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Dialogo Entre Masones

Artículos Masonicos Seleccionados


Año 6 - N° 61

Enero 2019
L

Dialogo Entre Masones


Artículos Masonicos Seleccionados
Año 6 - N° 61

Director General
Herbert Oré Belsuzarri
Directores
Mario López Rico
Vicente Alcoseri
Julio Villarreal III
Artículos Publicados
- El masón que se encontró con la madre oscuri-
dad ........................................................3
- Maestro Secreto.......................................10
- Los artífices dionisiacos............................18
Bosquejo para la historia de los artífices dionisia-
cos........................................................20
Los artífices dionisiacos...............................57
- El templo del rey Salomón.........................68
- La misteriosa secta de los hashashin………..88
- Las leyendas de la masonería y su enseñan-
za........................................................124

La revista agradece la difusión de los artículos


publicados, mencionando la fuente y la auto-
ría.
Valle de Lima Enero 2019

2
El Masón
que se encontró con la
Madre Oscuridad
Vicente Alcoseri

3
El Masón que se encontró con la Ma-
dre Oscuridad
Vicente Alcoseri

Habíamos terminado ya tarde de la Tenida, está se había efec-


tuado a campo abierto. No es que nuestra tradición en mi logia
era el hacer tenidas rusticas masónicas, pero en aquel momento
alguien del cuadro el Hermano Mario nos había sugerido efec-
tuar la tenida masónica a campo abierto en un lugar bien de-
terminado, era suficiente hacerlo de noche, y bajo el manto del
cielo de junio, no había aquella noche nubes, y la escasa luz de
unas velas no opacaba el cielo majestuoso, y así fue que había
transcurrido aquella noche masónica.

El campo donde se había efectuado la tenida está situado so-


bre una colina y desde ahí se observa un extenso bosque, pro-
pio de la Sierra Madre Oriental. Una carretera angosta y aban-
donada nos llevó hasta ahí, pasado por delante de un puente
es que llegamos hasta ahí, que nunca he visto un lugar así, más
bien me pareció sombrío, pero no me pareció que no fuera pro-
pio para una tenida masónica, al contrario me pareció excelen-
te: el lugar era propio de un rancho mexicano en su foso nadan
los patos entre algunos mezquites.

Vivimos tiempos difíciles, y la guerra, la delincuencia, hacen


complicadas las cosas, para hacer tenidas lejos de la ciudad,
aún así, sentí que algo nos protegía, a la vez que algo nos ase-
chaba desde las sombras, algo que había sentido desde que
habíamos llegado a ese punto geométrico, muy próximo a ese
bosque cercano a la sierra madre. Recordaba años atrás en un
lugar muy próximo donde estábamos para la Tenida, había mu-
cha actividad ovni, algo común y a lo que ya muchos estábamos
acostumbrados en ese lugar de México.

Delante de donde estábamos se extiende el atrayente bos-


que; a la derecha, la carretera abandonada discurre a lo largo
4
de un puente dañado por los Huracanes. He dicho que es un lu-
gar muy solitario, y más ahora que pocos de la ciudad visitamos
el campo, por cuestiones de la Guerra contra el Narcotráfico,
ya habíamos encendido el fuego y todos cooperábamos para
hacer nuestros guisos propios del Noreste de México, teníamos
cerveza y ahí acamparíamos, poco a poco, comenzó la rica y pi-
cosa charla masónica, esa propia después de la Tenida, algunos
contaban chistes y otros se disponían sólo a reír, así comenza-
mos a relajarnos y a disfrutar de la cena y de los cantos de los
hermanos masones. Juzgad por vosotros mismos si digo la ve-
dad, así son las cosas en Masonería.

Mirando desde donde estábamos hacia la carretera poco tran-


sitada, se veía nos observaban, uno de los hermanos nos dice,
no hay problema es Don Jacinto, le dije le haríamos una señal
cuando termináramos, para que nos acompañara a cenar. De
cuando en cuando escuchábamos las detonaciones de las me-
tralletas en medio del silencio de la noche, todos sabíamos era
la Marina Armada de México, abatiendo narcotraficantes.

El pueblo habitado más próximo está en esa última dirección, a


una distancia aproximada de siete u ocho kilómetros. El rancho
más cercano y de cierta notoriedad estaba aún más lejos, a unos
veinte Kilómetros a la derecha. La familia Don Jacinto nos expli-
có un hermano poseía antaño el desolado rancho las Colmenas,
antes un prospero rancho fabricante de ladrillos cocidos a leña.

Hay una leyenda que explica por qué fue abandonado por sus
habitantes este extraño paraje; nos comentó Don Jacinto cuando
se acerco con nosotros a cenar y beber cerveza. Pero ya hablaré
de ella, nos dijo Don Jacinto, nuestro hermano nos dijo en ese
momento que Don Jacinto era un viejo chaman un brujo des-
cendiente de una famosa bruja mexicana, a lo que Don Jacinto
afirmaba con la Cabeza, yo desde niño convivía con Brujos de
la región, a lo que eso no me pareció nada extraño. El número
de habitantes de nuestro rancho era muy pequeño dijo Don Ja-
5
cinto. Excluyendo a los criados y a los habitantes de los ranchos
anexos, estábamos solamente mi abuela, y mi abuelo el hombre
más amable del mundo pero de edad bastante avanzada, y yo,
que en la época en que ocurrieron los hechos que voy a narrar
tenía solamente trece años- dijo Don Jacinto. Mi Abuela y Abue-
lo y yo constituíamos toda la familia. Mi Abuela, de una familia
noble familia Judía, murió cuando yo era aún joven. Sin embar-
go, tuve una inmejorable instructora a Doña Camila, la que me
terminó de instruir en estas cuestiones de Chamanismo… Me
dijo Mario, Mario refiriéndose a nuestro hermano masón, que
esta noche venderían masones. Fue que entonces comprendí,
cuando menos yo, que todo era parte de un plan de nuestro Her-
mano masón Mario, para conocer a Don Jacinto el Chaman.

Don Jacinto no parecía alguien inculto, seguramente su fami-


lia le había proporcionado una educación académica, pues su
forma de comentar las cosas parecía tener conocimientos uni-
versitarios, a la vez de tener conocimientos que sobre pasaban
a su instrucción académica, me dio la impresión incluso que la
Masonería no le parecía ajena a Don Jacinto, y fue más eviden-
te cuando extendió su mano derecha cuando pasó ante nuestra
improvisada Ara, y obvio la extendió hacia ella, algo que para
muchos pasó desapercibido, pero ese fue sólo el primer gesto
evidente que Don Jacinto era Masón.

Fue entonces cuando Don Jacinto el Chaman comenzó a con-


tarnos: El primer suceso que me produjo una terrible impresión
y que aún ahora sigue grabado en mi alma , es al propio tiempo
uno de los primeros sucesos de mi vida que puedo yo recordar
–dijo Don Jacinto–, fue cuando me enfrente a lo desconocido,
ya para entonces obvio escuchábamos a Don Jacinto solamente
Mario, otro masón y yo, los clásicos interesados y sin temores
a lo desconocido, los demás hermanos habían prácticamente
huido de la conversación de Don Jacinto, no sé si solo era el
hecho de haber dicho era Chaman, o más bien Don Jacinto era
digamos alguien con cierto aire siniestro. Don Jacinto prosiguió
6
con su relato.

La Hacienda las Colmenas , como la llamábamos, aunque era


sólo para mí, estaba en una habitación grandiosa del último piso
de la casa central, y tenía el techo inclinado de teja roja. Ten-
dría yo unos trece años cuando una noche, despertándome de
pronto, miré a mi alrededor y no vi a nadie. Creí que estaba
solo, pero había un sonido extraño como el de Avispas. No es
que tuviera turbación o miedo ... Pues era una de aquellas afor-
tunados jovencitos a quienes se había instruido en todo tipo en-
señanzas de brujería, y por lo tanto estaba acostumbrado a no
tener miedo, y los cuentos religiosos que Dios castiga enviando
al Diablo a mortificarnos, y cosa, que vuelven a los niños teme-
rosos ante una puerta que cruje o ante la sombra danzante que
produce sobre la pared cercana la luz incierta de una veladora
no le causaba temor. Si me eché a alejarme de esa presencia ex-
traña y oscura fue porque me sentí amenazado por algo que no
comprendía; pero, con gran maravilla, cuando aclare mi mente y
pude encender el quinqué de petróleo vi al lado de mi cama un
femenino rostro bellísimo que me contemplaba con aire seduc-
tor. Era una joven que estaba ahí arrodillada y tenía sus manos
bajo mi colcha, pensé soñaría, pero no, estaba bien despierto.
La observé con una especie de placentero aturdimiento, y cesé
en mi temor hacia eso que creía maligno. La muchacha se acer-
có, se echó en mi cama, invitándome a acostarme con ella, lo
hice y me abrazó fuerte, y me acariciaba, sonriendo. De repen-
te, me sentí tranquilo y muy contento, y caí en su tentación, con
una increíble sensación de placer sexual. En todo eso, nunca me
paré a pensar si esa muchacha era un ser humano o una joven-
cita salida del infierno, o del cielo, pero lo que nunca dude era
que fuera producto de mi imaginación, la jovencita era más que
real, y sus placeres demasiado placenteros.

De pronto vino a mi mente, y era de que en mi Hacienda y en


los lugares cercanos, nunca la había visto antes, eso no me im-
portó, pensé sería alguna nieta de Doña Carmen la nueva Coci-
7
nera. De pronto, me incorporé con la
escalofriante sensación de que dos
dagas me atravesaban el pecho pro-
fundamente. Proferí un potente gri-
to. A pesar de mis trece años yo era
fuerte, todo un caporal un jovencito
hecho a la Brava del Campo, pero
ella parecía incluso ser más fuerte
que yo mucho, mucho mas fuerte,
pues no podía quitármela de encima.
En eso la jovencita dio un salto hacia
atrás, cayendo al suelo, pues había
puesto mi pierna entre los dos y fue
la forma de quitármela de encima y
me pareció que se escondía debajo
de mi propia cama. Por primera vez,
sentí miedo y me puse a gritar con
todas mis fuerzas. La Cocinera, mi
Abuelo y otros más acudieron preci-
pitadamente, pero cuando les conté
lo que me había ocurrido estallaron
en risas –dijeron soñaba–, a la vez
que trataban de abrazarme. Aun-
que yo era un jovencito, recuerdo
sus rostros palidecidos y su angustia
pesimamente disimulada, mientras
veían mi pecho herido y sangrante,
mi abuelo gritaba te has herido con
un machete o qué pasó.

Las vi buscar debajo de la cama,


por todos los rincones de la habi-
tación, en el armario y oí susurrar a
Doña Camila: ¡Mira! Alguien se ha
echado en el rincón del cuarto, junto
a la niña aún está ahí, es una bruja es
8
una bruja. Recuerdo que Doña Ca-
mila comenzó a rezar me acarició
y que las tres mujeres examinaron
mi pecho, en el punto donde yo les
dije que había sentido la punza-
da. Me aseguraron que no se veía
como algo que pusiera en riesgo
mi vida. Al día siguiente lo pasé en
un continuo estado extraña sere-
nidad: no podía quedarme a la luz
del Sol, ni siquiera al amanecer.

Recuerdo a mi Abuelo junto a mi


cama, hablándome en tono serio,
así como preguntando a Doña Ca-
mila y buscando de sus respuestas.
A lo que Doña Camila le dice a mi
Abuelo y a mí, lo visto la diablesa
Lilith, no lo mato porque no quiso,
ella volverá, y mirándome a mi me
dice ahora que venga de nuevo so-
métela hijo, yo te diré como lo ha-
gas como lo hagas. – Así terminó
Don Jacinto su relato, pero y alcan-
ce a preguntarle bueno Don Jacinto
y ¿volvió? Contesto Don Jacinto sí
que volvió – contestó– y ¿cómo le
hizo para someterla? , Don Jacinto
soltó una carcajada diciéndome lo
hice casándome con ella, yo le dije
pues no mas así Don Jacinto, me
respondió Don Jacinto ya viste que
si me entendiste. Cuando se despi-
dió de mi, mi lo hizo con el saludo
correspondiente a como nos reco-
nocemos los masones entre sí.
9
MAESTRO SECRETO
Lázaharo Hael

10
“MAESTRO SECRETO”
Lázaharo Hael

Las enseñanzas Masónicas se concentran en un conjunto de


liturgias ordenadas en grados. El total promedio de páginas
por liturgia es de 35, y más que enseñar la sabiduría Masónica,
señala hacia ella, su contenido es muy amplio pero demasiado
condensado, lo anterior sumado al velo que cubre el simbolis-
mo de la alegoría dificultan su comprensión. Por lo anterior, el
Masón debe estar muy atento y releer con atención cada pa-
labra o párrafo, porque un pequeño detalle pasado por alto,
significa un amplio tema desapercibido. Por todo lo anterior, el
Mason debe buscar con criterio crítico, literatura pública que
amplíen y profundicen estos temas litúrgicos.

La liturgia de Maestro Secreto 4º toca temas como: la pala-


bra I.O.D. la causa primera, el triángulo, el circulo, la estrella
flameante, la llave del santuario, el sepulcro, la naturaleza, Ins-
tinto social, La consciencia, La razón, la inteligencia, Sentimiento
de veneración, el estudio del hombre y del mundo, Conscien-
cia humana, La intuición, Experiencia, El ego, Instinto, Albedrio,
Justicia, Voluntad, El Arca de la alianza, La menorah, Gramática,
Retorica, Lógica, Aritmética, Geometría, Música, Astronomía,
La verdad, el laurel y el olivo, más los personajes y muchos te-
mas colaterales que giran en orbitas alrededor de cada párrafo,
nombre, lugares, etc.

La palabra I.O.D. o YOD decima letra del alfabeto hebreo, es


como una pequeña llama inclinada a la izquierda, como si se-
ñalara a Aries primera columna de nuestro templo. A esta le-
tra se le relaciona con el Foat, Nous, Prana, o el aliento ardiente
de Dios que puso en movimiento al universo y sostiene la vida.
El triángulo que lo contiene tiene una relación con la santísi-
ma trinidad, o en cábala con el mundo de las emanaciones y
arquetipos Atziluth con sus Sephirot Kether Corona, Chokmah
Sabiduría, y Bina entendimiento. El círculo que lo envuelve es
11
el infinito, el universo, el Dios primero que está más allá de toda
comprensión. Como causa primera puede entenderse a la fuer-
za que inicio todo movimiento, pero también puede entenderse
como la materia primordial con que está constituido todo cuan-
to existe, algunos otros nombres de esta materia son: Agente
Mágico, Éter, Materia Astral, Lucifer.

La letra YOD o IOD es la primera del nombre sagrado de YHVH


en Hebreo donde cada letra corresponde a uno de los cuatro
mundo de la Cábala: Aziluth mundo arquetípico o de las ema-
naciones, el mundo divino. Briah mundo de la creación o mundo
de los tronos. Yetzirah mundo de la formación y de los ángeles.
Assiah mundo de la acción o de la materia. Cada mundo está
presidido por un Arcángel: Rafael, Gabriel, Miguel, y Sandalfon.
Hasta aquí, el infinito representado por el círculo ha alcanzado
su cuadratura a través del universo material conformado por los
cuatro elementos: Fuego, Aire, Agua, y Tierra.

Cuando la consciencia que ha permanecido hasta entonces


como la flama oculta en medio del carbón aparece, la letra vein-
tiuno del alfabeto Hebrero “Shin” en forma de corona de tres
brazos o tres mundos superiores de la cábala, cuya posición
en la cabalística se encuentra entre HOD esplendor o gloria y
MALKUTH reino. Se integra al HVH convirtiéndose en IESHOUA
o JESÚS, en Hebreo la estrella flameante de cinco puntas que
nuestra liturgia señala como “LA RAZÓN QUE NOS ELEVA SOBRE
TODO LO CREADO”.

Papús en su libro “Tarot de Marsella” nos señala “IRAM, INRI,


IOD-HE-VAU-HE (YHVH) Encierra idéntico misterio bajo diferen-
tes aspectos. El que ha comprendido una de estas palabras posee
La llave que abre la tumba de HIRAM ABIFF”.

La llave que le es entregada al Maestro Secreto para que pene-


tre en el santuario se refiere al conocimiento oculto, aquel que
te llevara al sepulcro de Hiram. Tú propio cuerpo material, y
12
rescatar de ahí, las virtudes del Gran Maestro Arquitecto Hiram
simbolizado por su corazón embalsamado que se encuentra en
la urna. “¿Dónde está H,’, Intr,’, El maestro que buscaba un guía
que le dirigiera en el camino de la verdad? Está en un sepulcro,
para que la naturaleza que ha impresionado sus sentidos, se refle-
je en las profundidades de su pensamiento”.

Si. El ser ante la dificultad o imposibilidad por conocerse por


sí mismo, crea su “propia” realidad externa, donde a través de
esta dualidad, y por el conocimiento negativo de lo que no soy,
busca conocerse viéndose reflejado en su propia creación. En-
tonces, el ser se vistió de materia convirtiéndose en hombre y
mujer, la percepción y sensaciones propias de la materia le pro-
porcionaron la piedra de apoyo, para desarrollar su insipiente
consciencia. Y su propio cuerpo físico, como la realidad externa
cobro formas y dimensiones. Y su razón e inteligencia teniendo
como punto de apoyo a la consciencia inicio su desarrollo. La ra-
zón al entrar en reflexión de lo que soy y no soy, y la inteligencia
como una facultad para resolver las dificultades propias, dieron
realizaron a “su” incipiente universo.

Instinto social. Como instinto podríamos definirlo como las


fuerzas irracionales que ha sido integrada al inconsciente como
una necesidad para sobrevivir desde el inicio de los tiempos.
Social como la convivencia grupal. Esto podría tener sustento al
pensar en la necesidad molecular y celular formando organis-
mos mayores para sobrevivir y alcanzar estructuras más com-
plejas. Existen psicólogos que afirman que el instinto social no
nace con el hombre, sino que se hace, hereda, o adquiere con-
forme crece en la familia, cualquiera de las dos formas, el hom-
bre solo podría sobrevivir por la fortaleza del grupo y evolucio-
nar a través de las experiencias vivenciales adquiridas a través
de las circunstancias dentro del género humano y la naturaleza.

El estudio del hombre es fundamental en la comprensión del


mundo, el universo, y Dios. Porque es a través de la percepción
13
de sus sentidos y sus recursos mentales que el universo cobra
existencia dentro de psique humana. Porque no es suficien-
te que exista, sino también que el hombre sea consciente de
ello. Lo cual nos lleva a sintetizar que comprender al hombre es
comprender el mundo, el universo, y a Dios. Como albedrio se
reconoce la potestad de obrar por reflexión y elección propia.
El hombre vive en sociedades regidas por leyes, mismas que
tratan sobre la justicia y el correcto vivir. De modo que el libre
albedrio absoluto no existe. Las leyes, justicia, y albedrio son
temporales en cuanto van cambiando según la evolución del
pensamiento humano.

El simbolismo es polivalente según el contexto en se encuen-


tre. De modo que el Arca bien podría ser el hombre encarnado
como el contenedor de las tablas con los Diez Mandamientos, la
vara de Aarón que reverdeció y el Maná que cayó del cielo. Los
dos Ángeles o Kerubines sobre el arca, nos hablan de la duali-
dad, la materia y el espíritu. Algunos escritores han llegado a
mencionar que tales seres sobre el arca, eran un Ángel copulan-
do con una Mujer, Espíritu y Materia. Y el arca sobre la que se
apoyaban, sería el universo con todas sus leyes y fuerzas.

Viendo todo lo anterior desde el contexto de la liturgia del


Maestro Secreto, dice que el Arca estaba frente al orador y fren-
te a ella la Menorah o candelero de siete luces que no es otra
cosa que la Cábala completa. Pero, por sus siete luces podría-
mos identificarlo como el universo manifiesto compuesto por
los siete Sephirot inferiores, y el Arca con los tres Sephirot su-
periores, que anatómicamente diríamos, la Cabeza y el cuerpo
humano… Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.

Dios creó la naturaleza, su hija y esposa. Y siendo la naturale-


za una extensión de él mismo, creo a través de ella al hombre
físico, al “Adam de barro” al “Golem” y “Dios insufla en su nariz
aliento de vida; y fue el hombre en alma viviente” Gn. 2:7

14
Esto nos recuerda la alegoría del enfrentamiento de Iblis y
los Heloims contra Adonaí, estando de por medio Eva y Adán…
Bueno, al igual que la IOD está en todo el alfabeto Hebreo, Dios
está en todo y todo está en Dios… “El que tenga oídos para oír,
oiga”

La naturaleza forma al pre humano y lo provee de todas las


fuerzas instintivas que le ayudaran en su sobrevivencia. Pero el
hombre a pesar de continuar inmerso en ella, paradójicamente
ha emergido al desarrollar su consciencia, inteligencia y razón,
que al margen de la opinión de la ciencia oficial podríamos de-
cir que con la razón nació un cuarto reino… El reino humano. No
es posible seguir pensando en el Sanctum Sanctorum, La bóve-
da secreta, La urna con el corazón embalsamado de Hiram Abiff
como algo poético y fantasioso. Esto es simbólico, y como tal,
tiene una verdad detrás.

Es increíble como un tema nos lleva a otro y a otro más, Pero,


los límites para un trazado o columna gravada, son dos hojas,
y Todo lo anterior tiene profundidades que no se vislumbra su
fondo, esto hace difícil o más bien imposible agotar todo el ma-
terial en el presente.

Más sin embargo, todo tiene como centro al hombre y su evo-


lución. Pero sobre todo, la evolución de la consciencia, inteli-
gencia, razón, justicia, albedrio, intuición, etc.

Podría pensarse que el presente es una fantasía o que algunas


cosas son inexactas. Y lo son mientras no busquen la confirma-
ción por ustedes mismos. Las palabras ajenas carecen de valor
mientras el hombre no las confirme por propia experiencia, sin
embargo, sería poco inteligente negarlas por propia ignorancia.

El grado de Maestro Secreto es el inicio del estudio esotéri-


co de la Ciencia Sagrada de la Masonería, o sea, el estudio del
hombre interior y sus fuerzas…
15
Concluyo sin terminar. Existen dos senderos y una tercera re-
sultante para accesar al ser interior. El de las serpientes que
ondulantes suben por Sephirot y columnas, y cuyo poder para
ascender es la emotividad y sentimiento, donde el hombre al-
canza su apoteosis a través del Ceremonial. El otro Sendero
es el de los Arcángeles. El Vuelo de la Flecha. El del Sendero
del Medio o MEDITACIÓN. La primera técnica es la del teúr-
go mientras que la segunda es la del místico, Técnica que tiene
como inicio la práctica de la concentración por la fuerza de la
voluntad, como lo indica la liturgia del Grado 18. S,’, P,’, R,’, C,’, y
como consecuencia existe la tercera, que combina las dos an-
teriores.

Pensar que todo lo anterior es una fantasía, es aceptar que he-


mos perdido el tiempo en la Masonería. Tomar como verdad pa-
labras no propias, es aceptar letras y enunciados como verda-
des concretas. A vosotros les corresponde dejar de especular y
pasar a la forma operativa en la búsqueda de la verdad. Tomad
la llave de Marfil que te fue entregada en la iniciación como
Maestro Secreto y adéntrate en el sepulcro sagrado del Maestro
Hiram Abiff, y busca la urna que contiene su corazón embalsa-
mado reviviendo en ti sus virtudes y atributos sagrados.

“Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder”


1Co. 4:20

16
17
LOS ARTIFICES
HIPPOLYTO JOSEPH COS
18
S DIONISIACOS
STA Y ALBERT MACKEY
19
BOSQUEJO
PARA

LA HISTORIA

DE LOS

ARTIFICES DIONISIACOS

Un fragor

POR

HIPPOLYTO JOSEPH COSTA, ESQ.

LONDRES

VENDIDO POR MENSAJES. SHERWOOD, NEELY, Y JONES,

PATERNOSTER-FILA.

1820

Precio Tres Chelines.

20
Los misterios de los antiguos, y las asociaciones en que se
enseñaron sus doctrinas, apenas han sido considerados en los
tiempos modernos, pero con el fin de denunciarlos y ridiculi-
zarlos.

Los sistemas de la mitología antigua han sido tratados como


absurdos monstruosos, degradando la razón humana, condu-
ciendo a la idolatría y favoreciendo la depravación de los mo-
dales.

Sin embargo, merecen atención, si se contemplan los motivos


de sus inventores, en lugar de la perversidad y la ignorancia de
sus corruptores.

Cuando se privó a los hombres de la luz de la revelación, aque-


llos que formaron sistemas de moralidad para guiar a sus seme-
jantes, de acuerdo con los dictados de una razón mejorada, me-
recían el agradecimiento de la humanidad, por muy deficientes
que pudieran ser esos sistemas, o el tiempo podría haberlos
alterado; El respeto, no la burla, debe asistir a los esfuerzos de
aquellos hombres buenos; aunque sus labores hubieran resulta-
do inútiles.

En este punto de vista, debe considerarse una asociación, ras-


treada hasta la antigüedad más remota y conservada a través de
innumerables visitas, pero conservando las marcas originales
de su fundación, alcance y principios.

Parece que, en un período muy temprano, algunos hombres


contemplativos estaban deseosos de deducir de la observación
de la naturaleza, reglas morales para la conducta de la huma-
nidad. La astronomía fue la ciencia seleccionada para este pro-
pósito; La arquitectura fue llamada posteriormente en ayuda de
este sistema; y sus seguidores formaron una sociedad o secta,
que será objeto de esta investigación.

21
La continuidad de este sistema se encontrará a veces rota, un
efecto natural de teorías en conflicto, de la alteración de los mo-
dales y del cambio de las circunstancias, pero hará su aparición
en diferentes períodos, y la misma verdad se verá constante-
mente.

La importancia de calcular con precisión las estaciones del


año, para regular las actividades agrícolas, la navegación y otras
actividades necesarias en la vida, debe haber hecho de la cien-
cia de la astronomía un objeto de gran cuidado, en el gobierno
de todas las naciones civilizadas; y la predicción de los eclipses,
y otros fenómenos, deben haberse obtenido para lo aprendido
en esta ciencia, tal respeto y veneración de la multitud ignoran-
te, para que sea extremadamente útil para los legisladores, al
formular leyes para regular la conducta moral de su pueblo.

Las leyes de la naturaleza y las reglas morales que se deducían


de ellas se explicaban en las historias alegóricas, que llamamos
fábulas, y esas historias alegóricas estaban impresionadas en la
memoria por ceremonias simbólicas denominadas misterios, y
que, aunque luego se malinterpretaron y aplicaron mal, conte-
nían Sistemas de la teoría de la filosofía más profundos, subli-
mes y útiles.

Entre esos misterios destacan los peculiares elususianos. Dio-


nisio, Baco, Orisis, Adonis, Thamuz, Apolo, etc., fueron nombres
adoptados en varios idiomas, y en varios países, para designar
a la Divinidad, que era el objeto de esas ceremonias, y gene-
ralmente se admite que el sol estaba destinado Por estas varias
denominaciones.1

1 El número de autoridades para probar esto se recoge en Kirker, vol. Yo p. 288.


Ogygia me Bacchum canit,
Osiris Egyptus putat,
Arabiæ gens Adoneum.
Ausonius en Myobarbum
Epig. 29.
22
Comencemos con un hecho, no discutido, que en estas cere-
monias se representó una muerte y una resurrección, y que el
intervalo entre la muerte y la resurrección fue a veces de tres
días, a veces de quince días.

Ahora, por el testimonio concurrente de todos los autores an-


tiguos. 2 las deidades llamadas Osiris, Adonis, Baco, y c. fueron
nombres o tipos dados, representando el sol, considerados en
diferentes situaciones, y contemplados bajo varios puntos de
vista. 3

Por lo tanto, estas representaciones simbólicas, que describían


al sol como muerto, es decir, escondidas durante tres días bajo
el horizonte, deben haberse originado en un clima donde el sol,
cuando se encuentra en el hemisferio inferior, se encuentra, en
cierta estación del año. El año, oculto durante tres días a la vista
de los habitantes.

De hecho, tal clima se encuentra en el norte hasta la latitud 66


°, y es razonable concluir que, de un pueblo que vive cerca del
círculo polar, la adoración del sol, con tales ceremonias, debe
haberse originado; y algunos han supuesto que esta gente era
la Atlántida. 4

La adoración del sol se remonta generalmente a los ritos mi-


tráicos y los inventados por los magos de Persia. Pero si el sol
puede convertirse en un objeto de veneración, si se puede pen-
sar que la preservación del fuego merece ceremonias religio-
sas, es más natural que sea con personas que viven en un clima
helado, para quienes el sol es el mayor consuelo. , cuya ausencia
bajo el horizonte durante tres días es un evento deplorable, y
cuya aparición sobre el horizonte es una verdadera fuente de
alegría.
2 Meursius ha recopilado todas las autoridades y fragmentos encontrados en autores
antiguos en las ceremonias eleusinas.
3 Plutarco, De Iside y Osiride.
4 Recherches sur les Atlantides.
23
No es así en Persia, donde el sol nunca se oculta durante tres
días juntos bajo el horizonte, y donde sus rayos penetrantes es-
tán tan lejos de ser una fuente de placer, que ser protegidos de
ellos, disfrutar de tonos fríos, es uno de esos Las comodidades,
para lograr que se ejerza todo el ingenio del arte. La adoración,
por lo tanto, del sol, y el mantenimiento de los fuegos sagrados,
debe haber sido una introducción extranjera a Persia.

La conjetura se ve reforzada por algunos hechos importantes


que, en referencia a las alusiones astronómicas, colocan la esce-
na fuera de Persia, aunque la teoría se encuentra allí.

En el Boun Dehesch (traducido por Anquetil Du Perron página


400) encontramos que “el día más largo del verano es igual a los
dos más cortos del invierno; y que el más larga noche en el invier-
no es igual a las dos noches más cortas en verano”.

Esta circunstancia solo puede tener lugar en la latitud de 49 °


20 ', donde el día más largo del año es de dieciséis horas y diez
minutos, y el más corto de ocho horas y cinco minutos.

Esta latitud está muy lejos de los límites de Persia, donde la


historia coloca a Zoroastro, a quien las doctrinas sagradas; Del
libro persa Boun Dehesch se atribuyen. Esta proporción, enton-
ces, de días y noches, como regla general, solo podría ser cierta
en Escitia, ya sea en las fuentes de Irtisch, Oby, Jenisci o Slinger.
No sabemos nada de la historia antigua de esos escitas o ma-
sagetas, pero sabemos que disputaron su antigüedad con los
egipcios. 5 y que el principio anterior, aunque atribuido al Zo-
roastro persa, solo es aplicable al país de esos escitas.

Pero que el origen de los misterios del sol comience donde


sea posible, se celebraron en Grecia, en varios lugares, entre
otros, en Appollonia, una ciudad dedicada a Apolo, y situada en
la latitud 41 ° 22 '. 2 En esta latitud, el día más largo tiene quince

5 Herodoto.
24
horas, diferenciándose tres horas de la duración del día en que
el sol está en el equinoxial: lo contrario es el caso de las noches.
Esta circunstancia explicará la conservación de tres días en es-
tos misterios, incluso cuando se celebre en Grecia, también por
los quince días, o representación del número de quince en algu-
nos de los ritos elusinianos.

Los números misteriosos se emplearon para designar tales y


similares operaciones de la naturaleza, ya que se dice que los
símbolos y secretos pitagóricos fueron tomados de los ritos Or-
phic o Eleusinian; y que consistían en el estudio de las ciencias y
las artes útiles, unidos a la teología y la ética, y se comunicaban
en cifras y símbolos. 6 En muchos otros autores se encuentran
indicios similares sobre la importancia mística de los números.7

Las letras, que representan números formaron nombres ca-


balísticos, expresivos de las cualidades esenciales de aquellas
cosas que querían representar; e incluso los griegos, cuando
tradujeron nombres extranjeros, cuya importancia cabalística
sabían, los representaron con letras griegas, para preservar la
misma interpretación en números, que encontramos ejemplifi-
cada en el nombre del Nilo. 8
6 Jamablicus. parte. Me tapa 32.
7 Plutarco (in vitæ Numæ) dice que “para ofrecer un número impar a los dioses ce-
lestes, y uno par a la terrestre, es correcto. El sentido de qué precepto está oculto de lo
vulgar”. El mismo Plutarco (en vitæ Lycurgi) que explica el número de los senadores
espartanos, que tenían 28 años, dice: “tal vez haya un número perfecto formado por
siete, multiplicado por cuatro, y con el primer número después de seis que sea igual a
todas sus partes “.
Otra prueba de la importancia mística de los números se encuentra en Plutarco (en
vitæ Fabii). “La perfección del número tres consiste en ser el primero de los números
impares, el primero de los plurales, y que contiene en sí las primeras diferencias, y la
primera Elementos de todos los números “.
8 La fertilidad causada por las inundaciones del Nilo sobre el país adyacente hizo que
este río fuera considerado como una representación mística del sol, padre de p. 9 Toda
la fecundidad de la tierra; y, por lo tanto, se le dio un nombre que contiene el número
365, o días en el año solar. Los griegos así conservaron el nombre.
Ν {griego N } 50
Ε {griego E } 5
25
Pero en el número tres al que se hicieron tantas alusiones mís-
ticas y morales, había una referencia a los tres círculos celestes,
dos de los cuales el sol toca, pasando sobre el tercero en su
curso anual. 9

Algunos supusieron que los misterios de Eleusis, al igual que


los de Dionisio o Baco, habían sido introducidos en Grecia por
Orfeo: 10 pueden haber venido de Egipto, pero Egipto puede
haberlos recibido en un período anterior de los persas, y éstos
nuevamente de los escitas; pero tomándolos solo como los en-
contramos en Grecia, daremos aquí un resumen de sus ceremo-
nias.

El aspirante a estos misterios no fue admitido como candida-


to hasta que llegó a cierta edad, y se designó a determinadas
personas para que lo examinaran y prepararan para los ritos de
iniciación. 11 Aquellos, cuya conducta fue encontrada irregular,
o quienes habían sido culpables de crímenes atroces, fueron
rechazados, y aquellos considerados dignos de ser admitidos
fueron instruidos por símbolos significativos en los principios
de la sociedad. 12

En la ceremonia de admisión en estos misterios, el candida-


Ι {griego I } 10
Λ {griego L } 30
Ο {griego O } 70
Σ {griego S } 200
365
9 Grec de Potter. Antiq.
10 Dionysius Siculus, Lib. VI. dice, que los atenienses inventaron los misterios elusi-
nianos; pero en el primer libro de su biblioteca dice que fueron traídos de Egipto por
Erecteus.
Theodoret Lib. Grec. Afecta, dice, que fue Orfeo quien inventó esos misterios, imitando,
sin embargo, las festividades egipcias de Isis.
Arnobius y Lactantius describen esos misterios, al igual que Clemens.
11 Hesichius en γδραυ {griego gdrau } ”Fueron exhortados a dirigir sus pasiones. Por-
phir. Ap. Sob. Ecclog. Phis. P. 142. Para merecer la promoción mejorando sus mentes.
Arrian en epictet. lib. 3 cap. 21.
12 Clemens, Strom. Lib. Yo p. 325. lib. VIII. pag. 854.
26
to fue mostrado por primera vez en una habitación oscura, lla-
mada capilla mística. 13 Allí se le plantearon ciertas preguntas.
Cuando se introdujo, el libro sagrado se adelantó, entre dos pi-
lares o piedras: 14 fue recompensado por la visión: una multitud
de luces extraordinarias, algunas de las cuales son dignas de un
comentario particular.

