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DANIEL MARGUERAT

EL JESÚS HISTÓRICO Y EL CRISTO DE LA FE:


¿UNA DICOTOMÍA PERTINENTE?

En este artículo se examinan todas las variantes de la “y” entre el Je-


sús histórico y el Cristo de la fe. ¿Hay que entender esta “y” como
una separación radical (los dos no tienen nada que ver)? ¿O como
una débil pasarela sobre el abismo que nos separa del pasado? ¿Ha
de ser entendida como el guión de la continuidad teológica? ¿O como
una “y” explicativa (la fe revela quien fue Jesús)? La intención del au-
tor es más bien preguntar cómo nos representamos estos dos polos
que la “y” separa y al mismo tiempo une. Para responder, el autor
repasa, en primer lugar, el curso que ha seguido la investigación del
Jesús histórico: si ésta ha cambiado radicalmente desde sus orígenes,
¿ha cambiado también por consiguiente el sentido de la fórmula? En
segundo lugar, el autor muestra que la nueva aproximación de la his-
toriografía implica un importante cambio en nuestra manera de com-
prender la historia. Y, en tercer lugar, se plantea si la redacción de los
evangelios sostiene la dicotomía Jesús histórico/Cristo de la fe: a par-
tir de la noción de actualización narrativa, la conclusión será negati-
va. Para acabar, presenta su visión de la relación entre teología e his-
toria.

Jésus historique et Christ de la foi: une dicotomie pertinente? Revista


Catalana de Teologia 36 (2011) 35-53.

UN CAMBIO RADICAL DE CULTURA

La investigación liberal rificado de la contaminación teo-


lógica a la que lo habían expuesto,
La dualidad Jesús histórico/ ya en vida, los discípulos y las san-
Cristo de la fe encuentra su origen tas mujeres. Este combate del es-
en la investigación del Jesús de la píritu de las Luces contra el oscu-
historia. Siguiendo a Reimarus rantismo de los devotos toma un
(padre de dicha investigación, en acento patético con Ernest Renan
el s. XVIII), se trataba de arrancar en su admirable Vie de Jésus, de
a Jesús del corsé dogmático de la 1863. Para Renan todo lo que se
iglesia. Los historiadores querían revela como sobrenatural (mila-
restituirle su verdadero rostro, pu- gros, visiones, y resurrección)
19
emana de la imaginación enfebre- queda liberal en 1906. Constatan-
cida de las almas crédulas. Hein- do la extrema diversidad de los
rich Paulus, David Strauss, Char- resultados de los investigadores,
les Guignebet participan de esta pero sobre todo el anacronismo de
disolución racionalista de lo mila- sus criterios de reconstrucción del
groso o de su afiliación a los gran- Jesús histórico, demasiado influi-
des mitos de la humanidad. dos por la modernidad, Schweitzer
sostiene que la búsqueda del Jesús
La atmósfera intelectual de es-
histórico ha roto los lazos que lo
ta investigación era la de la supe-
encadenaban desde siglos a los pe-
rioridad cultural indiscutida del
ñascos de la doctrina de la iglesia,
cristianismo. El mismo Renan, en
pero el fundamento histórico del
su Vie de Jésus, no duda en reco-
cristianismo, tal como la teología
nocer como acontecimiento capi-
racionalista y liberal lo han conce-
tal de la historia de la humanidad
bido, no existe en absoluto. Sepa-
el paso de las antiguas religiones
rado de su interpretación evangé-
a una religión fundada sobre la
lica, el Jesús histórico escapa de
unidad divina, la trinidad y la en-
los investigadores y se oculta en su
carnación del Hijo de Dios. Aun-
extrañeza original.
que deconstruye la figura del fun-
dador del cristianismo, no pone en Esto no ha impedido a Schweit-
duda su superioridad cultural. zer formular su propia hipótesis de
un Jesús apocalíptico a la manera
Hoy vivimos una inversión
de Johanes Weiss. Sin embargo, no
completa de los parámetros. Por
es Schweitzer quien ha asumido la
una parte, la actividad taumatúrgi-
búsqueda histórica; es la Formge-
ca de Jesús es considerada como
sichte la que, a principios del siglo
uno de los elementos históricamen-
XX, ocupa el lugar entre la histo-
te más fiables de su actividad, con-
ria de Jesús y la memoria de sus
trariamente a lo sustentado por Re-
palabras afirmando que esta me-
nan. Por otra parte, la postura de
moria se había operado en el seno
la superioridad cultural del cristia-
de las comunidades de creyentes y
nismo se ha hundido. La situación
para responder a necesidades de
de hoy no tiene nada que ver con
predicación y catequesis. La pro-
la primera investigación liberal,
testa de Käsemann permitió en
que ocupó el siglo XIX. ¿Qué ha
1954 la puesta en marcha de una
pasado entretanto?
“nueva investigación”, que renun-
ciaba a reconstruir la biografía de
Jesús, pero perfilaba la singulari-
La Formgeschichte y la
dad de su predicación del Reino de
“tercera investigación”
Dios. La “tercera investigación”,
desde 1960, supera en numerosos
Albert Schweitzer, como es sa- aspectos las posiciones de la pri-
bido, marca el fracaso de la bús- mera; pero es más sofistificada en

