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UNIVERSIDAD CATÓLICA DE CUENCA

UNIDAD ACADÉMICA DE SALUD Y BIENESTAR


CARRERA DE MEDICINA
CICLO VII – GRUPO 9 B

PSIQUIATRIA

“TRASTORNO DEL ESPECTRO AUTISTA”

TRABAJO AUTÓNOMO

AUTORES

Víctor Fernando Valdiviezo Llivipuma

Johela EstefaniaVillavicencio Ledesma.

DOCENTE

Dra. Rosa Elizabeth Solorzano Bernita

Cuenca – Ecuador 2022


INTRODUCCIÓN

Trastorno del espectro autista, consta de una serie fenotípicamente heterogénea de


síndromes del neurodesarrollo, de herencia poligénica, que se caracteriza por una triada
clásica: deficiencias en la reciprocidad social, deficiencias en el lenguaje o en la
comunicación y repertorio de intereses y actividades restringido y repetitivo, esto analizado
mediante los criterios del DSM-V (1). Se encuentra formado por cinco trastornos distintos:
el autismo como tal, el síndrome de asperger, trastorno desintegrativo de la infancia,
síndrome de rett y trastorno generalizado del desarrollo no especificado. Además, consta de
tres ámbitos que son: comunicación social, conductas restringidas y repetitivas, anomalías
en el desarrollo y uso del lenguaje (1,2). Dentro de la categoría más amplia de trastorno de
desarrollo del espectro autista, el síndrome de asperger donde se considera una forma de
autismo de alto funcionamiento que puede llevar a dificultad para la interacción social,
repetición de conductas y torpeza. En los últimos años se ha generado un gran interés entre
los profesionales de salud y la población en general, debido al incremento de número de casos
que se han diagnosticado a nivel mundial. Mediante estudios epidemiológicos llevados a cabo
han revelado que las tasas de prevalencia del autismo según la OMS que 1 de cada 160 niños
presentan un trastorno del espectro autista, en el Ecuador, según el Ministerio de Salud
existen 2.099 menores de 0 a 17 años diagnosticados con el trastorno (3).

Dentro de su etiología existen varios factores genéticos, en donde se encuentra


implicado el gen HOXA, además existen dos sistemas afectados biológicamente, tales como,
la elevación de la serotonina (5-HT) en las plaquetas y la alteración de los mecanismos de
plasticidad sináptica ligados a la diana de rapamicina en células, asimismo se presenta una
alteración de la vía de señalización usada por el ácido γ-aminobutírico (GABA)
neurotransmisor implicado en el espectro (4). El impacto de dicha enfermedad en los
individuos afectados, en sus familias y en la sociedad generan una urgente necesidad por
difundir y mejorar el entendimiento de los mecanismos subyacentes causantes del TEA, así
como de sus características clínicas, con el objetivo de proveer una mejor atención médica
basada en el diagnóstico oportuno y un tratamiento integral especializado que permitan
mejorar la calidad de vida de los pacientes (5).
OBJETIVOS

Objetivo general

Analizar el Trastorno del espectro Autista y el Síndrome de Asperger para


comprender sus factores de riesgo, patología, diagnóstico y tratamiento tanto farmacológico
como psicosocial.

Objetivos Específicos

1. Identificar los trastornos del espectro autista y síndrome de asperger.


2. Buscar artículos relevantes y actualizados del autismo y síndrome de asperger
3. Realizar un resumen de los artículos del trastorno del espectro autista y
síndrome de asperger.
4. Elaborar una discusión acerca de la información encontrada en los artículos
frente a la información del libro “Sinopsis de Psiquiatría de Kaplan y Sadock”

JUSTIFICACIÓN

Esta propuesta de investigación se realizó con el objetivo de reconocer las barreras


que dificultan la inclusión de los niños con Trastorno del Espectro Autista, se busca diseñar
y socializar una propuesta de formación para la comunidad mediante la cual se quiere brindar
una información específica y adecuada. Desafortunadamente en nuestro país por la falta de
conocimiento acerca del trastorno, se complica aún más el poder identificar el TEA y sus
diferentes subtipos, es de suma importancia estudiarlos ya que son trastornos que pueden
generar dudas si no se identifica como tal. Por tal razón, es importante poder identificar cuáles
pueden ser las manifestaciones clínicas, factores de riesgo a tener en cuenta al diagnosticar
la enfermedad, implementando estrategias o herramientas que permitan la detección
temprana del mismo e incluyan medidas terapéuticas necesarias y adecuadas a cada tipo de
trastorno (5).
MARCO TEORICO

1. “Alteración del microbioma intestinal para modular potencialmente las


manifestaciones conductuales en los trastornos del espectro autista: una revisión
sistemática”.

