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Recensión sobre
Presenta:
19/10/2022
Con respecto a la actividad de custodiar el vínculo presenta dos aspectos muy importante:
la concepción institucional del proceso y la defensa institucional del vínculo. Tomando en
cuenta el verdadero objetivo común a todos los operadores, impone responsabilidad y
conciencia en la elección y el uso del instrumento abreviado. Por consiguiente, el interés
básico radica en la adecuada determinación judicial no en la resistencia o en la demora
pretenciosa. El papel predeterminado del Ministro no sólo implica la exclusión absoluta de
admisiones o argumentos contrarios a la validez del matrimonio, sino la obligación positiva
de defender el bien público y social del matrimonio válido, por tanto la naturaleza de la
valoración exige una adecuada y calificada protección del vínculo.
El defensor del vínculo no es, por tanto, obstáculo o impedimento para la facultad y
prontitud de la verificación como tutor y abogado de la autenticidad y cumplimiento de la
impugnación judicial. El defensor del vínculo está llamado a encarnar el sentido y el
espíritu de la justicia eclesiástica. En consecuencia, su posición y actitud de defender
vínculo en el processus brevior debe, tener en cuenta la lógica intrínseca de la función y la
particularidad del caso presentado.
El Defensor del vínculo le toca específicamente proponer y exponer todos los argumentos
que razonablemente pueden aducirse contra la nulidad. Por otra parte, independientemente
de la perfección humana congénita, las renuncias deplorables, la negligencia, o las
deficiencias del Defensor obligado a realizar el juicio, corrompe el sentido del mandato de
tutela y, lo que es más grave, la fiabilidad del juicio. De tal forma, en los procesos breves,
el Defensor del vínculo es el único convenido y asegura la funcionalidad del examen;
aparece en suma como una parte formal y técnicamente fuerte. El Vicario Judicial (o el
mismo obispo) al elegir el camino a seguir, debe tener en cuenta la presunta plenitud o
suficiente investigación y las dificultades de la contraparte.
El necesario celo por la justicia no es una connotación enfática y redundante, sino el indicio
de una especial preocupación por el respecto de lo debido y por el derecho de la defensa.
Esto explica la preparación que el Ministro no puede limitarse a las habilidades técnicas,
sino que también, involucrar los aspectos humanos, espirituales, éticos y culturales. El
cuidado y aumento de los recursos humanos disponibles, cae dentro de la responsabilidad y
supervisión del obispo o del moderador. Consecuentemente, si el proceso breve, es mal
entendido, se presta el riesgo de resumen o aproximación y toma de decisiones, nada más.
La forma del proceso breve, ciertamente no es el recurso para disponer de la carga judicial
más rápida y apresuradamente, o para mostrar una ingenua benevolencia pastoral. Por el
contrario, representa una pronta y calificada respuesta de justicia a una pregunta
particularmente bien fundamentada y fácilmente verificable. El carácter extraordinario del
procedimiento, es ya un importante índice de vigilancia y responsabilidad pastoral de la
Iglesia.
Comentario personal.
Pienso que el principio fundamental que hace ser de naturaleza indispensable la presencia
del defensor del vínculo, es la tutela de un bien público, en este caso concretamente del
sacramento del matrimonio. En este sentido, el defensor del vínculo debe caracterizarse por
proteger con elementos razonables y objetivos a toda costa, aquello que existe desde un
principio por la manifestación del consentimiento de los contrayentes celebrado en el
pasado.
Partiendo de estos fundamentos, todo defensor del vínculo que no defienda sustancial y
esencialmente este bien público, no sólo está faltando a su deber, sino que está actuando
lastimosamente en contra de aquello por el cual ha sido elegido.
El espíritu elemental que debe motivar todo defensor del bien público, debe ser el amor por
la verdad y la justicia. En este sentido, todo defensor del vínculo no puede prescindir en sus
actuaciones, tanto del conocimiento técnico-científico en materia del derecho, como
tampoco el desconocimiento sobre la Sagradas Escritura, en suma, la conjugación de ambos
elementos debe concretizarse en la correcta y sustanciosa colaboración junto con el juez y
las partes para alcanzar la certeza moral en la emisión del juicio.
Por otra parte, también es muy importante recordar que el servicio al bien público no es un
trabajo común y corriente, sino como el concepto lo dice, es un servicio al bien de la
comunidad, pero, sobre todo, un ministerio que la Iglesia ofrece a cada uno de sus
integrantes como en el artículo fue descrito, como una madre que busca a toda costa la
tutela de los derechos de cada uno de sus hijos. En este sentido, vale la pena repetir que el
oficio en el tribunal y sobre todo en los procesos breves, tiene como finalidad dos cosas
bien importantes: primero acelerar los procesos de tal forma que no haya rezagos, y
segundo, ayudar a solventar las necesidades espirituales de quienes la solicitan, es decir,
habilitar la comunión sacramental de quienes pretenden contraer nuevas nupcias, en caso de
que exista nulidad del sacramento anteriormente celebrado.
En fin, como bien explicó el autor en este artículo, el defensor del vínculo no es un
ayudante, ni un servidor de su ordinario; su naturaleza y principal objetivo versa sobre todo
en la protección de la verdad, en la tutela del vínculo existente y, en los casos en que no
hubiese un vínculo conyugal que defender, tiene toda la capacidad y responsabilidad de
asesorar a las partes de tal modo que ellas cuenten con la debida información y claridad de
los resultados.