20 Daniel Marguerat
la crítica de las fuentes y ha absor- adelante dos mundos religiosos di-
bido los datos de la sociología. La ferentes.
“tercera investigación” es una ne-
En segundo lugar, los actores
bulosa más que un movimiento
de la investigación histórica han
unificado. ¿Que tienen en común
cambiado; no provienen ya nece-
el Jesús profeta de la restauración
sariamente de la teología o de la
de Israel según Ed. P. Sanders, el
iglesia, sino que pueden ser filó-
iniciado carismático de Marcus
sofos, historiadores, judíos, agnós-
Borg, el rabí fariseo de David Flus-
ticos. El eslogan es ahora: Jesús
ser, el sanador popular de Geza
pertenece a todo el mundo. Las
Vermès, el filósofo cínico itineran-
protestas doloridas de teólogos co-
te de F. Gerald Doping y J.D. Cros-
mo Luke T. Johnson no han teni-
san, el reformador social de Gerd
do el poder de censura como en
Theissen o el revolucionario pací-
los tiempos de Renan. El Jesús his-
fico de Richard Horsley? Tienen
tórico se reconstruye fuera de una
ciertamente una cosa en común: la
cultura de iglesia.
afirmación decidida del judaísmo
de Jesús que, sin ser una novedad, En tercer lugar, la constatación
ahora es defendido de una manera de que el fruto de las investigacio-
consecuente. En cuanto al resto, la nes históricas consiste, en el mejor
variedad de imágenes de Jesús es de los casos, en presentar un Jesús
impresionante. posible. Los trabajos de Crossan,
por ejemplo, han mostrado que la
selección efectuada entre las dife-
Características de la rentes fuentes documentales y la
“tercera investigación” evaluación (arbitraria) de su fiabi-
lidad permiten recomponer el Je-
sús que se desea. En consecuencia,
La “tercera investigación” cons-
la dualidad Jesús histórico/Cristo
tituye un cambio completo de pa-
de la fe ya no es una ecuación sim-
radigma en la investigación secu-
ple. Hay una multiplicidad irre-
lar del Jesús de la historia. He aquí
ductible tanto de Jesús históricos
tres de sus características.
como de Cristos de la fe (el de
En primer lugar, el marco de Marcos, de Mateo, de Lucas, de
comprensión de Jesús de Nazaret Juan, de Pablo).
es el judaísmo palestino del siglo
Esta última constatación sobre
primero. Si bien el cristianismo re-
el carácter heurístico de las recons-
conoce en él su figura de referen-
trucciones de Jesús nos conduce a
cia, él no le pertenece. Se le puede
la siguiente cuestión: ¿qué es lo que
calificar de “Judío marginal” (J.P.
ha cambiado en nuestra percepción
Meier), pero no de primer cristia-
del trabajo del historiador?
no. La “y”, en la dualidad Jesús
histórico/Cristo de la fe, une en