Este artículo menciona la existencia de una asociación potencial entre los síntomas
gastrointestinales y la gravedad del trastorno del espectro autista (TEA). Dada esta
reciprocidad, el posible impacto de los probióticos y prebióticos se ha analizado en estudios
de investigación para modificar el microbioma intestinal y mejorar las manifestaciones
conductuales del TEA mediante la modulación del eje intestino-cerebro-microbioma. Esta
revisión sistemática se centra en la interacción entre estos factores para alterar las
manifestaciones conductuales de los TEA (6).

2. “La asociación entre la edad de los padres y los resultados relacionados con el
autismo en niños con alto riesgo familiar de autismo”

En el siguiente articulo nos menciona acerca de la correlación de la edad de la madre


como un factor de riesgo bien replicado para el trastorno del espectro autista (TEA), una
condición del neurodesarrollo con una etiología compleja y no bien definida. Estos análisis
son extraídos de cohortes prospectivos existentes de alto riesgo familiar, donde se quiere
demostrar que la edad del padre influye en el trastorno relacionados con los TEA en familias
con riesgo que la que se ha observado en las muestras de la población general (7).

3. “Neuropsicopatología del trastorno del espectro autista: interacción compleja de


factores genéticos, epigenéticos y ambientales”

El TEA es un trastorno poligénico y tiene un origen multifactorial. Las variaciones


del número de copias (CNV) de varios genes que regulan la sinaptogénesis y las vías de
señalización son uno de los principales factores responsables de la patogénesis del autismo.
La integración compleja de las variaciones del número de copias, provoca mutaciones en los
genes que codifican moléculas involucradas en la adhesión celular, canales iónicos
dependientes de voltaje, proteínas de andamiaje y vías de señalización (vías PTEN y mTOR).
Estos genes mutados son responsables de afectar la transmisión sináptica al causar una
disfunción de plasticidad responsable, a su vez, de la expresión de ASD. Todos estos juntos
provocan una desregulación de la señalización glutamatérgica, así como un desequilibrio en
las vías inhibitorias excitatorias que dan como resultado la activación de las células gliales y
la liberación de mediadores inflamatorios responsables del comportamiento social aberrante
que se observa en los pacientes autistas (8).

4. “Melatonina nocturna alterada en el autismo: asociación con factor de necrosis


tumoral y alteraciones del sueño”

Este artículo nos menciona que los trastornos del sueño, la secreción anormal de
melatonina y el aumento de la inflamación son aspectos de la fisiopatología del trastorno del
espectro autista (TEA), indican la activación del eje inmune-pineal, con niveles elevados de
TNF, pero no de IL-6 asociados con la liberación interrumpida de melatonina pineal y la
disfunción del sueño en los TEA. Se propone que la desregulación circadiana en los TEA
está íntimamente relacionada con una mayor actividad inmunoinflamatoria. Tales
interacciones bidireccionales del eje inmune-pineal pueden sustentar muchos aspectos de la
fisiopatología del TEA, incluidos los trastornos del sueño, así como las alteraciones
cognitivas y conductuales (9).

5. “Terapias y actividades asistidas con animales para niños con TEA: un estudio
de revisión”

Este articulo menciona el uso de una terapia con animales para niños con trastorno
del espectro autista donde los resultados sugieren que los animales más utilizados son el
caballo y el perro, y que este tipo de intervención tiene efectos positivos para niños con TEA
en áreas como la interacción y la comunicación social, el comportamiento y el desarrollo
motor, entre otros. Se concluye que es una intervención beneficiosa para niños y adolescentes
con autismo, aunque siempre como complemento de otro tipo de tratamientos (10).