Se puso de pie sobre una piel de oveja; La persona opuesta fue


llamada la reveladora de cosas sagradas. 15 y también estaba
vestido con una piel de oveja o con un velo de color púrpura,
y en su hombro derecho una piel de mula manchada o abiga-
rrada, representando los rayos del sol y las estrellas. 16 A cierta
distancia se encontraba el portador de la antorcha 1 que repre-
sentaba el sol; y junto al altar había una tercera persona, que
representaba a la luna. 17

Por lo tanto, prevemos que durante esas asambleas presidie-


ron tres personas, en diferentes empleos, y podemos observar
que en el gobierno de las caravanas en los países del este, tres
personas también las dirigen, aunque hay cinco oficiales prin-
13 μυςχος σηχος {Griego mu s xo s shxo s }
14 πετρωμα { Petrwma griega }
15 αντοψια { antopsia griega }
16 ιεροφαντες {griego ierofante s }
17 Mairobius Saturnalia. Lib. I. c. 8. Copiaré aquí una traducción al inglés de este pasaje,
que he leído en alguna parte.
“El que desea en pompa de vestimenta sagrada, el resplandeciente cuerpo del Sol para
expresarse, pág. 11
En primer lugar, un velo debe asumir un brillo púrpura. Como rayos blancos claros
combinados con una luz ardiente; En su hombro derecho, a continuación, la amplia piel
de una mula, Ampliamente diversificado con orgullo manchado,
debería colgar una imagen del polo divino, y estrellas medievales cuyas orbes brillan
eternamente; una zona dorada y espléndida, entonces, su chaleco debe lanzarlo, y atarlo
alrededor de su pecho, en una poderosa muestra cómo con luz dorada, el sol naciente
desde los últimos límites de la tierra, y la noche Surge repentina y con una fuerza ini-
gualable, Dardos a través de las olas del viejo Océano en su curso Un esplendor ilimi-
tado, por lo tanto, consagrado en el rocío, juega en sus remolinos, glorioso a la vista,
mientras que sus aguas circundantes se extienden hacia el exterior, llenas en presencia
del dios radiante; Pero el círculo del océano, como una zona de luz, los anchos pechos
del sol ceñen y encantan la vista de las varitas.
27
cipales, además de los tres matemáticos; esas tres personas son,
el comandante en jefe, que gobierna todo; el capitán de la mar-
cha, que tiene el poder dominante, mientras la caravana se mue-
va; y el capitán del resto, o refrigerio, que asume el gobierno,
tan pronto como la caravana se detiene para refrescarse. 18

Algunos autores han observado la misma división de poder,


en la marcha de los israelitas a través del desierto, y consideran
a Moisés como el capitán general, Josué, el capitán de la mar-
cha; y tal vez Aaron como el capitán del resto. 19

La sociedad de la que estamos hablando estaba gobernada


por tres personas, con diferentes tareas asignadas, por una cos-
tumbre de la antigüedad más remota.

Los misterios, sin embargo, no se comunicaron a la vez, sino


por graduaciones, 20 en tres partes diferentes. El negocio de la
iniciación, propiamente hablando, se dividió en cinco seccio-
nes, como encontramos en un pasaje de Theo, quien compara la
filosofía con esos ritos místicos. 21

Estas ceremonias, hasta ahora, parecen contener los misterios


18 αδουχοσ {Griego dadouxos }
19 Ateneo, Lib. V. cap. 7.
20 Fragmentos, agregados al Dict de Calmet.
Disertación sobre las caravanas, tomada del Coronel Campbell’s Travels en la India.
21 De nuevo, la filosofía puede llamarse la iniciación en las ceremonias sagradas y la
tradición de los misterios genuinos; porque hay cinco partes de iniciación. La primera
es la purgación previa; porque tampoco se comunican los misterios a todos los que están
dispuestos a recibirlos; pero hay ciertos personajes, que son impedidos por la voz del
pregonero; como aquellos que poseen manos impuras, y una voz inarticulada; ya que
es necesario que los que no son expulsados ​​de los misterios primero sean refinados por
ciertas purgaciones; Pero después de la purgación, la tradición de los derechos sagrados
tiene éxito. La tercera parte se denomina inspección. Y el cuarto, que es el fin, la fijación
de las coronas: para que el iniciado pueda, por este medio, poder comunicar a los demás
los ritos sagrados, en los que se le ha instruido; si después de esto se convierte en porta-
dor de la antorcha, o en un intérprete de los misterios, o en alguna otra parte del oficio
sacerdotal. Pero el quinto, que se produce a partir de todo esto, es la amistad con la divi-
nidad, y el disfrute de esa felicidad, que surge de la conversación íntima con los dioses.
28
menores, o la primera y segunda etapas del candidato en su
avance a través del curso de sus iniciaciones. Hubo, sin embar-
go, una tercera etapa, cuando el candidato, él mismo, se hizo
simbólicamente para acercarse a la muerte y luego volver a la
vida. 22

En esta tercera etapa de la ceremonia, el candidato fue tendi-


do en el sofá, 23 para representar su muerte.

En cuanto a las festividades en las que se celebraron esos mis-


terios, encontramos que el 17 de mes Athyr 24 las imágenes de
Osiris fueron encerradas en un ataúd o arca: en el 18 fue la bús-
queda; 25 y el 19 fue el hallazgo. 26

Thug en fábulas o historias simbólicas, relacionadas con estos


misterios, encontramos a Adonis muerto y resucitado; las muje-
res sirias que lloran por Thamuz, & c.

Examinemos ahora lo que significaba este símbolo

La muerte y la resurrección, o por ciertos personajes, dicen


haber visitado el Hades, y volver de nuevo. 27
22 “Me acerqué a los confines de la muerte, pisando el umbral de Proserpine y, tras
ser transportado a través de todos los elementos, volví a mi prístina situación. En las
profundidades de la medianoche vi el sol brillando con una luz espléndida. , junto con
los dioses infernales y sobrenaturales, y acercándome más a esas divinidades, pagué el
tributo de la devota adoración “.
Apuleius Metamorph. lib. III.
23 παςος {griego pa s o s }
24 Este mes, Athyr, según las respuestas del año juliano a noviembre, o el solsticio de
invierno; pero con los judíos, el mes de Thamuz, cuando se celebraron las solemnida-
des de Adonis en Judea, fue en junio, o solsticio de verano. La razón parece ser que los
judíos que tomaron este mes del año vago de los egipcios (y no del año fijo) asentaron a
Thamuz en el solsticio de verano.
Selden De diis Syriis.
Kirker, vol. Yo p. 291.
25 {ητησις {Griego zhthsi s } Plutarco.
26 ευρεσις {Griego euresi s } Plutarco.
27 Debemos observar aquí que las fábulas tenían la intención de transmitir más de un
29
Parece que este tipo en todas sus diversas formas y denomina-
ciones,

Indicó que el sol pasaba hacia el hemisferio inferior y volvía a


subir.

Los egipcios, que observaron esta adoración del sol, bajo el


nombre de Osiris, representaron al sol en la figura de un an-
ciano, justo antes del solsticio de invierno, y lo tipificaron por
Serapis, teniendo la constelación de Leo frente a él, el Serpiente
o hidra debajo de él, el lobo al este del león y el perro al oeste.
Este es el estado del hemisferio sur a medianoche de ese perío-
do del año.

Los mismos egipcios representaban el sol por el niño Harpó-


crates, en el equinoccio vernal; y luego fue la festividad de la
muerte, el entierro y la resurrección de Osiris; es decir, el sol
significado; En prueba de que copiamos el siguiente pasaje:
se topan con otras cosas, pero respetando a sus padres. Por último, las fábulas son ma-
teriales, como los egipcios emplean ignorantemente, considerando y llamando divini-
dades de naturalezas corporales; tales como Isis, Tierra, Osiris, Humedad, Tifón, Calor;
o nuevamente, denominando agua de Saturno, frutas de Adonis, y Baco, vino. Y, de
hecho, afirmar que están dedicados a los dioses, de la misma manera que las hierbas, las
piedras y los animales, es la parte de los hombres sabios; pero llamarlos dioses es solo la
provincia de los necios y los locos; a menos que hablemos de la misma manera, como
cuando de una costumbre establecida llamamos al orbe del sol y sus rayos el sol mismo.
Pero podemos percibir el tipo de fábulas mixtas, así como en muchos otros detalles,
como cuando se relacionan, esa discordia, en el banquete de los dioses a través de una
manzana dorada, y que una disputa sobre esto surge entre las diosas, fueron enviados
por Júpiter para tomar el juicio de París, quien, encantada con la belleza de Venus, le dio
la manzana con preferencia al resto. Porque en esta fábula, el banquete denota los pode-
res supramundanos de los dioses, y por esta razón, una conjunción subsistente entre sí:
pero la manzana dorada denota el mundo, que a causa de su composición de naturalezas
contrarias, no se dice incorrectamente ser arrojados por la discordia o la lucha. Pero,
una vez más, dado que diferentes dioses imparten diferentes dones al mundo, parecen
competir entre ellos por la manzana. Y un alma que vive según el sentido (porque esto es
París) y que no percibe otros poderes en el universo, afirma que la manzana es la belleza
de Venus. De estas especies de fábulas, como las teológicas, pertenecen a los filósofos, las
físicas y animáticas a los poetas.
Salust, el filósofo platónico.
30
en el hemisferio inferior; Solo subiendo, y subiendo arriba en el
hemisferio superior.

En esta situación superior, el sol se llamaba Horus, Mitra, & c. y


aclamado como sol invictus . Ahora señalaremos algunos otros
símbolos para expresar los mismos fenómenos, aunque diferen-
tes de los tipos que tratamos en la actualidad.

En los monumentos astronómicos mitraicos, donde la figura


de un hombre está representada conquistando y matando a un
toro, hay dos figuras a sus lados con antorchas; uno apuntando
hacia abajo, el otro hacia arriba.

Estos monumentos, donde se representan los misterios en


cuestión, el hombre que mata y conquista al toro, representa al
sol, pasando al hemisferio superior, a través del signo de Tauro,
que en ese remoto período (cuatro mil seiscientos años antes
de nuestra era) Fue el signo equinoxal. Los dos portadores de
antorchas, el que apunta su antorcha hacia abajo, el otro hacia
arriba, representa al sol que pasa hacia el hemisferio inferior y
vuelve a subir.

En el momento remoto al que se aludía, el sol entró en el signo


de Tauro, en el equinoccio de verano, y el año se inició en este
período entre los astrónomos egipcios. 28 Posteriormente, como
consecuencia de la precesión de los equinoccios, el equinoccio
de verano tuvo lugar en el signo de Aries; por lo tanto, parte
de los egipcios transfirieron su adoración del toro o becerro al
carnero; 29 mientras otros seguían adorando al toro. 30
28 “Los egipcios comenzaron a contar sus meses desde el momento en que el sol entra,
ahora, al comienzo del signo Aries”.
29 ¿Por qué él (Arato) ha tomado el comienzo del año de Cáncer, cuando los egipcios
datan del comienzo de Aries?
Theon. pag. 69.
Heródoto (L. 2. cap. 24) dice que la estatua de Júpiter Ammon tenía la cabeza de un car-
nero, Eusebio (Præparat. Evang. L. 3. cap. 12.) nos dice que el ídolo de Amón tenía un
carnero. Cabeza con los cuernos de una cabra.
30 Strabo (L. 17.) nos informa, que en su tiempo, los egipcios en ninguna parte sacrifi-
31
Podemos explicar esto en el lenguaje de nuestros astrónomos
modernos diciendo que algunos de los sabios egipcios conti-
nuaron contando con el zodíaco móvil, mientras que otros es-
timaron el año con el zodíaco fijo; y esta circunstancia produjo
una división de sectas en la gente, ya que era una división de
opinión, entre los sabios.

Asimismo, por la misma precesión de los equinoccios, el sol,


pasó de Aries a Piscis en el equinoccio vernal, unos trescien-
tos treinta y ocho años antes de nuestra era; sin embargo, el
comienzo del año continuó siendo contado por Aries. Si la as-
tronomía egipcia y la religión egipcia hubieran existido con el
mismo vigor, ambos habrían sufrido una alteración similar; pero
los sistemas egipcios estaban en ese período casi aniquilados.
Podemos observar, sin embargo, que los cristianos, al comienzo
de nuestra era, marcaron sus tumbas; Con los peces, como em-
blema del cristianismo, para distinguir sus sepulcros de los de
los paganos, por un símbolo desconocido para ellos.

Al regresar de esta breve digresión a nuestro propósito inme-


diato, debemos observar que si esas ceremonias y símbolos
debían representar al sol y las leyes de sus movimientos, estos
fenómenos de la naturaleza se estudiaron con una visión moral,
como si fueran ellos mismos. Tipos o argumentos para una filo-
sofía más sublime o metafísica; y las reglas morales deducidas
de allí, quedaron impresas en la memoria por esas imágenes y
representaciones animadas.

La aparición del sol en el hemisferio inferior, y su regreso,


fue contemplada como una prueba o como un símbolo de la in-
mortalidad del alma; Uno de los principios más importantes, así
como los más sublimes de la filosofía platónica. 31
caban ovejas sino en el Nome Nome.
31 “También Pindar, hablando de los misterios elusinianos, deduce esta inferencia:”
Bienaventurado es él, que habiendo visto las cosas comunes bajo la tierra, también sabe
cuál es el fin de la vida, porque conoce el imperio de Júpiter “.
Clemens Strom. Lib. III. pag. 518.
32
Las doctrinas de la espiritualidad y la inmortalidad del alma,
explicadas por esos símbolos, fueron muy poco comprendidas,
incluso por los iniciados; Así encontramos algunos de ellos. 32
tomó esos tipos para significar meramente el presente cuerpo,
por sus descripciones de las moradas infernales; mientras que,
el verdadero significado de estos misterios inculcó la doctrina
de un estado futuro del alma, y recompensas y castigos futuros;
y que tales fueron las doctrinas de esos filósofos es demostrado
por muchas e indiscutibles autoridades. 33

La unión del alma con el cuerpo fue considerada como la


muerte del alma; sus; la separación como la resurrección del
alma; 34 y tales ceremonias y tipos tenían la intención de impre-
sionar la doctrina de la inmersión del alma en la materia, como
está bien documentado. 35
“Ya que en Phædo se venera con un silencio cada vez mayor, la afirmación entregada
en los Discursos Arcanos; que los hombres son colocados en el cuerpo, como en una
cierta prisión, asegurados por un guardia, y testifican, según las ceremonias místicas,
las diferentes asignaciones. de las almas puras e impuras en el Hades; sus hábitos, y el
triple camino . p 18 que surge de sus esencias, y por lo tanto, de acuerdo con las institu-
ciones paternos y sagrados, todas las cuales están llenas de la teoría simbólica, y de las
descripciones poéticas en relación con el ascenso y El descenso de las almas, los signos
dionisíacos, el castigo de los titanes, las trivialidades y las andanzas en el Hades, y todas
las cosas del mismo tipo “.
Proclo, en Com. de la política de Plauto, p. 723.
32 Macrobius.
33 “Vivimos su muerte, y morimos su vida”.
Macrobio mismo.
34 “Los antiguos teólogos también testifican que el alma está en el cuerpo, como en un
sepulcro, para sufrir el castigo”.
Clemens, Strom. Lib. III. pag. 518.
35 “Cuando el alma ha descendido a la generación, ella participa del mal, y se precipi-
ta profundamente en la región de la disimilitud, para ser completamente fusionada en
nada más que en el oscuro lodo”.
Otra vez,
“Por consiguiente, el alma muere a través vice, tanto como es posible para el alma a
morir, y la muerte del alma es, mientras fusionada o bautizado, por así decirlo, en la p.
19 cuerpo presente, para descender en la materia, y llénate de su impureza, y después de
salir de este cuerpo, para quedar absorto en su inmundicia, hasta que vuelva a una con-
dición superior, y levante su ojo del abrumador fango. Porque sumergirse en la materia
es descender al Hades. , y allí se duermen “.
33
Por el emblema del sol que descendía en el hemisferio infe-
rior también se representaba el alma del hombre, que a través
de la ignorancia y el incultivo, estaba en un estado en compara-
ción con el sueño, o casi muerto; cuyo misterio pretendía esti-
mular al hombre al aprendizaje de las ciencias. 36

Los egipcios también consideraban la materia como una es-
pecie de barro o fango, en la cual el alma estaba sumergida; 37
y en un antiguo autor encontramos una recapitulación de estas
teorías en el mismo sentido. 38
Plotino, en Enead. I. lib. VIII. pag. 80.
“¡Miserable hombre de mí! ¿Quién me librará del cuerpo de esta muerte?”
ROM. VII. v. 24.
36 El que no puede, mediante el ejercicio de su razón, definir la idea del bien, separarla
de todos los demás objetos y perforar, como en una batalla, a través de todo tipo de ar-
gumento; esforzarse por discutir, no según la opinión, sino según la esencia, y proceder
a través de todas estas energías dialéticas, con una razón inquebrantable: el que no puede
lograr esto, no diría que ni conoce el bien en sí mismo, ni nada de lo que es bien deno-
minado bien? ¿Y no dirías que tal persona, cuando capta alguna imagen determinada de
la realidad, la capta más bien por medio de la opinión que de la ciencia? que en la vida
actual está hundido en el sueño y familiarizado con los delirios de los sueños, y que antes
de ser despertado a un estado vigilante, descenderá al Hades y se abrumará con el sueño
perfectamente profundo? “
Platón, De Rep. Lib. VII.
37 Los egipcios llamaron materia (lo que simbólicamente denominaron agua) los se-
dimentos o sedimentos de la primera vida, siendo la materia, por así decirlo, un cierto
fango o fango.
Simplicio, en arist. Phis. pag. 50.
38 Por último, para poder comprender la opinión de los antiguos teólogos sobre el esta-
do del alma después de la muerte, en pocas palabras, consideraron, como hemos afirma-
do en otros lugares, las cosas divinas como las únicas realidades, y que todas las demás
eran solo las imagenes p. 20O sombras de la verdad. Por lo tanto, afirmaron que los
hombres prudentes, que trabajaban seriamente en asuntos divinos, estaban por encima
de todos los demás en un estado de vigilancia. Pero esos hombres imprudentes, que
perseguían objetos de una naturaleza diferente, estando dormidos, por así decirlo, solo
estaban comprometidos en los delirios de un sueño; y que si murieran en este sueño,
antes de ser despertados, se verían afligidos con visiones similares y aún más agudas en
un estado futuro. Y que el que en esta vida persiguió realidades, después de la muerte,
disfrutaría la verdad más elevada; por lo tanto, el que conocía las falacias, en lo sucesivo,
sería atormentado en extremo con falacias y delirios: como el uno estaría encantado con
los verdaderos objetos de disfrute, el otro sería atormentado con semblantes engañosos
de la realidad “.
34
Los persas, que siguieron los principios de Zerdoust, llamados
por los griegos Zoroastro, habiendo recibido las mismas doctri-
nas sobre la contemplación mística del sol, hicieron también la
misma aplicación metafísica al alma, del paso del sol a través de
los signos; del zodiaco. 39

El sol, además, era considerado como el símbolo del principio


activo; mientras que la luna y la tierra eran símbolos de lo pasi-
vo. 40

El sol mismo, considerando su influencia beneficiosa en el


mundo físico, fue elegido como; el símbolo de la Deidad, aun-
que luego fue tomado por el vulgo como una Deidad. 41
Ficino, De Immortalitate Anim.
Lib. XVIII. pag. 411.
39 Platón menciona que este Zoroastro, doce días después de su muerte, cuando ya
estaba en el montón, volvió a la vida, lo que tal vez representó, si no algo más abstracto,
la resurrección de aquellos que son recibidos en el cielo, pasando por el doce signos del
zodiaco; y él dice, asimismo, que sostienen que el alma descienda a través de los mismos
signos cuando tiene lugar la generación. Esto no debe tomarse de ninguna otra manera,
más que los doce trabajos de Hércules, mediante los cuales, cuando se hace, el alma se
libera de todos los dolores de este mundo.
Clemens, Strom. Lib. V. p. 711.
40 Apuleius.
41 Mocopulus, en Hesoid, Ptol. Ver Cudworth, Libro. I. cap. 4.
“Este Dios, si debía ser llamado aquello que está por encima de la mente y p. 21 com-
prensión, o la idea de todas las cosas, o el que, (puesto que la unidad parece ser la más
antigua de todas las cosas) o de lo contrario, como Platón Como solía llamarlo, Dios,
digo que esta causa uniforme de todas las cosas, que es el origen de toda la belleza y la
perfección, la unidad y el poder, produjo de sí mismo un cierto sol inteligible, de todas
las formas como él, del cual es el sol sensible. pero una imagen “.
Orat de julian en alabanza del sol.
“Vemos la unidad (de Dios) como el sol desde una distancia oscura, si te acercas, aún
más oscuro; y, por último, impide ver cualquier otra cosa. Verdaderamente es una luz
incomprensible, inaccesible, y profundamente es en comparación con el sol, a lo que
cuanto más te ves, más ciego te vuelves “.
Damascius, Platonicus, De Unitate.
Los restos de los sectarios de Zoroastro, llamados ahora en Persia, Guebres, y quienes
llevan una vida miserable, y más perseguidos por los mahomedanos que los judíos están
en Europa por los cristianos, aún realizan sus devociones y dicen sus oraciones hacia el
sol. o fuego; pero afirman, que no los adoran, solo los conciben símbolos de la Deidad.
35
Debe observarse particularmente aquí, que los diferentes
nombres que los egipcios (de quienes los griegos aprendieron)
le dieron a Dios, en lugar de significar que varios dioses eran
solo expresiones de los diferentes efectos productivos del úni-
co Dios. 42 No muy diferente de lo que los judíos derivan del
gran nombre Tetragramaton. 43

Las fábulas, alegorías y tipos de los antiguos, de tres clases,


44
importan algunas veces varios significados; por lo tanto, al-
gunas de las ceremonias a las que se atribuye una importación
sublime, también se aplican para tipificar operaciones menos
dignas, en el sistema natural. Así, por ejemplo, la fábula de Pro-
serpine, que alude a la inmersión del alma en el cuerpo, tam-
bién se empleó para simbolizar el funcionamiento de la semilla
en el suelo. 45

Pero la doctrina general de Platón del descenso del alma a


la oscuridad; del cuerpo, los peligros de las pasiones, los tor-
mentos de los vicios, parecen ser descritos perfectamente por
Virgil; 46 aunque este poeta era de la secta epicúrea, el más de

Vide Stanley, De Vet. Persa


42 “El primer Dios, antes del ser y el único, es el padre del primer Dios, que él generó,
preservando su unidad solitaria, y esto está por encima de la comprensión, y ese prototi-
po que se dice es su propio padre, su hijo, un padre, y verdaderamente Dios bueno ... Este
es el comienzo, Dios de los dioses, unidad de uno, por encima de la esencia, el principio
de esencia, la esencia proviene de él, por esta razón se llama padre de la esencia: este es
el ser, el principio de inteligencia: estos son los principios más antiguos de todos ... Esta
inteligencia que actúa o opera, que es la verdad del Señor y la ciencia, en la medida en
que procede en la generación, que revela el poder oculto. de las razones ocultas, se llama
en el idioma egipcio Ammon, pero en la medida en que actúa sin falacia, y también arti-
ficialmente con la verdad, se llamaPhta ; los griegos lo llaman Vulcano, considerando la
actuación u operación; en la medida en que él es el operador de todo bien, se llama Osi-
ris, quien como consecuencia de su superioridad tiene muchas otras denominaciones,
como consecuencia de los muchos poderes y acciones diferentes que ejerce “.
Jamblicus, De Myster. Egipto.
43 Los hebreos lo llaman {Hebreo ShM HMPWRSh } Shem Hamphoresh.
44 Ver nota página 14.
45 Porfir. citado por Eusebio, De Præp. Lib. III. gorra. 2.
46 Eneid. Lib. VI.
36
moda en sus días.

Los misterios menores representan, como hemos visto, el des-


censo del alma al cuerpo, y los dolores sufrieron. Los mayores
misterios pretendían tipificar las espléndidas visiones, o el feliz
estado del alma, tanto aquí como en el futuro, cuando se purifi-
can de las impurezas de la naturaleza material. Estas doctrinas
también son inculcadas por las fábulas de las islas afortunadas,
los campos elíseos, etc. Las diferentes purificaciones en estos
ritos eran símbolos de la gradación de virtudes, necesaria para
el ascenso del alma. Pureza interior, de la cual externa.

Las purificaciones eran símbolos, solo pueden obtenerse me-


diante el ejercicio de estas virtudes. 47

A la alusión de estas virtudes hay que entender lo que dice


Sócrates: que es asunto de los filósofos estudiar para morir y
ser ellos mismos la muerte; y al mismo tiempo que reproba el
suicidio, tal muerte no puede significar otra muerte que no sea
filosófica, o el ejercicio de lo que él llama las virtudes catárticas.
Si tal era el significado y la importancia de los ritos, símbolos y
ceremonias elusinianos y dionisíacos, debe permitirse que una
sociedad o secta, empleada en la contemplación de tales verda-
des sublimes, no pueda considerarse insignificante o perversa.
Los mismos Padres cristianos, que atacaron con tanta fuerza a
la religión pagana, confesaron la utilidad de estos símbolos; 48 y
47 “En los ritos sagrados, las purificaciones populares se producen en primer lugar, y
después de éstas, las que son más Arcanas. Pero en el tercer lugar, se reciben colecciones
de varias cosas en una, después de lo cual sigue la inspección. y las virtudes políticas,
por lo tanto, son análogas a las purificaciones aparentes (o populares). Pero tales virtu-
des catárticas como el destierro de todas las Impresiones externas corresponden a las
purificaciones más ocultas. Las energías teóricas acerca de inteligibles son análogas a las
colecciones, pero la contracción de estas energías en una naturaleza indivisible, corres-
ponden a la iniciación. Y la simple auto inspección de formas simples, es análoga a la
visión epóptica “.
Olimpiodoro, en la platea de Platón.
48 “La interpretación del tipo simbólico es útil en muchos aspectos, ya que conduce a
la teología, a la piedad y a mostrar el ingenio de la mente, la concisión de la expresión y
37
que las circunstancias previas a la iniciación en esos misterios,
tendían a excluir nociones impías, y preparaban la mente para
escuchar la verdad. 49

Esos misterios estaban ocultos de lo vulgar; porque sería una


ridícula prostitución de teorías tan sublimes revelarlas a la mul-
titud incapaz de comprenderlas, cuando incluso muchos de los
iniciados, por falta de estudio y aplicación, no comprendieron
todo el significado de los símbolos.

La multitud se contó solo en abstracto, la doctrina de un futuro


estado de recompensas y castigos, y se hizo conocer el calen-
dario, resultado de observaciones astronómicas; cuyo conoci-
miento estaba relacionado con sus fiestas y actividades agríco-
las. También se les enseñó otras partes prácticas de la ciencia
calculadas para uso general.

El secreto de estos misterios fue la primera causa de obloquy


contra ellos; Luego vino, más allá de toda duda, la depravación
de sus seguidores y la perversión de esas asambleas en reunio-
nes de convivencia primero, y luego en las asociaciones más
pervertidas.

El secreto, también, estaba prohibido por las leyes, era la


muerte revelar algo perteneciente a los misterios de Eleusis; di-
vulgar imprudentemente cualquier cosa sobre ellos, se suponía
incluso indecoroso; De esto encontramos un lugar muy conspi-
cuo; instancia en plutarco. 50
sirve para demostrar la ciencia”.
Clemens, Strom. Lib. V. p. 673.
49 “Antes de la entrega de estos misterios, deben ocurrir algunas expiaciones, para que
aquellos que debían ser iniciados, debían dejar opiniones impías y convertirse a la ver-
dadera tradición”.
Clemens, Strom. Lib. VII. pag. 848.
50 “Alexander obtuvo de él (Aristóteles) no solo el conocimiento moral y político, sino
que también recibió instrucciones de las ramas más secretas y profundas de la ciencia,
página 25, que denominan epopticas y acroamáticas , y que no comunicaban a todos Un
erudito común. Cuando Alexander estaba en Asia y recibió información de que Aristó-
38
Por respeto a esta costumbre, los eruditos, en general, solo
fueron instruidos en las doctrinas exotéricas. 51 Las doctrinas
acroamáticas fueron enseñadas solo a unos pocos selecciona-
dos, por comunicación privada y viva voz .

Pero cuando la ignorancia de los mismos maestros de esos


misterios hizo que sus formas solo fueran atendidas, la esencia
se perdió, la sombra solo permaneció; y, entonces, incluso esas
formas y ceremonias fueron frecuentadas por personas, igno-
rantes de su importancia, y lo suficientemente perversas para
convertirlas en sus intereses privados, como una máquina em-
pleada para engañar a la gente y en ocasiones de libertinaje y
depravación. Daremos un ejemplo de esto,

Los misterios de Eleusis, o el Sol, estaban unidos o eran aná-


logos a los de Dionisio o Baco; porque, según la teología órfica,
el intelecto de cada planeta se denominaba Baco: así, cuando el
sol era considerado como la inteligencia espiritual, quien movía
o hacía que este planeta se moviera, en su círculo anual, se lo
denominaba Trietericus Bacchus. 52

Las ceremonias, por lo tanto, de Baco, fueron asistidas con ale-


grías, como el triunfo del espíritu sobre la materia; pero esta
circunstancia, tan íntimamente relacionada con las nociones su-
blimes de los misterios de Eleusis, se convirtió completamente

teles había publicado algunos libros en los que se discutían esos puntos, le escribió una
carta, en nombre de Filosofía, en la que se le podía culpar del curso que había tomado.
La siguiente es una copia de ella “.
“Alexander a Aristóteles, prosperidad .-- ¿Se equivocó al publicar las partes acroamáticas
de la ciencia? ¿En qué nos diferenciaremos de los demás, si el conocimiento sublima-
dor que obtuvimos de usted se hace común a todo el mundo? Por mi parte , Preferiría
superar a la mayoría de la humanidad en las partes superiores del aprendizaje, que en el
alcance del poder y el dominio. Adiós “.
Plutarco, in vit. Alex
51 Aulus Gellius. Lib. XX. gorra. 5.
52 “Se llama Dionisio, porque lo llevan con un movimiento circular a través de los cielos
inmensamente extendidos”.
Versos orficos apud
39
en un simple banquete, y en procesiones de borrachos, que de
las ceremonias no sabían nada más, que llevar ramas de árboles
en sus manos. 53

Más aún: un sacerdote depravado introdujo esos misterios ba-


canales en Roma, con el peor de los propósitos, que alarmó al
Senado, el castigo más severo que se le infligió a él y a sus se-
guidores.

Como consecuencia de esos abusos, fue que Sócrates se negó


a ser iniciado, y lo mismo hizo Diógenes, alegando que Patea-
ción, un ladrón notorio, había obtenido la iniciación: Epaminon-
das, también, y Agesilaus nunca lo desearon.

Pero si aquellos que deseaban ser licenciosos se vistieron con


esos misterios, esto no tiene nada que ver con los principios
originales de la institución. Porque la pureza de sus devotos se
llevó, según los misterios primitivos, hasta el punto más delica-
do y escrupuloso. 54

Después de tales autoridades respetables, como hemos men-


cionado, debemos rechazar, como calumnias impúdicas, la afir-
mación de Tertuliano, quien dice, que las partes naturales de
un hombre estaban encerradas en el arca llevada a cabo en las
procesiones de esos misterios: Theodoret y Arnobius dice que
eran las partes de una mujer: tales asertores no tenían medios
para determinar lo que nadie sabía, fuera de los recintos de
esos misterios más recónditos. 55
53 “De hecho, hay, como se dice, muchos, que entran en los misterios: una multitud
ciertamente de portadores de ramas (Thyrsirii) pero muy pocos bacchianos”.
Sócrates, en platón; apud Clemens Strom. Lib. Yo p. 372.
54 “Una mujer preguntó, cuántos días debían pasar, después de tener un congreso con
su esposo, antes de poder asistir a los misterios de Ceres. La respuesta fue, con su esposo
de inmediato, con un hombre extraño nunca”.
Clemens, Strom. Lib. IV. pag. 619.
55 Como prueba de las ideas sublimes de Dios, entretenidas por los sabios egipcios, en
contradicción con estas acusaciones groseras, copiamos los siguientes pasajes, de Mer-
curius Trimegistus, según lo relato Pimandrus.
40
Deberíamos adivinar, que en el arca, llevada en la procesión,
y que se dice que encierra el cuerpo de Osiris, se depositaron
esferas que representan nuestro sistema solar.

Con respecto a estas acusaciones, encontradas en algunos de


los escritores eclesiásticos, también debemos observar, que
muchos de ellos, guiados por un celo equivocado por la religión
cristiana, desfiguraron en un grado de lo más reprochable, los
antiguos monumentos históricos: por ejemplo, , la forma en que
la historia de Egipto escrita por Manethon, nos fue transmitida
por esos escritores eclesiásticos: 56 más; De tales escritores, de
“El Artífice fabricó todo el universo con su palabra, no con sus manos. Sin embargo,
siempre lo tiene presente en su mente, actuando todo, un solo Dios, constituyendo todo
con su voluntad; este es su cuerpo, no tangible, no visible. , ni similar a ningún otro: por-
que no es fuego, ni camarero, ni aire, ni siquiera espíritu; sino que de él depende todo lo
bueno; sin embargo, tal es, como todo lo que le pertenece “.
Otra vez,
“Pero que no debes desear el nombre principal de Dios, ni debes ignorar lo que está
claro, y parece estar oculto para muchos; porque, si nunca aparece, no está en ninguna
parte. Lo que aparezca solo a tu vista está creado; está oculto es todo eterno, ni tampoco
es una razón por la que debería aparecer, ya que nunca termina, pone todo ante nuestros
ojos, pero permanece oculto, porque disfruta de una vida eterna: es evidente que saca a
la luz todo, pero se deleita en el adytum ; uno, e increado, incomprensible para nuestra
imaginación (phantasia), pero como todo está iluminado por él, brilla en todas las cosas
y a través de todas las cosas, y sin embargo, se dirige principalmente a aquellos a quienes
le agrada. para comunicar su nombre “.
Otra vez,
“No hay nada en la naturaleza que no sea él; él es todo lo que existe; es incluso lo que no
es; y lo que es, lo sacó a la luz. Y como nada puede hacerse sin un creador, entonces debes
pensar que a menos que Dios siempre está actuando, es imposible que algo exista en el
cielo, el aire, la tierra, el mar, en todo el mundo, en cualquier partícula del mundo, en lo
que está tan bien como en lo que no lo está. Esto es con el mejor nombre. Dios, esto, de
nuevo, es la más poderosa de todas las cosas; esto, conspicuo en mente; esto, presente
con los ojos; esto, incorpóreo; esto, por así decirlo, es multi-corpóreo, porque no hay
nada en los cuerpos que no sea en él, porque él solo existe en todos; tiene todos los nom-
bres; porque ser es el único padre; por eso no tiene nombre porque es el padre de todos “.
Apud Kirker, vol. II. pag. 504.
56 Julio Africanus, un sacerdote cristiano, de nacimiento judío, hizo un breve compen-
dio de la historia de Manetón, para que el propio autor pudiera ser prescrito: esto fue
alrededor del año 230 de la era cristiana. Al descubrir que la Cronología egipcia repre-
sentaba al mundo algunos miles de años más que la cronología de la Biblia, desfiguró las
41
hecho, no sabían nada de los misterios egipcios. 57

La conclusión, por lo tanto, es que los motivos de esas insti-


tuciones fueron buenos y puros, como el estudio de la ciencia
y la práctica de la moralidad, aunque las mismas instituciones,
después degeneró; 58 y su degeneración fue seguida por la rui-
fechas de Manetón para que estuviera de acuerdo con la Biblia.
Además, esta obra de Africanus también se pierde, y solo tenemos extractos de ella, con-
servados en la obra de un monje, generalmente conocido con el nombre de Syncellus,
quien confiesa que él mutiló y alteró a Africanus. Ahora bien, este individuo ni siquiera
tenía la Biblia original, sino solo la traducción griega, que reconoció la cronología vi-
ciada; y, sin embargo, los datos de Manethon debían desfigurarse e interpolarse, para
hacerlos cuadrar con la traducción incorrecta de la Biblia al griego.
57 “Celsus me parece, aquí, hacer lo mismo que si un hombre, viajando a Egipto,
donde los sabios de los egipcios aprenden, según su país, filosofan mucho, sobre aquellas
cosas que se consideran divinas, mientras que los idiotas, mientras tanto, solo escuchan
ciertas fábulas, de las que no conocen el significado, están muy complacidos con esto:
Celsus, digo, hace como si tal peregrino en Egipto, p. 29 que había conversado solo con
aquellos Los ideots, y no han sido instruidos en absoluto por ninguno de los sacerdotes,
en sus misterios arcanos y recónditos, deben jactarse de saber todo lo que pertenecía a la
teología egipcia “.
Orígenes, contra celsum, lib. Yo p. 11.
“Cuando entre los egipcios hay un rey elegido fuera del orden militar, se lo lleva a los
sacerdotes, y por ellos se les instruye en esa teología arcana que oculta verdades miste-
riosas bajo fábulas y alegorías oscuras”.
Plutarco. De Iside, p. 354.
58 Nos contentaremos, aquí, con la autoridad de Kircher, uno de los anticuarios más
sabios en asuntos egipcios, e imitando al gran Artífice eterno, en la administración del
mundo, él constituyó su sistema de tal manera que se comunicó solo a los selectos hie-
romistas, sacerdotes, estolistas y hierogramatistas, hombres de gran genio, sabios para
el gobierno de los Estados Unidos. Estado, de acuerdo con las reglas de administración,
prescritas en los obeliscos, y los hombres que habían demostrado capacidad y aptitud, y
además estaban restringidos, mediante juramento, para mantenerlo en secreto. De esta
manera, los sacerdotes, vistos por todos con admiración, como consecuencia de su cien-
cia en esas cosas nuevas, expresadas en los símbolos, fueron honrados por la multitud
casi como mitad dioses. Pero para aumentar esta veneración, les contaron a la gente
muchas cosas sobre las apariciones de los dioses, sus respuestas y cómo debían ser ado-
rados para calmarlos y hacerlos propicios: A esto debemos agregar el gran beneficio que
obtuvieron con sus máquinas e invenciones mecánicas y su habilidad en matemáticas; y
haciendo estatuas que movían sus ojos y su cabeza, para expresar su aprobación o desa-
probación: y que la miserable multitud fue engañada y engañada, pagando siempre para
obtener un favor de los dioses, o para evitar su enojo. De ahí surgió que, en el transcurso
42
na del estado, como predijo el propio Trimegisto, quien en esta
predicción demostró cuán gran filósofo y político fue. 59

Habiendo establecido así cuál era el significado e importan-


cia de los misterios elusinianos o dionisíacos entre los antiguos
griegos, quienes nos transmitieron el conocimiento de ellos; y
habiendo demostrado que las ceremonias no tenían la intención
de ser una adoración del sol, considerada como una Deidad,
procederemos a examinar cómo los griegos comunicaban esos
misterios a otras naciones.