El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 21


OTRA VISIÓN DE LA VERDAD HISTÓRICA

El positivismo histórico tentar reconstruir la figura de Jesús


tras los textos.
La fórmula Jesús histórico/ Pero honrar su búsqueda de la
Cristo de la fe exige ser revisada verdad no impide constatar hoy
bajo otro registro: la epistemología que su búsqueda fue epistemológi-
de la historia. En sus comienzos, camente deficiente, porque proce-
la concepción de la historia y del día de una confusión entre el he-
trabajo historiográfico que anima- cho bruto y la verdad. La tarea
ba la búsqueda del Jesús histórico asignada al historiador era recons-
era el positivismo histórico. La truir los bruta facta: lo que “real-
postura intelectual del positivismo mente pasó” en la época de Jesús
está impulsada por la búsqueda de y de Poncio Pilatos, fuera de toda
la verdad, ambiciona acceder a los interpretación.
acontecimientos tal como se pro-
dujeron, despojados de toda inter-
pretación necesariamente defor- Hecho e interpretación son
mante de los testigos. Convertidos inseparables
en arqueólogos del texto, los inves-
tigadores querían exhumar tras el
Esta certeza ha saltado en pe-
texto una verdad limpia de creen-
dazos bajo la presión de la “nueva
cias arcaicas, recuperando así al
historia”. La irrupción de la pos-
“verdadero” Jesús “visto por los
modernidad en la historia se ha ali-
ojos de sus contemporáneos” (Eb-
mentado con los trabajos de R.
ner).
Aaron sobre la filosofía de la his-
Debemos constatar que el po- toria, de H.-I. Marrou sobre las
sitivismo es un error. Pero no es fuentes del conocimiento históri-
nuestra intención ridiculizar la co, de P. Veyne sobre la noción de
búsqueda de la verdad que ha ani- intriga, de P. Ricoeur sobre la tem-
mado a la historiografía positivis- poralidad y el papel de la ficción
ta. El valor, la obstinación intelec- en historiografía. Hemos aprendi-
tual, la brillante inteligencia de los do con ellos que la historia no es
Paulus, Renan, Guignebert y Go- más que (re)construcción históri-
guel merecen nuestro respeto. Es- ca, que la teoría (del historiador)
tos hombres han trabajado contra precede a la historia, que la histo-
el conformismo de su época; han riografía es el resultado de una
sostenido contra viento y marea construcción intelectual del inves-
que las narraciones evangélicas tigador. La historia contada es el
eran fruto de interpretaciones cre- fruto de una hipótesis de trabajo
yentes tardías de Jesús y conside- del historiador, documentada, ve-
raban que no era un sacrilegio in- rificable, pero falsificable. Es ne-

