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Los elementos básicos del desarrollo de la afectividad son:

- EMOCIONES: las emociones son vivencias afectivas que aparecen de manera


brusca, en forma de crisis más o menos pasajera. Se ponen en marcha
generalmente por un estímulo externo y van unidas a manifestaciones de
tipo orgánico (rubor, llanto, sudor…).
Inicialmente están ligadas a la interacción con las personas más próximas y
con los hechos biológicos. Paulatinamente se van ampliando y las
respuestas asociadas a ellas se diversifican.
La vida emocional del/la recién nacido/a es indiferenciada y generalizada y
utiliza el mismo tipo de respuesta emocional: el llanto como medio vital
de comunicación. El llanto es utilizado para el hambre, el sueño, el frío,
el dolor o la incomodidad. La diferenciación se irá marcando de manera
progresiva.
La sonrisa aparece primero como mueca o gesto muscular para convertirse
en poco tiempo en sonrisa social como respuesta a estímulos agradables,
expresando placer, confianza y satisfacción.
Tanto las emociones agradables como desagradables son necesarias para el
desarrollo equilibrado de la personalidad. El afecto, el miedo, la ira, los
celos, la alegría son las manifestaciones emocionales de la infancia.

- SENTIMIENTOS: son vivencias afectivas más estables, duraderas y


complejas que las emociones. Evolutivamente aparecen más tarde puesto
que requieren de una representación mental (función simbólica o
semiótica). El sentimiento es diferenciado e intencional.

Se pueden clasificar en:

o Sentimientos ligados al yo: autoestima, vanidad, orgullo, egoísmo.


o Sentimientos dirigidos a objetos: posesión, afición, apego.
o Sentimientos altruistas (personas): amistad, simpatía, sociabilidad,
cooperación.
o Sentimientos supraindividuales (valores): cognoscitivos, éticos,
estéticos, metafísicos…

Los primeros sentimientos que aparecen son los ligados al yo


(egocentrismo cognoscitivo y afectivo) que ayudan al afianzamiento de la
personalidad. Los ligados a los objetos tienen su aparición durante la

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educación infantil. Posteriormente, aparecen los altruistas, que requieren
la aparición de la lógica concreta y la capacidad de empatía (6-7 años).
Finalmente, aparecen los supraindividuales, que alcanzan su desarrollo pleno
en la adolescencia.

- APEGO: es un conjunto de sentimientos asociados a las personas y/o


objetos cotidianos (objetos transicionales) con los que el niño/a está
vinculado.
Una adecuada relación con las figuras de apego conlleva sentimientos de
seguridad, bienestar y placer, asociados a la proximidad y contacto con
ellas, y de ansiedad cuando la figura de apego se separa o se tiene
dificultad para establecer el contacto.
El apego constituye el vínculo fundamental en los primeros años de vida y
está caracterizado por una serie de conductas, representaciones mentales
y sentimientos. Supone la construcción de un modelo mental de la
relación con la figura de privilegiada, y sus contenidos son recuerdos, el
autoconcepto y las expectativas sobre la relación.
Este vínculo afectivo, que se forma durante el primer año de vida, es
resultado de la necesidad de vinculación, de las conductas que lleva a cabo
y de los ofrecimientos de cuidados y atenciones específicas de la figura
privilegiada.

Estas interacciones se caracterizan por ser:

o Asimétricas: porque es la figura de apego la que controla la


situación en que se producen, les asigna significado y adapta su
conducta al niño/a.
o Rítmicas: porque las conductas de la figura de apego se adaptan al
ritmo vital del niño/a (amamantamiento, sueño-vigilia, higiene…).
o Íntimas: porque existe un contacto piel con piel y sentimientos de
pertenencia.
o Desformalizadas: porque se usan gestos exagerados, palabras
inexistentes, miradas sostenidas al rostro…

En el proceso de desarrollo del vínculo de apego se distinguen las siguientes


etapas:

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- 0-2 MESES: el niño/a busca activamente los estímulos sociales. Se siente
atraído/a por el rostro, la voz, el tacto y la temperatura de las personas
que le rodean, incluso asocia determinadas posturas o estímulos sociales a
acontecimientos concretos (amamantamiento, limpieza…), aunque no
existen pruebas de que reconozca a las personas como tales. Aparece la
primera sonrisa.

- 2-6 MESES: discrimina unas personas de otras y aceptan mejor las


atenciones habituales. A los 4 meses discriminan con claridad a la madre y
al padre, asociando con exactitud la cara y la voz que corresponde a cada
uno. Muestran conductas en las que ponen de manifiesto que prefieren
ser tocados, hablados, mecidos o abrazados por quienes lo han estado
haciendo hasta ahora. Estas conductas preferenciales no significan todavía
rechazo a los desconocidos/as.

- 6-12 MESES: no sólo ponen de manifiesto conductas preferenciales sino


que reaccionan con cautela y rechazo hacia los desconocidos/as. A partir
de este momento 4 grandes sistemas interactúan entre sí y mediatizan
las relaciones del niño/a con el entorno: el apego, la exploración, la
afiliación (tendencia a interesarse por otras personas) y el miedo a los
extraños/as.

- 12 MESES- 2 AÑOS: consolidación y enriquecimiento del vínculo afectivo.


Las capacidades cognitivas, lingüísticas y sociales hacen que la relación sea
menos asimétrica y más cargada de significados sociales que, unido a una
mayor autonomía motora, facilita la ampliación del ambiente físico y
social, lo que va desvaneciendo la mediación de la figura de apego.
Empieza a cobrar un mayor papel los distintos miembros del grupo
familiar y se da una mayor conciencia de los/as otros/as y de las
relaciones entre ellos/as.
Se toma conciencia de que la madre y el padre comparten ciertas formas
de intimidad en las que él/ella no puede participar.
Aparecen los celos fraternales como dificultad para compartir los afectos,
muchas veces con sentimientos ambivalentes respecto al/la hermano/a.

John Bowlby establece las siguientes fases en el desarrollo del apego:

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