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Comentario a la STC de 10/4/2014: No hay plazo alguno para recurrir las decisiones desestimatorias adoptadas por
silencio administrativo
Beatriz MORENO SERRANO

Interventora del Ayuntamiento de Nules

El Consultor de los Ayuntamientos, Nº 4, Sección Comentarios de jurisprudencia, Quincena del 28 Feb. al 14 Mar. 2015, Ref.

456/2015, pág. 456, Editorial LA LEY

I. INTRODUCCIÓN

Si bien los ayuntamientos solemos contestar los escritos de los ciudadanos, hay un cierto malestar bastante generalizado debido a la tardanza en

dichas contestaciones. Es por ello por lo que los ciudadanos formulan un elevado número de quejas ante el Defensor del Pueblo relativas al silencio

administrativo (1) .

Las Administraciones Públicas rara vez respetan los plazos legalmente previstos a los que se debe someter la tramitación de cada procedimiento. En

ocasiones, el legislador no ha sido realista con la capacidad administrativa para resolver en el tiempo previsto, en otras, los plazos son suficientes y

aun así no se respetan.

Se abusa del silencio administrativo y no existe correspondencia entre las exigencias a los ciudadanos de esos mismos plazos y la laxitud con que los

aplican las Administraciones Públicas.

El silencio administrativo negativo es causa de un abultado número de casos trasladados, para primera decisión, al ámbito judicial.

El abuso del silencio administrativo en las reclamaciones contra las Administraciones Públicas contribuye a colapsar la jurisdicción contenciosa española

(con una tasa de congestión del 2,1 (2) .

El art. 46.1 de la Ley 29/1998, de 13 de julio, reguladora de la jurisdicción contencioso-administrativa (LA LEY 2689/1998) (LRJCA (LA LEY 2689/1998)),

establece los plazos para recurrir en vía jurisdiccional las decisiones de la Administración que se producen por silencio administrativo.

Este artículo fija un plazo de seis meses para recurrir las decisiones de la Administración que se producen por silencio administrativo (es decir, aquellas

en las que no hay resolución expresa). El precepto añade que los seis meses se contarán «para el solicitante y otros posibles interesados, a partir del

día siguiente a aquél en que, de acuerdo con su normativa específica, se produzca el acto presunto».

La Ley 30/1992, de 26 de noviembre (LA LEY 3279/1992), sobre Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y el Procedimiento Administrativo

Común (LRJPAC (LA LEY 3279/1992)), en su redacción originaria hablaba de «actos presuntos» para referirse al silencio administrativo, evitando esta

última expresión. Con la modificación introducida por la Ley 4/1999, de 13 de enero (LA LEY 156/1999), de modificación de la LRJPAC (LA LEY

3279/1992), esta concepción cambia radicalmente, volviéndose al planteamiento tradicional recogido en la Ley de 17 de julio de 1958, de

Procedimiento Administrativo (LPA 1958 (LA LEY 102/1958)), de manera que se recobra la expresión «silencio administrativo». El silencio negativo ya no

se entiende como un «acto presunto», pues no hay propiamente un acto, sino que es la ausencia de acto lo que provoca determinados efectos

jurídicos. En cambio, el silencio administrativo positivo se considera como un acto administrativo, aunque presunto, que genera otros efectos jurídicos.

Vemos pues como el art. 43.3 de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992), en su vigente redacción, diferencia los efectos jurídicos del silencio positivo y del

silencio negativo. El silencio administrativo positivo tiene a todos los efectos la consideración de acto administrativo finalizador del procedimiento, hasta

el punto de que la resolución expresa tardía sólo puede ser confirmatoria del mismo. El silencio administrativo negativo, a diferencia del positivo, tiene

distinto efecto jurídico por cuanto el referido precepto legal dispone que la «desestimación por silencio administrativo tiene los solos efectos de permitir

a los interesados la interposición del silencio administrativo o contencioso-administrativo que resulte procedente». Por lo tanto, los efectos del silencio

negativo no vinculan a la Administración, que puede dictar una resolución expresa tardía con efectos positivos.

Respecto a la naturaleza del silencio administrativo negativo es doctrina reiterada del Tribunal Constitucional que el silencio administrativo de carácter

negativo es una ficción legal que responde a la finalidad de que el ciudadano pueda, previos los recursos pertinentes, llegar a la vía judicial superando

los efectos de la inactividad de la Administración.