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cesario decir adiós a la noción de investigación ni opinión que no se
bruta facta; no se trata de hechos origine desde un punto de vista es-
brutos, sino de hechos interpreta- pecífico.
dos y articulados en una intriga Si esta constatación es correc-
historiográfica. Los vestigios ar- ta, si el historiador debe mostrarse
queológicos por sí mismos son mu- mucho más modesto en la aprecia-
dos, pero cuando el arqueólogo les ción de los resultados de sus traba-
hace hablar, utiliza una teoría ex- jos, las consecuencias en la con-
plicativa. Analizar un documento frontación del Jesús histórico/
antiguo, la naturaleza de su retóri- Cristo de la fe son considerables.
ca, buscar sus efectos en la histo- Esta dualidad no opone un Jesús
ria tiene lugar en el seno de una re- químicamente puro a un Cristo
presentación de la sociedad antigua contaminado por el dogmatismo
cargada con los postulados del in- eclesiástico. La reconstrucción de
vestigador. Brevemente, en episte- la figura de Jesús es a priori sub-
mología de la historia, separar el jetiva por ambas partes.
hecho de su interpretación debe
declararse hoy en día obsoleto. Lo En todo caso, la descalificación
que hay que hacer es llevar adelan- historiográfica de la lectura cre-
te una hermenéutica de la repre- yente no es pertinente si va acom-
sentación narrativa en historia que pañada al mismo tiempo de una
nos lleve a comprender la diversi- validación sin reserva del Jesús re-
dad de las historiografías que nos construido por los historiadores.
son propuestas, y dejar de oponer Ambas, la investigación del Jesús
una historia que sería “verdadera” histórico y la exposición del Cris-
a una historia que sería “tenden- to de la fe se basan en reconstruc-
ciosa”. ciones contextualizadas de la fi-
gura de Jesús, es decir, que sus
El veredicto de Schweitzer reconstrucciones proceden de un
(1906) sobre la subjetividad de la medio intelectual marcado por sus
primera búsqueda del Jesús histó- necesidades y sus postulados ideo-
rico no ha frenado la continuidad lógicos. Ambas están destinadas a
de la investigación. La ha hecho un público específico, en el caso
más consciente de este riesgo; con del Jesús histórico a una intelligen-
un mayor control en la utilización tzia intelectual, en el caso del Cris-
de las fuentes documentales, más to de la fe a la institución eclesiás-
atenta a los postulados metodoló- tica. Cada una debe ser juzgada en
gicos que emplea. Pero los traba- función del punto de vista que lo
jos de J.D.Crossan, G. Theissen, condiciona y de las necesidades
de Sean Freyne o de John P.Meier culturales a las que responde. Tan-
nos hablan tanto de los apriorismos to el Jesús de los investigadores co-
socio-culturales de sus autores co- mo el Cristo de los creyentes son
mo del Jesús de la historia. Y no representaciones narrativas que
debemos lamentarlo, pues no hay responden a la demanda de un pú-
El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 23
blico particular, y cada una de las nes ya comenzó en los primeros
reconstrucciones pretende propor- siglos.
cionar un acceso pertinente a la Cada tipo de biografía nos lle-
historia fundadora de Jesús de Na- va a una reconstrucción del perso-
zaret. naje que es legítima en el seno de
su sistema de referencia. Pero la
atención varía de unos a otros: la
Legitimidad del Jesús biografía histórica se rige por una
histórico y del Cristo de la fe deontología de rigor documental,
mientras que la biografía teológi-
Debemos rechazar el antago- ca se concentra en la verdad que
nismo entre el Jesús histórico y el permite entender el personaje.
Cristo de la fe. Estas dos figuras Jean-Noël Aletti nos parece acer-
no son ni opuestas, ni extrañas, ni tado cuando nos propone pensar
heterogéneas la una de la otra; am- en términos de relación dialéctica
bas son el resultado de un trabajo la relación entre biografía histó-
de reconstrucción, subjetivo y dis- rica y biografía teológica. Dialéc-
tanciado del acontecimiento histó- tica significa aquí complementa-
rico. Sería insensato negar la dife- riedad necesaria. Sin el control de
rencia de método entre la biografía la biografía histórica, la aproxima-
histórica de Jesús (que responde a ción teológica planearía sobre un
una reconstrucción hipotética de producto dogmático carente de an-
la figura histórica del Galileo) y su claje en la historia de la Palestina
biografía teológica (que proclama del primer siglo. Sin la interpreta-
que el Galileo es el Cristo de los ción de la biografía teológica, la
creyentes). Cada una tiene su pun- biografía histórica carece de obje-
to de vista específico: la biografía to, pues olvida que la actuación de
histórica apunta a establecer los Jesús no tiene más que una finali-
hechos y documentarlos; la biogra- dad: decir Dios.
fía teológica hace una lectura cre- Lo que acabamos de decir me-
yente de los acontecimientos, sin rece ser puesto a prueba con la
tener ni la preocupación ni los me- primera biografía teológica que
dios de la investigación documen- nos ha llegado: los evangelios del
tal de los historiadores. Cada una Nuevo Testamento. ¿Cómo tratan
posee su legitimidad sin que pue- la figura de Jesús de Nazaret y có-
dan confundirse. Al final, la inves- mo se articula su relación con la
tigación histórica demuestra que historia? Contrariamente a lo afir-
es posible reconstruir otras imáge- mado tras la formgeschichtliche
nes plausibles de Jesús distintas de Schule (la escuela de las formas li-
las de los evangelios a las que es- terarias), los evangelios no renun-
tamos habituados; la aparición de cian a la referencia histórica. Es lo
la literatura apócrifa nos muestra que quisiera mostrar a continua-
que esta multiplicidad de imáge- ción.
24 Daniel Marguerat
EL EVANGELIO COMO ACTUALIZACIÓN NARRATIVA
DE JESÚS