Unos cincuenta años 60 antes de la construcción del Templo de


Salomón en Jerusalén, una colonia de griegos, principalmente
jonios, quejándose de los estrechos límites de su país, en una
población mayor, emigró; y habiendo sido asentado en Asia
Menor, le dio a ese país el nombre de Ionia. 61

No hay duda de que las personas llevaban consigo sus moda-


les, ciencias y religión; y los misterios de Eleusis entre el resto.
En consecuencia, encontramos que una de sus ciudades, By-
del tiempo, la religión concebida por Trimegisto en un sentido sincero, fue degenerada
en grados abiertos y declarada idolatría “.
Kircher, vol. IV. pag. 82.
59 “Oh, Egipto, Egipto, de tu religión solo quedan las fábulas, y las increíbles para tu
posteridad”.
Trimegisto, en Asclepio.
60 La emigración de los jonios a Asia Menor es mencionada por Heródoto y otros, pero
la época está determinada por varios autores de manera diferente:
Por Playfair en el año B. C 1044
Gillies 1055
Barthelemy. Anacarsis 1076
61 “Se dice que el jefe de la colonia jónica era Androclus, un hijo legítimo de Codrus, el
rey de Atenas; por lo tanto, está relacionado que los jonios establecieron su realeza y los
que descienden de esa raza, incluso ahora , se llaman reyes, y disfrutan de sus boners, es
decir, un lugar donde asisten a los espectáculos y los juegos públicos, vistiendo la púrpu-
ra real, y un bastón en lugar del cetro, y los ritos elususianos “.
Strabo, lib. XIV. pag. 907.
Esta emigración también es mencionada por Heródoto, Lib. I. cap. 142, y 148; Eliano,
Lib. VIII. Pausanias, en Achaicis; Plutarco, en Homero, Veleius Paterculus, en Chronico.
Clemens, Lib. I. Strom.
43
blos, era famosa por la adoración de Apolo, como lo había sido
Apollonia con sus antepasados. 62

Estos jonios, que participan en el mejoramiento del estado de


la civilización en la que su patria, Grecia, cultivaron las ciencias
y las artes útiles; pero se hicieron más visibles en la arquitec-
tura, e inventaron o mejoraron el orden llamado por su propio
nombre jónico.

Estos jonios formaron una sociedad cuyo propósito era em-


plearse en la construcción de edificios. La asamblea general de
la sociedad, se celebró por primera vez en Theos; pero luego,
a consecuencia de algunas conmociones civiles, pasó a Lebe-
dos.63

Esta secta o sociedad ahora se llamaba los artífices dionisía-


cos, ya que se suponía que Baco era el inventor de la construc-
ción de teatros; y realizaron las festividades dionisíacas. Des-
pués se extendieron a Siria, Persia y la India.

A partir de este período, la Ciencia de la Astronomía, que ha-


bía dado origen a los símbolos de los ritos dionisíacos, se co-
nectó con tipos tomados del arte de la construcción. 64
62 “Byblos era la capital de Cinera, y había un templo de Apolo, situado en un lugar
elevado, no lejos del mar. Después, se encuentra el río llamado Adonis”.
Strabo, lib. XVI. pag. 1074.
63 “Lebedos, fue el asiento y la asamblea de los artífices dionisíacos, que habitan desde
Ionia hasta el Helesponto; allí tenían anualmente sus solemnes reuniones y festividades
en honor de Baco. Su primer asiento fue Theo.
Strabo, lib. XIV. pag. 921.
El traductor latino de Strabo interpreta a los artífices dionisíacos (Διονυσιος τεχνε
{Greek Dionusio s texne }) artífices escénicos ; porque Baco o Dioniso se suponía que era
el inventor de los teatros y la escena , derivado del Heb. {hebreo Sh K Z }, para habitar.
64 De la aplicación de los instrumentos de arquitectura a la moralidad, los filósofos pla-
tónicos y pitagóricos tomaron no solo tipos sino también palabras para explicar nuestras
ideas morales.
Por ejemplo, un hombre correcto (recto); obligación , de ligamento (ligare) y de la mis-
ma ley (lex a ligare); para cuadrar nuestras acciones (quadrare) Justum aequum , & c.
Mente grosera , mente pulida ; de piedra ruda , y piedra pulida , & c.
44
Estas sociedades jónicas se dividieron en diferentes seccio-
nes, o asambleas menores. 65 Algunas de esas asociaciones pe-
queñas o dependientes; Tenían también sus nombres distinti-
vos. 66

Pero extendieron sus puntos de vista morales, junto con el arte


de construir, a muchos propósitos útiles, y a la práctica de actos
de benevolencia.

Encontramos registrado que estas sociedades, y su utilidad,


fueron investigadas muchos años después por el rey de Persia,
Cambyses, quien las aprobó y les otorgó grandes marcas de
favor. 67

Es imprescindible observar, que estas sociedades; Tenía pala-


65 Las reuniones o asambleas de los artífices dionisíacos tenían varios nombres, (ας
συνοιχια {Greek a s sunoixia }) contubernium , que era el lugar de su reunión. La so-
ciedad se llamaba a veces συναγωγη {Greek sunagwgh } ( collegium ); ἄρεσις {Greek á?
resi s }; ( secta ); συνοδος {griego sunodo s } ( congregación ) χοινος {griego xoino s }; (
communitas ).
Aulus Gellius, Lib. gorra. II.
66 “Este ejemplo imitó a los jonios que emigraron de Europa a los países marítimos de
Caria (Asia Menor) y también a los dorios, sus vecinos, construyendo templos a un costo
común. Los jonios construyeron el templo de Diana en Éfeso, los dorios que de Apolo en
Triopii, donde en un cierto período repararon con sus esposas e hijos, y allí realizaron
ritos sagrados, y tuvieron un mercado, así como juegos, razas, luchas, fiestas de música
de diferentes tipos, e hicieron ofrendas comunes a los dioses. habían realizado los espec-
táculos y el negocio del mercado, o justo, y cumplieron entre sí los deberes de las demás
criaturas, si hubiera algún litigio entre las ciudades, se sentaron como jueces para resol-
ver la disputa: además, en estas asambleas debatido sobre la guerra con los bárbaros,y los
medios para mantener una mutua concordia entre las naciones “.
Dionis. Halicarn. Lib. III p. 229. editar. 1691.
67 “Después de esto, los habitantes de Ionia pensaron en aplicar a Cambyses, y habiendo
representado para él lo que era asunto suyo, el rey los ordenó a su presencia y les pre-
guntó quiénes eran y cómo llegaron a vivir en su dominios; y habiendo examinado y
averiguado de dónde procedían, los admiró y eligió más bien que debían erigirse en una
sociedad por sí mismo, en lugar de permitir que recibiera a alguien que venía de otro
país, porque pensaba que no era decoroso “para recibir favores de otros, que permane-
cieron en su país, como si recibiera esos servicios como pago por sus viviendas; y, por
lo tanto, para mostrar esto, los despidió con regalos, como marcas de su munificencia”.
Libanius en Orat. XI. Antíoco. Vol. II. pag. 343.
45
bras significativas para distinguir a sus miembros; y con el mis-
mo propósito utilizaron emblemas del arte de la construcción.

Notemos ahora el paso de los Artífices Dionisíacos a Judea. Sa-


lomón obtuvo de Hiram, rey de Tiro, hombres hábiles en el arte
de la construcción, cuando se erigió el Templo en Jerusalén.
Entre los extranjeros que vinieron en esta ocasión, encontramos
hombres de Gabel, llamados Giblim; 68 es decir, los jonios asen-
tados en Asia Menor, para Gabbel, o Byblos, fueron esa ciudad
donde estaba el templo de Apolo, donde se celebraban los ritos
elusinianos o los misterios dionisíacos, como ya hemos dicho. 69
Podríamos, además de este argumento, producir alguna autori-
dad; Josephus dice que el estilo griego de la arquitectura se usó
en el templo de Jerusalén.

Después de esto, no podemos sorprendernos al descubrir que


las ceremonias de Eleusis, o Thamuz, debían introducirse en Ju-
dea, particularmente, ya que el mismo Salomón, después de
haber ingresado en las alusiones científicas, en la construcción
del templo, no estaba exento de acusaciones. de la superstición
de la idolatría.
68 La traducción al inglés de la Biblia en I Reyes cvv 18 donde el hebreo original dice Gi-
bblim {Hebreo GBLYM } o Gibblites, que significa habitantes de Gebbel, lo traduce, por
el recuadro, cuadrados de piedra. La prueba de que esta lectura no es correcta, no solo se
debe a las diferentes opiniones de todas las demás traducciones, que entienden por este
Gibblim a los habitantes de Gebbel; pero que el mismo p. La traducción, en otra parte de
la Biblia, traduce la misma palabra por los antiguos de Gebbal . (Ezequiel ch. Xxvii. V. 9.)
Ahora que Gabbel era igual a Byblos está claro; porque la versión Septuaginta siempre
traduce este Gebbel para Byblos, y aunque hubo varias ciudades con este nombre, sin
embargo, esta parece ser la que está entre Trípoli y Berite; Y todavía se llama Gebail.
De hecho, Lucian, en su Tratado de Dea Siria, dice expresamente que Gabala era Byblos,
famosa por la adoración de Adonis.
69 Porque encontramos en Ezequiel estas palabras “Y vi a las mujeres sentadas llorando
por Thamuz”, es decir, Adonis. Sin embargo, esto fue lo que hicieron los habitantes de
esas ciudades, en testimonio de lo cual, enviaron cartas a las mujeres que se encontraban
en Byblos, cuando se encontró a Adonis, y luego se escalaban y se arrojaban al mar, di-
cen que fueron llevadas espontáneamente. a Byblos; y, cuando llegaron allí, las mujeres
dejaron de llorar por Adonis “.
Procopio en Isaías c. xviii
46
Entonces, algunos años después, el profeta Ezequiel se queja
de que las mujeres israelitas lloraban por Thamuz. en un cierto
período del año, en las puertas del templo. 70

Pero es natural suponer que los artífices dionisíacos no ha-


brían intentado introducir esos ritos entre los judíos religiosos,
como un mero asunto de idolatría, para la adoración del sol. Las
ideas de los israelitas, concernientes a la unidad de Dios, se ha-
brían rebelado ante cualquier cosa, induciendo una creencia
del politeísmo de los gentiles.

El símbolo, por lo tanto, en estos misterios, debe haber sido


explicado a los judíos, para que signifique solo el sol, en el sen-
tido verdadero y original de esos misterios; es decir, como un
emblema de la bondad de Dios para con el hombre; y los mo-
vimientos aparentes de esa luminaria, primero como guía para
fijar las estaciones; A continuación, como tipos o recuerdos de
la inmortalidad del alma: para este dogma no aparece claro en
los libros de los judíos antes de ese período, o admitido univer-
salmente entre ellos en una fecha muy posterior.

Para evitar, por lo tanto, cualquier alusión a la idolatría en es-


tas ceremonias y símbolos, otro personaje u otro nombre debe
haber sido sustituido por Adonis u Osiris; y como muerte sim-
bólica y resurrección fue esencial, en la alegoría del sistema, la
historia de la muerte de otro individuo debe haber sido sustitui-
do. . .

70 Ezequiel. do. viii. v. 14. Thamuz significa el nombre de un mes, y también el nombre
de un ídolo o divinidad, que incluso en la opinión de San Jerónimo es el mismo que
Adonis. Plutarco dice que los egipcios llamaron a Osiris Ammuz, y de allí se derivó
de forma corrupta el nombre de Júpiter Amón. Robertson (Thesaurus Linguæ Sanctæ)
dice que la palabra Ammuz (léase Ammoum) utilizada por Heródoto y Plutarco, eran
corrupciones del hebreo Thamuz (hebreo TMWZ ). Preferiría decir que la palabra era
originalmente egipcia, y que se hizo hebrea mediante la adición del formativo {Hebreo
T}); y más aún, como Ammuz en el idioma egipcio significa (por la explicación de Ma-
netho en Plutarco) algo abstracto u oculto; que tiene una alusión evidente a la ocultación
o muerte simbólica de Osiris o Adonis.
47
Sin embargo, al enmarcar esta nueva historia simbólica, tales
circunstancias debían estar relacionadas, conectadas con la
muerte de ese personaje, para tipificar y explicar la totalidad
de los misterios elusinianos, o el paso del sol desde el hemisfe-
rio superior al inferior. , y vuelve a subir.

En la formación de este nuevo sistema, o más bien una nue-


va alegoría al mismo sistema, aunque se cambió el nombre del
héroe, las circunstancias deben haber sido preservadas, en la
medida en que concuerden con los nuevos nombres. . . . . . . .

Todo el tejido del templo favorecería una alusión de este tipo.


La primera piedra fue colocada el segundo día del segundo
mes; que corresponde en promedio al 20 de abril; calculando
el año sagrado, sobre el zodíaco fijo.

Ahora, si rectifica su globo a la latitud de Jerusalén (31. ° 30 ')


en ese período del año, tendrá el sol en Aries, o el sol represen-
tado por un carnero o una oveja, o un hombre con piel de oveja.
; como el hierofante estaba representado, en los misterios de
Eleusis.

Por lo tanto, el mismo período del año en que se colocó la pri-


mera piedra del templo, brindaría la oportunidad de establecer
sobre él un nuevo sistema alegórico, para explicar el antiguo
misterio.

Si suponemos que el globo representa al mundo en la posi-


ción descrita anteriormente, el aspirante está en el oeste frente
al hierofante, que en el este representa; El sol naciente, el candi-
dato se encontrará entre los dos trópicos, representado por las
dos columnas, que fueron colocados en la entrada oeste de ese
templo. . . . . .

Para entender mejor la facilidad con que el antiguo sistema


podría adaptarse a las circunstancias del templo de Jerusalén,
48
debemos considerar sus emblemas típicos, de acuerdo con las
nociones de los judíos y algunos de los padres cristianos.

Los templos construidos en honor de los varios dioses, tenían


una forma tal, que tenían alusión a los supuestos atributos de
tales dioses. Pero los platonistas suponían que el universo era el
verdadero templo del verdadero y único Dios. El templo, por lo
tanto, dedicado al verdadero Dios, debía ser un tipo del univer-
so.

Así encontramos que el templo de Jerusalén estaba situado.

Este y oeste, y con dimensiones y tipos todos adaptados para


representar el sistema universal de la naturaleza. 71
71 Aquí citaremos primero la autoridad de los judíos en este punto.
“Ahora consideremos lo que puede estar subindicado por los querubines y la espada de
fuego que giran en todos los sentidos. ¿Y si esto se debe pensar en la circunvolución de
los cielos?”
“Pero de la espada flamígera girando en todos los sentidos, puede entenderse que signi-
fica el movimiento perpetuo de estos (querubines) y de los cielos completos. ¿Pero y si
se toma de otra manera? De modo que los dos querubines significan ambos hemisferios”.
Philo Judeus, p. 111, y 112.
“La túnica del sumo sacerdote, ya que era de lino, representa la tierra; pero el azul, el
polo del cielo; las luces se indicaban con las granadas; los truenos con el sonido de las
campanas, etc.”
“... Pero las dos sardonixes, con las que se enlaza la prenda pontificia, denota el sol y la
luna, pero si alguien desea referir las doce piedras a los doce meses, o al mismo número
de estrellas (constelaciones) en el círculo, que los griegos llamaron el zodiaco, no se des-
viará del verdadero significado “.
Josefo, antiq. Lib. III.
Ahora para los padres cristianos:
“Sería demasiado largo seguir las declaraciones proféticas y legales expresadas por enig-
mas: casi toda la Escritura divina ofrece este tipo de oráculos.
“El que razona adecuadamente encontrará suficiente para el propósito, daremos algunos
ejemplos. Así, por ejemplo, lo que los antiguos contaron del templo, los siete recintos,
que también se refieren a otras cosas en la historia de los hebreos, y lo que fue En el in-
terior, por el aparato de los diversos Símbolos, refiriéndose a las apariencias, significan
en su composición lo que se refiere al cielo y la tierra. Significan, entonces, lo que a la
naturaleza de los elementos importa la revelación de Dios. Porque la púrpura proviene
del agua. la ropa (Βυσοσ {griego busos}) de la tierra, el azul (jacinto) del color del cielo,
ya que es oscuro; El escarlata, el fuego. En medio, sin embargo, del Templo estaba el
49
Si el templo de Salomón era un tipo del universo, simboliza
que Jehová no era un Dios local, sino el único Dios, Señor del
universo; La tradición también nos dice que se describió alegó-
ricamente el lugar de reunión de los artífices dionisíacos. por
sus dimensiones, como símbolo del universo, en longitud, en

velo, más allá del cual solo podían ir los sacerdotes; allí estaba el incensario, símbolo de
la tierra, que es este mundo, y desde el cual se producen las exaltaciones. Pero ese lugar,
que luego dentro del velo, donde solo el sumo sacerdote tenía permiso para entrar, y eso
en ciertos días; La corte externa, que estaba abierta a todos los hebreos, dicen que era el
medio entre el cielo y la tierra. Otros dicen que era el símbolo del mundo, que es perci-
bido por nuestros sentidos intelectuales. Pero la apertura que separaba la infidelidad del
pueblo, p. 39 se extendió antes de cinco columnas, y separó a los que estaban en la corte “.
Clemens, Strom. LV p. 665.
Este Padre cristiano explica estas columnas, por el siguiente pasaje de Platón:
“Platón dice que debemos contemplar estas columnas, y diligentemente ver que ninguna
persona profana se atreve a ir allí. Esos son profanos que creen que no existe nada, sino
lo que pueden tocar con sus manos, sino las acciones y generaciones, y todas esas cosas,
Lo que no podemos ver, en las cosas que existen, son innumerables. Tales son aquellos
que no prestan atención a nada más allá de los cinco sentidos “.
Clemens, Strom. Lib. V. “Ahora para el candelabro, que se colocó en el sur del incensario.
Con esto se ejemplificó el movimiento de los siete planetas, que tienen sus movimientos
en el sur. Porque a cada lado del candelabro había ramas, y en ellos lámparas, porque
también el sol, como lámpara, se coloca en medio de las otras errantes (estrellas), y las
que están encima de ella, y las que están debajo de ella, por una cierta armonía divina,
reciben luz de él “.
Clemens, Strom. Lib. V. p. 666.
“Esas cosas, sin embargo, que hablan del arca sagrada, significan que el mundo es per-
cibido por los sentidos intelectuales, que están ocultos y cerrados al vulgar. Además de
esas imágenes doradas, cada una con seis alas, representan los dos osos, como algunos
lo tendrá, o, lo que parece más conveniente, los dos hemisferios. De hecho, el nombre
de querubines significa un conocimiento extenso. Pero ambos tienen dos alas, y por lo
tanto significan el mundo sensible, y el tiempo transcurrido por el círculo del zodiaco. “
Clemens, Strom. Lib. V. p. 667.
“Pero las 360 campanas, pendientes de la túnica larga (del sacerdote) son las épocas
del año; porque se dice, este es el año del Señor, que predica y suena la gran llegada del
Salvador”.
Clemens, Strom. Lib. V. p. 668.
“Las dos brillantes piedras de esmeralda, que están en el hombro, significan el sol y la
luna, que son los que ayudan a la naturaleza. Se suponía que el hombro era el comienzo
de la mano. Pero esas otras doce piedras, que Están dispuestas en cuatro filas, nos descri-
ben el círculo del zodiaco y están de acuerdo con las cuatro estaciones del año “.
Clemens, Strom. Lib. V. p. 691.
50
anchura, en altura y en profundidad.

Los antiguos representaban el curso de las estrellas, por el de-


vanado de una serpiente; pero si esta serpiente estaba colocada
de modo que tuviera la cola en la boca, entonces representaba
la eternidad.

Ahora bien, si consideramos el comienzo del año civil entre


los hebreos, el mes Tisri, que estaba en el equinoccio de invier-
no; 72 el sol, procedente de allí, se acerca al sur y toca el trópi-
co de Capricornio; luego retrocede hacia el norte, cruzando el
equinoxal, y tocando el trópico de Cáncer; De donde retrocede
nuevamente hacia el sur, llega al equinoxial, terminando el año.
Estos puntos, en un mapa extendido de los dos hemisferios pa-
recen separados; pero el emblema de la serpiente mordiendo
su cola, representaría el fin del año, cumpliendo con el princi-
pio. 73
72 El primer mes civil de los judíos, llamado Tisri, {hebreo TYShRY} fue de Egyptain
Misri, cambiando solo el formativo {Hebrew T} a {Hebrew T}. Y la palabra se deriva de
{hebreo YMR} ( recto esse ), como entonces el sol estaba en el equinoxial: y los rabinos,
hasta el día de hoy, llaman al equinoccio {hebreo MYShRY}. Los griegos deletrean mal el
nombre de este mes egipcio ημυςορυ {Greek hmu s oru }.
73 El número 12, que es el de los meses del año, y al que se alude en tantos tipos del
Templo, también debe haber proporcionado instalaciones para establecer el sistema de
los Artífices dionisíacos; y, por lo tanto, daremos una idea de la filosofía pagana adjunta
a este número, en los siguientes extractos de Suidas:
“El gran Demiurgos, o arquitecto del universo, empleó doce mil años, en la obra que ha
producido, y dividió en doce veces las doce casas del sol”.
Suidas, art. Tirrenia
“En los primeros mil, hizo el cielo y la tierra. En el segundo mil, el firmamento (expan-
sión) que llamó coelum. En el tercero mil, hizo el mar y el agua que corre sobre la tierra.
En el cuarto , hizo dos grandes antorchas de la naturaleza 41. En la quinta, hizo los cua-
drúpedos, animales que viven en la tierra y en las aguas. En la sexta, hizo al hombre “.
“Los primeros seis mil años después de la formación de la raza humana, parece que no
existirá, pero durante seis mil años, cuáles son los otros para completar el período de
doce mil, al final de los cuales el mundo terminará”.
Suidas Ib.
Ahora, si tomas cada signo del zodiaco durante 24,000 años, explicarás el misterio ante-
rior. Cuando sale el sol de Aries, o el signo de la primavera, se dice que el mundo nace;
Aquí comienza el período de la vida. Cuando el sol está en Cáncer, o el verano, es el pla-
51
cer y las delicias de la vida. Cuando en Libra, la vida ha declinado: después de eso, todo
es el invierno de la muerte; y de aquí surgen las fábulas de las cuatro edades del mundo.
Los libros de la mitología persa nos explican el mismo significado.
“El tiempo es de 12,000 años, se dice en la ley, que las personas celestiales tenían tres mil
años de existencia, y entonces el enemigo (Satanás o Arhiman) no estaba en el mundo,
lo que hace seis mil años ...”.
“Los miles de buenos aparecieron en el Cordero, el Toro, el Tauro, el Cáncer, el León y
la Oveja, que hacen seis mil años. Después de los miles de Dios, viene la Escala (Libra),
Arhiman vino al mundo. (es decir, el invierno).
Boun Dehesh; traducción du Perron, p. 420.
“Orsmud, hablando en la ley, dice: ‘Hice las producciones del mundo en 365 días:’ es por
esta razón que los seis gahambars gahs (meses) están incluidos en el año”.
ib. pag. 400.
Astronómicamente hablando, no hay período o ciclo de 12,000 años. Pero Dupuis ha
resuelto el misterio diciendo que los períodos de los antiguos indios y caldeos respon-
dieron a las series 1, 2, 3, 4 o 4, 3, 2, 1.
Así, la duración de las cuatro edades del mundo, según el Ezour Vedan, fue
1er edad 4,000 años
2do 3,000
3er 2,000
Cuarto 1,000
Memorias de la Academia de Inscript. tom 31. p. 254.
El Baga Vedan cuenta así, p. 41
1er edad 4,800 años
2do 3,600
3er 2,400
Cuarto 1,200
Total 12,000
Los indios imaginaron este sistema por una vaca con cuatro patas; o el número doce,
tomado sucesivamente cuatro veces.
Otro período indio establece la duración del mundo así,
1er edad 1,728,000 años
2do 1,296,000
3er 864,000
Cuarto 432,000
Total 4,320,000
Ahora, el más pequeño de estos números (432,000) elevado a 2, 3 y 4, dará una suma
total de 4,320,000.
Los indios dicen que el año de los dioses se compone de 360 ​​años de los de los hombres;
Si divides 4,320,000 por 360 tendrás 12.
En el período caldeo, según lo dado por Berosus, encontramos los mismos números de
432,000, y para redactarlo, sigue el orden aritmético, por lo tanto:
1er grado 12,000
52
El Sr. Hutchinson ha demostrado que los globos, en la parte su-
perior de las dos columnas, en el pórtico del templo, eran orre-
ries, o representaciones mecánicas de los movimientos de los
cuerpos celestes. 74

Creo que, después de esas circunstancias, que brindaron tan-


tas facilidades para la introducción del sistema de los Artífices
dionisianos en Judea, la continuación del mismo, en períodos
subsiguientes, no puede ser de difícil explicación.

Lo encontramos declarado, en el Libro de los Macabeos, 75 que


existía una sociedad en aquellos días en Judea, llamada Asi-
deans o Cassideans, cuya tarea era cuidar de las reparaciones
del templo.

2do 24,000
3er 36,000
Cuarto 48,000
Quinto 60,000
Sexto 72,000
Séptimo 84,000
8vo 96,000
Total 432,000
74 Las columnas o pilares se denominaron {hebreo Y K YZ } y {hebreo B! Z } los pri-
meros significan establecer, desde {hebreo K YZ } para establecer o afirmar ; el segundo
significa en la fuerza, de la proposición {hebreo B } en, y la raíz {hebreo ! WZ } fuerza.
75 “Ahora, los asidianos fueron los primeros entre los hijos de Israel que buscaron la paz
de ellos”.
Maccab. vii v. 13.
Debería traducir este pasaje de manera diferente, por lo tanto:
“Y aquellos, que entre los hijos de Israel fueron llamados asidianos, fueron los primeros
de esta asamblea, y desearon pedirles paz”.
Según esta interpretación, mucho más expresiva del texto, se ve que los asidianos eran
un cuerpo respetable, porque eran los primeros de esa asamblea.
En I Maccab. ii. v. 42, se dice: “Entonces vino a él una compañía de asidianos, que eran
hombres poderosos de Israel, incluso todos los que voluntariamente estaban dedicados
a la ley”.
Se supone que la misma palabra Asidean o Cassidean se deriva del hebreo Cassidim ,
que en el Salmo 78. v. 2. se toma en el sentido de hombres piadosos, santos, llenos de
piedad y misericordia.
53
De estos cassideanos procedió la secta o sociedad de los ese-
nios, que, según Philo y Josefo, eran lo mismo que los asidianos;
y probablemente, porque no admitieron mujeres en sus asam-
bleas, dice Plinio. que se propagaron sin esposas.

Josefo menciona el primero de los essenios, en el tiempo de


Aristóbulo, y Antígono, hijo de Hircano; pero suidas y otros opi-
naron que eran una rama de los recabitas, que subsistían antes
del cautiverio.

Josefo, probablemente ignorante de los principios secretos de


los esenios, también los acusa de adorar al sol, o decir oracio-
nes antes de que salga el sol, como para incitarlo a levantarse.
Pero esta misma acusación, una vez más, los identifica con la
secta de los artífices dionisíacos, quienes, como aparecen por
las razones expuestas anteriormente, debían adorar el sol.

Josefo relaciona muchos otros detalles, mediante los cuales,


de manera sorprendente, los lleva a lo que hemos relatado de
las otras sociedades que los precedieron. 76 También señala la
conformidad de sus ideas con las de los platónicos y dionisía-
cos, sobre la naturaleza del alma. 77 En resumen, utilizaron sím-
76 “Antes de que admitan a cualquiera que lo desee, en su secta, lo someten a un año de
libertad condicional y lo inculcan a la práctica de sus ejercicios más incómodos. Des-
pués de este término, lo admiten en el refectorio común, y lugar donde se bañan, pero
no en el interior de la casa hasta después de otro juicio de dos años, luego se les permite
hacer una clase de profesión, en la cual se comprometen mediante horribles juramentos,
a observar las leyes de piedad, justicia y la modestia, la fidelidad a Dios y su Príncipe;
nunca descubrir los secretos de su secta a extraños, y preservar los libros de sus maes-
tros, y los nombres de los ángeles con gran cuidado “.
Josefo, loco citato.
77 “Ellos sostienen que el alma es inmortal, y creen que las almas descienden del aire
más elevado a los cuerpos animados por ellos, a donde son atraídas por alguna atracción
natural, a la cual no pueden resistir; y después de la muerte, rápidamente regresan a El
lugar, de donde vinieron, como liberado de un largo y melancólico cautiverio. Con res-
pecto al estado del alma después de la muerte, tienen casi los mismos sentimientos que
los paganos, que colocan las almas de los hombres buenos en los campos de Elysia. , y
los de los impíos en Tartarus “.
Josefo, loco citato.
54
bolos, alegorías y parábolas, a la manera de los antiguos.

Las prácticas de esos essenianos están representadas por


Philo. 78 como las más pacíficas y llenas de virtudes sociales;
y aquellos entre ellos que eran más entusiastas por sus prin-
cipios, tenían sus bienes en común, como los cristianos en las
primeras edades del cristianismo. 79

Los esenios no tenían sus ceremonias y misterios, registrados


en la historia; pero hasta ahora sabemos que transmitieron a la
posteridad las doctrinas que recibieron de sus antepasados;
también tenían signos distintivos; y los banquetes del festival;
aunque no parece que siguieran la profesión de constructores o
arquitectos exclusivamente.

Fuera de Judea encontramos también sociedades distinguidas


por los mismos personajes que los esenios, y con los mismos
principios de Platón; Para, los pitagóricos también emplearon
los símbolos del arte de la construcción.

Los artífices dionisíacos también existían en Siria, Persia y la


India; y los misterios elusinios se conservaron en Europa, inclu-
so en Roma, hasta el siglo VIII de la era cristiana.

Después de esta época, Europa fue visitada por las naciones


más bárbaras que, persiguiendo toda investigación científica,
78 Algunos se emplean en la agricultura, otros en el comercio y fabrican cosas que son
útiles en tiempos de paz, y sus diseños son beneficiosos solo para ellos y para otros
hombres. . . . . “
“Uno no encuentra un artífice entre ellos, que haría una flecha, un dardo, una espada,
un casco, una coraza, un escudo, cualquier tipo de armas, máquinas o instrumentos
bélicos”.
Philo, loco citato.
79 “Sus instrucciones se basan principalmente en la santidad, la equidad, la justicia, la
economía, la política, la distinción entre el bien real y el mal real; de lo que es indiferente,
lo que debemos perseguir o evitar. Las tres máximas fundamentales de su moralidad
son, el amor de Dios, de la virtud, y de nuestro prójimo “.
Philo,
55
dispersaron una oscuridad general, en la que todas las labores
de los antiguos, a favor de la humanidad, estaban casi perdidas,
en la ignorancia general de su tiempo.

Esas mismas sociedades y sectas también habían sido muy


abusadas en períodos anteriores, y las ceremonias se convirtie-
ron, como hemos visto, en el peor de los propósitos: esta fue otra
causa poderosa de su decadencia y ruina.

El cristianismo estaba entonces en Europa, el único vínculo de


la moralidad, mediante el cual el poder podía, en cierta medida,
ser controlado o restringido.

Cuando las ciencias comenzaron a revivir, prevaleció un fa-


natismo general, y apareció un espíritu de persecución, lo que
causó las antiguas doctrinas de los filósofos y los viejos siste-
mas de la moralidad debe considerarse sólo como descendien-
tes del ateísmo y prácticas de idolatría.

En estas circunstancias, los elusinianos, los artífices dionisios,


los asidianos o los esenios, se hundieron en tal olvido, que no se
hace mención de ellos en la historia.

En el siglo X, durante las guerras de las cruzadas, se instituye-


ron algunas sociedades en Palestina y Europa, que adoptaron
algunas regulaciones similares a las de las antiguas fraternida-
des. Pero se encontraba en Inglaterra, y principalmente en Es-
cocia, donde los restos del antiguo sistema, identificados con
los de los artífices dionisianos, fueron descubiertos en los tiem-
pos modernos.

Desuntad de Cætera.

http://sacred-texts.com/cla/dart/dart00.htm

56
Los artífices dionisíacos.
Albert G. Mackey

Después de esta visión general de los Misterios religiosos del


mundo antiguo, pasemos ahora a un examen más detallado de
aquellos que están más íntimamente conectados con la historia
de la Francmasonería, y cuya influencia es, hasta el día de hoy,
más evidente en su organización.

De todos los Misterios paganos instituidos por los antiguos,


ninguno era más extensamente difuso que los del dios griego
Dionisio. Se establecieron en Grecia, Roma, Siria y toda Asia
Menor. Entre los griegos, y aún más entre los romanos, los ri-
tos celebrados en el festival dionisíaco eran, se debe confesar,
de carácter disoluto y licencioso. 80 Pero en Asia asumieron una
80 La pluma satírica de Aristófanes no ha escatimado los festivales Dionisíacos. Pero la
burla y el sarcasmo de un escritor de cómics siempre deben recibirse con muchos bene-
57
forma diferente. Allí, como en todas partes, la leyenda (porque
ya se ha dicho que cada Misterio tenía su leyenda) contada, y
las ceremonias representadas, el asesinato de Dionisos por los
Titanes. La doctrina secreta, también, entre los asiáticos, no era
diferente de la de las naciones occidentales, pero había algo
peculiar en la organización del sistema. Los Misterios de Dio-
nisio en Siria, más especialmente, no eran simplemente de ca-
rácter teológico. Allí los discípulos se unieron a la indulgencia
en sus opiniones especulativas y secretas en cuanto a la unidad
de Dios y la inmortalidad del alma, que eran comunes a todos
los Misterios, la práctica de un arte operativo y arquitectónico, y
se ocuparon también en el construcción de templos y edificios
públicos como en la búsqueda de la verdad divina.