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Hasta ahora el Tribunal Constitucional se había pronunciado con ocasión de recursos de amparo pero no había analizado en abstracto la

constitucionalidad del inciso segundo del art. 46 de la LRJCA (LA LEY 2689/1998). La sentencia dictada el pasado 10 de abril de 2014 aborda este

análisis.

II. LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL BAJO EL ÁMBITO DE LA LRJCA 1956 Y LA LPA 1958
Existe una consolidada Jurisprudencia del Tribunal Constitucional sobre la negativa incidencia que tiene en el derecho a la tutela judicial efectiva la

inadmisión por extemporaneidad de recursos contencioso-administrativos interpuestos contra la desestimación por silencio administrativo de

solicitudes o reclamaciones de los interesados.

El Tribunal Constitucional se pronuncia por primera vez sobre la constitucionalidad del silencio administrativo negativo en la Sentencia 6/1986 (3) ,

durante la vigencia de la Ley de 27 de diciembre de 1956, reguladora de la Jurisdicción contencioso-administrativa (LRJCA de 1956 (LA LEY 39/1956)) y

de la LPA de 1958 (LA LEY 102/1958). En esta Sentencia se resuelve un recurso de amparo en el que se impugna una sentencia judicial que declara la

inadmisibilidad del recurso contencioso-administrativo por haberse interpuesto fuera de plazo el recurso de alzada contra una denegación presunta.

El Tribunal Constitucional equipara la situación de silencio administrativo a la propia de una notificación defectuosa, ya que el interesado no es

informado sobre la posibilidad de interponer recursos, ante qué órgano y en qué plazo. En ambos casos se admite la interposición extemporánea de

los recursos, porque el error es imputable a la Administración.

Es importante tener presente que la equiparación entre el silencio negativo y la notificación defectuosa es a efectos de admitir la interposición

extemporánea de recursos. Como afirma García Pérez (4) , es mucho más gravosa y delicada la situación del primero respecto del que conoce el texto

íntegro del acto, porque, además de no conocer todos aquellos extremos relativos a los recursos y sus plazos, no conoce ni siquiera las razones que le

llevan a mantener sus pretensiones en vía administrativa o contencioso-administrativa; porque, simple y llanamente, la Administración se abstuvo de

resolver.

Sostiene el Tribunal Constitucional que el silencio administrativo es una ficción legal que responde a la finalidad de que el ciudadano pueda, previos los

recursos pertinentes, llegar a la vía judicial superando los efectos de la inactividad de la Administración.

Conforme al citado Tribunal, «no podía juzgarse razonable una interpretación que primase la inactividad de la Administración, colocándola en mejor

situación que si hubiera cumplido su deber de resolver y hubiera efectuado una notificación con todos los requisitos legales».

Se deja en manos del particular la puerta abierta de la jurisdicción contencioso-administrativa sin sujeción de plazo tope alguno. La inadmisión de un

recurso contencioso-administrativo como consecuencia de la extemporaneidad del recurso vulnera el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva.

Esta línea jurisprudencial marcada por la STC 6/1986 (LA LEY 537-TC/1986) es mantenida en numerosas sentencias posteriores que llega hasta la STC

220/2003 (LA LEY 10897/2004) (5) , dictada para un supuesto de hecho en el que eran aplicables todavía la LRJCA de 1956 (LA LEY 39/1956) y la LPA

de 1958 (LA LEY 102/1958).

Tal y como señala el Tribunal Constitucional, en los supuestos de no pronunciamiento sobre el fondo del asunto, el control constitucional ha de

verificarse de forma especialmente intensa, dada la vigencia del principio pro actione, principio de obligada observancia por los Jueces y Tribunales. Este

principio impide que determinadas interpretaciones y aplicaciones de los requisitos establecidos legalmente para acceder al proceso eliminen u

obstaculicen injustificadamente el derecho a que un órgano judicial conozca y resuelva un derecho sobre la pretensión a él sometida. Implica este

principio la interdicción de aquellas decisiones de inadmisión que por su rigorismo, por su formalismo excesivo o cualquier otra razón revelen una clara

desproporción entre los fines que aquellas causas de inadmisión preservan y los intereses que sacrifican (6) .

