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Teatro del siglo XX: El teatro de Valle Inclán y la estética del esperpento

A finales del siglo XIX, el panorama teatral español estaba dominado por el drama realista y las obras de Echegaray, obras que se ajustan a los
gustos del público burgués. Pero en las primeras décadas del siglo XX se empiezan a crear diversos intentos de renovación teatral:
- En primer lugar, un teatro comercial, que pretende entretener a su público y es continuador del teatro imperante de final del siglo XIX.
- Y un teatro innovador con nuevas técnicas dramáticas y con nuevos enfoques ideológicos.
Pueden incluirse a Valle Inclán, Unamuno y Gómez de la Serna. Les seguirán otros del Grupo del 27: Salinas, Alberti, Alejandro Casona, Max Aub.
La producción teatral de Valle esconde una compleja evolución desde los primeros experimentos modernistas, pasando por un original camino hasta
llegar a un teatro cercano a las vanguardias.
Hay un ciclo que va desde la pura estética modernista, de ambientes idealizados y convencionalismos neorrománticos en una sociedad decadente, El
marqués de Bradomín, a las farsas en el que el mundo de las princesas y el bestiario modernista se deforman para adoptar tintes grotescos: Farsa y
licencia de la reina castiza.
Los dramas de la Galicia rural son una mitificación de una sociedad supersticiosa, violenta y cruel, desgarrada por oscuras pasiones que componen
un cuadro. Destacan estas obras Las Comedias bárbaras; Divinas palabras se muestra el mundo de la miseria y la marginación.
El esperpento es la etapa más característica del teatro de Valle-Inclán, que abordará a partir de 1920. Mediante la técnica del esperpento, la realidad
se deforma, los personajes se deshumanizan y se convierten en simples caricaturas de sí mismos; los más altos conceptos de la sociedad tradicional –
el honor, la religión, la milicia, la política- se ridiculizan y se convierten en seres absurdos o en tipos marginales en los que los gestos trágicos
resultan cómicos. La técnica de la deshumanización es un método eficaz de presentarnos una visión dantesca de la sociedad contemporánea.
Las obras de esta etapa: Luces de bohemia, crítica feroz a la realidad de su tiempo y Martes de carnaval, trilogía dramática compuesta por los
siguientes esperpentos: Los cuernos de don Friolera (ridiculizará uno de los aspectos sagrados de la tradición española: el honor), Las galas del
difunto (realizará una cruel caricatura del Don Juan Tenorio de José Zorrilla) y La hija del capitán (una violenta denuncia a la dictadura militar del
general Primo de Rivera).
Pueden considerarse como características del esperpento:
- Lo grotesco como forma de expresión. Se produce una mezcla de géneros y rasgos en que lo trágico y lo cómico coexisten.
- Deformación sistemática de la realidad. Se seleccionan los rasgos más relevantes de un contexto social y, mediante los personajes, se
contrapone su actuación con lo que de ellos cabría esperar. De este desfase, aparece una nueva realidad, no sólo deformada, sino también
caricaturizada.
- Deshumanización de los personajes. El personaje está tan condicionado por la realidad en que se encuentra que llega a perder sus rasgos
definitorios como ser humano y adquiere, en ocasiones, características propias de la animalización o comportamientos absurdos.
- Código doble. Por una parte, se busca la burla de la realidad; por otra existe una intención satírica de fondo. A veces produce risa, pero una
risa dolorosa, que invita a la tragedia y a la reflexión.
- El lenguaje empleado, desgarrado y violento, de amplia base popular, especialmente del argot propio de los ambientes marginales
madrileños.
- Se presenta lo extraordinario como normal y verosímil. Para conseguir este objetivo el autor utiliza referencias concretas, personas, fechas,
sucesos, que dotan al texto de veracidad.
- Mediante la distancia entre el autor y la obra, este no se implica con los personajes, a los que mira con impasibilidad, relegándolos
solamente a condición de muñecos de farsa.
