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LOS JESUITAS FORMADORES

DE CIUDADANOS
LA EDUCACIÓN DENTRO Y FUERA
DE SUS COLEGIOS, SIGLOS XVI-XXI
LOS JESUITAS FORMADORES
DE CIUDADANOS
LA EDUCACIÓN DENTRO Y FUERA
DE SUS COLEGIOS, SIGLOS XVI-XXI

Perla Chinchilla
Coordinadora

Créditos
• Coordinación para la Celebración de los Centenarios: Perla Chinchilla PawUng
• Asistente de la Coordinación para la Celebración de los Centenarios: Yukari Kawauchi
• Diseño de portada e interiores: Miguel García Mora yAna Elena Pérez
• Investigación iconográfica: Andrea Bravo yAlonso Martínez
• Asesoría iconográfica: Teresa Matabuena y María Eugenia Ponce
• Agradecimientos especiales: Departamento de Historia
y Biblioteca Francisco Xavier Clavigero de la Universidad Iberoamericana

UNIVERSIDAD IBEROANIERICANA
UNIVERSIDAD IBEROAMERICANA ÍNDICE
BIBLIOTECA FRANCISCO XAVIER CLAVIGERO

JOSÉ MORALES 0ROZCO, S.J. 9


Los Jesuitas formadores de ciudadanos : La educación Una historia de comprorrúso con México
dentro y fuera de sus colegios, siglos XVI-XXI
PERLA CHINCHILLA 11
1. Jesuitas -Educación - Historia. 2. Civismo. Presentación
I. Chinchilla, Perla. II. Universidad Iberoamericana
YUKARI KAWAUCHI 15
Ciudad de México. Departamento de Historia.
Introducción

JAIMEBORJA 25
LC 493 ]47 2010
Las virtudes y el sujeto colonial
De las vidas ejemplares barrocas
a una instrucción ilustrada
Primera edición: 2010 FRANCISCO ORTEGA 65
Jesuitas, ciudadanía e independencia
en la Nueva Granada
D .R. © Perla de los Ángeles Chinchilla Pawling Coord.)
MIGUEL RODRÍGUEZ 93
D.R. © Universidad Iberoamericana, A.C.
El mensqjero del corazón de jesús:
Prol. Paseo de la Reforma # 880
¿devocionario o revista política?
Colonia Lomas de Santa Fe
C.P. 01219 México, D.F. CARLOS DE CORES 123
publica@uia.mx La enseñanza del derecho de los contratos
en las primeras universidades americanas
ISBN 978-607-417-111-2 LEONOR CORREA 161
La formación religiosa en el
Colegio de San Ildefonso
Impreso y hecho en México
Pn.nted and made in lvlexico ADRIANA ORTEGA Z. 185
Circulación de ideas y apoyo a la enseñanza:
libros y bibliotecas del Colegio de San LUis de la Paz
Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, al momento de la expulsión
ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por un sistema de
recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, MARTÍN M. MORALES 205
conocido o por conocerse, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
publica@uia.mx ¿Guaraníes? No, aqueos. Una lectura de la obra de
Librería virtual: José Manuel Peramás: De administratione Guaranica
1/J1VW.uia.mx/publicacioms
comparate ad Republicam Platonis commentarius (1793)

GUSTAVO MORELLO, S.J. 245


Ciudadanos y católicos en la ciudad postsecular
..AS VIRT UDES Y EL SUJETO COLONIAL

~o
primero entienda que es esta que he llamado hasta aquí Politica,
:::ivilidad, y Cultura es una facultad que no se distingue de la buena
:rianza xptiana, sino en nuestra razon en quanto concebimos las accio-
nes de politica solo encaminadas a los hombres y su buena sociedad
~uando las mismas en la realidad son actos de Virtud Xtiana, en quanto
miran a Dios". 55
El discurso de las virtudes comenzaba a cambiar, aunque conti-
nuaba inscrito dentro de la tradición cristiana y·barroca que sostenía
que "sin linaje no hay santidad". El nuevo rumbo era "sin linaje no jESUITAS, CIUDADANÍA
hay civilidad". De esta forma se hada tránsito del cristiano virtuoso E INDEPENDENCIA
al ciudadano virtuoso, entendido este último como el sujeto que
EN LA NUEVA GRANADA
habitaba virtuosamente la ciudad y que simbólicamente se alejaba
del "rústico", aquel otro que accidentalmente ocupaba el mismo es-
pacio, antecedente quizá de la restrictiva democracia del siglo XIX.
No todos tenían la obligación de ser políticos. Una virtud específica,
la humildad, que ensambló al sujeto en la primera colonia, se trans-
formaba, iniciaba el lento camino de su secularización al contem-
plarse como un espacio que se ocultaba detrás de la modestia del cuerpo. FRANCISCO A. ORTEGA
Y de éste, se asumía cada vez con mayor conciencia. Del cuerpo in- Departamento de Historia/ CES
dividual se representaba el cuerpo social: en la primera colonia, las Universidad Nacional de Colombia
narrativas trataban de concientizar el lugar que cada uno ocupaba
dentro del cuerpo social. Ahora, en esta segunda mitad del siglo
XVIII, el cuerpo social era un espacio mecánico, que no podía fun-
cionar si no era dentro de un conjunto.
Estos aspectos mencionados, narrativamente prepararon el ca-
mino del futuro ciudadano. La importancia de restituir las virtudes a
su horizonte de expectativas permite preguntarle a ese pasado cómo
se hizo al sujeto colonial. Percibir el proceso, en este o cualquier
otro espacio colonial, es posible si se deja de considerar el mundo
colonial como un todo, sin cambios, pues finalmente, en este caso
presentado, se puede observar cómo había nuevos valores en las
mismas viejas virtudes.

55
Anónimo, "Lo mejor de la Vida.. ", Ubro 17, f. 8r.

64
'
_ i,
FRANCISCO A. ÜRTEG t\

Mapa de Nueva Granada. Joseph G umilla Historia natura~ civily geográfica de las
naciones situadas en las riveras [sic] del rfo Orinoco, Barcelona, Impr. de C. Gibert y
Tutó, 1791, p. 356. Acervo Histórico BFXC.

_j_ 67
FRA NCISCO A. ORTEGA

Introducción

¿Quién duda .hoy que la expulsión de los jesuitas


contnbuyó a acelerar las pérdidas de las colonias amedcanas?
Marcelino Menéndez Pelayo (1881) 1

Empiezo con la pregunta retórica de Menéndez Pelayo porque, co-


mo toda pregunta retórica, pone sobre la mesa lo que parece ser
obvio -en este caso, el nexo entre la experiencia histórica de la
Compañía, un ideario teológico-político y la transición del régimen
colonial al republicano- a la vez que se abstiene de comprometer
una respuesta, dando por sentada la cuestión que precisamente ne-
cesita ser investigada a fondo
Y no es para menos, pues si bien es cierto que se ha vuelto un tópi-
co señalar que los jesuitas contribuyeron de manera decisiva a la In-
dependencia -ya bien en clave nacionalista como los precursores de
la Independencia o en clave hispanista como aliados, en palabras
de Salvador de Madariaga, en "extraño contubernio" con .masones y
judíos para destruir el imperio español-2 también es cierto que la
historiografía liberal americana del siglo XIX destacó el bagaje "ilus-
trado y moderno" de los próceres de la Independencia, a expensas

' Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, VIl vols., Madrid, La Editorial
Católica, 1978, Libro VI, capítulo ll: 3. Tomado de la versión electrónica disponible en la Biblioteca
Cervantes, l, noviembre 2008.
' Salvador de Madariaga, Cuadro histórico de las Indas, 2 ed., Buenos Aires, Ed. Sudamericana,
1950, p. 775.

