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Dialogo Entre Masones

Artículos Masonicos Seleccionados


Año 7 - N° 75

Marzo 2020
L

Dialogo Entre Masones


Artículos Masonicos Seleccionados
Año 7 - N° 75

Director General
Herbert Oré Belsuzarri
Directores
Mario López Rico
Vicente Alcoseri
Julio Villarreal III
Artículos Publicados
- Seiscientos años de ritual masónico...............3
- La Biblia, el GADU y el Dios me ayude en el rito
moderno.................................................41
- La masonería en el amanecer de la era secu-
lar.........................................................78
- Felipe el hermoso y los templarios..............95

La revista agradece la difusión de los artículos


publicados, mencionando la fuente y la auto-
ría.
Valle de Lima Marzo 2020

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SEISCIENTOS AÑOS DE RITUAL MASONICO
Henry Carr
3
SEISCIENTOS AÑOS DE RITUAL MASONICO
Henry Carr

Hermanos, muchos de ustedes sabrán que viajo grandes dis-


tancias en el curso de mis deberes de lectura y cuanto más
avance, más asombrado estaré al ver cuántos Hermanos creen,
realmente, que nuestro ritual masónico vino directamente del
cielo, directamente a manos del rey Salomón. Todos están bas-
tante seguros de que fue en inglés, por supuesto, porque ese es
el único idioma que hablan allí. Están igualmente seguros de
que todo estaba grabado en dos tablas de piedra, de modo que,
Dios no lo quiera, ni una sola palabra debería ser alterada; y la
mayoría de ellos creen que el Rey Salomón, en su propia logia,
practicó el mismo ritual que ellos hacen en la suya.

Pero no fue así en absoluto, y esta noche voy a tratar de esbo-


zar para usted la historia de nuestro ritual desde sus inicios has-
ta el punto en que prácticamente se estandarizó, en 1813; pero
debes recordar que, mientras estoy hablando del ritual en in-
glés, también te estoy dando la historia de tu propio ritual. Una
cosa va a ser inusual en la charla de esta noche. Esta noche no
vas a tener cuentos de hadas. Cada palabra que pronuncie es-
tará basada en documentos que pueden probarse: y en las ra-
ras ocasiones en que, a pesar de tener los documentos, todavía
no tenemos una prueba completa y perfecta, diré en voz alta y
clara ‘Pensamos…’ o ‘Nosotros creemos…’. Entonces sabrás que
estamos, por así decirlo, en terreno incierto ~ pero te daré lo
mejor que sabemos. Y dado que una conversación de este tipo
debe tener un punto de partida adecuado, permítanme comen-
zar diciendo que la masonería no comenzó en Egipto, Palestina,
Grecia o Roma. 

COMIENZOS DE LA ORGANIZACIÓN COMERCIAL DE


ALBAÑILES.

Todo comenzó en Londres, Inglaterra, en el año 1356, una fe-


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cha muy importante, y comenzó como resultado de una gran
disputa en Londres entre los albañiles, los hombres que cor-
taron la piedra y los albañiles de colocación y alineación, los
hombres que realmente construyeron los muros. Se descono-
cen los detalles exactos de la pelea, pero como resultado de
esta pelea, 12 maestros de albañiles calificados, con algunos
hombres famosos entre ellos, se presentaron ante el alcalde y
los concejales en Guildhall, Londres, y, con permiso oficial, ela-
boraron un simple código de reglas de actividad. Las palabras
iniciales de ese documento, que aún sobrevive, dicen que estos
hombres se habían unido porque su comercio nunca había sido
regulado de la misma forma que otros oficios. Entonces, aquí,
en este documento, tenemos una garantía oficial de que este fue
el primer intento de algún tipo de organización comercial para
los albañiles y, a medida que avanzamos en el documento, la
primera regla que redactaron da una pista sobre la disputa de
demarcación de la que estaba hablando. 

Establecieron: “Que todo hombre de comercio puede trabajar


en cualquier trabajo relacionado con la actividad si está per-
fectamente calificado y capacitado en ella”. Hermanos, ¡esa era
la sabiduría de Salomón! Si tú conocía el trabajo, usted podía
hacer el trabajo, ¡y nadie podía detenerlo! Si solo tuviéramos
ese sentido común hoy en día en Inglaterra, cuánto mejor de-
beríamos estar. La organización que se creó en ese momento se
convirtió, en 20 años, en la London Masons Company, el primer
gremio comercial de los albañiles y uno de los antepasados ​​di-
rectos de nuestra masonería de hoy. Este fue el verdadero co-
mienzo. Ahora la London Masons Company no era una logia; era
un gremio comercial y debería pasar mucho tiempo tratando
de explicar cómo comenzaron las logias, un problema difícil
porque no tenemos registros de la fundación real de las prime-
ras logias operativas. Brevemente, los gremios eran organiza-
ciones de la ciudad, muy favorecidas por las ciudades porque
ayudaban en la gestión de los asuntos municipales. En Londres,
por ejemplo, desde 1376 en adelante, cada uno de los oficios
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London Masons Company

eligió a dos representantes que se convirtieron en miembros


del Consejo Común, todos juntos formando el gobierno de la
ciudad. Pero el comercio de albañiles no se prestó en absolu-
to a la organización de la ciudad. La mayor parte de su trabajo
principal estaba fuera de las ciudades: los castillos, las abadías,
los monasterios, los trabajos de defensa, los trabajos realmen-
te grandes de la construcción siempre estuvo lejos de los pue-
blos. Y creemos que fue en esos lugares, donde no había otro
tipo de organización comercial, donde los albañiles, que se de-
dicaron a esos trabajos durante años, se formaron en logias, imi-
tando a los gremios, de modo que tenían alguna forma de auto-
gobierno en el trabajo, mientras estaban lejos de todas las otras
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formas de control comercial. La primera información real sobre
las logias nos llega de una colección de documentos que cono-
cemos como los “Antiguos Cargos” o las Constituciones manus-
critas de la albañilería, una maravillosa colección. Comienzan
con el manuscrito Regius c1390; el siguiente, el manuscrito de
Cooke está fechado en c1410 y tenemos 130 versiones de es-
tos documentos que se remontan hasta el siglo XVIII. La versión
más antigua, el Manuscrito Regius, está en verso que rima y di-
fiere, en varios aspectos, de los otros textos, pero, en su forma
general y contenido, son muy parecidos. Comienzan con una
oración de apertura, cristiana y trinitaria, y luego continúan con
una historia del oficio, comenzando en los tiempos bíblicos y en
las tierras bíblicas, y rastreando el auge del oficio y su difusión
en toda Europa hasta que llegó a Francia y luego fue llevado
a través del canal y finalmente establecido en Inglaterra. His-
toria increíblemente mala; cualquier profesor de historia cae-
ría muerto si fuera desafiado a probarlo; pero los albañiles lo
creyeron. Esta era su garantía de respetabilidad como un oficio
antiguo. Luego, después de la historia, encontramos las regula-
ciones, los cargos reales, para maestros, becarios y aprendices,
incluidas varias reglas de carácter puramente moral, y eso es
todo.

Ocasionalmente, el nombre de uno de los personajes cam-


bia, o la redacción de un reglamento se modificará ligeramente,
pero todos siguen el mismo patrón general. Además de estas
tres secciones principales, oración, historia y cargos, en la ma-
yoría de ellas encontramos algunas palabras que indican el co-
mienzo de la ceremonia masónica. Debo agregar que no pode-
mos encontrar toda la información en un solo documento; pero
cuando los estudiamos como una colección, es posible recons-
truir el esquema de la ceremonia de admisión de esos días, la
ceremonia más temprana de admisión en el oficio. Sabemos
que la ceremonia, tal como fue, comenzó con una oración de
apertura y luego hubo una ‘lectura’ de la historia (muchos do-
cumentos posteriores se refieren a esta “lectura”.) En aquellos
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días, 99 albañiles de cada 100 no podían leer, y creemos, por
lo tanto, que seleccionaron secciones particulares de la historia
que memorizaron y recitaron de memoria. Leer todo el texto,
incluso si pudieran leer, habría tomado demasiado tiempo. En-
tonces, la segunda parte de la ceremonia fue la ‘lectura’. Lue-
go, encontramos una instrucción, que aparece regularmente en
prácticamente todos los documentos, generalmente en latín, y
dice: ‘Entonces uno de los ancianos extiende un libro (a veces
“el libro”, a veces la “Biblia”, y a veces la “Santa Biblia”) y él o
los que deben ser admitidos colocarán su mano sobre el mismo,
y los siguientes cargos será leído.

En esa posición, las regulaciones fueron leídas al candidato y


él hizo el juramento, un simple juramento de fidelidad al rey, al
maestro y al oficio, de que obedecería los reglamentos y nunca
traería al oficio vergüenza. Esto fue un levantamiento directo del
juramento del gremio, que probablemente era la única forma
que conocían; sin lujos, sin penalizaciones, un simple juramento
de fidelidad al rey, al empleador (el maestro) y al oficio. A par-
tir de este momento, el juramento se convierte en el corazón y
la médula, el centro crucial de cada ceremonia masónica. The
Regius, que es la primera de las versiones en sobrevivir, enfati-
za esto y vale la pena citarlo aquí. Después de la lectura de los
cargos en el manuscrito de Regius, obtenemos estas palabras:
“Y todos los puntos anteriores aquí a todos ellos deben jurar,
y todos harán el mismo juramento de los albañiles, estén dis-
puestos, sean ellos” tanto si les gustaba como si no, solo había
una llave que abriera la puerta al oficio y era el juramento del
albañil. 

La importancia, que el Regio le atribuye, la encontramos re-


petida una y otra vez, no en las mismas palabras, pero el énfasis
sigue ahí. El juramento u obligación es la clave de la ceremonia
de admisión.

Así que les describí la ceremonia más temprana y ahora pue-


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do justificar el título de mi artículo, Seiscientos años de ritual
masónico. Tenemos 1356 como la fecha de los inicios de la orga-
nización comercial de albañiles, y alrededor de 1390 la prime-
ra evidencia que indica una ceremonia de admisión. Divide la
diferencia. En algún lugar entre esas dos fechas es cuando todo
comenzó. Eso es casi exactamente 600 años de historia compro-
bable y podemos probar cada etapa de nuestro desarrollo a
partir de entonces.

La masonería, el arte de construir, comenzó muchos miles de


años antes de esto, pero, por los antecedentes de nuestra propia
masonería, solo podemos volver a la línea directa de la historia
que se puede probar, y eso es 1356, cuando realmente comenzó
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en Gran Bretaña. Y ahora hay otro punto que debe mencionar-
se antes de ir más lejos. He estado hablando de una época en
que solo había un grado. Los documentos no dicen que solo hay
un grado, simplemente indican una sola ceremonia, nunca más
de una. Pero creo que no pudo haber sido para el aprendiz, o
aprendiz ingresado; debe haber sido para el tipo de oficio, el
hombre que estaba completamente entrenado. Los Viejos Car-
gos no dicen esto, pero existe una amplia evidencia externa de
la cual sacamos esta conclusión. Tenemos muchas demandas
judiciales y decisiones legales que demuestran que en la dé-
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cada de 1400 un aprendiz era una propiedad de su maestro. Un
aprendiz era una pieza de equipo, que pertenecía a su maes-
tro. Podría ser comprado y vendido de la misma manera que
el amo compraría y vendería un caballo o una vaca y, en tales
condiciones, es imposible que un aprendiz tenga algún estatus
en el albergue. Eso vino mucho después. Entonces, si podemos
volver a pensar en el tiempo en que solo había un grado, debe
haber sido para el albañil completamente entrenado, el compa-
ñero del oficio. Pasaron casi 150 años antes de que las autorida-
des y el parlamento comenzaran a darse cuenta de que tal vez
un aprendiz era en realidad un ser humano también. A princi-
pios de 1500, tenemos en Inglaterra una colección completa de
estatutos laborales, leyes laborales, que comienzan a reconocer
el estado de los aprendices, y alrededor de ese tiempo comen-
zamos a encontrar evidencia de más de un grado.

A partir de 1598 en adelante tenemos minutas de dos lo-


gias escocesas que practicaban dos grados. Llegaré a eso más
tarde. Antes de esa fecha no hay evidencia de títulos, excepto
quizás en un documento en inglés, Harleian MS, No 2054, fecha-
do en c1650, pero que se cree que es una copia de un texto de
finales de 1500, ahora perdido.

PRIMERA SUGERENCIA DE DOS GRADOS

El MS Harleian es una versión perfectamente normal de los


Old Charges, pero está vinculada con una nota en la misma letra
que contiene una nueva versión del juramento del albañil, de
particular importancia porque muestra un cambio importante
de todas las formas anteriores del juramento. Aquí está:

Hay palabras y signos de un masón libre que se te revelarán


y que responderás: ante Dios, en el Gran y Terrible Día del Jui-
cio, mantendrás el secreto y no lo revelas a nadie, excepto a los
Maestros y compañeros de la Sociedad Masónica Libre, así que
Dios me ayude.
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Hermanos, sé que recité demasiado rápido, pero ahora volve-
ré a leer la primera línea:

Hay varias palabras y signos de un masón libre que se te re-


velarán.

“… Varias palabras y signos…” plural, más de un grado. Y aquí


en un documento que debería haber sido con fecha de 1550,
tenemos la primera indicación de la expansión de las ceremo-
nias en más de un grado. Unos años más tarde, tenemos minutos
efectivos que prueban dos grados en la práctica. Pero tenga en
cuenta, Hermanos, que las ceremonias también deben haber
asumido algo de su forma moderna.

Probablemente comenzaron con una oración, una recitación


de parte de la “historia”, la postura práctica para leer las Obli-
gaciones, seguida de un compromiso y luego la asignación con
palabras y signos secretos, el o lo que fueran No sabemos qué
eran, pero sí sabemos que en ambos grados, las ceremonias es-
taban comenzando a tomar la forma de nuestras ceremonias mo-
dernas. Tenemos que esperar mucho tiempo antes de encontrar
el contenido, los detalles reales de estas ceremonias, pero los
encontramos a fines del siglo XVII, y este es mi próximo tema.
Recuerde, hermanos, todavía estamos a solo dos grados de dis-
tancia y ahora me ocuparé de los documentos que realmente
describen estas dos ceremonias, tal como aparecieron por pri-
mera vez en papel.

RITUAL ANTERIOR PARA DOS GRADOS

La evidencia más temprana que tenemos es un documento


fechado en 1696, bellamente escrito a mano y conocido como
el Manuscrito de la Casa de Registro de Edimburgo, porque se
encontró en la Oficina de Registro Público de Edimburgo. Pri-
mero trato con esa parte del texto que describe las ceremonias
reales. Se titula “LA FORMA DE DIVULGAR LA PALABRA MA-
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SON”, que es una forma de decir que es la forma de iniciar un
masón. Comienza con la ceremonia que convirtió a un aprendiz
en un ‘aprendiz ingresado (generalmente unos tres años des-
pués del comienzo de sus contratos), seguido de la ceremonia
de admisión del maestro albañil o compañero de oficio’, el títu-
lo del segundo la licenciatura. Los detalles son fascinantes, pero
solo puedo describirlos muy brevemente, y siempre que pueda,
usaré las palabras originales, para que puedas sentir la cosa.

Se nos dice que el candidato ‘se puso de rodillas’ y ‘después


de una gran cantidad de ceremonias para asustarlo’ (algo duro,
juega a caballo; aparentemente estaban tratando de asustarlo)
‘después de una gran cantidad de ceremonias para asustarlo he
aquí, tomó el libro y en esa posición hizo el juramento’, y aquí
está la versión más antigua del juramento de los masones des-
crita como parte de una ceremonia completa.

Por el mismo dios y le responderás a Dios cuando estés des-


nudo ante él, en el gran día, que no revelarás ninguna parte de
lo que escuchas o ves, en este momento, ya sea por palabra, por
escrito, ni por escrito en ningún momento ni por dibujo con la
punta de una espada, o cualquier otro instrumento sobre nieve
o arena, tampoco hablarás de ello, excepto con un Masón inicia-
do; Entonces que Dios te ayude.

Hermanos, si están escuchando con mucha atención, acaban


de escuchar la versión anterior de las palabras “componer, es-
culpir, marcar, grabar o resumir”. La primera versión es la que
acabo de leer, “No lo escribiré ni lo escribiré, ni lo dibujaré
con la punta de una espada o cualquier otro instrumento sobre
nieve o arena”. Note, hermanos, no había ninguna pena de com-
promiso, solo una clara obligación de secreto.

Después de completar la obligación, el último candidato ante-


rior, la última persona que se inició antes que él, sacó al joven de
la logia. Fuera de la puerta de la logia, le enseñaron el letrero,
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las posturas y las palabras de entrada (no sabemos cuáles eran
hasta que regresó). Regresaría, se quitaría el sombrero y haría
una “reverencia ridícula” y luego diría las palabras de entrada,
que incluían un saludo para el maestro y los hermanos. Terminó
con las palabras “no menos dolor que cortarme la garganta” y
hay una especie de nota al pie que dice “porque debes hacer
esa señal cuando dices eso”. Esta es la primera aparición en
cualquier documento del signo de un aprendiz Mason.

Ahora, hermanos, olviden todas sus tiendas bellamente de-


coradas; Estoy hablando de la masonería operativa, cuando la
tienda era una habitación pequeña en la parte trasera de una
taberna, o en la cima de una taberna, o bien un cobertizo co-
nectado a un importante trabajo de construcción; y si hubiera
una docena de albañiles allí, habría sido un buen quórum. Lue-
go, después de que el niño había hecho la señal, fue llevado al
Maestro para la “comisión”.

Aquí está el maestro; aquí, al lado, está el candidato; aquí está


el “instructor”, y él, el instructor, susurra la palabra al oído de
su vecino, quien susurra la palabra al siguiente hombre y así
sucesivamente, alrededor de la tienda, hasta que llega al Maes-
tro; y el Maestro cede la palabra al candidato. En este caso, hay
un tipo de nota al pie de página bíblica, que muestra, sin lugar
a dudas, que la palabra no era una palabra, sino dos. B y J, dos
nombres de pilar, para el aprendiz de masón. Esto es muy im-
portante más tarde, cuando comenzamos a estudiar la evolución
de tres grados. En el sistema de dos grados había dos pilares
para el aprendiz de masón. Eso fue realmente todo el trabajo
en la tienda, pero fue seguido por un conjunto de preguntas y
respuestas simples tituladas “ALGUNAS PREGUNTAS QUE LOS
MASONES UTILIZARON A LOS QUE TIENEN LA PALABRA, AN-
TES DE QUE LA RECONOZCAN”. El incluyó algunas preguntas
para evaluar a un extraño fuera de la logia, y este texto nos da la
primera y más antigua versión del catecismo masónico.

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Estas son algunas de las quince preguntas.

¿Eres masón?
Como lo puedo saber
¿Dónde fuiste ingresado?
¿Qué hace que una logia sea verdadera y perfecta?
¿Dónde estaba la primera logia?
¿Hay alguna luz en tu logia?
¿Hay alguna joya en tu logia?

Los primeros comienzos débiles del simbolismo masónico.


Es sorprendente lo poco que había al principio. Allí, Hermanos,
15 preguntas y respuestas, que debían ser respondidas por el
candidato; No había tenido tiempo de aprender las respuestas.
Y esa fue toda la ceremonia del aprendiz masónico.

Ahora recuerden, hermanos, estamos hablando de masone-


ría operativa, en los días en que los masones se ganaban la vida
con el mazo y cincel. En esas condiciones, el segundo grado
se tomó aproximadamente siete años después de la fecha de
iniciación cuando el candidato regresó para hacerse “maestro o
compañero de oficio”.

Dentro de la logia, estos dos grados eran los mismos, am-


bos masones completamente entrenados. Fuera de la logia, uno
era un empleador, el otro un empleado. Si fuera el hijo de un
burgués libre de ciudad, podría llevar su libertad a la logia y
convertirse en un maestro de inmediato. De lo contrario, tuvo
que pagar el privilegio y, hasta entonces, su compañero siguió
siendo un empleado. Pero dentro de la tienda, ambos tenían la
misma escuela secundaria.

Entonces, después del final de su contrato de aprendizaje, y


sirviendo uno o dos años más por “carne y honorarios” (es de-
cir, comida más un salario), luego llegó a la escuela secundaria.
Fue “puesto de rodillas y volvió a prestar juramento”.
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Era el mismo juramento que había tomado como aprendiz,
omitiendo solo tres palabras. Luego fue sacado de la logia por
el maestro más joven, y allí le enseñaron los signos, la postura y
las palabras de entrada (todavía no sabemos cuáles eran).

Regresaría y daría lo que se llamó la “señal maestra”, pero esto


no se describe, por lo que no puedo contarle sobre él. Luego fue
llevado al recado. Y ahora, el maestro más joven, el tipo que lo
había llevado afuera, le susurró la palabra a su vecino, cada uno,
a su vez, se lo pasó a toda la tienda, hasta que llegó al Maestro,
y el Maestre, alrededor de los cinco puntos de compañía, en la
escuela secundaria, hermanos le dio la palabra al candidato.

Los cinco puntos en esos días: pie a pie, rodilla a rodilla, co-
razón a corazón, mano a mano, oreja a oreja, que es su primera
aparición. No hay subtítulos de Hiram y no frescura, solo los cin-
co puntos y una palabra. Pero en este documento, la palabra no
se menciona. Ella aparece poco después y abordaré esto más
adelante. Solo había dos preguntas de prueba para un título uni-
versitario, y eso fue todo. Dos grados, muy bien descritos, no
solo en este documento, sino en otros dos textos hermanos, el
manuscrito Chetwode Crawley, fechado alrededor de 1700 y el
manuscrito Kevan, descubierto recientemente, fechado alrede-
dor de 1714. Tres documentos maravillosos, todos del sur de
Escocia, que cuentan exactamente la misma historia.

Materiales maravillosos, si te atreves a confiar en ellos. Pero,


siento decirles, hermanos, que nosotros, como científicos en la
masonería, no nos atrevemos a confiar en ellos, porque fueron
escritos en violación de un juramento. Para decirlo de manera
más simple, cuanto más nos digan, menos confiables serán, a
menos que, por casualidad o milagro, podamos probar, como
debemos hacer, que estos documentos se usaron realmente en
una tienda; de lo contrario son inútiles. En este caso, por casuali-
dad, tenemos la prueba y es una historia hermosa. Esto es lo que
tendrás ahora. Recuerde, hermanos, nuestros tres documentos
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son de 1696 a 1714. Justo a mediados de ese período, en el año
1702, un pequeño grupo de caballeros escoceses decidió que
querían tener una logia en su propio patio trasero, por así decir-
lo. Estos eran caballeros que vivían en el sur de Escocia, cerca
de Galashiels, a unos 50 km al suroeste de Edimburgo.

Todos eran terratenientes notables en esa área: Sir John Prin-


gle de Hoppringle, Sir James Pringle, su hermano, Sir James Sco-
tt de Gala (Galashiels), su cuñado, más otros cinco vecinos se
unieron y decidieron formar su propia Logia, en el pueblo de
Haughfoot, cerca de Galashiels. Ellos eligieron a un hombre que
tenía una letra maravillosa para ser su secretario, y le pidieron
que comprar un libro de actas. Él hizo. Un pequeño y encanta-
dor libro encuadernado en cuero (tamaño octavo), y pagó cator-
ce chelines escocés para ello. No entraré en las dificultades de
la acuñación ahora, pero hoy sería aproximadamente el equi-
valente a veinticinco centavos. Siendo escocés, tomó nota muy
cuidadosa de la cantidad y la anotó en su libro de actas, para
ser reembolsado con el primer dinero de la sociedad. Luego, la
preparación para la primera reunión de la logia, comenzó en lo
que habría sido la página uno con algunas notas, no conocemos
los detalles. Pero continuó y copió la totalidad de uno de estos
rituales escoceses, completo de principio a fin.

Cuando terminó, había llenado diez páginas, y sus últimas


veintinueve palabras de ritual fueron las primeras cinco líneas
en la parte superior de la página once. Ahora, este era un esco-
cés, y te dije que había pagado ‘catorce chelines’ por ese libro
y la idea de dejar tres cuartos de una página vacía ofendió contra
su ahorro escocés nativo. Entonces, para evitar desperdiciarlo,
debajo de las veintinueve palabras, puso el título “El mismo día”
y continuó con el acta de la primera reunión de la Logia. Espe-
ro que puedan imaginar todo esto, hermanos, porque escribí la
historia de ‘La Logia de Haughfoot’, Logia no operativa en Es-
cocia, treinta y cuatro años mayor que la Gran Logia de Esco-
cia. Las minutas se conservaron maravillosamente durante se-
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senta y un años y, finalmente, en 1763, la Logia fue tragada por
algunos de los refugios circundantes más grandes. El libro de
actas fue para la gran Logia de Selkirk y bajó de Selkirk a Lon-
dres para que yo escribiera la historia.

