, se admitía la aplicación analógica del derecho comercial en materia civil
para la interpretación de los contratos.

La tendencia unificadora
Antes de la ley 26.994 ya existía una calificada tendencia doctrinaria que,
destacando las contradicciones e inseguridades resultantes del sistema de los “actos de
comercio” entonces vigente6, negando la existencia de una materia comercial “pre-legal”,
y siguiendo la orientación de algunas legislaciones (Suiza, Italia, Brasil), preconizaba la
unificación de las materias civil y comercial, sin perjuicio de admitir algún tratamiento
especial para determinadas situaciones y del mantenimiento del derecho mercantil como
disciplina con autonomía científica 7.
Dicha tendencia había intentado ser receptada legislativamente en nuestro país
habiéndose elaborado cuatro proyectos de código civil unificado, que fueron los
siguientes:
Primero: El Proyecto de Unificación de la Legislación Civil y Comercial, proveniente
de la Cámara de Diputados de la Nación (año 1987), que fue preparado por una Comisión
Honoraria que integraron los doctores Héctor Alegría, Atilio Aníbal Alterini, Jorge Horacio
Alterini, Miguel Carlos Araya, Francisco A. de la Vega, Horacio P. Fargosi, Sergio Le Pera y
Ana Isabel Piaggi. Fue sancionado por ambas Cámaras (ley 24.032) y vetado por decreto
presidencial (decreto 2719/91).
Segundo: La denominada Comisión Federal de la Cámara de Diputados de la
Nación elaboró, a su vez, otro proyecto de unificación, que fue sancionado por la Cámara
de Diputados de la Nación el 3 de noviembre de 1993; la Comisión Honoraria redactora
fue integrada por los doctores Héctor Alegría, Jorge Horacio Alterini, Miguel Carlos Araya,
María Artieda de Duré, Alberto Mario Azpeitía, Enrique C. Banchio, Alberto J. Bueres,
Osvaldo Camisar, Marcos M. Córdoba, Rafael Manóvil, Luis Moisset de Espanés, Jorge
Mosset Iturraspe, Juan Carlos Palmero, Ana Isabel Piaggi, Efraín Hugo Richard, Néstor E.
Solari, Félix Alberto Trigo Represas y Ernesto C. Wayar.-
Tercero: Un tercer proyecto, fue preparado a instancias del Poder Ejecutivo
Nacional por una Comisión creada por decreto del Poder Ejecutivo Nacional 468/92, cuyo
texto fue remitido al Senado de la Nación, y publicado en el Diario de Asuntos Entrados
del 13 de agosto de 1993; la Comisión Honoraria redactora estuvo compuesta por los
doctores Augusto C. Belluscio, Salvador Darío Bergel, Aída R. Kemelmajer de Carlucci,
Sergio Le Pera, Julio César Rivera, Federico Videla Escalada y Eduardo A. Zannoni.-
Cuarto: Por decreto 685/95 se creó una Comisión integrada por los doctores
Héctor Alegría, Atilio Aníbal Alterini, Jorge Horacio Alterini, María Méndez Costa, Julio
César Rivera y Horacio Roitman, la que elaboró un “Proyecto de Código Civil Unificado con

6Ver capítulo 3, punto 4.


7“Colección Elementos de Derecho Comercial”, Alberti, E.M. (Director), Ed.Astrea, Buenos Aires 1988: Nro.6:
Paz Couselo, Jose María “Código de Comercio Argentino. Estructura. Relaciones con el código civil.
Unificación”.

5
el Código de Comercio”, que fue elevado al Ministro de Justicia de la Nación el 18 de
diciembre de 1998 y aprobado por la Comisión de Legislación General de la Cámara de
Diputados de la Nación8.

La sanción del Código Civil y Comercial


El 23 de febrero de 2011 el P.E. Nacional dictó el Decreto 191/2011 por el cual creó
una “Comisión para la elaboración del proyecto de ley de reforma, actualización y
unificación de los códigos civil y comercial de la nación”.
La Comisión se integró con dos ministros de la Corte Suprema, Dres. Ricardo Luis
Lorenzetti y Elena Higton de Nolasco, y con la profesora y ex jueza de la Corte de
Mendoza, Dra. Aída Kemermajer de Carlucci.
Los tres juristas se dividieron entre sí el trabajo y contaron con la colaboración de
un nutrido grupo de noventa especialistas de las diversas ramas jurídicas, elaborando un
Anteproyecto.
El mismo fue presentado al Poder Ejecutivo el 27 de marzo de 2012, organismo
que por intermedio del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos practicó una revisión,
realizó supresiones e introdujo algunas modificaciones dando lugar al texto de un
Proyecto.
Dicho Proyecto fue remitido por el Poder Ejecutivo al Congreso por un Decreto que
estableció un plazo de 30 días para la constitución de una Comisión Bicamercal, y un plazo
de 90 días para expedirse.
Finalmente, el 1º de octubre de 2014 se sancionó la ley 26.994 que derogó al
anterior Código Civil y al anterior Código de Comercio (salvo algunos artículos sobre
navegación) y los reemplazó por un Código Civil y Comercial (CCCN), con vigencia a partir
del 1º de agosto de 2015 (ley 27.077).
También modificó a las leyes de consumidor (24.240) y de sociedades comerciales
(19.550) ahora denominada “ley general de sociedades” (LGS).
En lo demás, mantuvo la vigencia de todas las leyes complementarias civiles y
comerciales (art.5º, ley 26.994).

Fundamentos metajurídicos
Más allá de los debates jurídicos en torno al Código Civil y Comercial, lo cierto es
que existen cambios filosóficos, sociológicos y culturales en la sociedad argentina que lo
justifican.
Es así que hay que tener en cuenta que el paso de la “modernidad” a la
“postmodernidad” implicó el reemplazo de los valores absolutos por valores relativos y el
respeto a la forma de pensar y vivir de cada uno mientran no implique daño a los demás.

8En su momento, si bien admitíamos la posibilidad de unificar parcialmente las obligaciones y los contratos,
no compartíamos los proyectos unificadores en tanto implicaban la “comercialización” de las relaciones
ajenas al mercado. Hoy, desde una visión general sobre los cambios, ponderamos al nuevo Código sin dejar
de destacar sus defectos técnicos a la hora de delimitar al Derecho Comercial.

6
Al mismo tiempo hay que tener en cuenta que la Argentina pasó de una identidad
cultural definida a un “multiculturalismo” donde conviven las reglas de los criollos e
inmigrantes europeos con las de los descendientes de los pueblos originarios
latinoamericanos, las de los migrantes asiáticos y las que impone la constante
globalización cultural.
Dicha diversidad cultural explica soluciones legales “a la carta” como son la opción
por “matrimonios con comunidad de ganancias” o “con separación de bienes” o las
“uniones convivenciales”.
También dicha globalización lleva a imponer y difundir ciertos nuevos valores como
son los de la no discriminación, la protección de los derechos de niños y adolescentes y la
transparencia.
Es por eso que en el nuevo Código aparecen elementos de identidad
latinoamericana, de protección de derechos individuales y colectivos, y la afirmación de
los principios de igualdad de género, no discriminación y tutela de menores y personas
con capacidad restringida, junto a reglas que buscan dar seguridad jurídica a las
transacciones comerciales 9.

Algunas características
Existe a partir de agosto de 2015 una nueva regulación del “Derecho Privado
Argentino” cuyas principales características y novedades son las siguientes:
-Son fuentes del Derecho las leyes, la Constitución y los tratados de derechos
humanos, debiendo tenerse en cuenta la finalidad de la norma y ser interpretada por los
jueces conforme con los principios y valores jurídicos mediante decisiones
razonablemente fundadas, teniendo en cuenta la buena fe y no admitiendo el abuso de
derecho.
-Se favorece la capacidad de las personas humanas, la igualdad y el trato no
discriminatorio en todas sus formas.
-Se regulan en forma general y especial a las “personas jurídicas privadas” y se da
carácter de tal al “consorcio de propiedad horizontal”.
-Se admiten el matrimonio con separación de bienes, el divorcio unilateral y las
uniones convivenciales.
-Se formulan tres categorías de contratos: a) los “discrecionales”, con amplia
libertad; b) los de adhesión a cláusulas predispuestas, con restricciones; y c) los contratos
de “consumo”, regidos por normas especiales de tutela al consumidor.
-Se unifican los contratos civiles y comerciales existentes en una sola regulación.
-Se incorporan nuevos contratos: suministro, caja de seguridad, custodia, factoraje,
agencia, concesión, franquicia y arbitraje.
-Se unifican la responsabilidad civil contractual y la responsabilidad civil
extracontractual, introduciéndose la prevención del daño y un concepto ampliado de
“dolo”.

9Ver de Favier Dubois, E.M. (h) “Cambios y oportunidades en el Código Civil y Comercial. Empresas,
negocios, personas y familias”, Ed. Ad Hoc, Monografías, MG A 46, Buenos Aires Noviembre de 2015, en
coautoría con Lucia Spagnolo.

7
-Se regula una parte general de “títulos valores”, respetándose la preeminencia de
las leyes especiales (letra de cambio y pagaré, cheques, etc.) y se agregan reglas para el
caso de pérdida, sustracción o destrucción de títulos y de libros de registros.
-Se introducen nuevos “derechos reales” como son los “conjuntos inmobiliarios”,
el “tiempo compartido”, los “cementerios privados” y el derecho “de superficie”, que
antes era solo forestal.
-Se reduce la “porción legítima” que le corresponde a los herederos forzosos, se
admite el “pacto de herencia futura” en la empresa familiar, y se limitan los efectos de la
acción reipersecutoria contra terceros en casos de donaciones.
-Se reducen los plazos de prescripción liberatoria, pasando el plazo general de diez
a cinco años.
-Se establecen normas en materia de Derecho Internacional Privado en un capítulo
especial.

El Derecho Comercial hasta la sanción del Código unificado

Configuración normativa
Recordemos aquí que el Derecho Comercial es una “categoría histórica”, aparecida
en Occidente a fines de la Edad Media, que implica un proceso constante que ha llevado a
la aplicación de una ley especial, diferente a la ley ordinaria o civil, a ciertas personas y/o
bajo ciertas situaciones10.
Para ello el Derecho Comercial está integrado por dos clases de normas: las
“delimitativas” y las “prescriptivas”.
Las normas “delimitativas” son las que disponen en qué casos se aplica la ley
comercial. Son ejemplos de ellas las calificaciones como “actos de comercio” (art.8 Código
de Comercio derogado), “comerciante” (art.1º Código de Comercio derogado), “sociedad
comercial” (art.1º ley 19.550) y los presupuestos descriptos por el código de comercio
derogado para aplicar la ley comercial a ciertos contratos civiles.
Por su lado, las normas “prescriptivas” son las que disponen cuáles son las
consecuencias de aplicar la ley comercial, las que fundamentalmente consisten en:
a) la imposición de un estatuto especial a ciertos sujetos (comerciantes y
sociedades comerciales) consistente en exigencias en materia de “registro mercantil”
(identificación, capacidad y publicidad), “contabilidad legal” (información general sobre

10 Sobre Derecho Comercial en general puede verse: Anaya, Jaime “Código de Comercio y Leyes
complementarias comentados y concordados. Ed Omeba, tomo I, Arts. 1 a 42, Buenos Aires, 1965;
Etcheverry, Raul “Derecho Comercial y Económico”, Parte General, Ed. Astrea, Buenos Aires, 2008;
Fontanarrosa, Rodolfo A. “Derecho Comercial Argentino”, Parte General, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1997;
Rouillon, Adolfo A.N. (director), “Código de Comercio, comentado y anotado”, Ed. La Ley, tomo I, Buenos
Aires, 2005; Zavala Rodríguez, Carlos Juan “ Código de Comercio y leyes complementarias”, Ed Depalma,
Buenos Aires, 1964; Vítolo, Daniel Roque “Iniciación en el Estudio del Derecho Mercantil y de la Empresa”,
Ed. Ad Hoc, Buenos Aires, 2005; Halperín, Isaac y Butty, Enrique M. “Curso de derecho comercial”, Volumen
I, Parte General. Sociedades en General, Ed.Depalma, Buenos Aires, 2000; Le Pera, Sergio “Cuestiones de
Derecho Comercial Moderno”, Ed. Astrea, Buenos Aires, 1979; Gomez Leo, Osvaldo R. y Gomez Buquerín,
Gastón “Código de Comercio” Análisis jurisprudencial, ed. Depalma, Buenos Aires, 1993, volumen I.-

8
sus negocios) y “rendición de cuentas (información específica), como así para someterlos a
un régimen de presupuestos especiales para el concurso preventivo (exigencias contables)
y responsabilidades agravadas;
b) la aplicación de “soluciones distintas” (comerciales) a ciertas obligaciones y
contratos (arts. 207 en adelante del Código de Comercio derogado).
c) el sometimiento a la jurisdicción mercantil (art.6º Código de Comercio
derogado), o sea a tribunales diferenciados (que busca la especialización) y la práctica del
“arbitraje” comercial.
d) la vigencia de ciertos principios y reglas en materia interpretativa y de
representación.
e) la prescindencia de la causa en ciertas obligaciones para facilitar la circulación
del crédito.

