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UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MÉXICO

FACULTAD DE DERECHO CANOŃICO

«DERECHO PROCESAL GENERAL»

Dr. Marco Antonio Hernández Huijón

Recensión sobre

«Il ruolo del Difensore del vincolo nel ‘processus matrimonialis


brevior’»

Art., de Massimo del Pozzo

Presenta:

Tomás de Jesús Gómez Robles

19/10/2022

1. La concepción institucional del proceso y las necesidades de protección vínculo.


En este art. el autor presenta, la novedad más importante de la reforma procesal en los
procesos de nulidad matrimonial, denominado processus matrimonialis brevrior coran
Episcopo. En ella se enmarca plena y conscientemente la lógica procesal, destaca la
decisiva importancia del defensor del vínculo para asegurar la funcionalidad y rentabilidad
del contra interrogatorio. Esta contribución tiene como objetivo explorar la consistencia y
el impacto de la tarea del representante del bien público para la garantía de la bondad del
juicio.

El autor reconoce que el processus brevior no representa el prototipo de la administración


de justicia matrimonial, sin embargo, manifiesta un aspecto cuantitativo y cualitativo muy
relevante. Así también reconoce que el problema de la calidad de la justicia se centra
principalmente en el aspecto formativo y deontológico de los agentes.

Con respecto a la actividad de custodiar el vínculo presenta dos aspectos muy importante:
la concepción institucional del proceso y la defensa institucional del vínculo. Tomando en
cuenta el verdadero objetivo común a todos los operadores, impone responsabilidad y
conciencia en la elección y el uso del instrumento abreviado. Por consiguiente, el interés
básico radica en la adecuada determinación judicial no en la resistencia o en la demora
pretenciosa. El papel predeterminado del Ministro no sólo implica la exclusión absoluta de
admisiones o argumentos contrarios a la validez del matrimonio, sino la obligación positiva
de defender el bien público y social del matrimonio válido, por tanto la naturaleza de la
valoración exige una adecuada y calificada protección del vínculo.

El defensor del vínculo no es, por tanto, obstáculo o impedimento para la facultad y
prontitud de la verificación como tutor y abogado de la autenticidad y cumplimiento de la
impugnación judicial. El defensor del vínculo está llamado a encarnar el sentido y el
espíritu de la justicia eclesiástica. En consecuencia, su posición y actitud de defender
vínculo en el processus brevior debe, tener en cuenta la lógica intrínseca de la función y la
particularidad del caso presentado.

2. La influencia particular del representante del bien público en la forma breve.


La intervención del Defensor del vínculo, consiste en proteger y garantizar la realidad y
consistencia de la dialéctica procesal. La protección del oficio en este caso, no es en
realidad adicional ni cautelar, sino necesaria y determinante para la funcionalidad de la
sentencia. Luego entonces, el principio judicial, afanosamente deseado y defendido por el
Papa Francisco, se fundamenta en la oposición y divergencia de la posición procesal de los
agentes con el fin de buscar la verdad.

El Defensor del vínculo le toca específicamente proponer y exponer todos los argumentos
que razonablemente pueden aducirse contra la nulidad. Por otra parte, independientemente
de la perfección humana congénita, las renuncias deplorables, la negligencia, o las
deficiencias del Defensor obligado a realizar el juicio, corrompe el sentido del mandato de
tutela y, lo que es más grave, la fiabilidad del juicio. De tal forma, en los procesos breves,
el Defensor del vínculo es el único convenido y asegura la funcionalidad del examen;
aparece en suma como una parte formal y técnicamente fuerte. El Vicario Judicial (o el
mismo obispo) al elegir el camino a seguir, debe tener en cuenta la presunta plenitud o
suficiente investigación y las dificultades de la contraparte.

3. La eficacia formal y sustancial del contradictorio en el proceso breve.

El respeto por la naturaleza de la forma de evaluación implica un contraste dialógico que no


es sólo externo o formal, sino incisivo y sustancial. La intervención del Defensor del
vínculo, no sólo garantiza la presencia de una parte demandada que de otro modo estaría
ausente, sino, sobre todo, salvaguarda la protección de un interés público vital e
incontenible.

