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CATÁSTROFES:
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
La intervención psicosocial en situaciones de crisis, desastres y catástrofes parte de la evaluación
de necesidades (a nivel individual, grupal y comunitario) para ayudar a las personas a recuperar su
funcionamiento individual y social y permitir el afrontamiento eficaz. Son muchas las circunstancias
que pueden provocar situaciones de crisis y el desarrollo de respuestas desadaptativas (véanse
terremotos, incendios, malos tratos, agresiones, fallecimiento de familiares...).
Como "crisis", entendemos un estado temporal de trastorno y desorganización que tiene efectos
Tipos de crisis:
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- Crisis en desarrollo: que suelen coincidir con el paso a distintas etapas de nuestra vida,
muchas de las cuales son predecibles, como adolescencia (los jóvenes sufren varios cambios,
como la demanda de mayor libertad y espacio..., lo que genera conflictos con los
progenitores), jubilación (puesto que mucha de las personas que han tenido una larga vida
laboral, se enfrentan a mucho tiempo libre que no saben administrar) o ruptura de pareja. Este
tipo de crisis es más fácil de identificar, lo que nos permitirá poder desarrollar programas de
prevención para dar herramientas adecuadas de afrontamiento.
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
La intervención en crisis es una propuesta de intervención encaminada a conseguir que las
personas resuelvan adecuadamente las crisis accidentales y vitales. La primera ayuda psicológica
ante situaciones de crisis, está dirigida a personas que sufren angustia o están afectadas por una
situación de alarma o crítica. Se destaca la importancia del lugar (o espacio) en que se presta esta
primera atención, si es que el acontecimiento es reciente. Debe ser tranquilo, que permita la
privacidad y respeto a la dignidad de las personas.
- Reducir la mortalidad tomando medidas para controlar la situación y reducir las reacciones
destructivas (por ejemplo, en casos de violencia familiar). Se pueden producir situaciones y
reacciones destructivas ante acontecimientos extremos que hacen que las personas se hagan
daño a sí mismas o puedan hacer daño a terceros...
- Proporcionar enlace a recursos de ayuda. Debemos informarnos sobre qué otros servicios de
apoyo están disponibles, por ejemplo, equipos de búsqueda, personal sanitario, provisión de
alimentos y agua, refugio... etcétera.
En cuanto a las posibles respuestas de las personas ante una situación de crisis, es importante
tener en cuenta qué colectivos pueden ser más vulnerables, entre ellos:
- Los niños o adolescentes (sobre todo, aquellos que han quedado separados de sus padres o
tutores) y personas de edad avanzada.
- Irritabilidad.
- Confusión / desorientación, por ejemplo, no saber qué ha ocurrido, no recordar su propio
nombre o lo que estaba haciendo en el momento en el que ocurrió...
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- No responder ante la estimulación.
- Estarse muy quieto o con la mirada perdida.
- Desorganización de las actividades sociales.
La catástrofe se refiere a un desastre masivo con consecuencias que abarcan una mayor
extensión e implica la puesta en marcha de numerosos recursos personales, sociales y
económicos. La probabilidad de que un desastre se convierta en catástrofe depende de una
serie de factores como:
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4.- Dimensiones de comportamiento en crisis y desastres:
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
En el año 2002 el Instituto Nacional de Salud Mental de Estado Unidos reunió a un grupo de
expertos en desastres de diferentes países que elaboraron un documento de consenso sobre las
pautas de intervención más adecuadas en caso de desastre. El modelo de intervención se
estructura en cuatro fases:
• Fase de impacto (0-48 horas): en esta fase el objetivo principal es fomentar la comunicación
y asegurar la supervivencia. Las intervenciones psicosociales que se proponen: escucha activa,
planificación de actuaciones, análisis y organización del contexto, prestación de necesidades
básicas, primeros auxilios psicológicos, provisión de recursos sociales…
• Fase de regreso a la vida (2 semanas-2 años): en esta fase se trata de que el individuo vaya
recuperando la normalidad y se vaya reintegrando en sus tareas habituales. Este periodo es
variable según el grado con el que haya impactado en el sujeto y la capacidad de
afrontamiento del mismo. Por tanto, las consecuencias pueden ser vividas de forma muy
diferente (estrés postraumático, ansiedad, etc.,). Según el diagnóstico, la intervención estará
encaminada a reducir los problemas utilizando diferentes tratamientos como psicoterapia
individual, intervención con familias o intervención grupal. En el caso de la intervención
grupal, los grupos de apoyo social y autoayuda se han mostrado muy efectivos con las
víctimas de desastres o con los familiares de víctimas.
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7.- Protocolo de atención ACERCARSE:
Este protocolo tiene como objetivo facilitar la labor del psicólogo en la fase de impacto. El
protocolo consta de ocho etapas que se estructuran del siguiente modo:
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vez seleccionadas se deberá valorar el grado de riesgo.