Sabemos que el término eua- única cuestión: ¿quien es Jesús? A


ggelion, “evangelio”, designa ori- través de encuentros y diálogos, el
ginalmente la proclamación oral lector va descubriendo la identidad
de la muerte y resurrección de Je- de Jesús a lo largo de la narración.
sús anunciada como acontecimien- La cristología de los evangelios no
to de salvación. Este sentido kerig- consiste en un tratado o en una fór-
mático está testimoniado por Pablo mula del credo, sino que se expre-
cuando habla a los corintios de “el sa a lo largo de un relato. Marcos
Evangelio que yo os he anunciado” y los autores que han seguido su
(1Co15,1) o cuando defiende fren- modelo han elaborado una cristo-
te a los gálatas “su” evangelio ame- logía narrativa, a diferencia de la
nazado (Ga 1,6). Ahora bien, ¿qué cristología argumentativa que em-
ocurre cuando el evangelista Mar- plea Pablo en su correspondencia.
cos comienza su evangelio con las ¿Qué consecuencias tiene en nues-
palabras: “inicio del evangelio de tra percepción esta reconstrucción
Jesucristo, Hijo de Dios” (Mc 1,1)? de la vida de Jesús que es la bio-
El término “evangelio” no designa grafía evangélica?
aquí el escrito, sino que enuncia su
estatuto teológico. Calificar de Una primera consecuencia es
evangelio la vida de Jesús signifi- que con el evangelio, todo discur-
ca entregarse a un acto hermenéu- so sobre el Cristo de la fe requie-
tico y declarar que esta biografía re como norma inexcusable la ex-
tiene por objeto anunciar la sal- posición del destino de Jesús de
vación. El trabajo de Marcos, que Nazaret. El acceso al Cristo de la
ha recogido narraciones dispares fe exige la lectura de un relato que
para ordenarlas en una narración engrana las palabras de Jesús, sus
continua de la vida y muerte de Je- gestos, sus curaciones, sus encuen-
sús, no obedece a una pasión de tros, su muerte y el misterio de su
archivista; no pretende dar una in- resurrección. Dicho de otra forma:
formación documental a sus lecto- el relato evangélico deviene la me-
res, sino hacer memoria de esta vi- diación literaria de la identidad
da únicamente como revelación de de Cristo. La lectura del evangelio
Dios para la salvación de la huma- es el crisol donde se forja poco a
nidad. Marcos expone a Jesús el poco la respuesta a la cuestión
Cristo y lo propone a la adhesión ¿quien es Jesús?
creyente. La ambición del evangelio es
Siguiendo el ejemplo de la na- que el lector se convierta en discí-
rración de Marcos, todos los evan- pulo del héroe de la narración, el
gelios son biografías teológicas, cual, identificable bajo los rasgos
cuyo interés se concentra en una del hombre de Nazaret, es hoy el
El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 25
Señor de la iglesia. Para ello, el lec- Una distancia histórica
tor es invitado a identificarse con consciente
la figura de los discípulos que han
acompañado al hombre de Naza-
Pero sería completamente erró-
ret durante su vida y a participar
neo concluir de estos “olvidos” que
de su condición con las promesas
los evangelistas se despreocupaban
y las exhortaciones que ello con-
del Jesús de la historia, o que ellos
lleva. Prueba de ello es que, en el
no eran conscientes de la distancia
vocabulario de la fe, esta palabra
entre Jesús de Nazaret y el Cristo
es sustituida por el verbo “seguir”:
de la fe. El mero hecho de que se
creer consiste en seguir a Jesús y
hayan escrito relatos de la vida de
arriesgar como él una fidelidad di-
Jesús indica que los evangelistas
fícil y exigente (Mc 8,34-38).
eran conscientes del carácter pasa-
Hay, pues, una irreductibilidad do e irrepetible de estos aconteci-
de la historia del Galileo para to- mientos. Pondremos algunos ejem-
do saber cristológico. El conoci- plos.
miento del Señor viviente, confe-
Todos los evangelistas concuer-
sado por los cristianos, debe
dan en atribuir a Jesús ciertos ras-
medirse en el campo de una histo-
gos específicos que no atribuyen
ria acotada por cuatro evangelios,
a sus discípulos. Pienso en el títu-
y que se situará históricamente en-
lo “Hijo del hombre”, que desapa-
tre los años 27 y 30 de nuestra era.
rece pronto del lenguaje de los pri-
La anámnesis evangélica de esta
meros cristianos, si no es para
historia es una actualización na-
resituar la predicación del Galileo.
rrativa de Jesús el Cristo que per-
Este título cristológico, quizás el
mite edificar la fe de los lectores a
único que podríamos atribuir a la
fin de que ellos devengan, en el
palabra del Jesús histórico, ha sido
presente, discípulos de Cristo.
pronto suplantado por otros títulos
En esta anámnesis teológica del más helenísticos y prestigiosos:
pasado, los rasgos de Jesús recor- Christos (Cristo-Mesías), Huios
dados por los evangelistas y con- theou (Hijo de Dios), Kyrios (Se-
servados antes en la tradición son ñor), Sophia (Sabiduría), etc. El tí-
exclusivamente los adecuados para tulo “Hijo del hombre”, compren-
identificar al Cristo de la fe. Los sible únicamente en el cuadro de
elementos que apasionan hoy en día la tradición apocalíptica judía, se
a los biógrafos –la edad de Jesús, mantiene en las biografías sinóp-
su físico, su evolución, sus senti- ticas de Jesús y atestigua su irre-
mientos interiores, etc.– están prác- petible singularidad; Pablo no re-
