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Lectura para el Tema 1: Concepto y desarrollo histórico de la Psicología

Fisiológica
Manual de bibliografía básica de la asignatura:
Carlson, N.R. y Birkett, M.A. (2018). Fisiología de la Conducta.
Pearson Educación.

Capítulo 1: Introducción.
De este capítulo deben leerse y estudiarse las páginas 2-5 (hasta el
epígrafe de Mundo Antiguo, no incluido) y 14 – 20.

Nota: En el texto, los autores utilizan el término neurociencia de la


conducta, que se considera equivalente a Psicología Fisiológica.
Sumario

Fundamentos de la neurociencia de la conducta

Objetivos de investigación
Raíces biológicas de la neurociencia de la conducta

Aspectos éticos en la investigación con animales

Investigación con animales


Investigación con seres humanos

El futuro de la neurociencia: orientaciones profesionales y estrategias de aprendizaje

Orientaciones profesionales en neurociencia


Estrategias para aprender

Objetivos de aprendizaje
OA 1.1 Explicar la importancia de la generalización y la reducción en la investigación en
neurociencia de la conducta.
OA 1.2 Resumir las contribuciones al campo moderno de la neurociencia de la conducta
realizadas por personas destacadas de la filosofía, la fisiología u otras disciplinas.
OA 1.5 Exponer los motivos que llevan a utilizar animales en la investigación de la
neurociencia de la conducta.
OA 1.6 Indicar las consideraciones éticas en la investigación con sujetos humanos.
OA 1.7 Señalar las carreras profesionales en neurociencia de la conducta.
OA 1.8 Describir las estrategias de aprendizaje eficaces para el estudio de la neurociencia de
la conducta.
Jeremiah es un abogado de 53 años. Cuando apenas había cumplido los siete sufrió un accidente
cerebrovascular mientras jugaba al béisbol. Aunque la mayoría de estos episodios aparecen en
adultos mayores, por desgracia pueden afectarle a cualquiera, incluidos los niños. Los accidentes
cerebrovasculares se producen cuando una parte del cerebro se ve privada de riego sanguíneo y
oxígeno (como se analiza en mayor detalle en el Capítulo 15). A consecuencia del daño que sufrió
en el lado izquierdo del cerebro, Jeremiah perdió la sensibilidad en toda la parte derecha del
cuerpo y vio seriamente limitada su capacidad para utilizar el brazo y la pierna derechos. Acudió
a rehabilitación inmediatamente después del episodio y aprendió a caminar con la ayuda de un
bastón. También aprendió a escribir con la mano izquierda, ya que los movimientos de
motricidad fina le resultaban demasiado difíciles con la mano afectada.

Sin embargo, nunca recuperó el movimiento completo del lado derecho del cuerpo y, pese a los
progresos conseguidos, con frecuencia pierde el equilibrio. Transcurridos más de cuarenta años
desde el accidente cerebrovascular, sigue cayéndose casi 150 veces al año, con las consiguientes
lesiones, como fracturas de los huesos de las manos, los pies y la cadera. La lucha continua de
Jeremiah durante cuatro décadas le llevó a buscar un nuevo tratamiento para mejorar el
equilibrio, la coordinación y la psicomotricidad fina. De forma destacable, tan solo después de
dos semanas de entrenamiento de la mano derecha y de tres semanas de la pierna derecha,
mejoró su equilibrio y fue capaz de volver a escribir su nombre con la derecha. ¿Qué pudo suceder
en el cerebro de Jeremiah para una mejora tan espectacular?

El hombre se sometió a una modalidad conocida como terapia de restricción inducida del
movimiento. Este tratamiento se basa en la idea de que la parálisis inducida por los accidentes
cerebrovasculares se debe al desuso de la extremidad y a que se dedican menos células en el
cerebro para su movimiento. Para volver a enseñar al cerebro a reanudar las conductas
asociadas, la terapia consiste en una actividad física intensiva con las partes afectadas del
cuerpo.

Por ejemplo, Jeremiah invirtió varias horas al día en mover las extremidades afectadas, con
acciones como asir un lápiz, apilar bloques y colocar pinzas de la ropa en una vara. Para obligar
a que Jeremiah trabajara con la mano derecha, la débil, los terapeutas le cubrieron la izquierda
con un guante grueso. Este aumento en el entrenamiento, o modelado, de la parte del cuerpo
afectada «reprograma» el cerebro y permite «reaprender» las funciones y los procesos básicos.
Esta especie de «recableado» del cerebro recibe en neurociencias el nombre de plasticidad, o
capacidad del cerebro de cambiar con el tiempo. Por esta plasticidad cerebral, Jeremiah, al cabo
de horas de práctica intensiva, pudo recuperar buena parte del control motor que había perdido
durante décadas desde el episodio que sufrió de niño (Doidge, 2007).

