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Tribunal Superior de Justicia

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de Madrid, (Sala de lo Contencioso-Administrativo, Sección 2ª) Sentencia num. 1699/2004 de
11 noviembre

JUR\2005\18609

SUELO Y ORDENACION URBANA-URBANISMO: Intervención en la edificación y uso del suelo:


obras y usos realizados sin licencia o sin ajustarse a la licencia: existencia: orden de paralización y
requerimiento de legalización: procedencia: requerimiento de legalización: sustitución de la cubrición
del patio con uralita por un tragaluz de vidrio armado: falta de licencia: requerimiento de legalización
procedente; prescripción: inexistencia: obras realizadas sin licencia: falta de prueba de la fecha de
terminación de las obras; obras realizadas sin licencia: cubrición del patio mediante un tragaluz de
vidrio armado: ausencia de nulidad procedimental en el expediente: requerimiento de solicitud de
licencia y ante la negativa acuerdo de demolición de lo edificado al no ser susceptible de legalización
por contradicción frontal con el planeamiento: inexistencia de indefensión: audiencia previa mediante
el requerimiento efectuado de solicitud de licencia.

Jurisdicción: Contencioso-Administrativa

Recurso de Apelación 150/2003

Ponente: Ilmo. Sr. D. Juan Francisco López de Hontanar Sánchez

El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 18 de Madrid dictó Sentencia el06-03-2003,


desestimatoria del recurso contencioso-administrativo interpuesto contra los Decretos dictados por la
Gerencia Municipal de Urbanismo de fecha06-10-2000y09-02-2001, por los que se requería a la
recurrente para que procediera a solicitar la licencia de obras necesaria y procediera a la demolición
de las obras abusivamente realizadas.
El TSJ desestima el recurso de apelación interpuesto.

En la Villa de Madrid a Once de noviembre del año dos mil cuatro.


Vistos por la Sala, constituida por los señores del margen, de este Tribunal Superior de Justicia de
Madrid, el rollo de Apelación núm. 150 de 2003 dimanante del Procedimiento Ordinario núm. 174 de
2000, del Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 18 de los de Madrid, en virtud del recurso
de apelación interpuesto por Flor representada por el Procurador Don Víctor Enrique Mardomingo
Herrero y asistido por el Letrado Don Silverio Fernández Polanco contra la Sentencia dictada en el
mismo. Han sido parte la apelante y como apelados el Ayuntamiento de Madrid representado por el
Procurador Don Luis Fernando Granados Bravo y asistido el Letrado Consistorial Don José R.
Rubiales Zapata y Carmela representada por la Procuradora Doña Silvia Albite Espinosa y asistida
por la Letrada Doña Rocio Rosado Marques.

ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO

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El día 6 de marzo de 2003, el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 18 de los de esta


ciudad, en el procedimiento Ordinario número 6 de 2003, dictó Sentencia cuyo fallo es del siguiente
tenor literal: «Que debo desestimar y desestimo el recurso Contencioso-Administrativo interpuesto
por el Procurador D. Víctor Enrique Mardomingo Herrero en nombre y representación de Flor contra
los Decretos dictados por la Gerencia Municipal de Urbanismo de fecha 6 de octubre de 2000, por la
que se desestima el recurso de reposición interpuesto contra el Decreto de fecha 3 de marzo de
2000 por el que se requería a la recurrente para que en plazo de para que en el plazo de dos meses
procediera a solicitar la licencia que ampare las obras de acondicionamiento piso bajo izquierda,
construcción de entreplanta, tapiado de huecos del local derecho, cubrición de patio y formación de
lucernario; y el Decreto de fecha 9 de febrero de 2001 por el que se requería a la recurrente para que
en el plazo de un mes procediera a la demolición de las obras abusivamente
realizadas, al no haber sido las obras legalizadas, y en consecuencia, debo declarar y declaro que
dichos Decretos son conformes a Derecho.– Sin hacer expresa condena en costas.– Notifíquese la
presente resolución a las partes, haciéndoles saber que contra la misma cabe interponer recurso de
apelación, ante este Juzgado, en el plazo de quince días siguientes a la notificación de la misma.-
Así por esta mi sentencia, de la que se llevará testimonio a los autos de su razón lo pronuncio,
mando y firmo.

