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Polémica sobre el cómputo de plazos


Vicente María GONZÁLEZ-HABA GUISADO

Administrador Civil del Estado y Secretario de Administración Local

El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, Nº 21, Sección Comentarios de jurisprudencia,

Quincena del 15 al 29 Nov. 2011, Ref. 2537/2011, pág. 2537, tomo 2, Editorial LA LEY

I. INTRODUCCIÓN
No hay duda de que el cómputo de plazos, en apariencia un problema sencillo en el ámbito del Derecho Administrativo,

se ha convertido por razones no fáciles de comprender ni, por supuesto de justificar, en una cuestión abierta a la

discusión y la controversia. La cosa resulta sorprendente por razones diversas, que van desde la importancia que el

cómputo de los plazos tiene en aspectos fundamentales del Derecho Administrativo, como es, por ejemplo, el de los

recursos, hasta la necesidad de que esta materia, en principio no demasiado complicada, debiera ya estar ya

suficientemente resuelta por el legislador mediante una normativa transparente, común y definitiva.

Pues no es así. En este país todos somos muy dados a provocar problemas ficticios que enfrentan a unos sectores

contra otros; y cuando se entra en esta dinámica de enfrentamiento y discrepancia, nadie quiere dar el brazo a torcer;

y, por ello, los problemas se eternizan de manera incomprensible y hasta, si se quiere, espectacular. Y es esto

precisamente lo que viene ocurriendo desde hace años con el cómputo de los plazos, donde todo el mundo quiere dar

su opinión y nadie quiere ceder en sus posiciones. Mira que hay en el Derecho Administrativo temas infinitamente más

complejos que éste de los plazos; y, sin embargo, por unas razones o por otras, ahí están tranquilos sin que la

doctrina, los juristas, los abogados, los jueces y magistrados, etc., entren en ellos para discutirlos con la misma

intensidad y constancia que ahora dedican a los plazos y su verificación.

II. POSTURAS ENFRENTADAS


En esta Revista (n.º 21, correspondiente al año 2009), escribí, dentro de la Sección «Comentarios de Jurisprudencia»,

un modesto artículo titulado «El cómputo de plazos en el proceso contencioso-administrativo. Comentarios a la STS de

29 de mayo de 2009», en el que comenté una sentencia del Tribunal Supremo según la cual, resumiendo su contenido,

en el proceso contencioso-administrativo el plazo de dos meses para interponer el correspondiente recurso no se

computará desde el día siguiente al de la publicación, sino desde el mismo día de ésta, considerando, pues, errónea la

tesis de que dicho plazo se habrá de computar desde el día siguiente al de la publicación y no desde el mismo día de

ésta. Pues bien, en fecha reciente ha llegado a mis manos una sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo,

Sección 3.ª, del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, de fecha 11 de enero de 2010, que, como vulgarmente se dice,

vuelve a las andadas y recupera una tesis sobre el cómputo de plazos que muchos ya considerábamos arrumbada y

superada, en la forma que se expone a continuación.

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Mediante un Auto dictado por el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo n.º 3 de Madrid se declaró la inadmisibilidad

de un recurso interpuesto por la recurrente, Auxiliar de Enfermería, contra una resolución de la Consejería de Sanidad y

Consumo de la Comunidad de Madrid que inadmitió un recurso de alzada interpuesto contra una Resolución de la

Dirección General de Recursos Humanos dictada en virtud de expediente disciplinario instruido al efecto. La inadmisión

se fundamenta en que ha transcurrido el plazo de un mes previsto en el art. 115.1 de la Ley 30/1992, de 26 de

noviembre (LA LEY 3279/1992), sobre Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y Procedimiento Administrativo

Común (modificada en este punto concreto por la Ley 2/1999, de 13 de enero), entre las dos fechas en juego: la de 7

de junio de 2007 de la notificación de la resolución sancionadora y la del 9 de julio del mismo año de su impugnación en

alzada.

