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Magistrado Ponente: CARLOS OBERTO VÉLEZ

 
 
                  En el juicio por prescripción adquisitiva intentado ante  el Juzgado

Primero de Primera Instancia en lo Civil,  Mercantil y del Tránsito de la


Circunscripción Judicial del estado Lara,  por el ciudadano, MANUEL ANTONIO PÉREZ

RODRÍGUEZ,  representado judicialmente por las  profesionales del derecho Iris

Rojas  Rivero de Vásquez y Nelly Cuenca de Ramírez, contra la  SUCESIÓN  DEL  CIUDADANO

AMADOR CAMEJO OCTAVIO, representada  judicialmente por la abogada en ejercicio

de su profesión, Delia Rivero de César, en su carácter de defensora  ad litem; el

Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo de la Región Centro

Occidental,  con sede en Barquisimeto, conociendo en  competencia funcional

jerárquica vertical, en fecha 30 de mayo de 2002, dictó sentencia declarando

con lugar el recurso procesal de apelación interpuesto por la demandada; sin

lugar la acción de prescripción adquisitiva solicitada por el ciudadano

Manuel  Antonio Pérez Rodríguez revocando, por vía de  consecuencia, la decisión

del ad quo y condenando al accionante al pago de las costas procesales.

Contra la preindicada sentencia, el demandante  anunció recurso de casación,

el cual fue admitido y formalizado. No hubo impugnación.


Concluida la sustanciación, pasa la Sala a dictar su máxima decisión

procesal, bajo la ponencia del Magistrado que con tal carácter la suscribe, y lo
hace previa las siguientes consideraciones:

 
 

RECURSO POR DEFECTO DE ACTIVIDAD


 
-  I  -
                  Con base a lo dispuesto en el ordinal 1º del artículo  313 del Código de
Procedimiento Civil, el formalizante  denuncia la infracción del ordinal 4º del

artículo 243  eiusdem, por incurrir la sentencia recurrida en el vicio de


inmotivación por silencio de prueba.

 
         Alega el formalizante:
“…En la sentencia recurrida el Juez no estudia ni siquiera
menciona esas pruebas esenciales adjuntadas al libelo en los
anexos 2 y 8, en el juicio de prescripción adquisitiva, con lo
cual ha infringido por falta de aplicación el artículo  del Código
de Procedimiento Civil, que  establece  el deber del Juez de estudiar
en sus  sentencias todas y cada una de las pruebas promovidas y
más cuando las mismas implican la aplicación  del artículo del
mismo Código de  Procedimiento  Civil, que consagra ese requisito
de procedencia de la pretensión de prescripción adquisitiva.
 
Ese elemento probatorio es tan esencial que es el fundamento
para que se abra paso en este  tipo de juicio a la prueba testimonial,
por aplicación del artículo 1.392 del Código Civil.
 
Al incurrirse en ese silenciamiento (sic)  absoluto  de esas pruebas
esenciales, el fallo adolece del vicio de carencia de motivación, por  aplicación
del  ordinal 4º del artículo 243 del Código de  Procedimiento Civil, con
violación de las normas citadas en el desarrollo  de esta
formalización y se impone que esta  Sala por aplicación de la
primera  regla del artículo 244 (faltan las  determinaciones del 243)
del Código  de Procedimiento Civil, case y anule el fallo  recurrido y
ordene que el Juez de  Reenvío decida la causa con estudio y apreciación de
esos elementos  probatorios  esenciales a la procedencia de la
prueba  testimonial  en este juicio: el título de propiedad y
la  certificación  de propiedad expedida por el Registrador  (Anexos 2
y 8 del libelo)….”
 
 

                  A objeto de configurar la estructura de esta  decisión, es necesario

puntualizar que la doctrina sobre el  vicio en cuestión ha mantenido el criterio


conforme al  cual el juez debe realizar el examen de la totalidad del

material  probatorio aportado por las partes, y en caso de incumplir con  ese
deber, su sentencia  estaría viciada de inmotivación, por omitir el análisis de  algún

elemento de probanza; esta infracción debía denunciarse como defecto de


actividad, con fundamento en el ordinal 1º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, sin embargo, la Sala considera oportuno y necesario

señalar que la doctrina  relacionada con la técnica casacionista para denunciar el

vicio  del silencio de prueba fue abandonada, y la nueva doctrina,  establecida al


respecto, está considerada pedagógicamente  con la intención de darle amplitud a

los argumentos del criterio  implantado, encaminado a consolidar la verdadera

maximización  y conceptualización de la ciencia del derecho, como

fin  perfeccionista de la reestructuración del Sistema Judicial, por  lo cual en


decisión de fecha 21 de junio de 2000, en el juicio seguido por FARVENCA

ACARIGUA C.A. contra FARMACIA CLEALY, C.A., expediente N° 99-597,

sentencia N° 204, estableciéndose a partir de esa data, que para que la Sala

conozca una denuncia de esta naturaleza, la misma deberá ser fundamentada


como infracción de ley, en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, la cual fue ampliada en sentencia Nº 148, del 7 de marzo

de 2002, caso Beahtriz Carrillo Moreno y otra contra Transferencias y

Encomiendas Angulo López C.A. y otro, expediente 01-199,  con ponencia del
Magistrado que con tal carácter suscribe ésta. En este orden de ideas, es

menester aclarar que la dicha doctrina, supra reseñada, debe ser aplicada al  sub
iudice, en virtud de que la admisión del recurso de casación  bajo análisis, lo fue

el 20 de junio de 2002, fecha  evidentemente posterior a la sentencia que contiene


el cambio de jurisprudencia acotado.

En consecuencia,  la presente denuncia, al ser planteada bajo la estructura de un

defecto de actividad, se desestima por la falta de técnica. Asi se decide.


 
 
- II -
 
 
                  Con base a lo dispuesto en el ordinal 1º del artículo  313 del Código de

Procedimiento Civil, el formalizante denuncia la infracción del artículo 508 y


ordinal 4º del artículo 243  eiusdem, en virtud de que la sentencia recurrida
adolece del vicio de inmotivación, por silencio de prueba.

 
 
A tal efecto, alega:

“…En la sentencia recurrida no se estudia y no se aprecian los


testimonios rendidos por los  ciudadanos JOSE ELCURE ESPINOZA,
ARTURO  EFRAIN  MEDINA RODRIGUEZ Y ARTURO
PASTOR  GROSSO  MARQUEZ, en este juicio, folios 65, 67 y
69  con  fecha 27 de marzo de 2001, ni menos se  estudió  en forma
concreta los dichos de los  mencionados  testigos, ni se aplicó la regla
que opera con  todos los medios probatorios, pero que en materia
testimonial  establece el artículo 508 del Código de  Procedimiento  Civil,
de que los testimonios deben  confrontarse entre los dichos de los
testigos y  comparar los mismos con otras pruebas, que  en este caso
son los documentos que corren en  los anexos 2 y 8 del libelo y que
son  instrumentos públicos por emanar de un Registrador. Al
no  haberse realizado tales operaciones en la  apreciación  probatoria, se
incurre en el vicio de  inmotivación del fallo, del ordinal 4º del
artículo 243 del Código de Procedimiento Civil.…”
 
 
Para decidir, la Sala observa:
 

Nuevamente señala el formalizante la infracción por  parte  de la recurrida del


ordinal 4º del artículo 243 del Código de  Procedimiento Civil, por inmotivación del fallo

por silencio de prueba.  Por tal motivo y vista la estrecha relación existente
entre la presente denuncia y la desestimada como vicio por defecto de
actividad, contenida en el capítulo primero del escrito de  formalización, la Sala, a fin de

evitar repeticiones inútiles  considera innecesario  realizar nuevamente los razonamientos


expuestos  precedentemente, los cuales da  por reproducirlos y aplicados    aquí
íntegramente, para  establecer la improcedencia por falta de técnica de la  denuncia de

silencio de prueba, formulada con base en el ordinal 1º del artículo 313 de la


Ley Adjetiva. Asi se decide.