SEGUNDO
Por escrito presentado el día 31 de marzo de 2003 el Procurador Don Víctor Enrique Mardomingo
Herrero en representación de Flor interpuso recurso de apelación contra la citada sentencia
formulando los motivos de impugnación frente a la resolución recurrida y terminó solicitando que en
su momento previos los trámites legales se dictara sentencia por la que se anulara la Sentencia
recurrida y se resolviera conforme el suplico de la demanda.

TERCERO
Por providencia de fecha 2 de abril de 2003 se admitió a trámite el recurso y se acordó dar traslado
del mismo a la parte demandada, presentándose por la Procuradora Doña Silvia Albite Espinosa en
representación de Flor escrito el día 24 de abril de 2003 se opuso al mismo y solicitó su
desestimación y la confirmación de la Resolución recurrida, con imposición de costas a la recurrente.

CUARTO
Por Procurador Don Luis Fernando Granados Bravo en representación del Ayuntamiento de
Madrid se presentó el día 25 de abril de 2003 se opuso al recurso de apelación y solicitó su
desestimación y la confirmación de la Resolución recurrida, con imposición de costas a la recurrente.

QUINTO
Por providencia de 28 de abril de 2003 se elevaron las actuaciones a este Tribunal,
correspondiendo su conocimiento a esta sección segunda, siendo designado Magistrado Ponente el
Ilmo. Sr. Don Juan F López de Hontanar Sánchez, señalándose el día 11 de noviembre de 2004 para
la deliberación votación y fallo del recurso de apelación, día y hora en que tuvo lugar.

QUINTO
En la tramitación de este recurso se han observado las prescripciones de los artículos 80.3 y 85 de
la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa 29/1998.

FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO
Previamente al conocimiento del fondo del asunto se ha de resolver acerca de la petición de
trámite de conclusiones o vista pública formulado por la apelante. El número 8 del citado artículo 85
establece que la Sala acordará la celebración de vista o la presentación de conclusiones si lo
hubieren solicitado todas las partes o si se hubiere practicado prueba, así como cuando lo estimare

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necesario, atendida la índole del asunto, en el caso presente, no se ha practicado prueba, y no se


solicita por todas las partes el trámite de conclusiones y el Tribunal no lo estima necesario por lo que
no es procedente dicho trámite.

SEGUNDO
Como señala la Sentencia de la Sala 3ª del Tribunal Supremo el recurso de apelación tiene por
objeto la depuración de un resultado procesal obtenido en la instancia de tal modo que el escrito de
alegaciones del apelante ha de contener una crítica de la sentencia impugnada que es la que debe
servir de base para la pretensión sustitutoria de pronunciamiento recaído en primera instancia. La
jurisprudencia – Sentencias de 24 de noviembre de 1987 , 5 de diciembre de 1988 , 20 de diciembre
de 1989 , 5 de julio de 1991 , 14 de abril de 1993 , etc.– ha venido reiterando que en el recurso de
apelación se transmite al Tribunal «ad quem» la plena competencia para revisar y decidir todas las
cuestiones planteadas, por lo que no puede revisar de oficio los razonamientos de la sentencia
apelada, al margen de los motivos esgrimidos por el apelante como fundamento de su pretensión,
que requiere, la individualización de los motivos opuestos, a fin de que puedan examinarse dentro de
los limites y en congruencia con los términos en que esta venga ejercitada, sin que baste con que se
reproduzcan los fundamentos utilizados en la primera instancia, puesto que en el recurso de
apelación lo que ha de ponerse de manifiesto es la improcedencia de que se dictara la sentencia en
el sentido en que se produjo. En el caso presente el recurrente entiende que se ha producido una
indebida valoración de la prueba, no siendo oponible la doctrina de presunción de veracidad de las
actas de inspección de los funcionarios públicos así como la existencia de incongruencia omisiva de
la sentencia recurrida e infracción de los derechos a la tutela efectiva de los Tribunales.

