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La confrontación de esas diversas tendencias u orientación dio origen a debates y polémicas, que
fueron particularmente intensos a finales del siglo XIX y principios del XX.
Desde un punto de vista especulativo, el autor de más hondura intelectual en la Francia de todo
este periodo fue, el filósofo Maurice Blondel (1861-1949)1. El pensamiento blondeliano se
estructura a partir de la primera y, tal vez, la más importante de sus obras: L´action, objeto de una
tesis doctoral presentada en la Sorbona en 1893 y publicada ese mismo año. Blondel aspira a
enfrentarse con los planteamientos racionalistas y positivistas, imperantes en gran parte de los
ambientes intelectuales franceses y europeos del momento. Blondel considera que la reflexión
filosófica debe partir de esa realidad más plena y abarcante que es la acción, en la que querer,
conocer y ser se integra.
Ninguna de las elecciones o voluntades concretas (volontés voulues) implica. Es decir, en esa
experiencia de la inagotabilidad de la voluntad y de su dinamismo ascensional, surge
espontáneamente en el ser humano la pregunta por la existencia de una realidad y de un estado
que, si se dieran, plenificarían por entero el dinamismo que la sostiene; el espíritu aspira así a una
comunión con Dios, que el mismo no pude ni producir ni siquiera demostrar como posible, aunque
1
Natural de Dijon y nació en una familia de acendrada raigambre católica, Blondel se orientó desde muy
joven hacia la filosofía. En 1884 comenzó a ejercer la docencia, pero se retiró en seguida para dedicarse a la
preparación de la que sería su obra más importante: L´action, publicada en 1893. En1897 accedió a la
cátedra de filosofía en la Universidad de Aix-en-Provence, donde enseño hasta su jubilación. Obras: L´action.
Essai d´ une critique de la vie et d´ une science de la pratique, 1893; Letre sur les exigences de la pensé
contemporaine en matiére d´ apologétique, 1896; Histoire et dogme, 1904; Le problema de la mýstique,
1926; La pensé, 1934; L´Étre et les étres, 1935; L´ action (segunda versión), 1936-37; La philosophie et L´
esprit chrétien, 1944-1946; Exigences philosophilosophiques du christianisme, 1950. BIBLIOGRAFIA:
Hourton, j., <<Blondel y blondelismo>>, en GER, t. IV, 326-330; Lacroix, J., Maurice Blondel (Paris 1963);
Blondel y el cristianismo (Madrid 1966); Virgou Lay, R., y Troisfontaines, C., Maurice Blondel. Bibliographie
analytique et crirtique, 2 vols. (Lovaina 1975-1976); Isasi, J. M., M. Blondel: una rigurosa filosofia de la
religión (Bilbao 1982); Favraux, P., Une philosophie du Médiateur: M. Blondel (Paris-Namur 1987); Virgoulay,
R., Blondel et le modernisme (Paris 1980); IZQUIERDO, C., Blondel y la crisis modernista (Pamplona 1990).
sí, en cambio, presentir y presentar como una hipótesis deseable. La fe, llegando gratuitamente y
desde lo alto, pone de manifiesto que esa hipótesis corresponde a la realidad.
2) La crisis modernista
Todo comenzó con un hecho, en apariencia, sencillo e incluso poco relevante: la publicación en
1902 por el entonces joven profesor de exégesis bíblica Alfred Loisy (1857-1940) de un libro breve,
pero muy expresivo: L´Évangile et l´Église.
La situación se hizo más tensa como consecuencia de la aparición en Inglaterra, entre 1902 y 1904,
de algunos escritos –debidos a la pluma del jesuita George Tyrrell (1861-1909), pero publicados
con nombre ficticio- en los que se defendía una interpretación simbolista de los dogmas y se
propugnaba un misticismo religioso presentado como contrapuesto a la exterioridad eclesial.
La Pascendi describe el pensamiento de los modernistas o modernismo –son las expresiones que
emplea, contribuyendo así decisivamente a su implicación en el lenguaje teológico- como nacido
de dos principios fundamentales:
2
El decr. Lamentabili –con esta palabra comienza- se encuentra en ASS 40 (1907), 470ss; está también
recogido en DS 3401-3466.
pragmática del dogma, que resulta privado de todo contenido intelectual preciso, con las graves
consecuencias que de ahí derivan.
La conmoción provocada por la crisis modernista se dejó sentir fuertemente en el seno del
mundo católico, con obvias y variadas repercusiones en la orientación y desarrollo de la labor
teológica.
Durante las décadas iniciales del siglo XX la vida cristiana conoció toda una serie de iniciativas
y movimiento que, uniéndose a otros anteriores, contribuyeron a que la teología católica
continuara el proceso de renovación ya que comenzado durante el siglo XIX. Entre esos
factores de renovación teológica cabe destacar los siguientes:
Los estudios bíblicos, respecto a los cuales la crisis modernista representó a la vez un
momento de inflexión y de impulso.
Los estudios patrísticos, campo en el que – en continuidad con la línea iniciada el siglo
XVII por Thomassin y Petau y potenciada en el XIX por la escuela de Tubinga y los
escritos de Newman.
El desarrollo del pensamiento filosófico de inspiración cristiana, sea de orientación
espiritualista, sea de orientación escolástica.
La renovación litúrgica, iniciada, en el seno de los monasterios benedictinos
franceses, de donde pasó a los alemanes, hasta ser impulsado por Pío X y los
pontífices posteriores.
El resurgir de los estudios místicos, iniciado en la Alemania del siglo XIX, y proseguido
e incluso ampliado en los comienzos del XX.
La nueva conciencia eclesiológica suscitada por la teología romántica y potenciada
por estudios posteriores, así como por los fuertes cambios operados en la vida de la
Iglesia.
Los movimientos, radiales e instituciones que condujeron a una reafirmación de la
vocación sacerdotal.
El movimiento ecuménico