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Entre los autores encuadrados en el 98, además de los ya vistos, destaca especialmente
el teatro de uno de los mejores dramaturgos –si no el mejor– de la literatura española del
siglo XX: Valle-Inclán. La originalidad del teatro de Valle no tiene parangón en nuestra
literatura y sus intentos de renovación dan como fruto el descubrimiento de nuevos
caminos expresivos. El expresionismo de sus argumentos lo lleva al desarrollo del
esperpento, profusamente representado por algunas de sus mejores obras. No es fácil la
clasificación del teatro de Valle a causa de su variedad y complejidad. El crítico ÁNGEL
BERENGUEL (1980, 239), a partir de la clasificación realizada por EMILIO GONZÁLEZ
LÓPEZ (1967, 154-155), nos presenta los siguientes cinco grupos de la producción de
Valle:
El esperpento lo ha inventado Goya. Los héroes clásicos han ido a pasearse en el callejón del Gato. Los
héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento... Las imágenes más bellas en un
espejo cóncavo son absurdas.
(Luces de bohemia, escena XII.)
Las risas y las lágrimas nacen de la contemplación de las cosas parejas a nosotros mismos... Mi estética es
la superación del dolor y la risa.
Comenzaré por decirle a usted que creo que hay tres modos de ver el mundo artística o estéticamente: de
rodillas, en pie o levantado en el aire... [Esta última] es mirar el mundo desde un plano superior y
considerar a los personajes de la trama como seres inferiores al autor, con un punto de vista de ironía. Los
dioses se convierten en personajes de sainete. Ésta es una manera muy española, manera de demiurgo,
que no se cree en modo alguno hecho del mismo barro que sus muñecos. Quevedo tiene esa manera.
Cervantes también... También es la manera de Goya. Y esta consideración es la que me ha movido a dar
un cambio en mi literatura y a escribir los esperpentos, el género literario que yo bautizo con el nombre
de esperpento.
(ABC, 7 de diciembre de 1928)