- III -

Al amparo del ordinal 1º del artículo 313 del Código de  Procedimiento
Civil, se denuncia el  quebrantamiento del ordinal  5º del artículo 243 y 12 eiusdem,
por no contener la  recurrida,  decisión expresa, positiva y precisa con arreglo a

las  pretensiones deducidas y a las defensas opuestas, y por no atenerse a lo


alegado y probado en autos.

 
A tal efecto, formulan las siguientes alegaciones:

“…En la demanda que se presentó se alegó  que el actor MANUEL


ANTONIO PEREZ  RODRIGUEZ,  había adquirido del doctor Amado
(Sic) Camejo  Octavio un inmueble con una superficie de Quince
Mil  Metros Cuadrados (15.000 mts2) y que  realmente allí existía
una superficie de 27.560,76 Metros Cuadrados y que por
exceso  de metraje se planteó la adquisición  prescriptiva  contra los
sucesores desconocidos del vendedor.
Esa pretensión se fundamentó adjuntando al libelo el título de
adquisición marcado con el anexo 2.
En la contestación de la demanda, la defensa ad-litem (folio 56)
admitió esa adquisición al decir en su contestación:
 
‘...ya que el doctor Amador Camejo  Octavio le vendió al
demandante un lote de terreno de 15.000 mts2…’.
 
Por tanto, la parte demandada en este juicio, aceptó plenamente
la venta inicial de los quince mil metros cuadrados. Ese hecho
fue alegado y probado en autos. Así se tenía que sentenciar. Ese
alegato de nuestra mandante, aceptado y admitido por la parte
demandada, no lo atendió, no lo estudió ni decidió el Juez  en la
recurrida, infringiendo la regla de  sentenciar de acuerdo con lo
alegado y probado en autos, que se establece en el artículo 12
del Código de Procedimiento Civil y al sentenciar sin atender a
lo alegado y probado en autos, se estaría incurriendo en el vicio
de sentencia sancionado en el ordinal quinto del artículo 243 del
Código de Procedimiento Civil….”
 

En tal sentido, puntualiza la recurrida:

“…El alegato libelar está viciado de falsedad desde su inicio, por cuanto si
bien es cierto que la parte actora puede haber ocupado la totalidad del metraje
arriba indicado, no es menos cierto que de la multiplicación de 200 X 75, que
es el metraje correspondiente a dos de los linderos, nos da un total de
QUINCE MIL METROS CUADRADOS (15.000 M2), y por consiguiente es
físicamente y matemáticamente imposible que dentro de los linderos arriba
expresados exista un metraje superior a los QUINCE MIL METROS
CUADRADOS (15.000 M2).
(…OMISSIS…)
Admitida la acción por el A-quo declaró con lugar la misma. Publicados
los Edictos  correspondientes  les fue nombrado Defensor Ad-litem,
quien  contradijo la demanda donde se alega entre otras cosas  que
los terrenos no son exclusivamente  propiedad  de las personas que
aparecen en las  documentales  anexas. Abierto el juicio a pruebas
sólo  promovieron  las abogadas de la parte actora, quienes  promovieron
el  testimonio de los ciudadanos José Elcure  Espinoza,  Fanny Raquel
Rodríguez, Arturo Efraín Medina  Rodríguez y Antonio Pastor Grosso
Marques a quienes promovieron con el objeto de declarar sobre
el interrogatorio que les formularían a viva voz, sin decir cual
era el objeto o que pretendían probar con dichas testimoniales,
por la cual las mismas no debieron ser admitidas conforme a la
Sentencia (sic) de la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia
caso Microsoft, de fecha 16 de noviembre de 2001…Por lo que
este Tribunal no puede apreciar tales probanzas, no sucediendo
lo mismo con la promovida en el capítulo tercero del escrito de
pruebas, donde  se promueve cotejo de un grupo de  documentales de
conformidad con el artículo 429 del Código de Procedimiento
Civil, por cuanto en ellas se dejó constancia que era para
determinar que las fotocopias eran exactas a las originales
objeto de la inspección. Igualmente el cotejo del plano
acompañado con el ubicado en la Dirección de Catastro de
Municipio Iribarren,  por cuanto en dicha probanza se dejó  constancia
de que la copia acompañada era para determinar que era exacta a la
que constaba en dicha  oficina.  Las probanzas que este Tribunal admite
como  válidas  le otorga a las documentales el valor de  documento público, y en
cuanto al  Plano Catastral aclara que el mismo nada prueba sobre
la propiedad ni sobre la posesión del terreno. En consecuencia,
es una prueba que es de ser considerada impertinente  y así se
decide… De conformidad con lo  pautado  por el artículo 1.354 del Código
Civil y 506 del Código de Procedimiento Civil, las partes tienen las cargas
de probar sus respectivas afirmaciones de hecho y sobre la base
del adagio actori incumbit probatio, en el caso de autos le
correspondía al actor la prueba de posesión a los efectos de
determinar la usucapión  veintenal y no habiéndose hecho de
esta  manera por  cuanto las pruebas testimoniales que  supuestamente  lo
fueron para probar posesión, fueron  declaradas ilegales por no
decir el objeto de la prueba….”
 
 
Para decidir, la Sala observa:

Señalan las formalizantes,  que en el libelo se alegó que el demandante


MANUEL ANTONIO PÉREZ RODRÍGUEZ,  había adquirido del doctor Amador

Camejo Octavio, un  inmueble con una superficie de 15.000 m², y que realmente,

allí existía una superficie de 27.560,76 m²;  y que la demandada lo aceptó, en


el escrito de la contestación de la demanda.

Según las formalizantes, tal hecho fue alegado y probado en autos, por lo

tanto, asi lo tenía que sentenciar el Juez de la recurrida;  alegato, que además,
fue aceptado y admitido por la  parte demandada, y según su dicho, “...no lo atendió,

no lo estudió ni decidió el Juez en la recurrida...”,  infringiendo la regla de sentenciar

conforme a lo alegado y probado en autos, asi como proferir una sentencia


expresa, positiva y precisa con arreglo a las pretensiones deducidas y a las

excepciones o defensas opuestas, y sin absolver en ningún momento la

instancia, tal como se establece en el artículo 12 y ordinal 5º del 243 del


Código de Procedimiento Civil, incurriendo en incongruencia negativa.
                 Ahora bien, del análisis de las actas procesales (al  folio 56), se evidencia
que la defensora  ad-litem, en su  escrito de contestación de la demanda,

efectivamente reconoció que el ciudadano Amador Camejo Octavio, vendió al

demandante Manuel Antonio Pérez Rodríguez, un lote de terreno con una


superficie de quince mil metros cuadrados (15.000 m²), que él mismo declaró

poseer, según se evidencia del título de propiedad presentado al efecto;  en el

cual no se hace mención alguna de que dicho lote de terreno, tenía de una
superficie superior de veintisiete mil quinientos sesenta metros cuadrados

(27,560 m²), tal como lo señaló la demandante; por tanto, no es como lo

señala el formalizante, en relación a la supuesta medida real del lote de


terreno, lo cual, a su decir, fue aceptado y admitido por el demandado. En todo

caso, es al propio demandante,    a quien le corresponde la carga de probar que

dicho lote de terreno en realidad tenía una superficie  superior, y que se

encuentra en posesión del mismo,  requisito este de procedencia de la pretensión


de prescripción adquisitiva.

