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§ 2. Por el nombre de ordinario del lugar se entienden todos los que se enumeran en el § 1,
excepto los Superiores de institutos religiosos y de sociedades de vida apostólica.
Ordinario. De acuerdo con el canon 134, por ordinario se entiende -además del
Romano pontífice- el Obispo diocesano, y aquéllos a él equiparado, como son el Prelado
territorial, el Abad territorial y los demás que rigen Iglesias particulares. La alusión a los
que rigen interinamente una Iglesia particular se entiende no sólo a los Administradores
apostólicos, sino también a los que la rigen en caso de sede impedida (canon 413) así como
el Administrador diocesano en el caso de sede vacante (canon 421). Obsérvese que no son
ordinarios otros Obispos, como los Obispos auxiliares o coadjutores -salvo que sean
Vicarios- o el Legado Apostólico, es decir, los Nuncios y Pro-nuncios.
Ordinario del lugar. El canon 134 concreta aún más: no todos los
ordinarios son ordinarios del lugar. Aunque el canon 134 define al ordinario del lugar de
modo negativo (son los indicados anteriormente, salvo los Superiores de institutos
religiosos y de sociedades de vida apostólica), podemos dar su característica de modo
positivo: son ordinarios del lugar los que gobiernan una Iglesia particular y sus vicarios. La
distinción es importante. El Código en ocasiones concede potestad al ordinario del lugar:
así, por ejemplo, el canon 930 autoriza al sacerdote enfermo o anciano a celebrar la
Eucaristía sentado, “observando siempre las leyes litúrgicas, pero no con asistencia del
pueblo, a no ser con licencia del Ordinario del lugar”. Obsérvese en este caso que no le da
licencia el ordinario propio, sino el del lugar.
A veces el Código usa otra expresión: el ordinario del lugar de domicilio. Así el canon 967
§ 2, al hablar de la facultad de oír confesiones en todo el mundo, pide que el sacerdote
tenga facultad de oír confesiones por concesión “del Ordinario del lugar de incardinación o
del lugar en que tienen su domicilio”. Se habla aquí no del lugar en que uno está, sino del
lugar donde uno tiene su domicilio. Al respecto entra en juego el canon 102.