Contenidos diferenciados
Históricamente, el Derecho Comercial se ha encargado de regular:
SUJETOS MERCANTILES INDIVIDUALES: que eran los Comerciantes 11 y los Agentes
Auxiliares de comercio (corredor, martillero, despachante de aduana, agente de bolsa,
etc.).
SUJETOS MERCANTILES COLECTIVOS: eran las sociedades comerciales.
ESTATUTO DE LOS SUJETOS MERCANTILES: Contabilidad, Publicidad (Registro
Público de Comercio), Rendición de cuentas, etc.
ORGANIZACIONES: básicamente las empresas y los comercios, con su régimen
especial de administración y representación (Factor de comercio y auxiliares) y de
transferencia (Transferencias de Fondos de Comercio).
NEGOCIOS DE INTERPOSICIÓN: a través de la regulación de los contratos entre
comerciantes, aplicables a las relaciones entre comerciantes y no comerciantes. Los
contratos entre no comerciantes se regían por el derecho civil.
CRÉDITO: por medio de la regulación de los “títulos de crédito” (letra de cambio,
pagaré, cheque, etc.), de la regulación de las garantías personales y reales (fianza, prenda,
etc.), y de la regulación del mercado de capitales.
MERCADOS: Se regulan algunos mercados en particular por su historia o
complejidad como los mercados financieros (bancarios), de capitales (mercados y bolsas,
etc.) y de seguros12. Tradicionalmente se excluyeron las actividades extractivas
(agropecuarias, pesca y minería), las de profesionales liberales y la compraventa de
inmuebles.
SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS: mediante la práctica del Arbitraje y la instauración
de una justicia especializada en temas comerciales: la Jurisdicción Mercantil.
INSOLVENCIA: por un régimen de concursos y quiebras aplicable a los
comerciantes y luego extendido a todo los sujetos.

11Fernandez, Raymundo y Gomez Leo, O. “De los comerciantes en general”, RDCO 1982 p.647
12 Favier Dubois (p), E.M. y Llistosella de Ravaioli, Amanda “Compendio de Derecho de Seguros”, Ed. La

Ley, Buenos Aires, 2002.

9
PLAZOS: rige el instituto de la Caducidad y plazos más breves para la Prescripción
de las acciones.
FUENTES, INTERPRETACIONES Y PRINCIPIOS propios como son la onerosidad,
profesionalidad, buena fe, celeridad, libertad de formas y pruebas, abstracción de la
causa, valor de usos y costumbres13, solidaridad, plazos breves, contratos sobre bienes
muebles y objetos futuros, protección del crédito, limitación patrimonial, publicidad,
secreto, protección de terceros y la conservación de las empresas14.

Funciones específicas
Finalmente, cabe recordar aquí que tanto en su historia como en la actualidad, el
derecho comercial está llamado a cumplir dos funciones fundamentales: facilitar los
negocios y fijar sus límites (ver capítulo 1 numero 1).

El Derecho Comercial en el Código Civil y Comercial

La técnica omisiva
El Código de Comercio argentino, aprobado por leyes 15 y 2637, ha sido
expresamente derogado por la ley 26.994, que sanciona al Código Civil y Comercial.
Este nuevo Código, no obstante su denominación de “Civil y Comercial”, no dedica
ningún capítulo especial a la materia “comercial”, ni siquiera al “empresario” o a la
“empresa”, tal como sí lo hace el Código Civil Italiano unificado de 1942, que presenta
todo un libro sobre el empresario, su estatuto, contabilidad y registro, denominado “Il
laboro”.
Tampoco hace el Código referencia alguna al “acto de comercio”, ni al
“comerciante”, ni a las “obligaciones de los comerciantes”, ni a los “agentes auxiliares de
comercio”, ni tampoco a la “jurisdicción mercantil”.
Es así que el código civil y comercial considera a las “personas” en forma unificada
y las clasifica como “personas humanas” o como “personas jurídicas” sin diferenciar entre
sujetos “comerciales” y “civiles”.
También en el nuevo código desaparece la diferencia entre contratos “civiles” y
contratos “comerciales”.
En materia de sociedades, no existe más la sociedad “civil” ni tampoco la sociedad
“comercial” ya que conformidad con las reformas de la ley 26.994 a la ley 19.550, la que
se denomina ahora “Ley general de sociedades”, hay un tratamiento único y no existe más
el “objeto comercial” para diferenciar entre sí a las sociedades “de hecho” 15.
Tampoco subiste un registro público “de comercio”, sino solamente un “registro
público” a secas, mencionado en muchas normas pero sin un régimen general que
contemple su ubicación territorial y funcional, el repertorio de actos inscribibles, los
procedimientos y los efectos de las registraciones.

13 Richard, Efraín H. y Romero, Jose I. “Los usos y costumbres en perspectiva actual” RDCO, 1997 p. 547.
14 Etcheverry, Raul A. “Derecho Comercial y Económico. Parte general”. Ed. Astrea, Buenos Aires, 2008, 6ª
reimpresión, p. 136 y stes.
15 Art. 21 ley 19.550, texto anterior.

10
Sin embargo, y como veremos de los análisis siguientes, y mas allá de la aparente
“unificación” del Derecho Privado, lo cierto es que la materia comercial subsiste con su
configuración normativa, con sus contenidos diferenciados y con sus finalidades en el
Código Civil y Comercial16.
No obstante ello, la omisión técnica en nombrar y en delimitar expresamente a la
materia comercial, que pareciera surgir de un “prejuicio nominalista” de los redactores del
Proyecto, crea dificultades y puede generar dudas al momento de interpretar la
pertenencia de concretas normas al sistema civil o al sistema comercial.

Los sujetos mercantiles


La nueva norma delimitadora de la materia comercial es el art. 320 del Código Civil
y Comercial (en adelante CCCN), que establece quiénes son los “obligados contables”, los
que por derivación serán los nuevos “sujetos mercantiles”.
Dice el art. 320: “Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas
privadas y quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una
empresa o establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier
otra persona puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus
registros o la rubricación de sus libros, como es establece en esta misma Sección”.
“Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluidas de las
obligaciones previstas en esta Sección las personas humanas que desarrollan
profesionales liberales o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas
en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación
o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejercicio
normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las
actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes
según determine la jurisdicción local”.
De ello se sigue que si bien en el Código no hay más “comerciantes” ahora
subsisten como “sujetos mercantiles individuales” las “personas humanas que realizan
una “actividad económica organizada”.
Asimismo, si bien han desaparecido las sociedades “comerciales”, son “sujetos
mercantiles colectivos”, en términos generales, todas las “personas jurídicas privadas”, en
tanto se les imponen obligaciones contables y, en algunos casos, de inscripción en el
Registro Público.
En particular, son “sujetos mercantiles colectivos” todas las “sociedades” de la ley
general de sociedades 19.550.
Analizaremos, seguidamente, estas categorías.

16 Ver de Favier Dubois, E.M (h) .-“La derogación del Derecho Comercial por el nuevo Código Civil: apariencia
y realidad”, La Ley T. 2005- A, p. 1104; y “Panorama del Derecho Comercial en el Nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación”, Nota introductoria de la obra de texto “Código Civil y Comercial de la Nación”, Edit.
Erreius, Buenos Aires, 2014, pp. 35 a 83 y en “Còdigo Civil y Comercial de la Nación. Aspectos relevantes
para contadores”, Ed. Errepar, Buenos Aires, 2015, pp. 9 a 62..

11
Las personas humanas con actividad económica organizada

Introducción
Conforme con el referido art. 320 se somete, entre otros sujetos y entes, a ciertas
personas humanas a la obligación de llevar contabilidad si las mismas “…realizan una
actividad económica organizada o son titulares de una empresa o establecimiento
comercial, industrial, agropecuario o de servicios”.
Esta categoría “especial” está compuesta por tres clases de personas humanas:
Las que realizan una “actividad económica organizada”,
Las que son titulares de una “empresa”, o sea los “empresarios”,
Las que son titulares de un “establecimiento” comercial, industrial, agropecuaria o
de servicios.
De tales categorías resulta que no solo los empresarios integran esta categoría
especial de personas humanas sino también quienes realizan una actividad económica
organizada que no llega a configurar una empresa y además quienes son titulares de un
establecimiento sin que tampoco se configure una empresa, a todos los que
denominaremos, con fines didácticos, como “cuasi-empresarios”.
Analizaremos brevemente a continuación los conceptos.

Sujetos con actividad económica organizada (cuasi empresarios)


A continuación consideramos qué sujetos integran esta clase.

El antiguo comerciante individual


Si bien desaparece en el nuevo código la figura del “comerciante”, quienes para el
Código derogado revestían tal calidad, en tanto realizan una actividad económica
organizada, mantienen ahora la obligación de llevar contabilidad, sean o no titulares de
una empresa o de un establecimiento.
En consecuencia, esta clase comprende a quien realiza una interposición en los
cambios asumiendo riesgos, actuando por “cuenta propia” en forma profesional, habitual
y con fin de lucro.
O sea que esta categoría comprende al “comerciante” que no llega a ser un
“empresario”.
Téngase en cuenta que desde el punto de vista conceptual, “comerciante” es quien
realiza una actividad de intermediación en el cambio de bienes.
El “empresario”, por su lado, es el titular de una empresa, entendiendo por tal la
actividad organizada de los factores de producción para producir bienes y servicios
destinados al mercado.
O sea que los conceptos no son idénticos.
Para algunos autores hay una relación de género (empresario) y especie
(comerciante).
A nuestro juicio, si bien todo empresario cumple alguna función de interposición y
todo comerciante organiza de algún modo los factores de producción, lo cierto es que ni
todo comerciante es titular de una “empresa”, lo que exige la existencia de una
“hacienda”, de “capital” propio y de “trabajo subordinado”, ni todo empresario

12
intermedia en “bienes”, por lo que los conceptos tienen una zona común y otras
diferenciadas.

