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ACADEMIA COLOMBIANA DE JURISPRUDENCIA

LA DECISIÓN DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. SALA PLENA.


Sala del 6 de febrero de 2020
Luis Augusto Cangrejo Cobos
Académico de Número

El problema jurídico a resolver:


Dice la Corte:

“La Corte Suprema de Justicia resuelve el conflicto de competencia


suscitado entre el Juzgado Segundo Laboral del Circuito, Cuarto
Civil del Circuito de Oralidad, ambos de Tunja, y Cuarto Civil del
Circuito de Villavicencio, para conocer la acumulación de la
demanda presentada por el curador ad litem del acreedor
hipotecario Enrique Porto Velásquez, en virtud de la notificación
que a este último se le hizo dentro del proceso ejecutivo laboral
que se sigue contra la empresa MC y Cía. S.C.A.”

ANTECEDENTES
1. Dentro del proceso ejecutivo laboral del que conoce el Juzgado
Segundo Laboral del Circuito de Tunja, se decretó el embargo de un
inmueble de propiedad de la sociedad demandada y se comunicó al
Registrador de Villavicencio para su inscripción en el folio respectivo; al
registrarse la medida cautelar, se constató que existía un gravamen
hipotecario constituido sobre el inmueble en favor del acreedor
Enrique Porto Velásquez.

2. El juzgado laboral decretó el secuestro del inmueble y ordenó citar al


acreedor hipotecario, Enrique Porto Velásquez, y para tal efecto se le
emplazó y se le designó curador ad litem. Dicho curador formuló, a
nombre del acreedor, la acumulación de demanda ejecutiva “con base
en la hipoteca que a su favor pesa sobre el predio”.
3. El juzgado laboral del conocimiento, que había ordenado el
emplazamiento del acreedor hipotecario y que le había designado
curador, “rechazó la acumulación de la demanda del proceso ejecutivo
con título hipotecario” y ordenó remitirla los jueces civiles con apoyo
en lo dispuesto por el artículo 464 del Código General del Proceso que
impide la acumulación de procesos ejecutivos de distintas
especialidades y, que, además, la jurisdicción laboral sólo conoce de la
ejecución de prestaciones con esa temática.

4. El Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Oralidad de Tunja, despacho al


que correspondió por reparto, “rechazó la acumulación de demandas
el 22 de noviembre de 2018 porque, en su criterio, el acreedor
hipotecario ejerce un derecho real, (….)”, y por ello la competencia la
tiene el juez de Villavicencio por la ubicación del inmueble.

5. A su turno, el Juzgado Cuarto Civil del Circuito de Villavicencio,


despacho al cual le fue remitido el asunto, “suscitó el conflicto
negativo de competencias porque, a la luz del artículo 462 ibidem, la
competencia para conocer de la acumulación de demandas es del
“mismo juez” que lleva a cabo el embargo y secuestro de un
inmueble afectado por una garantía real, disposición que por ser
especial debe aplicarse por encima de las normas generales. Además,
consideró que el juzgado laboral invocó la regla jurídica que disciplina
la acumulación de procesos (art. 464 ejusdem), a pesar de que el
fenómeno que se presentó fue la conjunción de demandas.”

6. La Sala Plena de la Corte Suprema, luego de un extenso recorrido por


las instituciones que contempla el Código General del Proceso sobre
el proceso ejecutivo, y, particularmente, sobre lo que “no dice” el
ordenamiento procesal civil, arribó a la conclusión de que el juez
laboral que conoce del proceso ejecutivo laboral, debe conocer de la
demanda ejecutiva civil con garantía hipotecaria acumulada.