TERCERO
Dos son los actos objeto del presente recurso dictados ambos por el Gerente Municipal de
Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid el primero de fecha 6 de octubre de 2000, por la que se
desestima el recurso de reposición interpuesto contra el Decreto de fecha 3 de marzo de 2000 por el
que se requería a la recurrente para que en plazo de para que en el plazo de dos meses procediera
a solicitar la licencia que ampare las obras de acondicionamiento piso bajo izquierda, construcción de
entreplanta, tapiado de huecos del local derecho, cubrición de patio y formación de lucernario; y el
segundo el Decreto de fecha 9 de febrero de 2001 por el que se requería a la recurrente para que en
el plazo de un mes procediera a la demolición de las obras abusivamente realizadas, al no haber
sido las obras legalizadas. Aún cuando guarden relación pues son la etapa inicial y final del
expediente de restauración de la legalidad urbanística, tiene suficiente independencia para ser
evaluados independientemente. Respecto del primero de ellos, se imputa una indebida valoración de
la prueba, mas debe señalarse que ello se refiere a la cubrición de patio y la formación de lucernario,
y no al resto de las obras indicadas en el requerimiento de legalización y que señala en la sentencia
y coincidimos con ella no están amparadas por el acto comunicado de 4 de febrero de 1999 y que se
refiere exclusivamente a pintura, puertas interiores baño y cocina, absolutamente distintas de las
obras de acondicionamiento piso bajo izquierda, construcción de entreplanta, tapiado de huecos del
local derecho, cubrición de patio y formación de lucernario: El recurrente centra su impugnación en el
hecho de que no ha realizado obra alguna pero en primer término el recurrente a estos efectos se
sitúa en la posición de los antiguos titulares de la vivienda dado que la especifica naturaleza jurídica
de la medida adoptada por el Ayuntamiento, que no tiene carácter sancionador sino de restauración
de la legalidad, provoca que los principios a los que se sujeta no sean idénticos. En lo referente al
principio de culpabilidad, ha de señalarse que supuestos como el presente la acción dirigida para
restaurar la legalidad ha de entenderse con el propietario o poseedor actual, aún cuando no haya
sido el responsable de las obras realizadas sin licencia, por cuanto solo el tiene la posibilidad de
proceder a la restauración del orden urbanístico infringido. De forma que incluso en los supuestos de
transmisión de la finca en la que se han realizado obras contrarias a la legalidad urbanística, será el
nuevo propietario el que venga obligado a realizar las actividades necesarias para legalizar dichas
obras o en supuesto de que dichas obras sean ilegalizables, o que no se haya procedido a su
legalización será el propietario actual de la finca en cuestión el obligado a la demolición de dichas
obras. Todo lo dicho anteriormente, ha de entenderse sin perjuicio de las acciones civiles que para
reclamar el valor de las obras de demolición puedan tener los interesados. Se constituyen así las

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acciones de protección de la legalidad a modo de obligaciones por « propter rem », que han de ser
cumplidas por aquel que tiene el que la titularidad efectiva de la finca al momento de ejercitarse por
la entidad pública las acciones que el ordenamiento jurídico le otorga para la protección de la
legalidad. Y ello en virtud de operar en esta materia el principio de subrogación, en el que el
particularismo individual resulta indiferente, sin perjuicio como hemos dicho de las acciones civiles
que pudieran ejercitarse. En conclusión en el expediente de protección de la legalidad, los
propietarios vienen obligados a realizar las acciones tendentes a dicha restauración con
independencia, de haber ejecutado las obras o haberlas promovido, lo que no quiere decir que estos
principios rijan en el seno del procedimiento sancionador, cuyos principios informantes son de una
naturaleza jurídica distinta. Este principio estaba reconocido legislativamente en el artículo 22 del
Texto refundido de la Ley del Suelo de 26 de junio de 1992 que regulaba la enajenación de fincas y
deberes urbanísticos y según el cual la enajenación de fincas no modificará la situación de su titular
en orden a las limitaciones y deberes instituidos por la legislación urbanística aplicable o impuestos,
en virtud de la misma, por los actos de ejecución de sus preceptos. El adquirente quedará subrogado
en el lugar y puesto del anterior propietario en los derechos y deberes vinculados al proceso de
urbanización y edificación, así como en los compromisos que, como consecuencia de dicho proceso,
hubiere contraído con la Administración urbanística competente, precepto este sustituido por el
artículo 21 de la Ley 6/1998, de 13 de abril , sobre régimen del Suelo y valoraciones con igual
contenido. Todo ello sin perjuicio de las acciones que pudieran corresponder al adquirente en
relación con el anterior propietario, toda vez que el interés público propugna la restauración de la
legalidad con independencia del actual poseedor del inmueble, es por ello por lo que el recurrente
como actual propietario es el obligado a realizar las actuaciones de restauración de la legalidad que
consisten en permitir la ejecución de lo indebidamente construido. El nuevo propietario se coloca en
el mismo lugar en que se encontraba el anterior asumiendo en este ámbito, la posición del anterior,
con sus obligacionesy cargas. Partiendo de este Criterio, el recurrente pone todo su énfasis en
acreditar que el patio estaba cubierto mediante una uralita y lo que ha realizado es su sustitución por
un tragaluz de vidrio armado. Pues bien aún admitiendo que la cubrición del patio mediante uralita,
existiera con anterioridad, si la misma no se encontraba amparada por la original licencia de
construcción del edificio, o por cualquier otra licencia ulterior, y aún admitiendo que dicha
construcción se encontrara prescrita y por lo tanto en situación equiparable a la de fuera de
ordenación, su sustitución por otro elemento, comporta, en primer término, la perdida de la
prescripción, pues el destino de las obras en estas situaciones de fuera de ordenación son su
eliminación por el paso del tiempo y agotamiento de sus estructuras sin que sea admisible obra o
intervención alguna que permita su consolidación, modernización y mucho menos su sustitución, ya
que sólo se permiten obras de escasa entidad tendentes a mantener la salubridad y la habitabilidad.
Pero además aún cuando la anterior cubrición de patio tuviera licencia, su sustitución por una nueva
precisa también de la correspondiente licencia. El recurrente admite que procedió a sustitución del
tragaluz de uralita mediante su sustitución por uno de vidrio armado, y como quiera que no consta
que tenga licencia para ello es evidente que el requerimiento de legalización es correcto a menos
que hayan transcurrido mas de cuatro años desde la total terminación de las obras, pues en este
caso habría caducado la acción de restauración de la legalidad urbanística.

