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UNIVERSIDAD PONTIFICIA DE MÉXICO

FACULTAD DE DERECHO CANOŃICO

«DERECHO PÚBLICO ECLESIÁSTICO»

Dr. Marco Antonio Hernández Huijón

Recensión sobre
«LAS RELACIONES ENTRE EL ESTADO Y LA RELIGIÓN »

Manual breve de Derecho Eclesiástico del Estado


De
Rafael Palomino

Presenta:

Tomás de Jesús Gómez Robles

24/01/2022
Por estado se entiende el conjunto de órganos de gobierno de un país soberano, o de un
grupo social organizado políticamente. Se compone de elementos naturales como, territorio
y población; sus elementos estructurales son, el poder, el fin o función a que sirve y el
derecho. En este caso, el poder de nota que el Estado es supremo en su política, el fin del
Estado se resume en el bien común; como la defensa exterior y la paz interna, la garantía de
un orden jurídico general, y a través del derecho, el Estado se expresa en la ordenación de
la sociedad. El derecho está para solucionar conflictos, eso no significa que una solución
justa deje contente o de satisfacción a todos, no pretende satisfacer a todos, sino dar a cada
uno lo que le corresponde. Definir el concepto de religión es y ha sido realmente complejo.
Durante siglos atrás, se dijo que es una virtud, una inclinación buena del ser humano para
dirigirse a la divinidad, ya sea de una persona o de un pueblo entero. Pero demás, se dice
que la religión toca dimensiones sobrenaturales, es una creencia en una realidad
trascendente que con lleva necesariamente a manifestaciones externas como las cultuales o
litúrgicas que obviamente exteriorizan el sentimiento manifestado en la dimensión social y
comunitaria.

El autor señala algunos elementos que muestra las relaciones entre el Estado y la Religión.
Durante siglos, la Religión ha supuesto para el Estado una fuente de legitimación que
aporta las reglas de fondo del ejercicio del poder político; a saber, las morales, jurídicas y la
justicia como un modo de concebir el bien y el mal, de lo justo y de lo injusto, es una
tendencia a configurar los principios que deben regir la vida colectiva. Por ejemplo, Grecia
y Roma tenían religiones étnico-políticas, las cuales pusieron de relieve en la dimensión
social de la religión y su íntima relación con la identidad del pueblo, y sólo así la religión
llegó ser algo propio del pueblo. En este sentido, ser un buen ciudadano era al mismo
tiempo, ser un buen religioso.

En siglos pasados, el cristianismo fue una revolución introducida en la sociedad. Se dice


que la religión cristiana no aportó un programa político específico. Frente a las religiones
étnico-políticas el cristianismo se presenta como religión universal, dirigido a todos. De ahí
la importancia de recordar un episodio sobre la vida de Jesucristo, que es clave para la
historia posterior: dad al César lo que es del César y adiós lo que es de Dios. Entonces se
abre el debate sobre las relaciones entre Estado-Religión y gira en torno a dar al César lo
del César y a Dios lo de Dios; esto contiene tres notas esenciales: la existencia de dos
órdenes de autoridad, las obligaciones específicas de ambas órdenes y, la afirmación de
Jesucristo sobre la desmitificación del poder político más eficaz jamás planteada en la
historia. Sin embargo, la distinción de órdenes no significó que sean separadas e
incomunicadas, por tanto, se exhortó a los cristianos a cumplir con sus deberes cívicos, con
la consigna que todo hombre se someta a las autoridades superiores porque no hay
autoridad que no venga de Dios. Con esta idea se afirmó quien resiste a la autoridad, resiste
al plan de Dios y recibirá su propio condenación. Se afirma, además, la superioridad de la
obediencia a Dios. Aunque las autoridades del pueblo judío prohibieron a los primeros
cristianos la predicación del mensaje de Jesucristo, los Apóstoles fueron contundentes y
afirmaron que es preciso obedecer a Dios antes que cualquier hombre.

Hubo una época denominada cesaropapismo. Este concepto sostuvo que el Emperador era
el pontífice máximo, el puente que une lo humano y lo divino. Ostentó títulos de consiervo
de los obispos, o cabeza del Estado y de la Iglesia. Fue jefe real de la Iglesia, con poder de
legislar en materia eclesiástica, presidir los Concilios, poner y disponer obispos y
patriarcas, e imponer decretos dogmáticos. Llegó a Tales abusos que en ocasiones fue
necesario la intervención de los Papás de Roma para aclarar la doctrina de competencias de
la Iglesia y del Estado. Pero la cristiandad siguió creciendo, el imperio y el Papado. Desde
el siglo V la población europea fue haciéndose mayoritariamente cristiana y la influencia de
este se hizo notar en las instituciones y en el Derecho secular, la dignidad de todos ante
Dios, la posición social de la mujer, del esclavo y, la garantía de la verdad en los juicios.
Existió regímenes políticos seculares y estructuras de poder en las que los religioso y lo
secular estaban unidos en una misma persona, esto llevó a graves conflictos, denominado la
guerra de las investiduras. Cristiandad, era una comunidad transnacional de personas cuyos
miembros tienen en común la misma religión, la Iglesia, es la comunidad sobrenatural
guiada por los sacerdotes; la cristiandad es la guiada por los jefes temporales, al frente de la
cristiandad se encuentra el Papa, el cual coronaba a los emperadores.