PRIMER ASPECTO DEL PROBLEMA


Enlistados los antecedentes, y conocida la decisión adoptada, es
preciso adelantar un detenido análisis del problema, a partir de las
nociones generales decantadas, de vieja data, por la ley y la doctrina,
tanto en el ámbito sustantivo como procesal civil.
Habíamos aceptado, y era claro que los asuntos civiles los resolvieran
los jueces en lo civil, los laborales los jueces laborales; los contencioso-
administrativos los jueces administrativos; los asuntos penales por los
jueces en lo penal, y, así en cada especialidad; entonces, al iniciar una
nueva reflexión fuimos encontrando consideraciones y argumentos ya
decantados que nos permiten advertir lo descaminada que anduvo la
Corte en su decisión que a contrapelo de la ley adoptó.
Luego de la primera lectura, se sugiere una pregunta:
¿Si se atiende al problema expuesto, se trataba de un conflicto de
competencia, como lo afirma la Corte, o, por el contrario, es un
conflicto de jurisdicción?
En la búsqueda de una respuesta atendible, retomamos aquellos
conceptos fundamentales que, especialmente para el proceso civil,
señalan las condiciones que necesariamente han de concurrir para
constituir regular y válidamente el proceso, de manera que permita en
su oportunidad la aplicación del derecho sustancial por el juez en su
misión de administrar justicia y en guarda de la ley; por supuesto
hablamos de los presupuestos procesales. Por ser un tema bastante
conocido y asimilado en su real dimensión desde la expedición del
Código de Procedimiento Civil en el cual su tratamiento técnico e
institucional fue uno de sus logros más significativos, y así recogido por
el Código General del Proceso, nos limitaremos a recordar a la
jurisdicción y la competencia, como presupuestos del proceso judicial.
Afirmamos que la jurisdicción como presupuesto procesal, ha de
entenderse en un sentido restrictivo, que no bajo la concepción amplia
de una rama del poder estatal encargada de la administración de
justicia, pues, en ese campo todos los jueces, algunas entidades
administrativas, excepcionalmente el congreso y los particulares,
tienen jurisdicción; se trata de delimitar su contenido con causa y
ocasión de un proceso judicial determinado, saber “cuál es en concreto
el juez ante el cual debe ser llevada esa causa, es necesario conocer
cuál es la fracción de jurisdicción que compete en concreto a cada uno
de los órganos judiciales, es decir cuáles son los límites dentro de los
que puede cada uno de ellos ejercer la función encomendada.”1.
De lo dicho se sigue que la jurisdicción como presupuesto procesal
descansa en la consideración de la naturaleza del asunto y, de ahí, la
1
Calamandrei, Piero. Derecho Procesal Civil, T.II, p.87 y ss. EJEA. Buenos Aires, 1973.
especialidad del juez; además, para este caso ha de indicarse que la
jurisdicción en lo Civil es eminentemente residual, esto es, que un
asunto que no haya sido expresamente asignado al conocimiento de
otra jurisdicción, corresponderá al juez en lo civil.
En estos hitos fundamentales no reparó la Corte. Desde luego que ese
craso error no les permitió advertir de entrada que una cosa es el
proceso ejecutivo laboral para reclamar las prestaciones de esa
naturaleza ante el juez laboral, y, otra cosa, la cuestión netamente civil
de buscar el pago de una acreencia civil o comercial a través del
proceso ejecutivo con garantía hipotecaria, y olvidando
lamentablemente cómo, y por qué, la ley civil ha establecido la
prelación de los créditos para su pago preferente con los bienes del
patrimonio del deudor, lo que no comporta, en materia alguna romper
el dique legal de la jurisdicción.
En la misma línea, es sabido que la competencia, como presupuesto
procesal no es, ni más ni menos, la medida de la jurisdicción del juez;
los factores prevenidos en la ley permiten establecer dentro de la
jurisdicción que corresponda, - civil, laboral, penal, administrativa-,
cuál de sus jueces es el llamado a conocer y decidir determinado
asunto; excepcionalmente, ésta sí, puede ensancharse por factores
territoriales y de cuantía, principalmente. Por este aspecto, y sólo en
este, es posible que se suscite el conflicto de competencia que, en su
caso será dirimido por el superior jerárquico de los jueces entre los
cuales se ha suscitado el conflicto.
Dentro del marco anterior, técnicamente se trataba de un conflicto de
jurisdicción, que no de competencia; pero, de conformidad con lo
dispuesto por el artículo 17 de la Ley Estatutaria de la Administración
de Justicia, Ley 270 de 1996, se asignó a la Sala Plena de la Corte
Suprema, el dirimir, lo que se denominó “Conflicto de competencia al
interior de la Jurisdicción ordinaria”. Este tratamiento, ciertamente
regresivo, recuerda lo que bajo la ley 105 de 1931 al hablar de las
nulidades de la actuación procesal se nombraba como “Incompetencia
de jurisdicción”, equívoco despejado con la expedición del Código de
Procedimiento civil de 1970, pero retomado en los términos aquí
consignados.
Cabe anotar que el artículo 112 de la misma ley en comento dispuso
que los conflictos entre jurisdicciones, -ordinaria, contencioso-
administrativa, constitucional, y demás-, deba ser resuelto por el
Consejo Superior de la Judicatura.
Sabemos que el patrimonio del deudor es la prenda general de los
acreedores, artículo 2488 C.C., para referirnos al derecho auxiliar
conservatorio que tienen todos los acreedores de perseguir los bienes
de su deudor para que, con el producto de su venta, se pague su
crédito; así, con independencia de la naturaleza de la obligación y sin
perjuicio de las garantías constituidas, al impulsarse el cobro ejecutivo
ante el juez competente de la jurisdicción que corresponda, -civil,
laboral, administrativa o fiscal-, podrán solicitarse, decretarse y
practicarse las medidas cautelares respecto de los bienes del deudor
que materializan el derecho auxiliar en comento, artículo 2492 del
Código Civil.

