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Las personas divinas
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Por naturaleza (en griego «púcns y también oúaía) se entiende en filosofía la esencia de una cosa en
cuanto sujeto de las operaciones que le son propias. Responde a la pregunta ¿qué cosa es esto?, a la que
se contesta: una piedra, un animal, un hombre. La respuesta indica la naturaleza o esencia de la cosa en
cuestión, que la constituye en una determinada especie distinta de todas las demás.
La persona, en cambio, responde a la pregunta ¿quién es éste?, y señala el sujeto (Juan, Pedro, Pablo),
que realiza operaciones mediante su naturaleza racional (su humanidad). La persona se refiere siempre
—como ya hemos dicho—a una naturaleza intelectual o racional
(Dios, el ángel o el hombre), de la que señala el sujeto concreto (Dios Padre, Gabriel o Rafael, Juan o
Pedro). La simple naturaleza; en cambio, puede referirse a seres intelectuales o racionales (Dios, un
ángel, un hombre), o irracionales (un caballo, un perro), o incluso inanimados (una piedra). La natura -
leza designa a la cosa; la persona designa al yo.
Número de personas
Conclusión. En Dios hay tres personas distintas y sólo tres: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
(De fe.)
Errores .
Antes de exponer las pruebas de este dogma fundamental de nuestra fe, es conveniente recordar los,
principales errores y herejías que contra él se han formulado a través de los siglos.
a) E L MONARQUIANISMO (S.II y m ) consideraba a Dios como supremo Monarca del Universo,
negando la trinidad de personas. L o mismo afirmaban los teodocianos o adopcíonistas, que considera-
ban a Cristo hijo adoptivo de Dios, no Hijo por naturaleza.
b) Los PATRIPASIANOS (S.II y m ) , tales como Práxeas, Noeto, Cleomenes, etc., decían que el Padre
y el Hijo eran una misma persona y, por consiguiente, el Padre había padecido en Cristo.
c) SABELIO (S.III) afirmaba que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo no son sino tres modos con los
que se manifiesta la única persona divina, ya sea creando las cosas (Padre) o apareciendo entre los
hombres (Cristo), o dándose a la Iglesia (Espíritu Santo). Es el monarquianismo modalista.
d) ARRIO (S.IV) negó directamente la divinidad del Verbo, y afirmó que era una criatura, aunque la
primera y más perfecta de las creadas por Dios. Fue condenado en el concilio de Nicea (D 54).
e) Los PNEUMATÓMACOS, en pos de Macedonio, afirmaron la subordinación del Espíritu Santo,
que habría sido creado por el Verbo. Fueron condenados en el concilio Romano (D 58ss) y en el I de
Constantinopla (D 8sss).
f) Los PRISCILIANISTAS (s.v) defendieron errores parecidos al sabelianismo y arrianismo.
g) Los TRITEÍSTAS defendían que las tres personas divinas eran tres dioses, o sea, tres personas de
género divino, como tres hombres son tres personas de género humano.
Doctrina católica. Es la que hemos recogido en nuestra conclusión, que vamos a probar por los lugares
teológicos tradicionales.
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a) L A SAGRADA ESCRITURA. NOS habla de tres divinas personas y sólo de tres. Esta verdad
aparece clarísima en la fórmula del bautismo dada por el mismo Cristo a sus discípulos: «Id,
pues, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo» (Mt 28,19).
LA RAZÓN TEOLÓGICA. Ya hemos dicho varias veces que la razón humana no puede demostrar el
misterio trinitario, ni siquiera sospechar la mera existencia del mismo, puesto que es un misterio estric-
tamente sobrenatural que sólo puede ser conocido por divina revelación. Pero, iluminada por la fe, pue -
de señalar la admirable verosimilitud del misterio y rechazar las objeciones que contra él puedan for-
mularse. Es lo que hace Santo Tomás en el siguiente magnífico razonamiento.
«Conforme a lo que llevamos dicho, es necesario poner en Dios solamente tres personas.
Hemos visto—en efecto—que la pluralidad de personas es equivalente a la pluralidad de relaciones
subsistentes, realmente distintas entre sí. Ahora bien, la distinción real entre las relaciones divinas no
proviene más que de su oposición relativa. Luego dos relaciones opuestas han de pertenecer por necesi-
dad a dos personas distintas; y si hay relaciones que no sean opuestas, es necesario que pertenezcan a
una misma persona. Por consiguiente, como la paternidad y la filiación son relaciones opuestas, es for-
zoso que pertenezcan a dos personas, y, por tanto, la paternidad subsistente es la persona del Padre, y la
filiación subsistente es la persona del Hijo.
Las otras dos relaciones (espiración activa y pasiva) no se oponen a ninguna de las dos anteriores, pero,
en cambio, se oponen una a la otra. Luego es imposible que las dos pertenezcan a una misma persona.
