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Tema 7. El teatro de 1939 a 1975.

Antonio Buero Vallejo


Teatro de los años 40.
El impacto de la Guerra Civil sobre el teatro fue tremendo. A la muerte y exilio de autores,
directores, escenógrafos y actores habría que añadir el de las presiones comerciales y, sobre
todo, ideológicas por medio de la censura para explicar la pobreza que, en todos sus aspectos,
afecta al teatro en esta época. Este hecho alejó a los empresarios de la más mínima aventura
experimental e instauró el hábito de la autocensura en los escritores.
Debemos tener en cuenta las representaciones de algunos valiosos autores extranjeros (Oscar
Wilde, Pirandello, O´ Neill, Tennessee Williams, Arthur Miller), que influirán en los actores de
los años cincuenta.
En la creación dramática de los años 40 podríamos destacar dos líneas, por un lado el drama
burgués, continuación de la comedia benaventina, en el que se inscriben autores como Joaquín
Calvo-Sotelo, José López Rubio, Edgar Neville y, claro está, el propio Benavente hasta su
fallecimiento. Ya sean comedias de evasión o dramas ideológicos, defienden valores
conservadores, encuadrados en obras de correcta construcción y elegantes diálogos.
La otra línea es el teatro de humor, quizá, lo más interesante de este período. Habría que
destacar a Enrique Jardiel Poncela y a Miguel Mihura, ambos considerados precedentes del
teatro del absurdo.
Enrique Jardiel Poncela creará una comicidad de lo inverosímil, caracterizada por la ruptura de
las formas tradicionales del humor. Eloísa está debajo de un almendro, Cuatro corazones con
freno y marcha atrás y Un marido de ida y vuelta son sus obras más conocidas.
Miguel Mihura escribió en 1932 Tres sombreros de copa, pero la obra permaneció sin ser
representada hasta veinte años más tarde.
El humor cercano al absurdo, la burla corrosiva de los hábitos burgueses y provincianos resultaba
muy osado para la fecha en que fue escrita y también cuando fue representada. Otras obras que
podemos destacar son: Ninette y un señor de Murcia, El caso de la mujer asesinadita y Maribel y
la extraña familia.
El teatro realista de protesta y denuncia

La década de los cincuenta se abre con tres importantes estrenos: Historia de una escalera
(1949) de Antonio Buero Vallejo; Tres sombreros de copa (1952, pero escrita en 1932) de
Miguel Mihura y Escuadra hacia la muerte (1953) de Alfonso Sastre. Con estos estrenos se vio la
posibilidad de hacer un teatro distinto, desde una visión existencialista que derivará después
hacia la preocupación social.
Buero Vallejo y Sastre son los autores claves de esta generación realista, que incluye a José
María Rodríguez Méndez Los inocentes de la Moncloa y Bodas que fueron famosas del Pingajo y
la Fandanga, Carlos Muñiz, pasa del realismo social de El precio de los sueños (1958) al
expresionismo de La pirámide (1969), Lauro Olmo, La camisa y José Martín Recuerda, Las
salvajes en Puente San Gil y Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca.
Sus temas abordan problemas de obreros que se ven obligados a emigrar, estudiantes, la
burocracia deshumanizada, etc, poniendo de relieve las desigualdades sociales y la falta de
humanidad. Se intenta crear un teatro comprometido con los problemas de España.
Alfonso Sastre, es el más importante e inquieto del grupo, adopta diversas maneras de
compromiso con la historia, el enfoque metafísico de Cargamento de sueños (1948), la denuncia
del militarismo en Escuadra hacia la muerte (1953), la llamada a la revolución en La sangre y la
ceniza (1965) o la investigación científica en La taberna fantástica (1966).
En cuanto a la estética y a la técnica, tales obras se inscriben en el realismo, aunque con
diversos matices. Junto a un realismo directo y elemental (Rodríguez Méndez), el autor se apoya
a veces en recursos y lenguaje del sainete (Lauro Olmo). Hay rasgos esperpénticos en Martín
Recuerda. En Carlos Muñiz, en cambio, se observa una estilización expresionista de la realidad
con fines críticos y cierto simbolismo.
Tanto por su temática como por su actitud, estos autores representan el intento de crear –al
margen de los espectáculos de consumo- un teatro comprometido con los problemas de España.
No insistiremos en las dificultades que encontraron para difundir sus obras: son muchas las
piezas que no llegaron a los escenarios. Junto a este teatro, encontramos un teatro comercial
que goza del aplauso del público burgués.
Tenemos que tener en cuenta también, el teatro que se está haciendo en el exilio.
Desarrollado especialmente en México y Argentina desde los años de posguerra. Este teatro
presenta novedades vanguardistas en sus obras. Destacamos a Rafael Alberti con El adefesio,
Max Aub con San Juan y Alejandro Casona La dama del alba.
Nuevas formas de expresión dramática