69
JESUITAS, CIUDADANÍA E JNDEPENDENCIA FRANCISCO A. ÜRTEGA

de las tradiciones hispánicas y la cultura política local, incluida obvia- do, no equivale más que a un capítulo en la historia del 'indetenible
mente la Compañia. Para muchos de ellos: "El Instituto de los jesui- ascenso' de la modernidad capitalista". 6 Así
1
pues, la pregunta inicial
tas se ha quedado en el año de 1606 [... ] Anacronismos vivientes, -de arranque una pura figura literaria- se revela ahora cargada de
los Jesuitas son, en el ilustrado siglo XIX, los representantes de añe- mayor misterio de lo que Menéndez Pelayo en principio le quiso re-
jas ideas morales y políticas, que pudieron estar en boga hace dos conocer.
siglos y medio, pero que, en el dia, sólo pueden ser perjudicial a las
sociedades humanas". 3 Lo ilustrativo de esta cita es que no es de un I. Cuatro posibles lecturas
liberal radical, sino del senador conservador Julio Arboleda quien, a
pesar de su empedernida defensa de la Iglesia, apoyará la censura y Cuatro son las lecturas que se han hecho sobre el papel de los jesui-
la ulterior segunda expulsión de los jesuitas en 1850. tas en el momento de la Independencia de la Nueva Granada: El
El tópico de la caducidad o inactualidad de los jesuitas es reto- agravio que causó en América la expulsión de los jesuitas; el efecto
mada recientemente por Bolívar Echeverría para quien el ciclo jesuí- modernizador de la Compañia en la cultura colonial tardia; el papel
tico "tiene un principio y un fin, que comienza en 1545 y termi~a en que jugaron los expulsas en la generación de un acendrado america-
1775, en las privaciones y el escarnio de las mazmorras de Saint An- nismo en sus obras y de un clima internacional adverso a la monar-
gelo".4 Para Echeverría, el proyecto Jesuita implica una '~moderni­ quía española; y la pertinencia que adquirieron ciertas formulaciones
dad alternativa y concientemente planeada, frente a la modernidad políticas -en torno al pacto social o a la reversión de la soberanía,
espontánea y 'ciega' del mercado capitalista"; esto es lo que hace por ejemplo- que resultaron importantes para el ideario político de
que, "para mediados del siglo XVIII, la Compañia de Jesús sea vista j los insurgentes. Perrnítaseme examinar de manera muy breve cada
por el despotismo ilustrado como el principal enemigo a vencer".S una de las cuatro.
De esa manera Bolívar señala cómo las ideas y prácticas jesuitas pro- :¡
piamente dejan de estar vigentes a la hora de la Independencia. Para 1. La expulsión
:. l
Colmenares: "La derrota de la Compañia de Jesús, que queda sellada en
el Tratado de Madrid y la destrucción de las Repúblicas Guaraníes
[... ] es la derrota de una utopía; una derrota que, vista desde el otro la- .¡
--"ir
1
1
¡
El 2 de abril de 1767, Carlos III firma la Pragmática Sanción por
medio de la cual expulsa de sus territorios a los jesuitas. La argu-
mentación del fiscal del Consejo de Castilla, Conde de Campomanes,
3 t
en el Consejo Extraordinario (11 de septiembre de 1766) sentaba las
Julio Arboleda, Los jesuitas. Bogotá, Imprenta de M. Sánchez Caicedo i C., por Vicenta Lozada, 1848.
Biblioteca Nacional vrnu1-1683 FA. Del mismo autor, véase Sobre la ilegalidad de la Compaiiía de razones por las cuales se llegaría a esa conclusión. Los jesuitas, seña-
jesús. Bogotá, Imp. de M. Sanchez Caicedo por Vicente Lozada, 1848. Biblioteca Nacional, VFDU1-430. la Campomanes, son un "cuerpo religioso que no cesa de inspirar
4
Bolívar Echeverría, Modernidad de lo bmroco, México, Ediciones Era, 1998, p. 73. Para Antonio
Rivera García la oposición es igualmente dramática entre un republicanismo calvinista y un clerica-
aversión general al Gobierno y a las saludablés máximas que contri-
lismo jesuita, aunque en su planteamiento esta última no resulta derrotada. Antonio Rivera García, buyen a reformar los abusos, por lo cual convendría iluminar al
La política del cielo. Clericalismo jesuita y Estado moderno, Georg Olms Verlag, 1999, pp. 11-19. pueblo para que no fuera juguete de la credulidad tan nociva, y desar-
5
Echeverrfa, Modernidad de lo batroco , p.7 3. Aunque es una afirmación que vale la pena matizar,
una vez que en varios frentes la Compañía actuó como defensora de los intereses de la monarquía e
incluso como aliados en el proyecto modernizador dieciochesco. Por ejemplo, Jorge Juan y Antonio
! mar a ese cuerpo peligroso que intenta en todas partes sojuzgar al
trono, y que todo lo cree licito para alcanzar sus fines".7 Ni la argu-
Ulloa proponen en Noticias secretas de Amén'ca confiar el cuidado de los hospitales de la región a la 1
Compañia debido a su buen manejo financiero (véase el cap. Ill). El capítulo Vconstituye una verda-
6
dera apologfa de los jesuitas. Por su parte, véase el análisis de Germán Colmenares sobre el papel de la Colmenares, Haciendas, p. 73.
7
Compañía en la economía colonial neogranadina en Las haciendas de los jesuitas en el Nuevo Reino Menéndez Pelayo, Historia Heterodoxos españoles, Libro VI, capítulo u: 3. Véase también Colección
de Granada, siglo XVIII, Bogotá: 1969 general de las providencias hasta aquí tomadas sobre el extrañamiento y ocupación de las tem-
1
- 1
70 ;:" 1 71
~
JESUITAS, CIUDADANÍA F. IN D EPEN D ENCIA FRANCISCO A. ÜRTEGA
1

!
aire rnismo, tanto que parecía el último día del juicio" .10 El golpe, en
1
1 1 mentación ni la expulsión son exclusivas a España. Portugal ya hab-
¡,
1 1
ía expulsado a la Compañía en 1760 y, el francés Luis XV la había efecto, debió haber sido difícil para aqlj-ellos que dependían de las
disuelto en 1763. múltiples redes de la Compañía en el Nuevo Reino. Así lo reporta la
El 31 de julio llega la Pragmática a la Nueva Granada, y la saÍida relación del virrey Cerda y el informe que lo acompaña del fiscal
apresurada de los 227 religiosos (114 sacerdotes, 57 escolares y 56 protector de indios, Francisco Moreno y Escandón. Sin embargo,
hermanos) sacude a la pequeña y somnolienta villa de Santafé. Exac- los gobiernos civil y eclesiástico rápidamente proveen las cátedras
tamente cien años después el historiador José María Vergara y Ver- en los colegios y reasignan nuevas órdenes a las misiones ex jesuitas,
gara describe la notificación: remata las haciendas, ofrece nuevos arriendos para la explotación de
minas, de tal modo que, cinco años después, el Virrey y el Fiscal pro-
Diose lectura por el escribano á la real Cédula que extrañaba ducen informes en los que destacan el normal funcionamiento so-
perpetuamente de los dominios españoles a la Orden de la cial.ll Aun más, señalan estos informes, con el patrimonio de la
Compañía de Jesús, que fue oída en apacible silencio. Termi- Compañia incautado (haciendas, edificios, bibliotecas) el gobierno
nada la lectura, ordenó el Virrey al P. Provincial que se hin- había podido iniciar una serie de obras que el reino necesitaba ur-
cara y descubriera la cabeza para besar la real orden. El gentemente (hospicio para varones, casa de recogimiento para muje-
Jesuita, llevando la mano al solideo, contestó; sólo a Dios! Y se res y niños y biblioteca Real).
denegó a arrodillarse. A la madrugada salieron todos [... ] pa- Así pues, la evidencia no permite sostener que la expulsión ge-
ra el destierro.s neró graves trastornos entre la población neogranadina para esta-
blecer una relación mínimamente causal entre el extrañamiento y los
A los desterrados se les asignó la legación de Urbino y adoptó el acontecimientos que resultaron en las declaraciones autonomistas
nombre de provincia del Sagrado Corazón de Jesús. 9 Seis años des- 33 años después. Aun más, en el mismo momento de la Indepen-
pués el papa Clemente XIV suprinúrá la Orden por medio de la bu- dencia, la expatriación de los jesuitas no aparece como un agravio
la Domimts ac Reedemptor. propio, más allá de una que otra mención casual que sirve más para
Ciertamente la expulsión conmocionó a la sociedad colonial. El tipificar el despotismo del gobierno español que para recoger la car-
padre Y arza, quien estaba entre los expulsas, escribió: "Los llantos y ga de una memoria soterrada. Debido a eso los historiadores co-
sollozos de las personas que solían concurrir a aquella iglesia eran lombianos no pudieron afirmar -como si ocurrió en México y Perú-
tan grandes y sensibles que quebrantaban los corazones. La desola- que "El extrañamiento de la Compañía de Jesús señaló el principio
ción y los lamentos llenaban no solo las casas de los amigos sino el de desintegración del imperio español". 12