Puedo dar cuenta de la mayor pureza de estos ritos sirios solo


adoptando la ingeniosa teoría de Thirwall, que todos los Miste-
rios “fueron los restos de un culto que precedió al surgimiento
de la mitología helénica, y sus ritos concomitantes, basados ​​en
una vista de la naturaleza menos imaginativa, más ferviente y más
adecuada para despertar tanto el pensamiento filosófico como el
sentimiento religioso”, y al suponer que los asiáticos, al no serlo,
desde su posición geográfica, tan tempranamente imbuida de
los errores del helenismo, habían sido más capaces de preser-
var la pureza y la filosofía de la antigua fe pelagística, que, en
sí misma, fue indudablemente una emanación directa de la reli-
gión patriarcal, o, como se la ha llamado, la Masonería Pura del
mundo antediluviano.
ficios. Al menos, ha sido lo suficientemente sincero como para confesar que no se pudo
iniciar a nadie que haya sido culpable de ningún delito contra su país o la seguridad pú-
blica. Ranae , v. 360-365. — Eurípides proclama el coro en su Bacchae. Que los misterios
se practicaban solo con fines virtuosos. En Roma, sin embargo, no cabe duda de que
las iniciaciones se extendieron a lo largo de un carácter licencioso. “En ne peut douter”,
dice Ste. Croix, “que l’introduction des fêtes of Bacchus in Italie n’ait accéleré les progrès
du libertinage et del débauche dans cette contrée.” - Myst. du pag., tom ii. pag. 91.—St.
Agustín (De Civ. Dei, lib. Vii. C. Xxi.) Incumple contra la impureza de las ceremonias
en Italia de los ritos sagrados de Baco. Pero incluso él no niega que el motivo con el que
se realizaron fue de naturaleza religiosa, o al menos supersticiosa: “Sic videlicet Liber
deus placandus fuerat”. La propiciación de una deidad fue ciertamente un acto religioso.
58
Sin embargo, como quiera que sea, sabemos que “los dionisía-
cos de Asia Menor fueron indudablemente una asociación de ar-
quitectos e ingenieros, que tenían el privilegio exclusivo de cons-
truir templos, estadios y teatros, bajo la misteriosa tutela de Baco,
y fueron distinguido de los habitantes no iniciados o profanos por
la ciencia que poseían, y por muchos signos privados y muestras
por las cuales se reconocieron el uno al otro”. 81

Esta sociedad especulativa y operativa 82 -especulativa en las


lecciones esotéricas y teológicas que se enseñaban en sus ini-
ciaciones y que operaba en las labores de sus miembros como
arquitectos- se distinguía por muchas peculiaridades que la asi-
milaban estrechamente a la institución de la Francmasonería.
En la práctica de la caridad, los más opulentos estaban obliga-
dos a aliviar los deseos y contribuir al apoyo de los hermanos
más pobres. Estaban divididos, por las comodidades del traba-
jo y las ventajas del gobierno, en cuerpos más pequeños, que, al
igual que nuestras logias, estaban dirigidas por oficiales super-
intendentes. Emplearon, en sus prácticas ceremoniales, muchos
de los implementos de la Masonería operativa, y usaron, como
los masones, un lenguaje universal; y modos convencionales de
reconocimiento, mediante los cualesun hermano puede cono-
cer a otro tanto en la oscuridad como en la luz , y que sirvió para
unir a todo el cuerpo, donde quiera que estén dispersos, en una
hermandad común. 83
81 Este lenguaje está citado de Robison ( Proofs of a Conspiracy , p. 20, edición de Lon-
dres, 1797), a quien nadie sospechará o acusará de veneración indebida por la antigüe-
dad o la moralidad del orden masónico.
82 No debemos confundir a estos constructores asiáticos con los actores de juego, que
fueron llamados posteriormente por los griegos, como aprendemos de Aulus Gellius
(lib. Xx. Cap. 4), “artífices de Dionisio”
83 Hay abundantes pruebas, entre los autores antiguos, de la existencia de signos y con-
traseñas en los Misterios. Así, Apuleius, en su Apología, dice: “Si qui forte adest eorun-
dem Solemnium mihi particeps, signum dato”, etc .; es decir, “si está presente alguien
que haya sido iniciado en los mismos ritos que yo, si él me da la señal, entonces ten-
drá la libertad de escuchar qué es lo que mantengo con tanto cuidado”. Plauto también
alude a este uso cuando, en su “Miles Gloriosus”, acto iv. Carolina del Sur. 2, hace que
Milphidippa diga a Pyrgopolonices, “Cedo signum, si harunc Baccharum es”; es decir,
“Dé el signo si usted es uno de estos Bacantes”, o inicie en los Misterios de Baco. Cle-
59
He dicho que en los misterios de Dionisio la leyenda cuenta la
muerte de ese dios héroe y el posterior descubrimiento de su
cuerpo. Algunos detalles adicionales de la naturaleza del ritual
dionisíaco son, por lo tanto, necesarios para una apreciación
completa de los puntos a los que me propongo llamar directa-
mente la atención.

En estos ritos místicos, el aspirante se hizo representar, sim-


bólicamente y en una forma dramática, los acontecimientos
relacionados con el asesinato del dios de quien los Misterios
derivaron su nombre. Después de una variedad de ceremonias
preparatorias, destinadas a despertar todo su coraje y fortale-
za, el aphanismo o muerte mística de Dionisio fue descubierto
en las ceremonias, y los gritos y lamentos de los iniciados, con
el confinamiento o entierro del candidato en el pastos, sofá o
ataúd constituyeron la primera parte de la ceremonia de inicia-
ción. Entonces comenzó la búsqueda de Rea por los restos de
Dionisio, que continuó en medio de escenas de la mayor confu-
sión y tumulto, hasta que, finalmente, la búsqueda fue exitosa,
el luto se convirtió en alegría, la luz se convirtió en oscuridad.84

Tales fueron los misterios que practicó el arquitecto, los franc-


masones, por así decirlo, de Asia Menor. En Tiro, la ciudad más
rica e importante de esa región, una ciudad memorable por el
esplendor y la magnificencia de los edificios con los que fue
decorada, había colonias o logias de estos arquitectos místicos;
y este hecho le pido que tenga en cuenta, ya que forma un esla-
mens Alexandrinus llama a estos modos de reconocimiento σωθηματα, como si fueran
medios de seguridad .memoracula , creo que para denotar contraseñas, cuando dice
“sanctissimè sacrorum signa et memoracula custodire”, que me inclino a traducir, “muy
escrupulosamente para preservar los signos y contraseñas de los ritos sagrados”.
84 El barón de Sainte Croix ofrece esta breve descripción de las ceremonias: “Dans ces
mystères on employeeoit, pour remplir l’âme des assistans d’une sainte horreur, les mê-
mes moyens qu’à Eleusis. L’apparition de fantômes et de Diversos objetos en el efer-
vescente, semitrabajadores y espíritus en la crédula. En estos momentos se evitan los
errores, se publican las notas y las explicaciones de los mistagogos: elles rouloient sur le
massacre de Bacchus par les Titans, “& c.— Recherches sur les Mystère du paganismo ,
tom. ii. secta. vii Art º. iii. pag. 89.
60
bón importante en la cadena que conecta a los Dionysiacs con
los Francmasones.

Pero para completar cada eslabón de esta cadena de cone-


xión, es necesario demostrar que los artistas místicos de Tiro
son al menos contemporáneos con la construcción del templo
del rey Salomón; y la evidencia de ese hecho ahora intentaré
producir.

Lawrie, cuyas elaboradas investigaciones sobre este tema no


nos dejan nada por descubrir, sitúa la llegada de los dionisíacos
en Asia Menor en el momento de la migración jónica, cuando
“los habitantes de Ática, quejándose de la estrechez de su territo-
rio y la falta de frutos de su suelo, fue en busca de asentamientos
más extensos y fértiles. Al estar unidos por un número de los ha-
bitantes de las provincias circundantes, navegaron a Asia Menor,
expulsaron a los habitantes originales, y se aprovecharon de las
situaciones más elegibles, y los unieron bajo el nombre de Jonia,
porque el mayor número de refugiados eran nativos de esa pro-
vincia griega”. Con su conocimiento de las artes escultóricas y
arquitectónicas, en las que los griegos ya habían progresado,
los emigrantes trajeron a sus nuevos asentamientos sus costum-
bres religiosas también, e introdujeron en Asia los misterios de
Atenea y Dionisio mucho antes de que se hubieran corrompido.
por el libertinaje de la madre patria.

Ahora, Playfair sitúa la migración jónica en el año 1044 aC,


Gillies en 1055 y el abate Barthélemy en 1076. Pero el último de
estos períodos se extenderá hasta cuarenta y cuatro años antes
del comienzo del templo de Salomón en Jerusalén , y dará tiem-
po suficiente para el establecimiento de la fraternidad dionisía-
ca en la ciudad de Tiro, y la iniciación de “Hiram el Constructor”
en sus misterios.

Permítanos ahora perseguir la cadena de acontecimientos his-


tóricos que finalmente unieron esta rama más pura de la Maso-
61
nería Espuria de las naciones paganas con la Francmasonería
Primitiva de los Judíos en Jerusalén.

Cuando Salomón, rey de Israel, estaba a punto de edificar,


de acuerdo con los propósitos de su padre, David, “una casa al
nombre de Jehová, su Dios”, Hiram, rey de Tiro, le hizo saber su
intención. y aliado; y porque era muy consciente de la habilidad
arquitectónica de los dionisíacos tirios, solicitó la ayuda del mo-
narca para permitirle llevar a la práctica su diseño piadoso. Las
Escrituras nos informan que Hiram cumplió con la petición de
Salomón, y le envió los obreros necesarios para ayudarlo en la
gloriosa empresa. Entre otros, envió un arquitecto, que se des-
cribe brevemente, en el Primer Libro de Reyes, como “el hijo
de una viuda, de la tribu de Neftalí, y su padre un hombre de Tiro,
un trabajador de bronce, un hombre lleno de sabiduría y enten-
dimiento y astucia para obrar todas las obras en bronce; y más
completamente”,

Para este hombre, el hijo de esta viuda (como lo informa la his-


toria de las Escrituras, así como la tradición masónica), el rey Sa-
lomón le encomendó una posición importante entre los obreros
del edificio sagrado, que se construyó en el monte Moriah. Su
conocimiento y experiencia como artífice, y su habilidad emi-
nente en todo tipo de “mano de obra curiosa y astuta”, lo coloca-
ron fácilmente a la cabeza de los artesanos judíos y tirios, como
el principal constructor y principal conductor de las obras; y
es a él, por medio de la gran autoridad que le dio este puesto,
que atribuimos la unión de dos personas, tan antagónicas en su
raza, tan diferentes en sus modales, y tan opuestas en religión,
como los judíos y los tirios, en una hermandad común, que re-
sultó en la organización de la institución de la Francmasonería.
Este Hiram, como tirio y artífice, debe haber estado conectado
con la fraternidad dionisiaca; ni podría haber sido un miembro
muy humilde o discreto, si podemos juzgar de su rango en la
sociedad, de la cantidad de talento que se dice que poseía, y
de la posición elevada que tenía en los afectos, y en la corte, del
62
rey de Tiro. Debe, por lo tanto, haber estado familiarizado con
todos los usos ceremoniales de los artífices dionisíacos, y debe
haber disfrutado de una larga experiencia de las ventajas del
gobierno y la disciplina que practicaron en la construcción de
los muchos edificios sagrados en los que estaban comprometi-
dos. . Una parte de estos usos ceremoniales y de esta disciplina
lo inclinaría naturalmente a introducir entre los obreros de Jeru-
salén. Por lo tanto, los unió en una sociedad, similar en muchos
aspectos a la de los artífices dionisíacos. Él inculcó lecciones de
caridad y amor fraternal; estableció una ceremonia de inicia-
ción, para probar experimentalmente la fortaleza y el valor del
candidato; modos de reconocimiento adoptados; e impresionó
las obligaciones del deber y los principios de la moralidad por
medio de símbolos y alegorías.

A los obreros y hombres de carga, el Ish Sabal, y a los arte-


sanos, correspondiendo con el primero y segundo grados de
la Masonería más moderna, pero se confió poco conocimien-
to secreto. Al igual que los aspirantes en los Misterios menores
del paganismo, sus instrucciones eran simplemente purificarlos
y prepararlos para una prueba más solemne y para el conoci-
miento de las verdades más sublimes. Éstos debían encontrar-
se solo en el grado de Maestría, que se pretendía que fuese a
imitación de los Misterios mayores; y en él se desarrollaron,
explicaron y aplicaron las grandes doctrinas de la unidad de
Dios y la inmortalidad del alma. Pero aquí debe haber surgido
de inmediato un obstáculo aparentemente insuperable para la
posterior continuación de la semejanza de la Masonería con los
Misterios de Dionisio. En los Misterios paganos, Ya he dicho que
estas lecciones fueron alegóricamente enseñadas por medio de
una leyenda. Ahora, en los Misterios de Dionisio, la leyenda era
la de la muerte y posterior reanimación del dios Dionisio. Pero
hubiera sido completamente imposible introducir una leyenda
como la base de cualquier instrucción que se comunique a los
candidatos judíos. Cualquier alusión a las fábulas mitológicas
de sus vecinos gentiles, cualquier celebración de los mitos de la
63
teología pagana, habría sido igualmente ofensivo al gusto y re-
pugnante a los prejuicios religiosos de una nación educada, de
generación en generación, en la adoración de un divino celoso
de sus prerrogativas, y que se había dado a conocer a su pue-
blo como JEHOVÁ, el Dios del tiempo presente, pasado y futuro.
Cómo podría haber superado este obstáculo el fundador israe-
lita de la orden que no puedo decir: se habría inventado, sin
duda, un sustituto que habría cumplido con todos los requisitos
simbólicos de la leyenda de los Misterios, o la masonería es-
puria, sin violar los principios religiosos de la Francmasonería
Primitiva de los Judíos; pero la necesidad de tal invención nunca
existió, y antes de la finalización del templo se dice que ocurrió
un evento melancólico, que sirvió para cortar el nudo gordia-
no, y la muerte de su arquitecto principal ha proporcionado a
la masonería su leyenda apropiada: una leyenda que, como las
leyendas de todos los Misterios, se usa para testificar nuestra fe
en la resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma. que
habría cumplido con todos los requisitos simbólicos de la le-
yenda de los Misterios, o la Francmasonería Espuria, sin violar
los principios religiosos de la Masonería Primitiva de los Judíos;
pero la necesidad de tal invención nunca existió, y antes de la
finalización del templo se dice que ocurrió un evento melan-
cólico, que sirvió para cortar el nudo gordiano, y la muerte de
su arquitecto principal ha proporcionado a la masonería su le-
yenda apropiada: una leyenda que, como las leyendas de todos
los Misterios, se usa para testificar nuestra fe en la resurrección
del cuerpo y la inmortalidad del alma. que habría cumplido con
todos los requisitos simbólicos de la leyenda de los Misterios,
o la Francmasonería Espuria, sin violar los principios religiosos
de la Masonería Primitiva de los Judíos; pero la necesidad de tal
invención nunca existió, y antes de la finalización del templo se
dice que ocurrió un evento melancólico, que sirvió para cortar
el nudo gordiano, y la muerte de su arquitecto principal ha pro-
porcionado a la masonería su leyenda apropiada: una leyenda
que, como las leyendas de todos los Misterios, se usa para testi-
ficar nuestra fe en la resurrección del cuerpo y la inmortalidad
64
del alma.

Antes de concluir esta parte del tema, es apropiado que se


diga algo sobre la autenticidad de la leyenda del tercer grado.
Algunos masones distinguidos están dispuestos a darle crédito
completo como un hecho histórico, mientras que otros lo consi-
deran solo como una bella alegoría. En la medida en que la pre-
gunta tiene alguna relación con el simbolismo de la Francmaso-
nería, no tiene importancia; pero quienes sostienen su carácter
histórico afirman que lo hacen por los siguientes motivos:

Primero. Debido a que el carácter de la leyenda es tal que


cumple todos los requisitos del conocido axioma de Vincentius
Lirinensis, en cuanto a lo que debemos creer en asuntos tradi-
cionales. 85

“Quod semper, quod ubique, quod ab omnibus traditum est”

Es decir, debemos creer cualquier tradición que haya sido en


todo momento, en todos los lugares y por todas las personas
transmitidas.

Con esta regla, la leyenda de Hiram Abif, dicen, concuerda en


todos los aspectos. Ha sido universalmente recibido, y casi uni-
versalmente acreditado, entre los francmasones desde los pri-
meros tiempos. No tenemos registro de ninguna Masonería que
haya existido desde el tiempo del templo sin ella; y, de hecho,
está tan estrechamente entrelazada en todo el sistema, forman-
do la parte más esencial de ella, y dándole su carácter más de-
terminante, que es evidente que la institución no podría existir

85 Vincentius Lirinensis o Vincent of Lirens, quien vivió en el siglo quinto de la era


cristiana, escribió un controvertido tratado titulado “Commonitorium”, notable por la
veneración ciega que le da a la voz de la tradición. La regla que él establece allí, y que
se cita en el texto, puede considerarse, en una solicitud modificada, como un axioma
mediante el cual podemos probar la probabilidad , al menos, de todo tipo de tradicio-
nes. Ninguno fuera de los límites de la iglesia de Vicente irá tan lejos como lo hizo en el
criterio de la verdad positiva.
65
más sin la leyenda, que la leyenda podría tener sido retenido
sin la institución. Esto, por lo tanto, piensan los defensores del
carácter histórico de la leyenda, da probabilidad, al menos, a su
verdad.

En segundo lugar. No está en contradicción con la historia de


las escrituras de las transacciones en el templo, y por lo tanto, en
ausencia de la única autoridad escrita existente sobre el tema,
estamos en libertad de depender de la información tradicional,
siempre que la tradición sea, como se afirma que en este caso
es, razonable, probable y respaldado por una sucesión ininte-
rrumpida.

En tercer lugar. Se sostiene que el mismo silencio de la Escri-


tura en relación con la muerte de Hiram, el Constructor, es un
argumento a favor de la naturaleza misteriosa de esa muerte.
Un hombre tan importante en su posición como para haber sido
llamado el favorito de dos reyes, enviado por uno y recibido por
el otro como un regalo de valor superior, y la donación conside-
rada digna de un registro especial, difícilmente hubiera pasado
al olvido. , cuando su trabajo estuvo terminado, sin el recuerdo
de una sola línea, a menos que su muerte hubiera tenido lugar
de tal manera que se hiciera impropia una cuenta pública de
ella. Y se supone que este ha sido el hecho. Se había convertido
en la leyenda de los nuevos Misterios, y, como los de los viejos,
solo se divulgaba cuando se acompañaba con las instrucciones
simbólicas que se pretendía imprimir en las mentes de los as-
pirantes.

Pero si, por otro lado, se admite que la leyenda del tercer gra-
do es una ficción, que todo el relato masónico y extracritural de
Hiram Abif es simplemente un mito, no podría, en lo más míni-
mo, afectan la teoría que es mi objetivo establecer. Porque des-
de entonces, en una relación mítica, como lo aprendió Müller 86
ha observado, hecho e imaginación, lo real y lo ideal, están muy

86 Prólogo. zu einer wissenshaftlich. Mythologie.


66
unidos, y dado que el mito mismo siempre surge, según el mis-
mo autor, por necesidad e inconciencia por parte de sus auto-
res, y por impulsos que actúan por igual sobre todos, debemos
volver a la Masonería Espuria de los Dionysiacs por el principio
que condujo a la formación involuntaria de este mito Hiramico;
y luego llegamos al mismo resultado, que ya se ha indicado, a
saber, que la necesidad del sentimiento religioso en la mente
judía, a la que la introducción de la leyenda de Dionisio habría
sido aborrecible, llevó a la sustitución de la misma por la de Hi-
ram, en la que las partes ideales de la narrativa se han mezclado
íntimamente con transacciones reales. Por lo tanto, que había un
hombre como Hiram Abif; que él era el principal constructor en
el templo de Jerusalén; que era el amigo confidencial de los re-
yes de Israel y Tiro, lo que se indica por su título deAb, o padre;
y que no se lo conoce después de la finalización del templo, son
todos hechos históricos. Que él murió por violencia, y en la for-
ma descrita en la leyenda masónica, también puede ser cierto,
o puede ser simplemente elementos míticos incorporados en la
narración histórica.

Pero sea esto así o no, ya sea que la leyenda sea un hecho o
una ficción, una historia o un mito, esto, al menos, es cierto: que
fue adoptado por los masones salomónicos del templo como un
sustituto del leyenda idólatra de la muerte de Dionisio, que per-
teneció a los misterios dionisíacos de los obreros tirios.

https://www.gutenberg.org/files/11937/11937-h/11937-h.htm

En el vino están la verdad, la vida y la muerte. En el vino están


a la aurora y el crepúsculo, la juventud y la transitoriedad. En
el vino está el movimiento pendular del tiempo. En el vino se
refleja la vida.
- Roland Betsch

67
TEMPLO DEL R
La gran obra de Salomón; Hir
La Leyenda del Templo es una leyenda o tradición que remon-
ta el origen de la masonería como una institución organizada
al Templo de Salomón y a los constructores, judíos y tirios, que
fueron empleados en la construcción de ese edificio.

Esta es la leyenda aceptada casi universalmente por la gran


masa de la fraternidad masónica. Quizás nueve de cada diez

68
REY SOLOMON
ram, rey de Tiro; y Hiram Abif
Francmasones de hoy en día, es decir, todos los que reciben
la tradición con la fe indudable que debería darse solo a la
historia, creen conscientemente que la Francmasonería, como
lo vemos ahora, organizada en logias y grados, con Grandes
Maestros, Maestros y Guardianes, con las mismas observancias
rituales, fue ideada por primera vez por Salomón, el Rey de Is-
rael, y asumió su posición como una sociedad secreta durante la

69
construcción del Templo en el Monte Moriah.

Esta teoría no es nueva. Probablemente fue sugerido al prin-


cipio por el pasaje en La leyenda del oficio que describe bre-
vemente la construcción del Templo y la confirmación por Salo-
món de los cargos que su padre David había dado a los masones.

De este pasaje de la Leyenda no cabe duda de que el Templo


de Salomón ocupó un lugar destacado en las ideas de los maso-
nes medievales. ¿Cuánto uso hicieron de él en sus ceremonias
esotéricas que, por supuesto, no podemos aprender? Sin embar-
go, es una coincidencia significativa, si nada más, que hubo una
leyenda algo similar entre los “Compagnons de la Tour”, esas
asociaciones místicas de trabajadores que surgieron en Francia
alrededor del siglo XII, y que se supone que han sido una rama
de viajantes insatisfechos del cuerpo de Maestros opresivos,
quienes en ese período constituían el poder gobernante de los
gremios corporativos de Masones operativos y otros oficios.

Como las tradiciones de esta sociedad en referencia al Templo


de Salomón se calculan para arrojar mucha luz sobre las ideas
que prevalecieron entre los masones con respecto al mismo
tema, y ​​como las leyendas del Templo de los “Compagnons” son
más conocidas que nosotros los de los Masones operativos me-
dievales, y finalmente, como no es en absoluto improbable que
las ideas de los primeros se deriven de los de los últimos, no
será inoportuno tener una breve visión de la leyenda del Tem-
plo del Compagnonage.

Los Compagnons de la Tour tienen tres leyendas diferentes,


cada una de las cuales remonta la asociación al Templo de Salo-
món, a través de tres fundadores diferentes, lo que hace que el
Compagnonage se divida en tres asociaciones distintas y, des-
afortunadamente, hostiles. Estos son los hijos de Salomón, los
hijos de Maitre Jacques y los hijos de Pere Soubise.

70
Los Hijos de Salomón afirman que el propio Rey Salomón los
asoció en una hermandad en la construcción del Templo.

Los Hijos de Maitre Jacques y los de Pere Soubise declaran


que estos dos trabajadores estaban empleados en el Templo, y
después de su finalización fueron juntos a la Galia, donde ense-
ñaron las artes que habían aprendido en Jerusalén.

La tradición de Maitre Jacques es particularmente interesante.


Se dice que fue hijo de un célebre arquitecto llamado Jacquain,
uno de los principales maestros de Salomón y colega de Hiram
Abif. Desde la edad de quince años, fue empleado como corta-
dor de piedras. Viajó por Grecia, donde adquirió conocimien-
tos de arquitectura y escultura. Luego se fue a Egipto y de allí
a Jerusalén, donde, al ocuparse de la construcción del Templo,
fabricó dos pilares con una habilidad tan consumada que fue
recibido de inmediato como Maestro del oficio.

No es necesario seguir adelante con la leyenda del Compag-


nonage francés. Se ha dicho suficiente para demostrar que ras-
trearon su origen en el Templo de Salomón y que la leyenda se
refería a los eventos relacionados con ese edificio.

Ahora bien, como se sabe que estos viajeros (ya que podemos
traducir su título en francés) se separaron en el siglo XII de las
corporaciones de Trabajadores Maestros como consecuencia
de la política estrecha y opresiva de estos cuerpos, haciendo
lo que en los tiempos modernos Sera llamado “huelga”, es ra-
zonable suponer que llevaban con ellos a su nueva e indepen-
diente organización muchas de las costumbres, ceremonias y
tradiciones que habían aprendido del cuerpo principal o de los
gremios de los Maestros de los cuales eran una rama.

Por lo tanto, aunque no hemos podido encontrar ninguna le-


yenda o tradición de los masones operativos medievales que
remontan su origen al Templo de Salomón, sin embargo, tal
71
tradición prevalece entre una asociación de trabajadores que,
como sabemos, estaban en Una vez que nos identificamos con
los Masones Operativos y nos separamos de ellos por una cues-
tión de política, tenemos un derecho razonable a creer que la
leyenda de los Compagnons de la Tour, o viajantes, que tuvieron
su origen en el Templo de Salomón, se derivó por ellos de las
Corporaciones de Maestros o Gremios de Albañiles Operativos,
entre los cuales era una tradición aceptada.

De esta manera tenemos el fundamento de una creencia razo-


nable de que el origen de la Masonería de la Leyenda del Tem-
plo es más antiguo que la era del Renacimiento a principios del
siglo XVIII, y que había sido una doctrina reconocida entre los
Masones operativos de la Edad Media.

La ausencia de la Leyenda en cualquier detalle formal de to-


dos los manuscritos antiguos no prueba que no existiera tal Le-
yenda, ya que por su carácter esotérico, puede que, por moti-
vos concienzudos, o en obediencia a alguna regulación, nunca
se haya escrito. Sin embargo, esto es una mera suposición y no
puede interferir de ninguna manera con las deducciones de-
rivadas de datos positivos en referencia a la Leyenda del Ter-
cer Grado. Puede haber habido una Leyenda del Templo y, sin
embargo, los detalles narrados en ella pueden haber sido muy
incompletos y no haber incluido los eventos relacionados en la
Leyenda anterior.

La primera referencia en los registros antiguos al Templo de


Salomón en relación con el origen de la Francmasonería se en-
cuentra en Cooke MS . y está en las siguientes palabras:

“En ese tiempo los hijos de Israel que habitaban en Egipto apren-
dieron el Arte de la Masonería.Y luego, cuando fueron conducidos
fuera de Egipto, llegaron a la Tierra de Behest, que ahora se lla-
ma Jerusalén. Y el Rey David inició la construcción del Templo de
Salomón. El Rey David amaba a los Masones, y les dio derechos
72
como antes no tenían.Y en la construcción del Templo, en tiempos
de Salomón, como se dice en la Biblia, en el 3º Libro Regum in ter-
cio Regam, capítulo quinto, Salomón tenía ochenta mil construc-
tores a su servicio. Y el hijo de Tiro era su jefe. Y en otras crónicas
y en otros libros de Masonería se dice que Salomón les confirmó
el encargo que David, su padre, había dado a los masones. Y el
propio Salomón les enseñó en formas poco distintas de las usadas
73
ahora. Y de allí esta importante ciencia fue llevada a Francia y a
otras Regiones”.

El MS de Dowland , cuya fecha supuesta es unos cincuenta


o sesenta años más tarde que el Cooke, da sustancialmente la
misma Leyenda, pero con las circunstancias adicionales, que
David aprendió los cargos que él presentó, desde Egipto, don-
de Euclides los había presentado; que agregó otros cargos a
estos; que Salomón envió a varios países para los masones, a
quienes reunió; que el nombre del Rey de Tiro era Iram, y el de
su hijo, que era el Maestro Principal de Salomón, era Aynon; y,
finalmente, que él era un Maestro de Geometría y de tallado y
grabado.

En esta breve narrativa, cuya primera edición se remonta has-


ta el final del siglo XV, vemos los gérmenes de la Leyenda más
completa que prevalece entre los Oficios en la actualidad. Que
había una organización de masones con “cargos y modales”, es
decir, leyes y costumbres en el edificio del Templo de Jerusalén,
y que el rey Salomón fue asistido en la obra por el rey de Tiro
y por un artista hábil que tenía Recibido a él por Hiram, son los
dos puntos más importantes en la teoría del origen del Templo
de la Masonería, y ambos están expresados explícitamente
​​ en
estas primeras leyendas.

A continuación, encontramos la Leyenda repetida, pero con


detalles más elaborados, la mayoría de los cuales, sin embar-
go, están tomados del Libro de Reyes como se menciona en la
Leyenda del Arte por Anderson, en la primera edición de las
Constituciones, y con algunos detalles adicionales en la segun-
da edición de la misma obra.

Preston, el siguiente importante escritor masónico después de


Anderson, no se relaciona ni se refiere a la Leyenda en ninguna
parte de sus Ilustraciones de Masonería, pero la teoría de que
la Masonería encontró su origen en el Templo debe deducirse
74
de las tradiciones históricas contenidas en el Tercera conferen-
cia del sistema Prestoniano, de la cual Webb lo derivó, y lo ha
perpetuado entre los masones estadounidenses hasta nuestros
días.

Hutchinson, quien siguió a Preston, aunque, como se ha visto,


se inclinó hacia un origen más remoto de la Orden, se refiere
repetidamente en su Espíritu de Masonería, y especialmente en
su Sexta Conferencia, al Templo de Salomón como el lugar don-
de “los verdaderos artesanos fueron probados en su trabajo”, y
donde Salomón los distinguió en diferentes rangos, entregando
a cada uno las señales apropiadas y fichas secretas, y los orga-
nizó para la primera vez en una asociación de constructores, los
antecesores de los masones fueron anteriores a los sabios que,
aunque estaban familiarizados con los principios de la geome-
tría y la arquitectura, se dedicaban exclusivamente a especu-
laciones filosóficas. De esta manera, Hutchinson dio el peso de
su influencia a favor de la Leyenda que atribuyó el origen de la
Masonería operativa y especulativa a Salomón y a su Templo,
aunque sus opiniones sobre este tema difieren de las de otros
escritores.

El Dr. Oliver, uno de los últimos y más prolíficos de los escrito-


res legendarios, aunque en su propia teoría trata de rastrear el
origen de la masonería hasta una antigüedad mucho más remo-
ta, pero habla mucho en detalle en la mayoría de sus obras, pero
Principalmente en sus Antigüedades y en sus Monumentos His-
tóricos, del sistema que se organizó por primera vez en el edi-
ficio del Templo Solomónico, que la mayoría de los lectores que
no examinan de cerca sus escritos y examinan cuidadosamente
sus puntos de vista tienen la impresión de que tenía adoptado
por completo el origen de la Leyenda del Templo y, por lo tanto,
su autoridad se ha prestado a la creencia popular.

Existente, como se puede suponer de la analogía de una le-


yenda similar de los Compagnons de la Tour, entre los artesa-
75
nos de la Edad Media; transmitido a la era del Renacimiento de
principios del siglo XVIII, y desde entonces enseñó en todos los
rituales y fue sostenido por los mejores escritores masónicos
hasta un período reciente, esta Leyenda del Templo se originó
en la masonería o, en palabras sencillas, la teoría que recibió la
masonería en el momento de la construcción del Templo de Je-
rusalén, la forma y organización que posee en la actualidad, ha
sido y sigue siendo un dogma de fe implícitamente creído por
las masas de la fraternidad.

Por lo tanto, es bueno que ahora veamos cuál es precisamente


la forma y la sustancia de esta popular Leyenda. Según lo reci-
bido en la actualidad por el cuerpo del Arte, se puede afirmar
lo siguiente:

Cuando Salomón estaba a punto de comenzar la construcción


de su Templo, su propia gente no era arquitectos expertos ni ex-
perimentados, solicitó ayuda a su amigo Hiram, el monarca del
vecino reino de Tiro. Hiram, al cumplir con su pedido, le envió
a un numeroso grupo de trabajadores y, a su cabeza, un dis-
tinguido artista llamado Hiram Abif, como marca de distinción,
equivalente al título, “Hiram su padre”, que se describe como
“un hombre astuto, dotado de comprensión”.

Luego, el rey Salomón procedió a organizar la institución en


una forma que se adoptó como modelo de lo que existe en la
actualidad en cada país donde existe la masonería. La Leyenda
que contiene la clasificación de los obreros en el Templo, que
ha sido adoptada en los rituales de la masonería moderna, se
profundiza en parte de las Escrituras y en parte de la tradición.
Un examen de ello no será inapropiado.

Hay dos relatos, ligeramente conflictivos, en la narrativa de las


Escrituras. En el Segundo Libro de Crónicas , Capítulo II, versí-
culos 17 y 18, están las siguientes palabras:

76
“Y Salomón contó a todos los extraños que estaban en la tierra
de Israel, después del número con que los contó David su padre, y
se encontraron ciento cincuenta mil y tres mil seiscientos.

Y estableció tres puntos y diez mil de ellos para ser portadores


de cargas y cuatro puntos para ser en la montaña y tres mil seis-
cientos supervisores para poner a la gente a trabajar”.
77
Los mismos detalles numéricos se dan en el segundo verso del
mismo capítulo. Nuevamente, en el Primer Libro de los Reyes ,
Capítulo V, Versículos 13 y 14, se dice:

“Y el rey Salomón levantó un impuesto de todo Israel; y el grava-


men era de treinta mil hombres.

Y los envió al Líbano, diez mil por mes por cursos; un mes es-
tuvieron en el Líbano y dos meses en casa: y Adoniram superó el
gravamen”.

En la Leyenda del Arte, esta enumeración no se cumplió es-


trictamente. El MS Cooke. dice que había “cuatro mil mil alba-
ñiles en el trabajo”, de los cuales tres mil fueron elegidos como
Maestros del trabajo. El MS Landsdowne dice que el número de
masones fue de veinticuatro mil. Pero este número debe haber
sido un error administrativo del copista, en el que solo le sigue
el MS Antiquity. Todos los demás manuscritos concuerdan con
Dowland y hacen que el número de masones sea ochenta mil,
incluidos los tres mil supervisores o Maestros del Obra.

Esta declaración no concuerda con lo que está en el Libro de


los Reyes ni con el de Crónicas , y sin embargo, es todo lo que la
Leyenda del Arte proporciona.

El Dr. Anderson, quien fue el primer autor después del Rena-


cimiento que hizo una enumeración y clasificación de los traba-
jadores en el Templo, abandonó la Leyenda por completo e hizo
su cuenta de la Biblia. Esto lo publicó en la primera edición de
las Constituciones y lo modificó con alguna información tradi-
cional, de donde se deriva no sé. Pero es en esta clasificación
de Anderson que se enmarcan todos los rituales que han estado
en uso desde su época.

Por lo tanto, puede ser considerado como el autor de la Leyen-


da de los Trabajadores en el Templo; a pesar de los elementos
78
históricos que contiene, derivados de las Escrituras, hay tantas
interpolaciones tradicionales que asume correctamente un per-
sonaje legendario.

En el relato de Anderson, se emplearon en el edificio tres mil


seiscientos Maestros Masones, para llevar a cabo el trabajo de
acuerdo con las instrucciones de Salomón; ochenta mil cortado-
res de piedra en las montañas que él dice que eran compañe-
ros artesanos, y setenta mil trabajadores que no eran masones,
además de la recaudación de treinta mil que trabajaban bajo
la supervisión de Adoniram, sumando ciento ochenta y tres mil
seiscientos. Para este gran número, Anderson dice que Salomón
estaba “muy agradecido” con Hiram, el rey de Tiro, que envió a
sus masones y carpinteros a Jerusalén.
79
Sobre esta inmensa cantidad de constructores y trabajadores,
Anderson dice que el Rey Salomón presidió como Gran Maes-
tro en Jerusalén, el Rey Hiram en la misma capacidad en Tiro y
Hiram Abif fue el Maestro del Trabajo.

Quince años después, Anderson, en la segunda edición de


sus Constituciones, modificó un tanto estas opiniones y agregó
algunos otros detalles. Promueve a Hiram Abif desde el puesto
de Maestro Operario o Maestro de la Obra, al de Gran Maestro
Adjunto en ausencia de Salomón y al de Gran Guardián Mayor
en su presencia. También dice:

“Salomón dividió las Artesanías Compañeros en ciertas Logias


con un Maestro y Guardianes en cada una; para que reciban los
comandos de manera regular, cuiden sus herramientas y joyas, se
les pague todas las semanas, se los alimente y se los coloque de-
bidamente, etc., y los compañeros masones se encargaron de su
sucesión educando a los Aprendices Entrantes”.