ticamente ausentes de la narración curre a él y el cuarto evangelio
evangélica. Se trata de una cuestión prácticamente lo ha eliminado. Lo
cultural: estos rasgos no figuran ca- mismo se puede decir de algunos
si nunca en las biografías greco-ro- enunciados arameos puestos en
manas contemporáneas. boca del Galileo en lengua origi-
26 Daniel Marguerat
nal, y traducidos según la intención mo por Juan no ha sido suprimido
del lector: Ephata (“Ábrete” Mc por ninguno de los sinópticos. Juan
7,34) o Eloi Eloi lama sabacthani cederá a la presión y tachará el epi-
(“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me sodio, pero justamente en él la con-
has abandonado?” Mc15,34). La ciencia de una distancia histórica
emergencia de estas expresiones y la presión de los anacronismos
atestigua una estrategia narrativa: resultan más fuertes. Los sinópti-
la de que el lector capte la distan- cos han conservado el episodio
cia que le separa de los aconteci- molesto y han resistido la tentación
mientos narrados. joánica de atribuir a Jesús una
práctica bautismal que permitía le-
Lo mismo se puede decir de la
gitimar la práctica de las comuni-
conciencia de Jesús respecto a la
dades (Jn 3,22). Los sinópticos han
venida inminente del Reino de
preservado la singularidad del Ga-
Dios. Esto lo vemos en más de una
lileo.
ocasión, por ejemplo, en Mc 9,1:
“En verdad yo os digo que, entre En el seno de la tradición si-
los que están aquí, algunos no mo- nóptica, Lucas es el más sensible
rirán antes de haber visto la llega- a la dimensión histórica, es decir,
da del Reino de Dios con todo su al tiempo de Jesús como ya pasa-
poder”. Cuando se redactó el evan- do. Es él quien reserva el título de
gelio de Marcos, digamos entre el “apóstol” a los discípulos del Ga-
65 y el 75, nadie ignoraba que esta lileo (Hch 1,21-22) y no lo aplica
predicción de una venida del Rei- a testigos ulteriores, incluido Pablo
no en vida de los contemporáneos (salvo en Hch 14,4.14). Lucas tien-
de Jesús era letra muerta. La pri- de a reservar este título para un pe-
mera cristiandad por su parte alar- ríodo irrepetible de la historia mar-
gó el calendario del fin de los tiem- cado por la presencia de Jesús.
pos, pero no dudaron en atribuir al
En conclusión, los evangelios
Galileo una cronología devenida
no ignoran la distancia histórica ni
entre tanto obsoleta. Una vez más,
el hecho de que su relato exhuma
efecto de la distancia histórica.
del pasado un tiempo y unas cos-
Algo parecido sucede con la tumbres ajenas a su época. Sin te-
narración del bautismo de Jesús ner la preocupación documental de
por Juan. Este episodio pronto se los historiadores, los portadores de
hizo molesto, en función de la de- la tradición han preservado las tra-
pendencia en la que situaba al Ga- zas del enraizamiento socio-cultu-
lileo frente al Bautista. Se percibe ral o geográfico de los materiales
la tendencia, en los sinópticos y que ellos nos transmiten (Theis-
más aún en Juan, de querer rebajar sen). El postulado de la Formges-
la posición del Bautista para con- chichte, de que las palabras de Je-
vertirlo en el precursor del Mesías. sús han recibido su forma en el
Sin embargo, debemos constatar medio de las primeras cristianda-
que el acontecimiento del bautis- des y para responder sólo a sus ne-
El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 27
cesidades, necesita ser revisado. de palabras exclusivamente desnu-
La preservación de las palabras de das? En realidad, sólo una contex-
Jesús ha respondido seguramente tualización permite fijar el status
a las necesidades eclesiales pero, del locutor o la finalidad de la pa-
al mismo tiempo obedece a una labra. Por tanto, se debería re-
exigencia de fidelidad a la histo- flexionar sobre esta cuestión y, en
ria. La anámesis de Jesús procede todo caso, debería volver a cues-
de una dialéctica entre la repro- tionarse el dogma de la exclusión
ducción del pasado y la creativi- sistemática del contexto narrativo
dad nacida de las necesidades del de los logia en la transmisión oral.
presente. La memoria del Galileo
En resumen, la tesis de un an-
no se ha dejado sólo en manos de
tagonismo entre el Jesús histórico
la presión de las necesidades co-
y el Cristo de la fe no puede apo-
munitarias; si fuera así, no se com-
yarse en el ejemplo de los evange-
prendería por qué esta laminación
lios, pues su biografía teológica no
utilitaria de la tradición de Jesús
suspende la conciencia de una irre-
habría dejado tras de sí tantas es-
ductibilidad del pasado en el dis-
corias históricas desprovistas de
curso de Jesús. La redacción de los
una utilidad práctica.
evangelios no se ha regido exclu-
Podríamos ir más lejos pregun- sivamente por el polo “Cristo de la
tándonos si la Formgeschichte no fe”: la conciencia de una singula-
se ha equivocado al postular que ridad histórica del hombre Jesús y
los logia de Jesús habían sido de una distancia, tanto cronológi-
transmitidas sin su contextualiza- ca como cultural, con respecto a
ción narrativa, que Karl-Ludwig los acontecimientos de su vida no
Schmidt ha atribuido por principio está en absoluto ausente de la na-
a los redactores evangélicos. ¿Es rración evangélica.
posible imaginar una transmisión

