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TEMA 3: EL TEATRO A PRINCIPIOS DE SIGLO.

VALLE-INCLÁN Y GARCÍA LORCA


A principios del siglo XX perviven tendencias teatrales del último cuarto del siglo anterior como el drama neorromántico de
Echegaray o el teatro realista-naturalista de Galdós. Además, el teatro esta condicionado ideológica y comercialmente.
Diferenciamos un teatro comercial exitoso en los escenarios y un teatro innovador menos popular. El teatro español de las
primeras décadas del siglo XX alcanzó la cima con Valle-Inclán y Lorca, quienes lograron una calidad indudable en la
renovación teatral que muchos habían pretendido.
TEATRO A PRINCIPIOS DE SIGLO
El teatro español anterior a la guerra civil se divide en: un teatro que triunfa y un teatro innovador.
TEATRO QUE TRIUNFA:
Es un tipo de teatro continuador del que predominaba a finales del siglo XIX. En esta línea situamos:
Comedia burguesa, con Benavente y sus seguidores, en la que existe una crítica social. La obra dramática de este autor se
centra en los prejuicios burgueses con una suave ironía. Las obras más destacables de Benavente son: Los intereses
creados, 1907 (visión critica de la burguesía) y La malquerida, 1913 (drama rural sobre una pasión incestuosa).
Teatro en verso, con aportaciones formales del Modernismo y de orientación tradicionalista, exalta los ideales nobiliarios y
los grandes hechos del pasado al intentar mejorar el teatro del Siglo del Oro. Los autores más importantes de este tipo de
teatro son: Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol, 1911) y los hermanos Machado, con una obra de
ambientación moderna (La Lola se va a los puertos, 1929).
Teatro cómico, basado en la comedia costumbrista y el sainete (pieza corta) . En este se presentan personajes tipo castizos,
ambientes pintorescos y un humor mezclado de sentimentalismo con final feliz. Los autores destacados son: los hermanos
Álvarez Quintero, que escriben sainetes y comedias de ambiente andaluz muy tópico (El genio alegre, 1906). Carlos
Arniches, con sainetes de costumbres madrileñas y con “tragedias grotescas”, piezas más extensas y críticas, con moralina
que combinan lo humorístico con los conmovedor (La señorita de Trevélez, 1916). Pedro Muñoz Seca triunfó con el
“astracán”, subgénero cómico más grosero (La venganza de don Mendo, 1918).
TEATRO QUE INNOVA:
Este teatro fracasó ante el público, aunque fuesen experiencias de interés. Los noventayochistas, Azorín (en su intento de
teatro vanguardista, irreal y simbólico: trilogía de Lo invisible y Unamuno (en sus dramas de ideas: Fedra). Otro caso fue
Jacinto Arnau con El señor de Pigmalión (1921), trasposición moderna del mito clásico en la que se presenta un artista
creador de muñecos donde estos se rebelan al querer tener vida propia. En el vanguardismo señalamos a Ramón Gómez
de la Serna, creador del antiteatro, donde destacamos Los medio seres (1929) cuyos personajes tienen la mitad del cuerpo
negra simbolizando la personalidad incompleta.
VALLE-INCLÁN:
Su producción es considerable y variada. Tiene la misma evolución en todos los géneros: de un Modernismo elegante y
nostálgico a una literatura crítica basada en la distorsión de la realidad. En su trayectoria dramática existe una constante
voluntad de renovación formal y temática y una pretensión de romper con el teatro de su época. En su obra dramática se
desarrollan dos caminos: el del mito y el de la farsa, que evolucionarán hasta la creación máxima del autor, el esperpento.
Ciclos de Valle-Inclán:
Inicios: dramas decadentistas. reflejan la influencia del modernismo, y se alejan del teatro simbolista por los personajes
con lenguaje y actitudes realistas, tratados irónica y caricaturescamente. Las obras de este periodo son: El marqués de
Bradomín (1906) y El yerno de las almas (1908), donde se dramatiza el adulterio y donde la dama, enferma, aparece como
una heroína decadente.
Ciclo mítico: las obras están relacionadas por sus temas, personajes, atmósferas y significado, y se localizan en una Galicia
mítica. Se representa una sociedad arcaica y se ofrece la visión de un mundo en el que la existencia humana se rige por
fuerzas primarias. Destacan: Comedias Bárbaras (1907-1922), formada por Cara de plata, Águila de blasón y Romance de
lobos, donde se dramatiza la tragedia de los Montenegro, que encarnan los impulsos elementales humanos y actúan
movidos por oscuras razones.
Ciclo de la farsa: en estas obras, se introducen personajes de la farándula, el uso de disfraces y el teatro dentro del teatro,
buscando la ruptura del efecto de la realidad escénica. La marquesa Rosalinda (1912), obra modernista que constituye una
crítica a la sociedad donde el autor se burla de instituciones y costumbres españolas. La cabeza del dragón (1914) critica a
la monarquía, los cortesanos y militares. La enamorada del rey (1920) contrapone lo sentimental y lo grotesco. Y La reina
castiza (1920) denuncia el reinado de Isabel II e introduce rasgos típicos del esperpento.
Ciclo esperpéntico: su producción culmina con el esperpento. Donde deforma aspectos del personaje y las situaciones,
produciendo una visión caricaturizada. Se destruye la realidad, transformando su imagen aparente y revelándola tal y como
es. Con lo que subyace un significado profundo, cargado de crítica e intención satírica. A este ciclo pertenecen Luces de
Bohemia (1920), Martes de Carnaval compuesta por Los cuernos de don Friolera (parodia del honor donde los personajes
se convierten en fantoches y se animalizan), Las galas del difunto (protagonizada por un héroe militar rebelde contra el