La sentencia que se comenta tiene, por decirlo de alguna manera gráfica, dos partes. La primera de ellas entiende que

si la notificación de la resolución sancionadora tuvo lugar el día 7 de junio de 2007, el plazo del mes para la

interposición del recurso de alzada debe computarse a partir del 8 de junio, finalizando el 8 de julio siguiente («día

equivalente» al del comienzo del cómputo, apostilla literalmente la sentencia), y que al ser, casualmente domingo, se

prorrogó hasta el 9 de julio, en que de hecho tuvo entrada el recurso en la Consejería antes mencionada, «por lo que

su declaración de inadmisión por extemporaneidad —leemos en la sentencia objeto de este comentario— carece de

fundamento y debe ser revocada». Tras estas afirmaciones, la sentencia, para justificar su postura, recuerda que éste

es el criterio mantenido por esta Sección Tercera en varias sentencias que enumera identificándolas con su fecha y

número correspondiente de referencia, para terminar con estas afirmaciones: «Ciertamente tal manera de cómputo de

plazo administrativo del art. 48 de la Ley 30/1.992 (LA LEY 3279/1992) se aparta de la doctrina general respecto del

cómputo de “fecha a fecha”, pero se trata de una específica regla legal que no admite otra interpretación que entender,

según su propia literalidad, que el plazo de un mes para el recurso administrativo de alzada vence el “día equivalente”

al de la notificación del acto en que comienza el cómputo de aquel plazo, lo que no se establece respecto al cómputo de

otros plazos, y sin que quepa invocar el efecto de la adición de un día al mes para la formulación del recurso de alzada,

pues ello se produce asimismo en el cómputo de “fecha a fecha” cuando media la finalización de un mes con treinta y un

día».

Frente a esta parte de la sentencia que contiene el fallo propiamente dicho, con la orientación acabada de exponer, y

avalado por el Presidente del Tribunal y dos Magistrados, hay que situar el voto particular que firman los otros dos

Magistrados «quienes discrepan del parecer mayoritario de la Sección, tanto en la fundamentación jurídica, como en el

fallo», en base a las razones que ambos exponen y que resumimos a continuación. En primer término, sostienen que la

Ley 4/1999 modificó el apartado 2 del art. 48, «haciendo desaparecer la norma tradicional de que los meses y años se

computan de fecha a fecha y estableciendo la manera de computar estos plazos, al señalar que si el plazo se da en

meses o años, éstos se computarán a partir del día siguiente a aquel en que tenga lugar la notificación o publicación del

acto de que se trate, o desde el siguiente a aquel en que se produzca la estimación o desestimación por silencio

administrativo». A partir de estos planteamientos, los dos Magistrados discrepantes sitúan la cuestión en sus justos

términos: «Hay dos interpretaciones del citado artículo. Una la realizada por la recurrente en apelación y aceptada por

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la mayoría de la Sección, que poniendo el énfasis en el hecho de computarse el plazo a partir del día siguiente al de la

notificación, entiende que el plazo de un mes finalizaría al cumplirse día en el mes inmediatamente posterior. Otra, la

sostenida por la Administración demandada y por la sentencia recurrida en apelación basada en la doctrina tradicional

de computar los «plazos señalados por meses y años». Planteadas así las cosas, y centrado el problema en sus justos

términos, los Magistrados firmantes del voto particular exponen con claridad su postura, apoyándose en las siguientes

«razones». La primera de ellas, de signo normativo, se relaciona con el hecho de que el cómputo de los plazos

señalados por meses o años se debe realizar de fecha a fecha, «porque se encuentra vigente en todos los ámbitos

jurídicos», teniendo en cuenta los arts. 5.1 (LA LEY 1694/1985) del Código Civil, 185 de la Ley Orgánica del Poder

Judicial (LA LEY 1694/1985) y también ahora el art. 133.3 de la Ley de Enjuiciamiento Civil (LA LEY 58/2000), por lo que