10
José Yarza, "La expulsión de los jesuitas del Nuevo Reino de Granada", Revista javeriana, 58 ,
poralidades de los regulares de la Compañía de jesús, Madrid, 1770; Francisco J Bravo, Colección 1952. Para más, véase Juan Manuel Pacheco, "La expulsión de los jesuitas del Nuevo Reino de Grana-
de documentos relativos a la expulsión de los jesuitas, Madrid, 1872. da", Revista de Indias, xxvm: núm. 113-114, 1968 y Charles Joseph Fleener, "The expulsion of theJe-
8
]osé María Vergara y Vergara, Historia de la literatura en Nueva Granada. Desde la conquista suits from the Viceroyalty of New Granada, 1767", Tesis doctoral University of Florida, 1969
11
hasta la independencia (1538-1820), Bogotá, Imprenta de Echeverría Hnos, 1867, p. 225. Véase Germán Colmenares, Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada, 3
9
José Manuel Groot, Historia eclesiástica y civil de Nueva Granada, 2 vols., (Biblioteca de Autores vols., Bogotá, Fondo de Promoción de la Cultural del Banco Popular, 1989. Colmenares igualmente
Colombianos) Bogotá, Editorial Cosmo, 1956, vol. n, pp. 82-92;Juan Manuel Pacheco,Los jesuitas en identifica un periodo en el que tras un proceso de dificultades en la venta de las haciendas y los bienes
Colomb-ia, 3 vols. Bogotá, D.C.: San Juan Eudes, 1959; vol. lll , pp. 507-537. Véase también Juan Ma- -debido a la escasez de efectivo- éstos lograron incorporarse al mercado. Véase Colmenares, Hacien-
nuel Pacheco, "Los jesuitas de la Provincia del Nuevo Reino de Granada expulsados en 1767", Eccle- das' pp. 107-112.
siasticaXaveriana 3: núm. 59, 1953; Roberto María TisnésJiménez, 'Jesuitas expulsados de la Nueva "Alfonso Trueba, La expulsión de los jesuitas o el principio de la revolución, México: EditorialJus,
Granada", Revista de la Academia Colombiana de Historia Eclesiástica, 2, 1967. 1957, p. 53. Para una visión general más sobria, véase Magnus Momer, "Los motivos de la expulsión

72 73
jESUITAS, CIUDADANÍA E INDEPENDENCIA F'RANCJSCO A. ÜRTEGA

2. Efecto modernizador en la cultura colonial ciedad colonial y el régimen absolutista. 14 Por eso, apunta el histo-
riador Renán Silva: "podría aceptarse la ,idea de que algunos de los
Hay un segundo argumento que señala el efecto modernizador de la cambios universitarios en la enseñanza de la filosofía, en el último
Compañía y, en particular, de los colegios jesuitas. Para el caso Co- tercio del siglo XVIII, habían tenido su laboratorio de experimenta-
lombiano, este argumento parece encontrar eco en el abrumador ción con anterioridad en la práctica escolar de los jesuitas" _1 5 Silva
número de estudiantes bartolinas -José Félix de Restrepo, Francis- es cauteloso, "nada definitivo se puede concluir", y resulta evidente
co Antonio Zea, Frutos Joaquín Gutierrez, Rafael Urdaneta, Anto- que no es posible señalar una relación causal entre la labor de la
nio Ricaurte, José María Carbonell, Fraocisco de Paula Santander, Compañía, su programa educativo o sus bibliotecas con los conte-
Juan Fernández de Sotomayor, etc.- que cumplieron un papel des- nidos o las formas de una cultura política moderna. Un examen de
tacado durante la Independencia y posteriormente en la construc- las descripciones existentes de la vida escolar en los colegios jesuitas
ción de las nuevas instituciones republicanas. 13 de la segunda mitad del siglo XVIII evidencia el carácter tradicional y
Ciertamente los jesuitas cumplieron un papel fundamental en la escolástico que aún la domina.
formación de la elite neogranadina. La Ratio studiorum y los procesos La extraordinaria narrativa "Lo mejor de la vida, Religión, Doc-
formativos que habían diseñado configuraron en buena medida el trina y Sangre recogido en un noble colegial de el Real, Mayor y Se-
sistema educativo colonial, ya no sólo de la Compañía sino incluso de minario Colegio de San Bartholome, propuesto en Y nstruccion
otras órdenes. Años después de la expulsión, los colegios (ya en ma- Christiano-Politica para el uso de dicho Colegio a quien lo dedica un
nos de las autoridades eclesiásticas o de otras órdenes), los programas Estudiante Theologo de la Compañía de Jesús en su segundo año a
y hasta los autores jesuitas continuaban siendo fundamentales para suplicas de la misma juventud, noble" (Bogotá, ca. 1762) revela un
el sistema educativo en la Nueva Granada. ambiente preocupado por el cultivo de la gramática y la retórica, el
Las bibliotecas de los colegios, sin duda las más importantes del estudio de autoridades clásicas (Cicerón, Virgilio, Horacio, Ovidio,
reino, son un buen indicador de la presencia de la Compañía o su etcétera) y el uso de la repetición como método de aprendizaje e in-
posible incidencia en la formación de una cultura política moderna teriorización. El objetivo de dicho programa era, como había ocu-
neogranadina. Comencemos por constatar que las colecciones con- rrido desde sus comienzos, la construcción de cuerpos virtuosos,
fiscadas a los colegios de Bogotá, Popayán, Antioquia, Cartagena y dóciles y obedientes, preocupados por las verdades eternas.16
demás serán destinadas para la creación de la biblioteca pública de
Santafé, la más importante del reino. Igualmente, es fácil verificar 14
Véase Renán Silva, Universidad y sociedad en el Nuevo Reino de Granada: Contribución a un
que serían precisamente los estudiantes de los colegios y los usua- análisis histórico de la fm-mación intelectual de la sociedad colombiana, Bogotá, Banco de la Re-
rios de esas bibliotecas los que organizaron, durante la última déca- pública, 1993; Enrique Villalba Pérez, Consecuencias educativas de la expulsión de los jesuitas de
América, (Biblioteca Antonio de Nebrija) Madrid, Editorial Dykinsof.!, 2003; Jorge Tomás Uribe Ángel,
da del siglo XVIII y la primera del XIX, las tertulias que exaltan la Histm'ia de la enseñanza en el Colegio Mayor del Rosario. 1653-1767, (Cuadernos para la Histo-
devoción por la patria y desarrollan un lenguaje crítico sobre la so- ria del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario), Bogotá, Universidad del Rosario, 2003; también,
Guillermo Hernández de Alba, Crónica del muy ilustre Colegio Mayor de Nuestm Señora del Ro-
sario en Santafé de Bogotá, Bogotá, Editorial Centro, 1940, pp. 253-335.
15
Renán Silva, Los ilustrados de Nueva Granada 1760-1808. Genealogías de una comunidad
de los jesuitas del imperio español", Historia Mexicana, XVI, núm. 1, 1966. Fleener, "The expulsion of inte~pretativa Medellín, EAFIT/Banco de la República, 2002, pp. 231, 234.
16
theJesuits ... ". Biblioteca Nacional de Colombia, sección de libros raros y curiosos, ms. 17, publicado en José del
13 Valga la aclaración de que ninguno de los nombrados cursó estudios durante el periodo de perma- Rey Fajardo, La pedagogía jesuítica en la Venezuela hispánica, Caracas, Italgráfica, 1979, pp. 325-
nencia de los jesuitas en las provincias americanas. El mayor de ellos, José Félix de Restrepo, cursó es- 427. Del Rey Fajardo atribuye el manuscrito, sin firma, al catalán Ignacio Julián. José del Rey Fajardo,
tudios en el Colegio de San Bartolomé en 1772 y fue luego profesor de filosofía en el Seminario de "Un manual de urbanidad y co11esía para estudiantes de humanidades (1762)," Boletín de la Aca-

l
Popayán, antiguamente regentado por la Compañía. demia Nacional de la Histona, LXII: núm. 246, 1979. Villalba Pérez, Consecuencias educativas, pp.