CUARTO
Es cierto que la posibilidad del ejercicio de la acción de restauración de la legalidad está limitada
en el tiempo. Tanto el artículo 249 del Texto refundido de la Ley del Suelo de 26 de junio de 1992 ,
como el artículo 23 de la Ley de Madrid 4/1984 de 10 de febrero sobre Medidas de Disciplina
Urbanística, aplicable en razón al momento en que se dicto el acto administrativo de referencia, fijan
este plazo en cuatro años desde la total terminación de las obras. El Tribunal Supremo en constante
Jurisprudencia, de la que es ejemplo la Sentencia de la sala Tercera de 7 de noviembre de 1988 o la
de 5 de junio de 1991 , manifiesta que cuando estamos ante un procedimiento cauce de la reacción
municipal frente a una obra realizada sin licencia u orden de ejecución en ejercicio de las potestades
atribuidas por el artículo 185 de la Ley del Suelo, y no ante el procedimiento sancionador de la
infracción urbanística, distinción procedimental, perfectamente deducible de los artículo 225 y 51,
respectivamente, de la misma Ley y del reglamento de disciplina urbanística, razón por la que resulta
inadecuado hablar de prescripción y sí correcto de caducidad de la acción administrativa o de
presupuesto habilitante de la reacción, por supeditarse ésta a que desde la total terminación de las

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obras no haya transcurrido un año o cuatro, según resulte aplicable dicho artículo 185 en su
redacción originaria o tras su modificación por el artículo 9 del Real Decreto-Ley 16/1981, de 16 de
octubre . Esta idea viene reiterada por la Sentencia de la sala Tercera del Tribunal Supremo de 22 de
enero de 1992 , cuando señala que en estos casos nos hallamos en presencia de un procedimiento
cauce de la reacción municipal frente a una obra realizada con licencia, pero sin ajustarse a los
términos o condicionamiento de la misma sino extralimitándolos, o sin licencia; es decir, estamos en
el ámbito del artículo 185 Ley del suelo y no en el procedimiento sancionador de su artículo 230, por
lo que es más propio hablar de caducidad de la acción administrativa que de prescripción. En igual
sentido se manifiestan las sentencias de 2 de octubre de 1990 , 17 de octubre de 1991 , 24 de abril
de 1992 , 22 de noviembre de 1994 y 14 de marzo de 1995 .