6. “Subtipificación del trastorno del espectro autista: comparación de niños con


autismo de alto funcionamiento y síndrome de Asperger”

Mediante este artículo se llegó a realizar una comparación entre el autismo de alto
funcionamiento y el síndrome de asperger para poder tener como resultado si entre estos dos
síndromes difieren en su clínica. Desde la primera descripción el Síndrome de Asperger
siempre ha despertado gran interés y debate, hasta desaparecer en la quinta edición del DSM.
El debate consideró su validez diagnóstica y su diferenciación del autismo de alto
funcionamiento (HFA), en el presente estudio tuvo como objetivo examinar si AS difería de
HFA en los perfiles clínicos y analizar el impacto de la innovación del DSM-5 como las
diferencias cognitivas, de lenguaje, funcionamiento escolar y comorbilidades (11).

7. “Eficacia de la Terapia Ocupacional en niños con síndrome de Asperger: una


revisión sistemática de ensayos controlados aleatorios”

Esta revisión tiene como objetivo evaluar la eficacia de las intervenciones de terapia
ocupacional (OT) en pacientes pediátricos con síndrome de Asperger (AS). Las
intervenciones a las que se dirigieron los tres estudios seleccionados fueron: Terapia LEGO,
Programa de Uso Social del Lenguaje, ¡Afrontémoslo! software y capacitación para padres
combinados con la administración de risperidona. Todos los estudios mostraron que los
grupos de intervención mejoraron su capacidad social general, por lo tanto, esta revisión
muestra que las intervenciones pueden ayudar concretamente a los niños con SA a superar
sus problemas sociales (12).

8. “La asociación entre el rendimiento de la prueba de lectura de la mente en los


ojos y el cociente de inteligencia en niños y adolescentes con síndrome de
Asperger”

El presente artículo quiere demostrar la asociación entre el cociente de inteligencia


en el rendimiento de RMET, para indicar si la inteligencia aumenta o disminuye en la
cognición social en personas diagnosticadas con AS. Este estudio contribuye a comprender
los mecanismos que subyacen a la alteración de la cognición social en niños y adolescentes
diagnosticados con SA (13).

9. “Hábitos de uso de Internet, control parental y comorbilidad psiquiátrica en


sujetos jóvenes con síndrome de Asperger”

El presente artículo tiene como objetivo fue investigar las características del uso de
Internet en jóvenes con Síndrome de Asperger (SA) y su relación con el control parental y la
comorbilidad psiquiátrica. Los sujetos con uso normal de Internet (NIU), en comparación
con los sujetos con PIU, tenían puntuaciones significativamente más altas en la escala de
control parental, además se encontró que la gravedad de los síntomas depresivos predecía
puntajes más altos en la Escala de adicción a Internet para jóvenes (YIAS). En conclusión,
PIU puede ser común en AS y puede estar asociado con problemas de internalización,
mientras que el control parental puede proteger contra él (14) .

10. “Síndrome de Asperger (SA): un artículo de revisión”

Una variante del trastorno del espectro autista (TEA) conocida como síndrome de
Asperger (AS) se caracteriza por problemas graves con la comunicación interpersonal, verbal
y no verbal, así como patrones de comportamiento y actividades restringidos y repetitivos.
Las enfermedades neuropsicológicas concurrentes también están presentes con frecuencia.
La premisa para el diagnóstico es la observación de conductas anormales, con criterios de
diagnóstico que enfatizan las limitaciones en la interacción social y la comunicación, así
como patrones de comportamiento, actividades o pasatiempos restringidos y repetitivos. El
grado de la enfermedad y la presencia de deterioro intelectual tienen un impacto significativo
en el pronóstico. Al igual que el autismo, el síndrome de Asperger no se puede prevenir ni
tratar, no existe una terapia médica específica que pueda curar de manera efectiva todos los
síntomas del autismo, sin embargo, los medicamentos pueden usarse como terapia adyuvante
para comportamientos desadaptativos y problemas mentales concurrentes. El tratamiento
tiene como objetivo reducir las deficiencias básicas, aumentar la capacidad funcional y
reducir los comportamientos nocivos que podrían limitar las habilidades funcionales. Es
fundamental brindar atención adecuada, establecer redes de apoyo para las personas
afectadas y sus familias, y utilizar terapias eficaces para mejorar el funcionamiento y los
resultados (15).