Por otra parte, en cuanto a la incongruencia delatada, de la transcripción

de la recurrida,  ut supra  realizada, puede evidenciarse que el  ad quem, sí se


pronunció en cuanto a la disparidad en la mesura del lote de terreno objeto de

la presente acción, a señalar:  “…El alegato libelar está viciado de falsedad desde su

inicio, por cuanto si bien es cierto que la parte actora puede haber ocupado la totalidad del
metraje arriba indicado, no es menos cierto que de la multiplicación de 200 X 75, que es el

metraje correspondiente a dos de los linderos, nos da un total de QUINCE MIL METROS

CUADRADOS (15.000 M2), y por consiguiente es físicamente y matemáticamente imposible


que dentro de los linderos arriba expresados exista un metraje superior a los QUINCE MIL

METROS CUADRADOS (15.000 M2)…”.


Por las razones anteriormente consideradas, la Sala estima que el Juez de

la recurrida, profirió su decisión conforme a lo alegado y probado en autos, con

arreglo a la pretensión deducida y conforme a las excepciones o defensas opuestas,


por tanto, no se infringieron las disposiciones contenidas en los artículos 243,

ordinal 5º y 12 del Código de Procedimiento Civil. Asi se decide.

RECURSO POR INFRACCIÓN DE LEY

IV

                  Con base a lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de


Procedimiento Civil, denuncia que el Juez de la recurrida desechó las pruebas

testimoniales promovidas, en virtud de no haber señalado el objeto de las

mismas; a juicio del formalizante,  fueron desechadas con base  en un requisito formal
inexistente, obviando la regla  constitucional de sentenciar sin  “formalismos inútiles”, a

que se refiere el artículo 26 de la Constitución de la República Bolivariana de

Venezuela, infringiendo el artículo 508 del Código de Procedimiento Civil, por


falta de aplicación.

         En tal sentido formulan las siguientes alegaciones:

“…En la recurrida se reseña, sin analizar el  contenido de cada


declaración y comparándolos entre sí  y con las otras pruebas,
como lo hemos  planteado,  los testimonios de los ciudadanos JOSE
(Sic)  ELCURE  ESPINOZA (folio 65), ARTURO
EFRAIN  MEDINA  RODRÍGUEZ (Sic) (folio 67) y ARTURO PASTOR
GROSSO MARQUEZ (Sic) (folio 69)  que promovimos  y evacuamos,
frente a la contraparte, que ni  siquiera  se presentó a repreguntarlos y
quedaron contestes en los hechos alegados en el libelo constitutivo, de una
situación de  adquisición prescriptiva,  que unido a los documentos
públicos necesarios, hacen procedente la pretensión.
Así lo estableció con suma claridad y acierto el Tribunal de
Primera Instancia en sentencia de fecha 18/10/2001 que fue
apelada, por la defensora    que ha originado que la recurrida
declare sin lugar la pretensión ejercida. Para no admitir ni
siquiera estudiar ni apreciar la prueba testimonial que
evacuamos frente a la contraparte, el Juez en la recurrida trae
a  colación una sentencia emanada de la  Casación, fechada 16-11-
2001 (caso Microsoft) que estableció en la motivación del fallo
que las partes deben indicar en cada medio probatorio que
promueven y evacuan, el objetivo o finalidad que tienen para
promover ese medio probatorio. Es una sentencia que no forma
jurisprudencia menos ahora que está sometida a un proceso de
revisión por la Sala Constitucional careciendo, por lo tanto, de
certeza.
Las pruebas en todo juicio están sometidas al régimen
probatorio que consagra tanto el Código Civil como el
C ó d i g o d e p r o c e d i m i e n t o   C i v i l, q ue tienen c o m o c e n t r o d e l a
n o r m ativa los ar t í c u l o s 1 3 8 7 ( S i c ) a l 1 3 9 3 ( S i c ) d e l C ó d i g o
C i v i l y ahora el 5 0 6 d e l C ó d ig o d e P r o c e d i m i e n t o C i v i l y
lu e g o en concr e t o , c a d a i n s tr u m e n t o p r o b a t o r i o t i e n e s u
ré g i men de promo c i ó n , e v a c u a c ió n y a p r e c i a c i ó n d e e s e m e d i o
p r o b atorio, que e n m a t e r i a t e s t i m o n i a l c o m p r e n d e l o s a r t í c u l o s
1 3 8 7 (S ic) al 13 9 3 ( S i c ) d e l C ód i g o C i v i l y l o s a r t í c u l o s 4 7 7
a l 5 0 5 del Código d e P r o c e d i m ie n t o C i v i l , a l o c u a l s e a g r e g a
e n materia de tes t i m o n i o e l a r t í cu l o 5 0 8 d e l m i s m o C ó d i g o d e
P r o c edimiento Ci v i l , q u e t r a e l a s r e g l a s e s p e c í f i c a s a l a h o r a
d e a preciarse en u n j u i c i o a l a p ru e b a t e s t i m o n i a l .
 
En ninguna de esas normas, consagra ni trae una carga de
afirmación establecida en el que promueve una prueba
testimonial, que en su promoción indique lo que se propone
probar con los testimonios.
 
Esa exigencia, que no fue contenida en el fallo  (entiéndase
dispositivo) de la sentencia de  fecha 16-11-2001 sino que a título
de motivación o fundamento le pareció en ese caso concreto que
la parte debía indicar por qué se propone usar un medio
probatorio.
 
En ninguno de los textos de la doctrina patria en materia de
pruebas (ya sean las obras de Feo, Santana, Bello Lozano,
Sanojo, Borjas, Rengel  Romberg, Humberto Cuenca    y la obra
de  Jesús Cabrera) se encuentra esa exigencia que  han establecido
los magistrados en la motivación de la sentencia del 16-11-2001 y
carecen de potestad para establecer una exigencia distinta a lo
que se consagra en el régimen de la prueba testimonial; y menos,
para darle un  efecto tan terrible, a ese requisito no  establecido en la
Ley, ni en la doctrina probatoria, de que no se aprecie la prueba
testimonial evacuada creando una “formalidad inútil” por no
haberse realizado ese señalamiento en la promoción de la prueba
testimonial.
 