QUINTO
Ahora bien como también señala la citada Sentencia de la sala Tercera del Tribunal Supremo de 5
de junio de 1991 resulta de todo punto necesario que el mismo y no la Administración tenga que
acreditarlos, demostrando que la total terminación de las obras tuvo lugar antes de cuatro años de la
reacción del Ayuntamiento, independientemente de que prueba que las obras se patentizasen antes
de tales tiempos ya que en este aspecto no rigen los artículos. 230 y 92 invocados, sino el 185 que
hemos examinado, desarrollado en los artículos. 31 y 32 del reglamento de Disciplina Urbanística . Y
como señalan las Sentencias del tribunal Supremo de 8 de junio de 1996 , 26 de septiembre de 1988
, 19 de febrero de 1990 y 14 de mayo de 1990 , el plazo de cuatro años del artículo 9 del Real
Decreto Ley 16/1981 de 16 octubre empieza a contarse desde la total terminación de las obras, y sin
necesidad de acudir a las reglas generales de la carga de la prueba, elaboradas por inducción sobre
la base de lo dispuesto en el artículo 1214 Código Civil será de destacar que la carga de la prueba
en el supuesto litigioso la soporta no la Administración sino el administrado que voluntariamente se
ha colocado en una situación de clandestinidad en la realización de unas obras y que por tanto ha
creado la dificultad para el conocimiento del «dies a quo» y el principio de la buena fe, plenamente
operante en el campo procesal, artículo 11, 1 Ley Orgánica del Poder Judicial , impide que el que
crea una situación de ilegalidad pueda obtener ventaja de las dificultades probatorias originadas por
esa ilegalidad, sin que aquí pueda hablarse en absoluto de la presunción de inocencia aplicable en el
ámbito del derecho sancionador administrativo, al no tratarse la actividad enjuiciada de una medida
sancionadora sino de restauración de la legalidad urbanística alterada, sentencia esta que reitera la
doctrina establecida en la Sentencia de la sala Tercera del Tribunal Supremo de 18 de diciembre de
1991 , declarando expresamente que en estos supuestos la carga de la prueba de la prescripción no
la soporta la Administración sino el administrado que voluntariamente se ha colocado en una
situación de clandestinidad y que por tanto ha creado la dificultad para el conocimiento del «dies a
quo» en el plazo que se examina, por ello el principio de la buena fe, plenamente operante en el
campo procesal impide, que el que crea una situación de ilegalidad pueda obtener ventaja de las
dificultades probatorias originadas por esa ilegalidad. Pues bien la recurrente no ha aportado prueba
alguna que la sustitución de la antigua uralita por el nuevo lucernario de cristal se haya realizado y
concluidos con anterioridad al transcurso de los 4 años anteriores a la notificación del requerimiento
de legalización todo lo contrario ya que adquirió la finca mediante escritura de 26 de noviembre 1998,
y admite que ha sido ella la que ha sustituido la antigua uralita por cristal armado, y esa actuación
como hemos indicado precisa de nueva licencia por lo que el requerimiento de legalización es
correcto, insistimos aún cuando con anterioridad el patio estuviera cubierto, y lo mismo puede
decirse en relación con las obras de modificación o formación de la entreplanta que precisan de una
licencia no estando cubiertas por el acto comunicado, que no es además idóneo conforme a la
Ordenanza especial de tramitación de licencias y Control Urbanístico del Ayuntamiento de Madrid
aprobada por acuerdo plenario de 29 de julio de 1997, para unas obras de este carácter. En
conclusión la orden de legalización en todo se ajusta a Derecho.

SEXTO
Y en cuanto a la demolición se hace referencia a que se ha omitido el trámite de audiencia en el
expediente de legalización de obras en el que se dictó el decreto recurrido. Como pone de manifiesto
la Sentencia de la sala Tercera del Tribunal Supremo de 3 de octubre de 1991 el procedimiento
especial previsto en los artículos 184 de la Ley sobre Régimen del Suelo y ordenación Urbana (Texto
refundido aprobado por Real Decreto 1346/1976 , y 29 de su reglamento de Disciplina Urbanística ,

