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partes hubieran estipulado lo contrario (art. 346 CCyC). De allí, se justifica la solución
que proporciona la disposición en examen en cuanto considera que el objeto del acto
resulta “convalidado” si deviene posible con posterioridad, antes o al tiempo del cum-
plimiento.
1. Introducción
Esta norma pone fin a la interminable discusión entre causalistas y anticausalistas al optar
por la primera de las posturas. En primer lugar, ubica metodológicamente la causa en la
teoría general de los hechos y actos. Se refiere a la causa fin como aquella que ha sido
determinante de la voluntad, sin la cual el acto no se hubiera realizado.
También asigna jerarquía de causa a los motivos —móviles subjetivos— en tanto sean
lícitos y hubieran sido incorporados en forma expresa al acto. También pueden serlo en
forma tácita, pero en este caso se convertirán en causa si hubieran sido esenciales para
la celebración del negocio.
2. Interpretación
2.1. Distintos significados de la palabra “causa”
Existen distintos significados de la palabra “causa”:
a) Causa fuente o causa eficiente: se trata en este caso del hecho generador del acto,
de las obligaciones o de los presupuestos de hecho de los cuales se derivan las obli-
gaciones legales.
c) La causa móvil o impulsiva: también llamada “causa ocasional”, está constituida por
los móviles o motivos. Se refiere a los fines concretos e inmediatos que las partes
tuvieron en cuenta al realizar el acto; los mismos están compuestos por el querer indi-
vidual, es decir, el fin que procuran obtener concretamente las partes.
La posibilidad de computar la causa final como esencial del acto jurídico no ha sido uni-
forme, pero aun quienes la admiten discrepan sobre cuál es el criterio que deberá tenerse
en cuenta.
a) Criterio objetivo: considera que la causa es el fin práctico del negocio, esto es, la
razón económica típica que caracteriza invariablemente a cada acto jurídico de la
misma especie. La causa, así entendida, se identifica con el interés social que el acto
representa.
b) Criterio subjetivo: toma básicamente en cuenta el elemento psicológico que determi-
na la voluntad y lleva a la persona a celebrar el acto. Es un fin particular y variable, con-
creto. Dice Josserand que la causa cumple el fin de moralizar el derecho en el ámbito
del negocio jurídico —se trata de los móviles que determinaron a la parte a celebrar el
acto—. El mencionado autor distingue, a su vez, entre intención o finalidad inmediata y
el móvil concreto que indujo a las partes a realizar el negocio. La intención forma parte
estructural del acto, por ejemplo, la intención de realizar una liberalidad es inseparable
de la donación. En cambio, los móviles son extrínsecos al acto e individuales. En otras
palabras, la intención es el fin inmediato, igual e invariable en todos los negocios de su
especie, mientras que los móviles son particulares y variables.
c) Criterio ecléctico: para esta posición, ninguna de las teorías precedentemente enun-
ciadas, consideradas de manera aislada, resulta correcta. Es preciso lograr una síntesis
de ambas. Señala Cifuentes que esta postura atiende, por tanto, al fin abstracto que
persigue el negocio, como así también al propósito concreto que indujo a las partes
a alcanzarlo, al menos cuando dicho propósito fue incorporado como razón determi-
nante de la declaración de voluntad.
Así, en la compraventa, la causa que se reitera en todos los actos de esa índole es el in-
tercambio cosa-precio, mientras que los motivos individuales serían la adquisición, por
ejemplo, para vivienda o para un determinado establecimiento comercial. Es precisa-
mente esta noción la que toma el CCyC al considerar que causa es tanto el fin inmediato
autorizado por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad, como
también los motivos exteriorizados cuando —obviamente— sean lícitos y hayan sido
(233) Escalada, Federico, La causa final en el Derecho Civil, Bs. As., AbeledoPerrot, 1968, p. 99.
incorporados al acto en forma expresa, o bien tácitamente, si son esenciales para ambas
partes.
La postura que adopta el CCyC permite hacer más importante y significativa la aplicación
de la causa en determinadas situaciones. Así, en materia de liberalidades, la teoría de la
causa permite dejar sin efecto donaciones cuando están desprovistas del fin perseguido
por el donante y no tiene sentido su subsistencia. También es funcional a las situaciones
de enriquecimiento sin causa.
1. Introducción
El artículo establece como principio general que todos los actos se presumen celebrados
con causa fin. Seguidamente, se refiere a la falsedad de causa y dispone que en caso de
que la causa expresada sea falsa, será válida la causa real o verdadera, por supuesto,
siempre que esta sea lícita.
2. Interpretación
2.1. Presunción de causa
Este artículo establece principios sustancialmente idénticos a los que preveían los
arts. 500 y 501 CC. Es decir, todos los actos se presumen realizados con una causa que
es, entonces, la razón que determinó su celebración. Esta conclusión es compatible con
la realidad de las cosas por cuanto las personas no actúan en forma irracional, sino que
celebran sus actos jurídicos por alguna razón o motivo. Por tanto, es preciso reconocer
que los negocios tienen sustento en una declaración de voluntad hasta tanto no se prue-
be que existe algún defecto que invalida o pone de relieve que no existe tal causa.
También es posible incluir en este supuesto las distintas hipótesis de error esencial cuan-
do este radica en la causa principal del acto. Se trataría, en este caso, de una hipótesis
de falta de causa.