Un requisito esencial del Ministro que no siempre se tiene en cuenta, es la prudencia


probada y solicitada por la justicia. En su momento Juan Pablo II, al describir el papel del
defensor del vínculo en las causas matrimoniales, expresó la necesidad de una persona
cualificada que realmente investigue, proponga y aclare, todo lo que razonablemente puede
alegarse contra la nulidad. De manera que el defensor del vínculo, no puede ser considerado
como un asesor “adicional” del obispo. El reconocimiento de la funcionalidad de oposición
institucional a la demanda con las facultades que de ella se derivan y la pretensión de
autonomía e independencia operativa, es fundamental para garantizar la operatividad del
mecanismo procesal y la igualdad en las partes.

4. La contribución esencial del defensor del vínculo en la dinámica del proceso.

El defensor del vínculo no es un aguafiestas. Su intervención como representante del bien


público, debe entenderse como manifestación y concreción de la preocupación maternal de
la Iglesia por sus hijos más débiles. Por tanto, cualquier demostración de molestia e
intolerancia hacia la presteza y laboriosidad del defensor del vínculo, contrasta con el
principio institucional y la apertura dialógica del intercambio procesal. Por otra parte, el
vacío negligente de la función quita seriedad y seguridad a la verificación y declaración.

 El Defensor del vínculo en la fase introductoria. Su labor influye en la


elección del rito y la fórmula de la duda. Sin embargo, queda a discreción
del Vicario Judicial la determinación de la forma a seguir en función del
contenido de la solicitud y de la petición de las partes. Supervisa
cuidadosamente la relación entre processus brevior y la fórmula de la duda.
La facilidad de investigación a su naturaleza exige la puntualidad y claridad
de la causa petendis. No parece que el defensor del vínculo deba ser
consultado específicamente sobre el camino a seguir, pero especialmente en
el caso de incertidumbres o dificultades no se excluye que pueda ser
convocado o escuchado incluso con prudencia sobre la forma del proceso.
Debe cuidar siempre el consentimiento del demandado.

 El defensor del vínculo en la fase previa. Esta representa el corazón o el


alma del juicio. El defensor del vínculo no tiene el papel de mero espectador
o testigo de la regularidad de las actuaciones, sino de animador y
colaborador de la autenticidad de la sesión de examen. En consecuencia, su
ausencia legítimamente citado en la audiencia claramente establecida no
invalida el hecho de la adquisición, pero compromete gravemente la
aplicación. En cuanto a la brevedad del juicio, mucho tiene que ver con la
anticipación y preparación de los interrogatorios, por lo que es importante
que el defensor del vínculo considerando también el menor conocimiento del
asunto en comparación con las partes y los abogados, no llegue a la sesión
sin un estudio en profundidad de las actuaciones.

 El defensor del vínculo en la discusión del caso. La discusión de la causa en


el proceso breve tiene lugar sólo por escrito y no implica intercambios y
réplicas. Por tanto, el defensor del vínculo está obligado a presentar con
prontitud sus observaciones. Debe tomarse en cuenta que, las fórmulas o
argumentos bastantes estereotipadas y estandarizados degradan y mortifican
la labor del defensor del vínculo. De manera que, la calidad de la defensa
ciertamente no se mide por el peso, sino por la suficiente originalidad de
enfoque y un análisis argumentativo-descriptivo.

 La delicada tarea del defensor del vínculo en el recurso de impugnación. El


defensor del vínculo no es el único responsable, sino el principal
protagonista del recurso contra la sentencia episcopal. Considerando que es
improbable que el consorcio esté activo, uno de los cónyuges apelará la
sentencia, por tanto, el recurso contra la decisión se confía sobre todo en la
parte pública. Del recurso contra de la sentencia pro nullitate, no es un acto
oficial ni una extrema reserva de conciencia, es el resultado normal de la
persuasión de la injusticia y de la declaración de nulidad. El defensor del
vínculo, en concreto, no es un empleado o subordinado de su Ordinario, es
ante todo, el responsable de un servicio público que debe llevarse a cabo con
autonomía y determinación.
5. Perfiles de nulidad de la sentencia episcopal por denegación del derecho de defensa.
El título de este parágrafo representa casi una provocación o un estímulo para considerar el
compromiso tutelar del defensor del vínculo. El posible defecto claramente, no se refiere
sólo a la defensa institucional del vínculo, sino que encuentra en ella su principal parámetro
y retroalimentación. En cuanto a la denegación del derecho de defensa, la jurisprudencia
eclesiástica ha subrayado la gravedad y relevancia del defecto. Actualmente no existe
ningún estudio de caso relativo al tipo específico de juicio, sin embargo, los principales
lineamientos generales, brindan indicaciones bastante claras y consolidadas que pueden ser
incorporadas al proceso breve. Creemos que la falta de la posibilidad de asistir a la sesión
preliminar, lesiona irreparablemente la necesaria función de resistencia del demandado.

