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TEOLOGÍA

FUNDAMENTAL
CICLO II, 2023
Profesor: David Jacob Romero García
Historia de la Teología Fundamental
La TF inicia en el s. XVIII, aunque se funda como disciplina hasta el s. XIX con el
título de Apologética con el tratado Loci Teologici en cuanto un análisis de la fe
(Analysis fidei) y en respuesta a las controversias teológicas con el luteranismo y el
calvinismo desde 1550 y con el Catecismo romano de 1556 bajo dos tratados: De
vera Religione y De vera Ecclesia (A. Lang, Entfaltung del apologetischen problema
der Scholastik des Mittelalters – trad. El desarrollo del problema apologético en la
escolástica medieval, Freiburg, 1962, 203) donde se renueva el esbozo de que la
Iglesia es religión, cristiana, católica y romana.
Con el movimiento filosófico y la cultura de la Ilustración del s. XVIII se renueva el
pensar teológico hasta que aparece la disciplina denominada Teología Fundamental.
Esto sucedió en el campo protestante donde Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher
(1768-1834) fue el primero que habló de un prolegómeno de Filosofía de la Religión
y luego con el fundador de la Escuela de Tubinga, Johann Sebastian von Drey
(1777-1853).
Historia de la Teología Fundamental
Contemporáneo, el Colegio Romano – Universidad Gregoriana, bajo la dirección de Giovanni
Perrone, s.j. (1749-1876) aísla definitivamente la apología en la teología.
En la Edad Moderna, la libertad se vincula a la razón y la religión se desvincula de la cultura
y de la ciencia y se reclama la autonomía de la razón crítica. Por eso E. Kant (1724-1870)
escribe: La religión dentro de los límites de la razón (1793) con su frase Sapere aude. Luego
apareció un tono más polémico con L. Feuerbach (1804-1872). Esto provocó la vuelta a la
apologética de la religión y de la Revelación. Después aparece la dialéctica de la Ilustración
de Johann Gottlieb Fichte (1762-1814) y Theodor Adorno (1903-1969), al plantear la religión
como una fuerza distinta del conocimiento como una ciencia especulativa. Hasta surgen
tendencias de la apologética del amor hasta el intuicionismo. Todos condenados por el Santo
Oficio: “dichos libros deben ser prohibidos y condenados por contener doctrinas y
proposiciones repetitivamente falsas, erróneas, escandalosas, injurias para las escuelas
católicas, subversión de la fe divina, que sabe a herejía y otras veces fueron condenas por la
Iglesia” (Cfr. D 2740).
Entre los fundadores de la nueva disciplina están J S Drey y G. Perrone.

Johann Sebastian Grey (1777-1853) publica Die Apologetik als Wissenschaftliche Nachweisung
der Göttlichkeit des Christehtums – trad. La apologética como prueba científica de la divinidad
del cristianismo. Y dentro de la obra se divide en: filosofía de la religión, la evolución histórica
del cristianismo y la revelación cristiana a la Iglesia católica. Hasta que en 1857 en Praga surge
la primera cátedra de TF con J.H. Ehrlich (1859-1862) – Fundamentaltheologie.

G. Perrone, fundador de la Escuela Romana – Universidad Gregoriana de Roma, en su primer


volumen de su obra De vera Religium (1835) y De locis theologicis (1841) tiene como objeto
fundamental demostrar la existencia de la Revelación, debido a que la Ilustración dividía la
ciencia y la fe. Influyó mucho en la promulgación del dogma de la Inmaculada Concepción
(1854), el Syllabus (1864) y las definiciones dogmáticas del concilio Vaticano I (1870). Luego
apareció el Card. John Henry Newman (1801-1890) con una apología del conocimiento religioso
y sin olvidar el aporte de la llamada Vía Empírica de Jaime Balmes (1810-1848) y el Card. Víctor
Augustin Isidore Deschamps (1810-1883).
Con la afirmación del concilio Vaticano I en la Constitución dogmática Dei Filius muestra la
importancia de la revelación de Jesucristo, donde se afirma que la fe debe ser coherente con la
razón hacia una búsqueda de la ratio et fide Illustrata.
Luego, aparece la apologética demostrativa (A. Gardeil, R. Garrigou y Lagrage):
- La existencia de Dios y de la religion.
- La existencia de la verdadera religion.
- La existencia de la verdadera Iglesia de Cristo.

Hay una tendencia fuerte por la credibilidad racional de la revelaçión divina. Al final, tal
argumento requiere de fe y no necesita argumentos racionales empíricos demostrables.
Pablo Arlotta intenta establecer el hecho de la revelaçión sin considerar el sentido del
contenido, a lo que Blondel critica la postura de Extrinsecista. Luego, viene la tendencia de la
argumentación racional rigurosa; al final los signos de la revelaçión (Milagros, profesiones de
fe, etc.) se convierten se convierten en argumentaciones científicas sin considerar el
significados que el creyente incipiente le da a dichos signos y la nula comprobabilidad. Al final,
se impone la enseñanza de Tomás de Aquino sobre el primado de la gracia por encima de la
razón.

A finales del s. XIX el Card. Newman propone situar la fe en un asentimiento nocional y no en


un asentimiento racional-real. De aquí se despierta la apologia de la Inmanencia de Mauricie
Blondel (1861-1949), la “Nouvelle Theologie” de H. de Lubac, H. Bouillard, Y. Congar, etc.
Luego, la teología transcendental Alemana (J. Maréchal, A. Marc, K. Rahner, E. Coreth y el
canadiense B. Lonergan).
También contribuyó el influjo de la filosofía personalista de M. Buber, E. Mounier, J.
Mouroux, la nueva exegesis católica con el MHC y el inicio de la dogmática de la
revelaçión (K. Barth; R. Guardini; W. Bulst, Y. Congar; Schillebeeckx; É Dhanis; R.
Latourelle; B. Xibuta, etc.).

Con el concilio Vaticano II en la Constitución Dei Verbum se fundamenta la revelaçión


en el acontecimiento de Jesucristo bajo un Método histórico – teológica. Se vislumbra
una revelaçión dentro de la Economía de la salvación bajo una perspectiva sacramental
(DV 2-4) y el principio de la Encarnación como parámetro de comprensión de la
revelaçión y de la Iglesia como servidora del reino de Dios y sacramento de Cristo en la
historia de los hombres.

El Vaticano II propone una teologia bajo los signos de los tiempos y que en Jesucristo
se develan los misterios del hombre. Es una propuestas al don libre de Dios que se
renueva en Cristo, pero como el cumplimiento de la voluntad de Padre, mostrando
siempre el primado de la revelaçión en Cristo y la competencia del conocimeinto
natural para ser completado en Dios.

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