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1- Señale las diferencias y continuidades en los modos en que Nietzsche y

Foucault encaran los estudios históricos. Utilice los textos solo para ilustrar las
diferencias y continuidades.
“Una generación se va y la otra viene,
y la tierra siempre permanece. El sol sale y se pone,
y se dirige afanosamente hacia el lugar de donde saldrá
otra vez”. Ecl. I 4-5
Nietzsche y Foucault, separados por media década de historia (aconteceres), por
el plano de la Idea en la cual se expone el Espíritu, diría Hegel. El peso del pasado le ha
doblado los hombros a los hombres como Nietzsche o la historia no lo deja salir de la
dominación dirá Foucault.
El desarrollo de ambos autores hace posible trazar una línea exegética entre
continuidades y diferencias de las propuestas filosóficas. En aspectos muy generales es
posible trazar un continuo en la producción de ambos. El método genealógico
foucaultiano no se entiende si no es a la luz de los textos y la metodología
nietzscheniana. Ambos criticarán, y es lo que trataré de plantear en este trabajo en
términos generales, la idea de una Verdad absoluta, mejor dicho la idea de discursos
totalizadores. Nietzsche tratando de responder al vació que siente el hombre tras la
muerte de Dios y el enfrentarse a esa nada que es llenada por valores definidos
tradicionalmente. Y Foucault tratará de desarmar la idea de una Verdad trascendental,
de esa verdad que permanece absorta del plano inmanente. Una verdad que es un
discurso totalizador, no desde un plano superior, sino que es inmanente y atraviesa a los
hombres, una verdad deque se abaja al plano de lo cotidiano, de lo institucional allí
donde hay una voluntad de poder que afirma y valora ese discurso. Ambos advierten
que la serie de valores reinantes en la sociedad no son más que vestigios que trae la
historia, la tradición, y que se afirman por únicos y verdaderos y los posibles a encarnar.
Por eso intentarán de mostrar la verdad del más allá traída al más acá.
Ontologicamente dice Nietzsche que al hombre como ser le pertenece la historia,
pero va a demostrar es que la plétora de estudios históricos es perniciosa para la
acción, no le servirá al hombre para hacer historia sino para indigestarse de historia.
Primeramente al hombre le pertenece la historia porque es un ser activo, porque
conserva y porque tiene necesidad de consuelo podríamos trazar la misma trayectoria en
Foucault, también partiendo de que la historia viene cual hermeneuta a apuntalar la ley
que ha sido arraigada por la historia. Una ley en la cual subyace una guerra intrínseca y

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que es necesario luchar y ganar. Los hechos muestran la genealogía de historia del
discurso político que viene perpetuar una lucha de quien busca la verdad y mantener el
recuerdo, de apuntalar el presente por medio de una hermenéutica que venga a salvar las
relaciones actuales, que trastoca valores y expugna tradiciones.
Pero Nietzsche claramente distingue entre tres usos perniciosos de la historia de
los cuales se destacan el uso monumental, anticuario y crítico. Es posible extrapolar
estas categorías, y sin hacer usufructo de la presión semántica de las nociones, ver
analogías y diferencias con los conceptos foucaultianos del uso histórico y su uso
genealógico, de memorización y ejemplificador. Pero Foucault va más allá que
Nietzsche y analiza la posibilidad de una contrahistoria que se opone a la historia.
Primeramente, partiendo del nihilismo nietzscheneano, tenemos la historia como saber
monumental. Esta historia de carácter colosal e impetuoso, su pasado hace elevar al
hombre hasta el Olimpo a contemplar al mundo o viajar con Alejandro. Es el recuerdo
del hombre y el anhelo de lo que fue lo que lo hace recuperar, o tratar de retraer a hoy,
ese pasado glorioso con el pensamiento de que si eso fue posible en otro tiempo no tiene
porque no serlo posible hoy día. El hombre piensa que es necesario, al querer crear algo
que sea de carácter descomunal consultar o tomar bien un sermón del pasado. Foucault
parte diciendo que el discurso histórico político viene a bien para el fortalecimiento del
poder. Así el discurso adquiere doble características, por un lado: el mero hecho de
contar la historia para fascinar a los contemporáneos con las hazañas de los personajes
del anticuario. Pero la otra función de la historia es mostrar a los reyes y soberanos para
vincular a los hombres al poder. Su pretensión es ligar a los hombres jurídicamente al
continuum de la ley. Así este discurso histórico (de ligazón) es posible encontrar esta
doble función y establecer en el primer tipo de discurso, el genealógico, que nos remite
a la historia monumental de Nietzsche. Foucault sostendrá que el tipo de discurso
histórico genealógico lo que busca es rescatar el pasado, a esos grandes hombres y
hechos de las generaciones antiguas, en una función hermenéutica ese pasado vendrá a
sostener y a dar garantía al valor del presente. Busca al igual que la historia monumental
garantizar lo vigente mediante la continuidad del pasado. Así los dos tipos de usos
históricos (monumental y genealógico) presentan similitudes como rescatar el pasado
para apuntalar el presente y también poseen diferencias porque el uso monumental
tiende a turbar al hombre y mutilar la acción y el uso genealógico a apuntalar el
continuum de la ley que también constriñe al hombre a las relaciones de poder vigentes
como si fuesen in aeternum.