Sujetos individuales que no era considerados comerciales


Dada la derogación de la figura del comerciante, y considerando que el concepto
de “actividad económica organizada” excede la noción del art. 1º del derogado Código de
Comercio, entendemos que hay sujetos “no comerciantes” que ahora se encuentran
obligados.
Es el caso, principalmente, de los prestados de servicios que no se interponen en el
comercio de bienes pero que despliegan una actividad económica organizada.
También aplica en esta categoría el caso del fiduciario persona humana cuando la
administración registra cierta complejidad.

Sujetos titulares de una empresa


En esta categoría se ubican las personas humanas que son “empresarios” o sea que
explotan una empresa sin exigirse que posean un establecimiento.
Se ha definido a la empresa como la organización en la cual se coordinan el capital
y el trabajo y que, valiéndose del proceso administrativo, produce y comercializa bienes y
servicios en un marco de riesgo. Además, busca armonizar los intereses de sus miembros y
tiene por finalidad crear, mantener y distribuir riqueza entre ellos17.
También se ha dicho que es una organización con finalidad económica y con
responsabilidad social, generadora de productos y servicios que satisfacen necesidades y
expectativas del ser humano18.
A nivel jurídico la empresa no tiene un estatuto propio por lo que debe atenderse
al régimen legal de sus diversos elementos descriptos, resultando de interés los aportes
del derecho tributario19 y del derecho laboral20.
La hacienda o fondo de comercio, será su elemento objetivo en tanto puede ser
objeto del negocio de “transferencia” regido por la ley 11.867 lo que implica, además,
cierta separación patrimonial entre acreedores del “fondo” y acreedores personales de las
partes.

17 Alvarez, Héctor F. “Administración. Un enfoque interdisciplinario y competitivo”, Ed. Eudecor,


Córdoba144., 2007, p. 144.
18 Laborada Castillo, Leopoldo y De Ouani, Elio Rafael “Fundamentos de gestión empresarial”, Ed. Valletta

Ediciones, Buenos Aires, 2009, p. 56


19 Conforme con el Dictamen Nro. 7/1980 de la Dirección de Asuntos Técnicos y Jurídicos de la AFIP, define

al término “empresa” para el impuesto a las ganancias como la “Organización industrial, comercial,
financiera, de servicios, profesional, agropecuaria o de cualquier otra índole que, generada para el ejercicio
habitual de una actividad económica basada en la producción, extracción o cambio de bienes o en la
prestación de servicios, utiliza como elemento fundamental para el cumplimiento de dicho fin la inversión
de capital y/o el aporte de mano de obra, asumiendo en la obtención del beneficio el riesgo propio de la
actividad que desarrolla” (www.biblioteca.afip.gov.ar)
20 Según el art. 5º de la ley de Contrato de Trabajo (20.744 y sus modificaciones) la empresa es “la

organización instrumental de medios personales, materiales e inmateriales, ordenados bajo una dirección
para el logro de fines económicos o benéficos”

13
El empresario será su elemento subjetivo, sea persona individual o jurídica, como
el sujeto que es titular de todas las relaciones jurídicas y responsable de ella en tanto la
organiza, dirige, explota y percibe sus resultados. un mismo empresario puede tener
varias empresas como unidades productivas independientes (Anaya). Por su lado, los
trabajadores, estarán regidos por las normas laborales, previsionales y sindicales
respectivas.
Por todo ello, el término “empresa” se utiliza en Derecho en forma ambigua ya
que, ora designará al establecimiento comercial o industrial, ora se referirá al empresario
titular y responsable de su acontecer, ora señalará la actividad cumplida, todo lo que exige
diferenciar en cada caso los alcances de la expresión.
Por su parte, el concepto de empresario ha evolucionado en el mundo de la
situación de empresario capitalista, como promotor, propietario y administrador, a una
concepción de empresario profesional, que solo promueve y administra a la empresa, sin
ser su dueño.21
En efecto, históricamente, las funciones del empresario pasaron de ser el
suministrador del capital (teoría de Carlos Marx) a otras: organizador de los restantes
factores de producción, tomador de decisiones dentro de la estructura empresarial,
tomador del riesgo del negocio.
Ahora bien, cuando las funciones descriptas están fragmentadas entre distintas
personas, o cuando el empresario no aporta capital porque lo toma prestado de terceros,
cuando traslada el riesgo mediante múltiples instrumentos jurídicos (seguros, opciones,
derivados, etc.), y cuando traslada la organización económica y las decisiones a asesores,
mandatarios o empleados, ¿qué es lo que define al empresario?.
Lo que lo define es ser “el centro” de una serie de contratos mediante los cuales la
empresa adquiere su configuración22.
Por su parte, para el derecho laboral lo que define al empresario es la “dirección y
organización de la empresa”.
Al respecto dice la ley que es “quien dirige la empresa por sí, o por intermedio de
otras personas, y con el cual se relacionan jerárquicamente los trabajadores, cualquiera
sea la participación que las leyes asignen a éstos en la gestión y dirección de la empresa”
(art. 5º, segunda parte, LCT).
También la ley laboral reconoce al empresario la facultad de organizar económica y
técnicamente la empresa (art. 64 LCT), lo que implica las siguientes potestades: a) de
organización; b) de dirección; c) disciplinaria; d) de variar unilateralmente ciertas
modalidades del trabajo; y e) de denunciar sin causa el contrato de trabajo.
Sin embargo, téngase en cuenta que en derecho laboral no siempre la noción de
“empleador” se identifica con la de “empresario” ya que hay empleadores que no revisten
tal calidad23.

21 Alvarez, Héctor F. “Administración. Un enfoque interdisciplinario y competitivo”, Ed. Eudecor,


Córdoba144., 2007, p. 147.
22 Cabanellas, Guillermo “La concepción de la empresa en el análisis económico del derecho” en la bora

colectiva “Tratado de la Empresa”, Buenos Aires, 2010, Ed. Abeledo Perrot, tomo II-A p. 314.-
23 Etala, Carlos E. “La empresa en el derecho del trabajo”, en la obra colectiva “Tratado de la Empresa”,

Buenos Aires, 2009, Ed. Abeledo Perrot, tomo 1, p. 287.-

14
Sentado ello, el concepto de “empresario” permite distinguir diversas categorías o
roles que pueden o no coincidir en una misma persona: a) el empresario “de título”, que
es el sujeto titular de la empresa y responsable por sus obligaciones; b) el empresario “de
gestión” que es quien dirige la empresa24; y c) el empresario “de riesgo” que es el
accionista o socio de la sociedad.
Además, debe tenerse presente la existencia de un empresario “indirecto”, como
es el caso de la persona humana controlante de la sociedad titular de la empresa, sujeto a
las responsabilidades societarias (art.54 ley 19.550) y concursales (art.161 inc.2º ley
24.522) pertinentes.
Sin embargo, no hay dudas que esta categoría de obligados a llevar contabilidad
comprende solo al “empresario de título”.

Titularidad de “un establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios”


En un primer análisis parecería una reiteración de la categoría anterior ya que
generalmente el empresario es titular de un establecimiento.
Sin embargo, consideramos que la inclusión de la titularidad de un establecimiento
como categoría especial obedece a dos razones que se vinculan a las dos nociones que
existen sobre “establecimiento”: una “vulgar” y una “técnica” o “jurídica” 25.
En la “vulgar”, establecimiento es el mero asiento material de las actividades de su
titular (local, oficina, galpón, edificio, etc.) 26.
En la jurídica, se define al establecimiento como el “conjunto de bienes”
organizados por el empresario para el ejercicio de su actividad profesional,
identificándose con la “hacienda”
Es claro que la “empresa” y el “establecimiento comercial, industrial, agropecuario
o de servicios” no son lo mismo, en primer lugar, porque el “establecimiento” es, en todo

24 Es el concepto de “empresario”, del art. 5º, segunda parte, de la Ley de Contrato de Trabajo.
25 Rojo, Angel “El establecimiento mercantil. Concepto. Clases. Elementos”, en “Curso de Derecho
Mercantil”, Uría-Menendez, Ed. Civitas, Madrid 1999, p. 100.
26 El art. 2 de la Ley de Impuesto a la Ganancia Mínima Presunta se refiere más al sentido “vulgar” (lugar

físico de la actividad) que al “jurídico” (hacienda de la empresa) ya que dice: “Son establecimientos estables
a los fines de esta ley, los lugares fijos de negocios en los cuales una persona de existencia visible o ideal,
una sucesión indivisa, un patrimonio de afectación o una explotación o empresa unipersonal desarrolle,
total o parcialmente, su actividad y los inmuebles urbanos afectados a la obtención de renta.Están incluidos
en este inciso, entre otros:- Una sucursal.- Una empresa o explotación unipersonal- Una base fija para la
prestación de servicios técnicos, científicos o profesionales por parte de personas de existencia visible.- Una
agencia o una representación permanente.- Una sede de dirección o de administración.- Una oficina.- Una
fábrica.- Un taller.- Un nmueble rural, aun cuando no se explote.- Una mina, cantera u otro lugar de
extracción de recursos naturales.- Una ejecución de obra civil, trabajos de construcción o de montaje.- El uso
de instalaciones con fines de almacenaje, exhibición o entrega de mercaderías por la persona, patrimonio de
afectación, empresa o explotación unipersonal o sucesión indivisa, a quienes éstas pertenecen y el
mantenimiento de existencias de dichas mercaderías con tales fines.- El mantenimiento de un lugar fijo de
negocios para adquirir mercaderías o reunir informaciones para la persona, patrimonio de afectación,
empresa o explotación unipersonal o sucesión indivisa, así como también con fines de publicidad, suministro
de información, investigaciones técnicas o científicas o actividades similares, que tengan carácter
preparatorio o auxiliar para la persona, patrimonio de afectación, empresa o explotación unipersonal o
sucesión indivisa”.

15
caso, una parte de la empresa (hacienda o sustrato material) que no puede identificarse
con el todo (que incluye la organización y la actividad además del personal, know how,
etc.).
Según el art.1º de la ley 11.867, que en su conjunto alude a la noción “jurídica”,
son elementos constitutivos de un establecimiento comercial o fondo de comercio: “…las
instalaciones, existencias en mercaderías, nombre y enseña comercial, la clientela, el
derecho al local, las patentes de invención, las marcas de fábrica, los dibujos y modelos
industriales, las distinciones honoríficas y todos los demás derechos derivados de la
propiedad comercial e industrial o artística”
A nuestro juicio, la inclusión en la categoría de obligados contables por ser titulares
de un establecimiento obedece a las siguientes razones.
La primera, es cubrir los casos posibles y extremos de “empresario” sin
“establecimiento”, y de “establecimiento” sin “empresario”27, tomando la noción jurídica.
La segunda consiste en cubrir los casos de establecimiento en sentido “vulgar”
pero siempre, claro está, que exista “actividad económica organizada”.