2. Ahora bien, también es sabido que algunos créditos son


preferentes por imperativo legal, lo que indica el orden en que deben
atenderse y, si existen varios de la misma clase, el privilegio determina
el orden de preferencia, artículos 2493 y siguientes del Código Civil;
esto no es más que la denominada “Prelación de créditos” institución
sustantiva que tampoco fue entendida por la Corte.

3. La norma contenida en el Código General del Proceso, artículo


465, sobre cuya inteligencia discurrió la Corte llegando a errónea
conclusión como se anota adelante, contempla, precisamente, la
“CONCURRENCIA DE EMBARGOS EN PROCESOS DE DIFERENTES
ESPECIALIDADES”, lo que de suyo deja entrever la existencia de la
prelación para el pago de los diferentes créditos que se reclaman
ejecutivamente ante jueces de distinta jurisdicción (competencia según
la Corte); lo que no se entendió es que lo allí dispuesto parte de los
siguientes supuestos:

a) LA EXISTENCIA DE UN PROCESO EJECUTIVO CIVIL, QUIROGRAFARIO


O CON GARANTÍA REAL, EN EL QUE SE HAN EMBARGADO BIENES DEL
DEUDOR;
B) LA EXISTENCIA DE OTRO PROCESO EJECUTIVO DE DISTINTA
JURISDICCIÓN EN QUE SE DEMANDE EL PAGO DE UN CRÉDITO QUE
TIENE PRELACIÓN DE ACUERDO CON LA LEY; Y,
C) QUE ALLÍ SE PERSIGAN LOS MISMOS BIENES QUE SE ENCUENTRAN
EMBARGADOS POR EL JUEZ CIVIL.

ASÍ Y SÓLO ASÍ, SE HABLA DE LA CONCURRENCIA DE LOS EMBARGOS;


cosa distinta sería hablar de perseguir remanentes o bienes que se
desafecten en otro proceso.

4. En el supuesto anterior la ley establece que el Juez que decretó y


practicó el embargo de los bienes, el juez civil, continúa con su proceso
y lleva hasta el remate los bienes, pero, con el dinero obtenido DEBE
ATENDERSE EN PRIMER LUGAR EL PAGO DEL CRÉDITO PREFERENTE –
alimentos, prestaciones, fiscales-, solicitándole en su caso a los jueces
de la otra especialidad la liquidación del crédito, y, si alcanzare, se
pagará el crédito que dio origen al proceso ejecutivo civil, o se le
abonará lo que corresponda.

5. Si el proceso ejecutivo civil lo era con garantía real es claro que


con el remate de los bienes que soportan la garantía, se extingue ésta,
y si no alcanza el valor obtenido para cubrir el crédito garantizado por
haberse pagado preferentemente el importe de los créditos de
prelación legal, el proceso ejecutivo civil con garantía real se
transforma en singular para poder perseguir otros bienes del deudor, o
bien, termina, si el deudor hipotecario o prendario es persona
diferente que el deudor personal.

6. Es preciso hacer claridad, igualmente, sobre otra situación que


es probable que tenga lugar en el ámbito del proceso ejecutivo civil; si
sobre los bienes inmuebles embargados dentro de un proceso
ejecutivo singular aparece un gravamen hipotecario, por disposición
del artículo 462 C.G.P. debe citarse al acreedor para que dentro de la
oportunidad de ley, 20 días, inicie ante el mismo juez civil el proceso
ejecutivo separado con garantía real siempre y cuando sea competente
por la cuantía, o para ante el juez respectivo, o bien, acumule su
demanda ejecutiva al proceso inicial conservando la preferencia
derivada del gravamen hipotecario. En el primer evento al decretarse
en el proceso ejecutivo con garantía real el embargo del inmueble, se
cancela el decretado en el ejecutivo singular; ni más ni menos, esto es
lo que se denomina “PRELACIÓN DE EMBARGOS” porque, desde luego,
el crédito hipotecario es preferente al quirografario.
Al margen de lo aquí anotado, ha de señalarse que la distinción clara
que existe entre PRELACIÓN DE CRÉDITOS, CONCURRENCIA DE
EMBARGOS Y PRELACIÓN DE EMBARGOS, que obedece, ciertamente, a
la proyección sustancial en el escenario del proceso civil con sello de
individualidad cada una de estas instituciones y que estaban
perfectamente delimitadas en el Código de Procedimiento Civil, en el
Código General del Proceso se confunden, como se desprende del
numeral 6 del artículo 468, al tratar del proceso ejecutivo con garantía
real; allí se denomina concurrencia de embargos a lo que DEBE
DENOMINARSE PRELACIÓN DE EMBARGO.
1. Despejado lo anterior, es necesario advertir que cuando hablamos en
general de acumulación de demandas, de la reconvención, o
acumulación de procesos, estamos hablando necesariamente de una
acumulación de pretensiones, a la manera de la demanda inicial, lo
que exige incuestionablemente “que el juez sea competente para
conocer de todas ellas”; esto parece romperse cuando la Corte dejó de
lado lo que dispone el artículo 88 del C.G.P., para introducir la chicana
en el proceso, como diría el profesor Morales Molina.