No sabemos cuándo sucedió, pero en algún momento durante


esos sesenta y un años, ¡alguien, tal vez uno de los secretarios
posteriores de la tienda, debe haber abierto ese minutero libro
y haber visto las páginas iniciales y debe haber tenido un ata-
que! Ritual en un libro de minutos ¡Fuera! Y las primeras diez
páginas se han ido; Están completamente perdidos.

Ese carnicero también habría tomado la página once, pero


ni siquiera él tuvo el coraje de destruir las actas de la primera
reunión de esta maravillosa tienda. Así que fueron las actas de
la primera reunión las que salvaron esas veintinueve palabras
doradas en la parte superior de la página once, y las veintinue-
ve palabras son prácticamente idénticas a las partes correspon-
dientes del manuscrito de Edinburgh Register House y sus dos
textos hermanos.

Estas preciosas palabras son una garantía de que se puede


confiar en los otros documentos, y esto nos da un maravilloso
punto de partida para estudiar el ritual. No solo tenemos do-
cumentos que describen las ceremonias; También tenemos un
tipo de criterio, por el cual podemos juzgar la calidad de cada
nuevo documentan como llega, y en ese momento comienzan a
llegar.

Ahora hermanos, permítanme advertirles que hasta ahora es-


tamos hablando de documentos escoceses. ¡Que el cielo ben-
diga a los escoceses! Se ocuparon de cada pedazo de papel,
y si no fuera por ellos, prácticamente no tendríamos historia.
Nuestro material más antiguo y fino es casi totalmente escocés.
Pero cuando los documentos en inglés comienzan a aparecer,
parecen encajar.
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No solo armonizan, a menudo llenan vacíos en los textos esco-
ceses. De ahora en adelante, citaré el país de origen de aque-
llos documentos que no son ingleses.

En los próximos años, encontraremos una serie de valiosos


documentos rituales, incluidos algunos de gran importancia.

El primero de ellos es el manuscrito Sloane, fechado alrede-


dor de 1700, un texto en inglés, hoy en la Biblioteca Británica. Da
varios “toques” que no habían aparecido en ningún documento
antes. Da una nueva forma de juramento masón, que contiene
las palabras “sin equívocos ni reservas mentales”. Eso aparece
por primera vez en el manuscrito Sloane, y Hermanos, a partir
de este momento, cada detalle ritual que les doy será una nove-
dad.

No repetiré los detalles individuales a medida que reaparecen


en textos posteriores, ni puedo decir con precisión cuándo co-
menzó una práctica en particular. Simplemente diré que este o
aquel elemento aparece, por primera vez, dándole el nombre y
fecha del documento por el cual se puede probar.

Si me estás siguiendo, notarás, y te pido que pienses de esta


manera, que estás viendo una pequeña planta, una plántula de
masonería, y cada palabra que digo será un nuevo brote, una
nueva hoja, una nueva flor, una nueva rama. Estarás viendo cre-
cer el ritual; y si lo ven así, hermanos, sé que no estoy perdiendo
el tiempo, porque esa es la única forma de verlo.

Ahora, de vuelta al manuscrito Sloane que no intenta descri-


bir toda la ceremonia. Tiene una fantástica colección de “toques
(apretones de manos)” y otros modos extraños de reconoci-
miento. Tiene un catecismo de aproximadamente veintidós pre-
guntas y respuestas, muchas de ellas similares a las de los tex-
tos escoceses, y hay una nota que parece confirmar dos pilares
para el aprendiz.
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Un párrafo posterior habla de un saludo (?) Para el Maestro,
una curiosa postura de “abrazo”, con la garra de “los maestros”
con las manos derechas y la parte superior de los dedos de su
mano izquierda golpeándose en los omóplatos del otro. Aquí, la
palabra se da como Moha - Bon, mitad en una oreja y mitad en
la otra, para usarla como palabra de pase.

Esta fue su primera aparición en cualquiera de nuestros do-


cumentos, y si estuviera cubriendo a alguien, diría “Moha” y el
otro tendría que decir “Bon”; y si él no dijera “Bon” no tendrías
negocios con él.

Hablaré sobre varias otras versiones a medida que surjan más


adelante, pero debo señalar que aquí hay un documento en in-
glés que llena los vacíos en los tres textos escoceses, y ese tipo
de cosas suceden continuamente. Ahora tenemos otro docu-
mento escocés, Dumfries Manuscript No. 4, fechado alrededor
de 1710. Contiene una gran cantidad de material nuevo, pero
solo puedo mencionar algunos de los artículos. Una de sus pre-
guntas es: “¿Cómo te trajeron? Vergonzosamente, con un lazo
alrededor del cuello”. Esta es la primera cuerda de remolque;
y una respuesta posterior dice que la cuerda “es para colgarme
si traiciono mi confianza”. Dumfries también menciona que el
candidato recibe el “verdadero secreto” arrodillado “sobre mi
rodilla izquierda”. Entre muchas preguntas y respuestas inte-
resantes, enumera algunas de las sanciones inusuales de esos
días. “Mi corazón sacado vivo, mi cabeza cortada, mi cuerpo en-
terrado en la inundación de la marea”. “Dentro de la inundación
de la marea” es la versión más antigua de la “longitud del cable
desde la playa”. Hermanos, hay mucho más, incluso en esta eta-
pa inicial, pero tengo que ser breve y darles todos los elemen-
tos importantes a medida que avanzamos a la siguiente etapa.
Mientras tanto, esta era la situación en el momento en que se
fundó la primera Gran Logia en 1717. Tenemos solo dos grados
en Inglaterra, uno para el Aprendiz y el segundo para el “maes-
tro o compañero de trabajo”. El Dr. Anderson, quien compiló el
20
primer Libro de Constituciones en inglés en 1723, en realidad
describió el   Escuela secundaria de inglés como “Maestros y
Compañeros”. El término escocés ya había invadido Inglaterra.

El siguiente gran paso en la historia del ritual es la evolución


del tercer grado. En realidad, sabemos mucho sobre el tercer
grado, pero hay algunas brechas terribles. No sabemos cuándo
comenzó o por qué comenzó, ¡y no podemos estar seguros de
quién lo inició! A la luz de toda una vida de estudio, te diré lo
que sabemos y trataremos de llenar los vacíos. Hubiera sido fá-
cil, por supuesto, si pudieras llegar a una biblioteca muy buena
y sacar un gran libro de actas y decir: “Bueno, aquí está el tercer
grado más antiguo que haya sucedido”; Pero no funciona de esa
manera. Los libros de registro llegaron mucho más tarde.
          
INDICIOS DE TRES GRADOS 

La primera evidencia de tercer grado aparece en documentos


como los que he estado hablando, principalmente documen-
tos que fueron escritos como notas para los hombres a los que
pertenecían. Pero también tenemos que usar exhibiciones, ex-
hibiciones impresas con fines de lucro u ofensa, y tenemos al-
gunas indicaciones útiles de tercer grado mucho antes de que
realmente apareciera en la práctica. Y así, comenzamos con uno
de los mejores, un pequeño texto encantador, una sola hoja de
papel conocida como el Manuscrito del Trinity College de 1711,
Dublín, que se encuentra entre los documentos de un famoso
médico y científico irlandés, Sir Thomas Molyneux.

Este documento está encabezado por una especie de Triple


Tau, y debajo de él las palabras “Bajo la nada menos que una
pena”. Esto es seguido por un conjunto de once preguntas y
respuestas y sabemos de inmediato que algo está mal. Ya tene-
mos tres conjuntos perfectos de quince preguntas, por lo que
once preguntas deben ser mala memoria o mala copia, ¡algo
está mal! Las preguntas son perfectamente normales, simple-

21
mente no hay suficientes. Luego, después de las once pregun-
tas, se espera que el escritor haga una descripción de toda o
parte de la ceremonia, pero en su lugar da una especie de catá-
logo de palabras y signos de la masonería. Él da esta señal (AM
demostrada) a la AM con la palabra B. Él da “toques y señales”
como la señal al “compañero”, con la palabra “J …”. El “signo
de Maestro es la columna vertebral” y para él (es decir, el MM)
el escritor da la peor descripción del mundo de los cinco pun-
tos de perfección. (Parece claro que ni el autor de esta obra ni el
escritor del manuscrito Sloane habían oído hablar de los Puntos
de Compañía, o sabían cómo describirlos.) Aquí, como lo de-
muestro, están las palabras exactas, ni más ni menos: “Aprieta al
Maestro por la columna vertebral, coloca tu rodilla entre las su-
yas y di Matchpin”. Esta, hermanos, es nuestra segunda versión
de la palabra de tercer grado. Comenzamos con “Mahabyn”, y
ahora “Matchpin”, horriblemente degradado. Permítanme de-
cir ahora, alto y claro, nadie sabe cuál era la palabra correcta.

Probablemente fue originalmente hebreo, pero todas las pri-


meras versiones están degradadas. Deberíamos trabajar al re-
vés, traduciendo del inglés, pero no podemos estar seguros de
que nuestras palabras en inglés sean correctas.

Entonces, aquí en el Trinity College Manuscript, Dublín, tene-


mos, por primera vez, un documento que tiene secretos separa-
dos para tres grados diferentes; El aprendiz, el compañero y el
maestro. No es una prueba de tres grados en la práctica, pero
muestra que alguien estaba jugando con esta idea en 1711.

La siguiente evidencia sobre este tema proviene de la primera


exposición impresa, impresa y publicada para entretenimiento
o a pesar de un periódico de Londres, The Flying Post. El texto
se conoce como “Techo de Masón”. En este momento, 1723, el
catecismo era mucho más largo y el texto contenía varias piezas
de rima, todas interesantes, pero solo una de particular impor-
tancia para mi propósito actual y aquí está:
22
“Fui iniciado por la masonería, vi a Booz y Jaquim; Un com-
pañero que yo era el más raro de los jurados, y conozco la pie-
dra tosca y pulida y el cuadrado: conozco muy bien la parte del
Maestro, así que honestamente dirás Mohabin”.

Note, Hermanos, todavía hay dos pilares para AM, y nueva-


mente alguien está dividiendo los secretos masónicos en tres
partes para tres categorías diferentes de masones. La idea de
tres grados está en el aire. Todavía estamos buscando minutos,
pero aún no han llegado.

A continuación, tenemos otro documento invaluable, fechado


en 1726, el Manuscrito Graham, un texto fascinante que comien-
za con un catecismo de aproximadamente treinta preguntas y
respuestas, seguido de una colección de leyendas, principal-
mente sobre personajes bíblicos, cada historia con un tipo de
distorsión masónica en su cuenta.

Una leyenda cuenta cómo tres niños fueron a la tumba de su


padre. Intenta, si pueden, encontrar algo sobre él que los lle-
ve al secreto de la virtud que tenía este famoso predicador.
Abrieron la tumba sin encontrar nada, excepto el cadáver casi
completamente consumido. Agarrando uno de ellos, lo soltó de
una articulación a otra, desde la muñeca hasta el codo, así que
levantaron el cadáver y lo sostuvieron colocando pie a pie, ro-
dilla a rodilla, pecho a pecho, cara a cara y mano a la espalda
y preguntaron ayuda, oh padre... así que alguien dijo aquí que
todavía hay médula en ese hueso, y el segundo dijo, solo hueso
seco y el tercero dijo que olía mal, por lo que acordaron darle
un nombre conocido por la masonería hasta hoy ...

Esta es la primera historia de una elevación en un contexto


masónico, aparentemente un fragmento de la leyenda de Hiram,
pero el viejo caballero de la tumba era el padre Noah, no Hiram
Abif.

23
Otra leyenda se refiere a “Bazalliel”, el maravilloso artesa-
no que construyó el Templo móvil y el Arca del Pacto para los
israelitas durante su peregrinación por el desierto. La historia
dice que cerca de la muerte, Bazalliel pidió que se erigiera una
lápida sobre su tumba, con una inscripción “de acuerdo con su
mal servicio” y que se hizo de la siguiente manera:

“Aquí yace la flor de la masonería superior de muchos otros


compañeros a un rey y dos príncipes a un hermano. Aquí yace
el corazón que todos los secretos lograron ocultar. Aquí yace el

24
lenguaje que nunca reveló”.

Las últimas dos líneas no podrían haber sido más adecuadas


si hubieran sido escritas especialmente para Hiram Abif; son
prácticamente un resumen de la leyenda de Hiram.

En el catecismo, una respuesta habla de aquellos que… obtu-


vo una Voz triple a través de iniciación, elevación y exaltación y
formada por 3 tiendas diferentes…

“Iniciado, elevado y exaltado” es bastante claro. “Tres tiendas


diferentes” significa los tres grados separados, tres ceremonias
separadas. No hay duda de que todo esto es una referencia a
tres grados en la práctica. Pero todavía queremos minutos y no
los tenemos.

Y lamento decirle que los primeros minutos en los que tene-


mos un registro de tercer grado, por fascinantes e interesantes
que sean, se refieren a una ceremonia que nunca ocurrió en una
tienda; tuvo lugar dentro de una London Music Society. Es una
historia hermosa y eso es lo que recibirás ahora.

En diciembre de 1724, hubo una pequeña reunión agradable


en Queen’s Head Tavern, en Hollis Street, en Strand, a unos tres-
cientos metros de nuestro actual Salón de la Masonería, la sede
de la masonería en Inglaterra. Gente agradable; Los mejores
miembros de la sociedad musical, arquitectónica y cultural de
Londres eran miembros de esta tienda.

En la noche especial que me interesa, Su Excelencia, el du-


que de Richmond fue el Amo de la Logia. Debo agregar que Su
Gracia, el duque de Richmond, también fue el Gran Maestro de
la época, y puede llamarlo una “buena persona”. Es cierto que
descendió de un bastardo real, pero hoy incluso los bastardos
reales se cuentan como buena gente Un par de meses después,
siete de los miembros de esa tienda y un hermano que habían
25
tomado prestado de otra tienda decidieron que querían fundar
una sociedad musical y arquitectónica. Le dieron un título lati-
no de un kilómetro de largo - Philo Musicae ET Architecturae
Societas Apollini - que traduce, “La Sociedad Apolínea para los
amantes de la música y la arquitectura” y creó un libro de reglas
increíblemente hermoso. Cada palabra que escribió a mano.
Parece que la impresora más magnífica lo había impreso y de-
corado. Ahora, estas personas estaban muy interesadas en su
masonería y para su sociedad musical, desarrollaron un código
de reglas inusual. Por ejemplo, una regla era que cada uno de
los fundadores debería tener su propio escudo de armas estam-
pado en color en las páginas iniciales del libro de actas. ¿De
cuántas tiendas conoce, donde cada fundador tiene su propio
escudo de armas? Les da una idea del tipo de niños que eran.
Les encantaba su masonería e hicieron otra regla, que cualquie-
ra podía asistir a sus conferencias de arquitectura o sus vela-
das musicales, los mejores conductores eran miembros de la
sociedad, cualquiera podía venir, pero si él no era un masón, él
tenía ser iniciado un masón antes de que lo dejen entrar; y debi-
do a que estaban tan interesados ​​en el estado masónico de sus
miembros, conservaron notas biográficas masónicas para cada
miembro cuando se unió.   Es a partir de estas notas que pode-
mos ver lo que realmente sucedió. Podría hablar de ellos toda la
noche, pero para nuestros propósitos actuales, solo necesitamos
seguir la carrera de uno de sus miembros, Charles Cotton.

En los registros de la Sociedad Musical leemos que el 22 de


diciembre de 1724 “Charles Cotton Esq” un Mason fue iniciado
por dicho Gran Maestro [es decir, Su Gracia, el Duque de Rich-
mond] en la Logia en Queen’s Head. No podría ser más regular
que eso. Luego, el 18 de febrero de 1725 “... antes de fundar
esta Sociedad, se llevó a cabo una Logia... para comenzar Char-
les Cotton Esq”… y porque fue el día en que se fundó la socie-
dad, no podemos estar seguros de si Cotton fue elevado en la
Logia o en la Sociedad Musical. Tres meses después, el 12 de
mayo de 1725, “Hermano Charles Cotton Esq. Y Fr.”. Papillion
26
Ball fue exaltado regularmente a Maestro”. Ahora tenemos la
fecha de iniciación de Cotton, su elevación y su exaltación; No
hay duda de que recibió tres grados. Pero, los Maestros regu-
larmente exaltados - ¡No! ¡No podría haber sido más irregular!
Esta era una Sociedad Musical, ¡no una logia! Pero les dije que
eran buenas personas y que tenían algunos visitantes distingui-
dos. Primero, el Gran Primer Observador vino a verlos. Luego
el Gran Segundo Observador. Y luego, recibieron una desagra-
dable carta del Gran Secretario y, en 1727, la sociedad desapa-
reció. Ahora no queda nada, excepto su libro de registro en la
Biblioteca Británica. Si alguna vez vas a Londres   y visite Free-
mason’s Hall, verá un facsímil maravilloso de ese libro. Vale la
pena un viaje a Londres solo para verlo. Y este es el registro de
los primeros terceros grados. Ojalá pudiéramos producir una
novedad más respetable, pero esta fue la primera.

Debo decirles, hermanos, que Gould, el gran historiador ma-


sónico, creyó, toda su vida, que este era el tercer grado más an-
tiguo del que había algún registro. Pero, justo antes de morir,
escribió un artículo brillante en las Transacciones de Quatuor
Coronati Lodge, y cambió de opinión. Él dijo: “No, las actas es-
tán abiertas a una interpretación amplia, y no debemos tomar
eso como un registro de tercer grado”. Francamente, no creo
que haya demostrado su caso, y en este punto me atrevo a dis-
cutir con Gould.

Mírenme atentamente, hermanos, porque me puede caer un


rayo en este momento. ¡Nadie discute con Gould! Pero sostengo
que porque dentro de los diez meses de esta fecha, tenemos
evidencia irrefutable de tercer grado en la práctica. Como es de
esperar, benditos sean, vienen de Escocia.

La tienda Dumbarton Kilwinning, ahora en. 18 en el registro


de la Gran Logia de Escocia fue fundada en enero de 1726. En
la reunión de fundación estaba el Maestro, con siete maestros
de la masonería, seis compañeros y tres aprendices; algunos de
27
ellos eran masones operativos, otros no operativos. Dos meses
después, en marzo de 1726, tenemos estos minutos:

Gabriel Porterfield, quien apareció en la reunión de enero


como Compañero, fue admitido por unanimidad y exaltado
como Maestro de la Fraternidad y renovó su juramento y pagó
las tarifas de admisión.

Ahora, mire Hermanos, aquí estaba un escocés, que comenzó


en enero como un compañero, un compañero fundador de una
nueva Logia. Luego, llegó en marzo y renovó su juramento, lo
que significa que pasó por otra ceremonia; y dio su tarifa de
admisión, lo que significa que pagó por ella. Hermanos, si un
escocés lo pagó, ¡apuesten su vida a que lo consiguió! No hay
duda al respecto. Y existe el registro de oro 100 por ciento más
antiguo de un tercer grado. Dos años después, en diciembre de
1728, otra nueva Logia, Greenock Kilwinning, en su primera re-
unión, prescribió tarifas separadas para el inicio, la elevación y
la exaltación.

LA MASONERIA DISECCIONADA DE PRICHARD

Desde entonces, tenemos una amplia evidencia de los tres


grados en la práctica, y luego, en 1730, tenemos la exposición
impresa más antigua que afirmaba describir los tres grados,
Masonería disecada, publicada por Samuel Prichard en octubre
de 1730. Fue el trabajo ritual más valioso que había aparecido
hasta ese momento, todo en forma de preguntas y respuestas
(excepto una breve introducción) y tuvo una enorme influencia
en la estabilización de nuestro ritual en inglés.

Su “grado de aprendiz de albañil”, en este punto con noventa


y dos preguntas, dio dos palabras clave para la mañana, y la
primera de ellas fue “deletreada”. Prichard logró exprimir una
gran cantidad de trabajo práctico en sus preguntas y respues-
tas de AM. Aquí hay una pregunta al candidato: “¿Cómo te hizo
28
Masón?” Escuchemos su respuesta:

“Con mi rodilla desnuda doblada y mi cuerpo en el cuadrado,


el compás se extendía contra mi pecho izquierdo desnudo, mi
mano derecha desnuda sobre la Santa Biblia: allí tomé la obliga-
ción (o el juramento) de un masón”.

29
Toda esa información en una sola respuesta! Y la siguiente
pregunta fue: ‘¿Puedes repetir esa obligación? Con la respuesta:
“Haré mi esfuerzo”, y Prichard siguió con una magnífica obli-
gación que contenía tres conjuntos de sanciones (corte en la
garganta, corazón roto, el cuerpo cortado y quemado y cenizas
esparcidas). Así es como aparecieron en 1730. Los documentos
de 1760 los muestran por separado, y los desarrollos posterio-
res no nos interesan aquí. El “Grado de socio” de Prichard fue
muy corto, con solo 33 preguntas y respuestas. Le di J al Compa-
ñero solo (no lo deletreé), pero ahora la escuela secundaria te-
nía mucho material nuevo relacionado con los pilares, la cámara
intermedia, la escalera de caracol y una larga recitación de la
letra G, que comenzó con el significado “Geometría” y termi-
nó denotando “El Gran Arquitecto e Inventor del Universo”. El
“Máster o parte del maestro” de Prichard consistía en treinta
preguntas con algunas respuestas muy largas, que contenían la
versión más antigua de la leyenda de Hiram, literalmente, toda
la historia, tal como se contaba en ese momento. Incluyó el ase-
sinato de “tres rufianes”, los investigadores, “Quince hermanos
amantes”, quienes acordaron entre ellos “que si no encontra-
ban la Palabra en él o en él, el primero la palabra debería ser la
Palabra del Maestro”. Más tarde, el descubrimiento “deslizo”,
la elevación con los cinco puntos de perfección, y otra nueva
versión de la palabra * de MM, que se dice que significa “El
constructor está muerto”.

No hay razón para creer que Prichard inventó la leyenda de


Hiram. Al leer su historia junto con las recopiladas por Thomas
Graham en 1726 (citado anteriormente), no cabe duda de que
la versión de Prichard surgió de varias corrientes de leyenda,
probablemente un resultado temprano de la influencia especu-
lativa en esos días.

Pero el tercer grado no fue un invento nuevo. Surgió de una


división del primer grado original en dos partes, de modo que
el segundo grado original con sus Puntos de perfección y una
30
palabra se movió hacia arriba al tercer lugar, adquiriendo ma-
teriales adicionales durante el período segundo y tercero de
cambio Esto ocurrió en algún momento entre 1711 y 1725, pero
si comenzó en Inglaterra, Escocia o Irlanda es un misterio; Sim-
plemente no lo sabemos.

Volviendo ahora a Samuel Prichard y su masonería disecada.


El libro creó una sensación; vendió tres ediciones y una edición
pirateada en 11 días. Él barrió todas las demás exposiciones del
mercado. Durante los siguientes 30 años, Prichard fue reimpre-
so continuamente y nada más podía tener una oportunidad; no
había nada capaz de acercarse a él.

Perdimos algo con eso, porque no tenemos registro de nin-


gún desarrollo ritual en Inglaterra en los próximos 30 años, una
gran brecha de 30 años. Solo ha aparecido un nuevo elemento
en todo este tiempo, “Obligación para el iniciado”, una miniatu-
ra de nuestra versión moderna, en un hermoso inglés del siglo
XVIII. Fue publicado en 1735, pero no sabemos quién lo escri-
bió. Para obtener nueva información sobre el crecimiento del
ritual, tenemos que cruzar el Canal, hacia Francia.

MÁS PRUEBAS DE FRANCIA

Los ingleses plantaron la masonería en Francia en 1725, y se


convirtió en un elegante pasatiempo para la nobleza y la aris-
tocracia. El Duke So-and-so mantendría una tienda en su casa,
donde él era el Maestro para siempre, y en cualquier momen-
to, invitaría a algunos amigos de su círculo, abrirían una tienda
y comenzaría más masones. Así fue como comenzó, y pasaron
unos diez o doce años antes de que la masonería comenzara a
infiltrarse en los niveles inferiores. En este momento, las tien-
das comenzaban a reunirse en restaurantes y tabernas, pero
en 1736 las cosas se estaban volviendo difíciles en Francia y se
temía que las tiendas se usaran para planes y conspiraciones
contra el gobierno.
31
En París, en particular, se tomaron precauciones. René Herault,
Jefe de Policía, emitió un edicto en el que se decía que los po-
saderos y los restauradores no debían dar refugio a las logias
masónicas, bajo pena de estar cerrados por seis meses y una
multa de £ 3,000. Tenemos dos registros, ambos en 1736-1737,
de restaurantes conocidos que fueron cerrados por la policía
por este motivo. No funcionó, y la razón era muy simple.
 