Si alguna vez existió tal tradición, ahora se pierde, ya que no


se puede encontrar en ninguno de los manuscritos antiguos que
son el registro de las tradiciones masónicas. Se admite que los
masones operativos de la Edad Media practicaron usos simila-
res, pero no tenemos autoridad histórica, ni siquiera legendaria,
fuera de la obra de Anderson, para rastrearlos hasta el Templo
de Jerusalén.

De estos materiales los ritualistas han fabricado una Leyen-


da; que existe en todos los rituales masónicos y que debe ha-
ber sido construido en Londres, en un período muy temprano
después del Renacimiento, para asegurar una aceptación tan
universal entre todas las naciones que derivaron su Masonería
de la Gran Logia de Inglaterra. El origen de la Masonería de
la Leyenda del Templo, como es generalmente aceptado por
la masonería en la actualidad, es que había ciento cincuenta y
tres mil, trescientos obreros empleados en la construcción del
80
Templo. Tres mil trescientos de estos eran supervisores, que se
encontraban entre los miembros de la nave, pero que al final del
Templo fueron promovidos al rango de Maestros Masones. Los
trabajadores restantes se dividieron en ochenta mil Compañe-
ros y setenta mil aprendices ingresados.

Tres Grandes Maestros presidieron la gran cantidad de traba-


jadores, a saber, Salomón, Rey de Israel; Hiram, rey de Tiro, y Hi-
ram Abif. Estas fueron las únicas personas que en el edificio del
Templo eran Maestros Masones y en posesión de los secretos
del Tercer Grado. La declaración en el ritual es que los obreros
fueron divididos en Logias.

La Logia de los Maestros Masones, porque solo podía haber


uno de ese grado, estaba formada por tres miembros; las Logias
de Compañeros de Artesanía, de las cuales debe haber dieci-
séis mil, estaban compuestas por cinco miembros cada una; y
las Logias de Aprendices Entrados, de las cuales debe haber
diez mil, estaban compuestas por siete.

Pero como esta afirmación no tiene autoridad histórica ni po-


sibilidad lógica de respaldarla, debe considerarse, ya que, sin
duda, estaba destinada a ser considerada, simplemente como
una referencia al carácter simbólico de esos números sagrados
en la Masonería: tres, cinco y Siete. En el mismo espíritu de re-
ferencia simbólica, los escalones de las escaleras sinuosas que
conducen a la cámara central se dividieron en una serie de tres,
cinco y siete, con la adición en el ritual inglés de nueve y once.
Todo esto, por lo tanto, debe ser rechazado de la clase de leyen-
das y referido al de los símbolos.

Viendo entonces esta Leyenda o teoría del origen de la Ma-


sonería en el Templo, rastreando desde el estado casi desnudo
en el que se presenta en la Leyenda del Arte a través de la ropa
extraña que Anderson y Supongo Desaguliers agregaron, al Es-
tado de ornamentación de oropel en el que aparece en el ritual
81
moderno, llegaremos a la siguiente conclusión:

En la Leyenda del oficio, solo encontramos la siguiente de-


claración: el rey Salomón ayudó al rey Salomón en la construc-
ción del Templo, quien le envió materiales para el edificio y un
artista hábil, en cuyo nombre apenas dos de ellos ellos están
de acuerdo, y a quien Salomón nombró como su Maestro de la
Obra; Salomón invitó a los masones de todas las tierras y, des-
pués de haberlos reunido en Jerusalén, los organizó en un cuer-
po al darles un sistema de leyes y costumbres para su gobierno.
Ahora, la mayoría de estos hechos están sustentados por la au-
toridad histórica de los Libros de Reyes y Crónicas, y aquellos
que no cuentan con el respaldo de una probabilidad extrema.

“Que Salomón, rey de Israel, construyó un templo en Jerusalén


es un hecho histórico que no se puede dudar ni negar”.

Richard Carlile, es verdad, dice: “Mis investigaciones históricas


me han enseñado que lo que se ha llamado el Templo de Salomón
nunca existió sobre la tierra; que una nación de personas llama-
das israelitas nunca existió en la tierra, y que la supuesta historia
de los israelitas y su Templo no es más que una alegoría”.

Pero la medida de la estatura moral y mental de Carlile ha sido


tomada durante mucho tiempo, e incluso entre los críticos más
escépticos, permanece solo en su irracional incredulidad.

Sin duda, hay exageraciones orientales con respecto a la canti-


dad de dinero gastado y el número de trabajadores empleados
en el edificio, que han sido sobrestimados. Pero el hecho simple
y desnudo de que el rey Salomón construyó un templo perma-
nece sin contradecirse, y es tan históricamente verdadero e in-
dudable como el de la construcción de cualquier otro edificio
público en la antigüedad.

Es igualmente histórico que el Rey de Tiro prestó asistencia a


82
Salomón para llevar a cabo su diseño. Sin embargo, ferozmente
los escépticos pueden haber atacado ciertas partes de la Biblia,
los Libros de Reyes y Crónicas se han colocado al pie de otros
registros históricos antiguos y han sido sometidos a los mismos
cánones de crítica.

Ahora se nos dice claramente que Hiram, rey de Tiro, “envió al-
bañiles y carpinteros a David para que le construyeran una casa”.
Posteriormente nos enteramos de que el mismo Hiram (algunos
dicen que su hijo) era igual de amigable con Salomón, y aunque
no hay ninguna mención clara ni en Reyes ni en Crónicas de
que envió obreros a Jerusalén, excepto su homónimo, el artífice,
sin embargo, podemos inferir que lo hizo, a partir de la amistad
de los dos reyes, de la necesidad de Salomón de trabajadores
expertos y del hecho que aprendemos del Primer Libro de los
Reyes, que las piedras para el edificio fueron talladas por “los
constructores de Salomón y los constructores de Hiram y los Gi-
blim”. La versión autorizada, sobre qué autoridad no conozco,
traduce esta palabra “Giblim” como “escuadrones de piedra”.
Eran, sin embargo, los habitantes de la ciudad de Gebal, llama-
dos por los griegos, Byblos, que era la sede principal del culto
y los misterios de Adonis. Los habitantes fueron celebrados por
su habilidad en el tallado de piedras y en la construcción naval.

Así, vemos que hubo, según el relato de las Escrituras, tres


clases de masones comprometidos en la construcción del Tem-
plo. Primero estaban los obreros de Salomón: estos eran de los
“cuatro mil hebreos en las montañas” quienes fueron tomados
por Salomón de “los extraños que estaban en la tierra de Israel”,
hombres a quienes el Dr. Adam Clarke supone que no fueron
puramente israelitas, sino prosélitos de la religión judía en
cuanto a renunciar a la idolatría y guardar los preceptos de Noé.

Pero debemos creer que entre estos cuatro mil extraños más
serán enumerados los trabajadores que vinieron de Tiro, o no
habrá ningún lugar asignado a ellos en la distribución en el Pri-
83
mer Libro de los Reyes. Se dice que los tres mil trescientos que
estaban “sobre el trabajo” eran oficiales principales de Salomón
y, por lo tanto, israelitas, y los setenta mil restantes eran meros
trabajadores o portadores de carga, una clase para la cual Salo-
món no tenía que estar en deuda con El rey de Tiro.

En segundo lugar, estaban los trabajadores de Hiram, rey de


Tiro. Estos ya he dicho que probablemente, y de hecho necesa-
riamente, se incluyeron en el número de cuatro mil extraños o
extranjeros. Las palabras en el original son “amoshim gherim”,
hombres que son extranjeros, ya que Génesis define la palabra
“gherim” como “peregrinos, extranjeros, extranjeros, hombres
que viven fuera de su país”.

En tercer lugar, tenemos a los Giblim, los habitantes de la ciu-


dad de Gebal en Fenicia, que vinieron a Jerusalén, invitados por
Salomón, para ayudar en la construcción del Templo, y que tam-
bién deben ser contados entre los cuatro mil extraños. Así, la
Leyenda del Arte se justifica en decir; que Salomón “envió a los
masones a diversos países y de diversas tierras”, y que él tenía
“cuatro trabajadores de piedra de punta y todos fueron llamados
84
masones”.

Porque estos eran los extranjeros o los peregrinos, a quienes


encontró en Jerusalén, muchos de los cuales probablemente ha-
bían venido allí por su invitación, y los tirios que le habían sido
enviados por el rey Hiram, y los fenicios, a los que había llama-
do desde Gebal. por su conocida destreza en el corte de piedra.
Y todos estos sumaron ochenta mil, el número indicado en los
Libros de Reyes y Crónicas, y solo el número mencionado en la
Leyenda del Arte .

Se verá que la Leyenda del Arte no toma nota de la recauda-


ción de treinta mil que trabajaron bajo Adoniram en el Monte
Líbano, ni de los setenta mil que fueron empleados como porta-
dores de cargas. Como los primeros eran simplemente cortado-
res de madera y los últimos trabajadores comunes, la Leyenda
no los clasifica entre los masones, como tampoco lo hacen los
tres mil trescientos que eran, según el relato bíblico, oficiales de
la corte de Salomón, quienes fueron designados simplemente
para pasar por alto a los masones y para ver que trabajaron fiel-
mente; quizás también para pagarles su salario, o para distribuir
sus alimentos, y para supervisar generalmente su conducta.

En todo esto, la Leyenda del Arte se diferencia completamente


de los rituales modernos, que han incluido todas estas clases, y
por lo tanto consideran que en la construcción del Templo ha-
bía ciento cincuenta y tres mil trescientos masones, en lugar de
ochenta y tres. mil. La Leyenda ciertamente está más de acuerdo
con la autoridad de la Biblia que los rituales.

“La Leyenda del Oficio” también se justifica al decir que Salo-


món organizó a estos masones en lo que podría llamarse un gre-
mio, es decir, una sociedad o corporación, dándoles “cargos y
modales”, en otras palabras, un código de leyes y regulaciones.
Sobre esta cuestión, el relato bíblico es silencioso, pero equi-
vale a una probabilidad extrema, la aproximación más cercana
85
a la evidencia histórica, de que debe haber algunas regulacio-
nes promulgadas para el gobierno de un número tan grande de
trabajadores. También es igualmente probable que para evitar
la confusión, estos trabajadores deban haber sido divididos en
secciones, o lo que, en el lenguaje moderno, se llamaría “cua-
drillas”, involucradas en varias partes del edificio y en diferen-
tes empleos.

Debe haber habido una clase más alta y más hábil ocupada en
dirigir los trabajos de estas varias secciones; debe haber otros
menos hábiles y, sin embargo, competentes para cumplir con
los deberes de los cortadores de piedras y las capas, y debe
haber otra clase aún inferior que adquiriera los rudimentos de
la profesión.

Fundado en estas proposiciones evidentes, Anderson hizo su


división de los trabajadores en el Templo en las tres clases de
Maestros Masones, Compañeros Masones y Aprendices Entre-
nados. Pero abandonó la Leyenda al llamar a los tres mil seis-
cientos oficiales del Rey Salomón Maestros Masones, y hacer el
número completo, exclusivo de los setenta mil trabajadores y
los treinta mil leñadores en el Monte Líbano, ochenta y tres mil,
y luego declarar que había ciento ochenta y tres mil masones
en total, una contradicción de su propia declaración anterior,
así como de la Leyenda de la artesanía, que establece que el
número total de masones fue de ochenta mil.

Sin embargo, se puede considerar que el ritual moderno adop-


tó el Templo de Jerusalén como un tipo de ese símbolo abstracto
de un templo espiritual, que forma, como se verá más adelante,
una de las lecciones simbólicas más importantes y más intere-
santes sobre las cuales la filosofía de la masonería especulativa
depende.

https://universalfreemasonry.org/history/king-solomons-tem-
ple
86
87
La misteriosa sect
88
ta de los hashashín
89
Hassan bin Sabbah (Qom, Irán, 1034 – Alamut, 12 de junio de
1124), también conocido como “El Viejo de las Montañas“, fue
un reformador religioso, autor y precursor de la “nueva” predi-
cación o da’wa de los ismailitas nizaríes, que pretendía reem-
plazar la “antigua” da’wa de los ismailitas fatimíes de El Cairo.
Hassan bin Sabbah es la variante persa de su nombre. También
suele aparecer citado por la forma árabe, Hassan al-Sabbah o
sus variantes Hassan bin al-Sabbah, Al-Hassan bin al-Sabbah o
el sobrenombre Alauddin.

Es conocido sobre todo por haber sido el inspirador y jefe


de los llamados hashashín, palabra que ha pasado a numerosas
lenguas como “asesino” o Secta de los Asesinos, ya que la comu-
nidad que fundó y dirigió utilizaba con frecuencia el homicidio
político como estrategia.

La mayor parte de los datos sobre Hassan y sus seguidores


proceden de sus enemigos, ya que la documentación generada
por la secta fue destruida por los mongoles cuando arrasaron
la fortaleza de Alamut, sede de la misma. Hassan fue educado
por su padre en la fe chií, mostrando gran interés por la reli-
gión desde la niñez. Sus creencias comenzarían a cambiar tras
conocer a Amira Zarrab, un da’i o misionero ismailí, quien le
introdujo nuevas ideas religiosas que lo alejarían lentamente de
la ortodoxia.

Una grave enfermedad haría reflexionar a Hassan sobre las


enseñanzas de Zarrab. La idea de morir antes de conocer una
nueva verdad fue suficiente para abrazarse a la nueva fe. Otro
misionero ismailita, Abu Najm Sarraj, le iniciaría en la adquisi-
ción de nuevos y recónditos puntos de vista. Por último, Mu’min,
un tercer misionero, le administró un juramento de fidelidad pa-
sando de este modo a formar parte de la secta ismailí, en la cual,
no tardaría en alcanzar una posición importante. El ismailismo
es una de las corrientes del islam chií o shiíta. Sus miembros son
llamados también “septimanos“. No reconocen más que los sie-
90
te primeros imanes chiíes. El origen del ismailismo se remonta
a la muerte, en 765, del sexto imán chiita y las discusiones a pro-
pósito de su sucesión. Dicho imán, Ya’far as-Sadiq, había nom-
brado sucesor a su primogénito Ismael pero este murió unos
años antes que su padre. La parte de la comunidad chií que más
adelante formará la rama de los imaníes decidió que le suce-
diera su otro hijo, Musa al-Kazim, como séptimo imán. El grupo
llamado después ismailí, sin embargo, no admitió la muerte de
Ismail y extendieron la creencia de que se había ocultado y que
volvería al final de los tiempos como mahdi.

Ya‘far as Sádiq, sexto Imam de la rama chií del Islam. Su nom-


bre completo es Ya‘far Ibn Muhámmad Ibn ‘Ali Ibn Husséin Ibn
‘Ali. Biznieto de Husséin, uno de los hijos de Fátima, hija del
Profeta Muhámmad y de Alí, cuarto califa de los llamados “Ras-
hidun” (bien guiados). Ya‘far as-Sadiq nació hacia el año 700 y
descendía por su madre de Abu Bakr (primer califa, compañero
y suegro del Profeta) y una de sus esposas, Fátima, que era pa-
riente lejana por su pertenencia al clan de los Hasánidas. Vivió
en Medina una existencia tranquila dedicada al estudio del ha-
diz, los dichos y las acciones del Profeta Mahoma relatadas por
sus compañeros y compiladas por aquellos sabios que les suce-
dieron. Murió hacia el año 765 y su muerte estuvo rodeada de
circunstancias extrañas, no descartándose la idea de que hubie-
ra sido envenenado por orden del califa Al-Mansur. La tradición
lo califica como el mejor hombre de su tiempo, haciendo gala
de un celo devocional, que lo apartó de toda actividad políti-
ca. Muy versado en ciencias tanto exotéricas como esotéricas y
con unas premoniciones verdaderamente sorprendentes, fue él
quien extendió el conocimiento del fiqh imamita, que implica el
conocimiento de lo Halal (permitido) y Haram (prohibido), así
como los conocimientos reservados a los iniciados. También fue
famoso en su época por las clases y disertaciones que brinda-
ba. Sus discípulos llegaron a la cantidad de 4.000. Fue el funda-
dor de la jurisprudencia shiita.

91
Yafar estuvo casado con Fátima Ibn al-Husséin y de ella tuvo
dos hijos: Ismaíl y Abdalah al-Aftah. Mientras vivió Fátima,
Ya‘far fue monógamo. A la muerte de Fátima tuvo varias muje-
res y concubinas y de las esclavas, Hamida entre otras, nacieron
Musa al-Kazim, Muhámmad, Ishaqm al-Abbás y Alí. Al parecer
Ya‘far había designado como sucesor a Isma‘il, su hijo primogé-
nito, pero la conducta de éste le hizo reconsiderar su decisión.
Además Isma‘il murió poco antes que su padre, razón también
aducida para designar a Musa al-Kazim. Ya‘far es Sadiq es el
fundador de la escuela jurídica (Madhab) Yafarita, la que siguen
los chiíes duodecimanos, y que es muy semejante a la sunní Ha-
nefita, ya que Abu Hanifa era discípulo de Ya‘far. En tanto que
musulmanes, los chiíes reconocen los cinco pilares del islamis-
mo, el Corán, la suna (a la que siguen a través de la familia de
Mahoma), y en general el culto no se diferencia externamente
de otras ramas del islamismo. Las particularidades doctrinales
más importantes son: el imanato, el esoterismo y el clero. La fi-
gura del imam, en este caso, se refiere al jefe supremo de la co-
munidad (equivalente al califa) y no al sentido habitual de guía
o director de oración de una mezquita (que es el que hay que
entender cuando se habla por ejemplo del imam Jomeini). Para
los chiíes, Dios no puede admitir que el hombre camine hacia
su perdición, por ello envió a los profetas para guiarle.

Sin embargo —según la creencia general del islam — la muerte


de Mahoma puso fin al ciclo profético. Ya que no hay profetas, es
necesario un garante espiritual de la conducta humana, que sea
al mismo tiempo prueba de la veracidad de la religión y guía de
la comunidad: el imam. Éste debe reunir una serie de caracte-
rísticas que le hagan ser el hombre más perfecto de su tiempo:
versado en la religión, justo, desprovisto de defectos. Además,
tiene cierta investidura sobrenatural otorgada por Dios. El imam
es infalible. El imam debe ser descendiente directo de Maho-
ma. El primer imam fue Ali, esposo de la hija del profeta Fatima
Azzahra. Esta reivindicación, que en su origen tenía un carác-
ter político, adquirió con el tiempo una importante dimensión
92
teológica. El imamato encarna a la vez los poderes espiritual y
terrenal. El chiismo considera que el Corán tiene un mensaje
literal, interpretable por cualquier musulmán, que es válido. Sin
embargo, ese mensaje literal o exotérico es a su vez un men-
saje cifrado o esotérico que oculta conocimientos que sólo son
interpretables por ciertos iniciados. Hay facciones chiíes que
sostienen que dicho mensaje esotérico es a su vez metáfora de
un tercer mensaje, más oculto aún, y así hasta siete niveles de
esoterismo. El mensaje último en cualquier caso es conocido
sólo por el imam. El esoterismo (especialmente fuerte en el
caso de los ismailíes) no tiene como tal repercusiones prácticas
para la mayoría de los fieles, que se limitan a seguir el mensaje
literal del Corán, pero está muy relacionado con la institución
del imanato y con la existencia del clero y marca distancias con
el islamismo mayoritario, que considera que cualquier creyente
puede ser su propio intérprete del mensaje divino.

El origen del esoterismo chií hay que buscarlo en la expan-


sión inicial del chiismo por Irán y la región de Sham, donde ha-
bría adquirido características de las creencias preexistentes,
en concreto de la filosofía neoplatónica y del mazdeísmo. Los
supuestos mensajes ocultos estudiados por los iniciados tienen
muchas características comunes con ellas. Está muy relaciona-
do con el esoterismo y el imamato. Dado que existe un mensaje
invisible y dado que quien lo conoce sigue vivo pero está ocul-
to, es necesario un cuerpo de intérpretes capaces de captar los
signos enviados por el imam desde su ocultación. Podría decir-
se también que como el guía espiritual sigue vivo, la doctrina
no está completamente cerrada. Los intérpretes son los ulemas,
más frecuentemente llamados mulás, organizados jerárquica-
mente según su grado de iniciación. Las diferencias en torno a
la sucesión de ciertos imames son en buena medida el origen
de la formación de varios grupos dentro del chiismo; la suce-
sión del quinto llevó a la separación de los zaydíes y la del sép-
timo a los ismailíes, que a su vez se dividieron por la sucesión
del califa fatimí al-Mustansir. La mayoría de los chiíes se encua-
93
dran en cuatro grandes grupos: el de los imamíes o duodeci-
manos, mayoritario, el de los alawitas también duodecimanos,
el de los zaydíes y los ismailíes. A ellos hay que añadir ciertos
cultos situados en la periferia del islamismo, es decir, que sur-
gieron del chiismo o de las ramas anteriores, o que mezclaron
ideas musulmanas y de otras religiones, pero que no siempre
son considerados musulmanes. Los más destacados son los dru-
sos y los alevíes.

Desde el punto de vista del carácter de los imames se dividi-


rían en: zaydíes —el imam es sólo un líder —; intermedios —el
imam es hereditario y está guiado por Dios— la mayoría de los
chiíes; y extremistas o ghulat —el imam es una manifestación de
Dios, por lo que son considerados no-musulmanes—; Alí-ilahis
o Ahl-i Haqq, drusos. Los chiíes constituyen hoy entre un 10 y
un 15% de los musulmanes. Son mayoritarios en Irán, Azerbai-
yán, Irak, Baréin y el sur del Líbano, y existen minorías chiíes
en otros lugares, especialmente en Siria, Afganistán y Pakistán.
El chiismo septimano existe en la India, Pakistán, Siria y Yemen.
Los drusos se encuentran sobre todo en la región situada entre
el sur del Líbano, los altos del Golán y el norte de Israel. Los
zaydíes se encuentran principalmente en Yemen. Los alauíes
son bastante numerosos en Siria. La familia del jefe de Estado
sirio pertenece a esta confesión. Los alevíes se encuentran en el
centro y este de Turquía. Tanto los chiíes como los suníes com-
parten una cierta veneración y obligaciones religiosas hacia
ciertos santurios y lugares sagrados, como La Meca y Medina
pero la Mezquita del Imán Alí y la Mezquita del Imán Hussein
también son veneradas.

Los historiadores no ismailíes reconocen que la ocultación en


realidad pretendía resolver los problemas derivados de la figu-
ra del imán como líder político, puesto que los imames chiíes
eran duramente perseguidos por el poder califal de Bagdad y
acababan invariablemente muertos o encarcelados. Al “ocultar-
se“, el imán adquiría una fuerte y exclusiva dimensión espiritual
94
y los fieles tenían más libertad de movimientos para adoptar
posiciones respecto al poder político imperante. Muy perse-
guidos, los ismailíes siguieron venerando en secreto a su imán
oculto al tiempo que hacían un proselitismo muy activo, prime-
ro en Oriente Medio y luego en el resto del mundo musulmán.
Consiguieron establecer un pequeño Estado en Túnez gracias
a la adhesión de algunas tribus bereberes y de ahí se lanza-
ron a la conquista de Egipto, donde fundarán la dinastía fati-
mí. Otros ismailíes, llamados cármatas, rechazaron la autoridad
de los califas-imames fatimíes y fundaron un Estado en Baréin,
distinguiéndose por un uso extraordinario de la violencia. Los
fatimíes, por su parte, tuvieron un cisma en 1094, a la muerte del
califa Al Mustansir; el regente colocó al hijo menor al-Mustaali,
en lugar del mayor al-Nizar, lo que dio lugar a dos grupos riva-
les: nizaríes y musta’líes.

Los ismailíes profesan doctrinas muy complejas y fuertemen-


te influidas por el neoplatonismo, el gnosticismo y creencias
tomadas a otras religiones, como el maniqueísmo. Para ellos
el islam tiene dos principios complementarios: el exotérico o
zahirí representado por el profeta, el Corán en su sentido literal
y la Sharia, y el esotérico o batiní personificado por el imam y
la interpretación mística del Corán. Los ismailíes piensan que
el Corán es una alegoría de un mensaje oculto que, a su vez,
es alegoría de otro más oculto aún y así sucesivamente hasta
siete niveles de esoterismo, el último de los cuales contiene la
verdad suprema. En su fortaleza de Alamut, en Irán, los nizaríes
reformaron el ismailismo abandonando definitivamente todas
las prescripciones rituales islámicas para centrarse únicamente
en el aspecto esotérico de su fe. Rashid al-Din, uno de sus dos
biógrafos, describe a Hassan como descendiente directo de los
reyes Himyaríes del Yemen y que su padre llegó procedente de
Kufa en el actual Irak. Por el contrario, Ata Malik Juvayni, su otro
biógrafo, sugiere que el padre de Hassan vino desde el Yemen,
pasando por Kufa.

95
El propio Hassan escribió una autobiografía de los primeros
años de su vida en una obra llamada “Sar-Guzasht-i-Sayyidna”
(Aventuras de nuestro Señor), que se encontraba en la bibliote-
ca de Alamut. Tras la toma de la fortaleza en 1256 por el mongol
Hulagu Kan, la obra sería destruida. Hulagu Kan, también cono-
cido como Hülegü o Hulegu, (1217 – 1265) fue un gobernante
mongol que conquistó gran parte del suroccidente asiático. Su
ejército destruyó los dos mayores centros de poder islámico,
Bagdad y Damasco, razón por la cual los mamelucos de El Cairo
se convirtieron en la dinastía más influyente en el mundo islámi-
co. Hulagu, nieto de Gengis Kan y hermano de Arik Boke, Mön-
gke y Kublai Kan, se convirtió en el primer kan del Ilkanato de
Persia. Hulagu le contó al misionero dominico David de Ashby,
miembro de su corte, que simpatizaba mucho con el cristianis-
mo. Su madre era una cristiana nestoriana, así como su esposa,
Dokuz Khatun y su más cercano amigo y general, Kitbuqa. Tam-
bién le contó al historiador armenio Vartan Arewelc’i en 1264
que había sido cristiano desde su nacimiento. Está registrado,
sin embargo, que acudió al budismo conforme se acercaba a su
muerte, contra la voluntad de su esposa cristiana Dokuz Khatun.
Hulagu tuvo por lo menos tres hijos: Abaqa, ilkán de Persia de
1265 a 1282; Taraqai, cuyo hijo Baydu se convirtió en ilkán en
1295, y Tekuder, ilkán de 1282 a 1284. En 1255, Hulagu fue en-
viado por su hermano Möngke (quien fue Gran Kan de 1251 a
1258) a conquistar o destruir los estados musulmanes del suroc-
cidente asiático. La campaña de Hulagu tenía como objetivo la
subyugación de los luros, un pueblo del sur de Irán; la destruc-
ción de la secta de los nizaríes; la sumisión o destrucción del
Califato Abbasí; la sumisión o destrucción de los estados de la
dinastía ayubí en Siria; y finalmente, la sumisión o destrucción
de los mamelucos de Egipto. Hulagu partió con el que quizá fue-
se el mayor ejército mongol que se haya reunido, ya que por
órdenes de Möngke, uno de cada diez hombres en condiciones
de pelear, en todo el Imperio mongol, pasó a formar parte del
ejército de Hulagu. Así, con facilidad sometió a los luros, y su re-
putación impresionó tanto a los nizaríes (la famosa “secta de los
96
asesinos“) que rindieron su fortaleza de Alamut sin resistirse.

Hulagu probablemente siempre tuvo en mente tomar Bagdad,


ciudad que los mongoles querían atacar por más de diez años.
Así que que tomó como pretexto para atacar la ciudad el hecho
de que el califa hubiera rehusado enviarle tropas que había so-
licitado. Partió con su ejército hacia Bagdad en noviembre de
1257. Solicitó que la ciudad se rindiera, pero el califa se negó,
advirtiendo a los mongoles que enfrentaban la furia de Alá si
atacaban. Entonces Hulagu asedió la ciudad, que se rindió el 10
de febrero, dando lugar a una masacre que duró una semana,
considerada uno de los eventos más devastadores en la historia
del islam. Luego de la victoria en Bagdad, en 1260, los mongoles
unieron sus fuerzas con la de sus vasallos cristianos en la re-
gión, como es el caso del reino armenio de Cilicia y los francos
liderados por Bohemundo VI de Antioquía. Juntos conquistaron
Siria, dominio de la dinastía ayubí; tomaron la ciudad de Ale-
po y el 1 de marzo de 1260, liderados por el general Kitbuqa,
la ciudad de Damasco. Algunos relatos históricos describen las
celebraciones cristianas que se realizaron tras la conquista de
Damasco, aunque algunos historiadores modernos han asegu-
rado que tales historias son apócrifas. Se celebró una misa en la
mezquita Omeya de Damasco (que antes había sido la catedral
de San Juan el Bautista), y algunas mezquitas fueron profanadas.
Esta invasión definitivamente destruyó la dinastía ayubí, que
había dominado parte del Levante, Egipto y Arabia. El último
gobernante ayubí, An-Nasir Yusuf, murió a manos de Hulagu en
1260. Como Bagdad y Damasco habían sido capturadas, el cen-
tro del poder islámico se transfirió a los mamelucos egipcios de
El Cairo. Después de la victoria, Hulagu dio muchos regalos a
Bohemundo VI, incluyendo algunas de las ciudades conquista-
das, incluyendo Latakia. Sin embargo, el Imperio Mongol enfren-
tó conflictos internos en Turquestán y Hulagu se vio compelido
a detener una invasión de otra facción mongola que amenazaba
atacar Egipto, razón por la cual partió con la gran mayoría de
sus hombres, dejando apenas 10.000 jinetes mongoles en Siria
97
bajo el mando de Kitbuqa para ocupar el territorio conquistado,
que incluía Nablus y Gaza al sur, así como también la fortaleza
de Ajlun, al oriente del río Jordán. Los mongoles realizaron in-
cursiones hacia el sur, rumbo a Egipto, llegando a lugares tan
lejanos como Ascalón y Jerusalén, y se estableció una guarni-
ción mongola de cerca de 1.000 soldados en Gaza. También se
estableció otra en Nablus.

La muerte de Möngke obligó a Hulagu y la mayoría de su


ejército a retirarse. La crisis sucesoria que la siguió fue una de
las más perjudiciales que han ocurrido hasta la fecha. Efectiva-
mente, aunque la sucesión fue arreglada mediante el encarce-
lamiento de uno de los aspirantes y la elección de Kublai Kan, lo
cierto es que luego de 1258 dejó de existir el Imperio Mongol
como una entidad unificada, dando lugar a cuatro reinos inde-
pendientes, uno de los cuales fue el Ilkanato de Persia estable-
cido por Hulagu. Mientras tantos, los mongoles liderados por
Kitbuqa no pudieron proteger la costa de Palestina, y los ma-
melucos lograron replegarlos y destruir con lo que quedó del
ejército mongol en la batalla de Ain Yalut. Así, el Ilkanato perdió
para siempre Siria y Palestina, quedando como límite del Ilka-
nato el río Tigris. Hulagu regresó a sus dominios a mediados de
1262, cuando se solucionó la disputa sucesoria. No obstante, en
vez de vengar sus derrotas, se vio involucrado en una guerra
civil con Berke, hermano de Batu Kan y líder de la Horda Azul.
Berke Kan, quien se había convertido al islam, prometió vengar
el saqueo de Bagdad, y se alió con los mamelucos.

El 10 de abril de 1262, Hulagu envió a través de Juan el Hún-


garo una carta al rey francés Luis IX, ofreciendo una alianza. La
carta explicaba que dos años atrás Hulagu había tenido que re-
tirarse con la mayor parte de su ejército de Siria debido al clima
caluroso y la falta de provisiones y hierba para alimentar sus ca-
ballos. La carta mencionaba la intención de Hulagu de capturar
Jerusalén para benéfico del Papa, y solicitaba a Luis IX enviar
una flota a Egipto. No se sabe si la carta llegó a manos de Luis IX
98
en París, ya que el único manuscrito conocido se halla en Viena,
Austria. Hulagu aparentemente envió una embajada a “todos los
reyes y príncipes del extranjero” en 1262. El secretario Rychal-
dus acompañó a esta embajada, y realizó un reporte sobre la
misma durante el Concilio de Lyon II de 1274. Sin embargo, la
embajada aparentemente fue interceptada en Sicilia por el rey
Manfredo, quien estaba en conflicto con el papa Urbano IV y se
había aliado con los mamelucos, y fue llevada de regreso por
barco.

Cuando Hulagu reunió a sus ejércitos para atacar a los mame-


lucos y desquitar la derrota de Ain Jalut, Berke inició una serie
de incursiones por medio de un ejército liderado por Nogai Jan,
lo que obligó a Hulagu a desplazar sus fuerzas al norte para en-
frentarlo. Sufrió una grave derrota durante una tentativa de in-
vasión al norte del Cáucaso en 1263. Esta fue la primera guerra
abierta entre mongoles, lo cual selló el fin del Imperio Mongol
unificado. Niccolò y Maffeo Polo viajaron al reino de Hulagu y se
quedaron en la ciudad de Bujará, en la actual Uzbekistán, don-
de vivieron y comerciaron entre 1261 y 1264. Ese último año
se unieron a una embajada enviada por Hulagu a su hermano,
Kublai Kan. En 1266 llegaron a la capital mongola de China, Jan-
balic (la actual Pekín). Hulagu murió en 1265 y fue enterrado en
la isla Kaboudi en el Lago Urmía. Fue sucedido por su hijo Aba-
qa. Durante el siglo XIII se puso de moda en Occidente aquello
que estuviera relacionado con los mongoles, al punto que algu-
nos recién nacidos en Italia fueron llamados como gobernantes
mongoles; por ejemplo Can Grande (Gran Kan), Alaone (Hula-
gu), Argone (Arghun) y Cassano (Ghazan).

En 1071, Abd al-Malik ibn at-Tash, jefe de los ismailíes por


entonces, nombró a Hassan como da’ioficial, ordenándole mar-
char como misionero a Egipto. Este sería el inicio de un período
de veinte años dedicado a la misión y los viajes, que termina-
ría cuando Hassan decidió establecerse en Alamut. La leyenda
afirma que en su juventud, Hassan llegó a entablar amistad con
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dos de los hombres más grandes de su tiempo: el astrónomo y
poeta Omar Jayyam y el político Nizam al-Mulk. Nizam al-Mulk
(aprox. 1018-1092): estadista iraní, visir de los sultanes selyú-
cidas Alp Arslan y su sucesor Malik Shah. Como muchos otros
personajes del ámbito islámico medieval, ha pasado a la his-
toria con un sobrenombre, que en su caso significa “el orden
del poder monárquico” en árabe. Fue protector del matemático
Omar Jayyam. Escribió un tratado de política, el Siyset nmeh o
Libro del gobierno. Este último, años más tarde, mandaría per-
seguirlo para impedir que siguiera propagando su ideología
revolucionaria, y sería ajusticiado por un miembro de la secta.

Antes de llegar a Egipto en 1078, Hassan estuvo por Azerbai-


yán, Mayyafairiqin y Damasco. De su estancia en Egipto durante
un año y medio se sabe muy poco, aunque se cree que fue aquí
donde Hassan comenzó a concebir la futura orden de los Asesi-
nos. Desde Egipto regresó a Isfahán pasando antes por Alepo.
Más tarde viajaría durante nueve años por Persia, pasando por
Yazd, Kirmán y Juzestán. Después pasaría tres años en Damghan
donde parece ser que se apoderó del castillo de Girdkuh y es-
tableció un importante centro de los Asesinos. Desde Damghan
enviaría los primeros misioneros a la región de Alamut. En sus
viajes iba buscando nuevos adeptos a la fe ismailí que le per-
mitieran fundar una comunidad permanente y fuertemente de-
fendida. La búsqueda de un lugar adecuado para tal comuni-
dad hizo que Hassan se fijara en la zona de los Montes Elburz,
conocida antiguamente como Tabaristán, que se corresponde
con las modernas provincias de Gilán y Mazandarán en la actual
Irán. Durante muchos siglos esta zona sirvió de refugio a ismai-
líes y otros heterodoxos musulmanes.