CONCLUSIÓN

¿Es pertinente hablar de una di- conducen a la postura positivista


cotomía entre el Jesús histórico y de los orígenes, en los que la ilu-
el Cristo de la fe? Ya hemos resal- sión consiste en confundir el he-
tado anteriormente que se trataba cho bruto y la verdad histórica.
de un antagonismo originado con Disociar el hecho bruto de su in-
la primera investigación del Jesús terpretación es hoy una postura in-
histórico, cuya cultura hoy en día telectual obsoleta. Nos sentimos
nos resulta extraña. El paradigma invitados a pensar en términos de
ha cambiado. Las razones episte- una complementariedad y a situar
mológicas de este cambio han sido en una relación dialéctica estas dos
también desenmascaradas: nos aproximaciones de Jesús que son
28 Daniel Marguerat
la biografía histórica y la biografía precisamente, donde la búsqueda
teológica. Finalmente, hemos mos- del Jesús histórico deviene el au-
trado que, contrariamente a lo que xiliar precioso de la teología en su
parece, la actualización narrativa deber de conformidad con la en-
de Jesús en los evangelios sostiene carnación. Pues una teología pe-
esta forma de ver. gada a los azares de la vida del
Situaremos la biografía histó- Galileo, a sus encuentros, a sus
rica y la teológica de Jesús en una conflictos, a sus cóleras, a sus ple-
necesidad de relación recíproca. garias, a su compasión, a su dolor,
¿Por qué la biografía teológica ne- a su agonía, no caerá en la tenta-
cesitaría la biografía histórica? ción de transformarse en una espi-
¿Por qué los creyentes, que usan la ritualidad de evasión. La investi-
biografía teológica que es el evan- gación del Jesús histórico es el
gelio, deben dejar de considerar antídoto más poderoso frente a una
que los autores de la biografía his- comprensión mítica o gnóstica de
tórica nos conducen a una empre- Jesucristo.
sa sacrílega o cuando menos inútil Pero, se puede objetar, ¿de qué
y extraviada? ¿Por qué los teólogos Jesús histórico hablamos? ¿Del Je-
deben revisar su escepticismo fren- sús rabí fariseo, del profeta apoca-
te a la investigación sobre el Jesús líptico, del curandero popular, del
histórico? Deben hacerlo porque filósofo itinerante al modo cínico,
esta investigación histórica es el del reformador social, del revolu-
resultado de lo que podemos lla- cionario pacífico? La floración de
mar un deber de encarnación. Y retratos divergentes sobre la per-
paso a explicarme. sona de Jesús ¿no es desconcertan-
La historia del cristianismo nos te para la teología? Generar hipó-
enseña que leer los evangelios no tesis contradictorias ¿no resta
ha preservado a los cristianos de crédito a la investigación históri-
una espiritualización de la cristo- ca? Joseph Ratzinger, en su libro
logía, cuya expresión más antigua sobre Jesús, ironiza sobre este “ce-
es el gnosticismo. Esta espirituali- menterio de hipótesis” que es la in-
zación, de la que los evangelios vestigación del Jesús histórico. Pe-
apócrifos ofrecen a menudo rasgos ro podríamos pensar también que,
penosos, consiste en vaciar la per- si aplicáramos esta misma regla (a
sona de Jesús de su humanidad pa- saber: que la diversidad de hipóte-
ra retener solamente su divinidad; sis desacredita ipso facto la inves-
la figura de Jesús no sería más que tigación) a la teología, quizás ten-
