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1
Díaz, Clemente A. Instituciones de Derecho Procesal Civil T. I, Ed. Abeledo Perrto Bs.As. 1968. pág. 212.
2
De De La Rúa, Angelina, De la Vega de Opl, Cristina G., Código Procesal Civil y Comercial T. I Ed. La Ley
pág. 129.
Si hay un principio que define al proceso civil, es el “dispositivo” , conforme al cual las
partes son las que manejan el proceso; lo que lo diferencia sustancialmente del sistema
“inquisitivo” que impregna el proceso penal.
Las definiciones clásicas de este principio establecen que el mismo consiste en "aquel en
cuya virtud se confía a la actividad de las partes tanto el estímulo de la función judicial como la
aportación de los materiales sobre los que ha de versar la decisión del juez"
De acuerdo con la versión originaria de este principio, en las contiendas civiles las partes -y
sólo las partes- son las dueñas del proceso, desde el momento en que poseen en forma
exclusiva y utilizan a su antojo la pretensión y la oposición a la misma, dos manifestaciones de
sus sendos derechos de acción.
Así se ha dicho que “El principio dispositivo deja en manos de los litigantes tanto el
estímulo de la función jurisdiccional como la aportación de los materiales sobre los que debe
versar la decisión del juez. A las partes incumbe fijar el alcance y contenido de la pretensión y
oposición, lo que se hace en la demanda y en su contestación. Aquí se produce una delimitación
del tema en debate, de “thema decidendum”, al cual queda sujeto el juez; de allí que la
sentencia no puede tomar en consideración hechos aducidos y cuestiones planteada con
posterioridad a la "litis contestatio" (arts. 327 y 330 del C. de P.C.). La fiel observancia de
aquel precepto hace a la congruencia que necesariamente debe existir entre la decisión y los
pedimentos de las partes (Ramacciotti, Compendio de Derecho Procesal Civil y Comercial de
Córdoba, Tº l, p. 802)” 3.
La mirada recae, entonces, sobre la imagen de dos sujetos procesales en igualdad de
condiciones disputando ante un juez-árbitro la vigencia de derechos netamente patrimoniales,
disponibles y cuyo resultado sólo a ellos interesa y a nadie más.
"En materia civil rige el principio NEMO JUDEX SINE ACTORE. Sin iniciativa de la
parte interesada, no hay demanda, y, en consecuencia, proceso". Además, "en un proceso
acentuadamente dispositivo, el principio de impulso procesal se halla confiado a las partes. No
existe, salvo texto en contrario, caducidad de términos procesales, si la parte contraria no
provoca esa caducidad mediante el instituto conocido con el nombre de acuse de rebeldía." 4
El principio se manifiesta a través de:
1. Iniciativa: no puede haber proceso sin petición de parte.
2. Impulso Procesal: no basta con plantear la demanda, sino que ése es el punto de inicio
de una serie de cargas técnicas a través de las cuales ambas partes -movidas por sus
propios intereses- deberán llevar adelante determinados actos regulados por los
Códigos rituales para evitar que la litis se estanque y muera por caducidad. Por su
parte el juez deberá esperar esta actividad de las partes para tomar decisiones, no
pudiendo adoptar medidas de impulso en forma oficiosa. Aquí aparece el vínculo entre
el principio dispositivo, la preclusión y su máxima expresión: la cosa juzgada. Por otra
parte, la contracara de la falta de impulso procesal, en nuestro ordenamiento, es la
posibilidad de peticionar la caducidad de esa instancia, lo cual también es a instancia de
la contraria, ya que no existe la posibilidad de declararla de oficio.
3
CCiv. y Com. 5ª Nom. Córdoba. A.I. nº 05 – 06-02-2009 – “Córdoba Bursátil S.A. c/ Asensio, Jorge Eduardo
Marcial y Otro – Presentación Múltiple Ejecutivos – Expte. nº 1052576/36”.
4
Couture, Eduardo J., "Principios de Derecho Procesal", Ed. Depalma, pag. 185 y ss.
3. Delimitación del thema decidendum: son las partes las que a través del planteo de las
pretensiones y defensas construyen el infranqueable cerco dentro del cual debe moverse
el juez para resolver el pleito (principio de congruencia).
4. Aportación de los hechos: las partes llevan al proceso los hechos constitutivos del
conflicto cuya solución se persigue. el juez no puede tener por existente un hecho que
las partes no introdujeron en el pleito; y, a la inversa, no puede negar la existencia de
aquello afirmado por los dos contrincantes.