74 75
jESUITAS, CIUDADANÍA E INDEPENDENCIA
FRANCISCO A. ÜRTEGA

Un examen de los programas académicos en los colegios y el in- sis de 1808. Aun más, en un contexto internacional, los expulsas tu-
ventarios de libros de la Biblioteca corrobora esa aserción y eviden- vieron importancia en la generación dr= un clima de oposición al
cia "su carácter tradicional y ajustado a lo que se podría llamar, con dominio españoPO
mucha inexactitud, la media cultural de los letrados de ese perio- Miguel Batllori, quien estudió el grupo de intelectuales jesuitas
do".17 En una perspectiva que bien podemos hacer nuestra, Jos é de manera exhaustiva, distingue entre .los expulsas promotores y los
Carlos Chiaramonte comenta el caso del Río de la Plata: "La política secuaces del movimiento americano e insiste que sólo Juan Pablo
cultural de la Compañia de Jesús fue la de un firme combate con el Vis cardo (1778-1781) y Juan José Godoy (1728-?) pueden ser con-
pensamiento moderno [... ] Si en alguna m_edida existía en el seno de siderados precursores o promotores de la Independencia.2 1
la Compañia de Jesús una actitud de mayor acercamiento a aquellas Sin embargo, más que precursores que activamente contribuyeron a
corrientes, fue por apartamiento de su orientación, en evidente re- la agitación política en el momento de la crisis de 1808, sus escritos tu-
belión heterodoxa". 18 De ese modo, debemos concluir con cautela vieron una circulación extremadamente limitada. E l vehemente fray
una vez más. Evidentemente los colegios - no sólo los jesuitas- sir- Diego Padilla, editor del periódico Avúo al Público, publica la "Carta
vieron como escenarios para la discusión, evaluación y cuestiona- a los españoles americanos" el2 de noviembre de 1810 y señala que
miento de las ortodoxias constitutivas del orden colonial. Sin "esta pieza sepultada en el olvido por el antiguo Gobierno merece
embargo, más que el resultado de una política directa de la Compañia, todo el aprecio de los Americanos, y de todas las naciones ya por
se trata de una serie de cambios culturales más amplios e inclusos obra de un hijo de Arequipa ya p or ser un rasgo lleno de luz, de
contrarios a la cultura política de la Compañia -entre ellos nuevas verdad y de erudición y finalmente por ser un parto de un Jesuita de to-
modos de lectura y de sociabilidad- que le permitieron a muchos da la Sabiduría propia de su Sociedad".22
jóvenes de la elite h acer el tránsito entre una cultura escolástica a Por otra parte, existe otro grupo de exiliados criollos -Francisco
otra que pronto se reconocería como ilustrada. 19 Xavier Alegre (1729-1788), Francisco Xavier Clavigero (1731-1787),
Rafael Landivar (1731-1793), Diego José Abada (1727-1779), Juan
3. Inj!tgO de los jesuitas exiliadosy agitadores de Velasco (1727-1792; Ecuador) , Juan Ignacio de Molina (1740-
1829 Chile), etcétera- que han sido estudiados como pioneros del
Ciertamente, durante su exilio los expulsos pasan por una serie de nacionalismo moderno al "difundir por Europa el conocimiento de
experiencias que los vuelve mucho más críticos de la actuación del América y contribuir a la formación de una conciencia americana
gobierno españoL Esos sentimientos quedan expresos en abundan- distinta y aun contrapuesta a la conciencia hispánica". 23
tes publicaciones que tuvieron restringida circulación previa a la cri-
20
Juan Manuel Pacheco, "Los jesuitas y la independencia de América," Revista javeriana, 53: núm.
265, 1960. Véase José Ignacio Saranyana y Carmen José Alejos-Grau (eds.) , Teología en América La-
11 y ss. Véase igualmente Jaime Borja, "Las virtudes yel sujeto colonial. De las vidas ejemplares barro- tina, 11 vols., Madrid, Iberoamericana Editorial, 1999, en particular, el capítulo VIl, "Génesis de los
cas a una instrucción ilustrada", en este volumen. ideales americanistas", pp. 706-744.
17
Para los programas educativos, véase José del Rey Fajardo, La enseñanza de las humanidades en los 21
Miguel Batllori, El abate Viscardo. Historia y mito de la intervención de los jesuitas en la inde-
colegios jesuíticos neogranadinos (1604-1767), Bogotá, Archivo Histórico de la UniversidadJaveriana, pendencia de Hispanoamérica, Madrid, MAPFRE, 1995, p. 74. Véase también Miguel Batllori, "Ma-
2005. Renán Silva examinó el inventario de las bibliotecas jesuíticas en Silva, Ilustrados, p. 203. quinaciones del abate Godoy en Londres en favor de la independencia hispanoamericana", Archivum
18
José Carlos Chiaramonte, Ciudades, provincias, estados: orígenes de la nación m-gentina Historicum Societatis Iesu, XXI, núm. 41, 1952.
(1800-1846), /Buenos Aires, Emecé Editores, (Biblioteca del Pensamiento Argentino), 2007, p. 25. 22
Reproducido en Luis Martínez Delgado y Sergio Elías Ortiz (eds.), El periodismo en la Nueva
19
En un libro ya clásico del tema Roger Chartier propone considerar el giro en los modos de lectura Cremada, 1810-1811, Bogotá, Editorial Kelly, 1960, p. 409.
como uno de los motores de los cambios culturales en Francia durante el siglo XVIII. Véase Roger 23
Batliori,Abate Viscardo, p. 163. Los jesuitas expulsas han sido estudiados por Antonello Gerbi, 71Je
Chartier, Espacio público, Clitica y desaaalización en el siglo xvrir. Los orígenes culturales de la Dispute oj the New Wodd 71Je History oj a Polemic, tr. Jeremy Moyle, Londres, University of Pitts-
Revolución francesa, tr. Beatriz Lonné, Barcelona, Gedisa, 1995. burg Press, 1973; Aurora Jáuregui de Cervantes, Los jesuitas, precursores ideológicos de la naciona-
1

76
·J 77
JESUITAS, CIUDADANÍA E IND EPENDENC IA F RANCISCO A. ÜRTEGA

Sin embargo, es necesario matizar esa afirmación de modo signi- rios de la independencia y los jesuitas exiliados. Según Stoetzer, los
ficativo para el caso de la Nueva Granada. E n primer lugar, los je- jesuitas "en muchos casos utilizaron la ~raseología prerrevoluciona-
suitas neogranadinos brillan por su ausencia en ese grupo. Entre los . ria francesa del siglo XVIII dentro de sus teorías escolásticas. Estas
residentes en la Nueva Granada podemos rescatar los trabajos lin- teorías siguieron mucho más a Suárez que a Rousseau"; la misma
güisticos y cartográficos del italiano Felipe Salvador Gilij, en espe- carta de Viscardo, impresa y circulada por Francisco Miranda a
cial los cuatro volúmenes de la Saggio de Storia Americana (Roma 1780), principios del siglo XIX, evidencia la "continuidad del pensamiento
y la crónica del también italiano Antonio Julián, La perla de América. escolástico a fines del siglo XVIII".24
Provincia de Santa Marta, reconocida, observada y expuesta en dismrsos histó- Esa continuidad se da a pesar de las medidas que la Corona
ricos (Madrid, 1787). Además de que sus contenidos distaban mucho tomó, posterior a la expulsión de los jesuitas, con el fin de suprimir
de exhibir el patriotismo exaltado de los otros expulsas, estos libros las "cátedras de la llamada Escuela J esuitica" que "atentan contra las
tuvieron una circulación muy restringida en la Nueva Granada. Sus legítimas potestades" y prescribir las obras regalistas de fray Daniel
escritos, como los de aquellos otros jesuitas que publicaron impor- Concina y Luis Vicente Mas de Casavalls (cédulas reales del 23 de
tantes crónicas sobre la Nueva Granada mucho antes de 1767 -José mayo de 1767; del 18 de octubre de 1769, etcétera). Francisco Sil-
Cassani, autor de la Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús del vestre, el gobernador de la provincia de Antioquia, observó en un
Nuevo Rryno de Granada en la América (17 41) y José Gumilla, autor del informe al Virrey a finales del siglo XVIII que la prohibición no había
conocido El Orinoco Ilustrado (Madrid, 17 41 )- estaban más orienta- parecido surtir efec to . Otros informe s de la época denuncian el
dos a destacar el trabajo evangélico de la Compañía que a vindicar efecto de "las especies vertidas por los expulsos y las doctrinas co-
una supuesta p atria criolla. Así pues, es imposible hablar - para el rrompidas en lo moral y en lo político que enseñaron en donde es la
caso de la Nueva Granada- de una elaboración nacionalista por par- inquietud y turbación que aun dura por las p erversas sugestiones del
te de los jesuitas que posteriormente fuera retomada durante el p e- espíritu sedicioso de los expulsos".25
riodo de la independencia. Igualmente, varios historiadores han señalado que las nuevas di-
rectivas que sucedieron en los colegios a los jesuitas "cambiaron de
4. Doctrinasy fuentes táctica ante las autoridades sin cambiar en el fondo la doctrina que
quedó intangible en los textos de enseñanza y las cátedras. Sin hacer
Uegamos al cuarto y tal vez más auspicioso punto para señalar la mención de los grandes maestros de la Escuela, que mantuvieron
supuesta influencia de los jesuitas en la formación de la cultura polí- vivas sus enseñanzas". 26 El caso parece aplicarse para la Nueva
tica del periodo de la Independencia. La relación ha sido formulada Granada. Franco Quijano escribe que "después de 1767 Suárez [... ]
como la raíz de las doctrinas escolásticas o suarísticas del pensa- siguió siendo estudiado en el Colegio del Rosario donde siempre se
miento de la independencia.
24
Para Carlos Stoetzer, un acercamiento riguroso al pensamiento Carlos Stoetzer, Las raíces escolásticas de la emanczpaczón de la América española, Madrid,
político del periodo no revela las ideas revolucionarias francesas, el 1982, pp. 83, 84-85. Muchas de estas ideas habían sido desarrolladas previamente en su El pensa-
miento político en la América española durante el periodo de la emancipación, 1789-1825, 2
liberalismo inglés o el pensamiento constitucionalista norteamerica- vals., Madrid, Instituto de Estudios Políticos, 1966. ·
25
no, sino que h ace evidente la afinidad ideológica entre los partida- Manuel Giménez Femández, Las doctrinas populistas en la Independencia de Hispanoamérica,
Madrid/Sevilla. CSIC/ Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1947, pp. 546-47; Saranyana y Alejos-
Grau (eds.), Teología en América Latina, pp. 319-341.
26
Enrique Martínez Paz, El dean Funes: un apóstol de la libertad, Córdoba, Argentina, Pronsato,
lidad mexicana, Guanajuato, Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato/Ediciones La Rana, 1950, p. 24; Adriana Ortega, "Circulación de ideas y apoyo a la enseñanza: libros y bibliotecas del Co-
2004. legio de San Luis de La Paz al momento de la expulsión", en este volumen. .
1
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J ESU ITAS, CIUDADAN ÍA E INDEPEN DENCIA FJV\NCISCO A. ÜRTEGA