La masonería había comenzado en casas particulares. En el
momento en que los empleados comenzaron a hacer reuniones
de prensa en tabernas y restaurantes, ella regresó a hogares
privados; ella pasó a la clandestinidad, por así decirlo, y la po-
licía no se movió.

Finalmente, Herault decidió que podría hacer mucho más daño


a la masonería si podía convertirlo en un hazmerreír. Si podía
hacerla parecer ridícula, estaba seguro de que podría sacarla
de acción para siempre, y decidió intentarlo. Se puso en contac-
to con una de sus amigas, cierta Madame Carton.

Ahora, hermanos, sé que lo que les voy a contar suena como


nuestro News of the World en inglés, pero lo que les estoy dan-
do es historia registrada, y es una historia muy importante para
eso. Luego, se puso en contacto con Madame Carton, a quien
siempre se describe como bailarina en la Ópera de París.

El simple hecho es que ella siguió una profesión muy antigua.


La mejor descripción que da una idea de su estado y sus cuali-
dades es que ella dormía en las mejores camas de Europa. Ella
tenía una clientela muy especial. Ahora ella no era joven; Tenía
55 años en ese momento y tenía una hija que también estaba
en la misma línea de negocios interesante. Y tengo que tener
mucho cuidado con lo que digo, porque se creía que uno de
nuestros propios Grandes Maestros estaba enredado con uno o
ambos.

32
Todo eso estaba en los periódicos en ese momento.
 
En cualquier caso, Herault contactó a Madame Carton y le
pidió que obtuviera una copia del ritual masónico de uno de
sus clientes. Tenía la intención de publicarlo, y al exponer a los
masones al ridículo, los sacaría del negocio. Bueno, Ella lo hizo,
y él lo hizo. En otras palabras, ella obtuvo su copia del ritual y se
la pasó. Fue publicado por primera vez en Francia en 1737, bajo
el título “Reption d’un Frey-Maçon”.

En un mes, se tradujo a tres periódicos de Londres, pero no


disminuyó el celo francés por la masonería y no tuvo efecto en
Inglaterra. Resumo brevemente.

El texto, en forma de narrativa, describía solo una ceremo-


nia de dos pilares, que trataba principalmente del trabajo de
la tienda y solo fragmentos del ritual. El candidato fue privado
de metales, rodilla derecha desnuda, zapato izquierdo usado
“como zapatilla” y encerrado en una habitación sola en la os-
curidad total, para ponerlo de buen humor para la ceremonia.
Tenía los ojos vendados y su padrino llamaba tres veces a la
puerta de la Logia. Después de varias preguntas, fue presenta-
do y admitido bajo el cuidado de un Guardia (Vigilante). Aún
con los ojos vendados, lo llevaron tres veces por el diseño del
piso en el centro de la tienda, y hubo “resplandores de resina”.
Era habitual en las tiendas francesas en esos días tener una sar-
tén con brasas dentro de la puerta de la tienda y en el momento
en que trajeron al candidato, rociaron resina en polvo sobre las
brasas para hacer un gran destello que asustaría al candidato,
incluso si Estaba con los ojos vendados.   (En muchos casos, no
los venderían hasta que alcanzara la Obligación.) Luego, en me-
dio de un círculo de espadas, tenemos la postura de Obligación
de los tres lotes de penalizaciones y detalles de los Delantales
y Guantes. Esto es seguido por signos, toques y palabras rela-
cionadas con dos pilares. La ceremonia contenía varias caracte-
rísticas desconocidas en la práctica del inglés, y algunas partes
33
de la historia parecen haber sido contadas en la secuencia inco-
rrecta, por lo que, al leerla, de repente nos dimos cuenta de que
el caballero que dictaba tenía más en mente el asunto mundano
Entonces, hermanos, esta fue la primera exposición de Francia,
no muy buena, pero fue la primera en un flujo de documentos
realmente maravilloso. Como antes, discutiré solo los más im-
portantes.

Mi vecino es Le Secret des Francs-Freemasons (El secreto de


los masones), 1742, publicado por Abbè Perau, quien fue Prior
en la Sorbona, la Universidad de París. Un hermoso primer gra-
do, todo en forma de narrativa, y cada palabra a favor de la ma-
sonería. Sus palabras para AM y CM estaban en orden inverso
(y esto se ha convertido en una práctica común en Europa), pero
no dijo prácticamente nada sobre la escuela secundaria.

Describió la bebida y el tostado masónicos en gran medida, con


una maravillosa descripción del “fuego masónico”. Mencionó
que el grado de Maestro era “un gran lamento ceremonial sobre
la muerte de Hiram”, pero no sabía nada sobre el tercer grado,
y dijo que los Maestros Masones solo tenían una nueva señal y
eso era todo.

Nuestro próximo trabajo es Le Catéchisme des Francs- Free-


masons (El Catecismo de la Masonería), publicado en 1744 por
Louis Travenol, un famoso periodista francés. Dedica su libro
“To the Beautiful Sex”, que le encanta, diciendo que está publi-
cando deliberadamente esta exposición para su beneficio, por-
que los masones los excluyeron, y su tono es ligeramente anti-
masonico. Continúa con una nota “Al lector”, criticando varios
elementos en el trabajo de Perau, pero acepta que Le Secret es,
en general, correcto.

Por esta razón (y Perau ignoraba irremediablemente el tercer


grado), limita su exposición al nivel de MM. Pero esto es segui-
do por un catecismo que es un compuesto para los tres grados,
34
sin divisiones, aunque es fácil ver qué preguntas pertenecen al
Maestro Masón.

Le Catéchisme también contiene dos impresiones excelentes


de los paneles de la tienda o el diseño del piso, uno llamado el
“Plan Logia para el aprendiz-compañero” combinado y el otro
para “The Master Shop”. Travenol comienza su tercer grado con
“La historia de Adoniram, arquitecto del templo de Salomón”.
Los textos franceses a menudo dicen Adoniram en lugar de Hi-
ram, y la historia es una espléndida versión de la Leyenda de
Hiram. En la mejor de las versiones francesas, la palabra del
Maestro (Jehová) no se perdió; Los nueve Maestros que fueron
enviados por Salomón para buscarlo, decidieron adoptar una
palabra alternativa por temor a que los tres asesinos hubieran
obligado a Adoniran a divulgarlo. Esto es seguido por un ca-
pítulo separado que describe el diseño de una Master Shop,
incluido el “Diseño del piso”, y la ceremonia de apertura más
antigua de   una tienda de maestros. Ese contiene un curioso
“signo maestro” que comienza con una mano al lado de la frente
y termina con el pulgar en la boca del estómago. Y ahora, Her-
manos, tenemos una magnífica descripción del diseño del pa-
vimento de tercer grado, toda la ceremonia, tan bien descrita y
con tanto detalle, que cualquier Preceptor podría reconstruirla
de principio a fin, y cada palabra en este capítulo completo es
material nuevo que nunca antes había aparecido.

Por supuesto, hay muchos elementos que difieren de las


prácticas que conocemos, pero ahora puede ver por qué estoy
entusiasmado con estos documentos franceses. Dan detalles
maravillosos, en un momento en que no tenemos el material co-
rrespondiente en Inglaterra. Pero antes de irme de Le Catechis-
me, debo decir algunas palabras sobre su figura en el panel de
la tienda o diseño de piso del tercer grado que contiene, como
tema central, un dibujo de un féretro, rodeado de gotas de lá-
grimas, el lágrimas que nuestros viejos hermanos derramaron
por la muerte de nuestro Maestro Adoniram. En el bote hay una
35
rama de acacia y la palabra “JEHOVA”, “ancien mot du Maitre”
(antigua palabra de un maestro), pero en francés no se per-
dió. Ella era el nombre inefable, que nunca debe pronunciar-
se, y aquí, por primera vez, la palabra Jehová está en el ataúd.
El diagrama, en puntos, muestra cómo el candidato debe dar
tres pasos en zigzag sobre el ataúd al avanzar de oeste a este, y
muchos otros detalles interesantes, demasiado numerosos para
mencionarlos. El catecismo, que es el último elemento principal
del libro, se basa (como todos los primeros catecismos   Fran-
cés) directamente en la masonería disecada de Prichard, pero
contiene una serie de expansiones simbólicas y explicaciones,
resultado de la influencia especulativa.Y así llegamos a la última
de las exposiciones francesas que quiero abordar hoy, L’Ordre
des Francs-Freemasons Trahi (La Orden de los masones traicio-
nados) publicada en 1745 por un escritor anónimo, un ladrón.
No había leyes de derechos de autor en esos días y este hombre
sabía algo bueno cuando lo vio.

Tomó el mejor material que puede encontrar, lo recogió en un


libro y agregó algunas notas propias. Luego robó el libro de 102
páginas de Perau, entero, y lo imprimió como su propio primer
grado. Dijo muy poco sobre la escuela secundaria (la escue-
la secundaria siempre ha quedado un poco huérfana). Robó el
adorable tercer grado de Travenol y agregó algunas notas, in-
cluidas algunas líneas que decían que antes de la admisión del
candidato, el MM más reciente en el Lodge yace en el ataúd, con
la cara cubierta con un paño manchado de sangre, por lo que
el candidato lo verá levantado por el Maestro, antes de conti-
nuar con su parte en la ceremonia. De su propio material, no hay
mucho; capítulos sobre el cifrado masónico, sobre los signos,
tonos de llamada y palabras, y sobre las costumbres masónicas.
También incluyó dos dibujos mejorados del pavimento y dos
impresiones excelentes que ilustran el primer y tercer grado
en progreso. Su catecismo siguió muy de cerca la versión de
Travenol, pero agregó cuatro preguntas y respuestas (aparente-
mente una contribución menor), pero son de gran importancia
36
en nuestro estudio del ritual:

P.- Cuando un masón está en peligro, ¿qué debería decir y ha-


cer para llamar a los hermanos en su ayuda?
R.- Debe colocarse las manos en la frente, los dedos entrelaza-
dos y decir: “Para mí, los hijos de la viuda”.

Hermanos, no sé si se usaron “dedos entrelazados” en los Es-


tados Unidos o Canadá; Solo diré que eran bien conocidos en
varias jurisdicciones europeas, y “Children of the Widow” apa-
rece en la mayoría de las versiones de la leyenda de Hiram.

Tres nuevas preguntas más son:

¿Qué es la Palabra de un aprendiz? Respuesta: T

¿La de un compañero? Respuesta: S

¿Y el de un maestro? Resp.: G

Esta fue la primera aparición de contraseñas impresas, pero


el autor agregó una nota explicativa: Estas tres contraseñas rara
vez se usan, excepto en Francia y Frankfurt am Main. Tienen la
naturaleza de las contraseñas, introducidas como una protec-
ción más segura (cuando se trata con) hermanos que no los
conocen. Las contraseñas nunca se habían escuchado antes de
esta fecha, 1745, y aparecen por primera vez en Francia. Es po-
sible que hayan notado, hermanos, que algunos de ellos pare-
cen estar en el orden incorrecto, y debido a la brecha de 30
años, no sabemos si se estaban utilizando en Inglaterra en ese
momento o si fueron una invención francesa. En este rompeca-
bezas tenemos una curiosa pieza de evidencia indirecta, y debo
desviarme por un momento.   En el año 1730, la Gran Logia de
Inglaterra se vio muy perturbada por las exposiciones que se
publicaban, especialmente la masonería disecada de Prichard,
que fue condenada oficialmente en la Gran Logia.
37
Más tarde, como medida de precaución, se intercambiaron
ciertas palabras en los primeros dos grados, un movimiento que
provocó, a su debido tiempo, la aparición de una Gran Logia ri-
val. Le Secret, 1742, Le Catéchisme, 1744 y Trahi, 1745, todas dan
estas palabras en el nuevo orden, y en 1745, cuando las Contra-
señas hicieron su primera aparición en Francia, también apa-
recen en orden inverso. Sabiendo con qué frecuencia Francia
adoptó, y mejoró, las prácticas rituales en inglés, parece haber
una gran probabilidad de que las contraseñas ya estuvieran en
uso en Inglaterra (tal vez en orden inverso), pero no hay un solo
documento en inglés que respalde esta teoría. Entonces, Her-
manos, hasta 1745 la mayoría de los elementos principales en
los grados de masonería ya existían, y cuando el nuevo flujo de
rituales en inglés comenzó a aparecer en la década de 1760, lo
mejor de ese material se había incorporado a nuestra prácti-
ca de inglés. Pero todavía estaba muy crudo y había que pulir
mucho. El pulido comenzó en 1769 por tres escritores: Wellins
Calcutt y William Hutchinson en 1769 y William Preston en 1772,
pero Preston superó a los demás. Fue el gran expositor de la
masonería y su simbolismo, un maestro nato, constantemente
escribiendo y mejorando su trabajo. Alrededor de 1800, el ritual
y las conferencias (que fueron los catecismos   ahora ampliado y
explicado con hermoso detalle) estaban en su mejor momento.
Y luego, con el típico descuido inglés, nos equivocamos.

Saben, hermanos, que desde 1751 hasta 1813, tuvimos dos


Grandes Logias rivales en Inglaterra (la original, fundada en
1717, y la Gran Logia rival, conocida como los “Antiguos”, fun-
dada en 1751) y se odiaban mutuamente con Verdadero celo
masónico. Sus diferencias fueron principalmente en asuntos
menores de ritual y en sus puntos de vista sobre la Instalación
y el Arco Real. La amargura continuó hasta 1809, cuando se die-
ron los primeros pasos hacia la reconciliación y la tan deseada
unión de rivales. En 1809, la Gran Logia original, los “Moder-
nos”, ordenó las revisiones necesarias, y la Logia de la Promul-
gación se formó para aprobar el ritual y llevarlo a una forma
38
que pudiera considerarse satisfactoria para ambas partes. ¡Esto
tenía que hacerse, o todavía tendríamos dos Grandes Logias
hasta el día de hoy! Hicieron un trabajo excelente y se hicieron
muchos cambios en materia de rituales y procedimientos; pero
se descartó una gran cantidad de material, y podría ser justo
decir que tiraron al bebé con el agua del baño. La colmena, el
reloj de arena, el alfanje, la olla de incienso, etc. que estaban en
nuestros paneles de la tienda a principios del siglo XIX desa-
parecieron. Realmente tenemos que estar agradecidos por el
espléndido material que dejaron atrás.

39
UNA NOTA PARA LOS HERMANOS EN LOS ESTADOS
UNIDOS

Debo agregar una nota aquí para Brothers in the USA. Notarás
que incluso los cambios que acabo de describir, he estado ha-
blando de tu ritual, así como del nuestro en Inglaterra. Después
de la Guerra de la Independencia, los estados rápidamente co-
menzaron a crear sus propias Grandes Logias, pero su ritual,
principalmente de origen inglés, ya sean antiguos o modernos,
todavía era en gran parte inglés. Sus principales cambios co-
menzaron alrededor de 1796, cuando Thomas Smith Webb, de
Albany, Nueva York, se unió a un albañil inglés, John Hanmer,
que conocía bien el sistema de conferencias de Preston. En
1797, Webb publicó su Mason Monitor o Freemasonry Illustra-
tions, basado en gran medida en las ilustraciones de Preston.
El Webb Monitor, adaptado de nuestro ritual cuando, como dije,
estaba en su mejor momento, se hizo tan popular que las Gran-
des Logias estadounidenses, especialmente en los estados del
este en ese momento, hicieron todo lo posible para preservarlo,
su forma original; finalmente, con el nombramiento de Grandes
Profesores, cuyo deber era (y es) asegurar que los formularios
adoptados oficialmente permanezcan sin cambios. No puedo
entrar en detalles ahora, pero de los Rituales y Monitores que
estudié y de las Ceremonias y Demostraciones que vi, no hay
duda de que su ritual es mucho más completo que el nuestro,
dando al candidato mucha más explicación, interpretación y
simbolismo, que normalmente se da en Inglaterra. De hecho,
debido a los cambios que hicimos en nuestro trabajo entre 1809
y 1813, es justo decir que en muchos   aspectos, su ritual es más
antiguo que el nuestro y mejor que el nuestro.

Fin

** Henry Carr fue ex maestro y secretario durante mucho tiempo en


Quatuor Coronati Lodge No. 2076, CE, que se conoce como la “Prime-
ra Logia de Investigación Masónica”.

40
LA BIBLIA, EL GADU y EL DIOS ME AYUDE EN EL
RITO MODERNO
Víctor Guerra
41
LA BIBLIA, EL GADU y EL DIOS ME AYUDE
EN EL RITO MODERNO

Introducción. –

Hace tiempo publicó en Francia un trabajo Philippe Thomas


titulado: La Sabiduría del Rito Francés, el cual fue publicado en
la obra colectiva Trois cents ans de Franc-maçonnerie, la cual
reseñé no hace muchas fechas.

En su texto hubo cosas que me llamaron la atención, por un


lado, ese permanente empeño en llamar al rito proveniente de
los usos  y moliendas rituales de los “Modernos” refiriéndo-
se a él como Rito Francés; cuando en realidad el apelativo de
“Francés” es una denominación muy tardía, por mucho que los
autores francófonos como: Ludovic Marcos,  Pierre Mollier, Ro-
ger Dachez, o Philippe Thomas y otros, se empeñen en dicha
generalización al escribir sobre el uso ritual de los “Modernos”
como Rito Francés, entidades diferentes de un tronco común
que nace 1717 y que tiene como exponente de los usos y mo-
liendas de los Modernos desde 1717, tanto ingleses y franceses
que se recoge en la codificación de 1786 como exponente de
esa herencia y que podemos llamar Rito Moderno. 

Evidentemente todo ello desarrollado en un estadio geográ-


fico más abierto: Inglaterra y Francia, y contenido en un amplio
espectro de organizaciones masónicas, logias dependientes de
la Gran Logia de 1717, La Gran Logia de Clermont, otras Gran-
des logias incluida la de Francia, y finalmente el Gran Oriente
de Francia.

Luego ya en el siglo XIX se desarrolla otra fase más autóc-


tona de carácter francófono que se recoge en el hacer de los
distintos actores que lideran una serie de reformas rituales,  de
unos contra otros  que arranca con Murat contra el Régulateur,
pasando por el positivista Amiable contra la reforma católica
42
del Príncipe Murat, y concluyendo con las Reformas Groussier
contra el positivismo atroz que dejó los rituales secos.., y ce-
rrando el ciclo las diferentes versiones rituales denominadas
de Referencia que cierra el ciclo groussiano, y se llegan a las
modas y otras tensiones Obedienciales, para asemejar cuanto
más mejor para construir la perfecta simbiosis entre  rituales y
estructura masónica.

Esta fase solo se da en Francia y dentro de una sola organi-


zación masónica como es el Gran Oriente de Francia, que es la
que se encuentra más concernida, por tanto, es normal y lógico
que se denomine tales actuaciones bajo la bandera de conve-
niencia del Rito Francés, sin que ello quiera decir que se desga-
je de la molienda moderna.

Una vez dejadas estas consideraciones encima de la mesa, el


tema a desarrollar  en esta ocasión tratará de cómo algunos au-
tores, como Philippe Thomas, se apoyan en determinadas cons-
trucciones rituales, en este caso a partir del ejercicio bien sea
la  promesa , compromiso  o juramento en la  aceptación de
un profano en masonería y en el seno  del Rito Moderno y del
Rito Francés, para  de este modo inclinar la defensa y realce de
la Masonería de Tradición,  que comúnmente conocemos como
la «regularidad masónica como parte activa que es  Thomas de
la Gran Logia Nacional Francesa (GLNF.

PARTE 1 ª Las Promesas, Compromisos y Jura-


mentos

Volviendo a Philippe Thomas y su trabajo, este nos plantea que


en 1781, en el seno de los trabajos de la Cámara de Grados del
GOdF, se presentaba en esos momentos una Obligación (com-
promiso o promesa) la cual hay unas citas muy explícitas sobre
la fórmula de la Obligación  con la presencia de un juramento
sobre la biblia que se recogen de este modo «antes de prestar
la Obligación, el Venerable dirá al recipiendario, ponga usted la
43
mano sobre la biblia y sobre esta espada, símbolo del honor».
O sea que este subrayado de Thomas, sobre la cita de la biblia,
le sirve a este para basar el desarrollo ritual del Rito Moderno
en el seno de la llamada Masonería de Tradición que practica la
GLNF, que sería el llamado Rito Francés de 1801, el Moutiers, lo
cual no deja de ser paradójico dicho basamento, al menos desde
otros puntos de vista, en tanto que la biblia como la espada
representan en este caso el «honor», que por otra parte según
el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua en
sus distintas acepciones no es más que:

1. m. Cualidad moral que lleva al cumplimiento de los propios


deberes respecto del prójimo y de uno mismo.
2. m. Gloria o buena reputación que sigue a la virtud, al mérito
o a las acciones heroicas, la cual trasciende a las familias, per-
sonas y acciones mismas de quien se la granjea.

Antes estas definiciones podemos ver que ambos elementos,


alguno de ellos introducido en masonería de forma tardía, como
es el caso de la espada, la cual no estaba presente en el seno de
los utensilios u herramientas utilizados en la primigenia maso-
nería de 1717, y la cual vino a sustituir al compás, tal vez porque
era más caballeresco levantar a los postulantes a golpes de es-
pada, a modo de los vetustos caballeros templarios, que con un
obrerista compás.

Elementos, los cuales vemos sirven para jurar por el honor pro-


pio, quedando a mi personal juicio, la biblia, como un libro que
juega el rol de corpus jurídico a modo de «usos y costumbres»
sin más, al igual que la espada, utilizados en esta ocasión para
dar por cerrada una acción, por más que haya una cita textual y
hasta contextual.

Philippe Thomas, por su parte incide en el tema, y nos apor-


ta dicha Obligatión (promesa o compromiso) de 1781, que es
sobre la había estado trabajando la Cámara de Grados, y que
44
antecede a lo expresado en el Régulateur du Masón, y que va a
constituir parte del llamado Moutiers. Expongo en toda su di-
mensión la cita que aporta Philippe Thomas, para luego ir vien-
do su disección:

«Antes de prestar la Obligación, el VM:. dirá al recipiendario,


que ponga la mano sobre la biblia y sobre esta espada, símbolo
del Honor.

Obligación

Yo juro y prometo delante del Gran Arquitecto del Universo de


guardar inviolablemente todos los secretos que me fueran
confiados por esta Respetable logia, de no escribir, ni trazar,
ni gravar, ni burilar sobre ningún material sin que yo no haya
recibido el permiso expreso de la manera que me será indicada,
de amar y socorrer a mis Hermanos, y de ajustarme a todos los
reglamentos de la Respetable Logia. Yo consiento, si deviniera
en perjuro de que me fuera cortada la garganta, el corazón y los
intestinos arrancados, mi cuerpo quemado y reducido a cenizas
esparcidas al viento y mi memoria aborrecida por todos los
masones.

Como garantía de mi promesa, yo dejo mi palabra de honor


entre vuestras manos, Venerable delante de todos los Hermanos
que me escuchan».

Evolución de tal Promesa en el Rito Moderno.

En el primer documento que tenemos para ver los usos ritua-


les «Modernos» es la divulgación inglesa Masonry Dissected de
Samuel Prichard, la cual recoge los primigenios usos de las lo-
gias de 1717, publicada en Inglaterra antes de 1730, fue publi-
cada en el mes de octubre de ese mismo año en un pamphlet en
inglés, y pertenece a la primera hornada de divulgaciones, la
segunda parte de las divulgaciones inglesas empiezan en 1760
45
con la publicación de The Theree Distinct Knocks (TDK), en
ocasiones  dichos textos fueron utilizados por algunas logias a
modo de rituales.

Esta divulgación de Prichard, tuvo muchas traducciones, y muy


variadas versiones en la forma. El masonólogo Patrick Négrier
da como fecha de traducción al francés de esta obra en 1743; lo
cual, como ya he adelantado formó parte del bagaje de muchas
logias, su uso como tal llegó incluso afectar hasta el mismo fon-
do del trabajo. Por poner un ejemplo, en la traducción al fran-
cés (L´Origine et la declaration misterieuse des francs.maçons)
se adjuntó un texto por parte de los autores de la traducción en
el que se indignaban de la pretensión de la masones jacobitas
(católicos) de recoger una anterior crónica con una crítica a la
Gran Logia de Francia.

El texto del Prichard, dice:

«Respuesta: Con mi Rodilla descubierta y doblada y mi Cuerpo


dentro de la Escuadra, el Compás extendido hasta mi Pecho
Izquierdo desnudo, mi mano derecha desnuda sobre la Santa Bi-
blia; allí tomé el Compromiso (o Juramento) de un Masón.

