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THEISSEN, G.: El movimiento de Jesús. Salamanca, Sígueme, 2005, p. 35-130.

La intención de G. Theissen en su libro El movimiento de Jesús está en intentar


lograr considerar una radiografía del grupo de seguidores de Jesús y la situación social
de dicho grupo. El conjunto de páginas que hemos de considerar en este trabajo se
divide en tres grupos. El primer de ellos considera la metodología de trabajo que se ha
de emplear, el segundo incide directamente en la investigación del grupo de seguidores
de Jesús como un grupo de automarginados y carismáticos itinerantes. Finalmente, el
tercer grupo de página considera el movimiento de Jesús como un movimiento
milenarista. En este orden consideraremos el contenido de este trabajo.

1- METODOLOGÍA DE TRABAJO

En cuanto a la metodología empleada por nuestro autor, se nos señala que la


investigación sociológica del movimiento de seguidores de Jesús hay que situarlo en
cuatro planos1. En el primero de ellos hay que considerar un microplano en el que debe
describirse el comportamiento interhumano en el movimiento de Jesús. En un segundo
plano (mesoplano) hay que investigar este movimiento como manifestación de un grupo
mediante la comparación de este grupo con otros afines. Luego debe investigarse el
macroplano en el cual se observa las influencias recíprocas entre el movimiento de
Jesús y la sociedad en la que este se movía. Finalmente, en cuarto lugar, debe
considerarse el metaplano en el que se considera un análisis de las ideas y valores
observando como el grupo de Jesús ha tratado de influir en la sociedad.

Al movimiento de Jesús puede aplicarse una serie de diversos métodos para


conocer su constitución. Él método que se elija para el análisis del movimiento de Jesús
será tal de acuerdo a las fuentes, enunciados, finalidades de investigación, etc. Así
tenemos tres posibles metodológicas para la reconstrucción del grupo de Jesús. En
primer lugar un procedimiento constructivo que pone su atención en enunciados
precientíficos. Por ejemplo: condición de las personas, origen de las mismas, posesión
de bienes, etc2. En segundo lugar, puede usarse un procedimiento analítico. Aquí ya
debemos centrarnos en datos sociológicos: normas de la sociedad y reglas de la misma
que configuran la conducta de las personas. Finalmente un tercer procedimiento de
investigación es el procedimiento comparativo en el cual que busca comparar el

1
THEISSEN, G.: El movimiento de Jesús. Salamanca, Sígueme, 2005, p. 15.
2
Cf. Idem, p. 21.
1
movimiento de Jesús ya sea con movimiento de su mismo entorno o con los
movimientos que se encuentran en el seno de otras culturas3.

En cuanto a las fuentes para un estudio sociológico de Jesús hay que señalar que
«los evangelios sinópticos son la fuente más importante para conocer el movimiento de
Jesús»4. Las dos fuentes más importantes, por ser las más antiguas, son la fuente judeo
cristiana de los logia de Jesús y el evangelio (gentílicocristiano) de Marcos. Pero
también las cartas paulinas, los hechos de los apóstoles y otros escritos posteriores como
la Didajé. Sin dejar de lado las fuentes judías como la del historiador Flavio Josefo y las
fuentes no cristianas como Celso y Luciano de Samosata5.

Ahora bien, nuestro autor avanza y luego de considerar el desarrollo histórico de


las investigaciones sociales del movimiento de Jesús. En esto sentido, aborda la cuestión
del interés que puede tener un estudio sociológico del movimiento de los seguidores de
Jesús. No obstante se han alzado voces en contra de los estudios sociológicos de
religión. Se ha criticado, entre otras cosas, que la sociología «capta únicamente lo
universal, pero que yerra en cuanto a lo individual» 6. Lo cierto es que este riesgo está
también en la ciencia histórica. Además, otra objeción al estudio sociológico de la
religión consiste en afirmar que esta «reduce los fenómenos religiosos a factores no-
religiosos»7.Finalmente, una tercera acusación contra la sociología es la de
anacronismo, señalando que ella proyecta sobre el pasado categorías modernas8. No
obstante, a pesar de estos prejuicios, hay que justificar un estudio sociológico sobre los
seguidores de Jesús. Y esto principalmente porque existe una constante en la conducta
humana de curiosidad sobre los antepasados. Además, es necesario «enjuiciar
rectamente los sucesos decisivos de la historia»9. Pero si por algo es importante el
estudio sociológico de la religión es porque a partir de él podemos «percibir mejor la
responsabilidad por su ulterior desarrollo o la manera de tratar con ella»10.