• Contacto: para iniciar el contacto con la víctima es importante controlar el lenguaje no verbal,
los gestos y expresiones deben ser congruentes con la situación. El contacto se debe hacer
desde el respeto. Es conveniente ayudarle a salir de la situación buscando un lugar alternativo
para comenzar a hablar. Las primeras preguntas deben ser sencillas y dirigidas a hechos
objetivos evitando centrarse exclusivamente en los aspectos emocionales (v.g., ¿qué ha
pasado?, ¿dónde estaba?, etc.).
• Evaluación: en este momento se debe evaluar el estado general del sujeto, la identificación
• Restablecimiento emocional: en esta fase hay que facilitar la expresión emocional utilizando
técnicas como la escucha activa y técnicas de relajación. El profesional debe comunicar su
disponibilidad para estar accesible en todo momento y ayudarle a recuperar su red de apoyo
natural (familia, amigos, etc.).
• Comprensión de la crisis: la persona afectada debe conocer las reacciones normales ante
situaciones de estrés, ayudarle a entender lo que ha pasado, corrigiendo ideas irracionales y
dando respuesta a todo lo que pregunte sobre la situación actual del suceso.
• Seguimiento: se debe plantear un seguimiento a corto y medio plazo (un mes) para que la
persona perciba que la prestación de ayuda psicológica tendrá continuidad en el tiempo.
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individuales (v.g., habilidades de afrontamiento, redes de apoyo).
• Escucha activa: mostrar atención tanto al contenido como a las emociones, observar lo que
dice y cómo lo dice, no interrumpir al que habla y respetar las pausas (escucha pasiva), no
juzgar, reforzar la expresión de sentimientos ayudándolo con indicadores del tipo “lo
entiendo” (feedback), no caer en distracciones y atender en todo momento al tono
emocional, hacerle ver tanto verbal como no verbalmente que lo que te esta contando le
interesa, cuidar el entorno e intentar buscar un lugar donde no haya interrupciones,
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invitaciones calurosas (“no tenga miedo a expresar lo que quiera” “estoy aquí para
escucharle”).
• Empatizar: ponerse en el lugar del otro sin que se produzca el contagio emocional, ponerse
en el lugar del otro aunque no se este de acuerdo o no se comparaban sus puntos de vista,
evitar juicios de valor, identificar sentimientos y adoptar una actitud semejante utilizando
expresiones como “entiendo lo que siente”.
• Resumir: hacer un resumen de lo que la persona está diciendo para mostrar que estamos
entendiendo lo que nos comunica, como retroalimentación y también para finalizar.
• Dar información útil: para disminuir el estrés por lo que no se debe ser ambiguo o dar falsas
esperanzas. (Debe ser concreta)
• Ayudar a pensar: se deben de hacer preguntas concretas para que la persona comience a
hacer un análisis de la situación sin dejarse llevar exclusivamente por sus emociones,
intentando que la persona afectada presente la solución: “¿qué ocurrió?, ¿”qué cree que se
podría hacer?”
Bernardo y Brunet nos dan una serie de pautas en su protocolo para que sepamos qué debemos
hacer y qué debemos tener en cuenta en la comunicación de malas noticias:
No se permite la explotación económica ni la transformación de esta obra. Queda permitida la impresión en su totalidad.
- Procurar un entorno adecuado. Si es posible, eligiremos un entorno donde no haya excesivo
ruido, donde las personas en un momento dado se puedan sentar (ante un posible mareo...),
que disponga de agua...
- Agrupar a los interlocutores, a los familiares, si es que existen distintas familias afectadas,
intentaremos reunirlas a todas, pues muchas veces la transmisión de información de unas
personas a otras puede provocar errores en la misma, alterándola.
- Facilitar gestiones o cuestiones prácticas, como la toma de contacto con otro recurso, por
ejemplo, ayuda espiritual o contacto con servicios de apoyo de la comunidad.
La escucha activa es una de las técnicas de comunicación verbal importantes para el interventor
social. Así, el cuestionario de escucha activa nos puede ayudar a tomar conciencia sobre aspectos
que se podrían mejorar en los profesionales, de cara a la intervención en momentos de crisis.
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• Entre 0 y 8 puntos. Tiene cierta resistencia al tema de la escucha y a prestar atención a los
que le hablan. Ello puede ocasionarle en momentos dados algún tipo de dificultad para
entender y comunicarse con los otros.
• Entre 9 y 14 puntos. Su nivel de escucha es bueno, normalmente sus relaciones con los
demás no ofrecen dificultades y el nivel de comprensión de lo que le dicen es aceptable.
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• Entre 15 y 18 puntos. Sabe escuchar de forma excelente los mensajes de los demás. Su
nivel de relación con los otros en las negociaciones y charlas es muy bueno.