5. Aportación de la prueba: el principio dispositivo manda que el aporte de los hechos a la
causa habrá de ser completo, esto es, no bastará con alegarlos -como se vio-, sino que
también habrá que acreditarlos. Tarea que, nuevamente, recaerá en forma exclusiva en
las partes. Ello no obsta a que el juez pueda realizar preguntas en la testimonial,
preguntas para el perito, etc; lo que si le corresponde a las partes es ofrecer dicho
medio probatorio.
6. Disponibilidad del derecho material: lo que significa que una vez que se entabla la
demanda "el actor puede abandonarla expresamente (desistimiento), tácitamente
(deserción), por acuerdo expreso con el adversario (transacción) o por abandono tácito
de ambas partes (perención o caducidad). El demandado, por su parte, puede allanarse
a la demanda", caso donde el juez está obligado a dictar sentencia en contra de este
sujeto procesal. Cabe aclarar que estas pautas sólo son plenamente aplicables respecto
de derechos disponibles.
7. Legitimación para recurrir: Si el proceso es de las partes, ellas y sólo ellas pueden
motorizar la revisión de lo decidido en la medida en que hayan sufrido un agravio
concreto.
8. Efectos de la cosa juzgada: Finalmente, como colofón de esta serie de manifestaciones
del principio dispositivo encontramos como regla básica que la sentencia afecta sólo a
las partes y con un mismo alcance a todas ellas.
Ahora bien, las normas procesales en general, y el código ritual cordobés reconoce
excepciones a dicho principio, entre las que podemos señalar:
1.- la declaración de oficio de la incompetencia material dispuesta por el art. 1º del
CPCC, la cual tiene un límite temporal: que el juez no se haya avocado a la misma.
Este último dispositivo, que limita la oportunidad para la declaración oficiosa de
competencia prevé: “Una vez que se hubiere dado trámite a una demanda o petición, el
tribunal no podrá declarar su incompetencia de oficio”.-
En esa senda y pese a conceder la aparente incompatibilidad predicable entre esa
proscripción legal y el carácter absoluto que inviste la competencia material, la jurisprudencia
local ha avalado el sentido pragmático que inspira el precepto adjetivo sub-comentario,
explicando: “…es indudable que entre las cosas que la ley puede hacer se halla la de
abandonar o atenuar estos dogmas -que no son más que conceptos o herramientas técnicas-
si considera que no satisfacen el interés general. Si la distribución de la competencia por
razón de la materia está establecida en su propio interés -en el interés general de la
comunidad-, parece evidente que la ley puede declinar ese interés para subordinarlo a otro
que considere de mayor utilidad para el bien general. No puede negarse, en una palabra, que
la ley puede privilegiar la economía de los pleitos a la especialidad de los jueces. Que puede
considerar más útil para la comunidad, si la incompetencia no es declarada por el juez en el
primer momento ni denunciada por las partes, que los pleitos se resuelvan rápido aunque sea
por magistrados no especializados.” 5
Pero también adquiere particular relevancia memorar que, incluso bajo la vigencia del
anterior ordenamiento adjetivo -ley 1419 y sus modif.- (que, por cierto, no contenía una
restricción semejante a la consagrada en el último párrafo del art. 1º, C.P.C. ley 8465), la Sala
Civil y Comercial - con distinta integración- ya había alertado la existencia de otros motivos
que justificarían, de todas maneras, desconocer a los órganos jurisdiccionales la alternativa de
declarar su incompetencia de oficio en un estado avanzado del proceso. 6
Así, en dicha ocasión se explicó: “…los principios de economía procesal y seguridad
jurídica imponen la necesidad de relegar aquel temperamento y, por tanto, respetar la sede ante
la cual se ha sustanciado la controversia”… “En efecto, no se compadecería con el principio de
economía de actividad, entendido como la pauta directriz que abona el logro de una
tempestiva, apropiada y eficaz prestación jurisdiccional, si tras la superación de todas las etapas
del proceso en primera instancia, recién al resolver la causa se efectuara una declaración de
incompetencia. Sólo piénsese en el esfuerzo, tiempo y gastos que se diluirán innecesariamente
con esta manifestación, inutilizando el trámite de un proceso que, sin haber aún concluido, se
tornará inexorablemente inicuo”, reflexiones éstas que llevaran, en definitiva, a concluir: “…es
mayor lesión declarar la nulidad de oficio de un proceso que ha arribado a la etapa decisoria,
por considerarse incompetente el Tribunal, que convalidar lo actuado permitiendo su
conclusión ante el mismo. Razones de seguridad jurídica, economía procesal y resguardo del
derecho de defensa en juicio avalan esta decisión.”.