«sería un contrasentido mantener un criterio distinto para los recursos administrativos», ya que «el cómputo en el

ámbito administrativo del plazo fijado en meses debe ser el mismo que en el ámbito civil y procesal». La segunda

«razón», de signo doctrinal, radica en que, para los dos Magistrados, «la modificación operada por la Ley 4/1999 ha

cambiado solamente el plazo inicial del cómputo, que ha pasado a ser el día siguiente a la notificación o publicación del

acto, desapareciendo cualquier referencia al plazo final, al suprimir la expresión «de fecha a fecha», por lo que la fecha

final del cómputo en los plazos señalados por meses o años debe completarse con la supletoriedad general del derecho

común y entender que dicha modificación no afecta al cómputo final y que, por tanto, el dies ad quem en los plazos

fijados por meses es el mismo día de la notificación del mes en que finalizó el plazo», avalando «lo expuesto el hecho

de que si la finalización del plazo venciera el día equivalente al siguiente al de la notificación supondría añadir un día

más, eliminando el concepto de mes natural de fecha a fecha». Y la tercera, y última «razón», de signo jurisprudencial,

es que el Tribunal Supremo en diversas sentencias «ha venido proclamando que cuando se trata de un plazo de meses,

como era el del art. 58 de la Ley Jurisdiccional de 1956 y sigue siendo el del art. 46 de la vigente, el cómputo ha de

hacerse según el art. 5.º del Código Civil (LA LEY 1/1889), al que se remite el art. 185.1 de la Ley Orgánica del Poder

Judicial (LA LEY 1694/1985), de fecha a fecha, para lo cual, si bien se inicia al día siguiente, concluye el día correlativo al

de la notificación en el mes que corresponda»; y, por tanto, «si en el ámbito procesal se entiende que el plazo de dos

meses contados “desde el día siguiente”, según dice la norma, vence el día del mes correspondiente con la publicación

de la disposición o la publicación o notificación del acto, sería un contrasentido mantener un criterio distinto para los

recursos administrativos, dado que se emplean, para el cómputo del plazo, palabras similares». En definitiva, pues,

sostienen que lo que, en realidad, hizo en su momento la Ley 4/1999, al dar nueva redacción a los párrafos 2 y 4 del

art. 48 de la Ley30/1999, «es unificar el régimen de cómputo de los plazos administrativos a los procesales, dada la

redacción similar de ambas leyes».

III. A MODO DE CONCLUSIÓN


Después de leer esta sentencia, sólo cabe concluir que la polémica, una polémica a nuestro juicio arriesgada e

innecesaria, está servida y lamentablemente sigue abierta. Que a las alturas de finales de 2011 todavía, utilizando un

dicho muy popular, sigamos discutiendo si son galgos o son podencos, parece sencillamente incomprensible. Ya sé que

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alguien dirá que, como afirman los juristas, en el mundo del Derecho no siempre dos y dos cuatro; pero a los que

argumentan en este sentido se les puede contestar diciendo que, sin embargo, en el mundo del Derecho también

muchas veces dos y dos son cuatro, a pesar de que alguien se obstine en mantener lo contrario.

Va siendo hora, pues, de que, como vulgarmente se dice, «por quien corresponda» se trate de poner fin a esta larga

polémica que ya dura más de la cuenta a fin de que, por parte de todos los operadores jurídicos, se siga un mismo y

unánime criterio a la hora de computar los plazos fijados en meses o años. Tan solo nos queda ya a modo de cierre de

estos comentario que, en nuestra opinión, de las dos posiciones que se recogen en la sentencia comentada, la

acertada es la del voto particular de los dos Magistrados firmantes del voto particular. Pero, en todo caso, utilizando

una terminología muy usual, doctores tiene la Iglesia para decidir de una vez por todas y eliminar una polémica que

atenta directamente contra el principio de seguridad jurídica recogido en el art. 9.3 de nuestra Constitución y perjudica

los derechos e intereses de los ciudadanos.

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