Se ha dicho que Valle evoluciona desde el modernismo decadentista hasta el esperpento, sin embargo, su concepción de la puesta en escena realista
es innovadora desde su primer drama.

Teatro del siglo XX: El teatro de Federico García


Podemos resumir la concepción teatral que Lorca tenía con sus propias palabras: “El teatro es la poesía que se levanta del libro y se hace humana”,
afirmación a partir de la cual observamos la doble dimensión del teatro lorquiano: humana y estética, es decir, poesía y realidad. Además, Lorca
pretendía acercar el teatro al pueblo, lo que le llevó a crear el grupo La Barraca, con el que recorrió los pueblos de España representando obras
clásicas.
El tema principal de su teatro es el amor imposible o frustrado que se deriva de una confrontación entre el principio de autoridad, es decir, las reglas
que marca la sociedad imperante; y el principio de libertad, la consideración de la libertad individual como bien supremo del individuo. Si la
imposibilidad de amar es el tema, la mujer, los personajes femeninos, son las grandes protagonistas. Lorca recurre a la mujer porque ha comprendido
que en una época como la suya, está marginada y utilizada por la sociedad machista. Las mujeres
son rebeldes, de una rebeldía tristemente ineficaz o trágicamente autodestructiva.
Las tragedias son las obras teatrales de madurez de Lorca. Es la es la etapa de plenitud de su arte dramático y un éxito multitudinario y sin fronteras.
- Bodas de sangre (1933) se basa en un hecho real: una novia que escapa con su amante el mismo día de la boda. Se trata de una pasión que
desborda barreras sociales y morales, pero que desembocará en la muerte. En torno, un marco de odios familiares y de venganzas. Y una
Andalucía tan mitificada que cobra valores tan universales como la Grecia de la tragedia clásica. El estreno de la obra fue un éxito
clamoroso.
- Yerma (1934) es el drama de la mujer estéril o infecunda; la tragedia desencadenada por la ausencia de hijos en el matrimonio de Yerma
solo puede acabar con la muerte del marido, Juan, encarnación de la vulgaridad humana.
- Doña Rosita la soltera o el lenguaje de las flores (1935) es un «drama sobre la espera inútil del amor. Lorca se asoma ahora a la situación
de la mujer en la burguesía urbana, a la soltería de las señoritas de provincias, antaño, y a su marchitarse como las flores. De nuevo, pues,
la condena a la esterilidad, a la frustración.
- La casa de Bernarda Alba (1936), es la auténtica culminación del teatro lorquiano. La acción transcurre en un espacio cerrado que
conllevará el conflicto entre Bernarda, que representa la autoridad, y sus hijas, la libertad. En este espacio cerrado la acción y el conflicto
se irán desarrollando in crescendo hasta que, finalmente, solo queden dos salidas: la locura como forma de evadirse de esa realidad (como
vemos en María Josefa) o el suicidio como forma de rebelión (Adela).
Esta es la hermosa trayectoria que, en pleno apogeo, truncarían unas balas pocos meses después. El destino de Lorca -como el de sus grandes
personajes- fue también un destino trágico.
Tras su muerte y la guerra, Lorca fue admirado, leído y representado en todo el mundo. En España, en cambio, no accede a los escena durante
muchos años, tanto por razones de censura como por no autorizarlo su familia. La casa de Bernarda Alba, por ejemplo, no se representó en España
hasta 1964 Pero, al fin, el lugar de Lorca es ya el de clásico, una de las cumbres más altas de nuestro teatro.