le estimó". 27 La Biblioteca Real, formada con los fondos confisca- ciones que no hayan concedido por medio de diputados que
dos a la Compañia e inaugurada el 9 de enero de 1777, contiene puedan constituir una verdadera rep resentación, y cuyos vo-
1
numerosos libros de Luis de Malina, Juan de Mariana, Martín de tos no hayan sido ahogados por la pluralidad de otros que no
Azpilcueta, Diego de Covarrubias, Fernando Vázquez de Menchaca sentirán estas cargas? Si en semejantes circunstancias, los
y la asombrosa cifra de 152 títulos de Francisco Suárez. 28 Estudios pueblos de América se denegasen a llevarlas, tendrían en su
recientes corroboran la vitalidad de estas doctrinas -y señalan los apoyo esta ley fundamental del reino.
debates en torno al probabilismo- para la cultura política del siglo
XVIII hispanoamericano.29 Y, más adelante:
Más concretamente, las doctrinas pactistas fueron invocadas por
los agitadores patriotas, particularmente en el primer momento de la La ley es la expresión de la voluntad general; y es preciso que
crisis política (1808-1810). 30 Por una parte, alimentaban unas aspira- el pueblo la manifieste. Este es el objeto de las Cortes: ellas
ciones criollas que habían sido vulneradas como producto de las re- son el órgano de esta voz general. Si no oís, pues, a las Amé-
formas borbónicas y el régimen absolutista. Por otra, hicieron ricas, si ellas no manifiestan su voluntad por medio de una
posible un lenguaje político para encarar el vado de poder y la crisis representación competente, y dignamente autorizada, la ley
del sistema político. Ambas dimensiones son evidente en textos no es hecha para ellas, porque no tiene su sanción. Doce mi-
clásicos del momento, como el famoso "Memorial de agravios de llones de hombres con distintas necesidades, en distintas cir-
Camilo Torres" (1809), la representación del Cabildo de Santafé. En cunstancias, bajo diversos climas, y con diversos intereses,
el memorial se declara que necesitan de distintas leyes. Vosotros no las podéis hacer,
nosotros nos las debemos dar.
Está decidido por una ley fundamental del reino "que no se
echen ni repartan pechos, servicios, pedidos, monedas, ni En el "Memorial" se hace evidente que -a pesar de la prohibi-
otros tributos nuevos, especial ni generalmente, en todos los ción explícita de la enseñanza de Suárez- ese lenguaje político resul-
reinos de la monarquía sin que primeramente sean llamados taba actual y pertinente para los cabildantes que resentían el trato de
a Cortes los procuradores de todas las villas y ciudades, y se- América como una faetona y reclamaban el título de iguales y un ma-
an otorgados por los dichos procuradores que vinieron a las yor grado de autonomía.
Cortes". ¿Cómo se exigirán, pues, de las Américas, contribu- Sin embargo, antes de regresar a la pregunta inicial de Menéndez
Pelayo y darla por resuelta, de indicar con alivio que los jesuitas habían
contribuido de modo decisivo a la independencia neogranadina a
27
]. F. Franco Quijano, "Suárez el Eximio en Colombia", Rffl!ista del Colegio de Nuestra Señora del
través de su corpus doctrinario y que las dudas que habían surgido
Rosario, XIII: p. 593, citado en Rafael Gómez Hoyos, La revolución granadina de 1810: Ideario de
una generación y de una época, 1781-1821, 2 vols., Bogotá, 1962, p. 141. También Silva,IIustra- eran simplemente un malentendido, reconozcamos que la relación
do, pp. 230-231. entre las doctrinas jesuitas y la cultura política republicana es un po-
28
Gómez Hoyos, Revolución granadina, p. 146.
29
Chiararnonte, Ciudades, provincias, estados, pp. 28-30. Para los usos que el clero mexicano le da a co más complicada.
esas fuentes, véase Ana Carolina !barra, "Los formadores intelectuales del clero insurgente: Francisco En primer lugar que, tal y como Harro Hopfl señala en un estu-
Suárez, Ludovico Muratori y otros", ponencia en el simposio "Los Jesuitas formadores de ciudadanos.
La educación dentro y fuera de sus colegios (siglos XVI-XXI) " , 11 de noviembre de 2008, Universidad dio reciente, es muy difícil hablar de una "doctrina política colecti-
Iberoamericana. va" que identifique a los jesuitas. Existen, si, una serie de ideas
w Véase Stoetzer, Pensamiento político. Para la Nueva Granada, véase Gómez Hoyos, Revolución
granadina y Giménez Femández, Doctrinas populistas.
asociadas al probabilismo de Luis Malina y a la doctrina de la sobe-

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JES UITAS, CIUDADANII\ E INDEPENDENClr\ FRANCISCO A. ÜRTEGA

ranía popular de Francisco Suárez y Juan de Mariana, que poste- Pero ambos supuestos deben ser revisados. Si bien es cierto que
riormente son identificadas, en el contexto polémico del proceso de la presencia de ideas pactistas de trasfor¡.do escolástico constituyen
implantación del absolutismo carlista, con los jesuitas. 31 En segundo uno de las tradiciones a las cuales los ideológos y juristas neograna-
lugar, esas ideas no son patrimonio exclusivo de la tradición ibérica dinos apelaron durante el primer momento de crisis de la monarquía,
o hispánica sino que, como demuestra igualmente Hopfl, hacen par- también es cierto que el contexto ibérico había mudado considera-
te de la cultura política europea de los siglos XVI, A.'VII y XVIII. 32 blemente durante las últimas décadas del siglo XVIII y, sobre todo,
Aun más, el historiador británico Quentin Sk.inner nos recordará la se hallaba circunscrito y atravesado por debates culturales y políticos
teoría de la soberanía popular exhibe una cierta continuidad en sus de otra índole, debates en los cuales también participaba la elite in-
formulaciónes jesuitas y calvinistas y "en sus desarrollos posteriores, telectual americana.3 4 Todo esto hada que las así llamadas doctrinas
fue en esencia independiente de cualquier credo religioso y estuvo a neoescolásticas del pactismo entraran en diálogo con otros lenguajes,
disposición de todas las partes en disputa". 33 adquirieran nuevos matices, se resignificaran, fueran usadas para ex-
Aquellos argumentos que invocan una continuación relativa- presar aspiraciones completamente ajenas a las que tenía en su con-
mente inmaculada del pensamiento escolástico a principios del siglo texto original. Así, como bien escribe Pierre Rosanvallon, "la idea
XIX, tales como los célebremente avanzados por Rafael Gómez de igualdad política [tan importante en los primeros ejercicios insti-
Hoyos y Carlos Stoetzer -con toda la riqueza conceptual que le apor- tucionales neogranadinos] es tan ajena al universo del cristianismo,
tan a la comprensión del pensamiento político de la independencia- como al del liberalismo original". 3 5 La cultura política de antiguo
caen en dos tipos de anacronismos. En primer lugar, suponen que un régimen, incluidas las doctrinas suaristas, no estaban orientadas a
lenguaje político se caracteriza principal o fundamentalmente por su producir la igualdad liberal, sino a fortalecer un orden establecido y
léxico, con independencia de los contextos en los que circula, los in- a orientar a los diferentes sectores de la población de acuerdo con
terlocutores que lo usan, los problemas a los que se enfrenta, es de- su lugar en la estratificación social. En el universo suarista las jerar-
cir, sin consideración alguna por la lógica que lo articula y le da vida quías no sólo eran naturales, eran buenas y necesarias.
social. En segundo lugar, en aras de rescatar una modernidad católi- Aquellos que sentían propia esa aversión a la nueva lógica políti-
ca e hispánica estos autores con frecuencia suponen que las ideas li- ca encontrarán incompatibilidades constantes con los ideales libera-
berales estaban presentes en Suárez o Mariana o que las primeras no les propios de las revoluciones transatlánticas de finales del siglo
son más que reelaboraciones de las libertades consagradas por los XVIII. El jesuita sueco Lorenzo Thjulen insiste en su Nuevo vocabula-
españoles clásicos. rio filosófico-democrático 01 enecia, 1799; Sevilla 1813) en la incompatibi-
lidad entre el cristianismo y las ideas de igualdad -un discurso que
3' Harro Héipfl, jesuit Politica/ Tbougbt: Tbe Society of je.sus and tbe State, c. 1540-1630, Cam- fue retomado por buena parte del clero fidelista en América-. Su
bridge, Reino Unido, Cambridge University Press, 2004. Véase también Dale K. Van Kley, Los orígenes
religiosos de la Revolución francesa: de Ca/vino a la Constitución Civil (1560-1791), tr. Carmen "intransigencia antijacobina" lo lleva a definir él vocablo "Democrá-
González del Yerro, Madrid, Encuentro, 2002. tico" como la voz "que por activa significa ateo, ladrón, asesino".3 6
32 Esto mismo argumentaban los jesuitas ante sus acusadores en 1767. Tal es el caso del padre José Fran-