Lo único establecido en ese régimen probatorio,  que regula la prueba
testimonial, es que se  indique  la lista de las personas respecto de
las cuales  promueven el testimonio con sus nombres y apellidos
e  i n d i c a c i ó n d e   su domicilio,  e l   A r t í c u l o   (Sic)  482 del Código
de Procedimiento Civil así lo señala. (“Al promover la prueba de
testigos, la parte presentará la lista de los que deban declarar,
con expresión del domicilio de cada  uno”). Ahora a diferencia del viejo
sistema  derogado, ni siquiera se hace  necesario indicar las preguntas
que se usarán, sino que las  mismas se emiten cuando el testigo
se  presenta, en su evacuación. Por tanto, la sentencia de la (Sic)
Casación, así se tenga como una opinión de los magistrados, no
puede aplicarse ni menos elevarse a una reforma legislativa, que
no existe, ya que en nuestro sistema procesal los fallos no crean
jurisprudencia modificatoria de los preceptos legales expresos,
menos en las motivaciones del fallo y no en el    dispositivo  del
mismo, donde se pretendiera por la  Casación consagrar una
modificación de las leyes y consagrar un requisito de la
promoción de los testigos y mucho menos, que la ausencia de esa
expresión implique que se deje de apreciar una prueba
testimonial promovida y evacuada, que pasó el control de la
contraparte (en su facultad    oponerse y recurrir de una posible
admisión que fuese ilegal) y menos establecer en el fallo de la
segunda instancia un requisito de promoción que no se aplicó en
el momento de admitirse la prueba y haberse evacuado la misma,
dentro del proceso debido. Cuando en la recurrida se deja de
apreciar los testimonios de los testigos JOSE (Sic) ELCURE
ESPINOZA  (folio 65). ARTURO EFRAIN
MEDINA  RODRÍGUEZ  (Sic) (folio 67) y ARTURO PASTOR
GROSSO  MARQUEZ (Sic) (folio 69) evacuados en este juicio, y
se pretende consagrar un requisito no existente en el régimen
legal y darle ese efecto terrible de que no se aprecie la prueba
evacuada, porque en su promoción no se indicó el hecho a
probar, lo que se hizo en el libelo, se infringe por no aplicación
la normativa que hemos señalado en este capítulo que regulan la
prueba testimonial y se consagra un requisito que no establece le
artículo 482 del Código de Procedimiento Civil y se impone que
esta sala case el fallo, porque se han dejado de aplicar esas
normas para regular la prueba testimonial que se evacuó en este
juicio y ordené al Juez de reenvío, que sentencie de nuevo este
caso, dejando al lado ese requisito inexistente y violatorio del
régimen legal en materia de testimonio y en especial de artículo
482 del Código de Procedimiento Civil.
 
Es mas, la recurrida, al desechar la prueba testimonial con un
requisito formal inexistente, dejó de aplicar esa regla
constitucional de sentenciar sin puntos de mera forma, ni con
“formalismos inútiles”, para no garantizar ese derecho que
consagró la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela de 1.999, en su artículo 26, de que toda persona tiene
el derecho de acceso a la justicia    y el Estado tiene el deber de
garantizar una justicia “sin formalismos inútiles”, como sería el
que se da  en este caso, al no apreciar a la parte  demandante el
derecho que se le aprecien los testigos que promovió conforme
al artículo 382 del Código de procedimiento Civil y que evacuó
frente a su contraparte con sus formalidades plenas a toda
defensa y es más, sin que se le aplique lo que hizo el Juez de
Primera  Instancia, de comparar los testimonios  evacuados con los
instrumentos públicos  existente en los autos (anexos 2 y 8 del
libelo)  incurriendo en la infracción de la regla  expresa, que se
infringe por falta de aplicación del artículo 508 del Código  de
Procedimiento Civil, que establece el  decreto del Juez de comparar
las deposiciones de los testigos con las demás pruebas de autos y
los hechos de la prescripción adquisitiva, son actos de hecho de
posesión continua.
 
Pedimos que se case el fallo impugnado y se ordene que el Juez
de Reenvío sentencie apreciando la prueba testimonial evacuada
en autos, comparándola con las demás pruebas de autos, en
especial los anexos 2 y 8 del libelo.
 
La recurrida cuando ha establecido una “formalidad inútil” e
injusta, no establecida en las normas que regulan la promoción y
apreciación de la prueba testimonial, incurre en una violación de
“injusticia notoria”, que hace  procedente esta denuncia , la
cual  fundamentamos en el ordinal segundo del artículo 313 del
Código de Procedimiento Civil, y podría ser y  provocar, si lo
estiman procedente una  casación  de oficio e inclusive de fondo,
declarando procedente la prescripción adquisitiva...”. 
 

A tal efecto, la recurrida señaló:


“…Abierto el juicio a pruebas sólo promovieron  las abogadas de la
parte actora, quienes  promovieron  el testimonio de los ciudadanos José
Elcure  Espinoza, Fanny  Raquel Rodríguez, Arturo Efraín
Medina  Rodríguez y  Antonio Pastor Grosso Marques a
quienes  promovieron  con el objeto de declarar sobre el  interrogatorio
que les formularían a viva voz, sin decir cual era el objeto o que
pretendían probar con dichas testimoniales, por la cual las
mismas no debieron ser admitidas conforme a la Sentencia (sic)
de la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia caso
Microsoft, de fecha 16 de noviembre de 2001…Por lo que este
Tribunal no puede apreciar tales probanzas.…”
 

Para decidir, la Sala observa:

Las recurrentes en su escrito de formalización, señalan como un

formalismo inútil, el hecho de que en la oportunidad en la cual se promueve

determinada prueba en juicio, se exija que el promotor de la misma, señale su

objeto, es decir, que indique con precisión lo que pretende probar. Por el

contrario, tal exigencia, a juicio de esta Sala, constituye un requisito

intrínseco, independiente de los exigidos  por la ley adjetiva, que le permite al Juez
verificar  fehacientemente  la pertinencia o no de la prueba promovida,

para  pronunciarse sobre su admisión; tal requisito no constituye un formalismo

inútil, tal como lo alegan las formalizantes.

Al respecto, la Sala en sentencia de fecha 16 de  noviembre de  2001, expediente Nº

AA20-C-2000-000132, sentencia Nº  363, caso  Cedel Mercado de Capitales, C.A.

contra Microsoft Corporation, señaló lo siguiente:

 
“…Por lo que respecta a las pruebas, aparte de los requisitos antes dichos,
valederos para todo tipo de actuación de las partes en el proceso, existen
requisitos relativos a los medios de prueba y condiciones propias de las
diligencias probatorias realizadas por las partes o por el tribunal al pretender
incorporar a los autos aquellos medios de prueba.
 
Así tenemos que, el Código de Procedimiento Civil, consagra las siguientes
normas:
 
‘Artículo 396: Dentro de los primeros quince días del lapso probatorio
deberán las partes promover todas las pruebas de que quieran valerse,
salvo  disposición especial de la Ley. Pueden sin  embargo, las partes de
común acuerdo, en cualquier estado y grado de la causa, hacer evacuar
cualquier clase de prueba en que tengan interés.
 
Artículo 397: Dentro de los tres días siguientes al  término de la
promoción, cada parte deberá expresar si conviene en alguno o algunos de
los hechos que trata de probar la contraparte, determinándolos con claridad,
a fin de que el Juez pueda fijar con precisión los hechos en que estén de
acuerdo, los cuales no serán objeto de prueba. Si alguna de las partes no
llenare dicha formalidad en el término fijado, se considerarán
contradichos los hechos.
 