Diferencias entre “actividad económica organizada”, “empresa” y “establecimiento”


Desde cierto punto de vista podrían llegar a identificarse la “actividad económica
organizada” con la “empresa”, tal como resulta del art. 2082 del Código Civil Italiano de
1942, y conceptuarse al “establecimiento” como el elemento material de esta última: la
“hacienda” (art.2555 del mismo Código).
Sin embargo, en el nuevo Código Civil y Comercial, se trata de elementos
diferentes, a pesar de su apariencia28.
En efecto, al estar previstas en el art. 320 en forma diferenciada las personas
humanas que realizan una “actividad económica organizada”, de las titulares de “una
empresa” y de las titulares de un “establecimiento comercial, industrial, agropecuario o
de servicios”, se les está asignando contenidos diferenciados a cada una de esas
categorías económicas.
Corrobora tal conclusión la circunstancia que, además, la ley establece una
graduación diferente entre “actividad económica organizada” cuando no es ejecutada u
organizada en “forma de empresa” de cuando sí lo es, permitiendo que el profesional
liberal o el productor agropecuario no tengan obligación de llevar contabilidad en el
primer caso (art. 320, segundo párrafo)29.
En forma concordante cabe señalar que la ley tampoco identifica a la titularidad de
una “empresa” con la titularidad de un “establecimiento”, lo que predica la posibilidad de

27 Fontanarrosa, Rodolfo A. “Derecho Comercial Argentino”, Parte General, Ed. Zavalía, Buenos Aires, 1997
p. 200.
28 Bello Knoll, Susy Ines “La obligación de llevar contabilidad en el Código Civil y Comercial” en “El nuevo

Código Civil y Comercial de la Nación, efectos en materia Societaria y Concursal”, Ed. D&D, Buenos Aires,
2015, p. 189.
29 Tal diferenciación de efectos legales deja sin sustento la postura que entiendo que los tres conceptos

aluden al mismo presupuesto. Ver Fridman, Susana A. y Pereira, Mauro N. “Consideraciones críticas sobre el
ámbito de aplicación del art. 320 del código civil y comercial de la Nación”, en “Los aspectos empresarios en
el Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación", Ed. Fidas, Buenos Aires, 2015, p. 185.

16
que exista empresa sin establecimiento, o sea sin un “local” que concentre los bienes y
servicios.
Vale decir que la ley computa aquí al establecimiento “físico”, o sea en sentido
vulgar y no en sentido jurídico30, por lo que puede haber “establecimiento” sin que éste
sea necesariamente la “hacienda” de una empresa.
Es por eso que, en el ordenamiento legal, puede haber personas humanas
dedicadas a profesiones liberales o dedicadas a actividades agropecuarias (y conexas),
que, no obstante tener “actividad económica organizada” y poseer un “local o
establecimiento” en sentido vulgar (oficina o campo), no las “ejecuten” ni “organicen” en
forma de “empresa” y, por ende, no estén obligadas a llevar contabilidad.
En definitiva, la “actividad económica organizada” sería el género, y tanto la
“empresa” como el establecimiento serían dos especies, diversas entre sí.
La “actividad económica organizada”, como género, supone la reiteración de actos
bajo una organización que funciona como unidad independiente de su titular, con fines o
efectos económicos.
La “empresa” implica una actividad económica organizada con mayores elementos
cuantitativos y cualitativos diferenciadores (ver capítulo 5).
Finalmente, el “establecimiento” será la actividad económica organizada que
presente, además, una sede o lugar físico de desarrollo de actividades.

Los agentes auxiliares


No obstante no ser mencionados por el art. 320, ni haberse en el nuevo Código
reglamentado sus profesiones, los agentes auxiliares de comercio, como son los
corredores, martilleros31, despachantes de aduana 32, agentes de seguros33, auxiliares
bursátiles34, etc., mantienen sus estatutos profesionales especiales, incluyendo la
matriculación y la contabilidad, lo que implica que continúan como agentes auxiliares de
comercio (ver capítulo 12).
En el caso del corredor, el mismo está sujeto a un estatuto especial, que hoy
continúa regulado por la ley 20.266 a partir de su modificación por ley 25.028, que le exige
un título universitario, su matriculación, libros especiales y determinados deberes,
responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de policía sobre la
matrícula, que es de carácter local.
Al respecto, consideramos que la regulación del “contrato de corretaje” por los
arts. 1345 a 1355 del nuevo Código no obsta a la vigencia de la ley especial, que no fue
derogada sino parcialmente (art. 3º inc. c, ley 26994), sobre todo porque el art. 1355

30 Rojo, Angel “El establecimiento mercantil. Concepto. Clases. Elementos”, en “Curso de Derecho
Mercantil”, Uría-Menendez, Ed. Civitas, Madrid 1999, p. 100.
31 Favier Dubois (p), E.M. “Nuevo estatuto profesional del martillero público”, Ed. El Coloquio, Buenos Aires,

1974
32 Art. 36 y stes. del Código Aduanero (ley 22.415 y sus reformas).
33 Ley 22.400 de Productores y Asesores de Seguros.
34 Ver ley de Mercado de Capitales 26.831 que define en su art. 2º una serie de personas humanas que

pueden actuar como auxiliares bursátiles como son los “agentes registrados”, los “agentes productores de
agentes de negociación”, y “agentes de colocación y distribución”.

17
establece que las reglas del contrato “no obstan a la aplicación de las disposiciones de
leyes y reglamentos especiales”.
Por su parte, el martillero, que es quien realiza remates en forma habitual y
profesional, está sujeto al estatuto especial establecido por la ley 20.266, modificada por
ley 25.028, que exige título universitario, matriculación, libros especiales y los somete a
una serie de deberes, responsabilidades y sanciones estableciendo un verdadero poder de
policía sobre la matrícula35, que es local.
Tratándose de una ley especial no derogada, rige la obligación contable del art. 15
de la ley 20.266.
Respecto de otros agentes auxiliares, como son los despachantes de aduana,
agentes de seguros y auxiliares bursátiles, continúan rigiendo las obligaciones contables
que resulten de normas especiales no derogadas directamente por el código.

Los sujetos colectivos

Las personas jurídicas privadas


El art. 320 obliga a llevar contabilidad a todas las personas jurídicas privadas, a las
que en algunos casos también se les exige inscripción registral como es el caso de las
“sociedades” y de las “asociaciones civiles”.
Las “personas jurídicas privadas”, son las enumeradas por el art. 148 del nuevo
Código, gozan de personalidad jurídica diferenciada de sus miembros y administradores, y
se les aplican, además de las normas especiales previstas para cada una, las normas
generales establecidas por los arts. 150 a 167 del nuevo Código.
Son “personas jurídicas privadas” en el Código las siguientes:
Las sociedades,
Las asociaciones civiles,
Las simples asociaciones,
Las fundaciones,
Las iglesias y entidades religiosas,
Las mutuales,
Las cooperativas,
El consorcio de propiedad horizontal y
Los entes mencionados por otras leyes con similar finalidad y normas de
funcionamiento.
Ahora bien, salvo el caso de las sociedades, tales personas jurídicas privadas no
tienen fin de lucro como objeto específico, por lo que su inclusión como “sujetos
mercantiles” debe considerarse relativa a sus obligaciones contables, en su caso de
registro y, eventualmente, para la aplicación de alguna regla por analogía.
En cambio, las sociedades, regidas por la Ley General de Sociedades 19.550, son los
plenos y principales sujetos mercantiles colectivos, de los que nos ocuparemos
seguidamente.

35Ver un caso de destitución del martillero y cancelación de su matrícula en el Plenario de la Cámara


Comercial del 14-12-36 en autos “Migoya, Mauricio (LL 13-593), por haber vendido bienes propios.

18
Las sociedades
La ley 26.994, de sanción del Código Civil y Comercial, también modifica a la ley
19.550 de sociedades “comerciales”, sustituyendo su denominación por la de “Ley
General de Sociedades”, e introduciendo diversas modificaciones 36.
En el punto hay que tener presente que el proyecto de la Comisión Redactora no
fue el finalmente consagrado en el texto legal, motivo por el cual los “Fundamentos” de la
ley 26.994 solo tienen utilidad parcial.
En este capítulo solo queremos señalar algunos principios y características
relevantes de la reforma societaria, remitiendo al estudio más particularizado de la
materia societaria que se realiza en los capítulos 13 y 14 de la presente obra.
Como principios destacamos los siguientes:
Un nuevo concepto de sociedad que contiene la exigencia de que haya empresa
para que exista sociedad, habiéndose derogado a las sociedades “civiles” (art.1° ley
19.550) y exigido a los contratos asociativos que no tengan configuración societaria.
El reconocimiento del derecho al fraccionamiento patrimonial fundado en
unidades de negocios distintas de una misma persona, siempre que configuren una
empresa autosustentable, consagrado por el sistema de “Sociedad Anónima Unipersonal”
(SAU) del art. 1° de la ley 19.550.
La autonomía de la voluntad para la libertad en la conformación de sociedades, el
debido cumplimiento de los contratos, aunque no estuvieren inscriptos, y la limitación de
la responsabilidad a lo obrado por cada uno, restringiendo los casos de responsabilidad
solidaria en las sociedades “simples” o de la Sección IV de la ley de sociedades.
La ampliación de la capacidad de las personas humanas y personas jurídicas para
ser socias de sociedad.
La tutela de la continuación de la empresa por el mecanismo de impedir la
liquidación, aun cuando quede reducida a un solo socio, facilitando la reactivación en
todos los casos y eliminando los efectos liquidatorios de las nulidades.
La aplicación de reglas del Código Civil y Comercial en materia de personas
jurídicas privadas, transferencias y títulos valores.
A continuación se analizarán brevemente esos conceptos.

La “sociedad empresarial”
El artículo primero de la actual Ley General de Sociedades, establece que “Habrá
sociedad si una o más personas, en forma organizada conforme a uno de los tipos
previstos en esta ley, se obligan a realizar aportes para aplicarlos a la producción o
intercambio de bienes o servicios, participando de los beneficios y soportando las
pérdidas…”
Al haber desaparecido el régimen de las sociedades civiles de los arts. 1648 y
siguientes del derogado código civil (ley 340), que no exigía, para que exista sociedad, la

36Vitolo, Daniel “Reformas a la ley general de sociedades 19.550”, Ed. Rubinzal-Culzoni, Buenos Aires-Santa
Fe, 2015, tomos I y II; Nissen, Ricardo “Incidencias del Código Civil y Comercial.” Dircción Alberto Bueres,
Nro.14 Derecho Societario”, Ed. Hammurabi, Buenos Aires Septiembre 2015; Perciavalle, Marcelo “Ley
General de Sociedades Comentada”, Ed. Errius, Buenos Aires, 2015.

19
“forma organizada”, ni la aplicación de los aportes a “la producción e intercambio de
bienes y servicios”, resulta que en el concepto legal actual de la “sociedad” resulta
imprescindible el “objeto empresario”, o sea la existencia de una organización para la
producción e intercambio de bienes y servicios.
Por su parte, el art. 1442 del Código Civil y Comercial, entre las disposiciones
generales para los contratos asociativos, dispone que éstas se aplican a todo contrato de
colaboración, de organización o participativo, con comunidad de fin, “que no sea
sociedad”.
De tal suerte, toda asociación de dos o más personas, con fines de lucro, donde
haya aportes para obtener utilidades de su aplicación, pero sin explotar una empresa no
es sociedad y queda subsumida en algunas de las figuras de los “contratos asociativos”,
que en el código son contratos sin personalidad jurídica (arts.1442 a 1478).
En definitiva, a partir de la ley 26.994, las sociedades no se denominan más
“comerciales” pero deben ser todas “empresarias”.

Las “sociedades anónimas unipersonales”


La ley 26.994, entre otras modificaciones, introduce la figura de la “sociedad
anónima unipersonal”37.
Los requisitos de esta nueva categoría son relativamente simples38: solo se admite
que sean unipersonales las sociedades anónimas (art.1º), se trata de un acto jurídico
unilateral, no puede ser único socio otra sociedad anónima unipersonal (art.1º) 39, la
denominación debe ser “sociedad anónima unipersonal, su abreviatura o la sigla “S.A.U.”
(art. 164); la integración del aporte debe ser un 100% al momento de la constitución
(art.187), están sujetas a fiscalización estatal permanente (art. 299 inc.7º), lo que implica
que deban tener sindicatura plural (art.284, segundo párrafo, ley 19.550) y directorio
plural en forma obligatoria (art.255, segundo párrafo, ley 19.550) 40.
Lo que queda claro es que la nueva figura no atiende a la problemática de la
limitación de la responsabilidad del empresario individual.

