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¿Y qué puede aportar la Psicología Educacional en la formación docente actual?

 
Seguro que no “La Solución”. En esto debemos ser muy francos. Como disciplina
orientada a contribuir en la producción de cambios en los actores educativos (Catalán,
2013) la Psicología Educacional no debería ser ajena a estas demandas crecientes
sobre el ejercicio de la profesión docente. Busca producir conocimiento sobre las
situaciones de aprendizaje y enseñanza para atender los problemas de la realidad
educativa y vaya si este problema lo es. El aprendizaje que se construye en
situaciones académicas ha sido uno de los centros de la Psicología Educacional. ¿Por
qué no poner al servicio de la formación docente esos conocimientos?
¿Pueden mejorarse los procesos de formación docente procurando que quienes
ingresen aprendan lo que necesitan para ejercer su profesión en buena forma?
¿Pueden reducirse los factores de estrés que van desgastando rápidamente al
docente en su tarea? Imaginamos que sí y deberíamos intentarlo, aunque sabemos no
es tan sencillo, ya se han venido ensayando cambios en distintas partes del mundo y
no conforman del todo. También sabemos que los caminos son múltiples, los aportes
pueden llegar de distintas vías y sería clave que los propios actores lo definieran.
¿Por qué no volver sobre el aprendizaje y considerar a los docentes como
aprendices que deben desarrollar al máximo sus conocimientos sobre cómo aprender?
Comparando la formación docente en el Mercosur hay coincidencia al
pretender “docentes que puedan actuar, tomar decisiones fundadas e indagar sobre
sus prácticas educativas sentando las bases para la mejora continua de la
enseñanza” (Alliaud & Vezub, 2014). No parece descabellado aprovechar los
conocimientos que se han ido generando sobre autorregulación del aprendizaje para
contribuir con ese perfil. De ese modo podríamos abordar los requerimientos del rol
docente y afrontar las dificultades que la propia formación ofrece.
Vamos sabiendo que las oportunidades para autorregular el aprendizaje constituyen
un predictor moderado del uso de estrategias metacognitivas y motivación por el
aprendizaje en docente en formación inicial (Vrieling, Bastiaens, Stijnen, 2012).
Podríamos pensar que la autorregulación por parte del docente puede ayudarlo a
manejar las crecientes demandas y consecuentemente prevenir el estrés (Mattern, &
Bauer, 2014). Al parecer, la mayor parte de la enseñanza de estrategias de
autorregulación se hace de forma implícita. Mientras el mayor beneficio parece estar
cuando se hace de forma explícita (Kistner y Cols, 2010). Está es solo una rápida
sinopsis de lo que la autorregulación del aprendizaje nos permitiría abordar.
Esté tema seguirá siendo centro del debate y tendrá consecuencias importantes,
abordarlo con compromiso es urgente e ineludible para la Psicología Educacional.

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