2. En el caso que ocupó a la Sala Plena se dijo: “De esta manera, los
jueces de cualquier especialidad están obligados a citar al acreedor
hipotecario cuando adviertan del folio de matrícula del inmueble que
está hipotecado, porque, de no hacerlo, no podrá adelantarse la
subasta pública”. Esta generalización condujo a la grave equivocación
en que se incurrió; veamos:

2.1 Como hemos visto el proceso ejecutivo puede corresponder a


diversas jurisdicciones, -o competencias diría la Corte-, civil,
laboral, familia y contencioso-administrativa, atendiendo la fuente
de la obligación, y por ello, en su caso, como se dijo atrás, podrán
perseguirse bienes del deudor; esto, obviamente, permitirá llevar
la ejecución hasta el remate de los bienes para la satisfacción del
crédito.
2.2 Si al embargarse un inmueble aparece un gravamen hipotecario
constituido para garantizar un crédito de otra naturaleza, en
garantía de los derechos de ese tercero acreedor ha de
“enterársele” de la existencia del proceso, y, lo fundamental, que
el bien objeto de su garantía está siendo perseguido judicialmente,
lo que, como se sabe, hace exigible el crédito garantizado, para
ello será preciso notificarle personalmente.

2.3 Citarlo al proceso, no resulta exacto sino únicamente cuando es


posible que ante el mismo juez pueda iniciar su proceso ejecutivo
con garantía real, o bien, acumular su demanda ejecutiva. Esto
sólo sucede en el ámbito del proceso ejecutivo civil, pues es claro
que el juez es competente para conocer del proceso ejecutivo con
garantía real como del ejecutivo singular; en materia procesal civil
la citación al proceso tiene esa precisa connotación, es la aptitud
para ser parte, como se dejó sentado en las líneas iniciales.

2.4 Ahora bien, si no es posible dicha acumulación, al enterársele de la


persecución del inmueble que soporta la garantía de su crédito,
podrá iniciar ante el juez competente su ejecución y allí, si el
crédito que se demanda tiene prelación legal respecto del
garantizado con la hipoteca, podrá perseguir el remanente del
remate con preferencia a cualquiera otro acreedor quirografario,
como análogamente se desprende del numeral 4º del artículo 468
del C.G.P., o en su caso, el bien que se desembargue.

3. Con la aclaración anterior, le asistía razón al juez laboral de rechazar la


demanda de acumulación para el cobro del crédito hipotecario, pues
es de conocimiento del juez civil competente y, además, teniendo en
cuenta la prelación legal del crédito laboral.

4. La Corte se detuvo en lo que no dice el Código General del Proceso ;


en punto preciso de la prohibición de acumular demandas a los
procesos ejecutivos fiscales (art. 471) que no tuvieren fundamento en
los títulos fiscales enumerados en el artículo 469, llega a la novedosa
pero equivocada conclusión de que como no existe esa prohibición
para el juez laboral, podía válidamente conocer el juez laboral de la
demanda ejecutiva civil con garantía hipotecaria, lo que, como se dejó
expuesto quiebra la estructura que está legalmente consagrada.

5. Como anotación final, es un error frecuente en que se incurre, al


hablar de que el Proceso ejecutivo con garantía real se ejerce un
derecho real; pues, sin entrar en grandes construcciones que de suyo
han ocupado tiempos y estudios profundos, es claro que cuando del
proceso ejecutivo se habla, siendo el crédito un derecho personal,
siempre estaremos frente a esa acción personal del acreedor que
demanda el pago de su crédito; otra cosa, es que el pago se persiga
con el producto de la venta del bien hipotecado, o, bien, con la
adjudicación del mismo.

Errare humanum est, persseverare diabolicum.

Bogotá. Mayo 2020

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