Pregunta. – ¿Podéis repetir ese Compromiso? Respuesta. – Me


esforzaré en ello.

Por este Acto Voto y Juro solemnemente en Presencia de Dios


Todopoderoso y de esta Muy Venerable Asamblea, que guardaré
[“hail”] y Ocultaré, y nunca Revelaré los Secretos o lo Secreto
de los Masones o la Masonería, que puedan serme Revelados;
excepto a un Verdadero y Legítimo Hermano, después de un de-
bido Examen, o en una Justa y Venerable Logia de Hermanos
y Compañeros bien reunida. Y además Prometo y Voto, que no
los Escribiré, Imprimiré, Marcaré, Esculpiré o Grabaré, o haré
que sean Escritos, Impresos, Marcados, Esculpidos o Grabados
en Madera o Piedra, de modo que la Impresión o el Carácter
46
Visible de una Letra pueda aparecer, y sean [así] obtenidos ile-
gítimamente.

Todo ello bajo una Pena no menor que tener mi Garganta cor-
tada, mi Lengua extraída del Paladar, mi Corazón arrancado de
bajo mi Pecho Izquierdo, para ser enterrados bajo las Arenas
del Mar, a la Distancia de un Cable de la Orilla, donde la Marea
baja y sube dos veces en 24 Horas, mi Cuerpo quemado hasta
las Cenizas, mis Cenizas esparcidas sobre la Faz de la Tierra
para que no haya más Recuerdo de mí entre los Masones. Que
Dios me ayude».[3]

(Expongo el texto original inglés para los temas de interpre-


tación y traducción)

Otra cuestión aparte, muy interesante de analizar es sobre el


porqué de los cambios en el cuerpo central del texto dedicado
a la Promesa o Juramento, en lo relativo a las penalidades e in-
cluso sobre los modos de hacer, o interactuar en el acto de la
Obligación, etc.

El Prichard como ya hemos visto, en su Masonry Dissected de


1730, indica la acción de la promesa de esta manera:

«El Recipiendario: Con mi Rodilla descubierta y doblada y


mi Cuerpo dentro de la Escuadra, el Compás extendido hasta
mi pecho Izquierdo desnudo, mi mano derecha desnuda sobre
la Santa Biblia; allí tomé el Compromiso (o Juramento) de un Ma-
són.

P. – ¿Podéis repetir ese Compromiso? R. – Me esforzaré en ello.


R.- Por este Acto Voto y Juro solemnemente en Presencia de
Dios Todopoderoso y de esta Muy Venerable Asamblea, que
guardaré [“hail”]»  ¡Dios me ayude¡  ( Ansí que Dieu me soit en
aide).

47
Lo cual nos está indicando que la biblia tiene en esta divulga-
ción carácter de «mueble» de la logia junto con el compás y la
escuadra.

Por su parte el Manuscrito Berné 1740.

«El VM, indica: Hacer avanzar hasta mi por tres grandes pasos
del aprendiz Masón, y una vez llegado al pie del trono, hacerle
poner de la rodilla derecha desnuda sobre el cojín que está
en el suelo, en un recinto la escuadra, el pie izquierdo un poco
descalzo, su mano derecha posada sobre la Biblia abierta. El Ve-
nerable le indica que tiene la mano sobre la biblia, para prestar
la Obligación solemne. Repetid lo que yo voy a deciros…

Obligación

Yo prometo, como hombre honesto, que no revelaré jamás los


secretos de los masones y de la masonería que me serán comu-
nicados balo el sello del arte…. Si rompo mi promesa, acepto
me fuera la lengua arrancada, la garganta cortada y mi corazón
arrancado, y mi cuerpo sea quemado y mis cenizas arrojadas al
viento para que nada quede en la tierra, y que el horror de mi
crimen sirva para intimidar a los traidores que estarían tentados
a imitarme. ¡Que dios me ayude¡

Manuscrito El Perfecto Masón 1744

Esta es una divulgación bastante compleja dentro de sitial ma-


sónico, puesto que se maneja en unos supuestos un tanto atípi-
cos, pero en todo caso es interesante tenerla en cuenta, aunque
lo cierto que su posición es muy escueta, y en cuanto a la fórmu-
la de preparación para ejercer el Compromiso, no se parece en
nada a lo que hasta ahora hemos visto, motivo por el cual solo
expongo la Obligación que se efectúa en este tono:

«Por mi fe de gentilhombre, prometo en presencia de Dios


48
Todo Poderoso y de esta honorable compañía, que guardaré
fielmente los secretos de la hermandad de los masones y que
jamás los revelaré por palabras… bajo pena de pasar por infa-
me y ser atravesado por una espada vengadora y precipitado
después en un abismo, a fin de que se haga ninguna mención de
en la hermandad de los masones».

No está en este ritual el clásico lema de Dios me ayude.

Manuscrito Luquet 1745

Estamos ante unos usos masónicos del siglo XVIII, y estos fue-
ron transcritos al francés moderno por G.H Luquet, estando el
original en los archivos del Gran Colegio de Ritos del GOdF.

«Al pie de este Tribunal de la virtud y de la discreción, ante el


que va a usted a prometer ante el GADU, guardar inviolablemen-
te los secretos de la masonería.

Obligación

Prometo delante de GADU, que es Dios., y delante de esta


respetable asamblea, de no revelar jamás los secretos de los
masones y la masonería, tanto aquellos a los que pude saber
antes de ser admitido que aquellos que sabré más tarde…»

Unos años más tarde aparece una nueva divulgación  Le Vrai


secret des frères francs-maçons, denominada  comúnmente
como Le Maçon Démasqué . Publicada por un autor denomina-
do Thom Wolson en Londres en 1751, aunque existe una edición
muy rara de 1748[6].

Le Macon Démasqué 1751

Le maçon démasqué, se presenta como una traducción fran-


cesa de un ritual utilizado por una logia de Londres. Y de donde
49
parece quedar patente que los usos masónicos de los hermanos
ingleses y franceses para los grados azules eran, aparentemen-
te y sustancialmente idénticos.

«Rodilla en tierra, él apoya (VM) la punta del compás mi pecho


izquierdo que está descubierto. Yo lo sostengo con la mano del
mismo lado, y tomando (VM) mi mano derecha, la posa sobre
las dos espadas cruzadas, sobre la cuales está el libro de las Es-
crituras Santas, abierto por el evangelio según San Juan, él eleva
el mallete y me hace pronunciar la odiosa promesa que me re-
cuerda que yo terminé como tembloroso…

Fórmula del Juramento.

Yo juro ante el GADU que es Dios, de no revelar jamás el secre-


to de los Masones y de la Masonería, directamente o indirecta-
mente... en caso de ofensa me será la garganta arrancada, los
ojos perforados, las entrañas extraídas mi cuerpo quemado y
reducido a cenizas y arrojadas a los abismos del mar, y reparti-
dos a los cuatro vientos sobre la superficie de la tierra.. » ¡Que
Dios me ayude y el Evangelio! Amén ¡

Es interesante el libro de Louis Trébuchet en el trabajo: Le Vo-


lume de la Loi Sacrée le lien avec la Tradition du livre

Maçon Trahi 1766

En cuanto al manuscrito L´Ordre des francs-maçons Trahi, de


1766, de Gabriel Louis Calabre Perau, que tuvo reediciones.

Este manuscrito indica de forma generalizada que una vez


concluido el discurso del Orador, el recipiendario debe poner
su rodilla derecha descubierta sobre el taburete, y debe llevar
el pie izquierdo al aire o en pantufla, y de estas trazas se le sitúa
ante la plaza del VGM: que le indica «Prometedme que usted
nunca jamás trazará, ni escribirá.. » por tano nada se dice de
50
que haya una biblia o un libro sagrado, o que haya otros ele-
mentos singulares como escuadra o compases a la hora de pro-
meter cumplir con aquellas cuestiones que se le van a exponer.

Ritual Berté 1788

El ritual Reçuil des trois premieres grades (Berté) 1788, este


manuscrito indica que el recipiendario tiene la rodilla derecha
sobre el cojín situado al pie del trono, y la mano derecha so-
bre la Biblia o el Evangelio, teniendo en la mano izquierda un
compás en forma de escuadra, apoyando una de sus puntas
sobre el pecho izquierdo y la mano derecha sobre una espada
que está sobre el evangelio, y en ese estado prestará la Obliga-
ción:

Yo… prometo delante del GADU que es Dios, dar solamente la


palabra de honor en presencia de esta respetable asamblea…
En caso de infracción  me sea la cortada la garganta, la lengua
arrancada, el cuerpo quemado y reducido a cenizas y arrojado
al viento… y que no se haga mención de mi por parte de los
hombres» ¡Que el GADU me  ayude¡

Como parangón de toda esta evolución, Roëttiers de Monta-


leau, logró una codificación con toda la molienda de los Mo-
dernos, y conocida como el Régulateur du Maçon 1785, que es
el marco ritual que adopta el Gran Oriente de Francia. En este
caso expondré el texto completo como marco referencial para
ver y comprobar las diferentes evoluciones con respecto a lo
que he expuesto:

Régulateur du Maçon 1785.

Fruto del trabajo de codificación que realizó Roëttiers de Mon-


taleau, y su equipo, sobre los usos de los «Modernos» y que dio
como resultado el nexo de unión entre el diverso quehacer de
la masonería bajo ese durante el siglo XVIII y marcó la línea
51
a seguir con una cierta coherencia en el desarrollo posterior
dentro del Gran Oriente de Francia y de lo que luego se llamó
Rito Francés, las diversas reformas habidas desplazaron el tex-
to de referencia, que tuvo bastantes problemas internos para
su desarrollo e implementación en las logias. De este Régula-
teur du Maçon, hay una versión traducida al castellano por los
miembros del Circulo de Estudios de Rito Moderno y Frances[8],
y editados por www.masonica.es.[9]

“El Hermano Maestro de Ceremonias conduce al H. Experto


y al Recipiendario al altar, teniendo este último al Hermano Ex-
perto a su derecha y al Hermano Maestro de Ceremonias a su iz-
quierda, y le hace poner la rodilla derecha sobre un cojín, sobre
el cual está trazada una escuadra, la rodilla izquierda levantada;
se le hace coger con la mano izquierda un compás abierto. Apo-
ya una de las puntas (que debe ser desafilado por miedo a un
accidente) sobre la parte izquierda del pecho descubierto, se
le pone la mano derecha sobre la espada que está en posición
horizontal y transversalmente sobre el altar. VM. Repita conmi-
go:

Obligación

Yo (nombre y apellidos) juro y prometo, sobre los estatutos ge-


nerales de la Orden, y sobre esta espada símbolo del honor, ante
el Gran Arquitecto del Universo, guardar inviolablemente todos
los secretos que me serán confiados por esta Respetable Logia,
así como todo lo que habré visto hacer o escuchado decir; nun-
ca escribirlos, grabarlos, ni burilarlos, si no he recibido el per-
miso expreso, y de la manera que podrá serme indicada. Pro-
meto amar a mis Hermanos, socorrerles según mis facultades;
prometo además atenerme conforme a los estatutos y Regla-
mentos de esta Respetable Logia. ¡Consiento, si fuera perjuro, a
tener la garganta cortada, el corazón y las entrañas arrancadas,
el cuerpo quemado y reducido a cenizas, y mis cenizas lanza-
das al viento y que mi memoria sea en execración a todos los
52
masones.

¡Que el GADU me ayude! (ad libitium)

Y finalmente vuelvo a exponer la fórmula que recojo del Mou-


tiers, sensiblemente diferente de la expuesta por Philippe Tho-
mas.

Régulateur du Maçon 1801, según el Manuscrito


de 5783 Moutiers

A este texto le ha dedicado bastante tiempo y esfuerzo Philip-


pe Thomas,[10] se trata de manuscrito confiado a un archivero
diocesano Jean-Paul Bergeri, y se decanta como redactado en
1784, en los mismos momentos que la Soberano Gran Capitulo
de Francia, y la Cámara de Grados habría estado trabajando
sobre la codificación presentada por Roëttiers de Montaleau., y
se cree que es un documento generado en el seno del Capítu-
lo Moutiers. Este manuscrito es el referencial para el Rito Fran-
cés que practica la GLNF.

“El neófito ante el altar, tendrá la rodilla derecha sobre la es-


cuadra que está depositada en un cojín, la rodilla izquierda ele-
vada, deberá tener en la mano izquierda un compás abierto, y
apoyadas las puntas sobre el pecho izquierdo, que estará des-
cubierto.

Repetid después de mi (VM) cambiando mi nombre por el


vuestro:

A:.L:.G:.D:.G:.A:.D:.U:. Yo..., juro y prometo sobre esta espada


símbolo del honor, de guardar inviolablemente todos los secre-
tos que me fueran confiados por resta respetable logia…

El Venerable dice enseguida, levántese y extienda la mano


derecha, yo le voy a leer la fórmula de la Obligación que deben
53
prestar actualmente todos los francmasones del GODF, al final
de la lectura, dirá: Yo lo prometo ¡Tendrá el Libro de la Constitu-
ción y los Reglamentos Generales sobre los cuales será coloca-
do una escuadra, y sobre ellos la mano del neófito”

Esta es pues, palabra por palabra y sin la menor alteración, los


54
diferentes contenidos de la Obligación que contraen los profa-
nos al entrar en Masonería. Como vemos es la mayor parte de los
casos se trata de una promesa o compromiso (Obligación) que
ellos prestan ante la asamblea de masones, y no queda tan claro
que dicho procedimiento sea un juramento, como tantas veces
nos han informado diversos estudiosos ciertos escritores...
55
PARTE 2ª Los Juramentos y Promesas y la Visión
de René Guilly

Hace años estrenaba su magnífica revista Reinassence Tra-


ditonelle , su director y editor: Rene Guilly (René Desaguliers)
con un primer estudio titulado: Notes sur le serment du premier
grade [1].

Trabajo que recientemente ha sido publicado y vertido al cas-


tellano por el blog que edita el Hermano S. Apolinaire (Argenti-
na) bajo la denominación de La Imprenta de Benjamín.

La redición de este trabajo me da pie para abordar parte de la


reflexión que estoy exponiendo, pero enfocada primordialmen-
te hacia los Juramentos del aprendiz en el seno de los rituales
de “raíz moderna”.

A modo de introito planteaba Rene Guilly que el “secreto te-


nía una gran importancia dentro del juramento del Aprendiz de la
masonería operativa”, aunque ello nos pueda parecer, a día de
hoy, “desconcertante y difícilmente comprensible”.

Aunque no es menos cierto que a través del avatar de los


tiempos tanto la ceremonia como el juramento han ido evolu-
cionando, aunque tales desarrollos y su propia importancia va
a depender muy mucho de las latitudes geográficas en que nos
situemos, tal y como nos explica R. Desaguliers; ya que no es lo
mismo contemplar la promesa del juramento y su repercusión
en el orbe anglosajón, que en los países latinos. Está claro que
la ascendencia religiosa tiene bastante influencia, y dichos jura-
mentos tienen un peso importante bien se trate de los sustratos
evangélicos o de los católicos…y esta es una cuestión que se
pierde muy frecuentemente de vista.

Como anteriormente comentaba, tanto la ceremonia como los


juramentos que en ella se realizan han ido cambiando, llegan-
56
do a alterar su faz, y tal cuestión va ligada a esas dos orillas de
trabajo: la operativa y la especulativa, en la primera vemos que
prima un principio casi absoluto, o sea un primigenio sentido
inicial que es el secreto de la palabra; para revertir en la se-
gunda hacia un sentido más amplio y simbólico ligado a esta
novísima concepción de la francmasonería especulativa.

Sin olvidar que las dos latitudes geográficas en las que nos
movemos Inglaterra y Francia y en el siglo XVIII va a tener apti-
tudes diferentes frente a elementos con una substancia también
diferente.

Por tanto, con el decurso de los años podemos decir que es-
tamos ante una ceremonia que se ha ido reforzando a fuerza de
complementos que se han ido ligando a los distintos juramen-
tos realizados en logia, como pudieran ser: no revelar la perte-
nencia de sus miembros, o el acatamiento de los Estatutos y los
Reglamento de la Orden, …etc, llegando a formar todo ello un
consolidado y esencialista conjunto dentro de la ceremonia de
iniciación, que llega a tener un peso verdaderamente específi-
co dentro de la propia masonería.

Tanto es así, que sí nos apartamos por unos momentos de texto


y seguimos la línea iconográfica y los utensilios simbólicos pre-
sentes en ese juramento de la Iniciación, podemos en algunos
casos encontrar notables diferencias, lo cual nos está indicando
la fuerza que han cobrado determinadas vías de introspección
dentro de algunas masonerías.

El Rastreo historiográfico del juramento

El juramento dentro de la Iniciación lo podemos rastrear en


el seno de la masonería operativa de ascendencia escocesa, a
través de varios textos, tal y como se refleja en el Manuscrito de
Edimburgo (1696), en el Manuscrito de Chetwode Crawley (1700)
o en el Manuscrito Kewan (1714-1720).
57
Dicho juramento se hacía sobre la Biblia en nombre de Dios y
de San Juan, y por tanto esta juramentada promesa era la pieza
esencial e indispensable para la comunicación de los “secretos”
los cuales no podían darse de cualquier forma, ni compartidos
con aquellos que no estuvieran dentro de la cofradía masónica.

La llegada de los diversas divulgaciones y catecismos, que pu-


diéramos considerar como pre-rituales utilizados por los “mo-
dernos”, ya en plena fase especulativa, van a plantear un cierto
cambio, aunque no deja de haber una cierta dependencia he-
reditaria ya que se denotan presencias muy similares en otros
textos, tal y como vemos en el manuscrito Sloane (1700) con la
cuestión “de guardar las claves de logia y defenderlas sobre su
honor”, y si hubiera traición a estos juramentos, su “garganta sería
cortada hasta la raíz”, lo que de otro modo sirvió para el desa-
rrollo de toda una parafernalia ritual que siempre fue muy bien
utilizada por la anti masonería.

Pero dentro de este conjunto que representa el Juramento de


ingreso en masonería observamos que se reintroducen dos
nuevos elementos, por un lado está la «entrega que hace de su
persona el profano ante la logia», lo cual muestra un importante
distanciamiento de la premisa que marcaba la masonería ope-
rativa, y más aún, es significativo el distanciamientos cuando el
incumplimiento de esta promesa lleva parejo un castigo, ya que
ello nos está indicando el surgimiento de «la importancia de la
comunicación y la transmisión de la palabra, y de ese “secreto” »,
que no se permite sea revelado, ni de forma oral, ni escrita
bajo ninguna condición , salvo la expresada por las jerarquías
obedienciales.

Está claro que lo fundamental siempre fue la oralidad, la pala-


bra; de ahí que el castigo siempre fuera de acorde al medio, o
sea “arrancar la lengua de raíz y cortar la garganta del traidor”,
tal y como se encuentra en alguna otra divulgación, aunque lla-
ma la atención que haya una evolución paralela en cuanto a la
58
promesa, “de no escribir o burilar esos trabajos” y que la pena
no vaya pareja al tipo de traición, por ejemplo con el corte de
manos, o dedos en caso de escribirla o burilarla, lo que nos
devuelve al apego y trasfondo de la tradición operativa y su
evolución en la masonería especulativa con el “no hablar ni es-
cribir”, y por supuesto articular solamente el castigo en función
de la palabra .

Tal vez lo más genuino de la masonería especulativa, dentro


del conjunto del Juramento en la Iniciación, sea como dice René
Desaguliers, la emergencia de: “Una nueva condición que pare-
ce ser un concepto inédito. Se trata de la solidaridad entre todos
los hermanos en función de nuestros medios y posibilidades y en
nombre de la cual fue transmitida por la antigua y noble ciencia.
[…]. Pero es sobre todo la solidaridad que se expande a un deber
de fraternidad, de amor y auxilio a sus hermanos, pero también
para su prójimo en función de sus posibilidades y sin comprome-
ter los intereses de quien así actúa. Y así es porque el ingresante
se abstendrá de mentir o cometer adulterio…”

Ese cambio sustancial se deja notar en esta fase especulativa,


ya que no se encuentra una notoria referencia a los Old Char-
ges, en cuya tradición prosiguen los textos ingleses anteriores
a 1725.

Hay otros cambios importantes los cuales no parece que cono-


ciera el Hermano René Desaguliers…

Los cambios en función de los lugares.

Comenzábamos este trabajo diciendo que las realidades cam-


bian en función de las latitudes geográficas, y por tanto cuando
hablamos de una masonería con un fuerte desarrollo en Francia,
observamos que se produce una significativa transformación
del juramento al hacer: “la promesa ante Dios como testigo”  por
una promesa más de carácter más ciudadana: “sobre la fe de
59
gentilhombre con la ayuda y en nombre del Gran Arquitecto del
Universo que es Dios” lo cual se constata además, en otras refe-
rencias masónica tales como “Le Sceau Rompu” de 1745, o Le
Macon Demasqué de 1751 o aún en algún otro ritual de 1758
como “Element de la maconnerie”, como ya hemos ido viendo.

Willermoz dará un paso más en 1765 con respecto a esta frase


de “prometo ante el Gran Arquitecto del Universo” lo cual tendrá
cierta fecundidad dentro del Régimen Rectificado, y será reco-
gido, como nos indica Rene Guilly, por el Gran Oriente de Fran-
cia, en la edición de su primer ritual el Régulateur du Maçon.

¿Cambios rituales porqué y para qué?

Al filo de lo expuesto cabe hacerse la pregunta ¿Qué sucede


en el resto de los rituales de raíz “moderna”? Cabe preguntarse
si ¿Estos cambios obedecen al desencuentro entre “Modernos
y Antiguos”?, o cabe pensar que son debidos más bien a facto-
res de tipo nacional o geográfico, culturales o religiosos, y por
tanto son los causantes de las diferencias, por ejemplo, entre
franceses y anglosajones en su práctica masónica.

Por ejemplo en cuando leemos las penas por no cumplir la


promesa que se hace vemos que algunos rituales se nos habla
de una garganta cortada, de un corazón y entrañas arrancadas,
de quemar el cuerpo y de execrar la memoria del masón impli-
cado en la traición del juramento más bien pegados a la orto-
doxia anglosajona con esa macabra descripción que hacen los
rituales, y en parte al contrario de lo que muestran los rituales
franceses, en parte  imbuidos de la idiosincrasia estructural de
la Obediencia  donde las penas son punibles según las sancio-
nes previstas por los Reglamentos. Por tanto, esa descripción
que se hace del juramento en la Iniciación, en el Régulateur, hay
un punto de ruptura con el sistema operativo, pero se mante-
niendo aún ese tono de la herencia de los modos macabros que
esta presente en el siglo XVIII.
60
Promesa que hace el recipiendario en el grado de Aprendiz
en el Régulateur:

“Prometo amar a mis Hermanos, socorrerles según mis facul-


tades; prometo además atenerme conforme a los estatutos y Re-
glamentos de esta Respetable Logia. Consiento, si fuera perjuro,
a tener la garganta cortada, el corazón y las entrañas arrancadas,
el cuerpo quemado y reducido a cenizas, ¡y mis cenizas lanzadas
al viento y que mi memoria sea en execración a todos los Maso-
nes! ¡Que el GADU me ayude”.

Sin embargo, no pasarán muchos años y ya encontramos en el


seno del GODF en el Ritual de 1858 de Murat, que tal Obligación
ya introduce cambios singulares:

“Yo prometo ayudar a mis Hermanos y se socorrerles en sus


dificultades Yo prometo cumplir la Constitución y Reglamentos
Generales de la Orden y los Reglamentos particulares de esta
Respetable Logia en particular. Consiento en devenir en perjuro y
sufrir las penas que me sean impuestas conforme a la ley masóni-
ca, y que mí me memoria sea execrada de todos los masones. Que
el Gran Arquitecto del Universo del Universo me ayude”. Todos
los Hermanos (en voz alta dicen) Amén!!!

El llamado Ritual de Amiable de 1907 introduce de nuevo


cambios importantes como podemos ver en el texto, el cual se
reafirma en la fidelidad al aparato obediencial, introduciendo
además de la espada, la escuadra y algunas cuestiones más
a modo de doctrina social que hasta entonces no estaban
presentes en otros juramentos:

“Yo prometo amar a todos mis Hermanos, y ayudarlos a todos


con todas mis fuerzas en todas las circunstancias, la gran ley de
solidaridad humana que es la doctrina moral de la francmasone-
ría. Practicaré la asistencia a los menores, la justicia con todos, la
devoción a mi patria y a mi familia, y la dignidad a mí mismo Yo
61
prometo además cumplir Constitución y Reglamentos Generales
de la Orden.Yo prometo fidelidad al Gran Oriente de Francia, que
me prohíbe toda participación en grupos masónicos que no me
reconocen como regular. Yo consiento si alguna vez he faltado a
estos compromisos sufrir las penas merecidas por mi indignidad,
y que mi memoria sea execrada por todos los masones”.