El envío de un da’i a Alamut permitió que algunos de los ha-


bitantes de la fortaleza fueran convertidos, quienes a su vez in-
tentaron convertir a Alid, su gobernador. Alid fingió convertirse,
con lo que consiguió conocer a todos los conversos y expulsar-
los del castillo. Tras este fracaso, Hassan siguió por los alrede-
100
dores de Daylán convirtiendo a muchos gracias a sus dotes de
persuasión y gran ascetismo. Por otro lado, los expulsados de
Alamut consiguieron convencer a Alid para que los perdonara
y les dejara entrar nuevamente al castillo, lo cual facilitó la en-
trada clandestina de Hassan. Cuando el gobernador descubrió
su existencia ya no pudo hacer nada dado que la mayoría de los
residentes de Alamut eran fieles a Hassan. De este modo Has-
san tuvo lo que deseaba: una base segura y permanente desde
donde enviar dai’s a todo el mundo. Al mismo tiempo siguió una
política de expansión territorial, apoderándose de castillos o
construyendo otros nuevos. Aquí comenzaría a desarrollarse la
secta de los Asesinos, que pasaron a la historia como encarni-
zados terroristas.

La vida en Alamut, y probablemente en el resto de fortale-


zas, era sumamente rígida y austera. La legendaria severidad
de Hassan bin Sabbah se pone de manifiesto en dos incidentes
en los que mandó dar muerte a sus propios hijos. El mayor, Us-
tad Husain fue ejecutado tras la que luego sería una falsa acu-
sación de haber estado involucrado en la muerte de un daí. A
Muhammad, su segundo hijo, lo mandó ejecutar por contravenir
el mandato islámico de abstenerse de probar bebidas alcohó-
licas (vino). En sus últimos días, tras caer gravemente enfermo,
nombró sucesor a Buzurg’umid y “canciller de propaganda” a
Dihdar Abu Ali, disponiendo que, conjuntamente con su canci-
ller militar, Kiya Ba Ya’far, dirigieran el gobierno y la administra-
ción de la amplia red de fortalezas que constituía su reino en el
período de mayor expansión. De este modo dejó garantizada la
transmisión de poderes y poco después moriría. Los orígenes
de los terroristas suicidas actuales hay que buscarlos en una
secta de hace mil años cuyo legado ha llegado hasta nuestros
días. Hassan bin Sabbah y su “secta de los asesinos” crearon un
invisible imperio del terror que se extendía del mar Caspio a
Egipto. Sofisticadas técnicas de lavado de cerebro eran practi-
cadas ya en el siglo X. Los “asesinos” terminaron sirviendo de
patrón y modelo de numerosas sociedades secretas occidenta-
101
les, servicios de inteligencia y grupos terroristas.

La historia de Hassan Bin Sabbah y la “secta de los asesinos” es


un apasionante relato en el que se mezclan sexo, drogas, vene-
ración y asesinato. De nuevo nos encontramos ante una de esas
ocasiones en que la realidad supera ampliamente la imagina-
ción del más fértil escritor. Una fortaleza aislada en la cima de
una montaña, un jardín paradisíaco poblado por bellas huríes,
dagas envenenadas e intrigas políticas son los ingredientes de
esta mezcla alquímica, en la que se encuentra el germen —hace
más de mil años— de uno de los más inquietantes fenómenos
de la actualidad: el terrorismo suicida islámico.

Era el año 1092 y dos hombres a caballo se encuentran en


los terraplenes de una fortaleza inexpugnable conocida como
Alamut, “El nido del águila”, que se yergue majestuosa sobre los
picos de las montañas de Persia. Uno de los hombres, el que va
más ricamente ataviado, es el representante personal del Sha
de Persia. El otro, a pesar de ir vestido solamente con una humil-
de túnica blanca y un sencillo turbante, es, sin embargo, alguien
mucho más poderoso que su invitado. Se trata de Hassan, hijo
de Sabbah, jeque de las montañas y líder de la temida secta de
los hashishins, un ser que en vida había conseguido acceder al
Olimpo de lo legendario y cuyo nombre, susurrado en merca-
dos y callejones, inspiraba el temor en todo el mundo árabe. El
emisario se encuentra comprensiblemente inquieto, pues des-
conoce la razón por la que su anfitrión lo ha conducido hasta las
afueras del castillo, y la siniestra reputación de Hassan le hace
temer por su vida.

Sin embargo, no es ése el propósito del poderoso jeque de las


montañas. Tras unos momentos de tenso silencio el señor del
castillo se dirige finalmente a su huésped: “¿Ve usted al centine-
la que se encuentra sobre aquel torreón?”. El centinela, uno de
los fieros guerreros que había cimentado el poder de la secta,
era una estatua imperturbable cuya figura se recortaba entre
102
las almenas. Sabbah dio un silbido para llamar la atención del
soldado y luego le hizo una escueta señal con la mano. No hizo
falta más indicación. La figura de la túnica blanca saludó mar-
cialmente a su líder, dejó caer la lanza y luego, sin dudarlo un
segundo, se precipitó en una caída de centenares de metros
hasta ser tragado por los abismos que rodeaban la fortaleza.

Hassan dio a su boquiabierto visitante unos segundos para


que asimilase lo que había visto y finalmente dijo: “Tengo seten-
ta mil hombres y mujeres emplazados a lo largo de Asia, y cada
uno de ellos está dispuesto a hacer por mí lo que acaba de ver.
¿Acaso puede su amo, Malik Sha, decir lo mismo?. ¡Y él se atreve
a exigir que le rinda pleitesía!. Ésta es mi respuesta: ¡márchese!”.
Esta escena, digna de una producción hollywoodense de los
años treinta, ocurrió realmente. Lo único ficticio fue la optimista
estimación que hizo Hassan del número de sus devotos, que por
aquellas fechas se cifraba en algo más de cuarenta mil, cantidad
igualmente respetable. Cómo este hombre y sus seguidores le-
vantaron un imperio invisible que se extendía del mar Caspio a
Egipto es una de las historias más extraordinarias de todos los
tiempos.

Históricamente, Hassan Bin Sabbah podría ser considerado


como el inventor oficial del terrorismo constituyendo su figura
un antecedente perfecto de algunos terroristas actuales. Hom-
bre de negocios, erudito, hereje, místico, asesino, asceta y revo-
lucionario, tan polifacético personaje nació en Persia -la actual
Irán- alrededor de 1034 en el seno de una familia acomodada
de origen yemení. De niño, el hombre que años más tarde sería
considerado como la encarnación de Dios en la Tierra, era un
diligente estudiante de teología, un celoso talibán no muy dife-
rente de los que gobernarían en Afganistán mil años después.
La posición económica de su familia favoreció el que disfrutara
de una educación privilegiada para su época, siendo compañe-
ro de estudios de personajes de la talla de Nizam al Mulk (que
llegaría a convertirse en visir del Sha de Persia) y Omar Jayyam
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(aún hoy aclamado como gran poeta, astrónomo y matemático).
Tal era la unión de los tres amigos que hicieron un pacto por el
cual si uno de ellos alcanzaba algún día una posición de poder
o influencia asistiría a sus compañeros menos favorecidos por
la fortuna.

En su juventud Hassan viajó a Egipto, donde permaneció por


espacio de un año y medio. Fue allí donde abrazó la doctrina
shiíta. Aprendió a cuestionar el dogma islámico y comprendió
que el mundo se transforma mediante acciones, llegando a la
conclusión de que las creencias son distracciones inútiles usa-
das para esclavizar a las masas. Sin descuidar su fervor religio-
so, el joven Sabbah se convirtió en un hombre pragmático que
creía mucho más en la fuerza de las acciones que en la de las
plegarias, lo que le serviría más adelante como patrón para es-
tructurar la organización de sus seguidores.

Aparte de lo aprendido en las escuelas shiítas, su estancia en


Egipto resultó bastante accidentada. Hassan tuvo que abando-
nar precipitadamente la región a causa de su participación en
la controversia suscitada a raíz de la sucesión del difunto califa.
Sabbah fue encarcelado por apoyar a Nizar, uno de los preten-
dientes al trono, y podría haber pasado el resto de su vida en
prisión de no ser porque la suerte, una de las constantes que
marcaron su vida, quiso que la pared de la mazmorra en la que
se encontraba cautivo se derrumbara y pudiera, de esta mane-
ra, huir de vuelta a su Persia natal.

Durante el viaje tuvo tiempo de madurar el que sería el gran


proyecto de su vida. Para ello necesitaba un lugar apartado y
seguro donde poder llevar a cabo sus planes sin ser molesta-
do. Así, Hassan terminó por encontrar una fortaleza aislada en
lo más alto de las montañas de Qazvin. Este castillo, llamado
Alamut (“El nido del águila”), era la plaza fuerte ideal para la
nueva secta que Hassan estaba a punto de fundar: los ismailíes
nizaríes (que más tarde serían conocidos como los hashishins,
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palabra de la que deriva la actual “asesinos”).

Además, Alamut se encontraba en un emplazamiento geográfi-


co estratégicamente privilegiado que permitiría a Hassan hacer
proselitismo de su secta ismailí por toda Persia. Los ismailíes
son una escisión de la ortodoxia musulmana, algo así como los
protestantes dentro del cristianismo. Tras la muerte de Maho-
ma en 632 su discípulo Abú Bakr fue designado para sucederlo,
convirtiéndose en el primer califa del Islam.

Desgraciadamente, Mahoma no dejó tan claro como Jesús


quién sería la roca sobre la que edificaría su Iglesia y fueron
muchos los musulmanes que no estuvieron de acuerdo con esta
decisión, considerando que Alí, el primo del Profeta, tenía mu-
chos más méritos para ser su sucesor. Así comenzó la pugna
entre los sunitas —la ortodoxia musulmana— y los shiítas —de-
fensores de la legitimidad de Alí—, que fueron cruelmente per-
seguidos por los primeros, que los consideraban herejes. Esta
persecución culminó en el año 680 con el asesinato de Fátima,
la hija de Mahoma, que se unió a los defensores de Alí.

A partir de entonces los shiítas tuvieron su propio califa —que


recibió el apelativo de imán— y se separaron por completo de
los sunitas, a la espera de la llegada del Mahdi, un Mesías des-
tinado a conducirlos a la victoria sobre sus enemigos. Es preci-
samente en el seno de la tradición shiíta donde nacen las creen-
cias ismailíes como un cisma surgido por motivos sucesorios en
la época del sexto imán, y que iría cobrando fuerza poco a poco
hasta la llegada en el siglo XII de Sabbah. Dentro de los chii-
tas, (los cuales predominan en Irán), se profetiza que vendrá un
doceavo Imam el cual es el gran salvador espiritual. Este Imam
es llamado Abu al-Qasim Mohamed, o también se le llama Mo-
hamed al Mahdi.

Se dice que nació del onceavo Imam, Hasan Al-Askari y de


su esposa, la nieta de un emperador. Existen opiniones encon-
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tradas acerca de si ella se llamaba Fátima o Nargis Khatoon. La
mayoría de los relatos de la historia dicen que al Mahdi se ocul-
tó de niño, cerca de los cinco años (alrededor del siglo XIII).
Se dice que ha estado “ocultándose” en cuevas desde entonces,
pero que regresará sobrenaturalmente justo antes del Día del
Juicio.

De acuerdo con el Hadith, el protocolo para el Imam Oculto es:


Será un descendiente de Mohamed y el hijo de Fátima, Tendrá
una frente ancha y nariz puntiaguda; Regresará justo antes del
fin del mundo; Su aparición será precedida por un número de
eventos proféticos durante tres años de horrendo caos mundial,
tiranía y opresión; Escapará de Medina a la Meca, miles le jura-
rán lealtad; Gobernará sobre los árabes y el mundo por siete
años; Erradicará toda tiranía y opresión trayendo armonía y paz
total; Dirigirá una oración en la Meca durante la cual Jesús esta-
rá a su lado y se le unirá.

Hassan se aseguró la propiedad de Alamut por medio de la


sutileza y el engaño. Su formación privilegiada le sirvió en esta
ocasión para emplear una treta que ya aparece reflejada en la
Odisea atribuida a Ulises.

Hassan llegó a un acuerdo con el dueño de Alamut por el que


se le vendía por un precio exiguo una porción de tierra que se
podría abarcar con la piel de una vaca. El dueño convino en ello
pensando que el joven forastero pretendía establecer un puesto
de venta en el lugar, no dándose cuenta de hasta qué punto po-
día llegar la inventiva de Hassan.

Éste procedió a dividir la piel de la vaca en tiras sumamen-


te delgadas que le permitieron fabricar un largo cordón con el
que abarcaría por entero el área de la fortaleza. Lógicamente, el
propietario protestó, pero los seguidores de Hassan se encarga-
ron de persuadirlo de que cumpliera con lo pactado.

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Cuando los rumores de lo sucedido llegaron hasta el visir Ni-
zam al Mulk -su amigo de la niñez y virtual gobernante de la re-
gión, dado que el sultán había delegado en él todas las funcio-
nes ejecutivas, y anticipándose a las intenciones de su antiguo
camarada, comenzó a hacer preparativos para que el ejército
del sultán sitiara la fortaleza, algo que jamás sucedería.

Al día siguiente, de regreso a sus aposentos tras una audiencia


con el sultán para informarle de sus planes, Mulk fue abordado
por un sufí que en realidad era Bu Tahir, un agente de Hassan,
que tras una breve conversación clavó su daga en el corazón de
Nizam al Mulk, convirtiéndolo de esta forma en la primera vícti-
ma registrada de los hashishins.

Una vez consolidado su dominio sobre Alamut, Hassan empleó


una considerable cantidad de recursos en la construcción del
denominado “jardín legendario de los placeres terrenales”, un
lugar que desempeñaría un papel muy importante en los ritos
iniciáticos de los hashishins. El jardín se encontraba en un her-
moso valle flanqueado por dos altas montañas.

Hasta allí habían sido llevados pájaros, plantas y animales exó-


ticos de todo el mundo. Rodeando el jardín se construyeron lu-
josos palacetes de mármol y oro, adornados con hermosas pin-
turas, exquisitos muebles y tapices de fina seda. Por todos los
rincones de la reducida geografía de este paraíso terrenal se
habían dispuesto los más suculentos manjares, mientras que en
cada rincón se podían ver fuentes de vino y agua fresca. ¿Cuál
era el propósito de este exótico decorado?. Crear el marco ade-
cuado para la escenificación de un impactante rito iniciático que
asegurase de por vida la lealtad absoluta de los nuevos acólitos.
El iniciado que era llevado al jardín de las delicias se encon-
traba en estado de inconsciencia tras haber quedado fuera de
combate por una potente poción, cuyo principal ingrediente
era el hachís (de ahí el nombre por el que era popularmente co-
nocida la secta) en forma de aceite de cannabis, y que además
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contenía diversos ingredientes psicotrópicos, como hongos alu-
cinógenos. Al despertar de su sueño, el acólito se veía rodeado
por un grupo de bellas adolescentes que le daban la bienveni-
da cantando, bailando y tocando instrumentos musicales en su
honor. Mientras el boquiabierto joven aún intentaba reponerse
de su asombro, las muchachas comenzaban a administrarle un
masaje que poco más tarde derivaría en una pequeña orgía que
incluía la práctica de sofisticadas técnicas sexuales.

Éste era el prólogo de una corta pero inolvidable estancia en


el jardín que aseguraba a Hassan que podría exigir lealtad ab-
soluta de su nuevo seguidor y que sus órdenes serían seguidas
sin preguntas ni reparos. Tras las ruinas del castillo que todavía
existen en Alamut hay un valle semioculto por las escarpadas
paredes que lo rodean por el que fluye un arroyo de agua fresca
y cuyo verdor contrasta con la sequedad del entorno circundan-
te. Es muy probable que fuera ésa la ubicación del mítico jardín.
Aunque algunos autores han cuestionado la validez como dato
histórico del uso del hachís por los asesinos, lo cierto es que se
trata de un hecho cuidadosamente documentado. No obstante,
no es cierto que los asesinos ingirieran este narcótico para rela-
jarse antes de emprender alguna de sus expediciones de ase-
sinato, como se piensa en la creencia popular, sino que lo más
probable es que consumieran algo de droga antes de visitar el
jardín de las delicias por última vez, como placentero prólogo
de una misión suicida.

La estancia en el paraíso terrenal creado por Hassan era so-


lamente el comienzo de la carrera del adepto en la secta, cuyo
escalafón se dividía en siete grados. Los hashishins combina-
ban las doctrinas exotéricas y esotéricas del islam. Sabbah era
practicante de la alquimia y estudioso del sufismo, de modo que
parte del plan de estudios iniciáticos para los futuros hashishins
implicaba el dominio de métodos ocultos para alcanzar planos
más altos de conciencia, algo que en el otro extremo del planeta
ya se practicaba en otra mítica sociedad de asesinos profesio-
108
nales, los ninja japoneses.

Pero no todo era meditación y preparación mental, sino que


también se aprendía cómo matar eficazmente mediante el ve-
neno o la daga. Los iniciados eran entrenados concienzudamen-
te de una forma que nada tiene que envidiar a la de los servi-
cios secretos actuales. Recibían clases de todo tipo de materias
que pudieran serles útiles para su cometido, aprendían varios
idiomas, así como el modo de vestir y las maneras propias de
comerciantes, monjes y soldados. Además, les enseñaban a ha-
cerse pasar por creyentes y practicantes de las religiones más
importantes de modo que un seguidor de Hassan podía adoptar
con éxito la identidad de cualquier persona, desde un comer-
ciante acomodado a un místico sufí, un cristiano o un soldado
sarraceno. Para comprender mejor el éxito de los hashishins
hay que asumir que el asesinato político era una práctica muy
extendida en el Islam ya antes de la llegada de Hassan Bin Sa-
bbah. Otras sectas y grupos habían recurrido a tan expeditivo
método en el pasado, e incluso el propio Profeta ya señaló a
determinados individuos manifestando que “no merecían vivir”,
a la espera de que sus seguidores entendieran la indirecta. Una
secta extremista shiíta fue conocida en su momento como “los
estranguladores” debido a que éste era el método que preferían
a la hora de ejecutar a sus víctimas. El mundo musulmán de la
Edad Media era un entorno confuso en el que la autoridad siem-
pre pasaba a manos de aquellos que tenían la voluntad y la osa-
día necesarias para tomarla y retenerla mediante la violencia o
la astucia. Los derechos hereditarios pesaban tanto como las es-
padas al servicio de los pretendientes al trono y más de un gran
imperio se desmoronó a causa de estas luchas intestinas. Ima-
nes y califas eran con frecuencia víctimas de asesinos a sueldo
pagados por aspirantes al cargo que, en bastantes ocasiones,
terminaban sus días de la misma forma que sus antecesores.

Lo que introduce de novedoso Hassan Bin Sabbah en este en-


torno es la práctica sistemática del asesinato como elemento
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primordial de su estrategia, por medio de la que pretende al-
canzar determinadas metas mediante la extirpación “quirúrgi-
ca” de ciertos elementos clave de la escena militar y política.
Para que este planteamiento tuviera éxito la organización era
un factor esencial. La orden hashishin se basaba en una estruc-
tura administrativa que, a juzgar por los resultados obtenidos,
resultó ser tremendamente eficaz. En la cima de la jerarquía es-
taba Hassan, el viejo de la montaña, cuya privilegiada mente lo
mismo se encontraba ocupada en trazar complejos planes que
jugaban con el equilibrio político de todo Oriente, que medi-
tando sobre la interpretación de algún pasaje del Corán. De-
bajo de él estaban los priores magníficos —místicos y clérigos
que daban sustento espiritual al grupo—, los propagandistas o
dai —encargados de predicar la palabra de Sabbah por todo
el orbe musulmán y reclutar nuevos adeptos a la causa— y fi-
nalmente los fidai, que eran el escalafón más bajo dentro de
los hashishins, aunque en modo alguno el menos importante.
Los fidai —”ángeles destructores” o “autosacrificados”— tenían
un voto de obediencia absoluta y una convicción fanática que
los mantenía dispuestos a llevar a cabo cualquier atrocidad que
su señor exigiera de ellos, incluyendo el suicidio y el asesina-
to. Vestían túnicas blancas con fajines y turbantes rojos: colores
que representaban la inocencia y la sangre. Llama la atención
que los terroristas suicidas actuales mantengan en su iconogra-
fía ritual un atuendo muy parecido.

La figura clave en esta organización eran los dai. Se trata de


una figura que en muchos sentidos resulta exclusiva de la cultu-
ra persa. Si tuviéramos que compararlos con algo conocido, los
misioneros cristianos resultarían la figura más cercana a nuestra
cultura. Como los misioneros, los dai recibían una extensa for-
mación que los convertía en vendedores perfectos de las ideas
a las que servían, estando investidos además de una autoridad
de la que en principio carece un misionero cristiano. Su tarea
era principalmente la de impresionar a las gentes con las que
se encontraban, excitar su curiosidad e imbuirles el deseo de
110
saber más sobre ellos y sus creencias. Una vez enganchado un
buen número de acólitos potenciales, revelaba los misterios de
la orden sólo a aquellos más prometedores, siempre y cuando
accediesen a prestar juramento de fidelidad al imán, el repre-
sentante de Dios sobre la Tierra, que, en este caso, no era otro
que Sabbah. Dado que los hashishins ganaban influencia en la
región con un ímpetu que parecía imparable, el Sha de Persia
se sentía inseguro en su posición, lo que lo llevó a cometer el
mismo error que cometiera tiempo atrás su visir y a pagarlo de
similar modo. Apenas habían llegado las tropas a las cercanías
de Alamut cuando el atrevido monarca moría envenenado. Tras
su muerte, el reino de Persia quedó dividido en facciones que
guerreaban constantemente entre sí, situación que convirtió a
los “asesinos” en el grupo más poderoso e influyente de la re-
gión durante años.

En ese tiempo la secta fue sofisticando sus métodos, convir-


tiendo el asesinato en una forma de arte, desarrollando técnicas
cada vez más audaces e imaginativas, en las que el veneno y la
daga eran sustituidos por sofisticadas trampas y técnicas que
permitían al asesino alcanzar su objetivo por muy protegido
que éste estuviera. Cabe destacar que pese a lo dicho hasta el
momento no estamos hablando de una horda sedienta de san-
gre y dispuesta a alcanzar sus objetivos a cualquier precio. Los
ideólogos y estrategas de los hashishins eran intelectuales que
preferían utilizar la persuasión en lugar de la violencia siem-
pre que ello fuera posible. Entre los métodos indirectos de per-
suasión, uno de sus favoritos consistía en obtener la ayuda de
mujeres y niños que ejercían una especial influencia ante pa-
dres y maridos poderosos. Los sobornaban con vestidos, joyas
y fantásticos juguetes traídos a tal efecto por mercaderes que
viajaban por todo el mundo en busca de las más exquisitas pie-
zas. También supieron cautivar a algunas de las mentes más dis-
tinguidas de Oriente Medio para emplearlas como profesores
en sus escuelas o como consejeros en asuntos mundanos. Esta
sabia combinación de mano de hierro en guante de terciopelo
111
sirvió para que, en poco tiempo, la mayoría de la población de
Persia profesara las creencias ismailíes.

Sin embargo, a medida que sus hazañas se multiplicaban y


eran cantadas y contadas por todo el mundo árabe, Hassan
Bin Sabbah fue convirtiéndose en un personaje cada vez más
misterioso y reservado, que vivió el resto de su vida confinado
por propia voluntad entre los muros de la fortaleza. Se dice que
durante ese período abandonó sus aposentos tan sólo en dos
ocasiones. Llevaba una vida propia de un asceta, consagrado a
la mística y a la redacción de tratados teológicos. La ambición
expansionista que caracterizaba a la secta de Hassan —y los ex-
peditivos medios que empleaba— no se debía a una ambición
personal, sino a su condición de creyente profundamente de-
voto de la fe ismailí, que quería convertir en la única corriente
imperante en el Islam. De este carácter modesto y hondamente
religioso nos habla la circunstancia de que Hassan podía aspirar
a declararse descendiente directo del Profeta con más legitimi-
dad que otros que ya lo habían hecho, pero rechazó utilizar esto
como ventaja política: “Prefiero ser un buen sirviente del Profeta
antes que su hijo indigno”. Su celo religioso lo llevó a cometer
no pocos excesos entre sus propias filas. En Alamut, como siglos
más tarde en el Afganistán de los talibanes, estaba terminante-
mente prohibido beber y tocar instrumentos musicales. Estas
prohibiciones y muchas otras se aplicaban con extremado celo
y Hassan exigía a sus seguidores una total obediencia. Era de
una severidad inflexible, tanto que hizo ejecutar a sus dos úni-
cos hijos: a uno por beber y al otro por saltarse la cadena de
mando cometiendo un asesinato que no había sido ordenado.

Durante la última época de la vida de Hassan la secta combatió


en dos frentes bien definidos. En las cruzadas lucharon indistin-
tamente en ambos bandos en función de cuál de ellos sirviera
mejor a sus necesidades del momento. Al mismo tiempo, no se
detuvieron en expandir su dominio por toda Persia y su influen-
cia llegó hasta Siria, donde comenzó a actuar una rama particu-
112
larmente activa de la orden. Hassan Bin Sabbah falleció en 1124,
a la edad de 90 años. La ejecución de sus dos únicos herederos
hizo que tuviera que designar a dos de sus generales para que
continuaran su obra como sucesores. Uno asumió el control de
los elementos místicos e ideológicos de la orden, mientras que
el otro se encargó de los asuntos militares y políticos. Durante
ese período, y aprovechando el desconcierto que trajo consigo
la muerte de Sabbah, la dinastía seljúcida tomó de nuevo el con-
trol en Persia, lo que provocó una nueva oleada de asesinatos. El
primogénito y sucesor de Nizam Al Mulk cayó bajo la daga de
un fidai. El nuevo sultán, que había sucedido a su padre Malik
Sha y recuperado el control de grandes zonas del país, decidió,
como su padre antes que él, marchar contra Alamut. Una maña-
na despertó con una daga clavada en su almohada. El sultán hizo
un pacto con los “asesinos” por el que les otorgaba la autonomía
a cambio de reducir sus fuerzas militares y un compromiso de
no injerencia en los asuntos de Estado.

Fue también en esta época cuando Marco Polo llegó a las


proximidades de Alamut y se enteró de la existencia de la or-
den, incluyéndola en el relato de sus viajes y haciendo que su
fama se extendiera por toda Europa. Los hashishins sobrevivie-
ron durante más de cien años tras la muerte de Sabbah, hasta
que Alamut fue finalmente sitiado y conquistado en 1256 por
los invasores mongoles al mando de Halaku Kan, hijo de Gen-
gis Kan. Halaku era un gran admirador de la figura de Hassan
y encargó a su principal consejero que recopilara una historia
completa de los “asesinos” basándose en los registros de la bi-
blioteca de Alamut. De este trabajo procede la mayoría de los
datos históricos de los que actualmente se dispone sobre la or-
den. Alamut era una de las principales fortalezas utilizadas en
la Edad Media por la secta ismailí de los nizaríes. Dominaba
un valle en el macizo montañoso de Elburz, al sur del mar Cas-
pio y en el norte del actual Irán, cerca de la ciudad de Qazvin.
El significado del nombre es incierto, aunque la hipótesis más
extendida es que etimológicamente significa “nido de águilas”.
113
La fortaleza fue tomada en 1090 por ismailíes dirigidos por el
mítico Viejo de la Montaña. Tras un conflicto con el centro de
poder ismailí, el califato fatimí de El Cairo, los ismailíes de Irán
se escinden y serán llamados desde entonces nizaríes. Sus ene-
migos los llamarán despectivamente hashashin, “consumidores
de hachís”, palabra que ha pasado al castellano como asesino, y
ello porque desde Alamut y otras fortificaciones los nizaríes se
destacaron por la práctica del homicidio político, hasta el punto
de que a pesar de su escaso número aterrorizaron durante si-
glos a los gobernantes de Irán y Siria.

Alamut fue un nodo de la compacta red de fortalezas nizaríes,


que por su inexpugnabilidad conformaron un auténtico Estado
descentralizado e independiente dentro de un territorio funda-
mentalmente sunní. En 1256, tal como ya hemos explicado, las
tropas mongolas marchan sobre Irán dirigidas por Hulagu Jan,
y las precede su fama de invencibilidad y crueldad. Alamut se
rindió sin presentar combate y fue arrasada hasta los cimientos
por el ejército invasor para impedir su uso por otros posibles
oponentes. Marco Polo en su libro Los viajes de Marco Polo afir-
mó haber visitado Alamut y conocer a el Viejo de la Montaña, lo
que es poco probable ya que en la fecha que indica, la fortaleza
había dejado de existir hacía varias décadas. El viajero venecia-
no introdujo en Europa la leyenda que ha dado fama a Alamut:
la de que poseía unos jardines ocultos que imitaban el paraíso.
Para fanatizar a los futuros asesinos de la secta, se les drogaba
con hachís y se les hacía despertar en el jardín, donde gozaban
del paraíso durante unas horas. Cuando volvían a despertar es-
taban en el castillo y se les decía que sólo volverían al escena-
rio idílico y feliz que habían tenido ocasión de ver si morían en
combate contra el enemigo. Esto explicaría la fiereza y el arrojo
de los nizaríes en sus acciones terroristas, aún sabiendo que lo
más probable es que no salieran vivos de ellas. Esta leyenda no
está apoyada por ninguna evidencia histórica.

Tras la caída de Alamut, la mayoría de los supervivientes del


114
grupo se vieron forzados a la clandestinidad, manteniendo sus
creencias y tradiciones en estado latente. En la actualidad, los
ismailíes nizaríes todavía existen, y están liderados por el Aga
Kan, una de las figuras progresistas del Islam. La Aga Khan De-
velopment Network es una organización creada basándose en
las condiciones de vida en las sociedades en donde los musul-
manes tienen una presencia significativa, si bien se esfuerzan
en dejar muy claro que no son una organización de carácter re-
ligioso. La sociedad secreta que creó Hassan Bin Sabbah marcó
un antes y un después en el desarrollo de este tipo de organi-
zaciones e influyó decisivamente en las que fueron creadas con
posterioridad. Durante las cruzadas, los hashishins lucharon
para y contra los cristianos, según beneficiara a sus planes, si
bien las férreas estructuras jerárquicas de las órdenes militares
mermaban considerablemente la eficacia de su táctica de ase-
sinatos selectivos, ya que tan pronto un personaje clave fallecía
era inmediatamente sustituido por otro.

Ricardo I de Inglaterra (1157 – 1199), conocido como Ricardo


Corazón de León, fue Rey de Inglaterra entre 1189 y 1199, sien-
do el tercer hijo del rey Enrique II de Inglaterra y de Leonor de
Aquitania. En su época, el trovador Bertran de Born lo apodó
“Òc e non” (‘sí y no’). Durante su reinado, sólo visitó Inglaterra
en dos ocasiones: las correspondientes a sus dos coronaciones.
En total, no llegaron a seis los meses que pisó su suelo como
rey. Tomó parte en la Tercera Cruzada, con campañas en Sicilia
y Chipre en el camino y, posteriormente pasó un período arres-
tado por Leopoldo V, duque de Austria. El rey Ricardo I llegó a
Acre, Palestina, en junio del año 1191. Dio su apoyo a su vasallo
de Poitiers Guido de Lusignan, que había llevado sus tropas a
Chipre para apoyarlo. Guido era el viudo de la prima del padre
de Ricardo, Sibila de Jerusalén (El rey Fulco de Jerusalén tuvo
varios hijos, entre ellos: Amalarico I de Jerusalén, padre de Si-
bila; y Godofredo V de Anjou, padre de Enrique II de Inglaterra,
padre de Ricardo Corazón de León). En esta época, Guido, el
esposo de Sibila estaba tratando de retener la corona de Jerusa-
115
lén, a pesar de la muerte de su señora acaecida durante el sitio
de Acre el año anterior. El derecho de Guido era disputado por
Conrado de Monferrato, segundo esposo de la media hermana
de Sibila, Isabel de Jerusalén: Conrado, cuya defensa de Tiro ha-
bía salvado el reino en 1187, fue apoyado por Felipe de Francia,
hijo de su primer primo Luis VII de Francia y por otro primo, el
duque Leopoldo V de Austria (Babenberg).

Ricardo también se alió con Hunfredo IV de Torón, el primer


marido de Isabel, del cual se había divorciado a la fuerza en
1190. Hunfredo era leal a Guido y hablaba el árabe en forma
fluida, de forma que servía a Ricardo como traductor y negocia-
dor. Ricardo y sus fuerzas ayudaron a conquistar Acre, a pesar
de la grave enfermedad del rey. Se dice que Ricardo I, mientras
estaba enfermo de escorbuto, mataba guardias en las paredes
con una ballesta, mientras era llevado en una camilla. Conra-
do de Montferrat concluyó las negociaciones de rendición con
Saladino e izó los pendones de los reyes en la ciudad. Ricardo
discrepó de Leopoldo V de Austria sobre la destitución de Isaac
116
Comneno (relacionada con la madre bizantina de Leopoldo) y
sobre su posición dentro de la cruzada. El pendón de Leopol-
do había sido izado al lado de los estandartes inglés y francés.
Ello fue interpretado como una arrogancia por Ricardo y Felipe,
dado que Leopoldo era un vasallo del Sacro Imperio Romano
Germánico (aunque entonces era el líder vivo de más alto rango
de las fuerzas imperiales). Los hombres de Ricardo derribaron
el pendón y lo tiraron en el foso de Acre. Leopoldo dejó inme-
diatamente la cruzada. Felipe también se fue poco después, en
mala condición de salud y luego de disputas con Ricardo acerca
del estado de Chipre (Felipe demandaba la mitad de la isla) y
del reino de Jerusalén. Ricardo se encontró repentinamente sin
aliados.

Ricardo mantuvo prisioneros a 2.700 musulmanes, al objeto


de conseguir que Saladino cumpliera todos los términos de la
rendición de las tierras circundantes a Acre. Felipe, antes de
partir, había confiado sus prisioneros a Conrado, pero Ricardo
lo forzó a entregárselos. Ricardo temía que sus fuerzas perma-
necieran retenidas en Acre, ya que creía que su campaña no
podría avanzar con los prisioneros en caravana. Por ello, ordenó
que todos los prisioneros fuesen asesinados y se desplazó al
sur, derrotando a las fuerzas de Saladino en la batalla de Arsuf
el 7 de septiembre. Intentó negociar con Saladino, ofreciéndole
a su hermana viuda, Juana de Sicilia, como novia para el herma-
no de Saladino Al Adil, pero no tuvo éxito. En la primera mitad
de 1192, él y sus tropas refortificaron Ascalón. Una elección for-
zó a Ricardo a aceptar a Conrado de Montferrat como rey de
Jerusalén y vendió Chipre a su protegido derrotado, Guido. Sin
embargo, sólo días después, el 28 de abril de 1192, Conrado fue
apuñalado hasta la muerte por miembros de la Secta de los Ase-
sinos antes de que pudiera ser coronado. Ocho días después,
el propio sobrino de Ricardo, Enrique II de Champaña, se casó
con la viuda Isabel de Jerusalén, aunque estaba encinta del hijo
de Conrado. El crimen no fue resuelto y los contemporáneos de
Ricardo I sospechan que él estuvo involucrado.
117
Tomando conciencia de que ya no había esperanza de retener
Jerusalén, incluso después de haberla tomado, Ricardo ordenó
la retirada. Entonces comenzó un período de escaramuzas me-
nores con las fuerzas de Saladino, mientras Ricardo y Saladino
negociaban un acuerdo para el conflicto, ya que ambos se die-
ron cuenta de que sus respectivas posiciones eran insostenibles.
Ricardo supo que Felipe y su propio hermano Juan preparaban
un complot en su contra. Sin embargo, Saladino insistía en arra-
sar las fortificaciones de Ascalón que los hombres de Ricardo
habían reconstruido y en otros puntos menores. Ricardo hizo un
último intento de acercar posiciones al intentar invadir Egipto
(la principal base de provisiones de Saladino), pero falló. Fi-
nalmente, el tiempo de Ricardo se agotaba. Consideró que su
regreso ya no podía posponerse, dado que Felipe y Juan toma-
ban ventaja de su ausencia. Él y Saladino llegaron a un acuerdo
118
final el 2 de septiembre de 1192, que incluía la concesión de
la demanda de destrucción de la muralla de Ascalón, así como
el libre acceso de los cristianos a Jerusalén, la tolerancia de su
presencia allí y una tregua de tres años.

