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20 Daniel Marguerat
la crítica de las fuentes y ha absor- adelante dos mundos religiosos di-
bido los datos de la sociología. La ferentes.
“tercera investigación” es una ne-
En segundo lugar, los actores
bulosa más que un movimiento
de la investigación histórica han
unificado. ¿Que tienen en común
cambiado; no provienen ya nece-
el Jesús profeta de la restauración
sariamente de la teología o de la
de Israel según Ed. P. Sanders, el
iglesia, sino que pueden ser filó-
iniciado carismático de Marcus
sofos, historiadores, judíos, agnós-
Borg, el rabí fariseo de David Flus-
ticos. El eslogan es ahora: Jesús
ser, el sanador popular de Geza
pertenece a todo el mundo. Las
Vermès, el filósofo cínico itineran-
protestas doloridas de teólogos co-
te de F. Gerald Doping y J.D. Cros-
mo Luke T. Johnson no han teni-
san, el reformador social de Gerd
do el poder de censura como en
Theissen o el revolucionario pací-
los tiempos de Renan. El Jesús his-
fico de Richard Horsley? Tienen
tórico se reconstruye fuera de una
ciertamente una cosa en común: la
cultura de iglesia.
afirmación decidida del judaísmo
de Jesús que, sin ser una novedad, En tercer lugar, la constatación
ahora es defendido de una manera de que el fruto de las investigacio-
consecuente. En cuanto al resto, la nes históricas consiste, en el mejor
variedad de imágenes de Jesús es de los casos, en presentar un Jesús
impresionante. posible. Los trabajos de Crossan,
por ejemplo, han mostrado que la
selección efectuada entre las dife-
Características de la rentes fuentes documentales y la
“tercera investigación” evaluación (arbitraria) de su fiabi-
lidad permiten recomponer el Je-
sús que se desea. En consecuencia,
La “tercera investigación” cons-
la dualidad Jesús histórico/Cristo
tituye un cambio completo de pa-
de la fe ya no es una ecuación sim-
radigma en la investigación secu-
ple. Hay una multiplicidad irre-
lar del Jesús de la historia. He aquí
ductible tanto de Jesús históricos
tres de sus características.
como de Cristos de la fe (el de
En primer lugar, el marco de Marcos, de Mateo, de Lucas, de
comprensión de Jesús de Nazaret Juan, de Pablo).
es el judaísmo palestino del siglo
Esta última constatación sobre
primero. Si bien el cristianismo re-
el carácter heurístico de las recons-
conoce en él su figura de referen-
trucciones de Jesús nos conduce a
cia, él no le pertenece. Se le puede
la siguiente cuestión: ¿qué es lo que
calificar de “Judío marginal” (J.P.
ha cambiado en nuestra percepción
Meier), pero no de primer cristia-
del trabajo del historiador?
no. La “y”, en la dualidad Jesús
histórico/Cristo de la fe, une en
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cesario decir adiós a la noción de investigación ni opinión que no se
bruta facta; no se trata de hechos origine desde un punto de vista es-
brutos, sino de hechos interpreta- pecífico.
dos y articulados en una intriga Si esta constatación es correc-
historiográfica. Los vestigios ar- ta, si el historiador debe mostrarse
queológicos por sí mismos son mu- mucho más modesto en la aprecia-
dos, pero cuando el arqueólogo les ción de los resultados de sus traba-
hace hablar, utiliza una teoría ex- jos, las consecuencias en la con-
plicativa. Analizar un documento frontación del Jesús histórico/
antiguo, la naturaleza de su retóri- Cristo de la fe son considerables.
ca, buscar sus efectos en la histo- Esta dualidad no opone un Jesús
ria tiene lugar en el seno de una re- químicamente puro a un Cristo
presentación de la sociedad antigua contaminado por el dogmatismo
cargada con los postulados del in- eclesiástico. La reconstrucción de
vestigador. Brevemente, en episte- la figura de Jesús es a priori sub-
mología de la historia, separar el jetiva por ambas partes.
hecho de su interpretación debe
declararse hoy en día obsoleto. Lo En todo caso, la descalificación
que hay que hacer es llevar adelan- historiográfica de la lectura cre-
te una hermenéutica de la repre- yente no es pertinente si va acom-
sentación narrativa en historia que pañada al mismo tiempo de una
nos lleve a comprender la diversi- validación sin reserva del Jesús re-
dad de las historiografías que nos construido por los historiadores.