Pueden también las partes, dentro del lapso mencionado, oponerse a la admisión
de las pruebas de la contraparte  que aparezcan manifiestamente ilegales
o impertinentes.
 
Artículo 398: Dentro de los tres días siguientes al  vencimiento del
término fijado en el artículo anterior, el Juez providenciará los escritos de
pruebas admitiendo las que sean legales y procedentes y desechando las
que aparezcan manifiestamente ilegales o impertinentes. En el mismo
auto, el Juez ordenará que se omita toda declaración o prueba  sobre
aquéllos hechos en que aparezcan claramente convenidas las partes.
 
Artículo 399: Si el Juez no providenciare los escritos de prueba en el
término que se le señala en el artículo anterior, incurrirá en una
multa disciplinaria de quinientos a mil quinientos bolívares, que le impondrá
el Superior de acuerdo con el artículo 27; y si no hubiere oposición de
las partes  a la admisión, éstas tendrán derecho a que  proceda  a la
evacuación de las pruebas, aún sin providencia de admisión.
 
Si hubiere oposición sobre la admisión de alguna  prueba, no se procederá a
evacuar ésta sin la correspondiente providencia.
 
Artículo 400: Admitidas las pruebas, o dadas por admitidas conforme a los artículos
precedentes,  comenzarán a computarse los treinta días destinados a la
evacuación; pero si hubieren de practicarse algunas mediante comisión dada a
otro tribunal, se hará el cómputo del lapso de evacuación del siguiente modo:
 
(…OMISSIS…)
 
Las normas anteriores revelan que los medios  probatorios están sujetos a
condiciones intrínsecas que inciden directamente en su admisión y que están
previstas en el artículo 398 del Código de Procedimiento Civil, relativas a su
legalidad o pertinencia y además que, también en materia de pruebas rige todo
lo expuesto anteriormente en cuanto al modo, lugar y tiempo de los actos procesales.
Así vemos como el citado artículo 396 establece que dentro de los primeros
quince días del lapso probatorio deben las partes promover todas las pruebas
de que quieran valerse. Esto nos señala que se debe respetar el principio de la
preclusión, razón por la cual toda prueba promovida fuera de ese lapso de
quince días será extemporánea, excepto que alguna norma especial consagre
lo contrario, como sucede con el instrumento fundamental de la pretensión, el cual
deberá  acompañarse con el libelo o indicar en él, la oficina o lugar donde se
encuentre, so pena de que no se le admita después, a menos que sea de fecha
posterior al libelo o que siendo anterior, el demandante no tuvo conocimiento
de él, tal y como disponen los artículos 340 ordinal 6º y 434 del Código de
Procedimiento Civil.
 
También según el postulado de dicha norma, la  diligencia probatoria debe
realizarla el interesado y por ello, señala que deberán las partes,
promover  todas  cuantas pruebas quieran usar; dejando en claro que al
referirse a partes, se está haciendo mención a todo legitimado y no
únicamente al actor y al accionado sino también al posible tercerista, sin
incluir dentro de su ámbito de aplicación al Juez, por cuanto éste podrá
ordenar la experticia o la inspección cuando lo considere conveniente o podrá usar
sus facultades de prueba previstas en los artículos 401 o 514 del Código de
Procedimiento Civil.
 
Independientemente que, los escritos de prueba estén redactados en
castellano, por la persona interesada y presentados dentro de las
circunstancias de tiempo y de lugar antes dichas, existe un requisito de
naturaleza intrínseca no del medio probatorio sino de la diligencia por medio
de la cual se le lleva a los autos que incide directamente ya no sobre la
admisibilidad del medio sino sobre la validez de la actuación con la cual se le
produce y ese requisito no es otro sino la identificación del objeto de la
prueba.
 
Así tenemos que el artículo 397 del Código de  Procedimiento Civil, ordena a las
partes ‘…expresar si conviene en alguno o algunos de los hechos que trata de
probar la contraparte, determinándolos con claridad, a fin de que el Juez
pueda fijar con precisión los hechos en que estén de acuerdo, los cuales no
serán objeto de prueba. Si alguna de las partes no llenare dicha formalidad en
el término fijado, se considerarán contradichos los hechos.’ y por su parte el artículo
398 eiusdem ordena al Juez providenciar ‘…los escritos de pruebas
admitiendo las que sean legales y procedentes y desechando las que aparezcan
manifiestamente ilegales o impertinentes. En el mismo auto, el Juez ordenará
que se omita toda declaración o prueba sobre aquellos hechos en que
aparezcan claramente convenidas las partes’
 
Es fácil comprender cómo, para que la parte pueda manifestar si conviene o
no con los hechos que su contrario trata de probar y para que el Juez pueda
fijar con precisión los hechos en que estén de acuerdo las partes y ordenar que
se omita toda declaración o prueba sobre ellos, es necesario que en el escrito
de promoción de cada una de las partes se hayan indicado de manera expresa
y sin duda de ningún tipo, los hechos que pretende demostrar con cada medio
de prueba promovido.
 
Además, es la única manera de garantizar el cumplimiento de los deberes de lealtad y
probidad procesales  impuestos a las partes al impedir de esa manera que el
contrario del promovente y el propio tribunal sean sorprendidos al utilizar un
determinado medio probatorio para verificar hechos diferentes a los que ellos
creyeron cuando se promovió.
 
Esta circunstancia ha sido recogida por la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, cuando en sentencia de fecha 8 de junio del año en curso sostuvo lo
siguiente:
 
‘La Sala Plena Accidental advierte que el querellante indicó los hechos que a
su juicio constituyen los delitos de malversación específica o sobregiro
presupuestario y tráfico de influencias. Sin embargo, se limitó a enunciar las
pruebas que a su juicio evidencian la comisión de tales hechos punibles, sin
indicar el contenido de ellas y lo que demuestran. Al respecto, el Magistrado
de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,  Doctor JESÚS
EDUARDO CABRERAROMERO, ha expresado lo siguiente:
 
‘Sólo expresando con precisión lo que se quiere probar con el medio que se
ofrece, puede el Juez decidir si dicho objeto es o no manifiestamente
impertinente, y por ello (sic) el Código de Procedimiento Civil (sic) de
manera puntual requirió la mención del objeto del medio en varias normas
particulares (arts. 502, 503, 505, 451, 433 y 472) y en forma general en el
artículo 397, quedando exceptuados de dicha carga al promoverse la prueba:
las posiciones juradas y los testigos, donde el objeto se señalará al momento
de la evacuación. Todas estas normas buscan una mejor marcha del proceso,
tratan de precisar lo pertinente, tratan de evitar que el Juez tenga que realizar
la labor de valoración que le impone el art. 509 del CPC, sobre medios que
por inadmisibles no se les ha debido dar entrada.
 
Pero la realidad ha resultado distinta a la que previno el CPC. A diario vemos
en los Tribunales como se promueven medios sin señalarles que se quiere
probar con ellos, (sic) y los Jueces los admiten. Es corriente leer escritos
donde se dice ‘Promuevo documentos (públicos o privados) marcados A, B y
C’, sin señalar que se va a probar con ellos (sic); o promuevo foto, inspección
judicial, etc., sin indicar que se pretende aportar fácticamente al juicio, y que a
pesar de que contrarían al art. 397 en la forma de ofrecerlos, a tales medios se
les da curso’... (XXII JORNADAS ‘J.M. DOMÍNGUEZ ESCOVAR’.
Derecho Procesal Civil [EL C.P.C. DIEZ AÑOS DESPUÉS], Pág. 247)’.
 