Es, pues, necesario, o bien que una de ellas pertenezca a una y otra de las antedichas personas, o una
pertenezca a una de las personas y otra a la otra. Ahora bien, no es posible que la procesión (o espira-
ción pasiva) convenga al Padre y al Hijo, ni a uno de los dos. Porque, si la persona que engendra y la
engendra- da procediesen de la que espira, se seguiría que la procesión del entendimiento—que en Dios
es generación y según ella se toman la paternidad y la filiación—provendría de la procesión del amor,
que origina la espiración (activa) y la procesión (o espiración pasiva), en contra de lo que hemos esta-
blecido más arriba. Luego es preciso que la espiración (activa) convenga a la persona del Padre y a la
del Hijo, ya que no se opone relativamente ni a la paternidad ni a la filiación; y, por tanto, la procesión
(o espiración pasiva) forzosamente ha de convenir a otra persona, llamada Espíritu Santo, que, según
hemos dicho, procede por modo de amor.
Hay que concluir, por tanto, que no hay más que tres personas en Dios, a saber: el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo»1.
Al contestar a la objeción de que, siendo cuatro las relaciones reales en Dios, a saber: paternidad, filia-
ción, espiración activa y espiración pasiva, parece que las divinas personas deberían ser también cuatro,
escribe Santo Tomás estas palabras, que ya hemos recogido más arriba:
«Si bien en Dios hay cuatro relaciones, sin embargo, una de ellas, o sea, la espiración (activa), no se
separa de la persona del Padre ni de la del Hijo, sino que conviene a los dos. Por eso, aunque sea rela -
ción, no se llama propiedad, porque no conviene a una sola persona; ni tampoco es relación personal, o
sea, constitutiva de persona. En cambio, estas tres relaciones: paternidad, filiación y procesión (o espi-
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ración pasiva), se llaman propiedades personales o constitutivas de personas; pues la paternidad es la
persona del Padre; la filiación, la del Hijo, y la procesión (o espiración pasiva) la persona del Espíritu
Santo que procede»2.
LAS NOCIONES DIVINAS
Concepto. E n la teología trinitaria se entiende por nociones aquellas notas características por las cuales
conocemos y distinguimos las divinas personas, o, como dice Santo Tomás, las razones propias para
conocer a las personas divinas
1. Cuatro cosas se requieren, principalmente, para el concepto de
noción:
a) Que pertenezca a los orígenes o relaciones, puesto que las personas divinas se distinguen por
ellos.
b) Que exprese dignidad y perfección, por el concepto mismo de persona.
c) Que signifique algo propio de una persona o, al menos, que sólo convenga a dos; porque lo que
es común a las tres pertenece a la esencia divina y no a la distinción de personas.
d) Que esté significada por un nombre abstracto (v.gr., paternidad), porque los nombres concretos
nos llevarían a multiplicar el número de personas divinas, que serian tantas como nociones, lo
que es falso y herético.
Las nociones no son otra cosa que principios o formalidades objetivas y abstractas por las cuales se nos
manifiesta la distinción de una persona divina con relación a las otras y la razón propia que la caracteri -
za. Sin ellas, el teólogo no sabría responder a las preguntas de los herejes sobre en qué las personas
divinas son una misma cosa y en qué se distinguen realmente entre sí.
Número. Los teólogos señalan comúnmente cinco nociones divinas, a saber: innascibilidad, paterni-
dad, filiación, común espiración (o espiración activa) y procesión (o espiración pasiva).
Las dos primeras pertenecen exclusivamente al Padre; la tercera, exclusivamente al Hijo; la cuarta es
común al Padre y al Hijo; la quinta, finalmente, es propia y exclusiva del Espíritu Santo.
«Por noción entendemos lo que es la razón propia para conocer la persona divina.
Las divinas personas se multiplican por las relaciones de origen. Pero la relación de origen comprende
dos cosas: de quién otro (a quo alius) y quién de otro (qui ab alio), y de ambas maneras se puede llegar
a conocer la persona.
Ahora bien, la persona del Padre no puede ser conocida por el hecho de proceder de otro, sino porque
no procede de nadie, y por este concepto su noción es la innascibilidad. En cambio, en cuanto alguien
procede de El, podemos conocerle de dos maneras; porque en cuanto de El procede el Hijo, se le cono-
ce por la noción de paternidad, y en cuanto es origen del Espíritu Santo, se le conoce por la noción de
común espiración.
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El Hijo puede conocerse, o bien en cuanto procede de otro por nacimiento, y así se le conoce por la
filiación, o en cuanto otro—el Espíritu Santo—procede de El, y así se le conoce, lo mismo que al Pa -
dre, por la común espiración.
El Espíritu Santo puede ser conocido por el hecho de proceder de otro o de otros, y así le conocemos
por la procesión; mas no porque otro proceda de El, porque de El no procede ninguna persona.
Hay, pues, en Dios cinco nociones, a saber: innascibilidad, paternidad, filiación, común espiración y
procesión»3.
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a) Una sola esencia o naturaleza divina, común al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
b) Dos procesiones: la generación del Hijo y la espiración del Espíritu Santo.
c) Tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
d) Tres propiedades personales: paternidad, filiación y espiración pasiva.
e) Cuatro relaciones reales: paternidad, filiación, espiración activa y espiración pasiva.
f) Cuatro actos nocionales: engendrar, ser engendrado, espirar y ser espirado.
g) Cuatro propiedades de las personas: innascibilidad, paternidad, filiación y procesión (o espiración
pasiva).
h) Cinco nociones: inniscibilidid, paternidad, filiación, común espiración (o espiración activa) y proce-
sión (o espiración pasiva).