*****

Hasta casi los inicios del siglo XXI, la mayoría de los investigadores creían que el cerebro1 no era
capaz de cambiar en la edad adulta. Algunos pioneros de las neurociencias señalaron que, en
realidad, las células y las conexiones del cerebro adulto son flexibles, o plásticas, e intentaron
modificar las convicciones al respecto que se habían sostenido durante más de un siglo. No les
resultó fácil. Aun provistos de datos nuevos y revolucionarios, los investigadores fueron muy
criticados durante años, y sus métodos fueron duramente cuestionados. Finalmente, los datos
se acumulaban y hasta los críticos más acendrados empezaron a retractarse de sus afirmaciones
y aceptaron que las investigaciones demostraban la existencia de cambios neuronales en el
cerebro adulto, incluida la presencia de células nuevas en algunas regiones del cerebro.
Hoy sabemos que el cerebro adulto forma conexiones entre las células del cerebro, llamadas
neuronas, durante toda la vida. Este cambio en la forma de entender el cerebro se recibió con
optimismo y emoción. A partir de los conocimientos sobre los cambios cerebrales a lo largo de
la vida se han desarrollado terapias para tratar las lesiones cerebrales y las enfermedades
mentales. Docenas de investigadores han realizado nuevos descubrimientos año tras año en el
ámbito de la neurogénesis, o generación de nuevas neuronas.

Esta historia del cambio sobre la forma de entender el cerebro, y los posibles beneficios que se
derivan de ella, ilustra muchos de los principios importantes que se abordarán en este libro. La
neurociencia de la conducta es un campo dinámico y en cambio permanente. Como se verá a lo
largo de estas páginas, no solo se analizan los hechos asociados, sino también el proceso que
llevó a conocerlos, los numerosos científicos dedicados que asumieron las investigaciones y la
estimulante posibilidad de que aún reste mucho por aprender acerca del cerebro y del sistema
nervioso.

La última frontera de este mundo —y quizá la mayor— está dentro de nosotros. El sistema
nervioso humano hace posible todo lo que podemos hacer, todo lo que podemos saber y todo
lo que podemos sentir. Su complejidad es enorme, y la tarea de estudiarlo y comprenderlo
empequeñece todas las investigaciones previas emprendidas por nuestra especie.

Fundamentos de la neurociencia de la conducta

La neurociencia de la conducta se denominó anteriormente psicología fisiológica, y aún recibe


este nombre en ocasiones. Efectivamente, el primer texto de psicología, escrito por Wilhelm
Wundt a finales del siglo XIX, fue titulado Principios de psicología fisiológica. En los últimos años,
la avalancha de información sobre biología experimental, química, conducta animal, psicología,
informática y otros campos científicos ha contribuido a crear el campo diverso e interdisciplinar
de la neurociencia de la conducta. Este esfuerzo conjunto se debe a que se ha asumido que la
función final del sistema nervioso es la conducta.

Cuando pregunto a mis estudiantes cuál creen que es la función final del cerebro, suelen decirme
«pensar» o «tener un razonamiento lógico», o «percibir» o «recordar las cosas». Es cierto que
el sistema nervioso lleva a cabo dichas funciones, pero estas sirven de base a la función principal:
controlar el movimiento (tenga en cuenta que el movimiento incluye hablar, un tipo de conducta
humana muy importante). La función básica de la percepción es informarnos de lo que está
sucediendo en nuestro entorno, de modo que nuestras conductas sean adaptativas y
provechosas: la percepción sin la capacidad de actuar sería inútil. Por supuesto, una vez que
nuestras capacidades perceptivas se han desarrollado, pueden utilizarse para fines distintos al
de guiar la conducta. Por ejemplo, podemos disfrutar de una hermosa puesta de sol o de una
grandiosa obra de arte sin que esta percepción nos empuje a hacer algo en particular. Y a
menudo pueden ocurrir pensamientos sin que ello lleve a una conducta manifiesta. Sin
embargo, la capacidad de pensar evolucionó porque nos permite conductas complejas que
logran objetivos útiles. Y mientras recordar lo que nos ha sucedido en el pasado puede ser un
pasatiempo agradable, la capacidad de aprender y recordar evolucionó —también en este
caso— porque permitía a nuestros antecesores obtener provecho de la experiencia y llevar a
cabo conductas que les eran útiles.

La historia moderna de la investigación en psicología fisiológica ha sido escrita por científicos


que han combinado los métodos experimentales de la psicología y de la fisiología y los han
aplicado a cuestiones que conciernen a investigadores en muchos campos diferentes. La
investigación en neurociencia incluye aspectos relativos a los procesos perceptivos, el control
del movimiento, el sueño y la vigilia, la conducta reproductora, la conducta de ingesta, la
conducta emocional, el aprendizaje y el lenguaje. En los últimos años hemos empezado a
estudiar la fisiología de estados patológicos humanos tales como las adicciones y los trastornos
mentales. Todos estos temas se tratarán en los capítulos siguientes de este libro.

Objetivos de investigación
OA 1.1 Explicar la importancia de la generalización y la reducción en la investigación en
neurociencia de la conducta.