El criterio plasmado en dicho precedente fue recientemente recordado en un fallo
dictado por la Sala Civil, en el que se resolvió la anulación del proveimiento dictado por una
Cámara de Apelaciones, que emitió su declaración de incompetencia por razón de la materia
oficiosamente, al momento de sentenciar”.7
2.- la declaración de nulidad de oficio prevista por el art. 78 del CPCC cuando la
misma surge de manera ostensible.
Dice Clemente A. Diaz “Se encuentra ínsito dentro del poder-deber de dirección que el
juez tiene sobre la causa, el de ejercer debidamente la función corrector, con la cual se tiende a
sanear y subsanar el proceso. Es obvio que, el juez no puede permanecer impasible ante los
actos procesales irregulares o procesales anulables; pues de allí que la función sanadora
preventiva a veces de evitar nulidades se podría transforman en decretar ex officio nulidades.”
Recordemos que para un sector de la doctrina y de la jurisprudencia, los jueces no
pueden invalidar resoluciones firmes, cuando el acto defectuoso ha sido consentido, puesto que
se alteraría el derecho de defensa y el principio de igualdad de los litigantes. Para otros, esta
opción sería procedente si se tratare de materia no disponible para las partes, como la
competencia federal material o la integración de la litis; ya que no podría hablarse de
convalidación del vicio.
En principio, de conformidad al principio dispositivo del proceso civil, se limitan las
facultades de los magistrados, por lo que por regla general, no se pueden pronunciar sobre
aspectos que las partes no han sometido a su jurisdicción: no pueden declarar la existencia de
una prescripción, no pueden dar más de lo que solicitó, ni declarar la invalidez de un acto que
no ha sido pedida. Sin embargo puede señalarse como excepción los casos en que el vicio
aparece de manifiesto en el acto y provoca una nulidad absoluta (discutido este último
término).
5
Cám. 3ª Civ. y Com. Cba., Sent. nº 124 del 09/10/2007, in re: “Morales, Carlos H. y ot. c/ Comuna de
Simbolar - Ordinario”, D.J. Año 6, Nº 1342 del 06/2/2008, pág. 1.
6
Tribunal Superior de Justicia de córdoba, Sala civil y Comercial, “Fassi, Juan Domingo c/ Rogelio Raúl
Canelo y otro - Apelación y Nulidad - Recurso Directo”, Sent. nº 182 de fecha 03/1198.
7
Tribunal superior de Justicia, Sala civil y Comercial, “Sociedad Civil Los Boulevares C/ Carrizo, Gabriel
Alberto Martin Y Otro- Ordinarios- Otros- Cuestión De Competencia Entre Camara 2da. Y 6ta. Nº
1660155/36”—Ai N° 293 Del 19.10.2015.
Para que el juez pueda proceder de oficio es menester que se conjuguen ambas
circunstancias, o sea que el vicio afecte el orden público (nulidad absoluta) y que aparezca de
manifiesto en el acto (acto nulo). En estos casos el juez ineludiblemente debe pronunciarse
declarando la invalidez del acto.
Se tiene en cuenta que el vicio que afecta al acto es de tal gravedad que atenta contra el
orden jurídico, lo que impide su convalidación y justifica la intervención del juez aunque no
haya mediado petición de parte.
El derecho debe ser respetado y por eso la sanción que se impone cuando se intenta
violarlo es tan seria que no acepta subsanación ni confirmación por el transcurso del tiempo.
Esta posibilidad de declarar de oficio las nulidades procesales, puede ser ejercida en
cualquier instancia de la causa por la índole del vicio detectado; aún cuando llegue el juicio a
conocimiento del TSJ por vía de un recurso extraordinario.
En conclusión, existirían nulidades absolutas en los casos en que se encuentra interesado el
orden público, en los cuales, aun cuando el afectado hubiera consentido el defecto, se impone
la declaración de nulidad.