Igualmente, ha sostenido el Magistrado Cabrera Romero en su obra ‘Contradicción y
Control de la Prueba Legal y Libre’ Tomo I, lo siguiente:
 
‘...En la mayoría de los medios de prueba, el promovente, al momento de anunciarlos,
debe indicar que hechos trata de probar con ellos, por lo que resulta fácil
comparar lo que se pretende probar, con los hechos alegados controvertidos y
por tanto, calificar o no la pertinencia o la impertinencia manifiesta. Por tratar
el objeto de la prueba de afirmaciones sobre cuestiones fácticas que cursan en
autos (hechos alegados en la demanda y la contestación), al juez le es
atribuida la calificación oficiosa de la pertinencia, medie o no oposición
formal, lo que decidirá en el auto de admisión o negativa de prueba, que se dicta
como consecuencia de la promoción.
 
Existen medios que pueden ser propuestos sin  necesidad de señalar su objeto, tales
como la confesión judicial, que se trata de provocar mediante posiciones
juradas, y en el CPC de 1987, la prueba de testigos. Con ambos medios y otros
semejantes, la oposición por impertinencia no funciona a priori y debe interponerse
con motivo de la evacuación de la prueba, para que no se reciba toda ella o
sectores de la misma. La oposición por esta causa queda diferida al instante de
su evacuación...’
 
Esta Sala comparte los criterios expuestos por el citado autor, acogidos por la
Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, pero con el añadido que también
en los casos de prueba de testigos y de confesión debe indicarse el objeto de
ellas; es decir, los hechos que se tratan de probar con tales medios.
 
En efecto, sólo de esa manera se puede explicar el texto del artículo 398 del
Código de Procedimiento Civil,  cuando señala que en el auto de admisión de
las  pruebas el  Juez ‘…ordenará que se omita toda declaración o  prueba sobre
aquéllos hechos en que aparezcan claramente convenidas las partes’
(Subrayado de la Sala).
 
Lo anterior no significa que al momento de promover la prueba, el interesado
deba dejar constancia detallada de las preguntas que formulará al testigo o a la
contraparte sino que debe exponer la materia u objeto sobre la cual versará la
declaración, permitiendo de esa manera saber si lo que trata de probar, con la
prueba de testigos, es una obligación superior a dos mil bolívares o lo
contrario a lo que contiene un documento público, o si la confesión versará
sobre hechos pertinentes de los cuales la parte tenga conocimiento personal o
si se trata de hechos realizados por el apoderado en nombre de su poderdante.
 
Si no se cumple con este requisito no existirá prueba  válidamente
promovida, hecho que se  e q u i p a r a a l  defecto u omisión de promoción
de prueba.
 
Lógicamente, para que pueda existir el vicio de silencio de pruebas es menester
que existan pruebas válidamente promovidas desde luego que, de lo contrario,
cada vez que un juez valore las resultas de una prueba promovida sin señalar
su objeto específico estará quebrantando su deber de decidir conforme a lo
alegado y violando el principio de igualdad procesal por sacar elementos de
convicción de fuera del proceso, ya que, como se dijo en el punto previo III de
este fallo, la actuación procesal inválida equivale a actuación inexistente y por
ende ningún efecto puede producir.
En el caso de autos, la Sala observa que al momento de promover la prueba
cuyo silencio se imputa a la recurrida, la actora sostuvo lo siguiente:
 
‘Promovemos prueba testimonial de conformidad con el Artículo (sic) 477
del Código de  Procedimiento  Civil, de los ciudadanos, Luis Fernando
Doza  Villamizar, Alberto Pérez Martínez, Juan Bautista Domínguez y
Antonio Rafael Leira Bastidas, Venezolanos, mayores de edad, de este
domicilio y titulares de la Cédula de Identidad Nros. V.-3.551.111,
V.-6.910.683 y V.-3.959.279 y V.-1.887.232  respectivamente,  los cuales
presentaremos en la debida  oportunidad, sobre los particulares que
señalaremos’
 
Lo anterior evidencia de manera palmaria que la  demandante no indicó al
promoverla, el objeto  determinado de la prueba, impidiendo a la contraparte
cumplir con el mandato del artículo 397 del Código de Procedimiento Civil, y
al Juez acatar el dictado del artículo 398 eiusdem.
 
En esas condiciones la testimonial de los ciudadanos Alberto Pérez Martínez,
Juan Bautista Domínguez y Antonio Leira Bastidas no fue promovida
válidamente, situación ésta que se equipara a falta de promoción, razón por la
cual es imposible la configuración del vicio de silencio de pruebas desde
luego que tal vicio supone, necesariamente, la existencia de una prueba
válidamente promovida.
Por lo demás, la Sala observa que la recurrida, con relación a esos testimonios
dijo que nada informaban ‘acerca de si la actora tiene licencia o está
autorizada para la explotación de los programas de computación
secuestrados”, pero como no se indicó el objeto de la prueba se hace
imposible saber si era ese hecho o algún otro el que la actora pretendió probar,
toda vez que las preguntas hechas estaban referidas también a situaciones
fácticas distintas y en esa condición tampoco es dable a esta Sala verificar la
realidad de la denuncia que se hace sin suplir argumentos que en la instancia
debió hacer y no hizo la parte denunciante….”
 
 
En aplicación del criterio jurisprudencial  precedentemente transcrito, la Sala

observa que el ad-quem resolvió no apreciar las pruebas testimoniales por no

haberse señalado en su promoción el objeto de las mismas, y bajos estos

supuestos mal puede acusársele haber infringido el artículo    508 del Código de

Procedimiento Civil denunciado, en razón a que, a tenor del alcance

establecido en dicha doctrina, al no estar válidamente promovida la prueba, el


Juez no está obligado a su valoración, por lo cual hace improcedente la

presente denuncia. Asi se decide.

-V-

Con base a lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, se denuncia que el Juez de la recurrida infringió los


artículos 12 y 482 eiusdem, por falta de aplicación.

         A tales efectos, señalan las siguientes alegaciones:


“…Se ha basado la recurrida en una tesis  errada  de que todas las
pruebas, testimonios y documentos, se tienen que dejar de apreciar y
así lo hace,  para concluir que no hemos probado la  prescripción
adquisitiva que alegamos. Usa la tesis errada y producto de
motivaciones de una sentencia de  Casación de fecha 18 de
Octubre del 2001  (sic), donde se sostuvo que un medio
probatorio no es admisible si la parte que lo promueve no señala
los hechos que trata de comprobar.
 
Esta tesis viola, en materia de prueba testimonial el artículo 482 del
Código de Procedimiento  Civil que sólo requirió, y lo cumplimos
nosotros, en señalar con nombres y apellidos la lista de los
testigos que estábamos promoviendo y que evacuamos, con la
presencia de la contraparte, que no se opuso ni repreguntó a
dichos testigos, luego que el Juez aquo (sic) admitió la prueba
como bien promovida.
 
Se sentencia con una “formalidad” que no  existe en la Ley en forma
expresa y que realmente no reviste carácter de jurisprudencia
obligante, al  derivarse de una sentencia en un caso  concreto con
evidente violación del artículo 26 de la actual Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela de 1999, que estipula el
derecho a un proceso debido sin uso de ‘formalismos inútiles…”.
 