Avanzada la década de los sesenta surge un movimiento de renovación caracterizado por un


acercamiento al teatro extranjero: el teatro épico de Bertolt Brecht, el teatro “underground”, el
teatro del absurdo, etc.
Este teatro sigue siendo de protesta y denuncia. Así, la temática gira en torno a la dictadura, la
falta de libertad, la injusticia ... Pero lo más nuevo es el tratamiento dramático: se desecha
el enfoque realista para sustituirlo por enfoques simbólicos o alegóricos; el drama es
frecuentemente una parábola que hay que descifrar; los personajes suelen ser símbolos
descarnados. Se recurre a la farsa, a lo grotesco, a deformaciones esperpénticas; se da entrada
a lo alucinante, a lo onírico. El lenguaje tiene tonos poéticos. Se cultivan recursos extraverbales:
sonoros, visuales, corporales, etc, inspirándose en la comedia musical.
Las experiencias más interesantes en los años 60 y 70 surgen de los grupos de teatro
independiente, colectivos cuya actividad renovadora se desarrolla al margen de los circuitos
culturales establecidos.
Características generales de estos grupos son la creación colectiva de la obra, en la que la
improvisación desempeña un papel importante, la infravaloración del texto en detrimento de
los aspectos más espectaculares del teatro, el enfoque crítico que no se limita a lo político y a lo
social y la ruptura de las convenciones escénicas de espacio y tiempo.
Los grupos más destacados fueron: Els Joglars, Akelarre, Tábano, Los Goliardos y el Teatro
Experimental Independiente (TEI). Durante la transición, la mayoría de estos grupos fueron
desapareciendo, reconvirtiéndose en teatros estables.
Los autores individuales de este período se han enfrentado con más obstáculos que los
representantes del realismo social porque siguieron siendo fuertemente críticos. De aquí que
podamos hablar de un teatro soterrado o subterráneo, como en la generación anterior.
Francisco Nieva, escenógrafo y autor; ha etiquetado su creación como teatro furioso. El
simbolismo, los elementos críticos y la raíz dadaísta caracterizan obras como La carroza de
plomo candente.
Fernando Arrabal consigue fama internacional con una producción escrita en su exilio francés.
Su teatro pánico, ("conciliar lo absurdo con lo cruel e irónico, identificar el arte con el acto
vivido y la adopción de la ceremonia como forma de expresión" ) provocador y rebelde, de gran
libertad formal, recoge elementos de las vanguardias de entreguerras y del teatro del
absurdo. Los hombres del triciclo se estrenó en España, pero fracasó y determinó exiliarse.
Otras obras son: Fando y Lis y El cementerio de automóviles.
Antonio Buero Vallejo
El dramaturgo de mayor interés del teatro de posguerra fue Antonio Buero Vallejo. Su
producción está marcada por el compromiso ante los temas humanos más universales, ya sean
de tipo existencial o social.
Su gran éxito y el del teatro de ese momento fue Historia de una escalera. Madrugada, El
tragaluz, Música cercana son ejemplos de su gran repertorio. Antonio Buero Vallejo llevó a
escena nuevas obras hasta el último momento (su última obra Misión al pueblo desierto es del
año 1999 y murió en el año 2000), pero no alcanzó el reconocimiento de crítica y público que
obtuvieron las primeras.
El género adoptado por Buero Vallejo fue la tragedia, con ella se pretende la catarsis del
espectador, este debe conmoverse ante lo representado y debe sentirse impulsado a luchar para
labrarse su propio destino.
No descuidó los aspectos espectaculares y el espacio escénico está descrito con minuciosidad.
En relación con la técnica teatral de Buero Vallejo están los denominados efectos de
inmersión: en algunos momentos el autor trata de hacer partícipe al espectador de lo que ve en
escena. Así, si los personajes son ciegos- como en los de En la ardiente oscuridad - o sordos-
como el Goya de El sueño de la razón-, el escenario se oscurece o no se oye hablar a los actores,
para que el espectador experimente las mismas limitaciones que los personajes. En La fundación
el público percibe todo desde la visión subjetiva de uno de los personajes. Entre sus obras
destacan los dramas históricos, que sirven como modelo de conductas actuales: Un soñador
para un pueblo, El concierto de San Ovidio, El sueño de la razón y por otro lado los dramas de
personajes con taras cuyas limitaciones físicas simbolizan las limitaciones humanas, uno de los
ejemplos más claros es En la ardiente oscuridad.
Sin duda uno de los grandes de nuestro teatro contemporáneo.

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