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Impuesto Sucesoral sobre Fideicomiso de Acciones.

N° de Consulta DCR-5-34556
Fecha: 19/07/2007
Oficio N° 3314

mediante la cual desea conocer nuestra opinión en relación a si los bienes


dados en fideicomiso a una institución bancaria deben ser incluidos o no en
la declaración sucesoral del fideicomitente.

Al respecto, quien suscribe, leído como fue el planteamiento formulado, así


como la normativa que rige la materia, estima necesario hacer algunas
consideraciones generales acerca de la naturaleza de la propiedad
fiduciaria, para luego concluir en el punto central objeto de la presente
solicitud.

En tal sentido, vale destacar el contenido del artículo 1 de la Ley de


Fideicomisos, promulgada en agosto de 1956, donde se define al
fideicomiso como un mecanismo a través del cual “una persona llamada
fideicomitente transfiere uno o más bienes a otra llamada fiduciario, quien
se obliga a utilizarlo en favor de aquél, o de un tercero llamado
beneficiario”. (Negrillas nuestras).

En este orden de ideas, pasemos entonces a definir el verbo transferir, pues


dependerá del resultado que arroje dicho análisis, el que se entienda a
cabalidad el significado, importancia y trascendencia de esta figura jurídica,
lo que nos ayudará a esclarecer el tratamiento que debe darse a la misma,
al mismo tiempo que comprender las implicaciones que de el fideicomiso se
derivan.

Así, según la Real Academia Española, transferir es “ceder o renunciar en


otro el derecho, dominio o atribución que se tiene sobre una cosa”, de tal
manera que la utilización del término ‘transfiere’ en el precitado artículo, así
como el contenido de otras disposiciones de la Ley de Fideicomisos a las
que nos referiremos más adelante, se traducen en muestra evidente de la
adopción por parte del legislador patrio del criterio mayoritariamente
aceptado, conforme al cual, el fideicomitente transfiere en propiedad al
fiduciario los bienes fideicomitidos, siendo el beneficiario no más que el
titular de un derecho de crédito contra este último, y no el dueño de la cosa
fideicomitida”1

En todo caso, lo que importa es aclarar que una vez se constituye el


fideicomiso, opera la traslación del dominio de los bienes fideicomitidos al
fiduciario (constituyéndose así un patrimonio separado), pero en provecho
del beneficiario. Se crea así una ficción de acuerdo con la cual, el fiduciario
es el titular legal, mientras que el beneficiario es el verdadero destinatario
de los bienes dados en fideicomiso. De allí que los bienes transferidos no
pertenecen a la prenda común de sus acreedores, a tenor de lo establecido
en el artículo 2 ejusdem.

1
CARMONA, Juan Cristóbal y MELONE, Máximo. “Consideraciones impositivas en relación al
contrato de fideicomiso que contenga cláusula sucesoria de pago de cantidades de dinero, o de
adjudicación de bienes muebles o inmuebles a los beneficiarios, en caso de muerte del fideicomitente”.
Revista 78 de Derecho Tributario, p. 20.
Los patrimonios separados se manifiestan cuando dos o más masas
singulares de bienes o derechos pertenecientes a un solo sujeto, tienen
existencia propia. Por tanto, y al establecer la norma bajo análisis que los
bienes transferidos no constituyen prenda común de los acreedores del
fiduciario, reconoce que la propiedad de los mismos recae sobre este
último, pero conformando un patrimonio separado dirigido exclusivamente a
la consecución de un fin determinado, que es lo que justifica la constitución
del fideicomiso.

De lo anterior se concluye entonces que el fiduciario es el único dueño de


los bienes fideicomitidos, quedando obligado a transferir los mismos a la
persona del beneficiario, una vez termine el contrato (artículo 27).

En consecuencia, la obligación que recae sobre el fiduciario de transferir el


bien a la persona que corresponda una vez terminado el fideicomiso,
evidencia nuevamente, y se insiste en ello, en la titularidad o derecho de
propiedad que tiene aquél respecto de los bienes fideicomitidos.

Por su parte, dispone el artículo 26, lo que de seguidas se transcribe:

“El fideicomiso terminará:

1. Por la realización del fin para el cual fue constituído,


o por hacerse éste imposible;
2. Por vencimiento del término o cumplimiento
de la condición resolutoria a que esté sujeto;
3. Por renuncia de todos los beneficiarios a sus
derechos resultantes del fideicomiso;
4. Por la revocación hacha por el fideicomitente,
cuando se hubiere reservado hacerla;
5. Por falta de fiduciario, si existe imposibilidad de
sustitución.” (Resaltado propio).

Entremos a desarrollar ahora un poco la llamada cláusula sucesoria en


los contratos de fideicomiso, en donde, al cumplirse la condición
prevista en el contrato, la persona del fiduciario queda obligada a
transferir la propiedad de los bienes dados en fideicomiso al
beneficiario. “Con esto, pretendemos dejar claramente sentado… que
las relaciones jurídicas que se producen con ocasión a la constitución y
posterior terminación de un contrato de fideicomiso con ‘cláusula
sucesoria’, son de naturaleza estrictamente contractual producto de un
acto entre vivos, y por lo tanto, desprovistas de la naturaleza sucesoria
típica de las relaciones jurídicas que surgen por causa de muerte.”2

Lo anterior es conclusivo para dejar sentado que ese bien o grupo


determinado de bienes que transfiere el fideicomitente al fiduciario los
excluye de lo que sería el acervo hereditario dejado por el causante, y
por ende, no sujeto a la normativa sucesoral.

Habiendo quedado claro que los bienes fideicomitidos no forman parte


del patrimonio del fideicomitente al momento de su muerte, esta
Gerencia para concluir observa:

2
Ibidem, p. 24.
1) Al transferir el fideicomitente los bienes al fiduciario, los mismos
quedan desincorporados de su patrimonio, asumiendo este
último no una simple representación jurídica respecto a ese
conjunto de bienes, sino un verdadero título de propiedad que le
permite obrar en nombre propio, además de realizar actos de
dominio sobre los bienes conferidos, aunque sea en provecho de
una tercera persona, llamada beneficiario.

2) Cumplida como sea la condición estipulada en el fideicomiso, el


fiduciario debe transmitir al beneficiario el fondo fiduciario de
que se trate.

3) Lo anterior permite afirmar que el fideicomiso surte efectos


inclusive antes de la muerte del fideicomitente, siendo que la
causa de la transmisión de la propiedad que hace el fiduciario al
beneficiario de los bienes dados en fideicomiso, no viene dada
por el deceso del primero, sino derivado del propio contrato de
fideicomiso.

4) Al momento de ocurrir la muerte del fideicomitente, como él ya


no es el propietario de los bienes fideicomitidos, sino que lo es el
fiduciario, mal podría hablarse entonces de transmisión de
bienes vía sucesoral.

En los términos que anteceden, queda expuesto el criterio de esta


Dependencia, en relación al asunto consultado.

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