DISCUSIÓN

Davies et al (6), menciona la existencia de una correlación entre la sintomatología


gastrointestinal de los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA) y su gravedad, es
por esto, que, dentro de su investigación, destaca el posible impacto que pueden tener los
probióticos y prebióticos con el fin de modificar el microbioma intestinal de estos y mejorar
sus manifestaciones conductuales.
Sin embargo, Kaplan et al (16), a lo largo de su revisión del trastorno espectro autista
no menciona, ni pone en tela de juicio dicha asociación, dado que, los únicos acercamientos
al uso de probióticos y prebióticos con el fin de modular las manifestaciones conductuales
del paciente, son la medicina complementaria, en donde se menciona la administración de
vitamina C, complejos multivitamínicos, ácidos grasos esenciales y el uso aminoacidos
(carnosina y carnitina), pero, sin embargo, se desconoce la eficacia de dicha práctica
biológica. Además, menciona, que entre otras prácticas que podemos usar con el fin de tratar
las características conductuales del paciente están: la musicoterapia y el yoga. Según Kaplan
et al (16), el tratamiento que más se destaca para las manifestaciones conductuales de los
pacientes con trastorno del espectro autista (TEA), son: la terapia conductual y la terapia
cognitivo- conductual (TCC). La primera se centra en reducir las conductas repetitivas en los
pacientes y se combina con tratamiento farmacológico si además existe la presencia de
comportamientos autolesivos; mientras que la segunda, se centra en el tratamiento de los
síntomas de ansiedad, depresión y trastorno obsesivo- compulsivo.

En otro estudio, Lyall et al (7) y sus colaboradores, mencionan que existe una relación
significativa entre la edad de los padres y el trastorno del espectro autista (TEA), basándose
en análisis extraídos de cohortes prospectivos tomados de estudios que relacionan a la edad
como un factor de riesgo. Y, Mira et al (17), en su investigación llevada a cabo en “La
Habana” (Cuba), señaló que el riesgo de tener un niño con autismo aumenta
proporcionalmente con la edad materna, tomando como punto de referencia, un gran número
de nacimientos ocurridos durante 1990. Además, agrega que, para una mujer de 40 años este
riesgo es del 50% más grande que para una mujer menor de 30 años y que la edad del padre,
conlleva un riesgo únicamente si la madre es significativamente más joven. Kaplan et al (16),
en su bibliografía, no refuta, pero tampoco menciona como un factor de riesgo a la edad de
los padres, sino más bien, considera que entre los factores que mayormente influyen o pueden
desencadenar este trastorno, están: factores genéticos, factores inmunitarios, biomarcadores,
factores prenatales y perinatales, trastornos neurológicos comórbidos y psicosociales. Pero
el que más se destaca, es la contribución hereditaria, aunque no se trata de una penetrancia
genética completa, tener familiares con trastorno del espectro autista (TEA), ha demostrado
un aumento evidente en los índices de padecer la patología, especialmente cuando se trata de
hermanos, ya que muestran un riesgo incrementado para déficits del desarrollo,
especialmente en las habilidades comunicativas y sociales, incluso cuando no cumplen
criterios de trastorno del espectro autista.

ElObeid et al (8), en su artículo, menciona la clara complejidad existente en la


variación genética de los pacientes con trastorno del espectro autista (TEA). Puesto a que, es
responsable de regular la sinaptogénesis y las vías de señalización que luego desencadenan
su complejo cuadro clínico. Cuando se habla de factores genéticos, Kaplan et al (16), atribuye
al trastorno del espectro autista una contribución hereditaria significativa, aunque solo un
15% de los casos parecen asociarse con una mutación genética conocida, ya que, en su
mayoría, su expresión depende de múltiples genes y sus índices aumentan relativamente
cuando las familias padecen de algún trastorno generalizado del desarrollo (TGD).

El índice de concordancia encontrado en gemelos que menciona Kaplan et al (16), es


bastante alto en monocigotos, frente a un valor no tan alto en dicigotos. Esta elevada tasa se
correlaciona con factores ambientales perinatales que van de la mano con la vulnerabilidad
genética de modo diferencial, defiende el autor. Además, también menciona que, la
heterogeneidad sugiere múltiples patrones de transmisión genética. Los estudios indican que
tanto el aumento como la disminución de determinados patrones genéticos pueden constituir
factores de riesgo del trastorno y los sistemas biológicos afectados son: la elevación de la
serotonina (5-HT) en las plaquetas y la alteración de los mecanismos de plasticidad sináptica
ligados a la diana de rapamicina en células de mamífero (mammalian target of rapamycin,
mTOR). Entre los síndromes genéticos, el más frecuente es el síndrome del cromosoma X,
aparece en el 2-3% de los individuos con trastorno del espectro autista. Los niños con
síndrome del cromosoma X tienden a presentar discapacidad intelectual, dificultades en la
motricidad gruesa y fina, cara poco habitual, macroorquidia y capacidad del lenguaje
expresivo significativamente más pobre (16).