Se ha dicho que en estos casos que aún cuando las formas no tienen un fin en sí mismas, y
que en principio la informalidad no acarrea nulidad, existen formalidades estatuidas de modo
imperativo para salvaguardar principios de orden público y como vía indirecta de asegurar la
justicia del caso. Entre los casos de aplicación se debe citar: la falta del juez natural; la
prejudicialidad penal y la indebida integración de la litis. 8
Anteriormente se consideraba que esta nulidad debía ser declarada en los casos de las
acciones de consumo cuando se hubiera omitido la intervención del Ministerio Público Fiscal 9,
criterio que ha sido modificado y morigerado por el Tribunal supremo, ya que el único
agraviado es el propio Ministerio y es el que debe solicitar la nulidad..-10
Así se ha dicho que “A mérito de todo lo expuesto y en especial consideración a la naturaleza
supraindividual de los intereses que la ley impone al M.P.F. tutelar en los procesos de consumo
en los que no interviene como parte (los cuales, como se dijo, trascienden el mero interés
patrimonial del consumidor), no cabe más que concluir que la postrer alternativa de
convalidación reviste carácter excepcional y, como tal, debe ser interpretada con criterio
restrictivo, correspondiendo descartarla cuando el representante del M.P.F., lejos de concurrir
al saneamiento de las actuaciones cumplidas en su ausencia, haya promovido su nulidad. 11
5.- las medidas para mejor proveer previstas por el art. 325 del CPCC.
Podemos decir desde una visión actual, que se trata de aquellas medidas de carácter
probatorio que adopta el juez de la causa, a los fines de resolver las cuestiones que le han sido
traídas para ser resueltas, de modo tal que dicho decisorio sea acorde con lo que se ha dado en
llamar “verdad jurídica objetiva”16. Es oportuno aclarar que “La verdad jurídica objetiva es un
concepto superador de la tradicional verdad “formal”, pues con ella lo que se pretende es que
12
De la Vega de Opl, Cristina y Ferreyra de De la Rúa, Angelina, “Código Procesal Civil y Comercial -Comentado y
Concordado”-, Tomo I, Ed. La Ley, p. 215.
13
GUASP, Jaime, “Derecho Procesal Civil”, Tomo Primero, p. 557/558.
14
CNCiv., Sala E, “José Minetti y otro v. Compañía Azucarera Bella Vista S.A.”, 14/11/90, Lexis Nexis Nº
14/79155.
15
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Amado Sergio Eduardo c/ Tomás
Fernández y otro-Ordinario-Recurso Directo”, Auto Interlocutorio Nº 422 del 26/11/93, Actualidad Jurídica On
Line, código 5700.
16
Baste por ahora decir que es un concepto teórico que va más allá de la verdad formal propia del Sistema
dispositivo.
los jueces dirijan el proceso y ejerzan en forma efectiva sus poderes de dirección e instrucción
para cumplir con su función pacificadora y de justicia”17.
Se han esbozado a nivel doctrinario varias definiciones sobre esta figura procesal. Así el
Dr. Vénica, sostiene que se trata de “…una facultad otorgada por la ley procesal al tribunal, de
naturaleza exclusivamente probatoria, que tiene por objeto la averiguación de la verdad jurídico
objetiva, para aclarar dudas, adquirir mayor ilustración o completar información para formarse
conciencia del tema que va a resolver, pues en caso contrario se vería obligado a decidir sin
haber llegado a la convicción”18.
Peyrano sostiene que "...son facultades de carácter discrecional que puede emplear el
juez, preocupado por la sospecha de que las pruebas aportadas al proceso no son suficientes
para esclarecer la verdad real o histórica, en tanto y en cuanto su ejercicio se erija en un mero
corrector del principio dispositivo, y no en su verdugo"19.
Couture las define como aquellas: "... medidas probatorias, dependientes de la iniciativa
del juez, para mejorar la información que se le ha suministrado, formando parte de la génesis
lógica de la sentencia" 20.
Y a mayor abundancia Ferrer Martinez expresa que “La facultad del juez en las medidas
para mejor proveer constituye una excepción a esta regla, aquí el magistrado actúa
inquisitivamente ya que sin que se lo pidan las partes puede ordenar todas estas actuaciones
tendientes a esclarecer los hechos que van a ser motivo de su decisión”21.