Concluidas las consideraciones epistemológicas y metodológicas el autor pasa a


la consideración del segundo apartado, según nosotros lo hemos considerado, acerca del
movimiento de Jesús como un movimiento de automarginados y carismáticos

3
Cf. Idem, p. 23.
4
Idem, p. 23.
5
Cf. Idem, pp. 23-26.
6
Idem, p. 32.
7
Idem, p. 32.
8
Cf. Idem, p. 33.
9
Idem, p. 33.
10
Idem, p. 34.
2
itinerantes. Lo cual se hará a partir de un análisis de las distintas funciones en el
movimiento de Jesús.

2- RASGOS DEL MOVIMIENTO CARISMÁTICO DE JESÚS: EL LÍDER,

CARISMÁTICOS SECUNDARIOS Y CARISMÁTICOS TERCIARIOS

Cuando hablamos de Jesús como líder carismáticos nos referimos a que «el
carisma es el don de ejercer autoridad, sin basarse en instituciones y funciones previas».
Entre los adeptos al movimiento de Jesús tenemos que caracterizar diferentes círculos
de proximidad con el líder carismático. En primer lugar está la figura del líder
carismático: Jesús. Inmediatamente el círculo más cercano a Jesús es el de los discípulos
que habían dejado hogar y bienes. Luego hay otro circulo que son los simpatizantes que
lo seguían solamente como oyentes. Así el grupo de Jesús consta de tres estamentos: el
líder, que es Jesús, luego los predicadores itinerantes y finalmente los simpatizantes. A
continuación el autor analiza estas tres realidades: Jesús, el círculo más próximo que son
los carismáticos secundarios y el más distante de él los carismáticos terciarios.

En cuanto al líder, nos dice Gerd Theissen que Jesús es el portador de una
esperanza y como tal es el centro del mismo movimiento y como tal recaían sobre él las
expectativas de sus seguidores. Al reconstruir su itinerario carismático lo primero que
destaca el autor son los tres grupos sociales: el hogar, los parientes y el lugar de
residencia. Estamos ante un líder carismático que prácticamente surge por la ruptura con
la función familiar en el hogar según lo atestiguan las fuentes al decir que «un profeta
en ninguna parte es honrado menos que su ciudad natural y entre sus parientes y en su
hogar» (Mc 6,4). Jesús se presenta como alguien que no está socialmente enraizado en
alguna parte. Aparece como un difamado social que como alguien que es comedor y
bebedor (Mt 11,19). Se los acusa como eunucos (Mt 19,11). No obstante esta ruptura de
la familia se ve compensada por el nacimiento de la nueva familia «el que cumple la
voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mc 3,35). Amén de
esta peculiaridad del liderazgo de Jesús, señala nuestro autor, otro rasgo sui generis de
este líder carismático. Porque mientras que los líderes surgen de estratos superiores al
de sus adeptos y los guían, en teste caso, estamos ante un líder que es artesano
(carpintero) como sus seguidores11.

Jesús es un líder carismático itinerante. La ruptura con la patria y el hogar le


proporciona esta posibilidad de la itinerancia. Su sociedad tenía constituidas diversas

11
Cf. Idem, p. 41.
3
funciones entre las que destacan la de maestro, profeta y mesías. Sin embargo, Jesús no
se relaciona con ninguna de esas funciones, sino considerándose únicamente como Hijo
de hombre. No obstante sus seguidores lo consideraban como un mesías. Ahora bien
«estas expectativas terrenas acerca del Mesías le costaron la vida a Jesús: fue
crucificado como pretendiente fracasado a Mesías»12. En efecto, Jesús expresa su
función de líder no con la expresión de Maestro, Profeta o Mesías, sino con la noción de
Hijo de hombre. Ahora bien este título «no correspondía a ninguna expectativa
tradicional de funciones»13 en el ámbito social de Palestina y Jesús lo utilizaba,
probablemente, para contrarrestar las expectativas que tenían en él.