El objetivo de todos los científicos es explicar los fenómenos que estudian. Pero ¿qué
entendemos por explicar? Las explicaciones científicas pueden ser de dos tipos: generalización
y reducción. La generalización se entiende como la proposición de explicaciones a modo de
ejemplos de las leyes generales, que se ponen de manifiesto mediante experimentos. La
reducción persigue explicar fenómenos complejos a partir de otros más simples.

La tarea del neurocientífico de la conducta es explicar la conducta mediante el estudio de los


procesos fisiológicos que la controlan. Pero los neurocientíficos de la conducta no pueden
limitarse a ser reduccionistas. No es suficiente observar conductas y relacionarlas con sucesos
fisiológicos que ocurren al mismo tiempo. Hemos de entender por qué se produce una
determinada conducta. Por ejemplo, los ratones, al igual que muchos otros mamíferos, suelen
construir madrigueras. Las observaciones comportamentales demuestran que los ratones
construyen madrigueras en dos casos: cuando la temperatura ambiental es baja y cuando el
animal está preñado. Un ratón no preñado solo construirá una madriguera si el tiempo es frío,
mientras que un ratón preñado la construirá independientemente de la temperatura. La misma
conducta se da por razones diferentes. De hecho, la conducta de construir madrigueras está
controlada por dos mecanismos fisiológicos distintos. La construcción de madrigueras puede
estudiarse como una conducta relacionada con el proceso de regulación de la temperatura o en
el contexto de la conducta parental. Aunque el mismo conjunto de mecanismos cerebrales
controlará los movimientos que hace un ratón al construir la madriguera en ambos casos, estos
mecanismos serán activados por partes diferentes del cerebro. Una parte recibe información de
los detectores corporales de temperatura y la otra está influida por hormonas presentes en el
cuerpo durante el embarazo.

A veces, los mecanismos fisiológicos pueden decirnos algo sobre procesos psicológicos como el
lenguaje, la memoria o el estado de ánimo. Por ejemplo, la lesión de una zona específica del
cerebro puede provocar déficits muy específicos de la capacidad lingüística de una persona. El
carácter de estos déficits sugiere cómo están organizadas dichas capacidades. Cuando la lesión
afecta a una región cerebral que es importante para analizar los sonidos del habla, también
produce dificultades para pronunciar. Esta observación sugiere que la capacidad de reconocer
una palabra hablada y la de pronunciarla implican mecanismos cerebrales relacionados. La
lesión de otra zona del cerebro puede producir marcadas dificultades para leer en voz alta
palabras con las que no está familiarizado, pero no altera la capacidad de la persona para leer
palabras que le resultan conocidas. Este descubrimiento sugiere que la comprensión de la
lectura puede seguir dos caminos: uno relacionado con los sonidos del habla y otro que
principalmente consiste en el reconocimiento visual global de las palabras.

En la práctica, los esfuerzos de investigación de los neurocientíficos de la conducta incluyen


ambas formas de explicación: generalización y reducción. El conocimiento de los investigadores,
tanto de las generalizaciones psicológicas sobre la conducta como de los mecanismos
fisiológicos, suscita ideas para realizar experimentos. Así pues, un buen neurocientífico de la
conducta tiene que ser tanto un buen psicólogo como un buen fisiólogo.

Raíces biológicas de la neurociencia de la conducta


OA 1.2 Resumir las contribuciones al campo moderno de la neurociencia de la conducta
realizadas por personas destacadas de la filosofía, la fisiología u otras disciplinas.

Desde los tiempos más remotos, la gente ha creído que posee algo intangible que le da vida: una
mente, un alma o un espíritu. También tenemos un cuerpo físico, con músculos que lo mueven
y órganos sensoriales, como los ojos y los oídos, que perciben información del mundo que nos
rodea. En nuestro cuerpo, el sistema nervioso juega un papel central, al recibir información de
los órganos sensoriales y controlar los movimientos de los músculos. Pero ¿qué papel
desempeña la mente?, ¿controla al sistema nervioso?, ¿es una parte del sistema nervioso?, ¿es
algo físico y tangible, como el resto del cuerpo, o un espíritu que siempre permanecerá oculto?

Este enigma se ha denominado históricamente el problema mente-cuerpo. Los filósofos han


intentado resolverlo durante muchos siglos y, en épocas más recientes, los científicos han
asumido esta tarea. Básicamente, se han seguido dos enfoques diferentes: el dualismo y el
monismo. El dualismo defiende la doble naturaleza de la realidad. Mente y cuerpo son distintos;
el cuerpo está compuesto por materia normal y corriente, pero la mente no. El monismo
sostiene que todo en el universo se compone de materia y energía, y que la mente es un
fenómeno que deriva del funcionamiento del sistema nervioso.