cisco de Isla, quien en su Análisis, o sea anatomía de la llamada Consulta del Consejo extraordina-
rio de Castilla al Rey, en vista del Breve del papa Clemente XIU, con fecba del30 de abril de 1767, 34
Para un estudio reciente, véase el libro de Jaime Urueña Cervera, Nariño, T01res y la Revolución
señalaba que "todo esto se enseñaba en todas las naciones de la cristiandad antes de que hubiese en el francesa, Bogotá, Ediciones Aurora, 2007.
mundo jesuitas". Cita tomada de José Andrés Gallego, "1767: por qué los jesuitas", en Los jesuitas espa- 35
Pierre Rosanvallon, La consagración del ciudadano. Hist011'a del sufragio universal en Fran-
i'íoles expulsas. Su imagen y su contribución al saber sobre el mundo bispánico en la Europa del cia, tr. Ana García Bergua, México, Instituto Mora, 1999, p. 11.
siglo XV!ll, editado por Manfred Tietz, Frankfurt!Madrid, Vervuert!lberoamericana, 2001, p 86. 36 "En el dialecto democrático libertad no fue otra cosa que una mercadería imaginaria [ ... ] En el
33 Quentin Skinner, Tbe Foundittions oj Modem Political Tbougbt, Cambridge, Reino Unido, Cam-
dialecto terrorístico, significa potestad absoluta en los malvados, rabiosos y bribones de una nación
bridge University Press, 1978, voL11, cap. v, "The Reviva! of Thomism", pp. 135-173, 347. para robar y matar a los ciudadanos pacíficos, laboriosos y honrados [... ) En el dialecto democrático

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J ES UITAS, CIUDADAN ÍA E l NDEPENDENCIA FRANCISCO A. ÜRTEGA

No sorprende, entonces, notar que muy rápidamente los plan- No se trata -y éste es el segundo punto- de "hacer una simple
teamientos autonomistas iniciales (sustentadas sobre las tesis de la 'historia de las ideas' en las que unas s~ sucedan nítidamente por
retroversión de la soberanía) irán evolucionando hacia fórmulas de otras consideradas modernas, sirio más bien de comprender las
corte liberal, y para ese entonces ya no será tan fácil afirmar que las condiciones en las cuales se elaboran y transforman las categorías" o
"ideas" imperantes sean de raiz o sustrato suarista. Buena parte de la nodos conceptuales -tales como el ciudadano- que recogen y elabo-
producción periodística de 181 O y las primeras constituciones (de ran las experiencias sociales, producen horizontes de posibilidad, se
1811) así lo hacen evidente. acompañan de prácticas sociales y cobran vigencia al amparo de una
iristitucionalidad específica.39 E n nuestro caso, por ejemplo, tendríamos
II. Barbaridad infinita y formadores de paganos que señalar cómo la categoría de ciudadano reaparece con fuerza
musitada a finales del siglo XVIII, de la mano del republicanismo ne-
¿Cómo entonces acercarnos a la pertinencia o actualidad que pueda oclásico, para -en el contexto neogranadirio- designar un nuevo su-
tener la tradición jesuita en ese momento? ¿Cómo comprender esa jeto social definido por una serie de atributos, entre los que se destacan
contemporaneidad sin caer en el anacronismo mencionado? ¿Cómo la exaltación del compromiso cívico, la facultad del buen gusto, la
reiristalar los priricipios de precariedad e incertidumbre que gobier- capacidad de ejercer la crítica, el uso de un saber útil, la búsqueda
na la acción y la imaginación humanas? 37 Para empezar a responder del bien común y la devoción al entorno (patriotismo criollo). La figura del
estas preguntas, necesito plantear cuatro principios metodológicos. ciudadano ilustrado recorta efectivamente lo social al diferenciar un
En primer lugar, el vocabulario de causas e influencias es inade- orden de posibilidades (el bueno versus el mal ciudadano), delimitar
cuado para comprender la articulación de la cultura política de las tensiones con otros modos de ser (vecino, vasallo o feligrés), habitar
sociedades coloniales -entre las que tienen un lugar iridudable la ex- nuevos espacios de sociabilidad (tertulias, sociedades patrióticas,
periencia y el pensamiento jesuita- y lo que se ha dado en llamar la etcétera), consagrar idearios (la amistad, la igualdad, etcétera), pro-
cultura política de la modernidad republicana liberal. Más que eso se mulgar prácticas (el estudio científico, el proyectismo ilustrado, etcé-
trata de encontrar la vigencia o actualidad de un "lenguaje político", tera) y consagrarse como ideal social.40
es decir, de un modo de concebir los problemas, aun cuando las En tercer lugar, el objetivo no es identificar ideas, categorías o
preguntas formuladas admitan diversas respuestas.38 conceptos que reaparecen en diversos momentos de la historia, sirio
reconstruir un modo característico de producirlos. Como señala Elías
Palti: "no basta, pues, con analizar los cambios de sentido que su-
simple significa mando puesto en manos de bribones, y nada más; porque hay experiencia constante fren las distintas categorías, sirio que es necesario penetrar la lógica
que donde ellos mandan, la opresión, la tiranía, el robo y las demás lindezas se definen con el término que las articula, cómo se recompone el sistema de sus relaciones re-
de libertad [ ... ] El dialecto libertinístico no admite libertad mientras no estén destruidas del todo la i
religión y las costumbres y puestas las riendas del gobierno en manos de libertinos e intrigantes". Lo- ciprocas".41 Los contextos discursivos constituyen aquellas iristan-
renzo Thjulen, Nuevo vocabulario filosófico-democrático indispensable para todos los que deseen
entender la Nueva Lengua Revolucionaria, Barcelona, Hermanos Torras, 1799?, p. 111. Véase el re- 1
ciente libro de Alessandro Guerra, JI vile satellite de/trono: Lorenzo lgnazio Thjulen. Un gesuita 39
Jbidem , p. 18. Para un desarrollo más general, véase Thiery Leterre, "La naissance et les transfor-
svedese per la controrivoluzione, Milan, FrancoAngeli, 2004.
37
El objetivo de una nueva mirada sobre la cultura política "no tiene otra pretensión que comprender
desde el interior las certidumbres, los tanteos o las cegueras que gobiernan la acción y la imaginación
de los hombres". Rosanvallon, Consagración del ciudadano p. 17.
38
El concepto de lenguaje político ha sido desarrollado por J G. A. Pocock, Political rhougbt and
Hístory. Essays on The01y and Method, Cambridge, Reino Unido, Cambridge University Press, 2009.
l
1
t
mations de l'idée de citoyennete", Cahiers Franr;aís, 281: 1997.
40
En un ensayo de próxima aparición desarrollo los atributos del ciudadano ilustrado en la Nueva
Granada. Véase las actas del "Encuentro Internacional Conmemorativo del Bicentenario de la Inde-
pendencia Hispanoamericana y el Centenario de la Revolución Mexicana", editadas por María Victo-
ria Crespo, UNAM/Universidad de Morelos, programado para publicación en 2010.
4
En particular, véase su ensayo "The Concept of a Language and the rnétier d'historien", pp. 87-105. ¡ ' Elías José Palti, El tiempo de la política. El siglo XIX reconsiderado, Buenos Aires: Siglo XXI Edito-
res, 2007, p. 17.