El Tribunal Supremo ha mantenido la misma postura que el Tribunal Constitucional respecto al plazo para la interposición del recurso contencioso-

administrativo ante el silencio administrativo negativo (7) .

III. LA LRJCA DE 1998 Y SU CONEXIÓN CON LA LEY 4/1999

En el contexto jurisprudencial en el que se equipara el silencio administrativo y la notificación defectuosa, se aprueba la nueva Ley Reguladora de la

Jurisdicción contencioso-administrativa 29/1998. En esta Ley se prevé un plazo de seis meses para la interposición de recursos contra las resoluciones

presuntas. ¿Quería enfrentarse el legislador al Tribunal Constitucional?

Conforme al art. 46.1 de la LRJCA de 1998 (LA LEY 2689/1998), «El plazo para interponer el recurso contencioso-administrativo será de dos meses

contados desde el día siguiente al de la publicación de la disposición impugnada o al de la notificación o publicación del acto que ponga fin a la vía

administrativa, si fuera expreso. Si no lo fuera, el plazo será de seis meses y se contará, para el solicitante y otros posibles interesados, a partir del

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día siguiente a aquél en que, de acuerdo con su normativa específica, se produzca el acto presunto». La regulación contenida en este artículo parece

adolecer de cierta indeterminación.

En la versión inicial del proyecto de la LRJCA de 1998 (LA LEY 2689/1998) el cómputo del recurso, en supuestos de silencio administrativo, se realizaba

a partir de que «el acto pueda entenderse presuntamente desestimado» (8) . La enmienda núm. 5 del grupo parlamentario Vasco (EAJ-PNV) provocó la

sustitución de la referencia por la siguiente: «se produzca el acto presunto» siendo correcta la motivación de esta enmienda «amén de que no es el

acto lo que se desestima presuntamente, sino la solicitud,…»

En la primera redacción de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) se elude el empleo de la expresión silencio administrativo, utilizando en su lugar la de actos

presuntos. El silencio administrativo negativo parece contemplarse no sólo con efectos procesales, sino también con efectos de acto desestimatorio

pleno.

La Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999) incorpora importantes modificaciones en el régimen del silencio administrativo. Conforme al art. 43.2 de la nueva

redacción de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992), «La estimación por silencio administrativo tiene a todos los efectos la consideración de acto administrativo

finalizador del procedimiento. La desestimación por silencio administrativo tiene los solos efectos de permitir a los interesados la interposición del

recurso administrativo o contencioso-administrativo que resulte procedente».

Desde la reforma de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) operada por la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999) ya no cabe hablar de actos presuntos

desestimatorios, sino solo de ficción legal que abre la posibilidad de impugnación, en beneficio del interesado.

La remisión que el art. 46.1 de la LRJCA de 1998 (LA LEY 2689/1998) hace al acto presunto, no es susceptible de ser aplicada al silencio negativo, pues

la regulación que del silencio negativo se hace en la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) lo configura como una ficción y no como un acto presunto (9) .

La interpretación del plazo de seis meses previsto en el art. 46 de la LRJCA (LA LEY 2689/1998) en el marco de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) tras su

redacción por la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999) ha sido cuestión debatida en innumerables ocasiones. Se ha llegado a afirmar que la Ley 4/1999 (LA

LEY 156/1999) derogó el art. 46 de la LRJCA (LA LEY 2689/1998) (10) . Si bien es cierto que la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999), es de 13 de enero y la

Ley 29/1998, de 13 de julio (LA LEY 2689/1998), ambas leyes responden a proyectos presentados por un mismo Gobierno, siendo su tramitación en el

Parlamento paralela.

La Administración está obligada a dictar resolución expresa en todos los procedimientos y a notificarla cualquiera que sea su forma de iniciación (11)

(art. 42.1 de la Ley LRJPAC (LA LEY 3279/1992)).

El legislador de 1992 quiso luchar contra la pasividad de la Administración enfatizando la obligación de dictar resolución expresa en todo caso. El

incumplimiento de esta obligación por parte de la Administración ha sido objeto de innumerables quejas antes los Defensores del Pueblo (12) .