el receptáculo de una divinidad dríamos que pedir a los teólogos
agredida e incomprendida, invitan- que cesaran inmediatamente toda
do a huir del mundo para ganar el reflexión. Avanzar resultados hi-
lugar inmaculado de la felicidad potéticos, vacilantes, inciertos,
divina (cf. el Evangelio de Judas, pertenece a la esencia misma de
descubierto hace poco). Es ahí, toda investigación científica. La
El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 29
ciencia progresa tanteando; sólo lestino del primer siglo. Es fariseo
los inspirados se autoproclaman por su voluntad de interiorizar la
poseedores de la eterna verdad. obediencia a la voluntad de Dios,
Desde el punto de vista de la cien- pero es esenio en la libertad que
cia histórica, la divergencia de re- adopta cuando interpreta la ley (Mt
sultados proviene del hecho de que 5, 21-48). Reclama una práctica ri-
las fuentes documentales no nos gurosa de la ley (Mc 10, 17-19) pe-
dictan la reconstrucción del pasa- ro, al mismo tiempo, se muestra li-
do. Como dice Koselleck, las fuen- beral en su aplicación (Mc 2,27).
tes sólo tienen un poder de veto so- Se muestra contestatario (Mt 23,
bre las reconstrucciones que no 37-29) pero, al mismo tiempo, se
son pertinentes: sólo pueden limi- enraíza en las tradiciones de su
tar el discurso del historiador, se- pueblo. Frecuenta el Templo, pero
ñalar lo que no es adecuado decir, critica su funcionamiento (Mc
pero no dictarle su reconstrucción. 11,15-17). Critica los poderes pero
Este control asignado al historia- no hace ninguna revolución. Se po-
dor permite distinguir la historio- dría señalar un sin fin de parado-
grafía de la literatura novelesca. jas que tejen la práctica de Jesús.
Ahora bien, ¿qué efecto tiene La única conclusión posible es
esta divergencia de los resultados que el personaje se escapa de la
sobre la fe? No se puede negar el investigación histórica. Esta resis-
efecto desestabilizador que ejerce tencia a quedar cogido por mode-
sobre la convicción de los creyen- los preformados es quizás el mejor
tes la irrupción (orquestada mediá- servicio que la investigación his-
ticamente) de hipótesis osadas so- tórica rinde a la teología. Le evita
bre la persona de Jesús. Pero, ¿es convertirse en dogmatismo o, peor
peligrosa para la fe? No necesaria- aún, en ideología. La búsqueda del
mente. Pues, en esta multiplicidad Jesús histórico es una herida per-
de retratos de Jesús generada por manente infligida a la tentativa de
la tercera investigación, es preciso capturar a Jesús dentro de un sis-
constatar que ninguno de estos tema dogmático. El cristianismo
modelos tiene en cuenta la totali- vive porque se refiere a una figura
dad del personaje. Cada uno actúa fundadora que se le escapa. El día
sobre una parte de la personalidad en que los teólogos piensen poder
del Galileo. Jesús es irreducible a comprender exhaustivamente a Je-
las categorías socio-culturales sús de Nazaret, la cristiandad se
forjadas por los historiadores. Je- encontrará en extremo peligro. La
sús de Nazaret es inclasificable. investigación del Jesús histórico
Igualmente, la práctica de Jesús no retarda resueltamente la llegada de
es reducible a un sistema doctrinal este día funesto.
o ético presente en el judaísmo pa-

Tradujo y condensó: JOQUIM PONS ZANOTTI

30 Daniel Marguerat

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