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JESUITAS, CIUDADANÍA E IN D EPENDENC IA FRAN CISCO A. ORTE G A

cías localizadas de intercambio en el que se verifica su eficacia social es simplemente inconcebible en el siglo XVIn.42 El fiscal neograna-
y nos permite vincular estas categorías con actores, prácticas e insti- dino Francisco Moreno y Escandón (el mismo que llevó a cabo la
tuciones concretas. expulsión de los jesuitas) escribió en su informe de 1772 que
Así pues, y para seguir con nuestro ejemplo, resulta claro que
para el momento en que Camilo Torres redacta el "Memorial de Aunque todo el gobierno político tiene estrecha conexión con
Agravios" (1809), a nombre del Cabildo de Santafé, el problema las materias de la Iglesia y la Religión, cuyo fomento y amparo
fundamental para los americanos es el de la Nación, más concreta- en unas de las primeras obligaciones, pero es incomparable-
mente, que el programa de reforma adelantado desde la época del mente mayor en América, donde la introducción, conserva-
Ministro de Indias José de Gálvez ha dejado a los americanos espa- ción y fomento de la religión católica se debe a los esmeros de
ñoles en condición de marginalidad y desigualdad con relación a los nuestro católico monarca, que a proporción disfruta entre
europeos frente a la nación. En 1809, estar al margen de la Nación otras facultades y regalías, la de patrono único y universal de
significa no hacer parte de la Republica, quedar por fuera de la re- todas las Indias, y es dueño de todos los diezmos, con la pen-
presentación. Camilo Torres llama a esa anomalía -apelando a la sión de mantener el culto en las iglesias y sus ministros.43
noción suarista de pacto social- el principio de degradación. Sin
embargo, la discusión sobre la representación que plantea Torres se Las palabras de Moreno y Escandón nos recuerdan que debe-
hace invocando la "reciprocidad e igualdad de derechos", y propone mos re-vincular las doctrinas políticas asociadas con el Estado, la es-
la representación en términos numéricos, a nombre de la nación, fera civil y la educación en los colegios jesuitas a las teorías y
vocablos y modalidades que comienzan a anunciar una dimensión prácticas evangélicas que ellos mismos desarrollaron en las misiones
previamente ausente y que marca el surgimiento de otro lenguaje durante su estadía en América; y agrega:
político, de otro régimen de producción de cuerpos políticos.
Atendiendo a los tres principios que he invocado, uno tendría Desde que [el Rey] adquirió la dominación de este nuevo orbe,
que volver sobre la pregunta inicial de Menéndez Pelayo y retirarse aplicó sus desvelos a que los indios que lo poseían, y sus des-
con cierto escepticismo en torno a la llamada influencia doctrinal de cendientes, no sólo fuesen bien tratados, conservándoles mu-
los jesuitas en la Independencia. Sin embargo, antes de concluir chas de las pre-eminencias que gozaban, sino que lograsen la
permítaseme simplemente regresar una vez sobre esa pregunta re- instrucción política y [... ] la de la religión en la verdadera doc-
tórica y examinar brevemente otro de los modos posibles en que la trina y dogmas católicos, a cuyo intento se dirige el principal
tradición jesuita ha participado de la construcción de una ciudadanía objeto de las leyes sabiamente establecidas para su gobierno.44
política contemporánea.
Empezaré por mencionar la cuarta observación metodológica.
Es necesario asumir como punto de partida que en el siglo XVIII la
actividad eclesiástica (incluida la reflexión teológica) no es, estricta-
i Notemos que la discusión sobre la influencia de los jesuitas en la
construcción de la cultura política de la independencia parte de pre-
suponer que ésta se halla en ciertas ideas o prácticas desarrolladas en
mente hablando, separable del gobierno secular (y el pensamiento
42
No1111a Durán, "De la evangelización de los mendicantes a la 'rectificación' jesuita de José de Acosta",
político civil). No sólo, como bien señala Norma Durán eri un re-
ciente ensayo, la religión apenas empieza a deslindarse como expe-
1 en Escrituras de la modemidad. Los jesuitas entre cultura retórica y cultura científica, Perla Chin-
chilla y Antonella Romano (coords.), México, uWL'École des Hautes Études en Sciences Sociales, 2009.
43 /dem.
riencia autónoma susceptible de ser estudiada independientemente a 44
Francisco Antonio Moreno y Escandón, "Estado del Virreinato de Santafé, Nuevo Reino de Granada
partir del siglo XIX, sino que en la América hispánica esa separación ... " (1772), en Colmenares, Re/adanes , vol. l, p. 256

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JESUITAS, CIUDADANÍA E INDEPENDENCIA FRANCISCO A. ÜRTEGA

los colegios y asociadas a lo que llamaríamos la modernidad política. rhetorz"cae, Granada argumenta que para los cristianos viejos se debe
Sin embargo, una mirada que integre la experiencia colegial con la usar el amplicato para generar mayor emoción e intensificar la fe y
misional, la ciudad con el campo, el buen cristiano con el indígena, convertirla en acción. En el Breve tratado, por el contrario, la audiencia
vislumbrará que la construcción de los primeros va de la mano con la neófita requiere breves razonamientos que despierten la fe.47 El do-
de los segundos y que no en balde el opuesto de ciudadano es el pa- minico Bartolomé de Las Casas y el franciscano mestizo Diego Va-
gano, es decir quien "vive en la campaña, o en el campo, que no go- ladés, herederos de esa tradición, insisten en la persuasión retórica y los
za del derecho de Ciudadano". 45 métodos pacíficos para convertir los indígenas.
En un importante libro sobre la educación jesuita, Pilar Gonzalbo Juan Ginés de Sepúlveda formula una posición opuesta que, en
identifica dos vertientes pedagógicas: una minoritaria o elitista y otra -que términos pragmáticos, fue igualmente importante durante el proce-
ella llama- la instrucción popular. Para la primera, los jesuitas habían so de conquista y dominación. Para Sepúlveda, los indios son bárba-
destinados los colegios y universidades y el contenido humanista de la ros "que apenas merecían el nombre de seres humanos", incapaces
&tio stttdiorum (1599); para la segunda, las misiones infieles y estrategias de ser persuadidos. La guerra contra ellos es justa y el objetivo es
evangélicas apropiadas, como "la predicación, la catequesis, las confe- someterlos "y a ellos ha de serles todavía más provechoso que a los
siones marianas, las misiones circulares y los festejos populares". 46 españoles [...] y si rehúsan nuestro imperio podrán ser compelidos
El desarrollo particular que tendrá el proceso de evangelización por las armas a aceptarle, y será esta guerra [... ] justa por ley natu-
indígena, va a quedar consignado en un documento contemporáneo ral".48 Aunque el padre José de Acosta y los jesuitas que lideraron el
a la &tio (y contemporáneo también a las notas del viaje a China de III Concilio no se adhirieron a la totalidad de la doctrina de Sepúl-
Matteo Ricci), el Catecismo y exposición de la doctrina christiana por sermo- veda, su punto de partida rectificó de manera decisiva lo que Juan
nes (1585), producto del Tercer Concilio Limense (1583). El Concilio Carlos Estenssoro llama la primera evangelización.49 Esa rectifica-
fue dirigido por el jesuita José de Acosta, quien escribió el proemio ción parte, igualmente, de una distinción que Acosta hace entre euro-
del catecismo, "Del modo que se ha de tener en enseñar y predicar a peos y bárbaros. Para él existen tres tipos de bárbaros: letrados (los
los Indios". Acosta es igualmente el autor del monumental y decisi- chinos, japoneses, etcétera), con policía pero sin letras (los antiguos
vo De Promranda indorum salute (1577). mexicanos y peruanos) y los "hombres salvajes, semejantes a las bes-
Fundamental para el propósito de educación y evangelización tias que apenas tienen sentimientos humanos , sin ley, sin rey, sin
indígenas será la noción de retórica. Ésta necesariamente construye pactos" (los indígenas actuales de las Américas).so La facultad de la
una idea precisa de los destinatarios y las estrategias necesarias para razón estaba sustancialmente disminuida en estos últimos debido a que
efectivamente comunicar el mensaje. Luis de Granada (1504-1588) habían vivido inmersos en idolatrías y no tenían "más ley que un
escribe dos tratados sobre retórica evangélica, uno dedicado a la pro- poco de luz natural, y esa muy oscurecida". 51
pagación de la fe en Europa y otro a la conversión de paganos. Los
47
preceptos eran clásicos en ambos casos, pero adaptados de modo Don Paul Abbott, Rhetoric in the New World· Rhetorical Themy and Practice in Colonial Spanish
America, Columbia, University of South Carolina Press, 1996.
diferente a sus condiciones particulares. En el primer, Ecclesiasticae 48
Juan Ginés de Sepúlveda, Demócrates JI o tratado sobre las justas causas de la guerra contra los
indios, México, Fondo de Cultura Económica, 1987; pp. 133; 135. · ··
49
Juan Carlos Estenssoro Fuchs, Del paganismo a la santidad la incorporacián de los indios del Perú al
45 "Es del latino Paganus, que significa rigurosamente lo mismo". "Se toma también por el Infiel no catolicismo. 1532-1750, tr. Gabriela Ramos, Urna, Universidad Católica del Perú/Iffi\, 2003, pp. 179-193
50
baptizado, y que está fuera del gremio de la Iglesia Cathólica", RAE 1737; cit. en Covarrubias. José de Acosta, De procuranda indorum salute, ed. de Luciano Pereña, 2 vols., Madrid, Consejo
46 "Claro que esta labor requería de medios propios y específicos como fueron la predicación, la cate- Superior de Investigaciones Científicas, 1984, p. 55.
quesis, las confesiones marianas, las misiones circulares y los festejos populares". Pilar Gonzalbo Aiz- ;¡José de Acosta, Historia natural y moral de las Indias, ed. de José Alcina Franch, Madrid, Dastin,
puru, La educación popular de los jesuitas, México, OlA-Departamento de Historia 1989, p. XIV. 2003, Libro I, cap 24, p. 118.