37 Era un tema recurrente de los últimos proyectos legislativos, aunque con diversos alcances en cada caso.
Ver Favier Dubois (h), E.M. “ L os l ím it e s de la s o c i e d ad uni pe r s on a l y e l ab an do no de l a
e mpr e s a e n e l nue vo c onc e p to d e s o c i e d ad” , e n “ N ue v as pe rs pe c t iv as e n e l d e re c h o
s oc i e tar i o y e l An te pr oye c t o de re fo rm a d e la L e y de s oc ie da de s c o me r c i al e s ” , B u e no s
Air e s , 2 0 05 , E d. Ad H o c , p. 8 9 .
38 Ello no quita que se plantean grandes incertidumbres en los casos de sociedades originariamente

unipersonales que no se sometan a las reglas de la S.A.U. Ver al respecto Molina Sandoval, Carlos A.
“Sociedades anónimas unipersonales” en LL 2014-F, diario del 9-12-14, p. 1 y stes.
39 Pensamos que la incapacidad se refiere solo a las sociedades anónimas unipersonales argentinas pero que

no afecta a las sociedades extranjeras unipersonales, regidas por sus propias leyes en materia de capacidad
de participar en otras.
40 Ver Vítolo, Daniel “La errónea regulación de las sociedades unipersonales en la reforma a la ley de

sociedades propuesta en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación- Anexo II-“, en la obra “Las
Reformas al Derecho Comercial en el Proyecto de Código Civil y Comercial de la Nación”, Ed. Legis, Buenos
Aires, 2012 p. 287 y stes.

20
Las sociedades “simples”
El nuevo texto de la ley de sociedades da una importancia fundamental al principio
de autonomía de la voluntad, reduce el régimen de responsabilidades y cambia
fundamentalmente el régimen de la sociedad simple o informal o de la Sección IV, o sea el
que aquella que no acudió a instrumentarse como una sociedad “típica” (SRL, S.A., etc.) y,
por ende, se regía hasta ahora por las reglas de las “sociedades de hecho” (arts. 21 a 26
ley 19.550).
La ley 26.994 modifica tales artículos para crear una nueva categoría societaria a la
que denomina “de la Sección IV”, y que se corresponde al concepto de “sociedades
simples o informales” y agrupa, en una misma regulación, a las que hoy son las
“sociedades civiles” (con objeto empresario), las “sociedad de hecho o irregulares” y las
sociedades “nulas o anulables por atipicidad o falta de requisitos formales”.
Pues bien, a diferencia de lo que ocurría con la ley 19.550, en el nuevo texto el
contrato sí puede ser invocado entre los socios y sus cláusulas pueden oponerse contra los
terceros que las conocían al contratar, incluso respecto de quién representa a la sociedad,
todo lo que evita conflictos entre los socios y también con terceros.
También la sociedad podrá adquirir bienes registrales a su nombre, por un acto de
reconocimiento de todos los socios, permitiendo separar los bienes personales de los
bienes afectados a la empresa familiar.
Además, y esto es muy importante, salvo pacto expreso o que se trate de una
sociedad “colectiva” que no pudo inscribirse, la responsabilidad de los socios por las
deudas de la sociedad no es solidaria e ilimitada como ahora, sino que pasa a ser
mancomunada y divida en partes iguales.
Finalmente, el pedido de disolución de un socio no opera si hay plazo pactado y, si
no lo hay, opera recién a los noventa días pero permite a los restantes continuar con la
sociedad pagando la parte social a los salientes, todo lo que garantiza la continuidad.

La capacidad para ser socio


El nuevo texto supera a la limitación de la ley anterior, que solo permitía a los
cónyuges ser socios de sociedades en las que tengan responsabilidad limitada, y los
autoriza, aún cuando se trate de un matrimonio bajo régimen de comunidad de ganancias,
a integrar cualquier tipo de sociedad, incluyendo a las simples o informales de la Sección
IV recién referidas (nuevo art. 27 L.G.S.).
Vale decir, desaparece la actual contingencia de que a una sociedad “comercial de
hecho” entre marido y mujer, o con hijos y nueras, se la repute como nula y se le exija la
liquidación y/o se le impida la “regularización”.
En cuanto a las sociedades por acciones, se admite que puedan ser socias de otras
sociedades por acciones, de SRL y que puedan ser parte de contratos asociativos (art.30),
lo que despeja para siempre los fantasmas de la incapacidad, de la sociedad de hecho, y
de la posibilidad de invocar el contrato, en el caso de los “joint ventures”, “consorcios” y
demás alianzas estratégicas entre empresas.

Los impedimentos para la liquidación de sociedades


Se establecen al respecto los siguientes mecanismos:

21
La unipersonalidad sobreviniente
Ya no va a ser causal de disolución en ningún tipo social (arts. 94 y 94 bis.)
Si se trata de sociedad en comandita simple, por acciones o de capital e industria,
al convertirse en unipersonal se transforman automáticamente en S.A. Unipersonal, si no
deciden otra cosa en los tres meses (art. 94 bis).
Nada se dice sobre qué pasa cuando una SRL o una Sociedad Colectiva, o incluso
una S.A., que no sea una SAU, quedan con un único socio, tema que deberá ser despejado
por la doctrina, al igual de qué pasa si las comanditas o la de capital e industria devenidas
unipersonales no se ajustan a los requisitos de la SAU (omiten designar tres directores y
tres síndicos y no se someten al contralor estatal permanente).
En caso de exclusión en sociedad de dos socios, el inocente asume el activo y
pasivo social, sin perjuicio del art. 94 bis.

Derogación de la nulidad por atipicidad


Desaparecen la nulidad de la sociedad atípica y la anulabilidad por ausencia de
requisitos esenciales no tipificantes (art. 17).
La omisión de requisitos esenciales tipificantes o no tipificantes, o la inclusión de
elementos incompatibles con el tipo social, priva a la sociedad de los efectos del tipo y la
sujeta a la Sección IV (“sociedades informales”).

Generalización del instituto de la reactivación societaria


El art. 100 de la ley general de sociedades permite que cualquier causal de
disolución pueda ser removida bajo las siguientes condiciones: a) decisión del órgano de
gobierno; b) eliminación de la causal disolutoria; c) viabilidad económica y social de la
subsistencia de la actividad de la sociedad; d) no haberse cancelado la inscripción
registral; e) dejando a salvo los derechos de terceros y las responsabilidades asumidas.
El instituto de la reactivación también está legislado en materia de personas
jurídicas privadas, con menores requisitos (art. 166 del código civil y comercial).

Aplicación de reglas del Código Civil y Comercial


Se presentan en los siguientes casos.

Normas de las personas jurídicas privadas


Al haberse calificado en el nuevo código a las sociedades como personas jurídicas
privadas (art. 148 inc.a), les resultan aplicables una serie de normas en forma subsidiaria a
las normas imperativas de la ley de sociedades y a las reglas del acto constitutivo y
reglamentos (art. 150).
Entre dichas normas pueden destacarse de interés:
-Su existencia comienza desde la constitución (art. 142).
-La inoponibilidad de la personalidad jurídica no puede afectar los derechos de
terceros de buena fe (art. 144 in fine).
-La participación del Estado no modifica su carácter privado (art. 149).

22
-Las personas jurídicas privadas constituídas en el extranjero se rigen por las
normas de sociedades constituídas en el extranjero de la ley general de sociedades (art.
150 in fine).
-El nombre social está sujeto a requisitos de veracidad, novedad y aptitud
distintiva, tanto respecto de otras denominaciones sociales como de marcas y otras
designaciones, sin poder inducir a error (art. 151).
-Las modificaciones no inscriptas producen efectos desde su otorgamiento y son
oponibles a los terceros que las conozcan (art. 157).
-Si en los estatutos no hay previsiones especiales y lo consienten todos los que
deben participar del acto, se admiten las asambleas a distancia (art. 158 a)
-Se admiten las asambleas y reuniones “autoconvocadas” si todos concurren y el
temario se aprueba por unanimidad (art. 158 b).
-Los administradores deben implementar sistemas preventivos para evitar el
conflicto de intereses (159).
-En caso de bloqueo de las decisiones en una administración colegiada, el
presidente o algún administrador puede ejecutar los actos conservatorios, convocando a
asamblea dentro de los diez días, la que puede conferirle facultades extraordinarias para
actos urgentes o necesarios (art. 161).

Transferencias de acciones
Si se trata de bienes gananciales, el Código exige expresamente el asentimiento del
otro cónyuge para enajenar o gravar acciones nominativas no endosables y las no
cartulares, con excepción de las autorizadas para la oferta pública (art.470 b), sin perjuicio
de que su infracción no es oponible a terceros portadores de buena fe (art. 1824).
Ahora bien, siendo las acciones títulos valores (art. 226 ley de sociedades), y dado
que el art. 1815, segunda parte, del nuevo Código dispone que las referencias a bienes
registrables no se aplican a tales títulos valores, cabe considerar que la acción
reipersecutoria del legitimario contra los terceros adquirentes de bienes registrables no
procede en el caso de donación de acciones.

Normas de los títulos valores


Por otra parte, el Código regula la expedición de comprobantes de saldos de títulos
valores no cartulares (art. 1851), en norma aplicable a las “acciones escriturales” (art.208
último párrafo, ley de sociedades) y también, en normativa aplicable al libro de Registro
de Acciones (art.213 ley de sociedades), el Código establece en los arts. 1876 a 1881 un
procedimiento de denuncia, publicaciones, verificaciones ante un perito judicial y
sentencia judicial ordenando confeccionar un nuevo libro y las inscripciones respectivas.

El estatuto de los sujetos mercantiles


Definidos los sujetos mercantiles individuales (personas humanas con ciertas
actividades y auxiliares de comercio) y los sujetos mercantiles colectivos (sociedades),
corresponde ahora analizar las normas que componen su “estatuto”, esto es, el conjunto
de derechos y obligaciones derivados de tal calidad.

23
Los principales derechos y obligaciones son los deberes contables (contabilidad), la
publicidad registral (la matrícula en el registro mercantil), las reglas de representación
comercial y la rendición de cuentas.