         Para decidir la Sala, observa:

                  Las formalizantes denuncian nuevamente que el Juez  de la recurrida

desechó las prueba testimoniales  promovidas, ahora con infracción del artículo

482 del Código de Procedimiento Civil, en virtud de no haberse señalado el

objeto de las mismas; y a su juicio, fueron desechadas con base en un requisito

formal inexistente, obviando la regla constitucional de sentenciar sin

“formalismos inútiles”, a que se refiere el artículo 26 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela.

Por tal motivo y vista la estrecha relación  existente entre  esta denuncia, la

precedentemente resuelta, y la  desestimada como vicio por defecto de actividad

contenida en el capítulo primero del escrito de formalización, la Sala, a fin de

evitar tediosas  repeticiones inútiles considera innecesario realizar  nuevamente  los

razonamientos expuestos precedentemente, los cuales  da por aplicados y

reproducidos aquí íntegramente para establecer la improcedencia de la referida


denuncia. Asi se decide.

- VI -

Con base a lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, las formalizantes denuncian la infracción por falta de

aplicación del ordinal 4º del artículo 401  eiusdem, en virtud de que el juez de

la recurrida no apreció la prueba de experticia ordenada por el  a-quo, mediante


auto para mejor proveer, y por falsa aplicación del artículo 514 del mismo

Código.

En tal sentido señalan las siguientes alegaciones:

“…En el presente juicio la Juez de Primera Instancia, el día 5-4-


2001, terminado el lapso de evacuación de las pruebas, procedió
en uso de lo dispuesto en el ordinal 4º del Artículo 401 del
Código de Procedimiento Civil (folio 71), a ordenar en base a un
auto para mejor proveer, la evacuación de la prueba de
experticia que efectivamente se evacuó y corre a los folios 107
al 110 del expediente fechada (sic) 13 de agosto de 2.001(Sic).
Dicha prueba tenía que ser reseñada y  apreciada por el Juez de la
recurrida y apreciarla en todo su valor probatorio y compararla
con las otras pruebas que se habían dado en el proceso.
En la recurrida el Juez no aprecia esa prueba, dejando de aplicar
la normativa que existe en el Código de Procedimiento Civil,
ordinal 4º del artículo 401 del Código de Procedimiento Civil,
que no usó con acierto y buen cuidado de un Juez que busca la
verdad en los autos, sino que dice que ese auto para mejor
proveer es  extemporáneo y aplica, lo que no era  procedente, el
artículo 514 del Código de Procedimiento Civil, que estableció
el segundo auto para mejor proveer que se da en nuestro proceso
cuando ya ha ocurrido los últimos informes.…”
 
 
         En tal sentido señaló la recurrida:
“…En cuanto a la experticia ordenada el 25 de julio de 2001
como un pseudo auto para mejor proveer, este Tribunal observa
que la propia Juez A-quo en el mismo y que corre al folio 101
del expediente, establece que a pesar de ser dicho día 25 de julio
de 2001, el día fijado para dictar la sentencia, ordenó una
experticia,  la cual este Tribunal desdeña por  extemporánea, ya que
la oportunidad legal que tiene el Juez Civil para ordenar autos
para mejor proveer está expresamente previsto en el Código de
Procedimiento Civil, en el artículo 514, que  pauta que después de
presentados los  informes y  dentro del lapso perentorio de quince
días  podrá el Tribunal, si lo juzgare procedente dictar auto para
mejor proveer, todo de conformidad con lo cuatro ordinales allí
previstos y habiéndose dictado el auto en referencia fuera de
dicho  lapso, este Tribunal lo debe declarar  extemporáneo y así se
decide.…”
 
 
         Para decidir, la Sala observa:

            En el presente juicio, el a quo, durante el decurso del  proceso, dictó dos autos

para mejor proveer; el primero, en fecha 5  de abril de 2001, oportunidad en que

concluyó el lapso  probatorio, conforme a lo dispuesto en el ordinal 4º del artículo


401 del Código de Procedimiento Civil; y el segundo, en fecha 25 de  julio de

2001, en la oportunidad legal fijada para dictar  sentencia, en atención a lo

establecido en el artículo 514 eiusdem.

Ahora bien, señalan las formalizantes, que el Juez de la Alzada en su

decisión, se refirió únicamente al auto para  mejor proveer dictado en fecha 25 de

julio de 2001,  indicando la recurrida que el mismo resultaba extemporáneo, en


virtud de que fue dictado fuera del lapso de quince (15) días después de

presentados los informes, que el mismo había sido dictado en la oportunidad en

que el tribunal debía proferir su decisión, contrariando asi la disposición contenida

en el artículo 514 de la ley adjetiva.

Alegan los formalizantes, que el Juez de la Alzada para proferir su

decisión, no apreció ni le dio su valor probatorio a la experticia ordenada


mediante auto para mejor proveer, dictado por el  ad quem, en fecha 5 de abril

de 2001, y ejecutado dentro de la oportunidad legal correspondiente, a la cual

se refiere el ordinal 4º del artículo 401 del Código de Procedimiento Civil,

razón por la cual denunciaron la infracción por falta de aplicación de la citada

norma, asi como la falsa aplicación del artículo 514 eiusdem.

A tal efecto, las formalizantes al denunciar que la prueba de experticia

ordenada en fecha 5 de abril de 2001, no fue apreciada ni valorada por el juez


de la recurrida, la enmarcan en un supuesto que no concilia con la acusación de

falsa aplicación del artículo 514 del Código de Procedimiento Civil; toda vez
que la falta de valoración de la prueba debe encuadrarla en el vicio de silencio

de prueba, denunciado la infracción por falta de aplicación de los artículos 12

y 509 de la ley adjetiva, las cuales señalan al juzgador la obligación de

atenerse a lo alegado y probado en autos, asi como apreciar cuantas pruebas


sean promovidas en el juicio, con el señalamiento expreso de haber sido la

prueba promovida oportunamente, haberse señalado su objeto y fundamentar la

influencia determinante que dicha probanza tiene sobre el dispositivo del fallo.

En cuanto a la falsedad reseñada, se constata que el Juez en todo caso


desestimó por extemporánea la prueba de experticia acordada por vía del auto

para mejor proveer, por haber sido éste dictado fuera del lapso, lo cual a juicio

de la Sala es acertado por lo que no existe falsa aplicación del precitado

artículo 514, ni falta de aplicación del ordinal 4º del 401 eiusdem; por otra

parte en la denuncia, el formalizante alega que no se valoró la prueba evacuada

como auto para mejor proveer el 5 de abril del 2001, por cuanto el  ad

quem  consideró extemporánea su aplicación a tenor, del artículo 514 del

Código de Procedimiento Civil; sin embargo, de la lectura de lo trasladado de

la recurrida, la Sala observa que dicha extemporaneidad fue declarada en

relación a la evacuada como auto para mejor proveer el 25  de julio 2001 y no

sobre aquélla denunciada por el formalizante.

De lo anterior es impretermitible concluir en la improcedencia de la


denuncia. Asi se decide.

 
-  VII -
 
Con base a lo dispuesto en el ordinal 2º del artículo 313 del Código de

Procedimiento Civil, las formalizantes denuncian, la infracción por falsa


aplicación y por incorrecta  interpretación del artículo 274  eiusdem, en virtud

de  habérseles condenado en costas a pesar de haber sido  declarada con lugar la

demanda en la primera instancia.