Teatro del siglo XX: El teatro experimental: Arrabal y Nieva


El teatro español, durante los años 60, seguía manteniendo una rama realista y social, aunque, como ya hemos visto, empiezan las innovaciones
gracias a Valle-Inclán, entre otros. Este teatro realista era defendido por un sector de la crítica como el único que respondía a las circunstancias del
país. Pero, a partir de 1970, otros dramaturgos se lanzan a una renovación teatral. Se supera el realismo y se asimilan corrientes experimentales
del teatro extranjero como:
- El teatro épico inspirado en las ideas y la obra de Bertold Brecht. Se asume que el propósito de la obra, más que el entretenimiento o el
mimetizar la realidad, presentar ideas e invitar al público a hacer juicios acerca de ellas, es decir, buscaban la reflexión. Los personajes no
imitaban a las personas reales, sino que representaban los lados opuestos de un argumento, convirtiéndose en arquetipos o estereotipos. De
esta manera se perseguía que el público permaneciera alejado emocionalmente de los personajes, no sintiéndose reflejado en ninguno de
ellos.
- El teatro de la crueldad es un movimiento teatral muy heterogéneo, inspirado en las ideas del escritor francés Antonio Artaud. La base en la
que se inspira este movimiento teatral es la de sorprender e impresionar a los espectadores mediante situaciones impactantes e inesperadas.
- El teatro del absurdo. Bajo este nombre se encuentra un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos en
los años 40, 50 y 60, que daban expresión artística al concepto filosófico de Albert Camus de que la vida es inherentemente absurda. El
teatro del absurdo se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a
menudo crean una atmósfera onírica. Entre los principales dramaturgos del teatro del absurdo se cuentan Eugène Ionesco y Samuel
Beckett.
De esta manera estamos ante una ruptura y una innovación total que se aleja del enfoque realista y se acerca al simbólico o alegórico. Entre los
dramaturgos que hacen esto posible podemos citar:
- El teatro de Fernando Arrabal estaba muy influido por el teatro de la crueldad de Artaud y crea el llamado “teatro pánico”. Este teatro
estaba caracterizado por la confusión, el humor, el terror y la euforia que se basa en la búsqueda formal, tanto espacial como gestual, y en
la incorporación de elementos surrealistas en el lenguaje. Sus temas son la sexualidad, la religión, la política, el amor y la muerte. Entre sus
obras podemos destacar Picnic, El cementerio de automóviles.
- Por su parte, Francisco Nieva denomina sus obras como “teatro furioso”. Este teatro conecta con el teatro del absurdo pero sin llegar a
tener tanto pesimismo. Comparte con Arrabal la idea de un teatro catártico y liberador, es decir, mostrar las pasiones del hombre para
liberar las emociones del espectador. En su obra, se plantea el problema de las relaciones entre el hombre y la sociedad represiva que lo
degrada. Tomando como base el lenguaje popular, pero mediante técnicas del surrealismo y del absurdo, consigue une estilo peculiar tanto
en el léxico como en sus originales construcciones sintácticas. Su obra más destacada es Carroza de plomo candente pero ninguna de ellas
se estrenó hasta la muerte de Francisco Franco en 1975.
Junto a estos autores experimentales surge un fenómeno importante a finales de los 60 llamado “teatro independiente” que suponía el rechazo del
teatro conservador mediante la elaboración de una estética peculiar y de la autofinanciación. Destacan grupos catalanes como Els joglars o Els
comediants. Estos grupos, con obras de autor o creaciones propias, han llevado a cabo una síntesis entre lo experimental y lo popular. Junto a
enfoques críticos, se preocupan por los aspectos lúdicos del espectáculo rompiendo en muchas ocasiones la barrera entre el espectáculo y el
espectador, convirtiendo a este en participante activo.

Teatro del siglo XX: Claves ideológicas del teatro de Buero Vallejo: el compromiso social y ético
El teatro de realismo social y existencial quiere constituirse en testigo de la vida cotidiana, tanto desde el punto de vista social como político, e
incluso en denunciante de la injusta situación en que se vive. Lógicamente las limitaciones que impone la censura son muchas. Es un teatro de
oposición y comprometido que debe recurrir al símbolo para desarrollar los conflictos que trata. Estructuralmente sigue las normas clásicas de la
mímesis: trabazón argumental, desarrollo lógico, evolución psicológica de los personajes, aspiran a la catarsis aristotélica del espectador mediante la
identificación personaje/público. Lo existencial se basa en el pesimismo que recorre Europa después de la II Guerra. Lo social presenta el problema
de la lucha de clases, la opresión, que conduce al fracaso personal. Buero y Sastre serán los autores más sobresalientes.