Llama la atención porque si bien en la práctica cotidiana se


hace mucho énfasis en el “secreto de la palabra” aquí podemos
contemplar que ha desaparecido, y que ya las penas no
son descritas, y en todo caso estas serán en función de unas
indignidades que tampoco se manifiestan.

Por otro lado no hay que olvidar que estamos ante un período
de la guerra fría masónica, en tanto que se quiere fidelizar bajo
promesa a los miembros del GODF, y asegurarse de que no ha-
brá “acercamientos” con aquellos grupos que no son reconoci-
dos por el GODF, como la Gran Logia de Inglaterra u aquellos
otros que estaban o están en línea con esa afirmación dogmáti-
ca, introduciendo un matiz importante que denota esa lucha de
la que hablo como es el tema de “ser regular”.

Sin embargo, la evolución que se va a ir produciendo con la


llamada Reforma ritual Groussier, es interesante la cual se deja
manifestar en los rituales de 1946, que muestran algunas dife-
rencias:

“Yo prometo amar a todos mis Hermanos, y ayudarlos a todos


con todas mis fuerzas en todas las circunstancias, la gran ley de
solidaridad humana que es la doctrina moral de la francmaso-
nería. Practicaré la asistencia a los menores, la justicia con todos,
la devoción a mi patria y a mi familia, y la dignidad a mí mismo.
Prometo conformarme a la Constitución y al Reglamento General
del Gran Oriente de Francia en sus disposiciones actuales y que
puedan se adoptados más adelante.Yo consiento en que si alguna
vez falto a mis compromisos se me puedan aplicar las sanciones
62
aprobadas por las Constituciones y el Reglamento General del
Gran Oriente de Francia”.

Cabe destacar el reforzamiento de la estructura Obediencial,


ya que la promesa o juramento no se hace ante la asamblea de
la logia, ante la cual físicamente se realiza la ceremonia, sino
que muestra un reforzamiento de fidelidad ante la superestruc-
tura masónica, cuando en realidad en un principio se hacía ante
la logia, que e quien lo recibe y lo reconoce como masón.

La llamada Obligación de nuevo va a sufrir un cambio más en


el seno del GODF y será en 1979 en el seno del Rito Francés
cuando se introduce en los Rituales una nueva clausula: Prometo
defender el ideal y las instituciones laicas, expresión de los prin-
cipios de la razón, la tolerancia y la fraternidad.

Esta nueva premisa sobre la que el candidato promete o jurar


respetar lo que se le expone, va a estar de forma definitiva en
todos los Rituales de Referencia del Rito Francés del GODF tanto
en las llamadas ediciones del 6002 como las del 6009.

La escenografía del Juramento.

Hasta aquí, nos hemos referido a la fórmula del Juramento o las


promesas… ¿Pero habría que saber qué pasa con el resto de la
escenografía del juramento? Y qué papel juega todo ello tanto
en el rito Moderno como en el Antiguo.

Sabemos, por ejemplo, por el Manuscrito Sloane este juramento


se pronunciaba sobre la Biblia, y en otros casos, sobre la Sagrada
Escritura, o la Santa Biblia, cómo se puede verse en textos como
Le Grand Mystere ouvert á tous de 1726, la Confesión du Ma-
son de 1727 o “La masonería Disecada” de Prichard de 1730.

Sin embargo en las fuentes francesas del Siglo XVIII, nos situa-
mos en un plano donde el pronunciamiento que se hace ya es
63
“con la ayuda de Dios y sobre los Evangelios”, la mayor parte del
tiempo identificados casi todos ellos con el de san Juan, habien-
do otros textos ritualisticos que juegan a la evasiva, o simple-
mente evitan tales implicaciones como el Régulateur, en el cual
se obvia la presencia de la Biblia y el Evangelio, que parece ser
según René Guilly “ya estaban en desuso”. Aunque tal regla no
siempre se verá cumplida, y habrá más tendencia a seguir los
dictados anglosajones que las directrices de la Ilustración.

Incluso podemos ver un cierto cambio gestual en la posición


del cuerpo tal y como nos indica Langlet, frente al Régulateur ,
donde el Hermano Maestro de Ceremonias conduce al Hermano
Experto y al Recipiendario al Altar, y le hacen poner la rodilla
derecha sobre un cojín sobre el cual está trazada una escua-
dra, estando con la rodilla izquierda levantada, y mientras con la
mano izquierda se le hace tomar un compás abierto, apoyando
una de las punta sobre su propio pecho que estará descubierta
(parte izquierda) y la derecha la tendrá sobre la espada en po-
sición horizontal y de forma trasversal sobre el altar y de esta
manera tanto el VM como el recipiendario recitan la promesa.

En esa evolución de la ceremonia de Iniciación, a la cual solo


he prestado atención a algunas cuestiones pues se puede ob-
servar también esa evolución  sobre el elemento sobre el que
se jura o se presta la Obligación, entre Francia se juraba sobre
la Biblia, luego sobre los Evangelios, o el Evangelio de San Juan,
delante de Dios, según  el “Recuil Précieux”... de 1782, gene-
ralmente delante del GADU sé que le considera Dios, y será du-
rante un largo tiempo todo un símbolo, lo cual entrará en un total
decaimiento en la masonería liberal  cuando el GODF trasmute
ese GADU, por la promesa sobre los “Estatutos de la Orden  y la
espada símbolo del honor”.

Lo mismo sucederá con el propio entorno, que apenas si


he mencionado, en unos rituales tendremos a los Hermanos le-
vantados espada en mano. en otras ocasiones son antorchas...
64
etc. hemos visto también que las fórmulas gestuales en como
hace su Promesa el recipiendario, para otros el neófito, o en
otros el Candidato, tiene también sus variantes... y se recibi-
rá Aprendiz por el mallete, en otros rituales por la espada, y
generalmente se han juntado los dos elementos el mallete y la
espada, aunque no es extraño ver alguna ceremonia de consa-
gración por el mallete y la escuadra dando tres golpes sobre la
espada colocada sobre la cabeza, o tres grupos de tres golpes
sobre los hombros...

Como nos indica André Doré. “la ritualidad masónica no des-


ciende del cielo, es una creación artificial, es una obra humana,
y como toda obra humana, tiene errores y fluctuaciones de toda
suerte y seguramente punibles”.

Pero es  parte de esa tradición masónica la que nos han en-


tregado con toda la nobleza nuestros predecesores, pero hay
que tener en cuenta que ello ha venido preñado de todo tipo
de istmos (orientalismo, hermetismo, sincretismos religiosos,
por eso que se puede decir que al fin y a la postre la Iniciación
verdadera es la que nos pone en el camino de la reflexión , de
la voluntad de esclarecimiento y de búsqueda de la verdad, te-
niendo en cuenta que todo ello es “la esperanza acumulada des-
pués de dos siglos y medio por Hermanos que no conocemos,  y
que han estado animados de una fe  invisible en el hombre y su
devenir”.

Parte 3ª Las fórmulas en los rituales sobre el


GADU y el ¡Dios me ayude¡

Planteaban algunos Hermanos brasileños, que el uso de al-


gunas de estas fórmulas que se hayan en el Régulateur du
Maçon  como la presencia del GADU y lema d ¡Dios me ayude¡
que no dejaban ser parte de una importante referencia teísta
muy  apartado de concepto de neutralidad y de cierta  laci-
dad  que se dice contiene el Rito Moderno y el Régulateur du
65
Maçon como su máximo exponente, y se exponía esto frente al
ritual Amiable, que parecer ser muy dl gusto de la masonería
brasileña, a modo de un rito laico.

Creo que antes de entrar en el tema es bueno aclarar algunas


cuestiones que parecen enturbiar toda esta pesquisa.

 Soy de la idea, conociendo un poco más la masonería brasileña,


que debe desentrañar algunas cuestiones que la tiene presa,
y que arrojan diversas tergiversaciones a la hora de entender
lo que es el Rito Francés y el Rito Moderno, lo cual ya hice al
empezar este artículo, pero no estará de más volver a plantear
el tema.

Por diversas circunstancias, el Regulador del Masón,  después


de una rotunda llegada a Brasil de manos de instancias portu-
guesas, no llegó para quedarse, sino muy al contrario llegadas
la tesis positivistas a Brasil, pareció importante deshacerse de
un ritual de la molienda de los Modernos, que nombraba el
GADU, y tenía un Dios me ayude cerrando el juramento que el
neófito realiza al entrar en masonería, y en su ayuda vino el Rito
Francés, que se establece en Francia con tal carta de naturaleza
una vez el Príncipe Murat inicia su reforma católica en el seno
de los rituales del Gran Oriente de Francia, como reacción una
vez llegan las corrientes positivistas, es que estas en el aspecto
ritual arrasan con toda la estructura simbólica, y borran de un
plumazo todo lo que suene a iglesia o sacral.

Es cierto que la Reforma ritual de Amiable, (1907)  no va con-


tra el Regulador del Masón, sino frontalmente contra la reforma
posterior la de Murat, y por tanto se deshace de casi todas las
fórmulas simbólicas e históricas en pos de un ritual más llano
y directo, donde lo que prima es la rápida Apertura para pasar
al debate, lo cual parece ser del gusto de la masonería brasi-
leña, porque guarda según dicen las esencias de un laicismo
importante, aunque luego tengamos enfrente algo que desde el
66
Continente es poco explicable, que quien eso dice y espera de
su ritual, se sitúa en lo estructural en la corriente ortodoxa de la
GLUE y sus exigencias sobre la creencia en una transcendencia.

Por tanto, resulta extraño, que uno se ponga exquisito con un


ritual que a los franceses no parece gustarles en demasía, la
prueba es lo que poco que lo practican en Francia y menos aún
en el seno del GOdF. Y no se practica, no por la presencia del
GADU, o el Dios me ayude, que si obvia del ritual este no pierde
esencias, sino que ese disgusto, viene a mi juicio, porque la co-
dificación lograda por Montaleau, es más proclive a la molienda
de los usos ingleses que de los franceses, al menos en algunos
aspectos.

Aunque está claro que es más de su gusto las diferentes re-


formas rituales de Groussier, que vienen como anillo al dedo,
ya que van en algunas ocasiones más allá de lo que expone el
Régulateur du Maçon, que es parte del ADN del GOdF, aunque
en la Obediencia francesa se le tenga como un ritual el Régula-
teur marginal.

Esta es pues la situación a grandes rasgos y es muy paradóji-


ca, como lo es el hecho de que haya en Brasil un rechazo frontal
ante la insistencia de que lo que allí se denomina Rito Moderno,
que no es más ni menos que el Rito Francés, pero claro políti-
camente en clave de colonización no es bueno hablar de Rito
Francés y queda por tanto algo más neutro y para no herir sus-
ceptibilidades colonizadoras denominarlo Rito Moderno, aun-
que en realidad debería ser Rito Moderno Stylo Amiable.

Me planteaba mi interlocutor, un notable masón brasileño,


como prueba de la sacralidad en la que se sitúa el Régulateur
du Maçon, la presencia del GADU en el texto ritual, lo cual solo
está presente en la fórmula del Juramento y Promesa, pero
con una diferencia y es que este acróstico ha quedado como
una presencia neutra, sin mucho más sentido que aquel quiera
67
dársele, en tanto que no añade una adjetivo afirmativo tipo “el
GADU que es Dios”.

Por tanto, el Régulateur retoma los usos y modos de la molien-


da de los Modernos, pero desde ese pragmatismo latitudinario
que permitió que bajo el techo de las logias especulativas se
reunieran las más diversas creencias políticas y religiosas en
pos de un progreso de la humanidad.

Por tanto esa presencia del GADU, no viene ni acompañada de


la omnipresencia de una deidad, ni por la presencia del libro
que por antonomasia lo representa, amén de que obviar tal cita
tampoco es que la estructura ritual se altere, ni mucho menos,
digamos que más alterada se percibe, cuando desde la visión
de la masonería de Tradición, o sea la facción Regular, le im-
pone al Régulateur sus plegarias al modo de los Antiguos, para
acomodarlo a las exigencias del guion estructural masónico.

La otra fórmula que ha conservado el Régulateur du Maçon,


en su desarrollo ritual es la fórmula ¡Dios me ayude ¡o sea el
¡So help me God¡

Es una fórmula que digamos que se me había escapado en lo


concerniente a las posibles pesquisas, y dado que mi interlocu-
tor le daba como mucho énfasis, me decidí por averiguar algo
al respecto.

Es una fórmula que viene de antiguo, y que se recoge ya en


Inglaterra en el llamado Juramento de Supremacía, en 1559.  El
cual se cerraba con “ayúdame Dios y por el contenido de este
libro”. Aunque no tengo muy claro que esta sea la traducción
más correcta.

Dicen algunos historiadores que es posible que este juramento


se haya originado incluso antes, durante el reinado de Enrique
VIII, y dicha frase se va a perpetuar  después de la era isabeli-
68
na-jacobita, incluso estuvo presente en el reinado de Charles,
en el cual se promulgó el juramento de lealtad , a la corona,
donde se cerraba este juramento con el: Y hago este Recono-
cimiento y reconocimiento de todo corazón, de buena gana y de
verdad, sobre la verdadera Fe de un cristiano. “Así que ayúdame
DIOS”.

Y como ya he dicho muchas veces la masonería está llena de


paradojas y una de ellas, es esta fórmula que como hemos visto
han utilizado los reyes ingleses, pero también la vamos a ver
presente a modo “So help me God” en lo concerniente al go-
bierno civil estable y a una ciudadanía pacífica, y no precisa-
mente católica.

Tal frase está como hemos visto presente en prácticamente en


todo el repertorio ritual del siglo XVII y como no podía ser me-
nos también en los Old Charges o sea en los proto-rituales ma-
sónicos operativos, como sucede en el poema Regius (c. 1390),
pero también está presente en otros manuscritos: 

“Estos Cargos que has recibido los mantendrás bien y verda-


deramente, sin revelar el secreto de nuestro albergue al hom-
bre, la mujer o el niño ... así que Dios, ayúdanos.  Amén.” (Bu-
chanan MS, c. 1670)

“Yo, AB, lo hago en presencia de Dios Todopoderoso y mis


compañeros y hermanos aquí presentes, prometo y declaro que
no lo haré en ningún momento en adelante ... daré a conocer
ninguno de los secretos ... de la fraternidad ... así que ayúdame
a Dios y al contenido sagrado de este libro” (Harleian MS, c.
1675)

“... no revelarás ninguna parte de lo que escucharás o verás en


este momento... así que ayúdame a Dios” (Edinburgh Register
House MS, 1696)

69
“Los signos y fichas que te declararé, no escribirás... y no di-
rás... al hombre, a la mujer, ni al niño... así que ayuda a Dios”
(Drinkwater No. 1 MS, c. 1700).

Y es verdad que `parece que hay muchos sectores y masones


preocupados por este viejo lema de ¡Dios me ayude o Así que
ayúdame Dios¡.

En ese sentido decía un notable masón de la Quator Corona-


ti, logia de Investigación de la GLUE. Que “los marxistas, ateos,
entrometidos solitarios y revisionistas de todo tipo trabajan
para disminuir o borrar lo histórico”, y se refería a erradicación
de algunos de estos viejos lemas en los rituales masónicos, por
ir contra la laicidad mal entendida, pues dichos lemas habían
estado presentes en los más distintos sucesos y ocasiones de
muy diversa índole religiosa y política.

Y esa es una tan tantas paradojas que antes citaba, pues si se


rastrea tal lema en la historia la vamos a ver inserta, por ejem-
plo, en muchos juramentos de corte republicano que dieron en
las distintas épocas en América, y por muchos próceres latinoa-
mericanos, y como no, en los distintos procesos constituyentes
españoles antiguos y actuales.

Y en clave religiosa tal lema está presente desde muy antiguo,


siendo su máxime exponente el Canon 833-5-8 en lo relativo a
la Profesión de Fé.

Con esta comprensión de la historia nos encontra-


mos  con  ese  “Así, que ayúdame, Dios”, tal vez podamos es-
tar de acuerdo en que George Washington, si es que realmente
pronunció dicha  frase después de su juramento presidencial,
en considerarlo como una tradición establecida en los juramen-
tos del gobierno,  por una costumbre de muy larga data, sin que
parezca intervenir de forma definitoria la cuestión sacral o reli-
giosa, sino más bien como un dicho popularizado, que por ende
70
no puede ser considerado como alto esencial en la molienda
de los Modernos, más allá de ser una expresión recogida en
muchos rituales de su molienda, como lo ha sido el Vivat, Vivat,
lo cual presenta otra paradoja.

Pues en muchas latitudes han cambiado este lema, por uno


proveniente de un proceso Revolucionario, como el francés  Li-
bertad Igualdad y Fraternidad y muy pegado e idóneo a la
singularidad de quien lo lleva como lema como es el Gran Oriente
de Francia, que se constituye en lo social en su proyección como
organización masónica en ser una de uno  de los Garantes de
los valores Republicanos, y  como tal lema LIF digamos que casa
más bien  mal que bien, con algunas estructuras masónicas,
cuyos miembros lo pregonan a todos los vientos en planchas y
escritos diversos, estando sus organizaciones más apegadas a
moldes políticos masónicos más conservadores.

Reflexiones parciales

A la vista de lo expuesto, podemos sacar varias conclusiones,


y una de ellas es que queda claro que para la llamada Masone-
ría de Tradición, le interesa tener cuanta más proyección posi-
ble sobre los dimensionamientos religiosos y caballerescos, los
cuales a su juicio parecen venir a fortalecer su posición con la
preeminencia de lo divino representada en elementos como la
biblia,  la espada, el uso del GADU= DIOS  signo neto, aunque
ello tenga un aval  histórico relativo, aunque no quede tan clara
su validez dentro de los contextos de la tradición, tal y como
normalmente se usa dentro de la llamada regularidad.

Digamos como conclusión que la biblia, en sus distintas acep-


ciones está más relacionada con la masonería como estructura,
que, con la logia, de ahí que haya habido ese empeño en con-
vertir tal libro en una de las Luces de la masonería, al menos  en
aquella que se alinea con las directrices de los autodenomina-
dos «Antiguos», que además utilizaban mayoritariamente una
71
biblia del tipo «católico» (Rheims-Douay) que vendría a referir-
se no al libro que todos usabas y leías en la égida protestan-
te, sino aquel que vendría a representar una cierta catolicidad
primitiva, intentando de ese modo huir de los textos y posicio-
nes más abiertas del protestantismo, para no imbuirse del am-
biente de ese ya comentado  primitivismo religioso que deviene
del noaquitismo masónico, instalándose  de este modo en un
teísmo  más personal e identitario utilizando la versión King-Ja-
mes, en cambio en Francia tendrá su proyección dentro del orbe
católico la versión Port- Royal, aunque los protestantes franceses
utilizarán la versión del pastor Ostervald, cuya versión llevara
su apellido.

Por otro lado no deja de ser paradójico que el protestantis-


mo que generalmente ha ido despojándose de la presencia de
objetos sagrados, tengan tanto aprecio a la biblia haciendo  de
ella, en parte, el centro de su trabajo, tal vez como herencia de
un medievalismo tardío, de tal forma que la llamada «biblia
completa» haya devenido en el seno el quehacer masónico
como un objeto sagrado, y único, y ya no digamos en el seno
de la masonería anglosajona, sino en la laica Francia, donde se
puede decir que tal libro no perdió peso, sino que como hemos
visto en algunas  manifestaciones rituales  dicha presencia fue
en aumento.

En este pequeño acercamiento se observan además varios


tipos de relación con el Libro, por una parte, está la presencia
en actos muy determinados del quehacer masónico, por ejem-
plo, en las Aperturas y Cierres de los trabajos, y en lo relativo a
las Obligaciones, y también en los Juramentos, etc.  Como nos
dice Philippe Langlet “actualmente los masones ingleses en su
mayoría se sirven de la King-James que es la que se refieren
cuando hablan de VLS, mientras en los rituales de tipo Anti-
guo prefieren el uso de la versión anglicana, lo cual denota la
persistencia católica a la hora de usar dicha biblia.

72
Esto nos depara otra paradoja, y es que unos y otros, franceses
e ingleses, me refiero a los estudiosos de lo masónico, lo que
hace que al utilizar versiones distintas para analizar los textos
bíblicos en los rituales, pues de esto se derivan ciertos proble-
mas de lectura e interpretación, pues dichos libros en muchas
ocasiones son versiones muy contextualizadas en cuanto al país,
la religión o la época, y estamos hablando de dos países como
Francia e Inglaterra, con dos culturas religiosas distintas y for-
mas distintas de ver, entender y analizar algunas cuestiones que
conciernen al tema religioso y masónico.

Tenemos a su vez,  otro tipo de relación con dicho libro, como


es la ubicación de tal objeto en el espacio logial,a cual no solo
se lo ha simbolizado sino que no ha perdido su carácter más en
la el área francesa que en la inglesa donde se rebaja su rol co-
locándolo sobre  simples pedestales, en cambio vemos como en
Francia dichos pedestales  pasan a realzar el objeto dotándolos
de cierta sacralidad y para ello se utilizan altares, y como tal lo
acercan a la Luz, por último en estas observaciones, cabría ana-
lizar cuál sería el rol que jugó y juega la biblia dentro del ritual,
¿Bien como un libro ordinario, o como un libro sagrado…?

Lo cual abre otro nuevo melón de estudio.

Este nuevo punto de reflexión, consistirá en definir el grado


de importancia de tal libro, ya que hay que tener en cuenta que
este juega diferentes roles en la logia, su disposición, presencia
en la ceremonia de aceptación y el papel en el momento del
juramento, sin olvidar la importancia de que se una u otra Biblia.
Como punto de partida tenemos el libro de Philippe Langlet La
Biblia y la Logia, en Editions La Huttea.

Aparte claro está, sin olvidar el uso y presencia del evange-


lio, además de la existencia de otras denominaciones utilizadas
que entran en juego, y que ha se de ser valoradas en su justa
medida, pues no parece ser lo mismo la Santa Biblia, que las
73
Escrituras, o el VLS, más allá de las épocas las mentalidades re-
ligiosas y los países, y del hecho de aquellos textos rituales que
inciden y definen como debe ser ese Libro.

Es más, en algunos textos rituales se indica por donde debe


ser abierto ese libro, o qué parte debe estar presente en la jura-
mentación, incluso llegando en algunos textos a definirlo como
el Libro de la Verdad.

Está claro que la biblia no llegó por azar a las logias, pues-
to que incluso ha logrado en muchos casos a constituir un ob-
jeto  centralizador y estructurante, incidiendo en una cuestión
que se presenta como tangencial, pero que por ejemplo para
P. Thomas, no es una cuestión baladí, sino capital, y es que a su
presencia une la regularidad de los trabajos, lo que les vale a
algunos notables masonólogos para reafirmar que la masone-
ría como organización espiritual  tiene su validez y regularidad,
curiosamente en razón de la presencia y el uso y manejo de la
Biblia en la logia.

Puesto que para el Moutiers, la biblia no juega un papel pa-


sivo a modo de testigo como si fuera una promesa   más sobre
las reliquias de los santos, sino muy al contrario como un objeto
sagrado y autentificador, de ahí que Philippe Thomas lo haya si-
tuado como un texto clave en su declinación personal del Rito
Francés, dentro del artículo que ha publicado para conmemorar
los 300 años del nacimiento de la masonería. En fin, quede este
trabajo en un texto de reflexión sobre algunas cuestiones que
se dan en los rituales  y que nos adentra en las peculiaridades
del metalenguaje, textual y simbólico, que se da en el seno de
la logia y de las estructuras masónicas, y de lo cual  es bueno
que  aprendamos  a descifrar y discernir sus trampas y aciertos

CONCLUSIÓN FINAL:

¿Sería por tanto el Régulateur du Maçon, maxime exponente


74
de la molienda de los Modernos, un fiel representante del teis-
mo o del deismo, tanto monta, monta tanto, porque en su seno
lleve la presencia de un GADU y el lema al final de la Promesa u
Obligación el Dios me ayude...?

Sinceramente creo que no, lo que hace el Régulateur es re-


coger las cuestiones muy características de esa molienda de
la que tanto vengo hablando  si situarlas en el contexto ritual
del Rito Moderno como cuestiones historicistas, ya vaciadas de
otras concomitancias como el GADU que es Dios, etc. Hay que
tener en cuenta que 1786 Röettiers de Montaleau, Par de Fran-
cia, católico y en una Francia donde está presente aún el legado
de la Gran Logia de Clemont y lo que indicado por las Grandes
Logias Madres, se aventura a una codificación bastante neutra,
puesto que manteniendo las formas, se vacía el contenido trans-
cendentalista del que se había ido dotando la molienda de los
Modernos, y nos presenta un ritual que parte de una neutrali-
dad que pronto unos lo van tachas por laicista y   y ateo, y para
otros renuncia a la aristocrática visión que pregona la masone-
ría de Tradición. He dicho

NOTAS.