No obstante, a pesar de que Jesús no asumió las funciones ni de Maestro, ni de


Profeta o Rey podemos encontrar en él rasgos de esas funciones. Así observamos
motivos sapienciales en su predicación como son las parábolas o breves imágenes que
describen el reino como el grano de mostaza semilla (Mc 4,26-29). Siendo elocuente
que él enseñaba de un modo distinto a como lo hacían los demás doctores de la ley.
También hay rasgos proféticos en su predicación así vemos como amenaza con el juicio
a los poderosos y a los marginados les promete la salvación (Lc 6,20-26). Y también
encontramos motivos reales en su predicación como son las antítesis presentadas por
Mateo (5,21-27)14.

Pero Jesús no era el único líder carismático de su época. Él debía hacer frente a
los sabios y a los maestros de los judíos. Entre los cuales destaca F. Josefo a Judas y
Matías, a Judas Galileo y el fariseo Saduc, etc. Pero Jesús, a diferencia de estos
maestros, no conocía la estabilidad. Él era un maestro itinerante y no solamente eso,
sino que, además, admitía a las mujeres entre sus oyentes15.

Otro rasgo que caracterizó de modo irreversible la vida de Jesús fue la


criminalización que sufrió al final de su ministerio. Fue sentenciado a muerte y juzgado
por el Sanedrín y por Poncio Pilatos. Ante el primero fue juzgado por su actuación
como profeta que pronunciaba una sentencia en contra del Templo de Jerusalén
anunciado su destrucción. Y contra Pilato fue acusado por pretender para sí funciones
regias. Así ante el Sanedrín fue maltratado como un profeta (Mc 14,65) y ante Pilato fue
ridiculizado como rey (Mc 15, 16-19). A esta criminalización de Jesús le sigue la

12
Idem, p. 46.
13
Idem, p. 47.
14
Cf. Idem, pp. 48-49.
15
Cf. Idem, p. 51.
4
dinamización de su persona. Tras su muerte muchos predicaron con firme convicción
que estaba vivo16.

El autor luego de reseñar la persona y el liderazgo de Jesús comienza a analizar


el movimiento carismático itinerante iniciado por él. Se trata, ahora de conocer los
rasgos de los carismáticos secundarios. Es decir, del segundo círculo que acompañó a
Jesús.

Si bien Lucas en su relato señala que la comunidad de Jerusalén estaba


constituida por doce apóstoles (Hc 1,12ss), lo cierto es que cuando Pablo llega a
Jerusalén solamente se encuentra con Pedro (Gal 1,18). Al parecer el resto de los
apóstoles estaban en itinerancia. Posteriormente se ha de distinguir al interior de los
doce apóstoles el círculo de los siete en torno a la figura de Esteban. Según G. Theissen
este grupo de los siete es «el comienzo del grupo director de la comunidad de
Jersualén»17. Este grupo había sido elegido para mitigar el trabajo de los apóstoles y que
estos no tengan que encargarse de repartir alimentos. Ahora bien, este grupo de los
siete, también, más tarde se convierte en un grupo itinerante desplazándose hacia las
regiones de Samaría y de Antioquía. En esta región «se desarrolló un nuevo tipo de
misioneros itinerantes, que financiaban sus viajes por medio del trabajo propio y que
renunciaban al derecho de ser sustentados por las comunidades» 18. El ejemplo más
preclaro de esta figura está en la personas de Bernabé y Pablo.

Pero la Didajé también nos habla de estos movimientos itinerante en la región de


Siria hacia la primera mitad del siglo II. Así vemos realizada en este movimiento
carismático itinerante las palabras de Jesús profetas que decían «les enviaré profetas y
apóstoles; a unos los matarán y a otros los perseguirán» (Lc 11,49). Lo cual nos deja
bien claro que el grupo de seguidores de Jesús histórico, y del Jesús post pascual, era un
grupo de personas sin patria ni hogar. Así los documentos Evangélicos no dejan de dar
testimonio de este carismatismo itinerante. Por ejemplo, hablando de los profetas que
salen en itinerancia «el que recibe a un profeta por ser profeta, recibirá recompensa de
profeta» (Mt 10,41).

A partir de los datos analizados G. Theissen confirma que es claro que «muchas
noticias sobre las primeras autoridades del cristianismo primitivo hacen referencia a
carismáticos itinerantes»19. Ahora bien, el movimiento de carismatismo itinerante no fue
16
Cf. Idem, pp. 54-56.
17
Idem, p. 59.
18
Idem, p. 60.
19
Idem, p. 64.
5
un fenómeno más entre los rasgos que acompañaban el movimiento de Jesús. En este
sentido, es posible trazar algunos rasgos que caracterizan a este grupo. El primero de
ellos A este grupo itinerante que seguía Jesús corresponde lo logía más radicales de
Jesús en lo referente a la «carencia de patria, familia, bienes y cobijo»20.