Es importante tener presente que el incumplimiento de la obligación legal de dictar resolución expresa en plazo genera responsabilidades

disciplinarias. En efecto, el apartado 7 del art. 42 de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) dispone que «El personal al servicio de las Administraciones públicas

que tenga a su cargo el despacho de los asuntos, así como los titulares de los órganos administrativos competentes para instruir y resolver son

directamente responsables, en el ámbito de sus competencias, del cumplimiento de la obligación legal de dictar resolución expresa en plazo.

El incumplimiento de dicha obligación dará lugar a la exigencia de responsabilidad disciplinaria, sin perjuicio a la que hubiere lugar de acuerdo con la

normativa vigente».

IV. LA JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL BAJO EL ÁMBITO DE LA LEY 30/1992 Y TRAS SU REFORMA POR LA LEY
4/1999

Al establecerse una nueva regulación del silencio administrativo negativo por la primera redacción de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992), una nueva LRJCA

de 1998 (LA LEY 2689/1998) y una posterior regulación del silencio por la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999), se plantea si el Tribunal Constitucional

cambiaría su criterio o, por el contrario, lo mantendría. Esto último fue lo que ocurrió.

La antes indicada Jurisprudencia Constitucional —basada en la STC 6/1986 (LA LEY 537-TC/1986)— fue también aplicada para estimar recursos de

amparo, vigente ya la Ley 30/1992 (LA LEY 3279/1992) y antes de su reforma parcial en el año 1999. En relación con la primera redacción de la Ley

30/1992 (LA LEY 3279/1992), el Tribunal Constitucional mantuvo la doctrina forjada en la Sentencia 6/1986. Sostiene el citado Tribunal que el silencio

administrativo es una mera ficción legal para que el ciudadano pueda llegar a la vía judicial y superar los efectos de la inactividad de la Administración

(13) .

En relación con la nueva regulación de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) dada por la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999) se pronuncia expresamente la STC

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14/2006, de 16 de enero (LA LEY 276/2006) (14) . El Tribunal Constitucional viene a reafirmar la vigencia de la anterior doctrina contenida en la STC

6/1986 (LA LEY 537-TC/1986) sobre el silencio negativo. Esto es, frente a las desestimaciones por silencio, el ciudadano no puede estar obligado a

recurrir siempre y en todo caso, so pretexto de convertir su inactividad en consentimiento del acto presunto, imponiéndole un deber de diligencia que,

sin embargo, no le es exigible a la Administración en el cumplimiento de su deber legal de dictar resolución expresa en todos los procedimientos.

Como indica el Tribunal Supremo «en cuestiones de inadmisiones ha de procederse siempre con suma cautela para evitar la conculcación del principio

de la tutela efectiva consagrado en el art. 24 de la Constitución (LA LEY 2500/1978)» (15) .

Resulta sorprendente la postura de algunos tribunales pese a la consolidada Jurisprudencia Constitucional sobre el silencio administrativo. Veamos, a

título de ejemplo, la de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía —Sede Granada—. Este Tribunal inadmitió

por extemporáneo un recurso interpuesto por una empresa ya que se excedió quince días sobre el plazo de seis meses para recurrir. La

extemporaneidad se fundamentó en que, habiéndose efectuado la reclamación de responsabilidad patrimonial de la Administración el 19 de noviembre

de 1999 y operando el silencio negativo el 20 de mayo de 2000, el recurso se interpuso el 5 de diciembre de 2000 y, por tanto, fuera del plazo de seis

meses establecido en el art. 46.1 de la LRJCA (LA LEY 2689/1998), que tenía como día de término el 20 de noviembre de 2000. Lo sorprendente del

caso es que el citado Tribunal tardó nada más y nada menos que cinco años y medio en acordar dicha inadmisión (16) . Y es este Tribunal el que exige

rigor en el cumplimiento de los plazos procesales. El Tribunal Constitucional, mediante Sentencia 171/2008 (17) , otorga amparo a la citada empresa.

Vemos a través de esta Sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía —Sede Granada— que la admisión o inadmisión de un recurso

contencioso-administrativo va a depender del criterio por el que en cada momento se decante cada operador jurídico con la inseguridad que provoca

no saber con certeza a qué atenerse.

V. SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL DE 10/4/2014 (18)

Mediante esta Sentencia, el Pleno del Tribunal Constitucional (LA LEY 42606/2014) ha rechazado las dudas de constitucionalidad planteadas por el

Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha respecto del art. 46.1 de la LRJCA (LA LEY 2689/1998). Según el órgano que plantea la cuestión de

inconstitucionalidad, el artículo vulnera el derecho fundamental a la tutela judicial efectiva sin sufrir indefensión (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)) en su

vertiente de acceso a la justicia.

El origen de la cuestión de inconstitucionalidad, formulada por el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, es la multa que la Consejería de

Agricultura y Medio Ambiente de dicha Comunidad Autónoma impuso a un particular por haber podado encinas sin la preceptiva autorización. El

particular recurrió la sanción en vía administrativa, pero el recurso no obtuvo respuesta. Ante el silencio de la Administración, el particular presentó

recurso contencioso-administrativo ante el Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha. En sus alegaciones, la Administración solicitó al Tribunal

que rechazara el recurso por extemporáneo al haber sido presentado fuera del plazo de seis meses que fija el art. 46.1 de la LRJCA (LA LEY

2689/1998).

La sentencia del Pleno entiende que cuando, como en este caso, el silencio administrativo tiene sentido negativo (es decir, cuando desestima la

petición del particular) el recurso no está sujeto a plazo temporal alguno, por lo que el precepto cuestionado no es aplicable a esos supuestos. En

consecuencia, desaparece también cualquier sospecha sobre su constitucionalidad, pues el derecho a la tutela judicial efectiva no se ve afectado.

El Pleno llega a esta conclusión tras analizar la evolución de la regulación legal del silencio administrativo desde la promulgación de la primera ley

reguladora del proceso contencioso-administrativo, en 1958, hasta la última reforma de la Ley de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y

del Procedimiento Administrativo Común (LA LEY 3279/1992), de 1999.

La Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999) distingue los efectos del silencio administrativo, según sea positivo (es decir, estimatorio) o negativo

(desestimatorio). La estimación por silencio administrativo, subraya el Pleno, «tiene a todos los efectos consideración de acto administrativo finalizador

del procedimiento». Por el contrario, la desestimación por silencio administrativo «tiene los solos efectos de permitir a los interesados la interposición

del recurso administrativo o contencioso-administrativo que resulte procedente». Es decir, el silencio administrativo negativo deja de ser considerado

un «acto» con efectos jurídicos para volver a la concepción tradicional según la cual se trata de «una mera ficción legal que abre la posibilidad de

impugnación».

Hechas las anteriores consideraciones, el Tribunal Constitucional afirma que, con arreglo a la nueva ordenación del silencio administrativo introducida

por la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999), «ya no tienen encaje en el concepto legal de "acto presunto" los supuestos en los que el ordenamiento jurídico

determina el efecto desestimatorio de la solicitud formulada». Y, en consecuencia, «la impugnación jurisdiccional de las desestimaciones por silencio no

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está sujeta al plazo de caducidad previsto en el art. 46.1 LJCA (LA LEY 2689/1998)».

Así entendido, afirma la sentencia, «es manifiesto que el inciso legal cuestionado no impide u obstaculiza en forma alguna el acceso a la jurisdicción de

los solicitantes o los terceros interesados afectados por una desestimación por silencio. Por todo ello, procede declarar que el inciso legal cuestionado

no vulnera el art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)».

Esta sentencia del Pleno cuenta con el voto particular discrepante de la ponente, Adela Asua. En su voto particular discrepante, la magistrada

considera, por un lado, que el Tribunal Constitucional ha realizado una interpretación de la legalidad ordinaria que no le corresponde y que, además,

es «asistemática»; y, por otro, que la cuestión de inconstitucionalidad debió estimarse porque el artículo cuestionado «cercena el acceso a la

jurisdicción» de los ciudadanos. En su opinión, el problema de constitucionalidad del art. 46.1 LJCA (LA LEY 2689/1998) reside en que el legislador

establece que el plazo para la interposición de los recursos empieza a correr «inexorablemente» sin tener en cuenta «si los interesados han realizado

o no actuaciones que supongan conocimiento de la producción de los efectos del silencio y del sentido, estimatorio o desestimatorio, de tales efectos»,

cuando es un deber de la Administración informar sobre todos estos extremos.

