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Trayectoria dramática
La creación dramática de Valle-Inclán representa, junto a la de Lorca, la principal aportación
española al teatro occidental del siglo XX. La producción de Valle-Inclán es tan variada y
discorde que la mejor manera de clasificar sus obras es por ciclos, que se desarrollaron de forma
paralela y concéntrica. Estos ciclos son: modernista, mítico, de la farsa, esperpéntico y final.
Ciclo modernista
Este ciclo se caracteriza por un esteticismo decadente y gratuito al margen de la realidad. Este
está compuesto por obras como Cenizas, El Marqués de Bradomín o Voces de gesta. Quizá la
más conocida es El Marqués de Bradomín, donde inicia la técnica de los múltiples lugares de
acción.
Ciclo mítico
Las obras pertenecientes a este ciclo, Comedias bárbaras y Divinas palabras, están
ambientadas en una Galicia arcaica, violenta y patriarcal. Se trata de un espacio mítico,
primigenio, en el que el ser humano se muestra tal como es; cruel, codicioso, lascivo, sin las
capas de racionalidad o artífico que la civilización ha depositado sobre él. En este mundo, las
fuerzas elementales, como el mal, la irracionalidad o la violencia, rigen la existencia y el destino
de los protagonistas, que son hidalgos arcaicos, mendigos, seres tarados, marginados y
violentos. También crea un lenguaje dramático donde se funden el símbolo y la metáfora.
Las dos obras más importantes:
Comedias bárbaras: Esta obra es una trilogía formada por las obras Cara de Plata (1922),
Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908). Estas suponen tres partes diferentes de
una misma historia, aunque la más tardía, Cara de Plata, es la primera parte de esta,
aunque, aun así, presenta una gran unidad dramática.
Divinas palabras: La acción gira alrededor de la familia de Pedro Gailo, un sacristán,
casado con Mari Gaila, y que tienen juntos una hija, Simoniña. La hermana de Pedro Gailo
muere, dejando a su engendro, Laureaniño el Idiota, un enano hidrocéfalo que es expuesto
en las ferias por sus familiares para conseguir dinero. Se lo disputan a tal fin la hermana de
la difunta, Marica, y los Gailos. Cuando la esposa del sacristán, Mari-Gaila, se va con su
amante Séptimo Miau, un grupo de gente emborracha al enano hasta matarle,
desencadenándose los acontecimientos dramáticos. Esta tragicomedia está repleta de
personajes tarados y deformes física y espiritualmente en el que resalta los rasgos más feos
y desagradables.
Ciclo de la farsa
Constituyen este ciclo cuatro piezas: Farsa infantil de la cabeza del dragón, La marquesa
Rosalinda, Farsa italiana de la enamorada del rey y Farsa y licencia de la reina castiza.
Valle-Inclán plasma aquí un espacio escénico fundamentado en el siglo XVIII versallesco, también
ahistórico y tamizado por el modernismo. Las obras de este ciclo se basan en un continuo contraste
entre lo sentimental y lo grotesco. La caricatura esperpéntica que aparece en estas piezas anuncia la
nueva mirada que Valle-Inclán va a dirigir sobre la España contemporánea. Valle presenta lo que de
fantoche hay en cada uno de los modelos elegidos tanto de la monarquía, la aristocracia, el gobierno
como del pueblo llano. Con esta pieza, al igual que con Divinas palabras se desemboca ya en pleno
territorio esperpéntico.
Ciclo final
La última fase del teatro de Valle-Inclán está formada por cuatro obras breves: Ligazón y
Sacrilegio, La rosa de papel y La cabeza del Bautista. Constituyen el punto de encuentro entre las
diversas maneras dramáticas ensayadas anteriormente: presencia de lo irracional e instintivo,
personajes esquematizados como marioneta de farsa y técnica distorsionadas del esperpento.