En cuanto a la carencia de patria vemos que las vocaciones reunidas en torno a


Jesús implican un cabio en la forma de vida. Así los discípulos son arrancados de su
vida profesional y abandonan su trabajo (Mc 1,16ss). Así, el discurso de Mt 10,5s pone
en el centro la actividad misional de los seguidores de Jesús abandonan su tierra, su
patria21. Pero los seguidores de Jesús no sólo carecían de Patria sino también de familia.
En efecto abandonaron tus tierras, sus casas y a su familia (Mc 10,29) y el
«aborrecimiento hacia todos los parientes podía convertirse en una obligación» 22. No
obstante, justificaban el abandono de su familia afirmando que encontrar centuplicado
«el sustituto de las familias abandonadas entre los simpatizantes del movimiento de
Jesús»23. Según aquellas palabras de Mateo aquel que el que deja casas, hermanos,
padres, hijos, etc. recibirá el ciento por uno. Otros de los rasgos de este grupo se es la
carencia de bienes. Esta nota del carismatismo itinerante se caracteriza por la crítica
hacia la riqueza y lo bienes24. En efecto, para seguir a Jesús hay que renunciar al dinero,
a la bolsa, al calzado, al bastón y hasta hay que renunciar a la posesión de dos túnicas
como lo señala Mc 6,8s. Por último, en cuarto lugar, como característica de este
movimiento itinerante está la carencia de protección. Se renuncia no sólo a llevar
bastón, a vender la espada, sino también a defensa de ante las autoridades y los
tribunales confiando en la asistencia del Espíritu Santo (Mt 10,17ss).

Dadas estas características del grupo itinerante de Jesús es posible establecer una
analogía con el movimiento de los filósofos cínicos, que también eran itinerantes,
marginados y perseguidos25. Sin embargo, se distingue el movimiento de Jesús de este
movimiento itinerante por varias tradiciones de raigambre judía. Por ejemplo, en la
expectación escatológica, su indefensión como los profetas del pueblo de Israel (Cf. Is
20,1ss), la confianza en Dios por la carencia de bienes (Cf. Jr 32, 1ss)

Finalmente el autor analiza la función de los carismáticos terciarios. Estos


vienen a ser el estrato social de los grupos que tenían cierta estabilidad comunitaria y
20
Idem, p. 66.
21
Cf. Idem, pp. 67-68.
22
Idem, p. 69.
23
Idem, p. 70.
24
Cf. Idem, p. 71.
25
Cf. Idem, pp. 77-
6
determinaban el mensaje que los carismáticos itinerantes portarían26. Así vemos que
Jesús se encuentro con una buena acogida en determinados hogares: en casa de Pedro
(Mt 8,14), en la casa de Marta y María (Lc 10,38ss), etc. Hay que señalar que las
normas más moderadas que existen en los relatos evangélicos se ordenan a la regulación
de la vida de estas comunidades. Mientras que las normas más radicales apuntan a la
regulación de vida de los carismáticos itinerantes. En efecto, «había un ehtos escalonado
para los carismáticos itinerantes y para los simpatizantes residentes en poblaciones» 27.
Al interior de estas comunidades había determinados ministerios y autoridades que
fueron cubiertas primeramente por los itinerantes carismáticos28. También era regulado
el proceso de acogida y exclusión de los miembros. No obstante, si la itinerancia hacía
difícil el rito de iniciación sí se pudo institucionalizar el bautismo y el proceso de
expulsión (Mt 18,15ss). De este modo trataban de convivir los itinerantes carismáticos
radicales que habían dejado padre, madre, casa, campo, hijos y la comunidades
carismáticas moderada que permanecía en su sitio. Entre ambos grupos se vivía de
manera complementaria. En efecto, el carismatismo itinerante sólo era posible «gracias
a la ayuda material que encontraban en las comunidades locales»29.