VI. CONCLUSIONES
El art. 42 de la LRJPAC (LA LEY 3279/1992) establece la obligación genérica para la Administración de dictar resolución expresa en todos los

procedimientos y a notificarla cualquiera que sea su forma de iniciación. Tal obligación resulta excepcionada, sólo y exclusivamente, en los supuestos

de terminación del procedimiento por pacto o convenio, así como los procedimientos relativos al ejercicio de derechos sometidos únicamente al deber

de comunicación previa a la Administración.

Ante la falta de respuesta administrativa, debemos hacer referencia a la jurisprudencia creada en torno al control constitucional de las resoluciones

judiciales que declaran la extemporaneidad de recursos contencioso-administrativos interpuestos contra la desestimación por silencio administrativo de

solicitudes o reclamaciones de los interesados.

No es admisible, desde la perspectiva del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva, en su vertiente de acceso a la jurisdicción, las resoluciones

judiciales que declaran la extemporaneidad (y consiguiente inadmisión) del recurso contencioso-administrativo por haber sido interpuesto una vez

transcurrido el plazo previsto para recurrir en vía judicial contra la desestimación presunta.

No son constitucionalmente admisibles las decisiones judiciales de extemporaneidad del recurso contencioso-administrativo cuando la Administración

ha incumplido su obligación legal de resolver.

Es inaceptable que una Administración Pública desatienda, primero, el cumplimiento de sus obligaciones para con los ciudadanos y, sin embargo,

manifieste luego un extremo celo en la exigencia de las de éstos.

El tratamiento del silencio administrativo es un esfuerzo del legislador para allanar el camino de los ciudadanos en sus litigios con la Administración.

Como afirma la Exposición de Motivos de la Ley 4/1999 (LA LEY 156/1999): «el silencio administrativo positivo producirá un verdadero acto

administrativo eficaz, que la Administración pública sólo podrá revisar de acuerdo con los procedimientos de revisión establecidos en la Ley.

Igualmente, se concibe el silencio administrativo negativo como ficción legal para permitir al ciudadano interesado acceder al recurso contencioso-

administrativo, aunque, en todo caso, la Administración pública tiene la obligación de resolver expresamente, de forma que si da la razón al ciudadano,

se evitará el pleito».

La Sentencia del Tribunal Constitucional del pasado mes de abril ha sido criticada por diversos autores en el sentido de que el Tribunal Constitucional

ha tenido con esta sentencia una ocasión de oro para pronunciarse directamente y para expulsar de una vez, del Ordenamiento Jurídico una pieza tan

inútil y desorientadora como es la fijación legal de un plazo de seis meses que nunca se aplica (19) .

Esperemos que tras esta Sentencia, todos los tribunales sean conscientes de que imponer al recurrente la obligación de reaccionar en vía judicial

contra la desestimación presunta de su solicitud, so pena de incurrir en extemporaneidad, supone una interpretación irrazonable que choca

frontalmente con la efectividad del derecho a la tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE (LA LEY 2500/1978)), en su vertiente de acceso a la jurisdicción.

La Administración Pública debe actuar con sometimiento pleno a la Ley y al Derecho, de acuerdo con el art. 103.1 CE (LA LEY 2500/1978). Por ello, no

es de recibo que desatienda primero sus obligaciones legales al tiempo que manifiesta celo en la exigencia de cumplimiento de las obligaciones que

corresponden a los ciudadanos. Es incuestionable que la Administración no puede verse beneficiada por el incumplimiento de su obligación de resolver

expresamente en plazo.

(1) Véanse, entre otros, Informe del Defensor del Pueblo correspondiente al año 2013, página 361; Informe del Defensor del Pueblo correspondiente
al año 2012, página 139; Informe del Defensor del Pueblo correspondiente al año 2011, páginas 261, 630, 697, 698 y 722.

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(2)
http://www.poderjudicial.es/cgpj/es/Temas/Estadistica_Judicial/Analisis_estadistico/La_Justicia_dato_a_dato/La_justicia_dato_a_dato___ano_2012

(3) Sentencia del Tribunal Constitucional 6/1986, de 21 de enero (LA LEY 537-TC/1986), Sala Primera; número de recurso 797/1984; ponente: Excmo.
Sr. D. Rafael Gómez-Ferrer Morant (LA LEY 537-TC/1986) (LA LEY 537-TC/1986).

