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Los autores nos presentan parte de la historia del TEA resaltando el nombre de Leo
Kanner quien fue el primero en describir al TEA como un trastorno en 1943 en un
artículo titulado “Alteraciones autísticas de contacto afectivo” y que no fue hasta
1946 que se registró la primera publicación con el termino autismo.
Tuvieron que pasar otros 60 años para para vincular por primera vez la etiología del
autismo a una condición biológica. En 1980, el DSM-III acuña el termino autismo
infantil para luego cambiarlo a trastorno autista. En la cuarta versión del DSM se
añadieron los términos trastorno generalizado del desarrollo y Síndrome de
Asperger los cuales fueron dejados de lado en el DSM-V eligiendo el termino TEA y
lo incluye en la categoría de trastornos del desarrollo, reconociendo que se trataba
de una disfunción del sistema nervioso central.
Los autores presentan al autismo como una enfermedad que afecta mayormente a
los varones resaltando que en México al menos hasta 1994 este trastorno no
figuraba entre las 10 primeras causas de atención psiquiátrica, pero desde el 2013
se convirtió en una de las cinco causas de consulta en ese país y se considera que
seguirá en aumento en el futuro.
Los criterios para obtener un diagnostico son aquellos que se pueden observar en el
DSM-Y y el CIE 10, pero también se pueden usar pruebas estandarizadas como el
ADI-R, DISCO, ADOS, GRAS y combinaciones de estas. Además de evaluar los
síntomas característicos mencionados en los tratados anteriores, es importante el
prestar atención y evaluar la presencia de trastornos del sueño, nutrición, las
habilidades fonéticas y de motricidad, habilidades neuropsicológicas, y las
habilidades cognitivas no verbales.
Los autores también resaltan el uso de fármacos para tratar los problemas de
conducta repetitiva disruptiva, ansiedad, irritabilidad, depresión, falta atención,
trastornos del sueño. Mencionan los nombres de distintos medicamentos como la
fluoxetina, galatamina, etc, los cuales han demostrado un efectivo positivo en el
tratamiento de las condiciones previamente mencionadas. También se mencionan
los tratamientos y medicamentos que debido a su poca eficacia o por razones de
bioseguridad deben y se han dejado de consumir y recomendar para tratar el
autismo.