[1] 1970. Revista Reinassance Traditionelle; Notes sur le serment du


premier grade, de René Guilly (René Désaguliers). Num 1. Enero de
1970.p3. sgt
h t tp : / / w w w.r itof rances. net/2 0 1 2 /0 7 / l a- c am ara- d e - re f l ex -
ion-y-sus-artificios.html;
http://www.ritofrances.net/2012/08/la-camara-de-reflexion-su-evo-
lucion-en.html;
http://www.ritofrances.net/2012/08/camara-de-reflexion-en-los-rit-
uales-del.html ;
http://www.ritofrances.net/2012/08/la-camara-de-reflexion-masoni-
ca-en.html
[2] http://www.victorguerra.net/2015/05/la-espada-del-venera-
ble-maestro.html
[3] With my bare-bended Knee and Body within the Square, the
Compass extended to my naked Left Breast, my naked Right Hand on
75
the Holy Bible; there I took the Obligation (or Oath) of a Mason.
A. Can you repeat that Obligation?
B. I’ll do my Endeavour. (Which is a follows.)
HEREBY solemnly Vow and Swear in the Presence of Almighty God
and this Right Worshipful Assembly, that I will Hail and Conceal, and
never Reveal the Secrets or Secrecy of Masons or Masonry, that shall
be Revealed unto me; unless to a True and Lawful Brother, after due
Examination, or in a Just and Worshipful Lodge of Brothers and Fellows
well met. I furthermore Promise and Vow, that I will not Write them,
print them, Mark them, carve them or Engrave them, or cause them to
be Written, Printed, Marked, Carved or Engraved on Wood or Stone, so
as the Visible Character or Impression of a Letter may appear, where-
by it may be unlawfully obtain’d. All this under no less Penalty than
to have my Throat cut, my Tongue taken from the Roof of my Mouth,
my Heart pluck’d from under my Left Breast, them to be buried in the
Sands of the Seas, the Length of a Cable-rope from Shore, where the
Tide ebbs and flows twice in 24 Hours, my Body to be burnt to Ashes,
my Ashes to be scatter’d upon the Face of the Earth, so that there shall
be no more Remembrance of me among Masons. So, help me God»
[4]http://www.victorguerra.net/2016/11/rituales-masonicos-del-si-
glo-xviii-y-su.html
[5] http://www.freemasons-freemasonry.com/masonica_GRA_bern-
heim01.html
[6] Anotado por Philippe Langlet en su trabajo introductorio a Le
Maçon Démasque. Editions de la Hutte
[7]http://ritoescocesantiguoaceptado.blogspot.com.es/2015/03/
http://ritoescocesantiguoaceptado.blogspot.com.es/2015/04/tres-
golpes-distintos-origenes-de-la.html
[8] http://ritomoderno.es/
[9] http://www.masonica.es/
[10]http://www.editionsdelahutte.com/RESSOURCES/EXTRAITS-RF.
pdf

** Víctor Guerra. MM.


Presidente del Círculo de Estudios Röettiers de Montaleau.
Este trabajo se puede descargar en PDF desde este enlace:
http://bit.ly/2SsPORN

76
77
LA MASONERÍA EN EL AMA
Eduardo

78
ANECER DE LA ERA SECULAR
Callaey
1. Los Arquitectos Laicos     

En sus crónicas del incendio de la iglesia de Can-


terbury -acaecido en el año 1174 “por voluntad y se-
creto juicio de Dios”- Gervasio describe la inmensa
desazón que se apoderó de monjes y clérigos a cau-
sa de la tragedia. (165).

Preocupados por el estado en el que había que-


dado la estructura, dudaban de su fortaleza. Algunos
hablaban de reconstruir la catedral desde sus ci-
mientos, lo cual enloquecía a los monjes de sólo pen-
sarlo. Otros creían que algunas columnas soportarían
una nueva carga. Lo cierto es que paralizados por tan
inesperado siniestro, los monjes permanecieron de
luto durante un año, mientras decidían qué hacer con
lo que había quedado de aquel hermoso templo.

Cuenta Gervasio que el capítulo convocó a nume-


rosos arquitectos franceses e ingleses, pero no se pu-
sieron de acuerdo. Finalmente, la elección recayó en
Guillermo de Sens, “hombre extremadamente audaz,
artífice habilísimo en tareas con madera y piedra”, a
quien le fue entregada la obra.

Las crónicas de Gervasio de Canterbury dan fe del


celo con el que Guillermo condujo la reconstrucción;
nos cuentan de la multitud de artistas talladores que
fueron convocados, del enorme esfuerzo y de los in-

79
genios que se debieron construir para desembarcar las piedras
que llegaban desde el otro lado del mar. Hasta que, cierto día,
en el quinto año de la reconstrucción, el hábil arquitecto cayó
desde un andamio y quedó postrado en cama durante meses.
La obra avanzó entonces de forma más lenta bajo la dirección
temporaria de un monje que -con más voluntad que habilidad-
seguía las indicaciones que Guillermo le daba desde su lecho.
Consciente de que ya no se recuperaría, el arquitecto abandonó
la obra y regresó a Francia.

Le sucedió otro Guillermo, de nacionalidad inglesa, a quien


Gervasio describe como un maestro hábil y honesto. Ni el uno
ni el otro eran monjes; se trataba de arquitectos laicos, hombres
libres que habían aprendido el oficio de trabajar la piedra y
construir iglesias en aquellas logias conformadas por experi-
mentados monjes y numerosos “fratres conversi”, expertos en
sus oficios de canteros, albañiles, vidrieros, herreros, carpinte-
ros y tallistas.

La agrupación de estos hombres en estructuras asociativas


adecuadas a su arte y tradición, fue la consecuencia natural de
un proceso social, cultural y económico signado por el fenóme-
no del renacimiento urbano, la organización comunal y la cre-
ciente secularización de la sociedad.

Muchas de estas asociaciones lograron ciertos privilegios que


les otorgaron mayor libertad. Su fama se extendió, y muchos de
sus más grandes arquitectos descansan en las criptas de las ca-
tedrales que construyeron, junto a reyes y obispos. Se comenza-
ba a desplegar otra historia: la de las corporaciones y gremios
de la Baja Edad Media, la de los grandes artistas que conduci-
rían a Europa hacia el Renacimiento.

No sabemos a ciencia cierta el momento preciso -ni en base a


qué presupuestos, tradiciones o influencias- se introdujo en los
rituales del siglo XVIII la leyenda de Hiram Abi. A partir de allí,
80
el simbolismo del Templo de Salomón pasó a ocupar un lugar
relevante en la francmasonería. No fueron ni Jabel, ni Nemrod,
ni Pitágoras los héroes de la corporación. Tampoco se eligió a
las Pirámides de Egipto, ni al Coloso de Rhodas, ni a la Torre de
Babel como alegoría y ejemplo del “arte sagrado”. Hiram Abi y
su famoso Templo se elevaron por encima de cualquier otra op-
ción y sobre tal artífice y su obra se erigió el edificio simbólico
de la francmasonería moderna en la mayoría de sus ritos.

Sabemos, de todos modos, a partir del análisis de todos los


documentos medievales, que la tradición triunfante se vincula a
la de los masones benedictinos. Sabemos también que esta tra-
dición era conocida por los autores de los antiguos documen-
tos de la corporación. Ellos mismos mencionan a sus fuentes.
Si los antiguos masones operativos conocían esta tradición, no
es menos cierto que los modernos masones especulativos la
eligieron y organizaron prolijamente en sus complejos rituales.
¿Qué sucedió en el medio? Los masones operativos hicieron del
secreto un culto. El secreto masónico se ha gestado en ese inte-
rregno desconocido e inaccesible en el que reinaron las logias
en todo su esplendor, capacidad y realización. Fue la época de
los grandes arquitectos, pródigos en obras, mezquinos en pa-
labras, celosos en sus técnicas, sus planos y sus aspiraciones.
Sin embargo, la historia puede reconstruirse porque el hombre
deja huellas; a veces con la intención de decirnos algo; otras,
simplemente, porque son propias del fenómeno humano.

A través de esas huellas podemos saber, por ejemplo, cuántos


maestros masones trabajaron en la construcción de una catedral
o un castillo. Por sus marcas en las piedras -una identificación
personal, pero también un silencioso acto secreto de vanidad
de quien se sabía condenado al anonimato colectivo- sabemos
de sus itinerarios. En su obra “Un espejo lejano”, Barbara W. Tu-
chman calcula que Enguerran III, barón de Coucy, empleó, en el
siglo XIII, a 800 albañiles para construir la fortaleza homónima
y ello en base a las marcas dejadas en las piedras. El Hermano
81
Catedral de Santiago de Compostela

D. P., un anticuario argentino experto en medallística masóni-


ca, descubrió en un palacio de la España mora -la mezquita de
Córdoba- marcas en las piedras que él mismo había fotografia-
do en la catedral de Santiago de Compostela y en Barcelona,
corroborando las diversas noticias existentes en torno a la gran
movilidad de los masones que participaron en aquella obra.

En el famoso manual de Villard de Honnecourt (circa 1224)


pueden observarse dibujos que recuerdan, sugestivamente, a
“los cinco puntos de perfección” de los maestros masones. Los
65 folios contienen una verdadera colección de bocetos y pla-
nos de obra, incluida una estructura idéntica a la utilizada por
Umberto Eco para describir la laberíntica torre de “El nombre
de la rosa”.

82
Conocemos, gracias a estos y muchísimos otros detalles, cómo
construían, cómo estaban organizados y cuál era su rol en la
sociedad. Lo que no sabemos de los masones operativos es de
qué manera se trasmitían, en secreto, sus tradiciones. Los reyes
los protegieron, les concedieron derechos, franquicias y exen-
ciones. La Iglesia los receló primero, para luego amenazar sus
liberalidades abiertamente.

Ya en el siglo XII, en el año 1131, el rey Alfonso VII otorgaba


privilegios a los trabajadores de la catedral de Santiago:

“Ego Adefonsus Dei gratia Yspanie Imperator... Facio testamen-


tum cautationes ómnibus magistri et criationi ecclesie Beati Jaco-
bi, tam criationi operis quam et canonici, tam presentibus quam
futurus usque in sempiternum. Ita cauto eos, quod non eant in fos-
satum, nec donec fossadariam, neque pectent pectum pro aliqua
voce nisi pro suo forisfacto. Ita ego eorum cauto domos et posses-
siones, quod maiordomus terre nec ullus alius homo pro aliqua
voce ibi non intret, neque eos pignoret nisi per manus sui magistri,
et magister det directum per eos, et habeant tale forum quale me-
lius habuerunt postquam opus ecclesie inceptum fuit...”166

Más de ciento cincuenta años después, estos privilegios se


habían afianzado, al extenderse los fueros municipales y las ciu-
dades libres, cuyos ciudadanos -convertidos en prósperos bur-
gueses- habían alcanzado la capacidad de adquirir este estado.
Sancho IV, en 1282, confirmaba el privilegio de los pedreros de
Santiago:

“...Porque los maestros et los pedreros et los raconeros de la


obra de Santiago me dixieron que tienen privillegios del Rey Don
Fernando mío avuelo et de los otros Reys et confirmadas del Rei
mío padre commo deben ser amparados y defendidos. Et yo por
esto et por muchos servicios que fizieron al mío padre et a mí en
fecho de la eglesia et en otras obras, recébolos en mi guarda et mi
defendimiento a elos et a lo suyo por o quier que lo ayan, asy en la
83
villa de Santiago como fuera de la villa. Et mando et defiendo que
nengún non sea osado de les querelar nin embargar sus raciones,
nin de les fazer mal nin fuerca, nin tuerto, nin de les pasar contra
los privillegios que les sean guardados daquí adelante así como
lo fueron fasta aquí. Et qualesquier que contra esto fuesen, a elos
e a lo que ovieren me tornaría por ello...”167

Estos privilegios e incipientes libertades encontraron la resis-


tencia de un modelo de sociedad que, basado en tres órdenes
-el de los religiosos, el de los caballeros y el de los labriegos-
había regido el contrato social del mundo feudal durante siglos.
Los masones operativos -al igual que muchos otros gremios,
guildas y sociedades mercantiles- adoptaron algunos de los
rasgos particulares que aún hoy se perciben en la corporación
masónica. En su mayoría, nacieron de la necesidad de proteger-
se mutuamente, guardar sus secretos y mantenerse unidos fren-
te a la hostilidad de la aristocracia y la autoridad eclesiástica
que veía -no sin razón- que este proceso dispararía una profun-
da transformación de la sociedad y de la distribución del poder.
La lucha de los burgueses, comerciantes y maestros de oficio
por mantener y ganar derechos, ha sido ampliamente debatida
por los historiadores. Sin embargo, en esta lucha encontramos
las raíces verdaderas del enfrentamiento entre las fuerzas secu-
lares y las jerarquías eclesiásticas. Un enfrentamiento temprano,
contemporáneo a la aparición de los teóricos del Estado Laico,
cuestión que se inició en la Universidad de París, en el siglo XIV,
con Marcilio de Padua y Guillermo de Okham, franciscanos al
igual que Ubertino Da Casale.

Contemporáneo a la aparición de Defensor Pacis (1324) -la


obra clave de Marcilio- el Concilio provincial de Aviñon (1326)
anatematizó a las “confraternidades” con un documento cuya
lectura nos recuerda inmediatamente a las posteriores bulas de
excomunión contra la francmasonería. El texto es tan elocuente
que mueve a reflexionar sobre los reales orígenes del conflicto
Masonería - Iglesia.
84
“SOBRE LA SUPRESIÓN RADICAL DE LAS SOCIEDA-
DES, LIGAS Y CONJURACIONES, DESIGNADAS BAJO
EL NOMBRE DE COFRADÍAS.”

“…Además, en algunos cantones de nuestras provincias, hay


gente, por lo general noble, a veces plebeya, que organiza ligas,
sociedades, coaliciones prohibidas, tanto por el derecho ecle-
siástico como por el derecho civil; bajo el nombre de cofradías.
Se reúnen una vez al año, en algún lugar, para realizar sus con-
ciliábulos y reuniones; al penetrar en el recinto, se pronuncia un
juramento por el cual deben defenderse entre si de quienquiera
que fuere excepto de sus Maestros, prestarse asistencia recíproca
en cualquier ocasión, darse consejos y apoyarse recíprocamente.
A veces, luego de vestirse con un uniforme, y empleando marcas
y signos distintivos, eligen entre ellos a un superior, al cual juran
obedecer en todo; la justicia se ve entonces perjudicada porque
se cometen crímenes y robos;”

“Ya no hay paz ni seguridad; es la opresión para inocentes y po-


bres, iglesias y gentes de Iglesia, que estos individuos consideran,
por supuesto, sus enemigos; sufren tanto en carne propia como en
sus bienes personales, en el ámbito de las leyes y los tribunales,
injusticias de todo tipo con miles de perjuicios.”

“Como pretendemos oponernos de inmediato a estas nefastas


empresas y a estos intentos perniciosos, brindar un remedio efi-
caz para esta situación y defender a nuestros fieles del pecado,
según corresponde a nuestras funciones pastorales, en virtud de
la autoridad del presente concilio, decretamos la nulidad, diso-
lución y ruptura de todas las agrupaciones, alianzas, sociedades,
conjuraciones, denominadas fraternidades y cofradías, fundadas
por clérigos o laicos, sin importar su grado, dignidad, estado o
condición; de igual modo, declaramos nulos e inexistentes los
pactos, convenios, ordenamientos que celebren entre si. Decreta-
mos que los juramentos que deben cumplir los individuos men-
cionados son ilícitos, sin valor alguno, nadie debe considerarse
85
sujeto a su cumplimiento, bajo nuestra garantía quedan liberados
de ellos. Sin embargo, han de recibir de sus confesores una pe-
nitencia para redimirlos de estos juramentos imprudentes y te-
merarios. En virtud de la autoridad mencionada, les prohibimos,
bajo pena de excomunión (en la cual según nuestra voluntad los
contraventores incurrirán ipso facto, cuando el presente decre-
to se haya publicado dos domingos seguidos en la iglesia de su
parroquia), prohibimos de ahora en más que frecuenten dichas
asambleas, agrupaciones, y se sometan a dichos juramentos, or-
ganicen dicho tipo de  cofradías, se sometan a tales Obediencias,
se presten ayuda y apoyo recíprocamente, vistan trajes que repre-
senten una actividad desde ahora prohibida y se llamen entre si
hermanos, priores, abates de dicha Sociedad. Además, dentro de
los diez días a partir de dicha publicación, han de pedir indivi-
dualmente a sus confesores (en la medida de lo posible), que los
libere de los mencionados juramentos, y que cada uno declare
públicamente que ya no quiere formar parte en el futuro de tales
asociaciones. Prohibimos este tipo de conjuraciones, conspiracio-
nes, convenios, aún cuando no se denominen cofradías. Por otra
parte, decretamos la disolución y la nulidad de facto de éstas, a
partir del momento en que se las emprenda y sometemos a aque-
llos que las emprenden a la sentencia de excomunión; sentencia
que sólo podrá derogar el Concilio provincial, salvo en artículo
mortis. En esta declaración, no tenemos la intención de reprobar
las cofradías fundadas para celebrar a Dios, a la bienaventurada
Virgen María y a otros santos para ayudar al pobre, cofradías en
las que no se hacen pactos o juramentos de este tipo.”168 

La similitud con las bulas antimasónicas es elocuente. Los re-


yes no tardarían en sentir la misma inquietud que los clérigos
con respecto de las libertades y privilegios que habían gana-
do algunas corporaciones y gremios. Muchos documentos dan
cuenta del rigor con que algunos monarcas convocaban y man-
tenían bajo su control a los maestros masones; al menos cuando
así lo exigían las necesidades de la corona. Ejemplo de ello son
los decretos de Eduardo III de Inglaterra, fechados en 1359 y
86
1361, por los cuales disponía que jueces, síndicos y prefectos
de todo el reino, procuraran la comparencia de todos los maes-
tros masones -con sus herramientas- en las obras del castillo de
Windsor, ordenándoles, a su vez “…detener y arrestar a todos
los albañiles que encuentren rebeldes o contrarios a tal propósito
y a llevarlos al mencionado castillo donde permanecerán en pri-
sión…”169               

Ya por entonces, se habían diferenciado las figuras del “maes-


tro de obra” y del superintendente o “vigilante”. En el caso del
castillo de Windsor, son mencionados como maestros de obra
Roberto de Gloucester y William de Winford, mientras que “…
nuestro amadísimo William de Wykeham”, es definido como “en-
cargado de la vigilancia de nuestra obra…”. Wykeham, que no
era arquitecto -pero que actuaba “a modo de un elevado visita-
dor e inspector” como diría Beda, refiriéndose al rol de Adoni-
ram- cumplía las funciones de capataz de la obra, se encarga-
ba de pagar los salarios y controlaba a los maestros masones.
Tomó las órdenes en 1362 y fue electo obispo de Winchester en
1366. Ricardo II lo nombraría Canciller de Inglaterra en 1386.

En esa misma época, y justamente en Inglaterra, se cree que


fueron escritos los ya mencionados manuscritos “Regio” y
“Cooke”, lo cual nos deja al menos una certeza: hasta allí per-
duraba la herencia benedictina. Pese a la gran cantidad de in-
formación proveniente de la actividad de las corporaciones de
masones operativos, muchos puntos permanecen oscuros con
respecto al origen de algunos rituales y leyendas que aparecen
en la francmasonería especulativa de la primera mitad del siglo
XVIII.

2. Los Cinco Puntos de Perfección

En esa misma época se escriben documentos que contienen


alegorías y narraciones que luego conformarán la leyenda de
Hiram Abi y se incorporarán al ritual de exaltación al grado de
87
“Maestro Masón”. El más importante es, sin dudas, el “Manus-
crito Graham”, escrito en 1726, del cual podemos extraer al-
gunos fragmentos significativos. El primero contiene elementos
que han sido asimilados a la ceremonia del tercer grado:

“Sem, Cam y Jafet fueron a reunirse junto a la  tumba de su padre


Noé para intentar descubrir alguna cosa que les guiase hasta el
poderoso secreto que detentaba este famoso predicador. Espero
que cada uno admitirá que todas las cosas necesarias al nuevo
mundo se encontraban en el arca con Noé.”

“Estos tres hombres ya habían convenido que si no encontraban


el verdadero secreto, la primera cosa que descubriesen ocupa-
ría el lugar de ese secreto. Estaban completamente seguros, pues
creían firmemente que Dios podía -y también quería- revelar su
voluntad, por la gracia de su fe, de su plegaria y sumisión; de tal
manera que lo que descubrieran se mostraría tan eficaz para ellos
como si hubieran recibido el secreto desde el principio, de Dios
en persona, de la fuente misma.”

“Llegaron pues a la tumba y no encontraron nada, salvo el ca-


dáver casi totalmente corrompido. Cogieron un dedo que se des-
prendía de nudillo en nudillo hasta la muñeca y el codo. Entonces,
levantaron el cuerpo y lo sostuvieron colocando pie contra a pie,
rodilla contra a rodilla, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla
y mano en la espalda, y gritaron: ¡Ayúdanos, Oh Padre!, Como si
hubieran dicho: Oh Padre del cielo, ayúdanos ahora, porque nues-
tro padre terrestre no puede hacerlo; Enseguida reposaron el ca-
dáver, sin saber qué hacer. Uno de ellos dijo entonces: ¡Todavía
queda médula en este hueso!, y el segundo: ¡pero es un hueso
seco!,  y el tercero: ¡hiede!...”

El segundo párrafo habla de la leyenda de Betsaleel -hijo del


mítico rey Alboine- sin lugar a dudas Bezaleel, el artífice del
Tabernáculo que, según hemos visto, aparece en el grado XXIV
del R.E.A. y A. y es el mismo personaje que Rabano Mauro vin-
88
cula con Hiram Abi, en sus comentarios al Libro de los Reyes:

“…Durante el reinado del rey Alboine nace Betsaleel, quien fue-


ra llamado así por Dios antes de ser concebido.Y este santo hom-
bre supo por inspiración que los títulos secretos y los atributos
principales de Dios eran protectores, y edifica apoyándose por
completo en ellos, de tal manera que ningún espíritu infernal y
destructor osa destruir la obra de sus manos. Tanto se hicieron
sus obras famosas que los dos jóvenes hermanos del rey Alboine,
ya nombrado, quisieron ser instruidos por Betsaleel debido a su
noble manera de construir. Betsaleel consiente con la condición
de que no la revelen sin que alguien esté con ellos para componer
una triple voz. De esta manera se comprometieron por juramento
y Betsaleel les enseña las partes teórica y práctica de la masone-
ría; y ellos así lo hicieron. Entonces los salarios de los masones
aumentaron en este reino y hubo masones entre los reyes y los
príncipes. Sin embargo, Betsaleel sintiendo próxima su muerte,
quiso ser enterrado en el valle de Josafat y que fuese grabado un
epitafio según su mérito, lo cual fue cumplido por estos dos prín-
cipes. Esto es lo que se grabó: Yace aquí la flor de la masonería,
superior a muchos otros, compañero de un rey y hermano de dos
príncipes.Yace aquí el corazón que supo guardar todos los secre-
tos, la lengua que nunca los reveló…”

El tercer párrafo que hemos seleccionado introduce en el tex-


to a Hiram Abi, el hijo de la viuda:

“…A estas alturas espero que todo el mundo tendrá por seguro
que ninguna de las cosas necesarias para llevar a buen fin esta
santa construcción fue negada al sabio rey [Salomón]. En caso
contrario deberíamos acusar a Dios de injusticia, cosa que no osa-
ría hacer ningún débil mortal.”

“…Dicho esto, leemos en el Primer Libro de los Reyes, capítulo 7,


versículo 13, que Salomón envía a buscar a Hiram de Tiro. Este era
hijo de una viuda de la tribu de Neftalí y su padre era un Tirio que
89
trabajaba el bronce. Hiram estaba lleno de sabiduría y habilidad
para realizar toda clase de obras de bronce. Permanece junto al
rey Salomón y le consagra todo su trabajo. La explicación de estos
versículos es la siguiente: la palabra habilidad significa ingenio-
sidad, pues cuando la sabiduría y la inteligencia están unidas en
una misma persona a ésta nada le falta. Así, por el presente pasaje
de la Escritura, se deduce que este hijo de viuda, cuyo nombre era
Hiram, había recibido una inspiración divina, lo mismo que el rey
Salomón y también el santo Betsaleel.”