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Un segundo uso de la historia que propone Nietzsche es el de su uso anticuario.
Un uso quasi símil al monumental pero que no recupera del pasado los grandes hechos
sino que busca conformarse con lo dado, con lo ya pactado. Este uso pernicioso de la
historia busca conservar los hechos y las condiciones dadas para que todas las personas
que vengas puedan disfrutar también de las condiciones que nosotros hemos vivido. Lo
anticuario, perecedero, que ha sido dispuesto para expirar ha sido rescatado por el
anticuario para hacerse de ella y revivirla para los demás. Esta historia no tiende a
engendrar nada nuevo, no se recupera para dar a luz un nuevo horizonte, sino que
solamente para conservar la vida, pero la conserva en su más bajo aspecto, en el
rutinario en la dicha de que el hombre no se sienta algo arbitrario, sino perteneciente a
un pasado. Por su parte Foucault nos habla de una segunda característica del discurso
histórico que es el de memorización. Al igual que en Nietzsche, esta historia no se
encuentra en lo monumental sino en lo cotidiano, en lo diario, pero a diferencia del
filósofo alemán este tipo de discurso histórico busca mostrar que las actitudes de los
reyes y soberanos nunca son en vanas, siempre son grandes las cualidades y talantes de
los magnates. Este registro busca, como el genealógico, sostener el poder vigente, pero
no desde lo magnifico, sino desde las simples acciones, mostrando que el más exiguo
gesto de un soberano es digno de ser registrado y convertido en ley para sus súbditos y
para los sucesores de este. Busca, este registro de memorización, al igual que el
anticuario, las cosas cotidianas y a través de ella perpetuar el instante que debió perecer
pero que fue rescatado por el cronista para que se recuerde y se reconfigure el ser
contemporáneo a través de las nimiedades de los magnates.
El tercer tipo de historia que reconoce el alemán es el de tipo crítico. Este tipo de
uso de la historia debe ser la que debe ponerse al servicio de la vida del hombre y juzgar
al pasado. Este uso histórico debe observar el pasado desde el presente de una forma
crítica. Llevando hacia atrás el juicio y es menesteres que el juicio debe condenar al
pasado. De tal extremo es el juicio de Nietzsche asegura: “todo lo que nace es digno de
desaparecer. Por lo cual valdría más que no naciese nada” 1. Este es el deseo del
hombre poder vivir y en el momento oportuno saber olvidar. Aquí radica la fuerza que
el hombre necesita para la creación. Aquí se termina la envidia a la bestia, cuando el
hombre por fin es capaz de olvidar en el momento justo. En correlación a este tipo de
historia nietzscheneano Foucault desarrolla el concepto de discurso político
ejemplificador. Este discurso sigue la línea crítica de la historia como punto de vista
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Nietzsche Federico, Consideraciones Intempestivas.

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crítico que desarrolla Nietzsche. Pero lo que Foucault busca mostrar con el uso
ejemplificador del discurso político es no un juicio al pasado sino un juicio al presente.
El presente ya no juzgará al pasado como la historia crítica, sino que esta vez el
presente volverá a doblarse bajo el yugo del pasado y será sometido a juicio por las
lecciones ejemplificadoras de un pasado brioso. Este tipo de uso, al igual que los dos
anteriores que propone el filósofo francés, viene a fortalecer el poder. Y no a darle al
hombre esa posibilidad de aniquilar el pasado como lo posibilita Nietzsche.
Es posible resumir estos tres aspectos de historias a partir de Nietzsche
enunciando que tales aspectos son aspectos perniciosos que buscan engendrar, como
dijimos al principio, discursos totalizadores y la constitución de valores desde el plano
tradicional. Pero “cada hombre, cada pueblo, según sus fines, sus fuerzas y sus
necesidades, tiene precisión de un cierto conocimiento del pasado” 2. Pero estos usos
perniciosos no son los que necesitaría un hombre que es ávido de conocimiento y al cual
solo el placer de conocer lo llenaría. Este uso de historia sería de carácter útil. Esa será
la tarea del auténtico historiador: interpretar al pasado desde el presente mucho más
fuerte que el pasado. Foucault resumirá los tres usos del discurso histórico político
afirmando que estos se encuentra religados por dos aspectos: “Vincular y deslumbrar
(…) destacando obligaciones e intensificando el brillo de la fuerza” 3. En efecto, vale
saber que el discurso histórico político cumple con dos cometidos que es vincular (ligar)
y de una forma histórica por medio de un continuum que se perpetúa y deslumbra hasta
atiborrar a los hombres de fascinación al ver lo que produce el poder. Este tipo de
historia que el filósofo francés denominará historia Romana cuyo fin era asegurar en
esencia el no olvido y el mantenimiento de la ley. Esta historia que ahora ha variado y
tomado la forma de una contrahistoria (a partir de la Edad Media) y que buscará, antes
que olvidar o enraizar la soberanía, inquirirá erguir el presente de esa presión que ejerce
el pasado sobre sus hombres. Esa tarea de la contrahistoria, esa necesidad de erguirse
será fecundada por las historias de la revolución, y las promesas de liberación y
profecías de emancipación futura. Esta es la necesidad histórica de la rebelión que
arrebatará de las relaciones sociales la trama oculta de la lucha de clases
institucionalizadas en los sistemas de poder históricamente afianzados.

2
Op.Cit..
3
Foucault Michael, Defender la Sociedad, Fondo de Cultura Económica, Bs. As. 2008.

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