Antonio Buero Vallejo nació en Guadalajara en 1916 pero en 1934 se trasladó a Madrid para cursar estudios de Bellas Artes. Dos años más tarde se
alista en el ejército republicano y cuando termina la Guerra Civil es condenado a muerte pero, finalmente, se le condena a treinta años de cárcel.
Durante este periodo puede dedicarse a la literatura y, más concretamente, al teatro. Es indultado en 1947. En 1949 obtiene el premio Lope de Vega
con su obra Historia de una escalera, un nuevo tipo de teatro cargado de preocupaciones humanas y sociales. La fama de Buero Vallejo se consolida
y se extiende por Europa y Estados Unidos. En España, sus obras se convertían en instrumentos políticos contra la dictadura. En 1971 es elegido
miembro de la Real Academia Española y en 1986 consigue el Premio Cervantes, coronándose así como la primera figura del teatro español de
posguerra. El último texto escrito por Buero Vallejo, Misión al pueblo desierto, se representó en 1999, un año antes de su muerte.
Buero Vallejo analiza en sus obras la sociedad española con todas sus injusticias, mentiras y violencias; tomando como eje primordial el anhelo de
realización humana y sus dolorosas limitaciones porque la búsqueda de la felicidad, de la verdad y de la libertad se ven obstaculizadas por el mundo
concreto en que el hombre vive. Esto es lo que ocasiona ese ambiente trágico en todas sus representaciones pero enfocada por Buero en un doble
plano:
- El plano existencial donde se puede meditar sobre el sentido de la vida, la condición humana, las ilusiones, los fracasos, etc.
- El plano social y político donde, con un contexto muy concreto como es la sociedad de España, denuncia las injusticias provocadas por la
estructura social, la explotación que sufren algunos grupos y los mecanismos de los opresores. En este plano nos encontramos con la lucha
del hombre, a pesar de sus limitaciones, para conseguir la libertad.
Muy importante en Buero Vallejo es la ética y el compromiso social con el ser humano; en todas sus obras hay una defensa de la dignidad del
hombre. Pretende presentar una imagen totalizadora de lo humano, de todos los tipos de seres humanos, en una dimensión social y política concreta
que obstaculiza su libertad, sus deseos, y su vida en general. Esto es la base de la mayor parte de las reflexiones; por ejemplo, la crítica a la opresión
la podemos encontrar en El concierto de San Ovidio, el problema de la intolerancia en Un soñador para el pueblo, la falta de horizontes en Historia
de una escalera, la soledad en El sueño de la razón, la mentira en El tragaluz, etc. Su teatro está repleto de los grandes temas humanos (libertad,
esperanza, violencia...) por lo que puede considerarse un teatro existencial donde cobra importancia la dimensión metafísica del ser humano con sus
actos antes que la peripecia concreta del personaje.
Las obras de Antonio Buero Vallejo están cercanas a la concepción clásica de la tragedia porque tienen una estructura que corresponde a la búsqueda
de la verdad por parte del personaje, entrando en una lucha con las limitaciones personales o las impuestas por la sociedad. La purificación final (o
catarsis) es cuando el espectador se siente reflejado en algún personaje y su trayectoria en la obra y su desenlace provoca preguntas que afectan a su
propia vida.

Teatro del siglo XX: Claves estéticas del teatro de Buero Vallejo: el simbolismo y la experimentación dramática
La estética de este teatro de corte realista y existencial, teatro de oposición y comprometido, tiene que recurrir al símbolo para desarrollar los
conflictos que trata y así burlar a la censura. No obstante, todo el simbolismo está dentro de un ambiente realista por lo que podemos considerar el
teatro de Buero Vallejo como un realismo simbólico.