La mera especulación sobre la naturaleza de la mente no nos lleva a ninguna parte. Si


pudiéramos resolver el problema mente-cuerpo simplemente reflexionando sobre ello, los
filósofos lo habrían hecho hace mucho tiempo. Los neurocientíficos de la conducta adoptan una
postura empírica, práctica y monista ante el estudio de la naturaleza humana. La mayoría de los
neurocientíficos creen que, una vez que sepamos cómo funciona el cuerpo humano (y, en
particular, cómo funciona el sistema nervioso), el problema mente-cuerpo se habrá resuelto.
Podremos explicar cómo percibimos, cómo pensamos, cómo recordamos y cómo actuamos.
Podremos incluso explicar la naturaleza de nuestra propia consciencia. En este apartado se
analizan algunos de los descubrimientos más importantes del pasado que contribuyeron al
campo actual de la neurociencia de la conducta.

Revisión del apartado: Fundamentos de la neurociencia de la conducta


OA 1.1 Explicar la importancia de la generalización y la reducción en la investigación en
neurociencia de la conducta.

Para explicar los resultados de la investigación en neurociencia de la conducta, puede


recurrirse a la generalización para poner de relieve las leyes generales de la conducta. La
reducción puede utilizarse para explicar fenómenos complejos a partir de otros más simples.

Aspectos éticos en la investigación con animales

En este libro se incluyen muchos datos acerca de los conocimientos actuales sobre la estructura
y la función del sistema nervioso. ¿De dónde proceden estos datos? Se han obtenido a partir de
experimentos minuciosamente diseñados que pueden incluir simulaciones informáticas, células
individuales y a menudo seres humanos y otros animales. La investigación en neurociencia con
seres humanos y animales está sujeta a importantes consideraciones éticas. En este apartado se
abordan estas cuestiones con mayor detalle.
Investigación con animales
OA 1.5 Exponer los motivos que llevan a utilizar animales en la investigación de la neurociencia
de la conducta.

La mayor parte de las investigaciones descritas en este libro implican experimentos con animales
vivos. Siempre que utilicemos otra especie animal para nuestros propios fines, deberíamos estar
seguros de que lo que estamos haciendo es humanitario y merece la pena. Creemos que puede
afirmarse que la investigación sobre la fisiología de la conducta cumple ambos requisitos. El que
un tratamiento sea humanitario es una cuestión de procedimiento. Sabemos cómo mantener a
los animales de laboratorio con buena salud, en condiciones confortables, higiénicas. Sabemos
cómo administrar anestésicos y analgésicos de modo que los animales no sufran durante o
después de la cirugía, y sabemos cómo prevenir infecciones con procedimientos quirúrgicos
apropiados y el uso de antibióticos. La mayoría de las sociedades industrializadas tienen una
reglamentación muy estricta sobre el cuidado de los animales y requieren que los
procedimientos experimentales que se utilizan con ellos estén aprobados. No hay excusa para
maltratar a los animales de los que nos ocupamos. De hecho, a la inmensa mayoría de los
animales de laboratorio se les trata humanitariamente.

Puede resultar difícil decir si un experimento merece o no la pena. Utilizamos animales con fines
diversos. Comemos su carne y sus huevos y bebemos su leche, convertimos sus pieles en
prendas de abrigo, extraemos insulina y otras hormonas de sus órganos para tratar las
enfermedades de las personas, los entrenamos para hacer trabajos útiles en el campo o para
que nos entretengan. Incluso tener una mascota es una forma de explotación: somos nosotros—
no ellos— quienes decidimos que vivan en nuestra casa. El hecho es que hemos estado
utilizando a otros animales a lo largo de la historia de nuestra especie.

Tener animales de compañía causa mucho más sufrimiento a los animales que la investigación
científica. Quienes tienen mascotas no necesitan el permiso de un comité de expertos que
incluya un veterinario para tener en su casa a las mascotas, ni están sujetos a inspecciones
periódicas para asegurar que su hogar está limpio y cumple las condiciones sanitarias, que sus
mascotas tienen el suficiente espacio para hacer un ejercicio adecuado o que la dieta de sus
mascotas es la apropiada. Los investigadores científicos sí tienen que hacerlo.

En los Estados Unidos, cualquier institución que reciba fondos federales para la investigación
con animales debe contar con un Institutional Animal Care and Use Committe (IACUC). Este
comité está formado normalmente por un veterinario, científicos que trabajan con animales,
miembros no científicos y miembros de la comunidad no afiliados a la institución. Este grupo
revisa todas las propuestas de investigación con animales, con el propósito de que cumplan con
los requisitos de tratamiento humanitario y ético. Incluso la investigación con animales no
invasiva (como el trabajo de campo o los estudios observacionales) debe superar la revisión y
ser aprobada por el IACUC. Este proceso de aprobación garantiza no solo el bienestar de los
animales, sino también que la investigación cumple con las normativas locales, estatales y
federales.