son propuestas, y dejar de oponer Ambas, la investigación del Jesús
una historia que sería “verdadera” histórico y la exposición del Cris-
a una historia que sería “tenden- to de la fe se basan en reconstruc-
ciosa”. ciones contextualizadas de la fi-
gura de Jesús, es decir, que sus
El veredicto de Schweitzer reconstrucciones proceden de un
(1906) sobre la subjetividad de la medio intelectual marcado por sus
primera búsqueda del Jesús histó- necesidades y sus postulados ideo-
rico no ha frenado la continuidad lógicos. Ambas están destinadas a
de la investigación. La ha hecho un público específico, en el caso
más consciente de este riesgo; con del Jesús histórico a una intelligen-
un mayor control en la utilización tzia intelectual, en el caso del Cris-
de las fuentes documentales, más to de la fe a la institución eclesiás-
atenta a los postulados metodoló- tica. Cada una debe ser juzgada en
gicos que emplea. Pero los traba- función del punto de vista que lo
jos de J.D.Crossan, G. Theissen, condiciona y de las necesidades
de Sean Freyne o de John P.Meier culturales a las que responde. Tan-
nos hablan tanto de los apriorismos to el Jesús de los investigadores co-
socio-culturales de sus autores co- mo el Cristo de los creyentes son
mo del Jesús de la historia. Y no representaciones narrativas que
debemos lamentarlo, pues no hay responden a la demanda de un pú-
El Jesús histórico y el Cristo de la Fe: ¿una dicotomía pertinente? 23
blico particular, y cada una de las nes ya comenzó en los primeros
reconstrucciones pretende propor- siglos.
cionar un acceso pertinente a la Cada tipo de biografía nos lle-
historia fundadora de Jesús de Na- va a una reconstrucción del perso-
zaret. naje que es legítima en el seno de
su sistema de referencia. Pero la
atención varía de unos a otros: la
Legitimidad del Jesús biografía histórica se rige por una
histórico y del Cristo de la fe deontología de rigor documental,
mientras que la biografía teológi-
Debemos rechazar el antago- ca se concentra en la verdad que
nismo entre el Jesús histórico y el permite entender el personaje.
Cristo de la fe. Estas dos figuras Jean-Noël Aletti nos parece acer-
no son ni opuestas, ni extrañas, ni tado cuando nos propone pensar
heterogéneas la una de la otra; am- en términos de relación dialéctica
bas son el resultado de un trabajo la relación entre biografía histó-
de reconstrucción, subjetivo y dis- rica y biografía teológica. Dialéc-
tanciado del acontecimiento histó- tica significa aquí complementa-
rico. Sería insensato negar la dife- riedad necesaria. Sin el control de
rencia de método entre la biografía la biografía histórica, la aproxima-
histórica de Jesús (que responde a ción teológica planearía sobre un
una reconstrucción hipotética de producto dogmático carente de an-
la figura histórica del Galileo) y su claje en la historia de la Palestina
biografía teológica (que proclama del primer siglo. Sin la interpreta-
que el Galileo es el Cristo de los ción de la biografía teológica, la
creyentes). Cada una tiene su pun- biografía histórica carece de obje-
to de vista específico: la biografía to, pues olvida que la actuación de
histórica apunta a establecer los Jesús no tiene más que una finali-
hechos y documentarlos; la biogra- dad: decir Dios.
fía teológica hace una lectura cre- Lo que acabamos de decir me-
yente de los acontecimientos, sin rece ser puesto a prueba con la
tener ni la preocupación ni los me- primera biografía teológica que
dios de la investigación documen- nos ha llegado: los evangelios del
tal de los historiadores. Cada una Nuevo Testamento. ¿Cómo tratan
posee su legitimidad sin que pue- la figura de Jesús de Nazaret y có-
dan confundirse. Al final, la inves- mo se articula su relación con la
tigación histórica demuestra que historia? Contrariamente a lo afir-
es posible reconstruir otras imáge- mado tras la formgeschichtliche
nes plausibles de Jesús distintas de Schule (la escuela de las formas li-
las de los evangelios a las que es- terarias), los evangelios no renun-
tamos habituados; la aparición de cian a la referencia histórica. Es lo
la literatura apócrifa nos muestra que quisiera mostrar a continua-
que esta multiplicidad de imáge- ción.
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EL EVANGELIO COMO ACTUALIZACIÓN NARRATIVA
DE JESÚS
CONCLUSIÓN
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