         En tal sentido, formulan las siguientes alegaciones:


“…En el presente caso se declaró con lugar en Primera Instancia
la demanda intentada en este juicio, que corre a los folios 112 a
120 fechada 18/10/2001 y obtuvo su pretensión a plenitud.
 
El fallo fue apelado por la representante de los demandados que
ella defiende y el Juez en la recurrida declara con lugar esa
apelación y revoca la sentencia que había ganado la parte actora.
 
Pese a esa situación procesal, que la parte actora ganó en
primera instancia, la recurrida  aplica el artículo 274 del Código
de  Procedimiento Civil, para condenar con las costas de
juicio,  cuando habiéndose revocado la primera  sentencia ganada por
la parte actora no se le podía condenar en costas del juicio en
una correcta interpretación, porque el artículo aplicable a  las
apelaciones el 281 del Código de Procedimiento Civil, y aplicación
de dicho artículo, por lo cual denunciamos en este capítulo esa
violación de falsa aplicación por incorrecta interpretación de la
norma del 274, en su aplicación al caso y se impone que se
ordena al Juez de Reenvío  aplicar el artículo 281 del Código
de Procedimiento Civil….”
 
 
Para decidir, la Sala observa:

Antes de entrar a considerar la denuncia intentada por  las formalizantes, la

Sala considera, que es menester  señalar que las costas del proceso no forman ni
pueden formar parte de la pretensión deducida, es decir, no forman parte

del  thema desidendum, por el contrario, es una consecuencia del mismo; las

costas procesales, no son sino la sanción que el legislador impone al litigante

que resulta totalmente vencido en el proceso o en una incidencia.

         Las formalizantes en su escrito denuncian que el Juez de la recurrida aplicó

falsamente e interpretó en forma  incorrecta el artículo 274 del Código de


Procedimiento Civil, en virtud  de que en el presente juicio, a pesar de haber

sido  declarada con lugar su pretensión en la primera instancia, y sin lugar  en la

segunda instancia, fueron condenadas en costas  conforme a lo dispuesto en la

citada norma.

                  Es de notar que se incurre en una falta de técnica en la formalización,

toda vez que denuncia la infracción de un mismo artículo (274 c.p.c), con base
en dos motivos de casación que se excluyen entre si, como es el error de

interpretación en cuanto al alcance y contenido de norma jurídica, por una

parte, y por la otra, la falsa aplicación de normas jurídicas; razón suficiente

para desechar la presente denuncia por carecer de fundamentos coherentes que

la sustenten. Asi se decide.

Sin embargo, cumpliendo la Sala su labor pedagógica y garantizando a

los justiciables el acceso a la justicia, se observa que la recurrida, en el

dispositivo del fallo, declaró con lugar el recurso de apelación interpuesto por

la defensora  ad-litem, actuando en su condición de representante de los

herederos desconocidos del causante Amador Camejo Octavio, contra la

decisión de fecha 18 de octubre de 2001, dictada por la Jueza de Primera

Instancia en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la Circunscripción Judicial


del estado Lara, quedando revocada, por vía de consecuencia, la anterior

decisión, en virtud de lo cual,    declaró sin lugar la acción de prescripción

adquisitiva solicitada; y en tal sentido, en esa nueva decisión, la parte

demandante resultó totalmente vencida.

Por vía de consecuencia y teniendo plena jurisdicción del proceso el  ad

quem,  al dictar la sentencia definitiva estaba obligado legalmente a condenar

en costas del proceso a la parte perdedora, que en el caso de autos lo fue la


demandante, dando correcta interpretación al contenido y alcance del artículo

274 del Código de Procedimiento Civil.

                  En otro sentido, señaló igualmente el recurrente, que la norma  aplicable en el

caso de autos, es la contenida en el artículo 281 del  Código de Procedimiento

Civil, la cual dispone que: “Se  condenará en las costas del recurso a quien haya
apelado de una sentencia que sea confirmada en todas sus partes”; en

el  presente caso, dicha disposición no es la aplicable por  cuanto la decisión en

cuestión, no fue confirmada, por el contrario, la misma fue revocada en todas

sus partes, razón por la cual, no procede la condenatoria en costas, previstas en

el artículo 281 eiusdem. Asi se decide.


 
 
 
DECISIÓN
 
Por los razonamientos expuestos, el Tribunal Supremo de Justicia de la

República Bolivariana de Venezuela, en Sala de Casación Civil, administrando

Justicia en nombre de la República y por autoridad de la Ley, declara:  SIN

LUGAR  el recurso de casación, anunciado y formalizado contra la sentencia

dictada por el Juzgado Superior en lo Civil y Contencioso Administrativo de la


Región Centro Occidental, con sede en Barquisimeto, estado Lara, en fecha 30

de mayo de 2001.

De conformidad con lo establecido en el artículo 320  del Código de

Procedimiento Civil, se condena a la  recurrente al pago de las costas procesales

del recurso.

Publíquese, regístrese, y remítase este expediente al Tribunal de la

cognición, Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y del


Tránsito de la precitada Circunscripción Judicial. Particípese de esta decisión

al Juzgado Superior de origen ya mencionado, de conformidad con el artículo

326 del Código de Procedimiento Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de Casación

Civil, del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los quince (15) días del
mes de julio de dos mil cuatro. Años: 194º de la Independencia y 145º de la

Federación.

 
El Presidente de la Sala
y Ponente,
 
 
__________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ
 
 
El Vicepresidente,
 
 
___________________________
ANTONIO RAMÍREZ JIMÉNEZ
 
 
Magistrado,
 
 
_________________________
TULIO ÁLVAREZ LEDO
 
 
La Secretaria,
 
 
_________________________
ADRIANA PADILLA ALFONZO
 
 
Exp. Nº. AA20-C-2002-000545
 
 
 
 
El Magistrado Antonio Ramírez Jiménez, consigna el presente “voto

salvado” al contenido de la presente decisión, con base en las siguientes

consideraciones:

Quien suscribe, no comparte la solución dada al trámite para el análisis

de la denuncia de silencio de prueba enmarcada en la primera y segunda

denuncias por defecto de actividad.-

En efecto, la ocurrencia de un vicio por silencio de prueba ha debido ser

analizado por esta Sala bajo un recurso por defecto de actividad, ello de

conformidad  con  la Constitución vigente y el Código adjetivo civil que exigen

una justicia completa y exhaustiva; no se lograría dicho fin si se omite algún

elemento clarificador del proceso.-

Esa es la interpretación que se le debe dar al artículo 509 del Código de

Procedimiento Civil, al señalar que los Jueces deben analizar todas las pruebas

producidas en el expediente y emitir su opinión, así sea en forma breve y


concreta, en un todo de conformidad con el ordinal 1º del artículo 313

eiusdem.-

Por ello, el silencio de prueba debe mantenerse como un vicio

denunciable en el ámbito de un recurso por defecto de actividad, en un todo de

conformidad con el ordinal 1º del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil.-

Queda así expresado el voto salvado del Magistrado que suscribe.

En Caracas, fecha ut-supra.


El Presidente de la Sala,
 
 
________________________
CARLOS OBERTO VÉLEZ

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