Luego de señalar los rasgos de las comunidades itinerantes y estables de


carismáticos, nuestro autor recupera la noción del título que Jesús se da a sí mismo:
Hijo de hombre. Esté titulo cristológico es central a la hora de buscar una referencia en
el movimiento de Jesús30. Hay que observar que el título de Mesías estaba más bien
asociado con la expectativa de un líder regio. Mientras que el título Hijo de hombre
apunta sobre todo a enunciados tanto de majestad como de humillación: une el mundo
divino y el sufrimiento. Y mientras que el título de Hijo de Dios está en boca de Dios y
de los demonios en cambio el título Hijo de hombre solo aparece en labios de Jesús.
Este título de Hijo de hombre es el que establece paralelos entre Jesús y sus seguidores.
En efecto, Jesús es modelo para sus seguidores. En primer lugar, vemos que ambos
están por encima de la ley, no guardan el ayuno (Mc 2,18) o tienen plena autoridad (Cf.
Mt 16,19). Ambos, Jesús y sus seguidores serán perseguidos (Mt 10,19) y ambos –al
haber dejado padre, madre, esposa, hijos, casa, etc. – recibirán la gloria futura (Mt
19,28)31.

26
Cf. Idem, p. 82.
27
Idem, p. 88.
28
Cf. Idem, p. 88.
29
Idem, p. 92
30
Cf. Idem, p. 100.
31
Cf. Idem, pp. 95-96.
7
3- EL MOVIMIENTO DE JESÚS COMO MOVIMIENTO MILENARISTA

Todo movimiento, señala G. Theissen apunta a una reforma y según los grados
de reforma que se pretenden pueden categorizarse distintos movimiento según que estos
busquen cambios globales o particulares, según busquen la transformación de la
sociedad o de partes de la misma o, finalmente, según busquen redimir al hombre entero
o sólo parcialidades de éste32. ¿Dónde ubicar el movimiento de Jesús? En un
movimiento que busca «un cambio transformativo de toda la sociedad, más aun, del
mundo entero»33.

Pero el movimiento de Jesús, al igual que otros movimientos de su época, forma


parte de una serie de organizaciones liberadoras que datan de la época de los macabeos.
De allí que al comprar este movimiento con otros movimientos de renovación judía
podremos obtener una descripción del movimiento de Jesús.

Los movimientos más antiguos de renovación los encontramos hacia el siglo II


antes de Cristo. Con la penetración de los griegos surgieron los movimientos de esenios,
saduceos y fariseos. La evolución de la religión judía luego de la expansión de los
griegos y de los romanos fue posibles gracias a estos grupos y que en tiempo de Jesús
eran movimientos de renovación religiosa sólidamente establecidos34. Más cercanos a
Jesús surgieron otros movimientos pero carecían (al margen de grupo de Jesús y de Juan
Bautista) de relevancia.

Tras la muerte de Herodes hubo varias revueltas para ascender al trono: Simón y
Atronges, sin embargo los romanos cedieron el trono al hijo de Herodes Arquelao,
aunque más tarde tendrá que exiliarse y roma asumirá la gobernanza. Para esta época (6
d.C.) aparece el movimiento de Judas Galileo que era un maestro religioso, considerado
por Flavio Josefo como fundador de una cuarta filosofía de los judíos. Veinte años más
tarde aparece Juan el Bautista como profeta que se caracterizó no por predicar contra los
dominadores extranjeros sino contra su propio pueblo. Finalmente, tras el
encarcelamiento de Juan el Bautista empieza la actividad de Jesús de Nazaret. Éste se
distanció de las enseñanzas de Judas Galileo y de la predicación intrapunitiva de Juan
Bautista anunciando la salvación y la llegada del Reino de Dios para los pobres y
marginados. Para esta época también aparece un profeta samaritano que pretende
renovar el culto en el monte Garizín 35. Y, finalmente, un grupo de profetas de signos
32
Cf. Idem, p. 101.
33
Idem, p. 102.
34
Cf. Idem, pp. 103-104.
35
Cf. Idem, pp. 106-108.
8
«que prometían milagros y signos y que, en poco tiempo, reunieron seguidores, a los
que condujeron a un lugar donde había de producirse un milagro esperado»36.

Ahora bien tras la muerte de Jesús y su aparente fracaso surge una pregunta ¿por
qué sólo sobrevivió el movimiento de Jesús? En primer lugar por sus apariciones pos
pascuales. Pero también por diversos factores sociales y estructurales en el interior del
movimiento de Jesús y en su relación con la cultura extranjera. Hay que decir que
sobrevivió el movimiento de Jesús a la ejecución de su líder por la estructura interna del
círculo de sus discípulos. Los discípulos de Jesús participaban de su misma tarea:
gobernar (Mt 19,28) y a su vez no poseían una visión nativista. Es decir, ente sus
miembros podían contarse a toda clase de hombres de diversas condiciones étnicas,
sociales y culturales37.