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que no es de naturaleza sancionadora propiamente dicha, tiene por finalidad esencial la restauración
del ordenamiento urbanístico conculcado, en cuanto, de hecho, el administrado lo ha perturbado al
prescindir de la previa obtención de la licencia municipal adecuada y suficiente para la realización de
las obras que está llevando a cabo indebidamente (incumpliéndose con ello lo dispuesto en los
artículos 178 y 179 de la citada Ley y sus concordantes 29 y 52 del reglamento de Disciplina
Urbanística); y ello mediante la reacción administrativa, en control de la legalidad, que supone la
adopción de las medidas de suspensión cautelar e inmediata de la obra o actividad que se estén
realizando y el simultáneo requerimiento para que el interesado, en el plazo perentorio de dos
meses, solicite la oportuna licencia que «deberá» imperativamente instar, transcurrido el cual, sin
haberla solicitado o ajustado las obras a las condiciones que se le señalen (como ha sucedido en el
caso litigioso), el Ayuntamiento habrá de acordar, asimismo imperativamente, la demolición de lo
ilegítimamente construido y que no sea susceptible de legalización, todo ello a tenor de lo
preceptuado en los apartados 2º y 3º del citado artículo 184; por tanto, este específico sistema de
control de la legalidad urbanística, en el que prima el interés público, no se articula en un expediente
ordinario sino sumario y de contenido limitado, en el que adquiere fundamental relevancia el
requerimiento al responsable de la obra para que cumpla la carga jurídica que supone lo dispuesto
en aquel precepto ( Sentencias del Tribunal Supremo de 13 de diciembre de 1984 y 7 de febrero de
1990 ), constituyendo tal requerimiento conminatorio el requisito necesario y suficiente para las
ulteriores actuaciones administrativas con arreglo a lo previsto en el repetido artículo 184, sin que
sea precisa además otra audiencia del interesado para estimar que se ha acatado el principio
consagrado en el artículo 24.1 de la Constitución , habida cuenta de lo que dispone el artículo 105, c)
del mismo Texto Fundamental (garantizando «cuando proceda», la audiencia del interesado), pues
como señala el Tribunal Supremo en Sentencias de 3 de octubre de 1988 y 7 de febrero de 1990,
entre otras, el requerimiento previo a que se viene haciendo referencia cumple, no sólo las funciones
habilitadoras de una legalización, sino también las generales propias del trámite de audiencia.

SÉPTIMO
El procedimiento seguido para acordar la demolición es correcto puesto que el artículo 23 de la
Ley de Madrid 4/1984 de 10 de febrero sobre Medidas de Disciplina Urbanística, aplicable en razón
al momento en que se dicto el acto administrativo de referencia establece que siempre que no
hubieren transcurrido más de cuatro años desde la total terminación de las obras o usos del suelo
realizados sin licencia u orden de ejecución o sin ajustarse a las condiciones señaladas en la misma,
el Alcalde requerirá al promotor de las obras o a sus causahabientes para que soliciten en el plazo
de dos meses la oportuna licencia o ajusten las obras a las condiciones de la otorgada y si el
interesado no solicitara la licencia en el plazo de dos meses, o si la licencia fuese denegada por ser
su otorgamiento contrario a las prescripciones del Plan o de las Ordenanzas, se procederá conforme
a lo dispuesto en los números 5 y 6 del artículo 21. Estos preceptos establecen que si transcurrido el
plazo de dos meses el interesado no hubiere solicitado la expresada licencia o, en su caso, no
hubiese ajustado las obras a las condiciones señaladas en la misma o en la orden de ejecución, el
Ayuntamiento acordará la demolición de las obras a costa del interesado y procederá a impedir
definitivamente los usos a los que diera lugar. De igual manera procederá si la licencia fuera
denegada por ser su otorgamiento contrario a las prescripciones del Plan o de las Ordenanzas. Si el
Ayuntamiento no procediera a la demolición en el plazo de dos meses, contados desde la expiración
del término a que se refiere el número precedente, o desde que la licencia fuese denegada por los
motivos expresados, el Alcalde o el Consejero de Ordenación del Territorio, Medio Ambiente y
Vivienda acordará y dispondrá directamente dicha demolición a costa asimismo del interesado. En el
caso presente la recurrente no ha solicitado licencia que amparara las obras y Como señala el
Tribunal Supremo en Sentencia de 24 de febrero de 1977 .. «El artículo 184 TRLS con el fin de
restaurar la legalidad urbanística exige, tratándose de obras en curso, sin licencia, o incumpliendo las
órdenes establecidas en la misma, que se requiera al interesado para que suspenda el curso de las
obras y que en el plazo de 2 meses solicite la preceptiva licencia. Sólo cuando transcurre el plazo de
2 meses sin solicitar licencia, o, cuando ésta, pese a ser solicitada, es denegada resulta procedente
la demolición. Los trámites reseñados (requerimiento de suspensión o paralización de las obras, y
requerimiento de solicitar la licencia en el plazo de 2 meses) son específicos, del procedimiento
destinado a restaurar la legalidad urbanística. De forma que como señala la Sentencia de 26 de junio
de 1989 «transcurrido el plazo concedido al efecto, sin obtenerse licencia la autoridad ha de ordenar