Resulta sorprendente la desmedida preocupación que muestran los defensores de los derechos
de los animales por el uso de animales para fines de investigación y educativos, en particular
porque es el único uso indispensable de los animales. Podemos sobrevivir sin comernos a los
animales, podemos vivir sin cazar, podemos pasar sin pieles, pero, sin utilizar animales para
investigar y preparar a los futuros investigadores, no podemos progresar en el conocimiento y
tratamiento de enfermedades. Dentro de no muchos años nuestros científicos probablemente
hayan desarrollado una vacuna que prevenga la propagación de enfermedades como la malaria
o el sida. Algunos defensores de los derechos de los animales opinan que impedir la muerte de
animales de laboratorio utilizados para conseguir una vacuna semejante es un objetivo más
digno de consideración que evitar la muerte de millones de seres humanos, lo que ocurrirá como
resultado de la enfermedad si no se desarrolla una vacuna. Incluso enfermedades que ya se han
controlado podrían cobrarse nuevas víctimas si las compañías farmacéuticas no pudieran utilizar
animales. Privadas del uso de animales, estas empresas no podrían seguir extrayendo hormonas
que se utilizan para tratar enfermedades humanas ni preparar muchas de las vacunas que se
usan actualmente para prevenirlas.

Nuestra especie está amenazada por problemas médicos, psicológicos y de conducta, muchos
de los cuales solo pueden resolverse mediante la investigación biológica. Pensemos en algunos
de los principales trastornos neurológicos. Los accidentes cerebrovasculares, como el de
Jeremiah que abría este capítulo, son causados por hemorragias o por la oclusión de un vaso
sanguíneo cerebral y a menudo dejan a las personas parcialmente paralizadas, incapaces de leer,
escribir o de comunicarse verbalmente con los amigos o la familia. La investigación básica sobre
los medios a través de los que se comunican las células nerviosas entre sí ha llevado a
importantes descubrimientos referentes a las causas de la muerte de las células cerebrales. Este
tipo de investigación no se dirigía a un fin práctico específico; de hecho, sus posibles beneficios
sorprendieron a los investigadores.

Los experimentos basados en estos resultados han demostrado que si un vaso sanguíneo que
irriga el encéfalo se obstruye durante unos pocos minutos, la parte de él irrigada por ese vaso
muere. Sin embargo, el daño cerebral puede prevenirse si se administra pronto un fármaco que
interfiere en un determinado tipo de comunicación neural. Esta clase de investigación es
importante, ya que puede llevar a tratamientos médicos que ayuden a reducir el daño cerebral
causado por los accidentes cerebrovasculares. Pero implica operar a un animal de laboratorio
(p. ej., una rata) y ocluir un vaso sanguíneo (a los animales, por supuesto, se les anestesia).
Algunos de los animales padecerán lesión cerebral y todos serán sacrificados para poder
examinar su cerebro. Sin embargo, probablemente el lector estará de acuerdo en que este tipo
de experimentos son tan legítimos como el uso de animales para alimentarse.

Como veremos más adelante en este libro, la investigación con animales de laboratorio ha
generado importantes descubrimientos sobre las posibles causas o los posibles tratamientos de
trastornos neurológicos y mentales, entre ellos la enfermedad de Parkinson, la esquizofrenia,
los trastornos bipolares, los trastornos por ansiedad, los trastornos obsesivo-compulsivos, la
anorexia nerviosa, la obesidad y la drogadicción. Aunque se han hecho muchos progresos, estos
problemas siguen existiendo y causan mucho sufrimiento humano. A menos que continuemos
nuestra investigación con animales de laboratorio, no se resolverán.

Algunos han sugerido que podríamos utilizar cultivos de tejido u ordenadores para nuestra
investigación en lugar de animales de laboratorio. Si bien estas técnicas pueden utilizarse para
analizar algunas cuestiones interesantes de la investigación, por desgracia, ni los cultivos de
tejido ni los ordenadores pueden sustituir a los organismos vivos y complejos. No podemos
estudiar problemas comportamentales, como las adicciones, en cultivos de tejido, ni programar
un ordenador para que simule el funcionamiento del sistema nervioso de un animal (si
pudiéramos hacerlo, significaría que ya tenemos todas las respuestas).

Investigación con seres humanos


OA 1.6 Indicar las consideraciones éticas en la investigación con sujetos humanos.
No toda la investigación en neurociencia se realiza con modelos animales. Buena parte de lo que
sabemos hoy en día sobre el cerebro y la conducta procede de la investigación con seres
humanos. De forma muy semejante a la investigación con animales, la realizada con voluntarios
humanos es esencial para avanzar en los conocimientos del encéfalo en la salud y la enfermedad.
Como sucede también con los animales, el trabajo con seres humanos está sujeto a estricta
regulación y debe ser revisado y aprobado por un comité de expertos y de personas ajenas al
campo de estudio. El Instutitional Review Board (IRB) funciona de forma similar al IACUC para
garantizar el tratamiento ético de los voluntarios en la investigación (véase la Figura 1.9).