Según, Silveira et al (9), la melatonina nocturna de los pacientes con trastorno del
espectro autista (TEA) está alterada y esto desencadena factore como: aletraciones del sueño
y necrosis tumoral. La autora propone que esta desregulación circadiana está íntimamente
relacionada con una mayor actividad inmunoinflamatoria y esto puede sustentar muchos
aspectos de la fisiopatología del TEA, incluidos los trastornos del sueño, así como las
alteraciones cognitivas y conductuales.
Aunque Kaplan et al (16), en su bibliografía no menciona específicamente porqué
ocurre la alteración en la melatonina nocturna de los pacientes con trastorno del espectro
autista (TEA), si señala que padecen de insomnio, que se calcula en un 44%- 83% de los
niños. Kaplan refiere, que, en estos casos, es necesario aplicar intervenciones conductuales
y farmacológicas. Las primeras incluyen un cambio de conducta por parte de los padres al
momento de acostar al niño y proporcionar rutinas que eliminen los estímulos que refuerzan
que se mantenga despierto. Mientras, que, las intervenciones farmacológicas consisten en la
administración de melatonina, prometedora en dosis entre 1 mg de liberación rápida y 4 mg
de liberación controlada, según los pocos estudios controlados sobre insomnio llevados a
cabo en niños con trastorno del espectro autista.

Mulas et al (18), en su estudio, en cambio sí señala, que, la hipótesis que mayormente


se acepta sobre el origen de las alteraciones del sueño de los pacientes con trastorno del
espectro autista (TEA) en la actualidad, están relacionados con el anómalo funcionamiento
sincrónico entre los genes implicados en el reloj circadiano y en la elaboración, secreción y
liberación de la melatonina sistémica. Además, agrega, que las alteraciones del sueño están
en estrecha relación con múltiples trastornos, incluyendo síndromes genéticos como los
síndromes de Down, X frágil, Prader Willi, Angelman, Rett, Smith Magenis, y otras
condiciones neurológicas como parálisis cerebral y los trastornos del espectro autista (TEA).
Y, en cuanto a los porcentajes de los trastornos generalizados del desarrollo (TGD) en los
que con más frecuencia se observan perturbaciones del sueño, Mulas redunda que, en TDAH
la prevalencia oscila entre 25 y 50% y en TEA entre 44 y 83%.

El autor Tárraga et al (10), sugiere el implemento de una terapia asistida con animales
para niños con trastorno del espectro autista con el fin de lograr efectos positivos para niños
en las áreas de interacción, comunicación social, comportamiento y el desarrollo motor,
aunque siempre como complemento de otro tipo de tratamientos. Sánchez et al (19), señala
que, evidentemente, la terapia asistida con animales en personas con trastorno del espectro
autista (TEA), aumenta la interacción social, disminuye las conductas autoestimulatorias,
incrementa las conductas de juego y promueve en el niño o niña con autismo un mayor y
mejor uso del lenguaje. Y, además, señala que esta terapia trae consigo varias ventajas, entre
las cuales: fortalecer la autoestima y entrenar su actividad motora son las más importantes.
Con este tipo de terapia es posible reducir el estrés, la ansiedad, los sentimientos de soledad
y mejorar el humor y la sensación de bienestar. Por tanto, el niño o niña con autismo será
capaz de realizar más actividades de ocio y disfrutar de ellas menciona el autor.

Sin embargo, al ser un tema de actualidad Kaplan et al (16), en su bibliografía no


menciona lo importante que sería conocer este tipo de intervenciones con el fin de ofrecer
mejoras en el campo cognitivo y del lenguaje. Es importante recalcar que este tipo de terapia
no solamente puede beneficiar a los pacientes con Trastorno del Espectro Autista (TEA), sino
también a cualquier trastorno generalizado del desarrollo (TGD), ya que todas estas
patologías están relacionadas o pueden incrementar el desarrollo de crisis de agresividad y
empeoramiento del estado de ánimo del paciente.