La última parte de este documento se refiere a los denomi-


nados “cinco puntos de perfección”. Más allá de la claridad
del texto -que no necesita de comentarios- sabemos, gracias al
90
“Manual de Villar de Honecourt” (Folio 35), que estos modos de
reconocimiento eran perfectamente conocidos por los masones
operativos del siglo XIII. Veamos el texto:

“…Cuando todo se terminó, los secretos de la Franc-Masone-


ría fueron puestos a buen recaudo, como lo son ahora y lo serán
hasta el fin del mundo, por aquellos que los comprenden verda-
deramente; en tres partes por referencia a la Santa Trinidad que
hizo todas las cosas, después en trece subdivisiones que evocan
al Cristo y sus doce apóstoles, que son como siguen: una palabra
para un teólogo, seis para el clero y seis para el compañero del
oficio; después en pleno y total acuerdo con esto, siguen los cinco
puntos de los compañeros franc-masones, que son: pie contra pie,
rodilla contra rodilla, pecho contra pecho, mejilla contra mejilla,
y mano en la espalda. Estos cinco puntos hacen referencia a los
cinco principales signos, que son: la cabeza, el pie, el cuerpo, la
mano y el corazón; y también a los cinco puntos de arquitectura;
igualmente a los cinco órdenes de masonería. Estos puntos sacan
su fuerza de cinco orígenes, uno divino y cuatro temporales, que
son los siguientes: en primer lugar el Cristo, la cabeza y la piedra
angular, en segundo lugar Pedro, llamado Cefas, en tercer lugar
Moisés, que graba los mandamientos, en cuarto lugar Betsaleel, el
mejor de los masones y en quinto lugar Hiram, que estaba lleno
de sabiduría y de inteligencia…” 

3. Los Rituales de Muerte y Renacimiento

Existe un profundo vínculo entre la ceremonia de exaltación


al grado de maestro masón, y la profesión de votos que realiza
el monje benedictino en la última etapa de su ordenación, cuyo
origen es mucho más antiguo. En ambas ceremonias el candi-
dato muere, para luego renacer en una condición diferente, su-
perior. Resulta interesante remarcar que esto se lleva a cabo en
la última etapa de la “iniciación”. En el caso de la masonería, la
exaltación tiene lugar luego de que el candidato ha atravesado
la condición de aprendiz, y la de compañero. En la Orden de
91
San Benito, el profeso fue previamente aspirante, postulante y
novicio. 

La similitud entre ambos ritos ha sido ampliamente investiga-


da por escritores masones, en particular belgas y alemanes. El
Gran Maestre belga Goblet D’ Alviella, por ejemplo, señala que
la “profesión de votos” -como se llama a la iniciación de los no-
vicios, especialmente en la orden de los benedictinos- implica
una muerte y una resurrección simuladas.170  Según el ritual
-que continuaba aun en vigor a fines del siglo XIX- el novicio se
tendía en el suelo frente al altar, bajo una mortaja, entre cuatro
cirios, y se leía el oficio de los difuntos. La asistencia entonaba
el Miserere; luego, el candidato se incorporaba, daba a cada
uno el beso de la paz y tomaba la comunión de manos del abad.
A partir de ese día adoptaba otro nombre, que conservaría has-
ta su lecho de muerte. El profeso benedictino -al igual que el
maestro masón- nace a una nueva vida. Aún en la actualidad,
aquel monje que solicita sus votos solemnes, recibe como signo
de su profesión la investidura de la cogulla, como testimonio de
su entrega total a Cristo y su muerte al mundo.

Por otra parte, August Pauls, Soberano Gran Comendador del


Supremo Consejo Grado 33 de Alemania dice al respecto:

“Muchas veces se ha afirmado que la Leyenda de Hiram nació


del ceremonial del profeso benedictino, sea que la idea de fondo
provenga de la consagración de monjes de esa Orden Católica o
del ritual de iniciación de otra orden católica, de monjes o secula-
res, que tenía ese ceremonial Benedictino…”

“Tal como en la Orden Benedictina el neoprofeso representa en


cierto grado a Cristo, así simboliza en su exaltación el Compañe-
ro a Hiram, considerado como el masón más perfecto de la tie-
rra. Ambos son tratados en cripta mística, y también en un ataúd,
como muertos, en algunos sistemas masónicos y en algunas órde-
nes católicas.”
92
“Los dos viven su resurrección simbólica, el neoprofeso por
mandato del Diácono y el francmasón por el Venerable Maestro
mediante el toque y la Palabra del Maestro. Pero el contenido y
sentido de las dos ceremonias muestran ya una diferencia básica.
Mientras que el neoprofeso adopta él mismo, en señal de obe-
diencia, la posición del muerto, el candidato en el Grado de Maes-
tro sufre el destino, no según la Biblia, sino que según la Leyenda
del Maestro Hiram, asesinado por tres compañeros pérfidos y es,
como él, la víctima del cumplimiento del deber y del secreto…”

Pauls marca, sin embargo, algunas diferencias importantes: “…


En el profeso está ausente la vestimenta de cuero de nuestro Ter-
cer Grado (Mandil) y el florecimiento de una planta (Acacia), tal
93
como ya lo sabemos por los antiguos Misterios. Aunque se expli-
que el uso del Mandil como continuación de los dos grados pre-
cedentes, es altamente inverosímil presumir que se haya alterado
tanto la creación de la Leyenda de Hiram como el contenido y
sentido de la profesión Benedictina ; mientras en la  primera se
convierte simbólicamente al candidato en la víctima de un crimen
a causa del cumplimiento de su deber, el neoprofeso benedictino
se somete voluntariamente en señal de obediencia…”.171 

Existe una importante literatura masónica, en especial ale-


mana, en la que se ha comparado la profesión de votos entre
los benedictinos -según los antiguos rituales de su orden- y la
consagración de maestros en la nuestra. Marcial Ruiz investigó
esta cuestión basándose en trabajos y testimonios de masones
alemanes, y volcó sus resultados en el  “Libro del Maestro Ma-
són” editado por la Gran Logia de la Argentina, en 1982, QUE
FUERA OPORTUNAMENTE SACADO DE CIRCULACIÓN HACE
ALGUNOS AÑOS.

Allí afirma que escritores como Findel en su “Historia de la


Francmasonería” y Karl Bayer, ven a los rituales benedictinos
como una fuente francmasónica. Menciona también a tres her-
manos de la Gran Logia Nacional [ “Los Tres Globos”, de Berlín]
a los que le atribuye el mérito de haber dilucidado la cuestión:
Johann Heinrich Sonnekalb172, quien describe el ritual bene-
dictino en su obra sobre el grado de maestro; Kingelhoefer, por
su tratado sobre “La consagración de monjes entre los bene-
dictinos y la consagración de maestros en nuestra Orden”, pu-
blicado en 1931 y basado en obras impresas de la Orden Be-
nedictina;173  y en especial, los trabajos de Edwin Rousselle,
publicados bajo el título “Sobre el Rito de Profesos Benedicti-
nos”.174 Rousselle integró el “Circulo de Eranos”, al que per-
tenecieron figuras fundamentales de la filosofía, el estudio de
las religiones, la hermenéutica y el simbolismo, entre los que se
destacaron Henry Corbin, Mircea Eliade, y Carl Gustav Jung. En
el trabajo mencionado, describe que -en oportunidad de hos-
94
pedarse en el Convento de Beurón, en 1919- pudo tomar notas
de un antiguo ritual de 1868, vigente hasta 1914, y que, a su vez,
se basaba en otros más antiguos. En términos generales, este ri-
tual coincidía con las descripciones realizadas por Goblet D’Al-
viella.

NOTAS.

165. Gervasio de Canterbury, “Incipit tractatus de combustione et re-


paratione Cantuariensis ecclesie” en Manzi/Corti, pp. 86-94.
166. “Privilegio de Alfonso VII a los trabajadores de la catedral de
Santiago, 1131”. López Ferreiro, “Historia de la santa iglesia catedral
de Santiago”, IV. Apéndice 6, p. 1617. En Pérez, Juan Beneyto, “Textos
políticos españoles de la Baja Edad Media” (Madrid, Instituto de Estu-
dios Políticos, 1946) p. 105.
167. López Ferreiro, “Fueros municipales de Santiago y su tierra” 2,
80-81; En Pérez, Juan Beneyto, Ob. cit. p. 106.
168. Extracto del Decreto Nº 37 del Concilio de Aviñon; 18 de junio de
1326 (Tomo 25 de la nueva e importante compilación de los Sagrados
Concilios).
169. Knoop, D. y Jones, G., “The Medieval Mason” (Londres, 1933) pp.
244-245.
170. Goblet D’Alviella, Ob. cit. p. 57.
171. Pauls, August; “Nacimiento, desarrollo y significado del Grado de
Maestro.” (Santiago de Chile, Cuadernos Simbólicos de la Gran Logia
de Chile, Vol. I,) pp. 26 y 27.  (Gentileza de Nelson Morales Barrientos).
172. Sonnekalb -que es considerado como uno de los eruditos de la
prehistoria de la Francmasonería- no dudaba en afirmar que el origen
de la institución debía buscarse en las asociaciones de picapedreros
de la época de la construcción de las catedrales.
173. “Cuadernos para los Maestros de San Juan” (Zirkelkorrespon-
denz, Alemania, 1931).
174. Ibid.

Tomado de:
https://eduardocallaey.blogspot.com/2013/04/la-masoneria-en-el-
amanecer-de-la-era.html
visitado el 10-02-2020 a las 18:17 horas de Perú.

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FELIPE EL HERMOSO
96
Herbert Oré B
Y LOS TEMPLARIOS.
Belsuzarri 33° 97
FELIPE EL HERMOSO Y LOS TEMPLARIOS.
Herbert Oré Belsuzarri 33°

Los monjes cronistas para desviar la atención que a la iglesia le


toca, sobre el destino de los templarios, se refieren de Felipe El
Hermoso con duros términos: “rey de Francia... devorado por la
fiebre de la avaricia y la concupiscencia.Y esa no fue sólo la única
fiebre inherente en Felipe IV... fue también víctima de la ambición
y, por encima de todo, del poder”. Cuando ascendió al trono, a
los 17 años de edad, era apuesto, frío, taciturno y atrevido en la
necesidad, pero sin fuego o brío. Capaz en la formación de sus
designios y obstinado para conseguirlos mediante artimañas o
violencia, corrupción o crueldad, con agudeza para escoger y
ayudar a sus siervos, vengativo y apasionado con sus enemigos
e infiel y distante hacia sus súbditos, pero de vez en cuando te-
niendo cuidado para conciliarlos, ya sea llamándolos en su ayu-
da en sus dificultades o peligros o dándoles protección contra
sus opositores. Nunca, tal vez, fue un rey mejor servido por las
circunstancias o más logrado en sus empresas; pero... desenca-
denó una escandalosa lucha por los derechos, logros forzados,
arrojando a la realeza en Francia por la senda jactanciosa de
ese egoísmo arrogante y temerario que es a veces compatible
con la capacidad y la gloria, pero que lleva en sí mismo en se-
milla... los vicios y consecuencias fatales de la arbitrariedad y
el poder absoluto.

Durante un tiempo pudo arrebatar Gascuña a Inglaterra, al


final se vio obligado a devolverla y aunque durante un tiempo
dominó y oprimió a Flandes, su victoria fue seguida por una hu-
millante derrota. Por su matrimonio con Juana de Navarra (1284)
añadió Navarra, Champagne y Brie a las posesiones reales. Lion
quedó posteriormente (1312) sujeto a la corona.

Su rechazo a someterse a la demanda de Bonifacio VIII para


que hiciera la paz con el rey de Inglaterra no se debió a una idea
claramente definida de las relaciones apropiadas de la Iglesia y
98
el Estado, sino a su determinación de hacer su propia voluntad
para desafiar a quien era reconocido como la más alta autori-
dad espiritual sobre la tierra. Sus medidas de represalia como
respuesta a la bula de Bonifacio Clericis laicos (25 de febrero
de 1296), le permitió obtener una autoridad superior al que el
clero francés tenía en Francia, sin importar que simpatizara con
su desafío al papado o no, así nadie se atrevió a contradecirle,
pagando al rey los subsidios de guerra exigidos a pesar de la
prohibición papal.

99
No era un héroe de la libertad. Su desafiante trato a la bula
Unam sanctam (que afirmaba la supremacía pontificia sobre el
poder temporal de los reyes), el cual ordeno quemar, al mismo
tiempo que dispuso la confiscación de las propiedades de los
prelados que se alinearon con el papa, y cuando este respondió
con una bula papal de excomunión, Felipe reunió un concilio
nacional para juzgar al papa y éste fue hecho prisionero por el
canciller francés Guillermo de Nogaret (“atentado de Anagni”,
1302).

La muerte de Bonifacio, poco después, permitió a Felipe hacer


elegir a papas franceses (Benedicto XI en 1303 y Clemente V
en 1305), de quienes obtuvo todo cuanto pidió (por ejemplo, la
supresión de la Orden del Temple en 1307). El dominio francés
sobre la Iglesia quedó plasmado en el traslado de la sede pon-
tificia de Roma a Aviñón (1309).
100
Estos no son precisamente pruebas de que era un reformador.
El hecho es que: “no consideraba a Dios ni a hombre, cuando sus
intereses estaban en juego”.

“Consiguió el traslado de la sede papal a territorio francés no


para producir una reforma de la administración papal, sino para
obstaculizar a otros soberanos que usaron el poder organizador
del papado contra él”, logro la cooperación papal y curial para
el engrandecimiento de la monarquía francesa. “Obligó al papa
cautivo y a la curia a cooperar con él en la destrucción de los
Templarios, no porque creyera que la orden se había convertido
escandalosamente en inmoral y diabólicamente blasfema e irre-
ligiosa, como afirmaban los miembros de la orden, que fueron
obligados bajo tortura a confesar, sino porque estaba celoso de
su poder político y falta de sujeción, además de codiciar de sus
inmensas riquezas”.

También persiguió a los judíos no porque deseaba que se


hicieran cristianos, sino para apropiarse de su riqueza. Pero no
todo fue el producto de su propio pensamiento independiente.
Estuvo rodeado de capaces e inescrupulosos consejeros (como
Guillermo de Nogaret), que se prestaron a su deseo de poder y
gloria, y se beneficiaron personalmente de sus abusos.

13 de octubre de 1307

El 12 de octubre, el maestre general del Temple, Jacobo de


Molay, acompañaba al rey de Francia, Felipe el Hermoso, en las
solemnes exequias que se celebraban por el alma de Catali-
na de Courtcnay, esposa de Carlos de Valois, hermano del rey
Felipe; Molay, de acuerdo con el protocolo, fue singularmente
distinguido con el alto honor de sostener una de las cintas del
catafalco de la princesa difunta. En el colmo de la bajeza, el rey
francés treinta días antes, el 14 de septiembre, había despacha-
do desde Maubuisson la orden secreta de apresar a todos los
templarios del reino y de ocupar todas sus casas y bienes un
101
mismo día y a una misma hora. Ese día y esa hora habían sido
fijados para el romper del alba del día 13 de octubre, menos de
20 horas después de los funerales de Margarita de Courtenay.

Al amanecer de ese día en toda Francia los senescales, los


bailíos y los prebostes del rey, acompañados de sus hombres de
armas, procedieron a cercar todas las casas templarias y arres-
tar a todos los caballeros, clérigos y sirvientes, miembros de la
Orden, ocupando todos sus bienes de acuerdo con las instruc-
ciones secretas despachadas desde Maubuisson el 14 de sep-
tiembre por Guillermo de Nogaret, el nuevo Guarda del Sello
Real.

La operación policial fue un éxito sin precedentes; la sorpre-


sa fue total, en cientos de casas francesas del Temple. Más de
un millar de templarios cayeron en manos de los esbirros del
rey de Francia; apenas una docena escapó al aprisionamiento,
102
probablemente por hallarse de viaje fuera de su residencia. En
París, Guillermo de Nogaret con las gentes del prebostazgo de
la ciudad se apoderó sin dificultad al amanecer de la Torre del
Temple sorprendiendo en ella al maestre general Jacobo de
Molay y a los demás templarios residentes en esa encomienda.
Pocas horas más tarde Felipe el Hermoso se personaba en la
Torre del Temple donde se apoderaba de todo el dinero y joyas
confiados a la custodia de los templarios y de los demás fondos
provenientes de todas las encomiendas de Francia allí acumu-
lados, en espera de ser utilizados en una nueva cruzada a Tierra
Santa.

Los templarios en Francia, por instrucciones de Felipe IV, de-


bían ser aislados entre sí, y debían ser interrogados sobre los
presuntos crímenes que les eran atribuidos, prometiéndoles el
perdón si los confesaban y advirtiéndoles que si los negaban
serían condenados a muerte. Luego debían ser entregados a
los inquisidores, que tratarían de obtener las confesiones de los
que se hubieran mantenido en la negativa utilizando para ello
la tortura.

La sorpresa no había sido sólo para el maestre general y los


templarios, sino también para el papa. El rey ni siquiera se ha-
bía molestado en comunicar a Clemente V, que se encontraba
en Poiriers. Los templarios, como religiosos que eran, sólo eran
justiciables ante el fuero eclesiástico.

El Papa irritado por ello, convocó un consistorio de urgencia


el 15 de octubre en el que no llegó a tomar ninguna decisión;
sólo el 27 de octubre Clemente V escribía una misiva a Felipe
IV reprochándole la usurpación de la jurisdicción eclesiástica y
protestando por el escandaloso empleo de la tortura. Pero eso
no detuvo a Felipe IV de los interrogatorios a que eran someti-
dos los templarios por gentes del rey y frailes dominicos como
inquisidores.

103
Pronto comenzó a llegar al rey las confesiones obtenidas me-
diante torturas brutales y sangrientas; en París treinta y seis tem-
plarios murieron en el tormento mientras negaban las acusacio-
nes. Entre los confesos se encontraban el maestre general, el
visitador de Francia y los maestres provinciales de Normandía
y Chipre. No es de extrañar que en el mismo París otros cien-
to treinta y cuatro templarios confesaran todo lo que querían
sus verdugos; tan sólo cuatro templarios, que no admitieron las
calumnias, permanecieron con vida. En provincias el resultado
fue parecido: de los noventa y cuatro interrogatorios enviados
a París, sólo ocho no reconocieron los delitos que incriminaban
los torturadores; se ignora cuantos murieron en los tormentos.

Los cientos de confesiones forzadas, y sobre todo el reconoci-


miento por Jacobo de Molay y por los otros tres altos dignatarios
de todos los crímenes imputados, no dejaron de causar cierta
impresión en el papa, que decidió por fin a ceder parcialmente
a las exigencias del rey de Francia y abrir una investigación so-
bre la Orden del Temple y sus miembros.

El 22 de noviembre de 1307, Clemente V por la bula Pastoralis


preeminentíae ordenaba a todos los monarcas que, cada uno en
su reino, procedieran a apresar a los templarios y a secuestrar
sus bienes hasta que la Santa Sede dispusiera acerca de la Or-
den, de sus miembros y de sus bienes. Así la tragedia iniciada
en Francia el 13 de octubre se extendía mes y medio más tarde
a toda la Cristiandad.

En febrero de 1308, el papa retiró los poderes jurisdiccionales


de los inquisidores dominicos que actuaban como delegados
pontificios, cuando en realidad estaban al servicio del rey fran-
cés; jurídicamente quedaba desarmado el proceder contra los
templarios. La reacción de Felipe el Hermoso no se hizo espe-
rar; acudió a la Universidad de París solicitando un dictamen fa-
vorable a sus actuaciones, pero ante la actitud reservada de ésta
reforzó sus presiones sobre el papa fomentando la aparición de
104
libelos que acusaban al Pontífice de nepotismo, de favorecedor
de la herejía y amenazaban a Clemente V con hacerle sufrir las
mismas desdichas que había sufrido Bonifacio VIII. Para refor-
zar estas amenazas el rey francés convocaba los Estados Gene-
rales del reino en Tours, que celebraron sus sesiones entre los
días 5 y 15 de mayo de 1308. Representantes de los tres estados,
clero, nobleza y ciudades, acompañaron a Poitiers a Felipe IV
en su visita a Clemente V, pero el Papa no cedió a las presiones.

Éstas se intensificaron hasta el paroxismo durante los meses


de junio y julio amenazando los ministros del rey, Nogaret y Plai-
sians, con recurrir a la fuerza armada si el Papa persistía en su
silencio y en la que ellos llamaban obstinación en la defensa de
unos herejes y criminales.

El 27 de junio de 1308 los ministros franceses presentaron ante


el Papa a setenta y dos templarios, convenientemente prepara-
dos y bien escogidos entre los más débiles ante los tormentos,
o entre los renegados y salidos de la Orden, para que confirma-
ran todos los supuestos crímenes de los templarios.

Por fin el 5 de julio el Papa claudicaba y restablecía la juris-


dicción de los inquisidores para que éstos, junto con los obis-
pos de cada diócesis, continuaran las investigaciones contra los
templarios.

El papa no estaba satisfecho con la claudicación arrancada


por las presiones de Felipe, y así el 12 de agosto, Clemente V
volvió a retomar en sus manos la dirección de todo el proceso
contra los templarios. Por la bula Faciens misericordiam señala-
ba el procedimiento que debía seguirse en las causas judicia-
les contra el Temple, distinguiendo tres clases de imputados:
los miembros singulares de la Orden, los altos dignatarios de
la misma: maestre general y maestres provinciales, y la Orden
misma como tal en su conjunto. Los templarios sin jerarquía
especial serían juzgados en cada archidiócesis por el conci-
105
lio provincial, compuesto por los obispos de la misma, sobre la
base de las investigaciones llevadas a cabo por el obispo de la
diócesis acompañado por al menos uno de los miembros de la
comisión pontificia de ocho miembros que el Papa designa para
cada reino o comarca. Los inquisidores podían asistir a los inte-
rrogatorios pero sin asumir la dirección de los mismos.

El maestre general y los maestres provinciales quedaban


exentos de esa jurisdicción especial y sometida al juicio úni-
co del Romano Pontífice. La instrucción contra estos dignatarios
y contra la Orden del Temple como tal sería conducida por la
misma comisión pontificia de ocho miembros nombrada por el
Pontífice en cada reino o comarca.

Finalmente para emitir el juicio último sobre la Orden como


tal, se reservó al papa, que convocaba un concilio ecuménico a
celebrar en la ciudad imperial de Vienne, en el Delfinado, que
debía dar comienzo a sus tareas el 1 de octubre de 1310.

Este aparente triunfo del papa sobre el rey de Francia era


compensado con ciertas concesiones pontificias, ya que Cle-
mente V otorgaba a Felipe IV que continuara manteniendo en
sus manos el secuestro de los bienes de la Orden y la custodia
de los templarios apresados en Francia. Así ambos poderes po-
dían retrasar la confrontación: el Papa prolongando en el tiem-
po los procedimientos, el Rey obstaculizando la comparecencia
de los prisioneros.

De hecho, el proceso de constitución de las comisiones dioce-


sanas que debían proceder contra los templarios singulares no
se cerró hasta la primavera de 1309 y sus actuaciones se pro-
longaron desde mediados de 1309 hasta ya entrado el año 1310.
A su vez la comisión delegada pontificia, competente contra el
maestre general y los dignatarios de la Orden, sólo se reunía
por primera vez el 8 de agosto de 1309 y no llegó a funcionar
hasta el siguiente noviembre.
106
De acuerdo con la mencionada bula también en Inglaterra,
Italia, Alemania, Irlanda, Chipre, Portugal, Castilla, Aragón y Ma-
llorca se constituyeron las comisiones previstas, que prolonga-
ron sus actuaciones a lo largo del año 1309 y 1310, y en algunos
casos, como en Inglaterra, hasta comienzos del año 1311. La tor-
tura, aunque con más moderación que en Francia, fue empleada
en los interrogatorios de los templarios en todas partes, con ex-
cepción de Castilla y Portugal. Navarra, cuyo monarca era Luis
Huttin, hijo primogénito del rey francés, siguió en todo las hue-
llas de Francia.

El 26 de noviembre comparecía Jacobo de Molay declarando


la inocencia de la Orden, pero dos días más tarde en una segun-
da comparecencia modificó su actitud alegando que puesto que
el papa se había reservado el último juicio sobre la Orden, sólo
estaba dispuesto a hablar en presencia del Pontífice.

Avanzaban los días sin que los templarios, salvo alguna contada
excepción, se mostrasen dispuestos a declarar ante la comisión
pontificia. En febrero de 1310 cuando la comisión reanudó sus
sesiones el día 3; dieciséis templarios de Macon comparecie-
ron, a finales de mes eran quinientos treinta y dos los templarios
que había solicitado comparecer, al acabar marzo alcanzaban la
cifra de quinientos noventa y dos para superar poco después el
número de seiscientos, y todos ellos proclamaban la inocencia
de la Orden.