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JESUITAS, CIUDADANÍA E INDEPENDENCIA
FRJ\NCISCO A. ORTEGA

Los misioneros de la Compañia corroboraron ese punto de parti- ta interpretación se hizo evidente en catecismos, manuales para ex-
da. Así, Ludovico Bertonio, misionero en Bolivia, escribió en el tirpación, doctrinas y la elaboración de diccionarios indígenas, hasta
prólogo al Vocabulario de la lenguaAymará (1612): "Toda esta nación de volverse un punto común. SS
indios esta bien lastimada y herida en el entendimiento con su poca Ambas estrategias consideraban la tarea evangélica como per-
capacidad, y en la voluntad con la muchedumbre de malos habitos, y manente e inacabable; en los dos casos tenemos un sujeto indígena
mucho estrago de vicios, con poca esperanc;:a de su mejoría". construido a partir de la negación de los atributos de aquellas que defi-
Ante un interlocutor incapaz de hacer uso de la razón y cuya vo- nen el sujeto virtuoso formado en los colegios, en la Ratio studiorum.
luntad se manifiesta herida, el misionero tiene apenas dos estrategias Puede ser que ese suj eto virtuoso no tenga una fórmula de continuidad
que puede seguir. En primer lugar, el signo religioso procurará en- con el ciudadano liberal (con la modernidad), pero podemos afirmar
cantarlos y deleitarlos con ceremonias y ritos para de ese modo atra- con alguna certeza que la práctica evangélica produce un sujeto
erlos al cristianismo y hacerles olvidar sus antiguas creencias. 52 En disminuido en la facultad de la razón, cuya voluntad está viciada de
De procuranda indorum salute José de A costa escribe: "Será también malo s hábitos por la muchedumbre, un sujeto destinado a no ser
muy útil poner la máxima diligencia en los ritos, señales y todo culto ciudadano, a quedar por fuera de la ciudadanía por buena parte de
externo, porque con ellos se deleitan y entretienen los hombres em- los siglos XIX y XX.
brutecidos hasta que poco a poco se vayan olvidando y perdiendo el Es de notar que esas estrategias fueron efectivamente incorpo-
gusto de las cosas antiguas [... ] pues no es primero lo espiritual, si- radas por el aparato civil. Juan de Solórzano y Pereira, oidor de la
no lo animal". 53 En segundo lugar, el deleite debe ser suplementado Real Audiencia de Lima, fiscal del Real Consejo de Indias y quizá el
con la extirpación de las antiguas costumbres: "Después cuidará de más destacado jurista del derecho indiano, explícitamente pone co-
ir, progresivamente y con cautela, destruyendo los monumentos mo modelo la labor evangélica y los trabajos de Acosta y los jesui-
conmemorativos de su antigua superstición, a fin de que lleguen a tas: "realmente, -escribe- en todas partes se aventajan estos Padres
olvidar completamente sus ídolos, guacas y todas sus oraciones, y en en la enseñanza y amparo de los pobres indios, como de la dem ás
vez de ellas frecuenten obras piadosas y cristianas [...] En fin, hay juventud que tienen a su cargo''.5 6 Aun más, la vigencia de la doctri-
que curar el veneno de la perversa costumbre con el antídoto de na de Acosta es ratificada por el Concilio Provincial de Lima (1772-
otra costumbre". Esa extirpación necesita apoyarse en la violencia, 1773) que re-edita el catecismo y lo recomienda.57
pues el indígena no es consciente de su propia perversión. Y es no- ¿Deseaban y podían los insurgentes americanos, deseosos de
torio que al final, dice Acosta, los nativos se someten voluntaria y romper con la institucionalidad metropolitana, romper también con
agradecidamente: "[que] los indios llevan bien el castigo que es jus-
55
to, y que si no se les castigan no hacen caso de solas palabras".54 Es- Para el caso de la Nueva Granada, véase el texto de Antonio Julián, Monarquía del diablo en la genttlidad
del
56
Nuevo Mundo Amlflicano, ed. de Matio Germán Romero, Bogotá, Instituto Caro yCuervo, 1994.
52
Juan de Solórzano Pereira, Política indiana, ed. de Francisco Rodríguez Valenzuela, 5 vols., Ma-
Ignacio de Loyola proponía en los ejercicios espirituales un "equilibrio entre la razón y los afectos drid, Atlas, 1972 (Biblioteca de Autores Españoles), Lib. IV, cap. 16, n. 44.
57
sensibles, pero con el transcurso del tiempo los jesuitas novohispanos recurrieron cada vez más al Para que los curas, y otros ministros prediquen, y enseñen a los Indios, JI a las demas perso-
dramatismo de la predicación y a la ambientación sobrecogedora de las mediaciones". Gonzalbo Aiz- nas: Conforme a lo que se proveyo en el Santo Concilio Provisional de Lima el año pasado de
puru, La educación popular de los jeswtas , p. 230. Véase igualmente pp. 63-80. Perla Chinchilla 1583. Mandado reimprimir por el Concilio Provisional del año de 1773, Lima, En la oficina de
Pawling ha identificado una retórica de las pasiones asociada a la oratoria de las misiones. Perla la calle de San Ignacio. No existen las actas del inconcluso Concilio Provincial de Santafé (1774-
Chinchilla Pawling, De la "compositio loci" a la República de las letras. Predicación jesuita en el 1775), así que buena parte de la doctrina eclesiástica local se construye como continuidad con las di-
siglo XVI!novobispano, México, OlA-Departamento de Historia, 2004, pp. 190-191. rectrices limeñas. Adicionalmente, es de notar que Baltasar]aime Martínez de Compaíion fue el secre-
53
Acosta, De procuranda, r, p. 377. Véase también pp. 85-89. tario del Concilio Limense, y en 1780 fue designado obispo metropolitano de Bogotá. Para la historia
54 Ibidem, 1, p. 406. Joseph Arriaga, jesuita misionero en el Petú y discípulo de Acosta, escribe dos re-
de los concilios hispanoamericanos, véase Elisa Luque Alcaide, "Los concilios provinciales hispanoa-
tóricas: laRbetoris Cbristianis (1619) y laExthpación de la idolatría en el Plfi1Í (1621). mericanos", en Saranyana y Alejos-Grau (eds.), Teología enA.mélica Latina, pp. 423-524.

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J ES UITAS, CIUD ADAN iA E INDEPEN DEN CIA

esa figura del indígena como disminuido y urgido de tutelaje? ¿Son


sus reclamos autonomistas o independentistas los de una ciudadania
incluyente o, por el contrario, opera igualmente la estructura del pa-
ganus, de quien queda por fuera de la ciudadania efectiva?
Ciertamente el m omento de la crisis politica y de la constitución
de lo s primeros estados neogranadinos (18 10-1814) ve la proclama y
circulación del lenguaje de ciudadania como sujeto que participa de
la soberania nacional, formalmente igual ante la ley, cons tituido por
EL MENSAJERO DEL CORAZÓN DE j ESÚS:
derechos políticos y extendible a todos los habitantes del territorio.
Así, la p rimera constitución del territorio neogranadino , la de Cun - ¿DEVOCIONARIO O REVISTA POLITICA?*
dinamarca del 30 de marzo de 1811, le concede a todos lo s hombres
los derechos a "la igualdad y libertad legales, la seguridad y la pro-
piedad" (art. 1) y señala que "todos los ciudadanos tienen igual de-
recho a concurrir directa o indirectamente a la formació n de la ley y
al nombramiento de sus representantes" (art. 13). Similarmente la
constitución de Tunja de 9 de diciembre del mismo año fija que
MIGUEL R ODRÍGUEZ
"Gozan del derecho de ciudadan o [. . .] todos los sujetos que ac-
Universidad de P arís-Sorbonne
tualmente residan dentro de la provincia" (sección IX, art. 2) y -en
la única mención explicita a la figura del indígena en todas estas
constituciones- señala que "Ni en las escuelas de los pueblos ni en
las de la capital habrá preferencia ni distinciones, entre blancos , in-
dios u otra clase de gentes. Lo que en este Estado distinguirá a los
jóvenes será su talento y los progresos que hagan en su propia ilus-
tración" (sección VI, art. 3).
Sin embargo, muy pronto pasará la euforia (tal vez similar a la de
los primeros evangelistas) y pronto se instalará una visión más
pragmática, más "sepulvediana" podríamos decir, que rearticulará
esas diferencias coloniales para construir una ciudadania diferencia-
da en el contexto poscolonial a partir de la figura del pagano. Una
visión que en todo caso nunca estuvo muy lejos del sentir de los
más preciados próceres de la Independencia. E l ya mencionado
"Memorial de Agravios" que, recordémoslo, reclamaba igualdad de
representación entre las partes de la nación, señalaba que "Los natu-
rales, conquistados y sujetos al poder español, son muy pocos, o
son nada, en comparación de los hijos europ eos que hoy pueblan
. estas ricas posesiones".

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