Giambattista et al (11), en su estudio “Subtipificación del trastorno del espectro


autista: comparación de niños con autismo de alto funcionamiento y síndrome de Asperger”,
indica que, como es de conocimiento general. la diferencia entre el asperger y el autismo,
siempre ha despertado interés en el área de la salud por su semejante cuadro clínico. Y pone
especial interés en los cambios que se han venido dando en los criterios diagnósticos de la
DSM V hasta la actualidad, para que ahora se utilicen los mismos ítems para los dos
trastornos y no se enmarque al asperger como una patología individualizada.

Y, como es de esperarse, Kaplan et al (16), en su tiempo, también definió al síndrome


de asperger como un trastorno generalizado del desarrollo (TGD) que se incluye dentro del
trastorno espectro autista (TEA), ya que se encuentran en estrecha relación, sin embargo,
añade que los pacientes con asperger no presentan demora cognitiva ni de lenguaje tan
marcadas como el autismo, además de que se integran mejor con su entorno, señala el autor.
Es por esto, que el diagnóstico diferencial del síndrome de asperger incluye: trastornos de
ansiedad social, trastorno obsesivo compulsivo, trastorno de la personalidad esquizoide y
espectro autista de alto funcionamiento. Aunque el síndrome de asperger es una versión del
trastorno espectro autista, sus principales diferencias están en: la edad de comienzo, el
lenguaje y la comunicación y el pronóstico. Kaplan, menciona que, la edad de comienzo en
el asperger es después de los tres años, mientras que el segundo se desarrolla desde el primer
mes; el lenguaje y la comunicación en el asperger es muy superior ya que estos niños logran
adquirir un buen lenguaje, mientras que en el autismo esta característica está ausente o
retrasada y finalmente agrega, que el pronóstico de un niño con asperger es mucho más
favorable (16). Zapata et al (20), en otro estudio, además señala, que encontraron que es más
probable que los niños con trastorno de asperger buscaran muchas más interacciones sociales
y pusieran más empeño en conseguir amigos, que los niños con autismo.

Peñuelas et al (12), evalúa la eficacia de las intervenciones de terapia ocupacional


(OT) en pacientes con síndrome de Asperger (AS). Su revisión concluyó en que, todos los
grupos de estudio, mejoraron significativamente su capacidad social general. Evidentemente,
Kaplan et al (16), señala que el tratamiento cognitivo- conductual que pretende facilitar el
desarrollo y la integración educativa, social, y laboral de los pacientes con síndrome de
asperger (AS) es favorable. Menciona que, este tipo de terapia, al igual que la farmacológica,
muestra un mejor pronóstico, aunque sus déficits sociales y de comunicación se mantienen,
ya que su pronóstico se caracteriza por seguir relacionándose de manera torpe y se mostrarse
incómodos ante situaciones sociales.

Según, Indarte et al (21), es importante considerar el implemento de nuevas


estrategias para mejorar la inclusión de los niños con SA. Su estudio, demostró que las
estrategias conductuales a las que mayormente se apegan los niños consiste en el uso de
pictogramas (dignos gráficos) o videos de las actividades que tienen que realizar, tomando
en cuenta que una de las cualidades de estos niños es memorizar todo lo que ven, obviamente
los niños van a optar más por ver una imagen, que por una explicación verbal. El autor
menciona, que, como resultado, los niños pueden captar con mucha mayor facilidad la orden
o información que se les quiere implementar y que esto les brinda mucha mayor seguridad y
que se logra un incremento significativo de sus habilidades motoras. Por lo tanto, las
intervenciones de terapia ocupacional (OT), pueden ayudar concretamente a los niños con
síndrome de asperger (AS) a superar sus problemas sociales (12).