(4) García Pérez, Marta: «La inaplicación del art. 46.1 de la Ley de la Jurisdicción contencioso-administrativa (LA LEY 2689/1998) al silencio negativo. ¿El
fin de una polémica?»; Anuario de la Facultad de Derecho de la Universidad de A Coruña núm. 9, páginas 335 a 345, Año 2005.

(5) Sentencia del Tribunal Constitucional 220/2003, de 15 de diciembre (LA LEY 10897/2004), Sala Primera; número de recurso 3715/2000; ponente:
Excmo. Sr. D. Roberto García-Calvo y Montiel (LA LEY 10897/2004).

(6) Sentencia del Tribunal Constitucional 23/2011, de 14 de marzo (LA LEY 6067/2011), Sala Primera; número de recurso 4510/2007; ponente: Excmo.
Sr. Francisco Javier Delgado Barrio (LA LEY 6067/2011).

(7) Véase, entre otras, Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de enero de 2000, Sala Tercera, de lo Contencioso-administrativo, Sección 7.ª; número
de recurso 1664/1992; ponente: Excmo. Sr. D. Manuel Goded Miranda (LA LEY 4907/2000).

(8) El Proyecto de Ley Reguladora de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa que se presentó en las Cortes Generales señalaba que «… el plazo
para interponer el recurso contencioso-administrativo será de dos meses contados desde el siguiente al de la publicación de la disposición
impugnada o al de la notificación o publicación del acto que ponga fin a la vía administrativa si fuera expreso. Si no lo fuera, el plazo se contará,
para el solicitante y otros posibles interesados, partir del día siguiente a aquel en que, de acuerdo con su normativa específica, el acto pueda
entenderse presuntamente desestimado…».

(9) Sentencia del Tribunal Supremo de 4 de abril de 2005, Sala Tercera, de lo Contencioso-administrativo, Sección 4.ª; número de recurso 7390/2002;
ponente: Excma. Sra. D.ª. Celsa Pico Lorenzo.

(10) Auto de la Sala de lo Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Madrid de 25 de noviembre de 1999.

(11) Salvo los supuestos de terminación del procedimiento por pacto o convenio y los procedimientos relativos al ejercicio de derechos sometidos
únicamente al deber de comunicación previa a la Administración.

(12) Véase, entre otras, la Resolución del Defensor del Pueblo de la Región de Murcia sobre la queja con número de expediente Q 104/2011 o la
Resolución del Defensor del Pueblo Andaluz formulada en la queja 10/6054.

(13) Sentencia del Tribunal Constitucional 3/2001, de 15 de enero (LA LEY 2904/2001), Sala Primera; número de recurso 840/1997; ponente: Excma.
Sra. D.ª. María Emilia Casas Baamonde (LA LEY 2904/2001).

(14) Sentencia del Tribunal Constitucional 14/2006, de 16 de enero (LA LEY 276/2006), Sala Segunda; número de recurso 2145/2003; ponente: Excmo.
Sr. D. Pascual Sala Sánchez (LA LEY 276/2006).

(15) Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de mayo de 2006, Sala Tercera, de lo Contencioso-administrativo, Sección 4.ª; número de recurso
9662/2003; ponente: Excmo. Sr. D. Antonio Martí García (LA LEY 48828/2006) (LA LEY 48828/2006).

(16) El 5 de diciembre de 1999 la empresa interpone el recurso ante la Sala de lo Contencioso-administrativo del TSJ de Andalucía y el 31 de julio de
2006 el TSJ acuerda inadmitirlo por extemporáneo.

(17) Sentencia del Tribunal Constitucional 171/2008, de 15 de diciembre (LA LEY 193638/2008), Sala Primera; número de recurso 11207/2006;
ponente: Excmo. Sr. D. Pablo Pérez Tremps (LA LEY 193638/2008) (LA LEY 193638/2008).

(18) Sentencia del Pleno del Tribunal Constitucional de 10 de abril de 2014; Cuestión de inconstitucionalidad núm. 2918-2005; ponente: Excmo. Sra.
D.ª Asua Batarrita, Adela (LA LEY 42606/2014).

(19) http://contencioso.es/2014/04/15/el-tribunal-constitucional-convierte-en-zombie-el-plazo-para-impugnar-actuaciones-presuntas/

El Consultor de los Ayuntamientos 27/02/2015


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El Consultor de los Ayuntamientos 27/02/2015

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