mundo aburguesado del que es víctima) y La hija del Capitán (sátira de Madrid y de toda la vida nacional).
Luces de bohemia:
El protagonista parte de la afirmación “España es una deformación grotesca de la civilización europea” por lo que “el
sentido trágico de la vida sólo puede darse con una estética sistemáticamente deformada”. Los esperpentos encierran una
honda disconformidad y áspera crítica de la realidad española.
Tema: última noche de la vida de Max Estrella, poeta miserable y ciego. Valle-Inclán se inspiró en la figura y muerte del
novelista Alejandro Sawa. La peregrinación de Max es un viaje al fondo de la noche, en el que desciende a los abismos de la
humillación, injusticia y otras miserias. No se sabe si lo mata el frío, hambre, alcohol, su corazón cansado o el dolor por el
espectáculo que lo rodea.
Estructura: prescinde la división en actos y se compone de 15 escenas inconexas, en distintos ambientes. Repartimos las
escenas de la siguiente manera: un “preludio”, escena I (Max en su casa: anhelo de morir); cuerpo central de la obra
(peregrinación de Max por la noche madrileña); final de la peregrinación (escena XII) donde Max regresa a su casa y
muere, en esta escena se expone la “teoría del esperpento” como recapitulación para dar sentido a lo que antecede;
“epílogo” (escenas XIII-XV) se establece un paralelismo entre la primera y última escena, se lleva a cabo el suicidio
anunciado al principio de la obra.
Personajes y fantoches: intervienen más de 50 personajes. Algunos se inspiran en seres reales: Max Estrella mezcla del
humor, queja, dignidad e indignidad; y Don Latino, gran fantoche. Ese “perro” compañero de Max es la contrafigura,
caricatura de la bohemia y un miserable por su deslealtad. Se caricaturiza a los burgueses y los policías. También se
ridiculiza a los pedantes, personajes populares, etc.
Arte y lenguaje del esperpento: la deformación, distorsión de la realidad, degradación de los personajes, humor,
mordacidad, risa agria. El lenguaje cuenta con riqueza, variedad de registros empleados y arte de las acotaciones.
GARCÍA-LORCA
Su producción dramática expresa los problemas de la vida y la historia usando un lenguaje cargado de connotaciones.
Lorca crea el verdadero teatro poético, ya que, además de la palabra, cobran importancia otros elementos como la música
y la escenografía. El teatro de Lorca constituye una de las cumbres del teatro español y universal. Se nutrió de tradiciones
diversas de los grandes clásicos. Cultivó variedad de géneros: farsa, teatrillo de guiñol, drama simbolista, tragedia, etc. En
cuanto a su estilo, debe destacarse el uso del verso y la prosa.
Su producción puede agruparse en:
- Primeros dramas y farsas: los primeros dramas tienen estrecha relación con el teatro modernista: El maleficio de la
mariposa y Mariana Pineda. Cuatro farsas desarrollan el conflicto derivado del matrimonio de conveniencia entre
viejos y jóvenes: Tragicomedia de don Cristóbal y la señá Rosita y Retablillo de don Cristóbal, son farsas para guiñol; La
zapatera prodigiosa y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín, son farsas para personas.
- Comedias imposibles: anticipan la ruptura lógica espaciotemporal, el desdoblamiento de la personalidad y la
posibilidad de varias interpretaciones: El público (1933)
- Tragedias y dramas: tienen lugar en un ambiente rural en el que las fuerzas naturales imponen un destino trágico.
Pertenecen a la etapa de la compañía teatral “La Barraca”, el argumento tiene escasa importancia, hay pocos
personajes e intervienen coros. En la mayoría, la mujer ocupa un puesto central al tratarse de criaturas marginadas.
Las obras más relevantes son: Bodas de Sangre (1932) donde se dramatiza el poder de la pasión, el sexo y la tierra, y
enfatiza la fuerza imparable de los sentimientos; ciertos elementos y personajes míticos se mezclan con los reales para
reforzar el clima de tragedia, se mezcla el verso con la prosa. Yerma (1934) en la que la esterilidad se presenta como
maldición para el protagonista, y lo ritual adquiere una vital importancia. Y La Casa de Bernarda Alba.
LA CASA DE BERNARDA ALBA (1936). “DRAMA DE MUJERES EN LOS PUEBLOS DE ESPAÑA”.
Planteamiento y temática: tras la muerte de su segundo marido, Bernarda Alba impone a sus 5 hijas, como luto, una larga
y rigurosa reclusión. Se trata de la exageración de una costumbre real. En esa situación límite, los conflictos y pasiones se
agrandan hasta la exasperación.
El catalizador de las fuerzas encerradas en la casa es Pepe el Romano, pretendiente de Angustias, pero atraído por la
juventud y belleza de Adela, y amado por Martirio. El tema central es el enfrentamiento entre autoridad y libertad, aunque
otros temas son la moral tradicional y la presión social, las diferencias sociales (orgullo de casta) y la condición de la mujer
en la sociedad española de la época. Bernarda Alba representará el autoritarismo y represión, mientras que las hijas
encarnan una gama de actitudes, desde la más pasiva sumisión hasta la rebeldía más abierta.
Debemos valor también el realismo de la obra; las realidades aparecen cargadas de una fuerte dimensión simbólica. En
cuanto al lenguaje, se observará la maestría del dialogo (fluidez, nervio e intensidad), pero ha de insistirse en una unión de
realidad y poesía. Lorca consigue su intenso sabor popular con un lenguaje enraizado en el habla popular, especialmente
andaluza, que nos lleva a la dimensión poética del diálogo.

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