El autor Peñuelas et al (13), en su artículo “La asociación entre el rendimiento de la


prueba de lectura de la mente en los ojos y el cociente de inteligencia en niños y adolescentes
con síndrome de Asperger”, pretende demostrar la correlación existente entre el cociente de
inteligencia en el rendimiento de RMET con síndrome de asperger (AS). Al ser un tema de
actualidad, en su revisión, Kaplan et al (16), no lo menciona. Pero si es importante recalcar
que, existen diversos cuestionarios que nos pueden servir de ayuda al momento de realizar el
diagnóstico de un paciente con síndrome de asperger (AS). Entre estos instrumentos están:
el ASSQ (cuestionario del espectro autista de alto funcionamiento), que se trata de un
cuestionario que facilita la detección de individuos con una capacidad intelectual alta y un
trastorno social en el espectro autista, pero no diferencia el autismo de alto funcionamiento
del síndrome de asperger; la escala australiana para el síndrome de Asperger; el CAST o test
infantil del síndrome de asperger y el cuestionario retrospectivo para la detección del
síndrome de asperger en el adulto (20).

Coskun et al (14), en su artículo relacionado con los hábitos de los jóvenes con
síndrome de asperger, menciona que estos pacientes tienden a tener una estrecha relación con
el uso significativamente mayor de internet a comparación de sujetos sin asperger y que esto
también puede estar en relación con la aparición de síntomas depresivos. Aunque no las
enlaza directamente, Kaplan et al (16), menciona que los niños con síndrome de asperger
(AS), se caracterizan por tener tres áreas afectadas: las conexiones y habilidades sociales, el
uso del lenguaje y las características del comportamiento, ya que están relacionadas con
rasgos repetitivos y una limitada pero intensa gama de intereses. Es decir, se trata de niños
que suelen fascinarse con áreas de especial interés centradas en aspectos intelectuales
específicos como: matemáticas, ciencias, literatura, historia, etc. Lo que quiere decir que las
puntuaciones del uso de internet, control parental y comorbilidades está claramente
justificado, ya que estos niños siempre van a tener un apego inusual, intenso y circunscrito a
patrones de intereses, por lo tanto, harán uso del material que dispongan para complacer a
sus habilidades intelectuales.

Motani et al (15), en su revisión señala que, el síndrome de Asperger (AS) se


caracteriza por traer consigo problemas graves en la comunicación interpersonal, verbal y no
verbal, así como patrones de comportamiento y actividades restringidas y repetitivos. Motani
cree que la clave para su diagnóstico está en la observación de conductas anormales, con
limitación en la interacción social y la comunicación, así como patrones de comportamiento,
actividades o pasatiempos restringidos y repetitivos. Con respecto a su pronóstico, el autor
indica que el grado de la enfermedad y la presencia de deterioro intelectual tienen un impacto
significativo. Y que, al igual que el autismo, el síndrome de Asperger no se puede prevenir
ni tratar y que no existe una terapia médica específica que pueda curar de manera efectiva
todos los síntomas del autismo, sin embargo, los medicamentos pueden usarse como terapia
adyuvante para comportamientos desadaptativos y problemas mentales concurrentes.

Evidentemente, al igual que Motlani, Kaplan et al (16), también señala que este tipo
de pacientes se caracterizan por tener una alteración y singularidad en la interacción social,
limitación de intereses y conductas. Agrega que, su diagnóstico se basa únicamente en el uso
de criterios clínicos y la observación, considerando una evaluación tanto personal, como
familiar y social que debe incluir: una historia minuciosa del desarrollo del niño en general
y en especial en áreas de interacción social, del lenguaje y la comunicación, y de la evaluación
de la capacidad intelectual, del lenguaje expresivo y receptivo, la función ejecutiva y de la
competencia motora. Su tratamiento tendrá como objetivo promover mejores conductas
sociales, de interacción, conseguir el mayor nivel de autonomía y de calidad de vida, y
dependerá de dos terapias: la terapia cognitivo- conductual y terapia farmacológica. En la
última, se aconseja emplear la medicación por un tiempo corto y luego evaluar la evolución
del paciente para evitar efectos adversos. Kaplan, señala que no existe una medicación
específica. Pero cuando existe mucha impulsividad se recomienda usar neurolépticos atípicos
junto con un abordaje psicoterapéutico; en casos de obsesiones y depresión se pueden utilizar
inhibidores selectivos de la receptación de serotonina (ISRSr) y cuando se ha visto trastorno
por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se pueden utilizar estimulantes. Y al igual
que Motlali, indica que su pronóstico será favorable, aunque sus conductas sociales y de
comunicación se mantendrán, ya que continuarán relacionándose de manera lenta e incómoda
(16).
BIBLIOGRAFÍA

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