La exigencia de la sustancialidad de la lesión, implica que la deficiencia se materialice en


un perjuicio que no es sólo procesal o hipotético, sino también de contenido y real,
considerando siempre el papel y la preparación del defensor del vínculo. Por otra parte,
nunca debe olvidarse que el ejercicio del derecho de defensa es la esencia de todo proceso
y, ciertamente no puede ser subestimado o minimizado en razón de la función del proceso
breve. La maduración de una adecuada sensibilidad al respecto, puede contribuir a
garantizar el rigor y la precisión de la justicia episcopal.

6. La garantía de justicia y funcionalidad del proceso breve.


El proceso breve no hace más que potenciar estas connotaciones actitudinales. En primer
lugar, la prudencia probada y la preocupación por la justicia (c. 1435), sella la integridad
armoniosa de la consideración y la resolución al servicio de la justicia.

El necesario celo por la justicia no es una connotación enfática y redundante, sino el indicio
de una especial preocupación por el respecto de lo debido y por el derecho de la defensa.
Esto explica la preparación que el Ministro no puede limitarse a las habilidades técnicas,
sino que también, involucrar los aspectos humanos, espirituales, éticos y culturales. El
cuidado y aumento de los recursos humanos disponibles, cae dentro de la responsabilidad y
supervisión del obispo o del moderador. Consecuentemente, si el proceso breve, es mal
entendido, se presta el riesgo de resumen o aproximación y toma de decisiones, nada más.
La forma del proceso breve, ciertamente no es el recurso para disponer de la carga judicial
más rápida y apresuradamente, o para mostrar una ingenua benevolencia pastoral. Por el
contrario, representa una pronta y calificada respuesta de justicia a una pregunta
particularmente bien fundamentada y fácilmente verificable. El carácter extraordinario del
procedimiento, es ya un importante índice de vigilancia y responsabilidad pastoral de la
Iglesia.
Comentario personal.

Pienso que el principio fundamental que hace ser de naturaleza indispensable la presencia
del defensor del vínculo, es la tutela de un bien público, en este caso concretamente del
sacramento del matrimonio. En este sentido, el defensor del vínculo debe caracterizarse por
proteger con elementos razonables y objetivos a toda costa, aquello que existe desde un
principio por la manifestación del consentimiento de los contrayentes celebrado en el
pasado.

Partiendo de estos fundamentos, todo defensor del vínculo que no defienda sustancial y
esencialmente este bien público, no sólo está faltando a su deber, sino que está actuando
lastimosamente en contra de aquello por el cual ha sido elegido.

El espíritu elemental que debe motivar todo defensor del bien público, debe ser el amor por
la verdad y la justicia. En este sentido, todo defensor del vínculo no puede prescindir en sus
actuaciones, tanto del conocimiento técnico-científico en materia del derecho, como
tampoco el desconocimiento sobre la Sagradas Escritura, en suma, la conjugación de ambos
elementos debe concretizarse en la correcta y sustanciosa colaboración junto con el juez y
las partes para alcanzar la certeza moral en la emisión del juicio.

Por otra parte, también es muy importante recordar que el servicio al bien público no es un
trabajo común y corriente, sino como el concepto lo dice, es un servicio al bien de la
comunidad, pero, sobre todo, un ministerio que la Iglesia ofrece a cada uno de sus
integrantes como en el artículo fue descrito, como una madre que busca a toda costa la
tutela de los derechos de cada uno de sus hijos. En este sentido, vale la pena repetir que el
oficio en el tribunal y sobre todo en los procesos breves, tiene como finalidad dos cosas
bien importantes: primero acelerar los procesos de tal forma que no haya rezagos, y
segundo, ayudar a solventar las necesidades espirituales de quienes la solicitan, es decir,
habilitar la comunión sacramental de quienes pretenden contraer nuevas nupcias, en caso de
que exista nulidad del sacramento anteriormente celebrado.

En fin, como bien explicó el autor en este artículo, el defensor del vínculo no es un
ayudante, ni un servidor de su ordinario; su naturaleza y principal objetivo versa sobre todo
en la protección de la verdad, en la tutela del vínculo existente y, en los casos en que no
hubiese un vínculo conyugal que defender, tiene toda la capacidad y responsabilidad de
asesorar a las partes de tal modo que ellas cuenten con la debida información y claridad de
los resultados.

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