Además de las condiciones estipuladas, la investigación con seres humanos debe incluir un
consentimiento informado y precauciones para proteger la identidad de los participantes. El
consentimiento informado describe el proceso por el cual los investigadores deben informar a
todos los participantes de la naturaleza del estudio, cómo se recogerán y almacenarán los datos
y qué beneficios y costes se prevén de la participación. Únicamente después de obtener esta
información, el participante podrá tomar una decisión informada sobre su participación en el
estudio. Si no se cumple con el proceso de consentimiento informado pueden derivarse
consecuencias éticas, legales y financieras. En 2010, el caso de Havasupai Tribe v. Arizona Board
of Regents desembocó en la devolución de las muestras biológicas y un pago de 700.000 dólares
a la tribu havasupai después de seis años de disputa. La sentencia reconoció que se había
manejado un proceso de consentimiento informado impreciso e incompleto que derivó en el
uso de muestras de sangre destinadas originalmente a la investigación sobre diabetes en una
investigación sobre los factores relacionados con la esquizofrenia (Van Assche et al., 2013). La
protección de la identidad de los participantes es fundamental para toda investigación con seres
humanos, y sobre todo en la neurociencia de la conducta que estudia cuestiones potencialmente
sensibles (por ejemplo, el consumo de drogas en estudios de los cambios cerebrales en el
consumo de estupefacientes y el desarrollo de los tratamientos).

Un campo interdisciplinar emergente, la neuroética, se dedica a comprender mejor las


implicaciones y a desarrollar las mejores prácticas en la ética de la investigación de neurociencia
con participantes humanos. Un informe de 2014 de un panel de expertos nacionales analizó los
retos éticos de la investigación neurocientífica en lo relativo a: 1) la confidencialidad de los
estudios de neuroimagen y del cerebro; 2) la demencia, la personalidad y los cambios de
preferencias; 3) la mejora cognitiva y la justicia, y 4) la investigación de la estimulación cerebral
profunda y las dificultades éticas de la historia de la psicocirugía (Comisión Presidencial para el
Estudio de Cuestiones Bioéticas, 2014). Entre las recomendaciones del panel se incluía la
integración de la ética y la ciencia a través de la educación en todos los niveles.

Revisión del apartado: Cuestiones éticas en la investigación con seres humanos y otros
animales

OA 1.5 Exponer los motivos que llevan a utilizar animales en la investigación de la neurociencia
de la conducta.

Los animales se utilizan en la investigación de neurociencia de la conducta para mejorar la


comprensión del sistema nervioso y desarrollar tratamientos para las enfermedades y las
lesiones. Los modelos animales se utilizan cuando no es posible o no resulta apropiado llevar a
cabo la investigación con seres humanos y cuando los modelos celulares o los programas
informáticos no pueden simular la complejidad del sistema nervioso.
OA 1.6 Indicar las consideraciones éticas en la investigación con sujetos humanos.

Entre las consideraciones éticas para la investigación con seres humanos se incluyen
protecciones como el consentimiento informado y la confidencialidad. El campo de la neuroética
se dedica a conocer mejor las implicaciones y a desarrollar las mejores prácticas en la ética de la
investigación neurocientífica con participantes humanos.

El futuro de la neurociencia: orientaciones profesionales y estrategias de aprendizaje

¿Qué es la neurociencia de la conducta y qué hacen los neurocientíficos de la conducta? ¿Cuáles


son las formas mejores de aprender en este campo tan diverso y estimulante? Cuando haya
terminado de leer este libro habrá obtenido la respuesta más cabal que puedo darle a estas
preguntas. En el apartado siguiente se describen las bases del campo y las salidas profesionales
existentes para quienes se especializan en él. A continuación, se ofrecen algunas estrategias
como ayuda para aprender y profundizar en el estudio de esta fascinante disciplina.

Orientaciones profesionales en neurociencia


OA 1.7 Señalar las carreras profesionales en neurociencia de la conducta.

La neurociencia de la conducta pertenece a una disciplina más amplia denominada simplemente


neurociencia. Los neurocientíficos se interesan por todos los aspectos del sistema nervioso: su
anatomía, química, fisiología, desarrollo y funcionamiento. La investigación de los
neurocientíficos abarca desde estudios de genética molecular hasta el estudio de la conducta
social. Los neurocientíficos de la conducta estudian todos los fenómenos comportamentales que
pueden observarse en los seres humanos y los animales. Intentan comprender la fisiología de la
conducta: el papel del sistema nervioso, en interacción con el resto del cuerpo (especialmente
con el sistema endocrino, que segrega hormonas), en el control de la conducta. Estudian temas
tales los procesos sensoriales, el sueño, la conducta emocional, la conducta de ingesta, la
conducta agresiva, la conducta sexual, la conducta parental, y el aprendizaje y la memoria.
También estudian modelos animales de los trastornos que aquejan a los seres humanos, como
la ansiedad, la depresión, las obsesiones y compulsiones, las fobias, las enfermedades
psicosomáticas y la esquizofrenia. Aunque el primer nombre de la disciplina descrita en este
libro fue psicología fisiológica, actualmente se emplean otros términos, como psicología
biológica, biopsicología, psicobiología y, el más frecuente, neurociencia de la conducta.