En diciembre de 1192, espoleado por las noticias que llegan


del reino, Ricardo trata de regresar a Inglaterra, pero el mal
tiempo desvía su flota a la costa adriática y lo obligan a atracar
en Corfú, en las islas del emperador bizantino Isaac II Ángelo,
que objetaba la anexión de Ricardo de Chipre, un antiguo te-
rritorio bizantino. Disfrazado como un caballero templario, Ri-
cardo navegó desde Corfú con cuatro ayudantes, pero su barco
encalló cerca de Aquilea, forzando a Ricardo y a sus partidarios
a seguir una peligrosa ruta terrestre por Europa central. Mien-
tras se dirigía hacia el territorio de su cuñado Enrique, Ricardo
fue capturado cerca de Viena por Leopoldo V de Austria poco
después de la Navidad de 1192 y acusado de arreglar el ase-
sinato de su primo Conrado de Montferrat. Ricardo y sus cria-
dos viajaban disfrazados como peregrinos de baja condición,
pero pudo ser identificado porque usaba un anillo lujoso o por
su insistencia en comer pollo asado, una delicadeza de la aris-
tocracia. El duque lo llevó como prisionero ante el emperador
Enrique VI de Alemania y lo mantuvo cautivo en Dürnstein. Fue
allí que Ricardo escribió Ja nus hons pris o Ja nuls om pres, una
canción en versión francesa y occitana, expresando su senti-
miento de abandono por parte de su propia gente. No obstante,
las condiciones de su cautiverio no fueron severas. Él declaró al
emperador: “Nací con un rango que no reconoce ningún superior
que no sea Dios.”

Su libertad no le interesaba a nadie: Felipe II de Francia pre-


fería a su hermano Juan, y el Papa Celestino III lo rechazaba por
su conducta. Su madre, Leonor de Aquitania, luchó incansable-
mente para obtener la liberación de Ricardo, intentando reunir
el dinero del rescate consistente en 100.000 marcos (cerca de
cinco veces el ingreso anual de la corona inglesa bajo la regen-
119
cia de Ricardo) que pedía Enrique. Tanto el clero como los legos
debieron pagar fuertes impuestos de un cuarto del valor de su
propiedad, se confiscaron los tesoros de oro y plata de las igle-
sias y se reunió dinero mediante la compensación monetaria
por parte de los nobles por no hacer el servicio militar debi-
do a la corona e impuestos de “carucage“. El emperador pidió
100.000 marcos para él antes de liberar al rey, el mismo monto
reunido por el impuesto saladino pocos años antes. Al mismo
tiempo, Juan, el hermano de Ricardo, y el rey Felipe de Francia
ofrecieron 80.000 al emperador para que mantuviera prisionero
a Ricardo hasta la fiesta de San Miguel y Todos los Ángeles de
1194. El emperador rehusó esta oferta, pero a costa de aumen-
tarlo una mitad más. El dinero del rescate del rey había sido
transferido por los embajadores del emperador, pero “bajo la
responsabilidad del rey” (si se hubiese perdido en el camino,
habría sido responsabilidad de Ricardo) y finalmente el 4 de
febrero de 1194 Ricardo fue liberado. Felipe envió un mensaje a
Juan que decía: “Cuídate, el demonio anda suelto.”

120
Ricardo Corazón de León fue acusado en su momento de ha-
ber solicitado la ayuda del Señor de las montañas —Sheik Al
Yebel, que no era Sabbah, como vulgarmente se cree, sino el
jefe de la rama siria de la secta— para cometer el asesinato de
Conrado de Monferrato. Según cuentan las crónicas, se esco-
gió a dos asesinos que aceptaron ser bautizados y que fueron
emplazados a ambos lados de Monferrato, fingiendo rezar. En
el momento en que se presentó una ocasión favorable lo apuña-
laron y corrieron a refugiarse en una iglesia. No obstante, llegó
hasta sus oídos la noticia de que habían fallado en su intentona y
el príncipe aún se encontraba con vida, por lo que abandonaron
su escondite y se dirigieron al lugar donde yacía Conrado de
Monferrato para apuñalarlo por segunda vez. Después de esto
fueron capturados y murieron sin una sola palabra de confesión
o arrepentimiento a pesar de la crueldad de los tormentos que
les fueron aplicados. Algo de aprovechable debieron ver los
cruzados en los métodos de los “asesinos” cuando los impor-
taron a Europa y terminaron sirviendo de patrón y modelo de
numerosas sociedades secretas occidentales. Los templarios, la
Compañía de Jesús, el Priorato de Sión, la francmasonería, los
rosacruces… todos deben su eficacia organizativa al trabajo
originario de Hassan. De hecho, los célebres Iluminati tuvieron
su origen en el aspecto místico de la orden hashishin
.
También los servicios de inteligencia han incorporado en sus
metodologías muchas de las técnicas milenarias de los hashi-
shins. Con el paso de los siglos, Sabbah se ha convertido en una
figura mítica que ha servido de inspiración a artistas y literatos.
El irreal mundo de Alamut, con sus sueños de placeres inenarra-
bles administrados por bellas huríes entre vapores narcóticos
y exóticos perfumes, resultó particularmente atractivo para los
románticos. En el célebre poema “Kublai Khan” de Coleridge,
escrito según se cuenta inmediatamente después del despertar
de un sueño bajo los efectos del opio, se describe detallada-
mente la leyenda de Sabbah y de su paraíso terrenal. Coleridge
llama a su Alamut de ficción “Armhara”, el lugar en que se yer-
121
gue la bóveda del placer, inspirada en el jardín legendario de
los hashishins. Casi un siglo más tarde, los escritores y artistas
de la generación beatnik también consideraron a los hashishins
como una de sus fuentes de inspiración, identificándose con esa
mezcla de misticismo oriental, experimentación con drogas y
transgresión social que tiñe la leyenda de la secta. El poeta y
pintor Brion Gysinmenciona a Sabbah en muchas de sus com-
posiciones, y William S. Burroughs escribió un brillante poema
titulado “Las palabras pasadas de Hassan Sabbah”, donde con-
dena como terroristas a organizaciones modernas, como las
agencias de inteligencia y las grandes multinacionales.

Como vemos, Hassan Bin Sabbah es una de esas figuras que


rompe la barrera del tiempo y se mantiene vigente según las
sucesivas generaciones la enriquecen con nuevas lecturas que
no son sino un fiel reflejo de la situación de cada época. Ade-
más, supone un precedente directo sin el que resultaría impo-
sible comprender a esos suicidas que tanta intriga e inquietud
122
causan entre los occidentales. Dicen que no hay nada nuevo
bajo el sol, y la historia tendría mucho que enseñarnos en la
guerra contra el terrorismo que actualmente está presenciando
el mundo.

En el caso de Sabbah, su ausencia física no extinguió el fana-


tismo de sus seguidores hasta más de cien años después de su
muerte, y ello tras una aplastante derrota militar precedida por
encarnizadas batallas. Algunos grupos persuaden a sus miem-
bros para que sacrifiquen sus vidas con la promesa de un paraí-
so más allá de la muerte, una técnica que, como hemos visto, ya
fue utilizada con éxito hace un milenio por Hassan Bin Sabbah.
Son demasiadas las semejanzas como para no pensar que no
se hayan tomado elementos de la secta de los hashashin como
modelo para levantar un nuevo reino de terror.

https://misteriocity.com/la-misteriosa-secta-de-los-hashshas-
hin/
123
LAS LEYENDAS DE LA MAS
124 Herbert Oré B
SONERÍA Y SU ENSEÑANZA
Belsuzarri 33° 125
LAS LEYENDAS DE LA MASONERÍA
Y
SU ENSEÑANZA
Herbert Oré Belsuzarri 33°

INTRODUCCION.

Con frecuencia tanto a los religiosos como a los iniciados en


diferentes órdenes, nos suelen decir que nuestros ritos y nues-
tras enseñanzas son prácticas anacrónicas, ya que vivimos en la
“época de la razón”, y todo puede ser explicado racionalmente
por la ciencia. Como iniciado debo manifestar a esto que: “El
mito se impone al hombre, porque refleja una realidad superior
que brota del inconsciente individual y colectivo. Por lo tanto, el
hombre racional moderno debe situar el mito en la época de la
ciencia, ya que sin el mito, sería imposible comprender la com-
plejidad del mundo contemporáneo”.

Para el hombre de fe religiosa, “será doloroso y quizás aterra-


dor, asumir que existe la posibilidad que su Dios sea un mito, por
lo menos en la forma que lo conoce o en la forma como funda-
menta su existencia”. La intensidad de resistencia a esta “here-
jía”, sin lugar a dudas, será directamente proporcional a su nivel
de dogmatismo.

“Los ideales de la humanidad, más que en una base de razón,


se centran en el sentimiento y en su convicción”. Por esa razón la
sabiduría ancestral y moderna de la masonería, ha incorporado
a su docencia los mitos, que le permite comprender al hombre
en su esencia más íntima.

Nuestros ancestros más primitivos, al no hallar explicación a


diferentes eventos de su vida cotidiana, se formularon diversas
interrogantes y como parte de su respuesta a sus interrogan-
tes, consideró que debían existir varios seres superiores que
gobernaban diferentes aspectos de la vida. Entonces el hom-
126
bre imitando a estos seres imaginarios trato de realizar proezas.
Primero fue la magia, del que se dice es el arte de producir los
efectos prodigiosos, empleando medios sobrenaturales. Pero
solo era el conocimiento de algunos secretos de la naturaleza.
Esta ciencia primitiva por muchos siglos fue patrimonio exclu-
sivo de los sacerdotes, que ligaban el conocimiento a un ser
superior, quien se manifestaba, a través de ellos (sacerdotes) en
forma exclusiva, otorgándoles un poder inmenso. Así sucedió
en Sumería y posteriormente en Egipto, en Sechín y Caral en los
Andes de América del Sur, en la India, en Grecia, en los olmecas
de Centroamérica, y una larga lista de civilizaciones en el mun-
do, que calificaban sus prodigios, como el favor de los dioses.

De todas ellas, es en el Medio Oriente, donde sobresalen, no


solo por su sabiduría de las altas ciencias y su elevada moral
que enseñaban, sino por el estudio y la investigación que reali-
zaban, lo cual quedo patentizado en tablillas de barro con escri-
tura cuneiforme. Tal era su prestigio que incluso cuando muchas
de las civilizaciones que se desarrollaron en Mesopotamia ya
habían desaparecido, los magos de Persia gozaban de un pres-
tigio indiscutible. Ello dio origen a la creación de los oráculos
y las sibilas, a las que se debe el conocimiento de gran número
de plantas y sus propiedades terapéuticas. Los arcanos de la
química, la anatomía y gran número de los secretos de la natu-
raleza se debieron a la “magia”.

Al salir Abraham de Ur, para ir en busca de la tierra prome-


tida, que su dios Jehová les había indicado, llevo la magia de
Mesopotamia a Egipto a través de sus descendientes. En Egipto,
Moisés un hebreo adoptado en la nobleza egipcia, estudió entre
lo iniciados de Heliápolis la magia de esas tierras africanas, y
más tarde durante el éxodo reuniría la magia de Mesopotamia y
la magia egipcia, del cual Jesús aprendió a través de los esenios
principalmente, para realizar gran parte de los milagros que se
le atribuye.

127
Los hebreos y los pueblos semíticos (descendientes de Sem,
hijo de Noé), fueron muy aficionados a la magia, los árabes
aprendieron de estos y le dieron forma, con la que penetró en
Europa, donde la magia sumerio-egipcia a través de los griegos
y romanos había llegado, desarrollándose en la edad media.

La magia estaba muy arraigadas en los musulmanes, mientras


en Europa apenas existe, debido a la persecución que hacía so-
bre ella la iglesia católica, apostólica y romana. A los ojos de los
musulmanes, la magia tiene por objeto la consecución de cosas
ocultas, la transmutación de los metales, el conocimiento del
128
porvenir, la posesión de un objeto determinado o la posesión
de la persona amada, cura enfermedades, permite venganzas y
permite modificar el futuro, etc.

Lo que se llama magia en el Medio Oriente, no es un arte vano


y quimérico, la institución de los magos fue muy anterior a Zo-
roastro y este confirió el nombre de mago a una casta sacerdotal
que cuidaba su culto, interpretaba los movimientos de los astros
y custodiaba el fuego. Al lado de la astrología, adivinación, su-
perstición, etc. había un estudio de conocimientos más serios y
útiles, como la medicina y las ciencias naturales, acompañados
siempre de las matemáticas y la química (entonces llamada al-
quimia), es decir sirvieron para engatusar al vulgo y desarrollar
la ciencia.

A través de las religiones, transformaron diversos mitos en


dogmas de fe, con los cuales han construido su entramado doc-
trinal y a través de ellos, esclavizaron y esclavizan a millones
de conciencias con la idea preconcebida e inculcada, desde la
niñez y albor de nuestra vida mental, como el concepto de pe-
cado-castigo, el miedo de que “alguien” desde arriba nos vigila,
enajenando nuestra libertad y el ejercicio de nuestra potencia
mental.

Las sociedades iniciáticas que se dieron en Sumeria, Egipto y


otras culturas y civilizaciones en Mesopotamia, iniciaban en sus
conocimientos a los escogidos, sacerdotes o no, que serían los
sabios alquimistas y astrólogos, conocedores de las ciencias de
la naturaleza aplicadas, como símbolos vivos del proceso ini-
ciático y regenerador, como lo hicieron los masones, quienes
dotaron a los zigurats, pirámides, templos y catedrales, de nu-
merosos símbolos basados en las correspondencias y analogías
entre el macro y el microcosmos, el cielo y la tierra, la divinidad
y el hombre.

“Un hilo sutil y luminoso une el mundo superior al inferior, y el


129
inferior al superior. El mantenimiento de esa comunicación es una
de las funciones que siempre han tenido las organizaciones tradi-
cionales e iniciáticas”.

Enki está relacionado con la ciencia en Sumeria; Thoth está


relacionado con todo el conocimiento y es patrón del ocultismo
en Egipto; Hermes Trismegisto, en griego Hermes el tres veces
grande, está relacionado con las ciencias ocultas, y es conside-
rado el patrono de los alquimistas, condensó la síntesis y la sus-
tancia de la sabiduría del antiguo Egipto, que fueron grabadas
en la Tabla Smaragdina, como es denominada en latín.

En el siglo XII, surge en toda Europa Occidental, contacto con


el mundo islámico a través de las cruzadas, llegando textos her-
méticos traducidos del árabe al latín, entre ellos, los textos de
la Tabla Esmeraldina, que habría sido grabada por el propio
Hermes en persona.

130
Esta “Biblia alquimista”, consta de unas treinta líneas donde se
encuentra la famosa Ley de las correspondencias, fundamento
del ocultismo hermético.

Sabios y filósofos de la antigüedad como Platón, Sócrates,


Aristóteles y Pitágoras fueron iniciados en los secretos del Her-
metismo. Llegado a Occidente el nombre hermetismo adquirió
un significado equivalente al de todas las prácticas secretas
de magia y de alquimia, extendiéndose después al rosacrucis-
mo, iluminismo y ocultismo de manera general. La ciencia del
hermetismo fue cultivada durante la edad media bajo distintas
denominaciones: ocultismo, esoterismo, magia, alquimia, astro-
logía, cábala e influenció en casi todas las corrientes de pen-
samiento filosófico de la época. Sin embargo, bajo el nombre
de hermetismo se designó particularmente a la parte teórica y
filosófica de la alquimia medieval, según la cual existen íntimas
y misteriosas relaciones entre todas las partes del universo vi-
sible e invisible.

Los masones (albañiles constructores) desde la antigua Sume-


ria y Egipto, practicaban el ocultismo como parte de su forma-
ción, llegando así a los hebreos que construyeron el templo de
Salomón, y de allí a los griegos y romanos, y cuando desapa-
reció el imperio romano, este se vulgarizo en todos los países
de Europa, hasta que durante la edad media, muchos ocultistas
que mantenía la pureza de la enseñanza fueron iniciados en la
Masonería Operativa y continuó esta práctica en la Masonería
Especulativa, impregnándose con sus conocimientos. De ahí
surgieron y florecieron varios ritos masónicos dedicados exclu-
sivamente al estudio de las ciencias ocultas. El método carac-
terístico del hermetismo y el empleo de la analogía, como fue
dicho antes, y sus aplicaciones a las ciencias contemporáneas,
permite aclarar una serie de problemas antes considerados in-
solubles. Estas enseñanzas estaban en los mitos, leyendas y sím-
bolos masónicos, cuyas enseñanzas persisten en nuestra época,
revitalizada con la ciencia.
131
Las narraciones de los masones operativos, que no siempre
eran “cultos” o sabían escribir, se fueron trasmitiendo de boca
a oído entre sus miembros, manteniéndose por siglos hasta que
algunos masones lo dejaron escrito. A este conjunto de narra-
ciones hay quienes llaman indistintamente, cuentos, mitos, le-
yendas o simplemente anécdotas, por lo que es necesario dife-
renciar todos estos para un mejor propósito.

Los cuentos “son narraciones tradicionales de forma no sóli-


damente establecida, en que los elementos sobrenaturales son
secundarios; no se refieren fundamentalmente a temas’ serios’
o a la reflexión de preocupaciones o problemas profundos; y su
principal atractivo está en su interés narrativo”. Entre los cuentos
hay variantes, como el cuento de hadas, cuentos humorísticos,
comedias cortas y la fábula de animales. En los cuentos que re-
presentan lo sobrenatural sus héroes son humanos.

Los mitos (mythos) se caracterizan por tener personajes es-


pecíficos, personalidades concretas y no actores; como en los
cuentos; estos personajes pueden ser héroes o seres sobrehu-
manos, pero también pueden ser dioses. A veces los persona-
jes están ligados a una región; sus acciones son complicadas y,
como en los cuentos, estas acciones pueden presentarse frag-
mentadas en episodios; su fantasía no tiene límites; el compo-
nente sobrenatural, cuando lo tienen, produce cambios drásti-
cos e inesperados mientras avanza la acción. A diferencia de
los cuentos, los mitos establecen o confirman derechos e insti-
tuciones y son siempre serios en la exploración y reflexión de
problemas y preocupaciones humanas; pertenecen a un pasa-
do independiente del tiempo. Tanto en los mitos como entre los
cuentos populares se pueden encontrar narraciones sagradas y
seculares.

Las leyendas (sage) tiene un contenido contextual más con-


creto y menos formalizado que el del cuento; su forma es más
abierta pero su significado es más cerrado que el del cuento.
132
Mientras el cuento se desenvuelve en un solo plano -mágico, so-
brenatural o fáctico, pero autónomo- en la leyenda se entrecru-
zan varios planos, fácticos y mágicos, interdependientes. Así,
aparecen un milagro, un prodigio o una profecía en medio de un
relato secular, histórico (legende) o pseudo-histórico (sage). La
leyenda se ubica a mitad del camino entre el cuento maravilloso
y el cuento humorístico, porque a diferencia del primero no se
agota en los elementos mágicos y sobrenaturales, y porque a
diferencia del segundo se mantiene en un plano de seriedad.
Se ha propuesto que las leyendas deben ser anteriores a los
cuentos, que no son localizados ni individualizados.

Mientras la anécdota (anekdote) es un género corto y con-


versacional, la leyenda es más prolongada y narrativa, pues se
propone explicar el origen de las cosas, nombres, sucesos o he-
chos, lo cual da paso a un entorno próximo y una actualidad en
el plano real; en otros planos, da paso a una descontextualiza-
ción y a una inactualidad. Ello se debe a que la leyenda surge de
un proceso histórico de decantación y sedimentación, en el que
intervienen fuerzas contrapuestas que unas veces individuali-
zan y otras, desindividualizan.

También se ubica la leyenda entre el cuento y la novela, pues


a diferencia del primero mantiene un pie en el plano real sin
reducirse sólo a él y a diferencia de la segunda evita volcarse
hacia la mera ficción.

La localización, la individualización y la utilidad inmediata son


los mecanismos básicos de la configuración de las leyendas. A
partir de este punto, conviene distinguir las leyendas más anti-
guas o paleo leyendas, de las leyendas más recientes y de fon-
do, o neo leyendas:

- En la paleo leyenda predomina lo esotérico, lo escatológico,


lo simbólico, como en el mito, pero no localizado en regiones y
tiempos afuera del alcance humano. El mito, en cambio, localiza
133
el relato en regiones y tiempos afuera del alcance de los huma-
nos, en edades heroicas y civilizadoras.
- En la neo leyenda predomina lo exotérico, la realidad histórica
y humana; lo sagrado o lo mágico aparecen como un detalle ex-
cepcional del relato. Es un texto vinculado a lugares y tiempos
concretos. Entonces, si un mito es desacralizado, si sus elemen-
tos maravillosos son amortiguados, si sus elementos sobrenatu-
rales son suplantados por elementos feéricos y sus elementos
mágicos por la religión instituida, el mito se convierte en una
neo leyenda.

Las leyendas son, además, “la expresión del imaginario de una


comunidad, la radiografía de sus sueños, aspiraciones, fobias, pul-
siones... Sirve(n) para expresar conflictos, poner en orden el caos
afectivo y emocional, de modo que su repetición ritual no es sólo
una manera de asegurar la memoria colectiva, sino también una
forma de catarsis”. Por ello, en las leyendas, los personajes son
arquetipos a través de los cuales se expresa una búsqueda.

Las características de una leyenda se centran en las personas


y sus logros así que para detectar este tipo de historia simple-
mente debes fijarte en dichos elementos, de todas formas las
historias de leyenda también tiene otros tipos de características
básicas, las cuales son:

- Personajes y eventos exagerados.


- Son usualmente transmitidas por tradición.
- Se centran en personas reales y en los logros conseguidos por
estas.
- Son historias de ficción que alguna vez fueron reales.
- En el caso de que el personaje principal fuera una persona
real, no es tal y como se cuenta en la historia.
- Son historias del género narrativo.

¿Hay diferencia entre mito y leyenda?

134
135
Muchas personas tienen al errónea creencia de que los mi-
tos y las leyendas son la misma cosa y aunque sean similares,
también tienen muchas diferencias por lo que para nada son
sinónimos.

Los mitos se refieren generalmente a historias tradicionales


que ocurren en un pasado intemporal. Pueden involucrar ele-
mentos sobrenaturales y están más allá de las fronteras de la
lógica. Los mitos también pueden dar una explicación religiosa.
Estos tienen su propia cronología con los acontecimientos y no
pueden estar relacionados con las líneas temporales presentes.
También pueden ser cosas imaginarias.

Las leyendas sin embargo, son historias de personas reales


que han conseguido ser famosas por hacer algo valiente o ex-
traordinario; y es que podemos encontrar numerosas leyendas
acerca de temas de cierta importancia histórica. No es una ex-
plicación de algo ni una narración simbólica, ya que están ba-
sadas en un evento.

El mito cuenta una historia sagrada; relata un acontecimiento


que ha tenido lugar en el tiempo primordial, el tiempo fabuloso
de los “comienzos”. Dicho de otro modo: el mito cuenta cómo,
gracias a las hazañas de los Seres Sobrenaturales, una realidad
ha venido a la existencia, sea ésta la realidad total, el Cosmos, o
solamente un fragmento: una isla, una especie vegetal, un com-
portamiento humano, una institución. Es, pues, siempre el relato
de una “creación”: se narra cómo algo que ha sido producido, ha
comenzado a ser. El mito no habla de lo que ha sucedido real-
mente, de lo que se ha manifestado plenamente. Los personajes
de los mitos son Seres Sobrenaturales. Se les conoce sobre todo
por lo que han hecho en el tiempo prestigioso de los “comien-
zos”. Los mitos revelan, pues, la actividad creadora y desvelan la
sacralidad (o simplemente la “sobre-naturalidad”) de sus obras.
En suma, los mitos describen las diversas, y a veces dramáticas,
irrupciones de lo sagrado (o de lo “sobrenatural”) en el Mundo.
136
Es esta irrupción de lo sagrado la que fundamenta realmente el
Mundo y la que le hace tal como es hoy día. Más aún: el hombre
es lo que es hoy, un ser mortal, sexuado y cultural, a consecuen-
cia de las intervenciones de los seres sobrenaturales.

Debemos añadir que en las sociedades en que el mito está aún


vivo, los hombres distinguen cuidadosamente los mitos —“his-
torias verdaderas”— de las fábulas o cuentos, que llaman “his-
torias falsas”.

Por esta razón no se pueden contar indiferentemente los mi-


tos. En muchas sociedades no se recitan delante de las mujeres
o de los niños, es decir, de los no iniciados. Generalmente, los
viejos instructores comunican los mitos a los neófitos durante
su período de aislamiento, y esto forma parte de su iniciación.
Los mitos sagrados que no pueden ser conocidos de las muje-
res se refieren principalmente a la cosmogonía y, sobre todo, a
la institución de las ceremonias de iniciación. Mientras que las
“historias falsas” pueden contarse en cualquier momento y en
cualquier sitio, los mitos no deben recitarse más que durante un
lapso de tiempo sagrado. Esta costumbre se conserva incluso
en pueblos que han sobrepasado el estadio arcaico de cultura.

En cuanto a la estructura, todos estos mitos lo son de origen.


Nos revelan el origen de la condición actual del hombre, de
las plantas alimenticias y de los animales, de la muerte, de las
instituciones religiosas (iniciaciones de pubertad, sociedades
secretas, sacrificios cruentos, etc.) y de las reglas de conducta
y comportamientos humanos. Para todas estas lo “esencial” no
se decidió en la Creación del Mundo, sino después, en un de-
terminado momento de la época mítica. Se trata siempre de un
Tiempo mítico, pero ya no es el “primero”, ese que puede lla-
marse Tiempo “cosmogónico”. Lo “esencial” no es solidario de
la antología (cómo el Mundo —lo real— ha llegado a ser), sino
de una historia. Historia divina y humana a la vez, puesto que
es el resultado de un drama representado por los Antepasados
137
de los hombres y por Seres Sobrenaturales de otro tipo que los
Dioses creadores, todopoderosos e inmortales. Estos Seres di-
vinos son susceptibles de cambios, “mueren” y se transforman
en otra cosa, pero está “muerte” no es un aniquilamiento, no pe-
recen definitivamente, sino que sobreviven en sus creaciones.

Así su muerte no sólo ha modificado su modo de existencia,


sino también el de los humanos. El hombre se alimenta de Dios,
y al morir, se une a él en el reino de los muertos (El cielo o el
hades).

El Ser Supremo creador recupera su actividad religiosa en


ciertas culturas pastorales turco-mongoles y en el monoteísmo
cristiano, en la reforma de Zaratustra, en el Islam y en la religión
inca del Wiracocha. Recordamos sus nombres: Anu, de los me-
sopotámicos; El, de los cananeos; Dyaus, de los indios védicos;
Uranos, de los griegos; Wiracocha de los incas; y el Quetzalcóatl
de los mayas. Todos ellos Seres Supremos que desempeña un
papel importante en la vida religiosa de sus culturas, pero es-
tán mediocremente representados en la mitología e incluso en
algunos casos completamente ausentes; se da explicación a la
“pasividad” y la ociosidad de Uranos por la castración que lo
convierte en “impotente” e incapaz de intervenir en el Mundo.
En la India Védica, Varuna ocupa el lugar de Dyaus, pero a la
vez cede el paso a un Dios joven y guerrero, Indra, para borrar-
se definitivamente ante Visnú y Shiva. Dejan la primacía como
Anu a Marduk, o Wiracocha a Inti. Tanto Anu, Marduk. Jehová
y Wiracocha, no son dioses “creadores” en el sentido estricto
del término. No crean el Mundo; sólo lo organizan y asumen la
responsabilidad de mantener en él el orden y la fertilidad. Je-
hová, Anu y Wiracocha son creadores del mundo de aquí, del
Universo tal como existe hoy día. Otro “Mundo” —casi impen-
sable para nosotros por ser de naturaleza fluida, un Océano y
no un Cosmos— existía antes que el actual. Para los sumerios
era el Mundo dominado por Tiamat y su esposo, y en el que
habitaban tres generaciones de Dioses, para los hebreos era el
138
mundo donde vivía Jehová y los Elohim, para los incas era el
mundo donde vivían muchos dioses en el cual Wiracocha tenía
el poder supremo.

Hay mitos patéticos donde dioses jóvenes mueren asesinados


o por accidente (Osiris, Tammuz, Attis, Adonis, etc.) y a veces
resucitan, o de una Diosa que desciende a los Infiernos (Ishtar),
o una Joven divina (Perséfone) es obligada a descender al ha-
des.

Alrededor de estas muertes violentas, o del descenso de una


divinidad a los Infiernos, van a formarse más tarde las religio-
nes mistéricas y algunos ritos iniciáticos. Pero estas muertes,
aunque patéticas, han suscitado mitologías ricas y variadas, sus
muertes son significativa para la condición humana y forman
parte de ceremonias relacionadas con la vegetación (Osiris,
Tammuz, Perséfone, etc.) o instituciones iniciáticas (Misterios y
masonería) deben su origen a estos acontecimientos trágicos.

En un determinado momento de la Historia, especialmente en


Grecia, en la India, y en Egipto, una élite comienza a desintere-
sarse de esta historia divina y llega (como en Grecia) a no creer
ya en los mitos, a pesar de creer todavía en los dioses.

Bien con esta reflexión ya se puede tratar el tema materia del


presente.

LAS LEYENDAS MASÓNICAS.

El carácter compuesto de una ciencia especulativa y un arte


operativo, que la masonería asumió en la construcción del tem-
plo del rey Salomón, como consecuencia de la unión, en esa
época, de la Masonería Pura de los Noaquitas, con la Francma-
sonería Espuria de Tiro a través de los obreros, le ha proporcio-
nado dos tipos distintos de símbolos: el mítico o legendario y
el material; pero estos están tan bien unidos en objeto y diseño,
139
que es imposible apreciar lo uno sin una investigación del otro.

Los noaquitas son los descendientes de Noah (Noé), quienes


después del diluvio conservaron el verdadero nombre de Dios
y la adoración a él, en medio de una raza de idólatras. Los maso-
nes afirman ser sus descendientes, porque conservan esa reli-
gión pura que distinguía a este segundo padre de la raza huma-
na del resto del mundo. Los obreros tirios que participaron en
la construcción del templo de Salomón, eran los descendientes
140
de Cam hijo de Noé que se establecieron, en Shinar (Sumeria),
que practicaban el culto verdadero, pero repudiaron los princi-
pios de Noé. Sin embargo, los tirios, al igual que muchos otros
místicos antiguos, habían recuperado parte de la luz perdida,
y Hiram Abif el de la leyenda masónica era un tirio (Reyes 1,
de 7: 13 al 7: 22), que permitió la recuperación completa de la
luz perdida, mediante su unión en el trabajo, con los albañiles
judíos, que eran Noaquitas, descendientes de Sem hermano de
Cam, e hijo de Noé.

Así, nuestras leyendas masónicas dicen que el templo de Sa-


lomón, ha sido adoptado como un símbolo material del mundo,
mientras que la historia legendaria del destino de su construc-
tor, es una historia mítica. Símbolo del destino del hombre en el
mundo.

Para la masonería, lo que sea visible o tangible a los sentidos


en nuestros templos y emblemas, los implementos de masone-
ría operativa, los muebles y adornos de una logia, o la escalera
de siete escalones, es un símbolo material; Si bien todo lo que
deriva de la tradición de su existencia, y se presenta en for-
ma de alegoría o leyenda, es un símbolo mítico. Hiram Abif, el
Constructor, y todo lo que se refiere a la leyenda de su conexión
con el templo y su destino, como la ramita de acacia, la colina
cerca del Monte Moriah y la palabra perdida, deben conside-
rarse Como símbolos míticos o legendarios.

Esta división no es arbitraria, depende de la naturaleza de los


tipos y el aspecto en el que se presentan a nuestra vista.

La ramita de acacia, aunque es material, visible y tangible,


no debe, sin embargo, ser tratada como un símbolo material;
porque, como deriva todo su significado de su conexión íntima
con la leyenda de Hiram Abif, que es un símbolo mítico, no pue-
de, sin una interrupción violenta e imprudente, separarse de la
misma clase. Por la misma razón, la pequeña colina cerca del
141
Monte Moriah, la búsqueda de los doce compañeros del oficio
y todo el conjunto de circunstancias relacionadas con la pala-
bra perdida, deben considerarse simplemente como míticas o
legendarias, y no como símbolos materiales.

Estas leyendas de la masonería constituyen una parte muy


importante del ritual. Sin ellos, las partes más valiosas de la ma-
sonería como sistema científico dejarían de existir. De hecho, es
en las tradiciones y leyendas de la masonería, más incluso que
en sus símbolos materiales, que debemos encontrar la profunda
instrucción religiosa que la institución pretende inculcar. Debe
recordarse que la masonería ha sido definida como “un sistema
de moralidad, velado en alegoría e ilustrado por símbolos”. Los
símbolos, solos, no constituyen la totalidad del sistema, se com-
plementan con la alegoría, que oculta las verdades divinas de la
masonería. Eso es lo que se presenta al neófito en las diversas
leyendas que tradicionalmente se han conservado en la orden.

La estrecha conexión, en el diseño y el método de ejecución,


entre la masonería y los antiguos Misterios, que están imbuidos
del carácter mítico de las religiones antiguas, condujo sin duda,
a la introducción del mismo carácter mítico en el mundo. Eso es
el Sistema masónico.

De hecho, tan general fue la difusión del mito o leyenda entre


los sistemas filosóficos, históricos y religiosos de la antigüedad,
que toda la historia y la filosofía de los antiguos, procedían de
los mitos. La alegoría y la personificación fueron particularmen-
te agradables para el genio de la antigüedad; y la simplicidad
de la verdad se sacrificó continuamente en el santuario de la
decoración poética.

La palabra mito, una historia, en su acepción original, signi-


ficaba simplemente una declaración o narración de un evento,
sin ninguna implicación necesaria de verdad o falsedad; pero,
como se usa ahora la palabra, transmite la idea de una narrativa
142
personal de fecha remota, que, aunque no es necesariamente
falsa, está certificada solo por la evidencia interna de la tradi-
ción en sí.

Los mitos y los símbolos se derivaron, por un lado, de la condi-


ción indefensa y de los pobres y escasos comienzos del conoci-
miento religioso entre los pueblos antiguos, y por el otro, de los
benevolentes diseños de la Sacerdotes educados en el este, o
de origen oriental, para formarlos a un conocimiento más puro
y más elevado.

“En las sectas Órficas y Báquicas, en los Misterios de Eleusina


y Samotracia, fue atesorada la doctrina secreta de los antiguos
mitos teológicos y filosóficos, que una vez habían constituido el
patrimonio legendario primitivo de Grecia en manos del sacer-
docio original y en él, las personas que habían pasado por las
ceremonias preliminares de iniciación pudieron escuchar larga-
mente, aunque bajo estricta obligación de secreto, esta religión
antigua y la doctrina cosmogónica, que revelaban el destino del
hombre y la certeza de las recompensas y los castigos póstumos.
Todos desconectados de la corrupción de los poetas, así como
de los símbolos y alegorías bajo los cuales aún permanecían en-
terrados ante los ojos del vulgo”. Los misterios de Grecia se re-
montaban a las edades más tempranas, y representaban como
los únicos depositarios fieles de esa teología y física más pu-
ras que habían sido comunicadas originalmente, aunque bajo
el inconveniente inevitable de una expresión simbólica, por un
sacerdocio ilustrado, proveniente del extranjero, a los bárbaros
groseros del país.

Por entonces, la idea de la existencia de un pueblo iluminado,


que vivió en una época remota y vino del Este, fue una noción
muy prevaleciente entre las antiguas tradiciones. Así la pala-
bra hebrea, kedem significa, con respecto al lugar, el este y, con
respecto al tiempo, el tiempo antiguo, los días antiguos. La frase
en Isaías 19: 11, que dice: “Soy el hijo de los sabios, el hijo de los
143
antiguos reyes”, bien podría ser traducido como “el hijo de los
reyes de Oriente” y que “la gloria del Dios de Israel vino del ca-
mino del Este” como dice la Biblia en Ezequiel. En aquella época
todo el conocimiento, toda religión, y todas las artes y ciencias,
viajo siguiendo el curso del sol, ¡De Este a Oeste!

Los albañiles (masones) de entonces tenían una veneración


por el “Este”, confirmando una opinión previamente anunciada,
que el sistema religioso de la masonería vino desde el Este, y
hace referencia a la religión primitiva, cuya primera corrupción
fue la adoración al sol.

En este largo pero interesante asunto encontramos no solo un


relato filosófico del origen y diseño de los mitos antiguos, sino
una buena sinopsis de todo lo que se puede enseñar en relación
con la construcción simbólica de la masonería, como uno de los
depositarios de una mítica teología.