La contabilidad obligatoria
La norma básica en la materia es el art. 320 del Código Civil y Comercial, el que
dispone:
“Están obligadas a llevar contabilidad todas las personas jurídicas privadas y
quienes realizan una actividad económica organizada o son titulares de una empresa o
establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios. Cualquier otra persona
puede llevar contabilidad si solicita su inscripción y la habilitación de sus registros o la
rubricación de sus libros, como es establece en esta misma Sección”.
“Sin perjuicio de lo establecido en leyes especiales, quedan excluídas de las
obligaciones previstas en esta Sección las personas humanas que desarrollan
profesionales liberales o actividades agropecuarias y conexas no ejecutadas u organizadas
en forma de empresa. Se consideran conexas las actividades dirigidas a la transformación
o a la enajenación de productos agropecuarios cuando están comprendidas en el ejercicio
normal de tales actividades. También pueden ser eximidas de llevar contabilidad las
actividades que, por el volumen de su giro, resulta inconveniente sujetar a tales deberes
según determine la jurisdicción local”.
Ahora bien, ese nuevo texto debe complementarse, en primer lugar con otras
disposiciones contables del mismo código unificado y, en segundo término, con lo que
surge de leyes especiales no derogadas por la nueva legislación.
De ello resulta que en el nuevo universo normativo resulta que los obligados a
llevar contabilidad pueden ser agrupados en cuatro categorías, a saber:
Las “personas jurídicas privadas”, donde el fundamento de la exigencia contable
debe buscarse, ora en su recurrencia habitual al crédito (sociedades y cooperativas), ora
como una forma de rendición calificada de cuentas por la administración de intereses de
terceros (los restantes casos).
Las “personas humanas que desarrollan ciertas actividades económicas”, como son
el ejercicio de una actividad económica organizada, la titularidad de una “empresa” y la
titularidad de un “establecimiento comercial, industrial o de servicios”. El fundamento
debe buscarse en la “recurrencia habitual al crédito” propio de estas actividades.
Los “agentes auxiliares del comercio” regidos por normas especiales, como es el
caso de martilleros y corredores. El fundamento debe buscarse en su conexión, por
intervención o facilitación, con operaciones económicas que interesan a terceros.
Los “entes contables ‘organizados’ sin personalidad jurídica” expresamente
obligados por ley, como es el caso de las Agrupaciones de Colaboración, Uniones
Transitorias y Consorcios de Cooperación. El fundamento de la obligación contable estaría
en una calificada rendición de cuentas de los administradores y representantes a los
partícipes de estos contratos.
La contabilidad obligatoria determina una serie de obligaciones y derechos que se
analizan en el capítulo 9, al que remitimos.

24
La publicidad registral41
El Código Civil y Comercial no prevé expresamente la inscripción registral o
matriculación de todos los sujetos mercantiles.
En efecto, prevé la inscripción de los sujetos mercantiles colectivos, como son las
sociedades (art. 5° ley 19.550) pero nada establece expresamente respecto de la
matriculación de los sujetos mercantiles individuales, como son las personas humanas con
actividad económica organizada y los titulares de empresas y establecimientos.
Sin embargo, entendemos que en tales casos, como los obliga a llevar contabilidad,
la solicitud de “rubricación” de libros o de “autorización” de contabilidad informática,
debe hacerse acompañada de los antecedentes del sujeto o ente que justifiquen su
calidad de obligado, los que al quedar depositados en el Registro Público como
antecedentes para nuevas rúbricas cumplirán una función de matricidad y de publicidad
material.
Cabe agregar que en el caso de la contabilidad “voluntaria” el Código
expresamente prevé la necesidad de formular una “solicitud de inscripción” previa a la
habilitación de sus registros o la rúbrica de sus libros (art. 320, primer párrafo, in fine) lo
que corrobora la conclusión antecedente.
En cuanto al Registro Mercantil propiamente dicho, el Código Civil y Comercial
alude al “Registro Público” o a “Registros locales”, sin establecer ningún tipo de
reglamentación en cuanto a la organización del Registro y a los presupuestos de las
inscripciones.
Sin embargo, frente a dicha omisión y ante el mantenimiento de las leyes
incorporadas y complementarias del antiguo Código de Comercio, deben entenderse
vigentes y aplicables las normas locales sobre Registros Públicos de Comercio (leyes
21.768 y 22.316, entre otras), que ahora pasarán a llamarse solamente “Registros
Públicos”.
Remitimos, en lo demás, al capítulo respectivo (capítulo 10).

La representación en los establecimientos comerciales


En materia de lo que era la representación comercial, si bien el nuevo Código no
regula al factor de comercio ni al dependiente, lo cierto es que en el art. 367, dentro de la
sección sobre representación voluntaria, bajo el título de “representación aparente”,
incorpora soluciones similares a las del derogado código de comercio, a saber:
-La presunción de que quien tiene de manera notoria la administración de un
establecimiento abierto al público es apoderado para todos los actos propios de la gestión
ordinaria de éste.
-La presunción de que los dependientes que se desempeñan en el establecimiento
están facultados para todos los actos que ordinariamente corresponden a las funciones
que realizan.

41Favier Dubois, E.M. (h) “El registro público de comercio y las inscripciones societarias”, Ed. Ad
Hoc, Buenos Aires, 1998;

25
-La presunción de que los dependientes encargados de entregar mercadería fuera
del negocio están facultados a percibir su precio otorgando el pertinente recibo.
Remitimos, en lo demás, al capítulo 18 de esta obra.

La rendición de cuentas
La rendición de cuentas en el Código de Comercio derogado era una de las
obligaciones típicas de los comerciantes que actuaban “por cuenta ajena”.
Ahora, el Código Civil y Comercial, dentro de las obligaciones, presenta una sección
sobre “rendición de cuentas” que establece la obligación de rendir cuentas en todos los
casos en que se haya actuado en “interés ajeno” o haya existido una relación de ejecución
continuada y que la rendición sea apropiada a la naturaleza del negocio, o una obligación
legal expresa como es el caso de mandatario y del fiduciario.
Como se advierte, si bien no es una obligación exclusiva de los “sujetos
mercantiles” los casos previstos por la ley se refieren en su mayoría a éstos.
Remitimos, en lo demás, al capítulo 9, última parte, punto 17.

Los contratos comerciales

La nueva regulación de los contratos


Uno de los objetivos, largamente reclamados por parte de la doctrina y realizados
en el nuevo Código, era el de la unificación de las obligaciones y de los contratos civiles y
comerciales.
Al respecto, el Código Civil y Comercial presenta ahora a todos los contratos
unificados, entre los que pueden discernirse las siguientes categorías:
a.-De contratos puramente civiles como la renta vitalicia (art. 1599), el juego y la
apuesta (art.1609).
b.-De contratos civiles que eran también utilizados en las actividades comerciales,
como son la permuta (art.1172), la locación (art.1187), los contratos de obras y servicios
(art.1251), comodato (art.1533), donación (art.1542), cesión de derechos (art.1614) y
transacción (art.1641).
En el punto cabe destacar que, en materia de responsabilidad de los profesionales,
el Código define una posición a favor que se trata de una responsabilidad “de medio” y no
de “resultado”.
En efecto, establece en su artículo 1768 lo siguiente: “La actividad del profesional
liberal está sujeta a las reglas de las obligaciones de hacer. La responsabilidad es subjetiva,
excepto que se haya comprometido a un resultado concreto. Cuando la obligación de
hacer se preste con cosas, la responsabilidad no está comprendida en la Sección 8ª de
este Capítulo, excepto que causen un daño derivado de su vicio. La actividad del
profesional liberal no está comprendida en la responsabilidad por actividades riesgosas
previstas en el artículo 1757.” 42

42Ver de Favier Dubois, E.M (h) “Impacto del Proyecto de Código Unificado sobre la Profesion Contable”,
Errepar, DSE, nro. 299, Tomo XXIV, Octubre 2012, p. 935 en coautoría con E.M. Favier Dubois (pater).

26
c.-De los contratos duplicados, o sea que tenían una distinta regulación en sede
civil y en sede comercial, los que son la compraventa (art.1123), el mandato (art.1319),
mutuo (art.1525), fianza (art.1574), depósito (art.1356) y prenda común (art.2219).
Al respecto, corresponde afirmar que estos contratos fueron “comercializados” en
tanto en ellos se dio, en general, preferencia a la solución comercial por sobre la solución
civil, la que aparece regulada como regla, mientras que la solución civil queda, en algunos
casos, como excepción conforme con las circunstancia.
Ejemplo de ello son, en materia de compraventas, la venta de cosa ajena
(art.1132), la seña confirmatoria (art. 1059), y la obligación de entregar factura que se
presume cuenta liquidada (art.1145).
d.-De los contratos típicamente comerciales regulados por el código de comercio o
leyes incorporadas al mismo como el leasing (art.1227), transporte (art.1288),
consignación (art.1335), corretaje (art.1345), algún contratos bancario ya típificado
(cuenta corriente art.1393), cuenta corriente común (art.1430) y fideicomiso (art.1666)
e.-Contratos ahora tipificados: Por otra parte, el nuevo Codigo incorpora y da
estatuto legal a una serie de contratos comerciales que no tenían tipicidad jurídica, aún
cuando existían en la realidad negocial y eran reconocidos por doctrina y jurisprudencia,
como son algunos contratos bancarios no legislados (depósito, art.1390; préstamo y
descuento, art.1408; y apertura de crédito, art.1410; caja de seguridad, art.1413; y
custodia de títulos, art.1418), sin perjuicio de una parte general y de normas para
consumidores bancarios (arts.1378 y 1384), factoraje (art.1421), agencia (art.1479),
concesión (art.1502), suministro (art.1176), franquicia (art.1512), bursátiles (art.1429) y
arbitraje (art.1649), incorporando además la cesión de posición contractual (art.1636).
En estos contratos, cabe destacar también la tendencia a la limitación de
responsabilidad, como en el caso de la franquicia donde se establece que los
dependientes del franquiciado no tienen relación jurídica laboral con el franquiciante, sin
perjuicio de la aplicación de las normas sobre fraude laboral (art. 1520 inc. b).
f.-Contratos trasladados: Finalmente, el código recibe de la ley societaria a los
contratos asociativos dándoles una mejor formulación, incorporando reglas generales
(1442) y ampliando su uso también a favor de sujetos no son empresarios ni sociedades:
negocios en participación (art.1448), agrupaciones de colaboración (art.1453), uniones
transitorias (art.1463) y consorcios de cooperación (art.1470)..
g.-Contratos en leyes especiales: Otros contratos quedan fuera del Código, en leyes
especiales, como las sociedades (19.550 y 26.994), los seguros (17.418), la prenda con
registro (art.2220 CCCN y D.ley 15.348/46) y la transferencia de fondo de comercio
(11.867).

Atribución de los contratos a la materia civil o a la materia comercial


En principio, todos los contratos incluidos en el cuerpo del Código Civil y Comercial
son contratos “civiles y comerciales”.
Sin embargo, a los fines de su estudio podemos clasificarlos en civiles y
comerciales.

27
Contratos de la materia civil
Existen algunos contratos que son de origen civil y que deben considerarse propios
de la materia civil, a pesar de su eventual duplicación o utilización en los negocios
comerciales, ellos son:

Compraventa
Mandato
Mutuo,
Fianza,
Depósito
Prenda
Permuta,
Locación de cosas
De obras
De servicios
Comodato,
Donación,
Cesión de derechos
Transacción
Renta vitalicia,
Juego y apuesta
Leasing inmobiliario

Contratos de la materia comercial


Por otra parte, hay otros contratos que no pueden concebirse sin la presencia de
dos o al menos de una empresa como parte necesaria o que son de origen propiamente
comercial.
Finalmente, los contratos que derivan de las leyes comerciales que eran
complementarias del Código de Comercio derogado y hoy lo son del CCCN, integran
indudablemente la materia comercial.
En definitiva, quedan como contratos sujetos a la materia comercial los siguientes:

Por ser contratos “de empresa”

Intervención de dos o más empresas


De comercialización: concesión, agencia, franquicia, licencia, suministro,
consignación
Bursátiles: under writting. agentes de bolsas y mercados
factoraje
Cuenta corriente común
Consorcio de cooperación
Unión transitoria
Agrupación de colaboración

28
Intervención de al menos una empresa
Bancarios: depósito, cuenta corriente, préstamo, apertura de crédito, caja de
seguridad, custodia.
Transporte.
Deposito.
Fideicomiso43
Leasing mobiliario
Edición

Por su origen histórico


Arbitraje.

Por estar contenidos en las leyes complementarias comerciales


Sociedades,
Seguros,
Corredores,
Martilleros,
Marcas,
Prenda con registro
Transferencia de fondo de comercio
Contratos de la ley de navegación.

