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Zonas de afección en caminos y carreteras


Redacción de El Consultor de los Ayuntamientos

El Consultor de los Ayuntamientos y de los Juzgados, Nº 8, Sección Consultas, Quincena del 30 Abr.

al 14 May. 2013, Ref. 802/2013, pág. 802, tomo 1, Editorial LA LEY

Antecedentes.—
¿Cuál es la distancia a respetar en las zonas de afección de un camino público o carretera?

Contestación.—
La contestación a las cuestiones que nos plantean nos obliga a unas precisiones, en cuanto se refiere a la «distancia a

respetar en la zona de afección de un camino o carretera»; a lo que conviene advertir:

1) La denominada zona de afección se regula, para las carreteras estatales, en el art. 23 de la Ley

25 /1988, de 29 de julio (LA LEY 1589/1988)(BOE del 30), de Carreteras (LC); y consistirá en dos

franjas de terreno a ambos lados, delimitada interiormente por la zona de servidumbre y,

exteriormente, por dos líneas paralelas a las aristas exteriores de explanación a una distancia de 50

metros (tratándose de carreteras no autopistas o autovías), medidas desde la citadas aristas.

El art. 25 LC establece que, a ambos lados de la carretera, se establece la línea límite de edificación

desde la cual, hasta la carretera, queda prohibido cualquier tipo de obra de construcción,

reconstrucción, o ampliación, a excepción de las que resultaren imprescindibles para la conservación

y mantenimiento de las construcciones existentes.

La línea límite de edificación en las carreteras (no autopistas, autovías o vías rápidas) será de 25

metros de la arista exterior de la calzada más próxima; medidas horizontalmente a partir de la

mencionada arista. Se entiende que la arista exterior de la calzada es el borde de la parte de la

carretera destinada ala circulación de vehículos en general.

Con lo dicho consideramos que queda contestada el interrogante respecto a «la distancia a

respetar»; tanto como a la limitación de uso y obras en dicha zona de afección: prohibición de

construcción, reconstrucción o ampliación y permiso exclusivamente para conservación y

mantenimiento de lo ya construido.

2) La Ley 6/1991, de 27 de marzo (LA LEY 2993/1991)(DOGV de 5 de abril), de Carreteras de la

Comunidad Autónoma de Valencia (LCV), por su parte, ha prescindido de la denominación de «zona

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de afección», estableciendo la denominada «zona de protección» (art. 31); que se fijará mediante la

planificación viaria, a ambos márgenes de las vías públicas, en la amplitud que se considere

necesario en cada caso; si bien, en los terrenos calificados como urbanos dichas zonas de protección

podrán determinarse en el planeamiento urbanístico municipal respectivo, previo informe del

organismo titular de la vía.

En las zonas de protección referidas, el régimen de usos y construcciones es similar al establecido en

la LC: en las construcciones e instalaciones ya existentes sólo se admiten obras de reparación y

mejora previa autorización, siempre que no conlleven aumento del volumen y sin incremento del

valor a efectos expropiatorios; pero, sin autorización, se permiten los usos y aprovechamientos

estrictamente agrícolas, siempre que se garanticen las condiciones funcionales y de seguridad de la

vía de que se trate.

El art. 37 LCV declara la condición de fuera de ordenación a los edificios que existieran a la entrada

en vigor de dicha Ley, con los efectos previstos en la legislación urbanística.

3) Por lo que se refiere a los caminos públicos, estas vías carecen de esa zona de afección o de

protección propias de las carreteras. La LCV, ya citada, en su art. 13, únicamente dispone que

corresponde a los titulares de los mismos su ejecución, gestión, conservación y explotación.

La doctrina (por ejemplo, López Pellicer en Derecho Local Especial, EL CONSULTOR 1997) ha puesto de relieve la ausencia

de una norma general reguladora de los caminos y vías rurales distintas de las pecuarias. La jurisprudencia ha

matizado, v.gr., en sentencia del Tribunal Supremo de 19 de octubre de 1995 (EC 3408/1996) que los caminos no son

carreteras, ya que para ello no basta con la demanialidad y el uso público, sino su proyección y construcción

expresamente para la circulación de vehículos.

Ante tal carencia normativa, y circunscribiéndonos al punto concreto consultado, quienes se han ocupado del tema han

avanzado soluciones prácticas. Así, Corral García, que ha tratado este punto en profundidad y lógica en el artículo que

publicamos en la revista con referencia EC 613/1994 «Los caminos rurales», mantiene que han de ser los propios

Ayuntamientos quienes, en ejercicio de su potestad normativa a través de ordenanzas o del planeamiento urbanístico,

efectúen la regulación de los caminos; y, dentro de dicha regulación, añadimos nosotros, todo lo referente a distancias,

cierre de fincas colindantes, etc...

En sentido análogo Vera Fernández-Sanz, en su trabajo «Una curiosa e infrecuente competencia municipal» (EC

330/1991), se refería a las atribuciones de las Entidades locales, en base a lo dispuesto en los arts. 590 (LA LEY

1/1889) y 591 del Código Civil (LA LEY 1/1889), que mencionan los reglamentos y usos del lugar o las ordenanzas y

costumbres locales en materia de distancias y otras medidas de fincas y heredades, derivando, consecuentemente, a

legislación mucho más reciente, ya dentro del Derecho Urbanístico, como es el Reglamento de Disciplina Urbanística;

cuyo art. 85 posibilita la imposición de sanciones por incumplimiento de las reglas de distancia de las edificaciones entre

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sí y en relación con las vías públicas, espacios libres y linderos. Lo que presupone que, previamente, se hayan

establecido dichas «reglas» por el respectivo Ayuntamiento.

Este criterio puede mantenerse a la vista de la legislación urbanística de Valencia, de aplicación al consultante, puesto

que el art. 224 de la Ley 16/2005, de 30 de diciembre (LA LEY 256/2006)(DOGV del 31) Urbanística Valenciana, al tratar

de la restauración de obras sin licencia o sin ajustarse a sus determinaciones, menciona las actuaciones sobre terrenos

en zonas verdes, viales... lo cual, como antes hemos dicho, da por hecho la previa reglamentación de medidas sobre

dichos espacios.

En definitiva, somos de la opinión que la determinación de la distancia que ha de mantenerse por el cierre de una finca

lindante a un camino público o los usos, obras, etc. admitidos, deberían ser objeto de regulación a través de las

respectivas ordenanzas municipales o del correspondiente planeamiento.

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