El autor, luego de considerar el movimiento de Jesús a la luz de distintos


movimientos interiores a la cultura judía (Judas Galileo, Juan Bautista, etc.) compara el
movimiento de Jesús con otros movimientos milenaristas.

Cuando hablamos de movimientos milenaristas lo hacemos en función de aquel


sueño del Apocalipsis de San Juan en donde el profeta sueña con un reino que durará
mil años. A partir de aquí pasa a ala consideración de diferentes movimiento de estilo
milenarista: el kimbanguismo en África central, el movimiento tuka en la Polinesia, el
movimiento mabu en Nueva Guinea, el movimiento de danza de los espíritus en
América38. La diferencia entre estos movimientos milenaristas y el movimiento de Jesús
está en que estos surgieron como reacción al choque entre culturas. En cambio, el
movimiento de Jesús no. Porque la penetración cultural greco-romana en Palestina,
encontró en dicha región una cultura altamente desarrollada. Sin embargo, a pesar de las
diferencias entre estos movimientos milenaristas es posible encontrar rasgos en común:
el cuestionamiento vigente en la distribución de poder, bienes, educación, el deseo de
una redistribución de poder, el predominio del líder carismático39.

A continuación nuestro autor intenta describir, finalmente, la fisonomía del


grupo de Jesús. Y lo hace señalando que existen distintos tipos de fundamentales de
movimientos religiosos que combinando distintos factores (relación con el mundo y
pluralidad interna; exclusividad externa y tolerancia externa; relación tensa con el
mundo y presión de unidad interna) pueden clasificarse en: iglesias, sectas,
36
p Idem, p. 109.
37
Cf. Idem, pp. 110-112.
38
Cf. Idem, pp. 113-114
39
Cf. Idem, pp. 116-118.
9
denominaciones y grupos de culto40. Y cada uno de estos grupos tiene pretensiones de
exclusivismo. Ahora bien, cómo explicar la evolución del movimiento de Jesús al culto
de Cristo.

Para comprender esta transformación es necesario tener presente algunas


categorías de análisis sociológico. Primero la de adaptación-separación. Porque por un
lado en el movimiento de Jesús hay «un deseo de relación distendida con el mundo y de
reconocimiento en la sociedad; por otro, se desea un radical alejamiento del mundo, el
cual va de mal en peor»41. En segundo lugar, las categorías de exclusividad-pluralidad.
Lo cual permite ver en el grupo de Jesús combinó las dos cosas: un grupo de personas
caracterizadas por un radicalismo itinerante y un grupo de personas que no poseían este
radicalismo itinerante sino un ethos menos radical. Así, por ejemplo, en el concilio
apostólico se aceptó «programáticamente dos direcciones: una con circuncisión y otra
sin ella»42. En tercer lugar, y por último, hay que considerar la relación carisma-
ministerio. Porque en el movimiento de Jesús se desarrollaron rápidamente a partir de
las autoridades carismáticas autoridades institucionalizadas. Dando lugar a la
«estructura trimembre de los ministerios de obispo, presbíteros y diáconos» 43. Que con
el paso del tiempo fueron sofocando el carismatismo itinerante como los revela el
evangelio de Marcos que revaloriza la familia y las obligaciones hacia los padres (Mc
7,10-13), hacia la esposa y los hijos (Mc 9.33-37; 10,1-16), etc.

Finalmente Gerd Theissen concluye su estudio haciendo una síntesis y


evaluación del movimiento carismático itinerante marginal de Jesús. Señalando que este
surge como movimiento de renovación dentro del judaísmo, pero luego «se convirtió en
un movimiento de culto en un entorno no-judío»44. Transformando el movimiento de
Jesús en el culto de Cristo aunque conservando rasgos del movimiento. A medida que se
iba expandiendo este movimiento, tras la muerte del líder, las tensiones originarias
respecto del oikos y de la polis fueron disminuyendo45, aunque se mantuvo la tendencia
de separación respecto del mundo heredada del judaísmo. .

40
Cf. Idem, p. 120.
41
Idem, pp. 121-122.
42
Idem, p. 122.
43
Idem, p. 123.
44
Idem, p. 125.
45
Cf. Idem, p. 126.
10

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