Hay otros dos campos que a menudo se solapan con el de la neurociencia de la conducta: el de
la neurología y el de la neurociencia cognitiva. Los neurólogos son médicos implicados en el
diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del sistema nervioso. La mayoría de los
neurólogos se dedican exclusivamente a la práctica de la medicina, pero unos cuantos
emprenden una investigación destinada al progreso de nuestro conocimiento de la fisiología de
la conducta. Estudian la conducta de personas cuyo cerebro ha sido dañado por causas
naturales, utilizando sofisticados instrumentos de exploración cerebral para examinar la
actividad de diversas regiones del encéfalo cuando el sujeto realiza diversos tipos de tareas. Esta
investigación también la desempeñan neurocientíficos cognitivos, científicos con un doctorado
(por lo general, en psicología) y formación especializada en los principios y procedimientos de la
neurología.

La mayoría de los neurocientíficos de la conducta profesionales han alcanzado el grado de doctor


en psicología o tras un programa interdisciplinar. Los programas incluyen a miembros de los
departamentos de psicología, biología, bioquímica e informática. La mayoría de los
neurocientíficos de la conducta profesionales trabajan en universidades y escuelas superiores,
donde se dedican a la docencia y la investigación. Otros trabajan en instituciones dedicadas a la
investigación (p. ej., en laboratorios pertenecientes al gobierno y dirigidos por este, o a
organizaciones filantrópicas privadas). Unos cuantos trabajan en la industria, por lo general en
compañías farmacéuticas interesadas en evaluar los efectos de las drogas en la conducta.

Para llegar a ser profesor o investigador independiente hay que tener estudios de posgrado (lo
más frecuente, un doctorado, aunque algunos se interesan por la investigación después de
cursar una licenciatura en medicina). La mayoría de los neurocientíficos de la conducta pasan
dos años o más con un contrato posdoctoral temporal, trabajando en el laboratorio de
científicos experimentados para obtener más experiencia en la investigación. Durante este
período redactan artículos en los que describen los resultados de sus trabajos y los envían a
revistas científicas para su publicación. Estas publicaciones constituyen un factor importante
para que puedan obtener un contrato permanente.

No todos los que se dedican a la investigación neurocientífica tienen un título de doctorado.


Muchos técnicos de investigación realizan un trabajo esencial —e intelectualmente
satisfactorio— para los científicos con quienes trabajan. Los técnicos pueden seguir adquiriendo
experiencia y formación en el trabajo, hasta asumir responsabilidades de dirección y completar
sus proyectos de forma independiente. (Véase la Figura 1.10).

Estrategias para aprender


OA 1.8 Describir las estrategias de aprendizaje eficaces para el estudio de la neurociencia de la
conducta.

El cerebro es un órgano complicado. Al fin y al cabo, es responsable de todas nuestras


capacidades y complejidades. Los científicos han estudiado este órgano durante una gran
cantidad de años y (especialmente en los últimos) han aprendido muchas cosas sobre cómo
funciona. Es imposible resumir estos progresos en unas cuantas frases simples; no obstante,
este libro contiene mucha información. He tratado de organizar dicha información de una
manera lógica, diciendo lo que se necesita saber en el orden preciso. (Al fin y al cabo, para
entender ciertas cosas, a veces se necesita entender otras antes.) También he procurado escribir
del modo más claro posible, poniendo los ejemplos más sencillos y descriptivos. Aun así, no se
puede esperar adquirir la información que hay en este libro solo con leerlo pasivamente: hay
que hacer cierto esfuerzo.

Adquirir conocimientos acerca de la neurociencia de la conducta supone mucho más que


memorizar datos. Por descontado, hay datos que memorizar: nombres de partes del sistema
nervioso, de sustancias químicas y fármacos, términos científicos de determinados fenómenos
y procedimientos que se usan para investigarlos, etc. Pero la búsqueda de información no ha
acabado, solo sabemos una pequeña parte de lo que tenemos que aprender. Y, casi con
seguridad, algún día se demostrará que muchos de los «datos» que hoy aceptamos no son
correctos. Si todo lo que hacemos es aprender datos, ¿qué haremos cuando estos se
modifiquen?

Nuestro objetivo es suministrar algunas recomendaciones prácticas para estudiar. Como buenos
alumnos, han estado estudiando a lo largo de su carrera académica y, sin duda, mientras tanto
han aprendido algunas estrategias útiles. Incluso si han adquirido métodos de estudio eficaces
y que les permitan obtener el máximo rendimiento, consideren al menos la posibilidad de que
podría haber algún modo de mejorarlos. En este apartado se pretende ofrecer al lector
sugerencias para potenciar al máximo su aprendizaje sobre la neurociencia de la conducta. Estas
sugerencias están avaladas por la investigación empírica.
• Tome apuntes que organicen la información en grupos significativos. Para aprender es
importante ligar la información nueva con el conocimiento precedente. Para ello, debería
reflexionar de forma activa sobre la nueva información suministrada y encontrar formas de
relacionarla con lo que ya sabe. Este es un proceso activo y comprometido de aprendizaje,
que llevará cierto tiempo y esfuerzo. Resaltar o subrayar sin combinar la información con las
notas es una acción pasiva que no facilita el aprendizaje ni la retención de lo leído del mismo
modo que escribir o teclear los propios apuntes. Las investigaciones previas han demostrado
que si solo se subraya o resalta contenido no se mejoran las calificaciones de las pruebas, y
en algunos casos perjudica incluso al aprendizaje (Dunlosky et al., 2013).