Con el movimiento de la reforma luterana supuso la desjuridificación de las nuevas iglesias


y la invasión de las competencias administrativas religiosas por parte del príncipe temporal.
Este fue el nacimiento del Derecho Eclesiástico del Estado, es decir, el estado temporal
regular jurídicamente materias de carácter religioso y entiende que la competencia religiosa
administrativa, están de acuerdo con lo que así sea. La invasión reguladora alcanzó a los
protestantes, así como Estados que asumen competencias espirituales denominada
regalismo. El realismo se expresó jurídicamente en instituciones de control denomina del
nombramiento de la jerarquía eclesiástica, normativa religiosa, independencia jurisdiccional
de tribunales de la Iglesia Católica. Nacimiento de nuevos Estados y las revoluciones
liberales, significaron un cambio total; las bases sobre las que sustenta la idea de qué el
hombre, la sociedad y la autoridad se secularizan, abandonando sus raíces religiosas. La
tolerancia dejará de ser una debilidad del poder político para constituir una virtud cívica. En
la actualidad difícilmente se puede aceptar un modelo de relaciones Estado-Religiones
perfecto y universal, sino más bien, puntos de equilibrio alcanzados por nuestros
respectivos sistemas como resultado del debate, entre ellos están las Teocracias, Estados
confesionales, Estados aconfesionales, Estados separatistas, Estados coordinacioncitas,
otros más extremos, como el Totalitarismo, Fundamentalismo y Laicismo. Los
totalitarismos del siglo XX, pretendieron liberar al hombre de la religión. El laicismo
pretendía la reproducción a todos los niveles de la democracia como único modelo
aceptable de convivencia, y el fundamentalismo supone la absolutización de un sistema de
ideas, en ella se atropella la libertad de todos, no es posible la armonización de la verdad y
la libertad humana.
Comentario personal.

El autor el autor inicia definiendo el concepto de Estado, así como sus componentes entre
ellos los naturales y estructurales: el poder, el fin y el derecho. Dirá que la causa eficiente
de su autonomía es el poder el carácter y autonomía propia por su naturaleza. El poder es la
causa eficiente de la autonomía y carácter propia del Estado. La causa final es el porqué de
su ser. Por consiguiente, el derecho es un medio para regir la sociedad, su aplicación en
sentido estricto versa sobre el desahogo de controversias esto alavés supone el darle a cada
uno lo suyo aun cuando los sujetos en conflicto no queden satisfechos con el resultado.

Por otra parte, se dirá que una persona religiosa o una persona con religión es afectada en
toda su personalidad es decir eso que la persona denomina religión trasciende su psicología
sus relaciones morales y sociales, por tanto, lo que manifiesta en su exterior es un reflejo de
lo que cree espiritualmente. El autor describe que las relaciones de siglos entre Iglesia-
Estado, ha causado interacciones complementarias, sobre todo lo sustancial que la religión
ha aportado al Estado, una connotación muy importante es la credibilidad de las autoridades
religiosas con gran diferencia ante la autoridad política más corrupta. Así también, en todo
el artículo se dejó montar un vínculo muy fuerte y profundo entre Religión y Estado, sobre
todo porque ante antes de ser religioso, la persona es un ciudadano, miembro de una
comunidad concreta. Por consiguiente, todos los ciudadanos creyentes, no dejan ser parte
de una sociedad. Eso significó que la educación religiosa compenetrara en la sociedad, ya
que una persona educada en religión, supone ser un buen ciudadano.

El autor hace anotaciones en las que introduce la imagen de Jesucristo y su pensamiento,


como principio rector para subrayar dos gobiernos entrelazados en la sociedad, pero con
métodos y fines distintos. Además, como en el pasado relacionaron la idea de que toda
autoridad viene de Dios, y con el cual, obligaban a los ciudadanos al sometimiento a las
autoridades. Eso subrayó el contraste rotundo entre ser y hacer. Hacer lo que las
autoridades quieran era una cosa, pero ser cristiano era una cuestión de convicción, por lo
que la obediencia a Dios no era negociable ante cualquier poder humano. Luego entonces,
por una parte, la autoridad eclesiástica procuró proteger siempre su autonomía ante el
emperador, y junto a él, confirmó que es Dios quien le confiaba el poder de gobernar su
imperio, pero no era por sus propios méritos. Posteriormente, lo que parecía una desgracia
o, dicho de otra manera, la ruptura entre Iglesia-Estado –encontramos en el artículo–, dio
origen a lo que hoy conocemos por Derecho Eclesiástico. Con ello viene a regularse el tipo
de gobierno, su jurisdicción y materia, en la que el Estado, se encarga sobre el aspecto
material y, comprende perfectamente que la competencia religiosa administrativa es propia
del gobierno de la Iglesia.

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