Uno de estos comparecientes, el hermano Ponsard de Gisi,


testimoniaba que cuanto él y los suyos habían declarado ante
los inquisidores, lo dicho era falso. “Habéis sido torturado” le
preguntaron. “Sí -respondió- tres meses antes de mi confesión
me ataron las manos a la espalda tan apretadamente, que saltaba
la sangre por las uñas, y sujeto con una correa me metieron en
una fosa. Si me vuelven a someter a tales torturas, yo negaré todo
lo que ahora digo y diré todo lo que quieran. Estoy dispuesto a
sufrir cualquier suplicio con tal que sea breve; que me corten la
107
cabeza o que me hagan hervir por el honor de la Orden, pero yo
no puedo soportar suplicios a fuego lento como los que he pade-
cido en estos dos años de prisión”. Otros muchos templarios se
expresaron de forma parecida.

La situación se volvía alarmante para el rey de Francia que de-


cidió pasar a la acción y cortar este alud de testimonios favora-
bles al Temple. Entretanto el papa, alegando los retrasos que es-
taban sufriendo los procedimientos contra los templarios, había
diferido, del 4 de abril de 1310, por el concilio de Vienne todo
un año, fijando ahora su apertura para el 16 de octubre de 1311.

Felipe IV para enderezar la situación a su favor utilizó a Felipe


de Marigny, obispo de Cambrai y hermano de Enguerrand de
Marigny, el ministro de Hacienda del rey francés y miembro in-
fluyente del Consejo Real.

El rey alcanzó para Felipe de Marigny el nombramiento como


arzobispo de Sens, a cuya provincia eclesiástica pertenecía el
obispado de París; el 10 de mayo de 1310, el nuevo arzobispo
convocó el concilio provincial para juzgar a los templarios de su
provincia eclesiástica, que al día siguiente, 11 de mayo, conde-
naba a ser quemados vivos a cincuenta y cuatro templarios de
la provincia de Sens, que, habiendo confesado inicialmente sus
presuntos delitos en la tortura, habían ahora comparecido ante
la comisión pontificia para defender la inocencia de la Orden.

Los cincuenta y cuatro condenados fueron conducidos en ca-


rros el 12 de mayo a las afueras de París a la hoguera que había
mandado preparar en las cercanías de la puerta de San Antonio.
Allí sucumbieron todos cruelmente sacrificados mientras pro-
clamaban a gritos su total inocencia, sin que la comisión pon-
tificia, cuya protección habían invocado, moviera un dedo para
salvarlos.

En los días siguientes la hoguera de París se extendió a otras


108
provincias eclesiásticas de Francia; nueve templarios ardieron
en Senlis el 16 de mayo, otros siguieron el mismo camino en
Pont-de-I’Arche y otros lugares; en Carcassonne la hoguera se
encendió un año más tarde, el 20 de junio de 1311. El rey de
Francia había triunfado; la resistencia de los templarios desa-
parecía en las hogueras.

El 13 de mayo de 1310 la comisión pontificia reanudaba sus ta-


reas en la capilla de San Eloy del monasterio de Santa Genoveva
de París, y los pocos templarios que comparecieron ante ella
sólo sabían balbucear incoherencias; el terror se había apode-
rado de todos ellos. Por excepción un caballero de la diócesis
de Langres, Aimerico de Villiersle-Duc, de unos cincuenta años
de edad y veintiocho de templario, con la faz desencajada in-
109
terrumpió la lectura de las actas de acusación golpeándose el
pecho con los puños cerrados, alzando los brazos hacia el altar,
cayendo de rodillas, y protestando que, si mentía, quería ir dere-
cho al infierno con muerte repentina; inmediatamente declara-
ba: “He confesado algunos delitos a causa de las torturas que me
infligieron Guillermo de Marcilly y Hugo de la Celle, caballeros
del rey, pero todos los crímenes atribuidos a la Orden son falsos.
Al ver ayer como eran conducidos a la hoguera cincuenta y cuatro
hermanos por no reconocer sus supuestos crímenes, he pensado
que yo no podré resistir el tormento del fuego. Lo confesaré todo,
si quieren, incluso que he matado a Cristo”.

El temor a la hoguera causó el efecto buscado por Felipe IV,


pues de doscientos templarios que todavía fueron llamados
ante la comisión pontificia tan sólo doce adoptaron la arries-
gada decisión de defender a la Orden negando los presuntos
crímenes.

La última comparecencia tuvo lugar el 26 de mayo de 1311; la


comisión pontificia juzgando superfluo citar ante ella a los res-
tantes miembros de la Orden, clausuraba con licencia del Papa
sus trabajos el 5 de junio de 1311.

El 16 de octubre de 1311 tuvo lugar la solemne apertura del


concilio; los temas a tratar según la bula de convocatoria y rati-
ficados por el Papa en el discurso de apertura en la catedral gó-
tica de San Mauricio eran la causa de los templarios, la reforma
de la Iglesia y la cruzada a Tierra Santa, pero el tema que atraía
más la atención de todos era el de los templarios.

Inaugurado el concilio, la comisión que Clemente V había


nombrado para que se ocupara de la causa del Temple, votó a
finales de octubre casi por unanimidad, con gran desagrado del
papa, que los templarios y sus defensores debían ser admitidos
y oídos por el concilio antes de cualquier condena.

110
El papa, había decidido secundar los deseos de Felipe IV y
obtener una decisión condenatoria del concilio, para impedir la
comparecencia de templarios ante el concilio, adoptó una tác-
tica dilatoria, anteponiendo a la causa templaría los problemas
de Tierra Santa, la cruzada contra los infieles y la reforma de la
Iglesia.

Irritado, Felipe IV volvió a la táctica, que tan buenos resultados


le venía dando siempre, de presiones y amenazas sobre el Papa.
Para ello convocó en marzo de 1312 en Lyon, no lejos de Vienne,
una reunión de los Estados Generales, donde volvió a agitar el
fantasma que tanto aterraba a Clemente V, reavivar el proceso
por herejía contra su antecesor el Papa Bonifacio VIII.

Se abrieron negociaciones secretas y representantes france-


ses, entre ellos Nogaret, se reunieron con delegados pontificios;
pero el Papa seguía sin ceder a los deseos de Felipe IV. Ante la
indecisión del pontífice, el rey de Francia, anuncia que el 20 de
marzo avanzara con su ejército hacia Vienne.

Chantajeado y amenazado, Clemente V reunía el 22 de marzo


de 1312 un consistorio secreto, donde los miembros de la antes
citada comisión, volviendo de su anterior acuerdo, votaron aho-
ra a favor de la supresión llana y simple de la Orden del Temple.

Este acuerdo se plasmó en la bula Vox in excelso, datada ese


mismo día, por la que el Papa, no sin amargura y pesar de cora-
zón, en virtud de su autoridad, no por vía de sentencia judicial
sino por mera provisión o disposición apostólica procedía a di-
solver y suprimir la Orden del Temple, apuntando que lo mismo
habían hecho otros papas con otras Ordenes religiosas, aun sin
culpa alguna de sus miembros.

La bula permaneció en secreto hasta la solemne sesión con-


ciliar del 3 de abril de 1312, en la que el Papa teniendo a su
derecha a Felipe IV y a su izquierda al heredero francés y rey
111
de Navarra, Luis Huttin, tras haber ordenado por medio de un
secretario que nadie, bajo pena de excomunión, pronunciase
una sola palabra sin permiso u orden del Pontífice, mandó pro-
mulgar y leer la bula Vox in excelso. Así dejó de existir la Orden
del Temple tras doscientos años. Quedaba para más adelante
determinar el destino de las personas de los templarios y de
sus bienes.

La bula Considerantes dudum del 6 de mayo de 1312, distin-


guía dos situaciones: la primera estaba constituida por todos
aquellos que fueran declarados inocentes y por aquellos que
habiendo confesado sus delitos se hubieran reconciliado con la
Iglesia; todos estos debían recibir una pensión procedente de
los bienes de la Orden y residir en algún monasterio guardando
sus votos religiosos. En cambio aquellos templarios que persis-
tieran en la negación de sus culpas o recayeran en las mismas
debían ser castigados con todo el rigor del derecho.

Los bienes de los templarios, venciendo las resistencias del


rey francés, fueron asignados en todos los reinos de la Cristian-
dad por la bula Adprovidam del 2 de mayo de 1312 a la Orden
de San Juan; la única excepción fueron los cuatro reinos hispá-
nicos, a saber: Mallorca, Aragón, Castilla y Portugal, ya que en
Navarra, por su vinculación dinástica, los templarios siguieron
en todo la misma suerte que en Francia. La suerte de los bienes
templarios en estos cuatro reinos quedaba diferida a una ulte-
rior determinación pontificia.

La suerte de la Orden del Temple, de sus bienes y de las per-


sonas de los templarios quedó decidida esa misma primavera
de 1312 en el concilio de Vienne, pero quedaba por resolver el
destino del maestre general y de los dignatarios de la Orden.
En las prisiones de Felipe IV se encontraban todavía Jacobo de
Molay, el visitador de Francia y tres maestres provinciales, a sa-
ber, los de Normandía, Aquitania y Chipre; de este último no se
volvió a oír hablar, probablemente sucumbió muy pronto en los
112
calabozos franceses.

Los otros cuatro dignatarios de la extinguida Orden siguie-


ron en prisión en espera del juicio que decidiera su destino: el
Papa no mostraba ninguna prisa; quizás no sabía qué hacer o
se sentía demasiado culpable por las tropelías y crímenes que
había tolerado contra los templarios franceses. Sólo el 22 de di-
ciembre de 1313 se decidió por fin Clemente V a ocuparse de
los desdichados prisioneros, que llevaban ya más de seis años
padeciendo cruel prisión.

Para llevar adelante el juicio y dictar sentencia el Papa desig-


nó un tribunal compuesto de tres cardenales: el dominico Nico-
lás de Fréauville, el antiguo confesor del rey francés Arnaldo de
Faugéres y el cisterciense vicecanciller de la curia papal Arnal-
do Nouvel, los tres conocidos por su devoción hacia la causa del
rey Felipe IV.

Todavía el proceso se alargó tres meses más, hasta que en la


mañana del 18 de marzo de 1314 los cuatro dignatarios tem-
plarios fueron conducidos a una tribuna que se había alzado
en el pórtico de la catedral de Notre-Dame para que el público
pudiera contemplar mejor el espectáculo y allí les fue leída la
sentencia que les condenaba a los cuatro, como culpables de
múltiples delitos de apostasía, herejía y blasfemia, que ellos
mismos habían confesado, a prisión perpetua.

Es en este momento cuando tuvo lugar el golpe de efecto;


ante los tres cardenales que habían pronunciado su sentencia y
a cuyo lado se encontraba el arzobispo de Sens, Felipe de Ma-
rigny, el mismo que había mandado quemar vivos a cincuenta
y cuatro templarios dos años antes, se alzaron Jacobo de Molay,
maestre general, y Godofredo de Charney, maestre provincial
de Normandía, y retractando todas sus confesiones anteriores
proclamaron ante todos los presentes su inocencia y la de su
Orden.
113
Entre el asombro y la conmoción general la sombra de la duda
se proyectaba sobre la justicia de la sentencia; los miembros del
tribunal perplejos devolvieron a los condenados a la prisión y
aplazaron la cuestión para el día siguiente.

Felipe IV, informado del caso, no esperó al día siguiente; re-


uniendo a primera hora de la tarde el Consejo de la Corona, y
sin esperar ninguna otra actuación eclesiástica, entregó a los
verdugos como relapsos las personas del maestre general del
Temple y del maestre de Normandía.

Esa misma tarde a la hora de vísperas, en una pira que se


amontonó en una pequeña isla del Sena, llamada isla de los ju-
díos, entre los jardines del mismo palacio real y la iglesia de
los agustinos, aproximadamente en el lugar donde hoy se alza
la estatua de Enrique IV, Felipe IV hizo quemar vivos a los dos
templarios.

Los otros dos dignatarios de la Orden, que guardaron silencio


después de la lectura de la sentencia, salvaron la vida, pero des-
aparecieron y murieron oscuramente en las prisiones del rey
francés, que nunca jamás cedió a las autoridades eclesiásticas
el control sobre las personas de los templarios apresados el 13
de octubre de 1307.

La leyenda del emplazamiento ante el tribunal


de Dios

Las dos víctimas en un último acto de piedad solicitaron morir


contemplando la iglesia de Notre-Dame. Proclamando por últi-
ma vez, en el instante supremo de comparecer ante el Creador,
su inocencia y la de toda la Orden, entre el estupor y pasmo de
la multitud supieron sufrir el suplicio del fuego con un valor y
un coraje, que no habían demostrado antes cuando hicieron sus
falsas confesiones.

114
El valiente testimonio dado en la hoguera de Notre-Dame uni-
do a la muerte del papa Clemente V, tan sólo un mes más tarde,
en la noche del 19 al 20 de abril, y el ataque de apoplejía que
sufrió Felipe IV el siguiente 4 de noviembre, del que fallecería
el 29 del mismo mes, con tan sólo cuarenta y siete años de edad,
impresionaron de tal modo la imaginación de la opinión públi-
ca, que ésta forjó la leyenda del emplazamiento formulado por
Jacobo de Molay al Papa y al rey francés para comparecer ante
el tribunal de Dios antes del fin de ese año 1314.
115
Pero ninguno de los testigos oculares, que asistieron a la eje-
cución, escribieron un relato de la misma, no se mencionó para
nada el tal emplazamiento, fácil en cambio de imaginar después
de las fulminantes muertes del Papa y del Rey. Todavía mayor
impresión causó en la misma opinión pública la sucesiva muer-
te, uno tras de otro, en menos de catorce años, de los tres hijos
de Felipe IV y del nieto, hijo del hijo mayor del rey Felipe, que
fueron ocupando sucesivamente el trono francés: Luis X en 1316,
Juan I en 1316, Felipe Ven 1322 y Carlos IV en 1328, cuatro re-
yes muertos todos ellos sin descendencia, hasta extinguirse así
la dinastía de Felipe IV, el Hermoso, y dar paso a la nueva di-
nastía de la casa de Valois. Este final dinástico fue interpretado
como castigo de Dios y maldición del último maestre general
del Temple.

Los templarios fueron las víctimas de la conjura tramada con-


tra ellos por el rey de Francia y sus ministros y de la debili-
dad de un pontífice enfermizo, timorato de carácter, inclinado
116
siempre a las componendas e incapaz de enfrentarse con Felipe
el Hermoso, de temperamento frío, calculador y dotado de una
voluntad de hierro. El Papa trató siempre de resistir a las presio-
nes del rey Felipe, sin oponerse nunca abiertamente, mediante
estratagemas y dilaciones, para acabar siempre, cediendo ante
un acoso acrecentado y tomar resoluciones contrarias a sus más
íntimas convicciones.

Las princesas de la torre: las nueras del rey con-


denadas por adulterio.

El 19 de junio de 1315 el rey Luis X de Francia contrajo ma-


trimonio con la princesa Clementina de Hungría. A pocos kiló-
metros de la ciudad donde tenían lugares las nupcias, casi al
mismo tiempo era sepultada la primera esposa del rey, Marga-
rita de Borgoña (1290-1315). La que era reina consorte de Fran-
cia había sido encontrada cuatro días antes muerta en una celda
helada y desprovista de comodidades del Castillo de Gaillard.

Todas las miradas apuntaban a un asesino: el rey. La misteriosa


muerte de la reina era un capítulo más de la tragedia personal
del rey Felipe IV “el Hermoso” de Francia, quien había falleci-
do algunos meses antes a causa de una caída de caballo que
le provocó una hemorragia cerebral. El monarca, se dice, era
víctima de una maldición que también se propagaría a todos los
miembros su familia y provocaría el final de su dinastía.

La maldición habría sido lanzada en la hoguera por Jacques


de Molay, el Gran Maestre de los Templarios a quien Felipe IV
había condenado en complicidad con el papa Clemente V, en
marzo de 1314. Felipe se había casado con la reina Juana de Na-
varra y tuvo varios hijos. Entre ellos estaban el futuro rey Luis X
“el Obstinado”, quien apenas reinó dos años y cuyo hijo, Juan I,
tuvo una vida corta y un reinado de cuatro días; el segundo hijo
fue Felipe “el Largo”, conde de Borgoña, casado con Juana de
Borgoña (1292-1330); y finalmente Carlos “el Hermoso”, conde
117
de La Marche, casado con Blanca de Borgoña (1296-1926), her-
mana de Juana.

Los tres hijos ocuparon sucesivamente el trono de Francia entre


1314 y 1328, pero no tuvieron descendencia. La hija del rey se
llamaba Isabel y había heredado la belleza de su padre. Apoda-
da “Loba de Francia” se casó con Eduardo II de Inglaterra (hijo
del poderoso Eduardo I el Zanquilargo), quien estaba más in-
teresado en la compañía e influencia de sus hermosos amantes
masculinos. Como la belleza no le alcanzó para lograr sus ob-
jetivos, Isabel recurrió a su otro talento, la ambición, que desató
una verdadera “caza de brujas” en el seno de la corte francesa.

Isabel, La Loba de Francia, que había sido forzada a casar-


se con Eduardo II de Inglaterra, tramó el derrocamiento de su
esposo para gobernar junto a su amante, Roger Mortimer, en
nombre de su hijo, Eduardo III. Éste último, ya siendo mayor y
gobernante único de Inglaterra, declaró tener derecho a la Co-
rona francesa por ser descendiente de los Capetos, lo que lo
enfrentó al rey Felipe VI de Valois, hecho que desencadenará la
Guerra de los Cien Años.

Isabel, luego de unos años de desgraciado matrimonio, volvió


a Francia, donde solía quejarse ante su padre de la falta de pa-
sión y masculinidad del hombre que le había tocado como es-
poso. Aburrida de su soledad en Inglaterra, donde los súbditos
la detestaban, la inquieta mujer comenzó a albergar ambicio-
nes dinásticas en su país natal.

En uno de sus viajes a París, “la Loba” había regalado unos


delicados y costosos monederos bordados a sus tres cuñadas,
las mencionadas Margarita, Juana y Blanca de Borgoña, y me-
ses después, descubrió con sorpresa que aquellos monederos
estaban en manos de dos caballeros normandos que ejercían
como escuderos de Felipe IV, Gauthier y su hermano Philippe
d’Aunay.
118
Ya sea por celos, por venganza o por ambición, Isabel decidió
que esto debía saberse. Era la oportunidad perfecta: si sus cu-
ñadas eran condenadas, sus hermanos no tendrían descenden-
cia y ella podría ser coronada Reina de Francia e Inglaterra.

En abril de 1314, estando retirado en la Abadía de Maubuis-


son, a donde había viajado a meditar tras la quema en la ho-
guera del Gran Maestre Templario, Felipe IV fue informado por
su hija sobre la posibilidad de que sus tres nueras mantuvieran
relaciones con aquellos caballeros que, según sus espías, man-
tenían una relación de estrecha confianza con las princesas.

El rey ordenó detener y vigilar a los caballeros durante un


tiempo y ordenó una investigación a fondo para ver si había re-
laciones pecaminosas dentro de su real familia. Un tribunal en-
contró a las princesas Margarita y Blanca culpables de la orga-
nización de fiestas clandestinas, en las que se bebía y fornicaba.

119
Aquellos encuentros ilegales se desarrollaban al abrigo de la
noche en la Torre de Nesle, construida sobre la ribera del río
Sena, frente al Louvre, durante el siglo XII, y que Felipe el Her-
moso había comprado en 1308.

“Cubiertas por un manto negro, salían por las noches a recorrer


todo París con la libertina intención de seducir a los forasteros
que llegaban a la corte, y a cualquiera que se distinguiera por
su buen aspecto o complexión. Acordaban una cita amorosa y se
encaminaban a la taberna, que contaba con una comunicación
oculta por donde las mujeres hacían pasar a sus conquistas al lu-
panar. Allí, entre fiestas y deleites, pasaban toda la noche hasta
quedar satisfechas. Entonces entraban en escena el tabernero y
sus secuaces, quienes cerraban la función acabando con la vida
de cada galán a puñaladas. Minutos después, los cuerpos eran
arrojados por alguna de las ventanas de la torre…”

En cuanto a la tercera princesa, Juana, se dijo que podría ha-


ber estado presente en alguno de estos encuentros, en haber
ayudado a que pudieran concretarse en la Torre y que sabía
absolutamente todo lo que sucedía entre sus cuñadas y los dos
caballeros. Tras unos meses, Felipe IV hizo detener a los caba-
lleros d’Aunay, quienes confesaron el adulterio luego de ser
torturados por la guardia real.

“El escándalo hería particularmente los valores religiosos del rey,


quien, por otra parte, había permanecido casto desde la muerte
de su esposa”. Pero además de atentar contra la moralidad de
la familia real, ponía en peligro a la dinastía misma. Si había al-
guna sospecha de que un heredero de sangre real podía ser un
bastardo, toda la sucesión al trono sería puesta en tela de juicio.
¡Carlos de Francia y Luis de Navarra, dos ‘hijos de Francia’, he-
rederos del trono, podían haber sido engañados, para su gran
vergüenza, por dos simples escuderos!

Acusados de alta traición a la Corona francesa, los hermanos


120
d’Aunay fueron llevados a Pontoise (norte de Francia), donde
fueron torturados ferozmente, castrados, colgados de las axilas
en el cadalso y finalmente decapitados en público. Sus cuerpos
destrozados fueron paseados por las calles de París mientras
sus genitales fueron entregados a perros callejeros hambrien-
tos.

Blanca y Margarita fueron juzgadas ante el Parlamento y de-


claradas culpables de adulterio. Despojadas de sus honores
principescos, a las dos nueras del rey Felipe se les afeitó la ca-
beza y se les sentenció a cadena perpetua. Juana, en tanto, fue
declarada inocente, en gran parte gracias a la influencia de su
marido Felipe, conde de Borgoña, quien se opuso violentamen-
te a su hermano Carlos, quien clamaba para que Juana fuera
condenada a muerte como cómplice del pecado. La imagen y
la santidad de la dinastía de los Capetos habían sido mancilla-
das y ahora los cornudos lloraban por la venganza.

En un carruaje, Margarita y Blanca fueron enviadas a los he-


lados calabozos de piedra del Castillo de Andelys y, más tarde,
en noviembre, al morir el rey Felipe, encerradas en el Castillo
de Gaillard, en Normandía, por orden del nuevo rey, Luis X. La
hipotética nueva reina, Margarita de Borgoña, considerada la
principal responsable de poner en entredicho la filiación y pa-
ternidad real, fue enviada a la torre más alta del castillo, abierta
al viento y a la intemperie por los cuatro costados.

Allí murió a los veinticuatro años de edad, según se dijo, a cau-


sa de una enfermedad que le provocaron el frío y la humedad
de la torre pero el fantasma del asesinato sobrevuela su histo-
ria hasta nuestros días: ¿fue estrangulada por orden de su ma-
rido? El “Obstinado” Luis X no guardó luto ni asistió al entierro.
Estaba ansioso por volver a casarse, esta vez con Clementina de
Hungría, y lo hizo cinco días después de la muerte de Margarita.

Recluida en los sótanos de la misma fortaleza, la princesa Blan-


121
ca, de dieciocho años, fue trasladada a un convento, donde se
la autorizó a tomar los hábitos, y nunca más pudo ver a su her-
mana. En 1322, su esposo fue coronado con el nombre de Car-
los IV y le negó su pedido de liberación y consiguió anular el
matrimonio, muriendo a los pocos años. Por último, la princesa
Juana, de veinte años, fue recluida en un castillo y cuatro años
más tarde, en 1317, fue liberada para ser coronada reina junto a
su marido, Felipe V de Francia.

En octubre de 2007, con motivo del séptimo centenario del


inicio de la persecución contra la Orden Templaria, el Archivo
Vaticano publicó un documento titulado Processus contra Tem-
plarios, en el que hacía público el llamado Pergamino de Chi-
non, un texto que se afirmó haber sido descubierto en 2001 y
en el cual constaba que Clemente V no pretendía condenar a
los Caballeros, pretendiéndose con este documento exculpar
al papa de los sucesos de 1307 a 1314. Sin embargo, siendo el
texto de 1308, es evidente que aun así el pontífice consumó la
trama instigada por el monarca francés.

En los últimos siglos se ha formado toda una leyenda en tor-


no a los templarios. Existen organizaciones que reclaman ser
sucesoras de la antigua orden medieval, como la masonería, y
quizás la forma abrupta en que fue disuelta en el siglo XIV, ha
hecho que se popularice la imagen de los templarios. Y en los
últimos años producciones cinematográficas como Assassin´s
Creed y Knightfall, pone a la Orden del Temple, vigente en el
pensamiento occidental.

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Marzo 2020
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