Los títulos valores


Los “títulos de crédito”, “títulos valores” o “títulos negociables” constituyen una de
las creaciones históricas del Derecho Comercial y han sido fundamentales para la
circulación del crédito con seguridad, celeridad y eficiencia, evitando las complicaciones
de las “cesiones de derechos”, como así para representar la propiedad de ciertos bienes y
derechos.
El Código Civil y Comercial opta por la denominación de “títulos valores” e
incorpora todo un capítulo destinado a regular, por primera vez en el derecho argentino,
“normas generales” aplicables a los mismos (arts. 1815 y ss.).
En su concepción, los títulos valores “incorporan una obligación incondicional e
irrevocable de una prestación y otorgan a cada titular un derecho autónomo” (art. 1815)
en cuyos términos al “portador de buena fe de un título valor que lo adquiere conforme
con su ley de circulación, le son inoponibles las defensas personales que puedan existir
contra anteriores portadores” (art. 1816).
Una disposición novedosa por su amplitud, que termina el camino iniciado por el
art. 40 de la ley 23.697, es la libertad de creación de títulos valores de que goza cualquier
persona, siempre que no se confundan con los títulos legislados, los que para ser

43 No hay dudas en el fideicomiso financiero (art. 1673). En el fideicomiso común, si bien podría ser que el
fiduciario no fuera un “empresario”, lo cierto es que queda sujeto a obligaciones típicamente mercantiles
como son los deberes de un buen hombre de negocios y la solidariada (art. 1674) y la inexcusabilidad de la
culpa y de la rendición de cuentas (art. 1676).

29
“abstractos” deben estar destinados a la oferta pública, cumpliendo los recaudos
específicos, o ser emitidos por entidades financieras, de seguros o fiduciarios financieros
registrados ante el organismo de control de los mercados de valores (art. 1820).
Seguidamente, el Código reglamenta las defensas oponibles, el modo de trabar
medidas precautorias sobre los títulos, las firmas falsas, el asentimiento conyugal, los
efectos de la representación insuficiente, la responsabilidad solidaria solo de los creadores
del título y no de los demás intervinientes, salvo disposición en contrario, la acción causal,
los títulos representativos de mercaderías y da calidad de título valor a las cuotas partes
de fondos comunes de inversión (arts. 1821 a 1829).
En otras disposiciones se fijan normas sobre títulos valores cartulares, títulos
valores no cartulares, y los casos de deterioro, sustracción, pérdida y destrucción de
títulos valores o de sus registros, distinguiendo los títulos valores en serie de los
individuales.
No obstante ello, la normativa del Código deja subsistente en forma expresa la
regulación particular de los diversos títulos valores cartulares que resulta de leyes
especiales (cheques, letra de cambio y pagaré, certificado de prenda con registro,
acciones, debentures, obligaciones negociables, warrants, etc.), proclamando ser
subsidiaria de ella o ser inaplicable según el caso (art. 1834).
Remitimos al capítulo respectivo (capítulo 23).

El arbitraje
El arbitraje como forma de dirimir los conflictos, mediante su sometimiento a un
tercero, se encuentra en los orígenes del derecho comercial. Su fundamento radica en la
disponibilidad de los derechos subjetivos privados en tanto ello no afecte el orden público
ni derechos de terceros (Anaya).
En el comercio internacional el arbitraje es la jurisdicción por excelencia para
dirimir los conflictos.
En materia local, el código procesal reglamenta al “juicio arbitral” 44, y si bien
durante una época el arbitraje sufrió un gran desprestigio, en la actualidad ha recobrado
vigencia, especialmente a favor de tribunales institucionales. Al respecto se destaca que
existen normas que imponen el arbitraje en las sociedades cotizantes (Ley de mercado de
capitales) o que admiten cláusulas arbitrales en los estatutos societarios (RG 7/15 de la
IGJ).
El Código Civil y Comercial, en su art. 1649, incorpora al arbitraje como contrato,
sin requerir el “compromiso arbitral”, pero de un modo peculiar por el cual amplía y
reduce las posibilidades de arbitraje.
Así, a favor del arbitraje, el Código dispone la autonomía de la cláusula
arbitral(1653), el juzgamiento de la propia competencia (1654), el dictado de medidas
previas (cautelares) a ejecutar por medio del tribunal judicial (1655), las cláusulas
facultativas (1658), el arbitraje institucional (1657) y el estatuto de los árbitros
(arts.1659/1665).

44Arts.736 a 772 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación (ley 17.454, t.o. dec.1042/81 y sus
reformas).

30
En cambio, no favorecen al arbitraje, la exclusión de los conflictos sobre estado
civil, capacidad, familia, usuarios y consumidores, contratos por adhesión y relaciones
laborales (art. 1651), como así la poca claridad sobre la revisión de los laudos (art. 1656).
Remitimos en el punto a lo establecido en el capítulo 19 primera parte.

La jurisdicción comercial
La existencia de tribunales especiales que resolvían litigios entre comerciantes
aplicando reglas propias se encuentra en la esencia del origen y de la evolución del
Derecho Comercial.
La jurisdicción comercial tiene su origen en las corporaciones medievales, en las
que los comerciantes eran juzgados por sus pares procurándose una justicia ágil y
especializada. Suprimidas las corporaciones la justicia comercial subsistió dependiente del
Estado en algunos países.
En Argentina hay tribunales de comercio en la Ciudad de Buenos Aires por
derivación histórica del Consulado45. En dicha Ciudad, atendida por jueces con rango
federal, la materia comercial está ubicada, con carácter general, en la Justicia Nacional en
lo Comercial y además, para algunas materias específicas (navegación, patentes, marcas,
transporte interjurisdiccional, etc.), en la Justicia en lo Civil y Comercial Federal46.
En el resto del país no hay tribunales comerciales pero algunas provincias cuentan
con tribunales especializados en determinadas materias comerciales tales como
sociedades, concursos y/o registro público de comercio (Mendoza, Córdoba, Corrientes,
Salta, etc.).
Las ventajas de una justicia especializada son indudables aun cuando la creación de
tribunales específicos debe estar en función del número de causas de cada jurisdicción,
salvo el caso de concursos y quiebras donde a nuestro juicio los tribunales específicos
deben imponerse en todas las jurisdicciones, sin excepciones, y con carácter federal
(arts.75 inc.12 “bancarrotas” y 116 C.N.).
El Código de Comercio establecía dentro del estatuto del comerciante su
sometimiento a la jurisdicción comercial (art.5).
En el Código Civil y Comercial ha desaparecido el “comerciante” y nada se legisla
sobre la “jurisdicción comercial”.
Sin embargo, y a nuestro juicio, corresponde mantener la actuación de una justicia
comercial separada ya que el Código nada dispone en contrario y son claras las grandes
ventajas que brinda la especialización.
Remitimos, en lo demás, al capítulo 19.

El régimen de concursos y quiebras


En la historia del Derecho Comercial, la insolvencia de un comerciante daba lugar a
un proceso de “bancarrota” o “quiebra” que tenía por objeto incautar sus bienes y

45Favier Dubois, E.M. (h)“La Justicia en lo Comercial”, Errepar, DSE, T.XV, p. 311, Abril 2003 y “Los juzgados
especiales de quiebras”, Errepar, DSE T.XV p. 983, Octubre 2003.
46 Arts. 40 y 43bis del Dec.ley 1285/58, y art. 111 de la ley 1893.

31
repartirlos igualitariamente entre todos sus acreedores, además de imponer sanciones al
fallido, que en algunos casos implicaban muerte, prisión o destierro.
Con posterioridad las sanciones se mitigaron y apareció un procedimiento
preventivo tendiente a evitar la quiebra llegando a un acuerdo del deudor, empresa, con
la mayoría de los acreedores: “el concurso preventivo”.
Finalmente, y al menos en derecho argentino vigente (ley 24.522 y sus reformas),
los procedimientos de insolvencia son tres: la quiebra, el concurso preventivo y el acuerdo
preventivo extrajudicial, y los sujetos deudores que pueden acudirá éstos procedimientos
pueden ser tanto personas jurídicas privadas como personas humanas y, dentro de éstas,
no hay diferencias si son comerciantes, empresarios, civiles o consumidores.
Vale decir que el régimen concursal argentino ya se encontraba “unificado” y
“comercializado” con anterioridad a la sanción del Código Civil y Comercial.
Sentado ello cabe señalar que si bien en los “Fundamentos” del Código Civil y
Comercial se afirma que éste no reforma a la ley de concursos y quiebras 24.522, lo cierto
es que muchas de sus disposiciones impactan sobre el sistema concursal vigente
generando importantes cambios47.
Por otra parte, al disponer la ley 26.944 en su art. 5° que se mantienen vigentes
todas las leyes incorporadas y complementarias del derogado Código de Comercio, y al
tratarse la Ley de Concursos y Quiebras 24.522 de una ley incorporada a dicho Código
como libro IV, no cabe dudar de su subsistencia como integrante de la “materia
comercial”.

Abreviación de plazos
Una característica del Derecho Comercial ha sido la de presentar plazos breves
para el ejercicio de los derechos (caducidades) y para la liberación de las deudas
(prescripciones), todos con el propósito de finiquitar las cuestiones pendientes y permitir
la rápida circulación de mercaderías y créditos.
El Código Civil y Comercial recepta ambas instituciones mercantiles y les confiere
carácter general con los alcances que se consignan seguidamente.

Caducidad de derechos
El instituto de la “caducidad” es un modo de extinción de los derechos no ejercidos
propio del derecho mercantil y vinculado a la necesidad del rápido finiquito de negocios y
de la necesidad de garantizar la circulación del crédito.
Son ejemplos típicos la alegación de vicios en la compraventa de cosas muebles 48,
la denuncia del siniestro en el contrato de seguros 49 y la acción de nulidad de decisiones
asamblearias en las sociedades50, entre muchos otros.

47 Ver de Favier Dubois, E.M (h)“ Ca mb ios a l s is te m a c o nc urs a l de r i vad os de l P ro ye c t o d e


Có dig o C iv il y C om e rc ia l” , E r re p ar , D SE , nr o. 3 0 5, t om o X X V , Ab ri l 2 01 3, p . 3 4 4, e n
c o - au t or ía c o n E .M . F av ie r D u bo is (p ).

48 Arts. 472 y 473 del Código de Comercio y art. 1055 del CCCN.
49 Art. 46 ley 17.418.

32
Dicho instituto, que resultaba de normas aisladas, fue reglamentado por el CCCN
(art. 2566).
Los plazos de caducidad, a diferencia de los de la prescripción, no se suspenden ni
interrumpen, salvo disposición legal en contrario (art. 2567), y la caducidad puede ser
declarada de oficio por el juez si está establecida por ley y no es disponible para las partes
(art. 2572).
Se admiten las cláusulas contractuales imponiendo caducidades salvo que ellas
hagan excesivamente difícil a una de las partes el cumplimiento del acto requerido o que
impliquen un fraude a las reglas de prescripción (art. 2568).