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la demolición de lo que, por cualquiera de expresadas circunstancias, no resultaba conforme al


ordenamiento urbanístico, y, a tal extremo ello es así que, conforme al art. 184 –o, en su caso, al 185
del Texto Refundido de la Ley del Suelo , en relación con el Real Decreto-Ley de 16-10-81 ». Por ello
como recuerda la Sentencia de 3 de enero de 1992 de la sala 3ª del Tribunal Supremo «la adopción
de dicha medida –la demolición– es una obligación impuesta al Ayuntamiento por el mero transcurso
del plazo de 2 meses sin que los interesados cumplan la carga de instar la pertinente licencia y ello
tanto para los supuestos de obras en curso de realización.

OCTAVO
Por tanto el Decreto del Gerente Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de Madrid de fecha 9
de febrero de 2001 por el que se requería a la recurrente para que en el plazo de un mes procediera
a la demolición de las obras abusivamente realizadas, al no haber sido las obras legalizadas también
se ajusta a Derecho sin que pueda estimarse que no exista incongruencia por no pronunciarse sobre
todos los extremos alegados por la recurrente, lo que podría afectar al deber de motivación de las
resoluciones judiciales, no puede entenderse que el fallo es incongruente pues al desestimar el
recurso Contencioso-Administrativo desestima la totalidad pretensiones del recurrente. En todo caso
las cuestiones planteadas por la recurrente son tratadas en la sentencia de instancia y puntualizadas
en la presente resolución por lo que no es de apreciar la concurrencia de dicho motivo.

NOVENO
Y por último en lo relativo a la infracción de la tutela judicial por haberse acordado la demolición sin
resolverse el recurso Contencioso-Administrativo interpuesto respecto a la legalización, no existe tal
en la medida que son actos independientes susceptible de enjuiciamiento independiente, y de
adopción de medidas cautelares también de forma independiente, el error en la valoración del
alcance de no intentar la legalización es una circunstancia que solo es achacable al recurrente,
debiendo señalarse que conforme al artículo 94 de la Ley 30/1992 de 26 de noviembre de Régimen
Jurídico de las Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común, aun cuando se
interponga un recurso Contencioso-Administrativo los actos de las Administraciones Públicas sujetos
al Derecho Administrativo serán inmediatamente ejecutivos.

DÉCIMO
De conformidad con el artículo 139 de la Ley de la Jurisdicción Contencioso en segunda instancia
se impondrán las costas al recurrente si se desestima totalmente el recurso, salvo que el órgano
jurisdiccional, razonándolo debidamente, aprecie la concurrencia de circunstancias que justifiquen su
no imposición, no apreciándose dichas circunstancias excepcionales que justifiquen su no
imposición.

Vistas las disposiciones legales citadas


FALLAMOS
Que desestimamos el recurso de apelacióninterpuesto por el Procurador Don Víctor Enrique
Mardomingo Herrero en representación de Flor y en su virtud confirmamos la Sentencia dictada el
día 6 de marzo de 2003, por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo núm. 18 de los de esta
ciudad, en el procedimiento Ordinario número núm. 174 de 2003, condenando al recurrente al abono
de las costas causadas en esta alzada.
Notifíquese la presente resolución a las partes con la advertencia de que contra la misma no cabe
recurso alguno y verificado remítase testimonio de la presente resolución al Juzgado de procedencia
para su conocimiento y ejecución, en su caso.

Así por esta nuestra sentencia, definitivamente Juzgando, lo pronunciamos, mandamos y


firmamos.
PUBLICACIÓN. –Dada, leída y publicada fue la anterior Sentencia por el Ilustrísimo Sr. Magistrado
Ponente Don Juan F López de Hontanar Sánchez, estando celebrando audiencia pública ordinaria,

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en la Sala de este Tribunal, al mismo día de su fecha de lo que yo Secretario doy fe.

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