A veces se tratan temas de una forma indirecta o con alusiones simbólicas ya que así puede hacer referencias políticas sin que la censura le juzgue,
en otras ocasiones se utilizan para crear una dimensión existencial. Los personajes con alguna tara física o psíquica
son utilizados como símbolos de la lucha del hombre contra sus limitaciones y sus famosos “efectos de inmersión" de su última etapa consiguen que
el espectador se introduzca en la mente de los personajes.
Buero innova también en el uso del tiempo dramático que a veces es marcado por la escenografía y en otras ocasiones mediante el uso de un lenguaje
innovador en las acotaciones. En ellas los momentos temporales se relacionan influyéndose unos a otros, lo que crea un juego de perspectivas para
lograr un distanciamiento que ayude a la superación o comprensión del conflicto al personaje y al espectador.
A veces está relacionado con el tratamiento del espacio. La utilización de un “escenario múltiple” permite tener varios escenarios a la vez que se van
actualizando mediante la utilización de la luz y el sonido.
Una de las características más notables de la técnica de Buero Vallejo son los efectos de inmersión, los cuales cobran más relevancia en su tercera
etapa. Con ellos consigue que el espectador se introduzca en la obra; piense o sienta las cosas como las percibe un personaje, así se propicia una
participación activa del espectador que va descubriendo la trama, a la vez que el personaje. Un ejemplo sería La Fundación.
Los personajes representan actitudes vitales opuestas en el modo de afrontar la vida; por eso encontramos activos e inactivos, solidarios y
egoístas...Estos personajes tan diferentes entran en oposición frente a un mismo conflicto y sirven para que el espectador reflexione y tome partido
por alguno de ellos. Una clasificación general de los personajes de Buero Vallejo puede ser los que tienen taras físicas o psíquicas, utilizados como
símbolos de una lucha contra las adversidades; pero otros no se reducen a ser esquemáticos o símbolos, sino que poseen un carácter complejo y
experimentan un proceso de transformación a lo largo de la obra.
Por otro lado, la crítica ha diferenciado a los personajes activos, no tienen escrúpulos y actúan por egoísmo o por otros instintos primarios,
desembocando en agresividad y violencia si no consiguen sus objetivos, y los contemplativos que se sienten angustiados. Ambos viven en un mundo
demasiado pequeño y cerrado a la esperanza. A pesar de ser conscientes de sus limitaciones, sueñan con conseguir imposibles, por lo que están
abocados al fracaso al ver que nunca se materializan sus deseos.
Su obra puede dividirse en tres periodos.
- De 1946 a 1957 se instala en un teatro de corte tradicional, de progresión hasta el clímax final.
- De 1958 a 1969 se decanta por los temas históricos. Obras de este periodo tenemos: Historia de una escalera. Trata el tema del fracaso
individual y social de unos personajes que luchan por escapar a la sordidez en que viven. En la ardiente oscuridad, El tragaluz, la obra se
presenta como una ficción científica, un experimento que permite recuperar sucesos y personajes del pasado.
- Desde 1969 se intensifica la experimentación formal: “el efecto de inmersión”, propio de su última época, consiste en presentar la realidad
al espectador tal como la concibe el personaje, por lo que, al compartir idéntico punto de vista, la identificación se establece de modo más
sencillo. El efecto de inmersión en La fundación es total porque el espectador ve y oye a través de Tomás, un enajenado que cree estar
realizando una investigación científica en una fundación, cuando en realidad está en la cárcel. Este detalle sólo se revela cuando los
compañeros de prisión cobran entidad y desvelan la verdad.