Prescripción liberatoria
La prescripción liberatoria se distingue de la caducidad porque la extinción de la
obligación no es plena ya que el pago espontáneo de una obligación prescripta no puede
ser repetido (art. 2538), la prescripción puede ser suspendida (art. 2539), interrumpida
(art. 2544) e inclusive dispensada en ciertos casos (art. 2550), y el juez nunca puede
declarar la prescripción de oficio (art. 2552) sino que el demandado debe oponerla al
contestar la demanda (art. 2553).
En cuanto a los plazos de prescripción liberatoria, el plazo genérico se ha reducido
de diez a cinco años (art. 2560).
En particular, y respecto de la materia comercial, cabe destacar:
Que prescribe a los tres años el reclamo de daños por responsabilidad civil (art.
2561) habiéndose unificado en un solo régimen la responsabilidad contractual y
extracontractual (art. 1708 y ss.). Dicho plazo de prescripción se suspende respecto de los
reclamos de las personas jurídicas contra sus administradores mientras éstos continúan en
el ejercicio del cargo (art. 2543 inc. d]).
Que prescriben a los dos años (art. 2562) el reclamo de todo lo que se devenga por
años o plazos periódicos más cortos, excepto que se trate del reintegro de un capital en
cuotas (inc. c]). También prescriben a los dos años los daños derivados del transporte de
personas o cosas (inc. d]).
Que prescriben al año, conforme al art. 2564, el reclamo por vicios redhibitorios
(inc. a]) y los reclamos por cualquier documento endosable o al portador, desde el día del
vencimiento (inc. d]).

Fuentes, interpretaciones y principios


La materia comercial presentaba una serie de fuentes, interpretaciones y principios
propios tales como los siguientes: los usos y costumbres, las prácticas internacionales, el
favor debitoris, la presunción de onerosidad, la protección de la buena fe y la conservación
de las empresas.
A partir del Código Civil y Comercial corresponde considerar que tales tópicos se
han expandido hacia el derecho civil y que fueron adoptados en todo el derecho privado
patrimonial, formando parte de su “comercialización”.

50 Art. 251 de la Ley General de Sociedades 19.550.

33
En materia de fuentes del derecho, lo son las leyes, la Constitución y los tratados
de derechos humanos, debiendo tenerse en cuenta la finalidad de la norma. Los usos,
prácticas y costumbres son vinculantes cuando las leyes o los interesados se refieren a
ellos, o en situaciones no regladas legalmente, pero siempre que no sean contrarios a
derecho (art. 1°).
En cuanto a la interpretación de la ley, ésta debe hacerse por los jueces conforme
con los principios y valores jurídicos (art. 2°) y aplicarse mediante decisiones
razonablemente fundadas, teniendo en cuenta la buena fe y no admitiendo el abuso de
derecho (art. 3°).
En materia de interpretación de los contratos rigen las reglas de la intención
común y buena fe (art. 1061), de interpretación restrictiva solo en casos tasados (art.
1062), del significado común o especial de las palabras y expresiones no verbales (art.
1063), de la interpretación contextual (art. 1064), de las circunstancias y conductas de las
partes (1065), de conservación del contrato (art. 1066), de los propios actos (art. 1067), de
menor gravosidad o del ajuste equitativo de intereses, según sea gratuito u oneroso el
contrato (art. 1068).
En lo que se refiere a los principios, el Código destaca el de buena fe (art. 9), y no
admite ni el abuso del derecho (art. 10), ni el abuso de posición dominante (art. 11), ni el
fraude a una ley de orden público (art. 12).
Finalmente, un principio típicamente comercial que se mantiene diferenciado es el
de la continuación de la empresa.
En efecto, se trata de un principio cardinal en materia comercial que, sin embargo,
no aparece vigente en materia civil tal como resulta del art. 126 en materia de tutelas,
aplicable a los casos de curatelas (art. 138).
En efecto, según el art. 126, si el tutor tiene que optar entre la continuación y la
disolución de la sociedad donde el tutelado tiene parte, la ley dispone que “el juez debe
decidir previo informe del tutor”.
Como se ve, la norma civil privilegia los intereses del menor por sobre los intereses
de conservar la empresa evitando su disolución.

La materia comercial en las leyes complementarias


Conforme establece el art. 5º de la ley 26.994, las leyes de contenido mercantil que
actualmente integran, complementan o se encuentran incorporadas al Código de
Comercio (excepto las expresamente derogadas por el art. 3º), mantienen su vigencia
como leyes que complementan al Código Civil y Comercial.
En consecuencia mantienen su vigencia, entre otras, las siguientes leyes y normas
mercantiles: leyes 928 y 9463 (Warrants), 9644 (Prenda agraria), 11.867 (Transferencia de
Fondos de Comercio), 17.418 (Seguros), 20.091 (Entidades de Seguros), 20.094
(Navegación, habiéndosele incorporado algunos artículos del libro Tercero del Código de
Comercio derogado), Dec.ley 5965/63 (Letra de cambio y pagaré); 20.266 y 25.028
(Martilleros y Corredores, parcialmente), 20.337 (cooperativas), 20.705 (Sociedades del
Estado), 21.526 (Entidades financieras), 21.768 (Registros Públicos), 22.315 (IGJ), 22.316
(Registro Público de Comercio de la Capital Federal), 22.362 (Marcas), 23.576
(Obligaciones negociables), 24.240 y modificaciones (Consumidor), 24.441

34
(Financiamiento, parcialmente), 24.481 (Patentes), 24.452 (Cheques), 24.522 (Concursos y
Quiebras), 24.587 (Nominatividad), 24.766 (Confidencialidad), 25.065 (Tarjetas de
crédito), 25.156 (Defensa de la competencia) y 26.831 (Mercado de capitales); Dec.
897/95 (Prenda con registro) y Dec. 142.277/1943 (Sociedades de Capitalización y
Ahorro).
Todo ello implica que, en definitiva, sigue habiendo “leyes comerciales” que ahora
son complementarias del Código Civil y Comercial (art. 5º ley 26.994) y que integran la
“materia comercial”.

El nuevo Derecho Comercial


Como se ha señalado, el Código de Comercio fue derogado y el nuevo Código Civil
y Comercial no regula ni al comerciante ni a los actos de comercio, no hay mas registro
público “de comercio” ni sociedades “comerciales”, ni el nuevo Código tiene un capítulo
especial para el derecho comercial, para el empresario ni para la empresa.
Sin embargo, de los estudios precedentes resulta la configuración de un “Nuevo
Derecho Comercial” que se ha “modificado”, se ha “mantenido” y se ha “expandido”.
Es así que en cuanto a su configuración normativa, el Derecho Comercial presenta
nuevas “normas delimitativas”:
-El “comerciante” fue reemplazado por el “empresario” o “cuasi-empresario”, esto
es, la persona humana que realiza “actividad económica organizada” o es titular de “una
empresa” o de “un establecimiento comercial, industrial, agropecuario o de servicios.
-El “acto de comercio” fue desplazado por la “actividad económica organizada”.
-El eje del derecho comercial sigue siendo “la empresa”51 con un rol mas destacado
como delimitadora principal de la materia comercial, como institución sujeta a una
protección acentuada en su continuidad, como límite del fraccionamiento patrimonial,
como presupuesto necesario para la configuración de una “sociedad”, como una frontera
entre las sociedades y los contratos asociativos, y como principal obligada contable en el
caso de personas humanas.
Por su parte, se han mantenido como “normas prescriptivas” las obligaciones
contables y de registración, que integran el estatuto del empresario y del cuasi-
empresario, o sea de los “sujetos mercantiles”.
A ello se suma que también se han mantenido los “contenidos diferenciados” del
Derecho Comercial dentro del Código unificado (títulos valores, contratos bancarios,
caducidad, etc.) y en las leyes complementarias vigentes (bancos, aseguradoras, mercado
de capitales, concursos y quiebra, títulos valores en particular (letra de cambio, pagaré,
cheques, etc.), fondo de comercio, garantías (warrants, prenda con desplazamiento, etc.),
etc.

51Cabe coincidir con Fargosi que dicho rol fundamental de la empresa no está debidamente reglamentado o
exteriorizado en el CCCN como hubiera sido deseable. Ver, Fargosi, Horacio “La empresa y el proyecto de
código Civil y Comercial”, LL 2012-F, p. 1361.

35
En el punto, cabe señalar que no se legisla la “jurisdicción mercantil” pero tampoco
existe obstáculo alguno para su mantenimiento diferenciado, sobre todo considerando la
manda Constitucional de separación entre el Derecho Civil y el Derecho Comercial 52.
Finalmente, el Derecho Comercial se ha expandido respecto del Derecho Civil en
diversas áreas:
a) En los contratos unificados, la regla es aplicar la solución comercial y la
excepción la solución civil, invirtiéndose el sistema anterior, con lo cuál se “comercializa”
al derecho civil aplicando soluciones mercantiles específicas tendientes a la celeridad de
los negocios, la seguridad y la limitación de riesgos.
b) Se expanden las posibilidades del “arbitraje”, la obligación de rendición de
cuentas y la representación negocial, que son instituciones mercantiles típicas.
c) La exigencia de contabilidad obligatoria, propia del derecho mercantil, se
extiende a otros sujetos sin fin de lucro y donde no existe recurrencia habitual al crédito.
d) La exigencia de registración mercantil, se extiende a las asociaciones civiles.
e) El instituto de la caducidad de derechos y los plazos breves de prescripciones
liberatorias se generalizan.

La “autonomía” del Derecho Comercial


Por todo ello, y sin desconocer que se trata de un tema controvertido 53,
sostenemos que corresponde reafirmar la “autonomía” del Derecho Comercial54 en el
nuevo Código Civil y Comercial en los distintos planos, a saber:
La “autonomía científica” que resulta del mantenimiento de sujetos, objetos y
soluciones diferenciadas: Los empresarios, cuasi empresarios, auxiliares de comercio,
sociedades y demás personas jurídicas privadas, sometidos a un estatuto especial
(contabilidad, registración y, en algunos casos, fiscalización) y de soluciones legales
diferentes para algunos casos (prevalencia de reglas comerciales en los contratos
unificados), sin perjuicio de la extensión de soluciones comerciales a relaciones antes
civiles (representación, rendición de cuentas, arbitraje, caducidad, interpretación, etc.).
En el punto cabe también afirmar la autonomía de “principios” del derecho
comercial como es el caso del principio de “conservación de la empresa”, ajeno al ámbito
civil55.
La “autonomía docente” como necesaria consecuencia de la autonomía científica
en tanto implica mantener un objeto de estudio diferenciado del civil, con objeto y
características propias.

52 El art. 75 inc. 12 dispone que es atribución del Congreso Federal “Dictar los códigos Civil, Comercial, Penal,
de Minería, y del Trabajo y Seguridad Social, en cuerpos unificados o separados…” lo que también predica
sobre el rango constitucional de la autonomía del Derecho Comercial.
53 Ver la calificada postura de Araya, Miguel en su trabajo “El contenido derecho comercial a partir del

Código Civil y Comercial”, La Ley, t.2015-B, p. 1032.


54 Favier Dubois, E.M. (h) “La autonomía y los contenidos del Derecho Comercial a partir del nuevo Código

Unificado”, La Ley, T. 2015 A, p. 756.


55 Que resulta de comparar al art. 126 del CCCN con el art. 100 LGS. Ver supra punto 14

36
La “autonomía legislativa” del Derecho Comercial, que si bien se pierde en cuanto
a las materias incorporadas al nuevo Código sí se conserva intacta en las leyes comerciales
no codificadas cuya vigencia se mantiene expresamente.
Por último, no existen óbices legales para el mantenimiento de la “Autonomía
Jurisdiccional”, sea nacional y/o local, del “Derecho Comercial”.
Todo ello sin perjuicio de reiterar que la aludida “técnica omisiva” de la materia
comercial en el nuevo Código dificulta su apreciación y exigirá al intérprete, en algunos
casos, investigar sobre el régimen (comercial o civil) aplicable a un sujeto determinado o a
un contrato concreto y sobre sus consecuencias.

37

También podría gustarte