• Aprenda enseñando a otras personas. Después de leer un apartado o un capítulo, piense en


cómo le enseñaría la información a otra persona, un compañero de clase, un amigo o un
familiar curioso. Esta actividad le ayudará a reflexionar sobre los aspectos más importantes
del apartado. Nestojko et al. (2014) descubrieron que los estudiantes que se preparaban
para enseñar a otros los contenidos de una lectura compleja obtenían mejores resultados
en las pruebas que aquellos que se preparaban solos.

• Estudie en el entorno en el que se examinará. La teoría del aprendizaje dependiente del


estado afirma que la información aprendida en un entorno se recuerda mucho mejor en ese
mismo entorno. La base de este efecto de refuerzo del rendimiento es que el contexto (por
ejemplo, el color de las paredes, la silla, las personas que nos rodean) aporta importantes
pistas que ayudan a recordar lo que se aprendió antes en el mismo entorno. Si no puede
estudiar en el mismo ambiente en el que se examinará, intente incorporar al suyo el máximo
número posible de elementos similares (por ejemplo, el mismo ordenador, los mismos
bolígrafos y el mismo procedimiento para tomar apuntes, etc.) o bien estudie en muchos
entornos diferentes (en casa, en salas comunes, en el vestíbulo de su residencia) de forma
que no dependa de una única fuente de indicios cuando se vaya a examinar. En una
interesante prueba sobre el aprendizaje dependiente del estado, Godden y Baddeley (1975)
examinaron a unos estudiantes universitarios que hacían submarinismo sobre información
que habían aprendido en tierra y bajo el agua. Los estudiantes recordaban lo aprendido en
el agua mejor en una prueba submarina y tenían peores resultados en las pruebas sobre la
información en un contexto diferente (por ejemplo, la aprendida bajo el agua pero
recordada en tierra).

• Estudie con un mínimo absoluto de distracciones. El cerebro funciona mejor cuando se


centra en una tarea difícil (por ejemplo, aprender neurociencia) de una forma concentrada
(Hattie y Yates, 2014). Apague la televisión, los medios sociales y los teléfonos, siempre que
pueda, e intente estudiar en un entorno tranquilo. Lee et al. (2012) distribuyeron a unos
estudiantes universitarios que estudiaban ciencias, historia y política en tres grupos: lectura
en silencio, lectura con un programa de televisión de fondo que los estudiantes podían
ignorar y lectura con el mismo programa de fondo de manera que los estudiantes tuvieran
que atender al mismo tiempo al estudio y al programa. Se pidió a los estudiantes que leyeran
y respondieran a preguntas de elección múltiples. Como cabía esperar, los que estudiaron y
vieron la televisión al mismo tiempo obtuvieron los peores resultados.

• Distribuya sus sesiones de estudio. Al estudiar la información nueva en dos sesiones más
cortas, pero separadas, se recuerda mejor que si se estudia en una sola y larga sesión. No se
apresure. Planifíquese para estudiar el nuevo contenido primero, después revíselo un día
diferente antes de memorizarlo o de acudir a un examen final sobre el tema. Aunque debería
planificar sus sesiones de estudio en su horario según las fechas previstas de las pruebas y
exámenes de su clase, en este libro ya se ha incluido una cierta separación cognitiva para
facilitárselo. Como no hay ningún remedio que valga para todos en la distribución del tiempo
y la distancia entre las sesiones de estudio, una buena regla sería invertir en el aprendizaje
de la nueva materia uno o varios días (Carpenter et al., 2012).

• Estudie lo más difícil en primer o en último lugar. Los estudios clásicos en psicología
revelaron que cuando se pedía a las personas que se aprendieran largas listas de palabras,
las que mejor recordaban eran las primeras (efecto de primacía) y las últimas (efecto
reciente). Estos mismos principios se aplican al estudio de la neurociencia de la conducta.
Por ejemplo, si está leyendo el contenido sobre la corteza, el tálamo y las meninges en el
Capítulo 3, y ya conoce la mayoría de las partes integrantes de las meninges pero no la
corteza y el tálamo, planifíquese para estudiar primero la corteza, después las meninges y
por último la información del tálamo.

• Utilice reglas nemotécnicas. Estas reglas sirven de ayuda para retener la información nueva.
Por ejemplo, puede aplicar la técnica de la historia en cadena, inventándose una historia
que reúna los elementos disímiles; el método de los lugares, con imágenes de lugares físicos
que le ayuden a colocar los puntos de estudio en un paseo imaginario, y los acrósticos, con
una palabra que represente una lista (por ejemplo, FPOT para los lóbulos de la corteza:
frontal, parietal, occipital, temporal) (Hattie y Yates, 2014).

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