Narrativa del siglo XX: la novela española en los años 40: La familia de Pascual Duarte y Nada
Tras la Guerra Civil, España se encuentra en una situación de miseria y represión política. En lo que a la
literatura concierne, las consecuencias de la guerra serán también muy grandes: una fuerte censura que
impedirá la publicación de ninguna obra que cuestione la situación que está atravesando el país; el exilio de
algunos autores y que en España no se conozcan las obras de los autores que están renovando la narrativa
(Proust, Joyce, Kafka, la “Generación perdida” estadounidense...). En los años 40 (“novela de posguerra”), podemos distinguir tres modalidades de
novelas:
a) La novela del exilio: novelistas que apoyaron la República y que tuvieron que exiliarse tras la Guerra
Civil: Max Aub, Rosa Chacel, Francisco Ayala o Ramón J. Sénder.
b) La novela de los vencedores: defiende los principios de quienes habían ganado la guerra y está
alejada de los problemas de la sociedad. En estas novelas, el mundo se divide entre vencedores y vencidos. Los
autores más representativos: Sánchez Mazas, Agustín de Foxá o Rafael García Serrano.
c) La novela existencialista, el tremendismo. Será la corriente renovadora. Estas novelas reflejan la
historia de un personaje o su peripecia individual en lucha con el destino o con las circunstancias cotidianas. Son
obras realistas que intentan un camino de renovación en la posguerra. Los temas predominantes serán: la
soledad, la frustración o la muerte. Aparecen personajes angustiados o desarraigados que reflejan el malestar
social de estos años. La ambientación será sórdida, cargada de acciones violentas o truculentas y espacios
asfixiantes y el lenguaje irá en consonancia con esos ambientes. Por eso se denominó “Tremendismo”.
Las técnicas narrativas predominantes en este tipo de novelas serán: el predominio de un protagonista
individual, frecuentemente desorientado o marginado situación que en ocasiones le conduce a la violencia;
narración en primera persona con predominio del monólogo interior, y tratamiento lineal del tiempo.
Dentro de esta línea novelística destacarán principalmente los siguientes autores y obras:
CAMILO JOSÉ CELA: La familia de pascual Duarte
Se trata de unas memorias escritas por un campesino condenado a muerte, Pascual Duarte. Narra en 1a
persona sus crímenes (entre ellos, asesinato de su madre) como consecuencia del ambiente familiar y social que
determinaron su conducta. Este ambiente opresivo y degradado es el que conducirá los pasos del protagonista,
y de otros personajes de la novela, a su trágico final, víctimas de sus terribles circunstancias.
Este libro enlaza con la tradición literaria de la novela picaresca (S. XVI y XVII): por el carácter
autobiográfico del relato, el protagonista-antihéroe, la crítica social y la baja casta de los padres de Duarte y con
el Naturalismo (S. XIX): por la caracterización del protagonista condicionado por el entorno social que le rodea.
CARMEN LAFORET: Nada
Nada nos relata en primera persona la experiencia de una joven llamada Andrea que llega a Barcelona
justo después de la Guerra Civil para estudiar en la universidad. Su vida se reparte entre dos mundos
contrapuestos, la casa de sus familiares, un mundo en ruina, cerrado y opresivo, y el mundo abierto y liberador
de las calles de Barcelona y de la universidad. Pronto las ilusiones y altísimas expectativas de esta Andrea, joven,
ingenua, se convierten en una sensación de vacío y resignación. Sin ser consciente de ello, Andrea sufre las
consecuencias de vivir en una casa llena de engaños, rencores, y un sinfín de calamidades.
Destaca la narración en 1a persona; el espacio cerrado, ya que la mayor parte de la acción narrativa es
en el piso de la calle Aribau, espacio cerrado y opresivo.
El estilo de la novela es fresco y directo, a veces emplea un lenguaje puramente coloquial, y en otras el
lenguaje sencillo se tiñe de un intenso lirismo. La autora pretende llegar al lector sin trámite alguno... y lo
consigue. Al lector le llega, sin piedad, el calor asfixiante, el hambre, el aburrimiento, la necesidad de indagar en
las vidas de otros para sentir que la vida propia tiene sentido.

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