En los mitos de la Masonería, al principio las tradiciones


simples de la masonería pura del sistema antediluviano, fue
corrompido y mal entendido en la separación de las razas; se
purificaron nuevamente y se adaptaron a la inculcación de la
verdad. Los discípulos de la masonería espuria inicialmente se
corrompieron, y luego, en el desarrollo de ese sistema hasta lle-
gar al que ahora practicamos, se perfecciono. Y si aún queda
alguna levadura de error en la interpretación de nuestros mitos
masónicos, debemos tratar de desvincularlos de las corrupcio-
nes con las que han sido investidos por la ignorancia y la mala
interpretación. Debemos darles su verdadero significado, y ras-
trearlos hasta esas doctrinas antiguas y la fe de donde se deri-
varon las ideas que encarnan.

LAS CLASES DE MITOS MASONICOS.

Los mitos o leyendas que se presentan a nuestra atención en el


curso de un estudio completo del sistema simbólico de la maso-
144
nería pueden considerarse divididos en tres clases:

El mito histórico. El mito filosófico. La historia mítica.

Y estas tres clases pueden definirse como sigue:

1. El mito puede involucrarse en la transmisión de una narra-


ción de hechos y hechos tempranos, teniendo un fundamento
en la verdad, cuya verdad, sin embargo, ha sido distorsionada
y pervertida en gran medida por la omisión o introducción de
circunstancias y personajes, y luego constituye El mito histórico.
2. O puede haber sido inventado y adoptado como el medio
para enunciar un pensamiento particular, o de inculcar cierta
doctrina, cuando se convierte en un mito filosófico.
3. O, por último, los elementos veraces de la historia real pue-
den predominar en gran medida sobre los materiales ficticios
e inventados del mito, y la narrativa puede estar, en general,
compuesta de hechos, con un ligero colorido de la imaginación,
cuando se forma. Una historia mítica.

Los mitos masónicos participan, en su carácter general, de la


naturaleza de los mitos que constituyeron el fundamento de las
religiones antiguas. “Su fuente se encuentra, en su mayor parte,
en la tradición oral”, y que lo real y lo ideal, es decir, los hechos
de la historia y los inventos de la imaginación, concurridos, por
su unión y fusión recíproca, en la producción del mito.

Esos son los principios que gobiernan la construcción de los


mitos o leyendas masónicas. Estos, también, deben su existen-
cia por completo a la tradición oral, y están conformados, como
acabo de observar, de una debida mezcla de lo real y lo ideal,
lo verdadero y lo falso, los hechos de la historia y los inventos
de alegoría.

“La primera serie de hechos históricos, después de la caída del


hombre, necesariamente debe haber sido tradicional, y transmi-
145
tida de padre a hijo por comunicación oral”. El mismo sistema,
adoptado en todos los Misterios, ha sido continuado en la ins-
titución masónica; y todas las instrucciones esotéricas conteni-
das en las leyendas de la masonería están prohibidas de ser
escritas, y solo pueden ser comunicadas en el intercambio oral
entre masones.

Debe ser evidente, de todo lo que se ha dicho respetando


la analogía en origen y diseño entre los mitos masónicos y los
antiguos mitos religiosos, que nadie que conozca la verdade-
ra ciencia de este tema puede, por un momento, sostener que
todas las leyendas y Las tradiciones del orden son, hasta la
misma letra, hechos históricos. Todo lo que se puede reclamar
para ellos es que, en algunos, simplemente hay un sustrato de
la historia, el edificio construido sobre esta base es puramente
inventivo, para servirnos como un medio para inculcar alguna
verdad religiosa; en otros, nada más que una idea a la que la
leyenda o mito está en deuda por su existencia y de la cual es,
como símbolo, el exponente; y en otros, una vez más, una gran
cantidad de narraciones verdaderas, más o menos mezcladas
con la ficción, pero predominando la histórica.

Así, hay una leyenda, contenida en algunos de nuestros re-


gistros anteriores (Manuscrito Regius, Manuscrito Dowland, Ma-
nuscrito Cooke, otros), que afirma que Euclides era un masón
distinguido, y que introdujo la masonería entre los egipcios.
Ahora bien, no es en absoluto necesario para la ortodoxia de
un credo de masón que él literalmente crea que Euclides, el
gran geométrico, era realmente un masón, y que los antiguos
egipcios estaban en deuda con él por el establecimiento de la
institución entre ellos. De hecho, el anacronismo palpable en
la leyenda que hace a Euclides el contemporáneo de Abra-
ham prohíbe necesariamente cualquier creencia de este tipo,
y muestra que toda la historia es un puro invento. El masón in-
teligente, sin embargo, no rechazará totalmente la leyenda, por
ridículo o absurdo; pero, con el debido sentido de la naturaleza
146
y el diseño de nuestro sistema de simbolismo, más bien lo acep-
tará como lo que, en la clasificación establecida en una página
anterior, se llamaría “un mito filosófico”, un ingenioso método
de transporte, Simbólicamente, una verdad masónica.

Euclides se usa aquí muy apropiadamente como un tipo de


geometría, de cuya ciencia era un maestro tan eminente, y el
mito o leyenda simboliza entonces el hecho de que había en
Egipto una conexión estrecha entre esa ciencia y el gran siste-
ma moral y religioso, que se encontraba entre los egipcios, así
como en otras naciones antiguas, en lo que es la masonería en
la actualidad: una institución secreta, establecida para inculcar
los mismos principios e inculcarlos de la misma manera simbó-
lica. Así interpretada, esta leyenda corresponde a todos los de-
sarrollos de la historia egipcia, que nos enseñan qué tan cerca
existía la conexión en ese país entre los sistemas religiosos y
científicos.

Se encontrará otra ilustración en el mito o leyenda de las es-


caleras sinuosas, según la cual se dice que los compañeros su-
bieron a la cámara intermedia para recibir su salario. Ahora,
este mito, tomado en su sentido literal, es, en todas sus partes,
opuesto a la historia y la probabilidad. Como mito, encuentra
su origen en el hecho de que había un lugar en el templo lla-
mado la “Cámara Media”, y que había “escaleras sinuosas” por
las cuales fue alcanzado; porque leemos, en el Primer Libro de
los Reyes (1 Reyes 6: 8.), que “subieron con escaleras sinuosas a
la cámara intermedia”. Pero no tenemos evidencia histórica de
que las escaleras fueran de la construcción, o que la cámara fue-
ra utilizada para ese propósito, indicado en la narrativa mítica,
como se establece en el ritual del segundo grado. Toda la leyen-
da es, de hecho, un mito histórico, en el que el número místico
de los pasos, el proceso de pasar a la cámara y los salarios que
allí se reciben, son invenciones agregadas a la historia funda-
mental contenida en el capítulo sexto de los reyes, para inculcar
importantes instrucciones simbólicas relativas a los principios
147
del orden. Estas lecciones podrían, en verdad, haber sido incul-
cadas en una forma seca y didáctica; pero el método alegórico
y mítico adoptado tiende a causar una impresión más fuerte y
profunda en la mente y, al mismo tiempo, sirve más para conec-
tar la institución de la Masonería con el antiguo templo.

Nuevamente: el mito que remonta el origen de la institución


de la Francmasonería hasta el comienzo del mundo, haciendo
que su comienzo sea conjunto con la creación, un mito que, in-
cluso en la actualidad, es interpretado ignorantemente por al-
gunos como un hecho histórico, y la referencia a la que aún se
conserva en la fecha de “anno lucis”, que se adjunta a todos los
documentos masónicos, no es más que un mito filosófico que
simboliza la idea que conecta analógicamente la creación de
luz física en el universo con la Nacimiento de la luz masónica o
espiritual e intelectual en el candidato.

En las leyendas del Maestro y del Arco Real se mezclan el mito


histórico y la historia mítica, por lo que a menudo se requiere
un juicio profundo para discriminar estos elementos diferentes.
Como, por ejemplo, la leyenda del tercer grado es, en algunos
de sus detalles, indudablemente mítica, en otros, como induda-
blemente histórica. La dificultad, sin embargo, de separar una
de la otra, y de distinguir el hecho de la ficción, ha producido
necesariamente una diferencia de opinión sobre el tema entre
los escritores masónicos. Hutchinson y Oliver, piensan que toda
la leyenda es una alegoría o un mito filosófico. Anderson y los
escritores anteriores, que es una historia mítica. En el grado del
Arco Real, la leyenda de la reconstrucción del templo es cla-
ramente histórica; pero hay tantas circunstancias que lo acom-
pañan, que no están certificadas, excepto por la tradición oral,
que dan a toda la narración la apariencia de una historia mítica.
La leyenda particular de Los tres peregrinos cansados son, sin
duda, un mito, y tal vez meramente filosófico, o la enunciación
de una idea, a saber, la recompensa de la perseverancia exito-
sa, a través de todos los peligros, en la búsqueda de la verdad
148
divina.

“Formar símbolos e interpretar símbolos”, fue la principal ocu-


pación del antiguo sacerdocio. El estudioso Mason, la misma ta-
rea de interpretación lo desarrolla. El que desea apreciar apro-
piadamente la profunda sabiduría de la institución de la que es
discípulo, no debe contentarse, con poca credulidad, de acep-
tar todas las tradiciones que se le imparten como verdaderas
historias; ni tampoco, con incredulidad no filosófica, rechazarlos
en masa, como inventos fabulosos.

En estos extremos hay error igual. “El mito”, es la represen-


tación de una idea, Es por esa idea que el alumno debe buscar
en los mitos de la Masonería. Debajo de cada uno de ellos hay
algo más rico y más espiritual que la mera narración. Esta esen-
cia espiritual debe aprender a extraerla del mineral en el que,
como un metal precioso, se encuentra incrustado. Esto es lo que
constituye el verdadero valor de la masonería. Sin sus símbo-
los, y sus mitos o leyendas, y las ideas y concepciones que se
encuentran en el fondo de ellos, el tiempo, el trabajo y el gasto
incurrido para perpetuar la institución se tirarían a la basura.
Sin ellos, sería un espectáculo vano y vacío, y sus empuñaduras
y signos no valdrían nada, excepto para fines sociales, como
meros medios de reconocimiento.

Su verdadero valor, como ciencia iniciática, consiste en su sim-


bolismo, en las grandes lecciones de la verdad divina que ense-
ña y en la admirable manera en que lleva a cabo esa enseñanza.
Por lo tanto, todos los que deseen ser Masón, no deben suponer
que la tarea se realiza mediante un conocimiento perfecto de
la mera fraseología del ritual, o por una disposición para abrir
y cerrar una logia, ni por una capacidad fuera de control para
conferir grados. Todos estos son buenos en su lugar, pero sin el
significado interno no son más que simples juegos de niños.

Se debe estudiar los mitos, las tradiciones y los símbolos de la


149
orden, y aprender su verdadera interpretación, eso constituye
la ciencia y la filosofía, el fin, el objetivo y el diseño de la Maso-
nería Especulativa. Por lo tanto, quien desee ser un Masón, no
debe suponer que la tarea se realiza mediante un conocimiento
perfecto de la mera fraseología del ritual.

LA SIMBOLOGIA DEL TEMPLO DE SALOMON.

El arte operativo está simbolizado en la ciencia especulativa.


Si tenemos en cuenta que la masonería especulativa se origina
en la construcción del templo del rey Salomón por artesanos
judíos y tirios, el primer hecho importante que llama la atención
es que los albañiles operativos en Jerusalén se dedicaron a la
construcción de un templo terrenal y material, para dedicarse
al servicio y a la adoración de Dios, una casa en la que Jehová
debía vivir visiblemente por su Shekinah, y de donde él, por el
Urim y Tumim, enviaría sus oráculos para el gobierno y la direc-
ción de su pueblo elegido.

150
Ahora, el arte operativo habiendo cesado, para nosotros, como
masones especulativos, simbolizamos las labores de nuestros
predecesores al comprometernos en la construcción de un tem-
plo espiritual en nuestros corazones, puros y sin mancha, aptos
para la morada de Aquel que es el autor de la pureza, donde
Dios debe ser adorado en espíritu y en verdad, y de donde todo
pensamiento malvado y pasión ingobernable debe ser deste-
rrada, ya que el pecador y el gentil fueron excluidos del santua-
rio del templo judío.

La idea de hacer del templo un símbolo del cuerpo, no es ex-


clusivamente masónica; pero el modo de tratar el simbolismo
mediante una referencia al templo particular de Salomón, y al
arte operativo dedicado a su construcción, es peculiar de la ma-
sonería. Esto es lo que lo aísla de todas las otras asociaciones
similares. Teniendo muchas cosas en común con las socieda-
des secretas y los misterios religiosos de la antigüedad, en este
“simbolismo del templo” difiere de todos ellos.

LA FORMA DE UNA LOGIA.

La forma de una logia masónica se dice que es un paralelo-


gramo, o un cuadrado oblongo; su mayor longitud es de este
a oeste, su anchura de norte a sur. Un cuadrado, un círculo, un
triángulo, o cualquier otra forma que no sea la de un cuadrado
oblongo, sería incorrecto y no masónico, porque tal figura no
sería una expresión de la idea simbólica que se pretende trans-
mitir.

Ahora, como el mundo es un globo terráqueo, o, para hablar


con mayor precisión, un esferoide ovalado, el intento de hacer
un cuadrado oblongo de su símbolo parece, a primera vista, pre-
sentar dificultades insuperables. Pero el sistema de simbolismo
masónico ha resistido la prueba de una experiencia demasiado
larga como para encontrarla fácilmente en falta; y por lo tanto,
este mismo símbolo proporciona una evidencia sorprendente
151
de la antigüedad de la orden. En la era salomónica, la era de
la construcción del templo en Jerusalén, el mundo, como debe
recordarse, se suponía que tenía esa forma muy alargada, que
aquí se ha simbolizado. Una logia masónica es, por lo tanto, un
símbolo del mundo.

Este símbolo es a veces, por una figura muy común del habla,
extendido, en su aplicación, y el mundo y el universo se hacen
sinónimos, cuando la logia se convierte, por supuesto, en un
símbolo del universo. Pero en este caso, la definición del símbo-
lo se extiende, y a las ideas de largo y ancho se agregan las de
altura y profundidad, y se dice que la logia asume la forma de
un cubo doble. Los contenidos sólidos de la tierra debajo y la
expansión de los cielos arriba darán los contornos del cubo, y
todo el universo creado se incluirá dentro de los límites simbó-
licos de la logia de un albañil.

Al recordar siempre que la logia es el símbolo, en su forma


y extensión, del mundo, estamos capacitados, rápida y racio-
nalmente, para explicar muchos otros símbolos, vinculados
principalmente al primer grado; y estamos capacitados para
compaginarlos y compararlos con símbolos similares de otras
instituciones afines de la antigüedad, ya que debe observarse
que este simbolismo del mundo, representado por un lugar de
iniciación, estaba muy extendido por todos los ritos y misterios
antiguos.

LA LEYENDA DEL TERCER GRADO.

El más importante de los símbolos legendarios de la masone-


ría es, sin duda, lo que se relaciona con el destino de Hiram Abif,
comúnmente llamado, la Leyenda del Tercer Grado.

El primer registro escrito que he podido encontrar de esta le-


yenda se encuentra en la segunda edición de las Constituciones
de Anderson, publicada en 1738.
152
“Fue (el templo) terminado en el corto espacio de siete años y
seis meses, para asombro de todo el mundo; cuando la capa de
piedra fue celebrada por la fraternidad con gran alegría. Pero su
alegría pronto fue interrumpida por la repentina muerte de su
querido maestro, Hiram Abif”

En la siguiente edición de la misma obra, publicada en 1756,


se relacionan algunas circunstancias adicionales, como la parti-
cipación del rey Salomón en el dolor general y el hecho de que
el rey de Israel “ordenó que sus sucesos se realizaran con gran
solemnidad. y la decencia”. Con estas excepciones, y las citas de
los mismos pasajes, hechas por autores posteriores, la narrativa
153
siempre ha permanecido sin escribir, y descendió, de edad en
edad, a través de la tradición oral.

La leyenda cobró tanta importancia que se ha conservado en


el simbolismo de todos los ritos masónicos. No importa qué mo-
dificaciones o alteraciones haya sufrido el sistema general, no
importa cuánto el ingenio o la imaginación de los fundadores
de los ritos hayan pervertido o corrompido otros símbolos, abo-
liendo los antiguos y sustituyendo los nuevos, la leyenda de El
Constructor de Templos nunca fue tocado, para presentarse en
toda la integridad de su antigua forma mítica.

¿Qué interpretación podemos darle para explicar su adop-


ción universal? ¿Cómo es posible que se haya entretejido tan
íntimamente con la masonería como para hacer, a todas las apa-
riencias, una parte de su propia esencia, y que siempre se haya
considerado inseparable de ella?

Para responder es necesario rastrear, el origen remoto de la


institución de la masonería y su conexión con los antiguos siste-
mas de iniciación.

Era, el gran objeto de todos los ritos y misterios que consti-


tuían la “masonería espuria” de la antigüedad para enseñar la
doctrina consoladora de la inmortalidad del alma. Este dogma,
que brilla como una luz de baliza casi solitaria en la penumbra
circundante de la oscuridad pagana, sin duda ha sido recibido
de ese antiguo pueblo o sacerdocio lo que se ha llamado el sis-
tema de la “masonería pura”, y entre quienes probablemente
solo existió en la forma de una proposición abstracta o una tra-
dición simple y sin adornos. Pero en las mentes más sensuales
de los filósofos y místicos paganos, la idea, cuando se presen-
taba a los iniciados en sus Misterios, siempre se transmitía en
forma de una representación escénica. La influencia, también,
de la temprana adoración del sol y los cuerpos celestes, en la
cual se adoraba el orbe solar, en su resurrección, cada mañana,
154
desde la muerte aparente de su puesta de sol, hizo que este
sol naciente fuera adoptado en el Misterios más antiguos como
símbolo de la regeneración del alma.

Así, en los misterios egipcios encontramos una representación


de la muerte y posterior regeneración de Osiris; en el médico
de Adonis; en el sirio, de Dionisio; en todo lo cual el aparato es-
cénico de iniciación estaba destinado a adoctrinar al candidato
en el dogma de una vida futura.

Será suficiente aquí para referirse simplemente al hecho de


que a través de la instrumentalidad de los obreros tirios en el
templo del rey Salomón, las ramas espurias y puras del siste-
ma masónico se unieron en Jerusalén, y que el mismo método
de representación escénica era adoptado por el último del an-
terior, y la narrativa del constructor del templo sustituyó al de
Dionisio, que era el mito peculiar de los misterios practicados
por los obreros tirios.

La idea, por lo tanto, propuesta para ser comunicada en el


mito de los Misterios antiguos era la misma que la que ahora se
transmite en la leyenda masónica del Tercer Grado. Entonces,
Hiram Abif es, en el sistema masónico, el símbolo de la natura-
leza humana, tal como se desarrolla en la vida aquí y en la vida
venidera; y así, mientras que el templo era, como hasta ahora he
mostrado, el símbolo visible del mundo, su constructor se con-
virtió en el símbolo mítico del hombre, habitante y trabajador
de ese mundo.

El hombre, que se embarca en el viaje de la vida, con faculta-


des y poderes adecuados para el debido ejercicio de los altos
deberes a los que ha sido llamado, sostiene, si es “un obrero cu-
rioso y astuto”, hábil en toda moral y propósitos intelectuales (y
es solo de tales hombres que el constructor del templo puede
ser el símbolo), dentro del alcance de su logro, el conocimiento
de toda la verdad divina que le fue impartida como la reliquia
155
de su raza, esa raza a la cual se le ha concedido mirar, con rostro
exaltado, en lo alto; cuya verdad divina está simbolizada por la
“Palabra”.

Así, provisto de la palabra de vida, ocupa su tiempo en la cons-


trucción de un templo espiritual, y avanza en el cumplimiento
fiel de todos sus deberes, colocando sus diseños en el tablero
del futuro e invocando la asistencia y la dirección de Dios.

Pero, ¿está su camino siempre sobre las flores y por las arbole-
das agradables? ¿No hay ningún enemigo oculto que obstruya
su progreso? ¿Está todo ante él claro y tranquilo, con sol alegre
y refrescante?

“El hombre nace al problema, mientras las chispas vuelan hacia


arriba”. En cada “puerta de la vida”, como los orientalistas han
llamado bellamente las diferentes edades, está acosado por el
peligro. Las tentaciones seducen su juventud, las desgracias os-
curecen el camino de su virilidad y su vejez se ve afectada por
la enfermedad. Pero vestido con la armadura de la virtud, pue-
de resistir la tentación; puede dejar de lado las desgracias, y
elevarse triunfalmente sobre ellas; pero hasta el último, el ene-
migo más cruel e inexorable de su raza, debe ceder finalmente;
y abatido por la muerte, se hunde postrado en la tumba, De su
pecado y fragilidad humana.

En la Masonería y en los antiguos Misterios, se ha impartido


la amarga pero necesaria lección de la muerte. El alma viviente,
con el cuerpo sin vida que lo envolvió, ha desaparecido y no se
puede encontrar en ninguna parte. Todo es oscuridad, confu-
sión, desesperación. Verdad divina -la Palabra- por un tiempo
se pierde, y el Maestro Masón ahora puede decir, “Preparo mi
sepulcro. Hago mi tumba en la contaminación de la tierra. Estoy
bajo la sombra de la muerte”.

Pero si el simbolismo mítico termina aquí, con esta lección de


156
la muerte, entonces la lección esta incompleta. Esa enseñanza
sería vana e inactiva; más aún, sería corrupta y perniciosa, lo
que debería ser mucho menos que el instinto consciente e in-
nato de otra existencia. Y por lo tanto, las partes sucesivas de
la leyenda pretenden transmitir el simbolismo sublime de una
resurrección de la tumba y un nuevo nacimiento a una vida fu-
tura. El descubrimiento del cuerpo, que, en las iniciaciones de
los antiguos Misterios, se llamó euresis, y su traslado, desde la
tumba contaminada en la que había sido arrojado, a un lugar
honrado y sagrado dentro de los recintos del templo, es profun-
da y bellamente simbólica de esa gran verdad, cuyo descubri-
miento fue el objeto de todos los antiguos Iniciaciones, como es
casi todo el diseño de la masonería.

Cuando el hombre haya pasado las puertas de la vida y haya


cedido al inexorable fiat de la muerte, lo hará entonces (no en
el ritual ilustrado de una logia terrenal, sino en las realidades de
ese eterno, de las cuales el primero no es más que un anticipo,
desde el tiempo hasta la eternidad; de la tumba de la corrup-
ción a las cámaras de la esperanza; de la oscuridad de la muerte
a los rayos celestes de la vida;

157
Tal concepción es la verdadera interpretación del simbolis-
mo de la leyenda del Tercer Grado. “Morir para Renacer” a una
nueva vida, libre de las ataduras de la vida pasada. Sin embargo
este mito, leyenda o misterio es de tal antigüedad que los sume-
rios ya lo mencionan en el poema “El Árbol Huluppu”, donde se
dice que Enki fue al inframundo y retorno, sin mayores detalles,
pero es maravillosamente descrito en “El descenso de Inanna al
Inframundo”, donde Inanna voluntariamente viaja al inframundo
para morir y luego resucitar, para retornar al mundo más sabia
y con mayores poderes.

En masonería, la historia mítica del constructor de templos es


universal en todas las naciones y todos los ritos, y que en ningún
lugar ni en ningún momento la tuvo, por alteración, disminución
o adición, el mito Siempre ha permanecido igual.

Pero no siempre es así con su interpretación. Se han hecho


otras interpretaciones, muy diferentes en su carácter, aunque
siempre están de acuerdo en retener la idea general de una re-
surrección o regeneración, o una restauración de algo de una
esfera o función inferior a una superior.

Es cierto que abarca dentro de su esquema las grandes verda-


des del cristianismo sobre el tema de la inmortalidad del alma y
la resurrección del cuerpo; pero esto debía presumirse, porque
la masonería es verdad, y el cristianismo es verdad, y toda ver-
dad debe ser idéntica. Pero el origen de cada uno es diferente;
Sus historias son distintas. La institución de la masonería pre-
cedió el advenimiento del cristianismo. Sus símbolos y sus le-
yendas se derivan del templo de Salomón, y de la gente incluso
anterior a eso. Su religión proviene del antiguo sacerdocio. Su fe
fue la primitiva de Noé y sus descendientes inmediatos.

Si la masonería fuera simplemente una institución cristiana, el


judío y el musulmán, el brahmín y el budista, no podrían parti-
cipar conscientemente de su iluminación; Pero su universalidad
158
es innegable. Cada uno en su idioma y en su fe, los ciudada-
nos de cada nación pueden conversar libremente en sus logias;
en sus altares o aras pueden arrodillarse hombres de todas las
religiones; a su credo los discípulos de distintas formas de fe,
pueden suscribirse.

Sin embargo, no se puede negar que, desde el advenimiento


del cristianismo, un elemento cristiano ha sido casi impercepti-
blemente infundido en el sistema masónico, al menos entre los
masones de occidente. Esto ha sido una necesidad; ya que es
la tendencia de cada religión predominante a penetrar con sus
influencias todo lo que la rodea, o se trata de ella, ya sea reli-
giosa, política o social. Para el hombre profundamente imbuido
del espíritu de su religión, existe un deseo casi inconsciente de
acomodar y adaptar todos los negocios y las diversiones de la
vida, las labores y los empleos de su existencia cotidiana, a la fe
que reside en su alma.

El masón occidental cristiano, por lo tanto, al reconocer y apre-


ciar con justicia las grandes doctrinas que se enseñan en la ma-
sonería, y al mismo tiempo que está agradecido de que estas
doctrinas fueron preservadas en el seno de su orden antigua en
un momento en que eran desconocidas para las multitudes de
las naciones circundantes, sigue siendo motivo para darle un
carácter cristiano en cierta medida, con las peculiaridades de
su propio credo, y llevar la interpretación de su simbolismo más
cerca de sus propios sentimientos religiosos.

El sentimiento es instintivo, perteneciendo a las más nobles as-


piraciones de nuestra naturaleza humana; y, por lo tanto, encon-
tramos escritores masónicos cristianos que se entregan casi en
un exceso injustificable, y por el alcance de sus interpretacio-
nes sectarias que afectan materialmente el carácter cosmopo-
lita de la institución. Esta tendencia a la cristianización ha sido,
en algunos casos, tan universal, y ha prevalecido durante tanto
tiempo, que ciertos símbolos y mitos han sido, de esta manera,
159
tan profundamente y completamente imbuidos con el elemento
cristiano como para dejar a los que no tienen.

Como una ilustración de la idea, de una interpretación gra-


dualmente cristianizada de un símbolo masónico, me referiré al
mito subordinado (subordinado, quiero decir, a la gran leyenda
del Constructor), que relata las circunstancias relacionadas con
la tumba sobre “la ceja de una pequeña colina cerca del Monte
Moriah” un elemento eminentemente cristiano.

El mito o leyenda de una tumba es una deducción legítima del


simbolismo de la antigua Masonería Espuria. Es el análogo de
los Pastos, el Sofá o el Ataúd, que se encontraba en el ritual de
todos los Misterios paganos. En todas estas iniciaciones, el as-
pirante fue colocado en una celda o en un sofá, en la oscuridad,
y durante un período que varió, en los diferentes ritos, desde
los tres días de los Misterios Griegos hasta los cincuenta de los
Persas. Esta celda o sofá, técnicamente llamado “pastos”, fue
adoptada como un símbolo del ser cuya muerte y resurrección
o apoteosis, estaba representada en la leyenda.

Esta ceremonia ritual, fue sin duda la misma que el descenso


al hades de Enki, Inanna, Osiris y otros, que cuando el aspirante
entra en la celda mística, y se le ordenó acostarse en la cama
que daba sombra a la tumba del Gran Padre o Noah (Noé), a
quien, se recordará, en todos los ritos antiguos. “Mientras está
tendido en el sofá sagrado, en imitación de su prototipo figurativo
fallecido, se dijo que estaba envuelto en el sueño profundo de la
muerte. Su resurrección de la cama fue su restauración a la vida o
su regeneración en un nuevo mundo”.

Ahora, es fácil ver con qué facilidad los simpatizantes del


Templo tomarían semejante simbolismo y se apropiarían de
inmediato de la tumba en la cima de la colina. Al principio, la
interpretación, como aquella de la que se derivó, sería cosmo-
polita; Se ajustaría exactamente a los dogmas generales de la
160
resurrección del cuerpo y la inmortalidad del alma.

Con el advenimiento del cristianismo, el espíritu de la nue-


va religión se infundió en el antiguo sistema masónico, todo el
simbolismo de la tumba se vio afectado por él. La misma inter-
pretación de una resurrección o restauración a la vida, deriva-
da de los antiguos “pastos”, fue en verdad preservada. Pero los
hechos que Cristo había venido a promulgar a las multitudes, el
mismo dogma consolador del Monte Calvario, “el lugar de un
cráneo”, era el lugar donde el Redentor, con su propia muerte
y resurrección, había testificado la verdad de La doctrina, a la
vez sugirió a los viejos masones cristianos la idea de cristiani-
zar el símbolo antiguo. Sin embargo es menester recordar que
Abraham el primer hebreo con el que Jehová hizo un pacto y los
eligió como su pueblo, era un hombre nacido en Ur, una ciudad
sumeria, lugar donde se asentaros los primeros noaquitas que
construyeron la torre de Babel y luego se diseminaron por el
mundo. Por ello la cristianización de los viejos masones, no era
otra cosa que el retorno a la antigua verdadera fe, cuyos mitos y
tradiciones más antiguos forman parte del Antiguo Testamento
o Biblia Hebrea (Tanaj).

El Monte Calvario siempre ha conservado un lugar impor-


tante en la historia legendaria de la masonería, y hay muchas
tradiciones relacionadas con él que son muy interesantes en su
importancia. Una de estas tradiciones es que fue el lugar de en-
tierro de Adán, en la orden, dice la vieja leyenda, que donde
yacía, quien efectuó la ruina de la humanidad, también podría
sufrir, morir y ser salvado el Salvador del mundo enterrado.

“Debajo del Monte del Calvario hay otra capilla de nuestra San-
tísima Señora y San Juan Evangelista, que se llamaba Gólgota; y
allí, justo debajo de la mortaja de la Cruz, fue encontrado el jefe
de nuestro antepasado, Adán”. Gólgota, significa, en hebreo, “el
lugar de un cráneo”; y puede haber alguna conexión entre esta
tradición y el nombre de Gólgota, según la cual los evangelistas
161
informan, que en la época de Cristo el Calvario era conocido
como Calvario o Calvaria.

Otra tradición afirma que fue en las entrañas del Monte Calva-
rio que Enoc erigió su bóveda de nueve arcos, y depositó en la
piedra fundamental de la Masonería ese Nombre Inefable, cuya
investigación, como símbolo de la verdad divina, es el gran ob-
jeto de Albañilería especulativa. La tradición detalla el poste-
rior descubrimiento del depósito de Enoc por parte del rey Sa-
lomón, mientras realizaba excavaciones en el Monte Calvario,
durante la construcción del templo.

En este lugar sagrado fue Cristo Redentor asesinado y ente-


rrado. Fue allí donde, al salir el tercer día de su sepulcro, dio,
mediante ese acto, la evidencia demostrativa de la resurrección
del cuerpo y la inmortalidad del alma. Y fue en este lugar don-
de se enseñó la misma gran lección en la Masonería, la misma
verdad sublime, cuyo desarrollo evidentemente constituye el
diseño del Tercer grado o Maestro Mason
162
Hay en estas analogías una belleza sublime, así como una ma-
ravillosa coincidencia entre los dos sistemas de masonería y
cristianismo, que deben, en un período temprano, haber atraído
la atención de los masones cristianos. El Monte Calvario está
consagrado al cristiano como el lugar donde su Señor crucifi-
cado dio la última gran prueba de la segunda vida y estableció
plenamente la doctrina de la resurrección que había venido a
enseñar. Fue el sepulcro de él, “Quien cautivo guio la cautividad,
robó la tumba de la victoria y quitó el aguijón de la muerte”.

Estas verdades del cristianismo primitivo, constituyen la esen-


cia misma del cristianismo, en el cual difiere y sobresale de
todos los sistemas religiosos que lo precedieron; constituyen,
también, el fin, el objetivo y el objeto de toda la masonería, pero
más especialmente la del tercer grado, cuya peculiar leyenda,
simbólicamente considera, enseña nada más y nada menos que
hay una parte inmortal y mejor dentro de nosotros, que como
emanación de ese espíritu divino que impregna toda la natura-
leza, nunca puede morir.

La identificación del lugar en el que se promulgó esta verdad


divina en ambos sistemas, el cristiano y el masónico, proporcio-
na una ilustración admirable de la disposición con que el espí-
ritu religioso del primero puede infundirse en el simbolismo
del segundo. Y, por lo tanto, la masonería, ha llamado al grado
de Maestro Masón, un grado cristiano, y así cristianiza todo el
simbolismo de su historia mítica.

El Gran Padre de todos, que se compadece de las miserias del


mundo, envió a su único Hijo, que era la inocencia misma, para
enseñar la doctrina de la salvación, por la cual el hombre fue
resucitado de la muerte del pecado a la vida de justicia, de la
tumba de la corrupción hacia la cámara de la esperanza, desde
la oscuridad de la desesperación hasta los rayos celestes de la
fe, y no trabajamos solo para nosotros en esta redención; hace-
mos con nosotros el pacto de regeneración, para convertimos
163
en los hijos de la Divinidad, y herederos de los reinos del cielo.

Nosotros, los masones, al ver el estado deplorable de la re-


ligión según la ley judía, hablamos de la Acacia, que tejía sus
ramas sobre sus monumentos; akakia es la palabra griega para
decir inocencia o estar libre de pecado, lo que implica que los
pecados y las corrupciones de la antigua ley, que los devotos del
altar judío, habían ocultado la religión a quienes la buscaban, y
solo se podía encontrar, donde sobrevivió la inocencia bajo la
bandera del Cordero Divino. Y en lo que respecta a nosotros,
profesando seríamos distinguidos por la Acacia, en nuestras
creencias religiosas.

Así, el Maestro Masón representa a un hombre, bajo la doctrina


cristiana, salvado de la tumba de la iniquidad y elevado a la fe
de la salvación. De esta manera, la masonería, por una especie
de proceso inevitable cuando observamos el sentimiento reli-
gioso de los intérpretes, ha sido cristianizada por algunos de
los escritores más ilustres y eruditos de la ciencia masónica, por
164
hombres libres y hábiles de sana moral.

Pero la interpretación masónica universal antigua de la leyen-


da, para todos los países y todas las edades, sin duda fue, que
el destino del constructor de templos es figurativo de la pere-
grinación del hombre en la tierra, a través de pruebas y tenta-
ciones, a través del pecado y la tristeza, hasta su eventual caída
bajo el golpe de la muerte y su resurrección final y gloriosa a
otra y una vida eterna.

REFLEXION FINAL

Los antiguos misterios, tienen conexión por los símbolos, mi-


tos y leyendas, que permiten transmitir enseñanzas conservan-
do la riqueza del acervo heredado pero son susceptibles de ser
enriquecidas, como ha sucedido históricamente y hoy debe ser
una obligación masónica, la práctica de la libre especulación.
Seguir haciéndolo, es nuestro legado a futuras generaciones. El
masón consiente de su herencia del acervo iniciático, no puede
detenerse, pero tampoco debe jamás alejarse del mito primi-
genio, del símbolo y la leyenda; debe encontrar el camino para
que estos se adapten al mundo actual, debe retomar la antigua
practica sabia de equilibrar el mito y la ciencia, la leyenda y
la verdad, lo humano y lo divino, lo esotérico y lo exotérico. Lo
que se puede comunicar y lo que aún no se debe comunicar,
lo que se debe mantener velado y lo que se debe develar; por-
que lo contrario es condenarlos a morir dentro de la masone-
ría, que vive a través de ellos, realizando su tarea benefactora
en la humanidad, haciéndonos mejores hombres, que buscan
la libertad, igualdad y fraternidad, entre todos los hombres, sin
importar la raza ni credo religioso. Ahora permítame hermano,
formularle una pregunta. ¿Vos sois un verdadero masón?

La respuesta guárdela en su templo interior, y siga labrando


vuestra piedra bruta, porque a cada golpe que da el mazo, el
cincel dará la forma deseada.
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A:.L:.G:.D:.G:A:.D:.U:.
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