La jurisprudencia por su parte ha dicho: “Cuando la realidad objetiva se presenta ante el
juez de tal manera que éste pueda advertir la trascendencia de determinados hechos para la
dilucidación del pleito, sus facultades instructorias deben esmerarse para lograr la confirmación
jurídica de aquéllos. La actividad que el órgano jurisdiccional despliegue en ese sentido no
puede verse obstaculizado por un excesivo respeto a las formas del el juez puede ordenar
guiado por la necesidad y su prudencia22.
23
Corte Suprema de Justicia de la Nación, “Rubio, Nélida V. c. Filippini, Víctor H. y otro”, 17/11/94, JA 1995-
III-514.
24
(T.S.J. Auto nº 409 de 1990).
25
CNCiv. -Sala H- 26/8/2005 "Diment, José Edgardo c/Silberman, Norberto Reinaldo y otros s/simulación
26
CSJN “Recurso de hecho en Banco Comercial de Finanzas S.A. (en liquidación Banco Central de la
República Argentina s/Quiebra” (fallo del 19/8/04) .
Que, además, se consignó que no podía verse en ello la creación de un desequilibrio de poderes
a favor del judicial y en mengua de los otros dos, ya que si la atribución en sí no es negada,
carece de consistencia sostener que el avance sobre los otros poderes no se produce cuando
media petición de parte y sí cuando no la hay. Tampoco se opone a la declaración de
inconstitucionalidad de oficio la presunción de validez de los actos administrativos o de los
actos estatales en general, ya que dicha presunción cede cuando se contraría una norma
jerárquica superior, lo que ocurre cuando las leyes se oponen a la Constitución. Ni, por último,
puede verse en ella menoscabo del derecho de defensa de las partes, pues si así fuese debería
también, descalificarse toda aplicación de oficio de cualquier norma legal no invocada por ellas
so pretexto de no haber podido los interesados expedirse sobre su aplicación al caso. 27
32
CCiv. y Com. 5ª Nom. Córdoba. A.I. nº 05 – 06-02-2009 – “Córdoba Bursátil S.A. c/ Asensio, Jorge Eduardo
Marcial y Otro – Presentación Múltiple Ejecutivos – Expte. nº 1052576/36”.
Este principio es de amplia aplicación en materia de pruebas, lo que provoca la limitación de su
desistimiento si la misma ya ha sido adquirida para el proceso, o que la prueba por dicho
principio se vuelva común, etc.
II.7. EL PRINCIPIO DE ECONOMÍA PROCESAL
Este principio es comprensivo de todas aquellas previsiones que tienden a la abreviación
y simplificación del proceso, evitando que su irrazonable prolongación torne inoperante la
tutela de los derechos e intereses comprometidos en él.
Constituyen variantes de este principio los de concentración, eventualidad, celeridad y
saneamiento. Igualmente tiene relación con la economía de gastos, es decir evitar el insumo
de costos innecesarios y reducir al mínimo el costo de la función judicial, para que todos
puedan tener acceso a ella, conforme las normas constitucionales.
Sin duda alguna el proceso ejecutivo es un claro ejemplo de este principio, en el cual se
limitan las defensas, las pruebas y el efecto del recurso de apelación a los fines de lograr con la
mayor celeridad el cobro del título ejecutivo.
Otro de los ejemplos de este principio, es acatar la doctrina del TSJ o de la CSJN por
economía procesal o sea por el desgaste que se le ocasionaría la justiciable fallar de otra
manera, ya que ello traería inexorablemente la necesidad de alguna de las partes de plantear los
recursos pertinentes hasta llegar al criterio sustentado por el máximo tribunal. Así se ha dicho
que aplicando estas nociones al caso que nos convoca, nos apresuramos en señalar que el
acatamiento de la doctrina sentada por el Máximo Tribunal Nación, viene inexorablemente
impuesto por razones de economía procesal y sumisión a la autoridad moral que invisten las
decisiones emanadas de dicho órgano judicial como supremo intérprete de la Constitución y de
las leyes nacionales que en su consecuencia se dicten.33
Debe propiciarse, entonces, una solución que implique asumir el menor desgaste posible
de actividad jurisdiccional.34
Constituyen subprincipios del de economía los siguientes:
El principio de concentración
A la abreviación del proceso apunta, en primer lugar, el llamado principio de concentración,
propende a reunir toda la actividad procesal en la menor cantidad posible de actos, y a evitar,
por consiguiente, la dispersión de dicha actividad. Es clara como ejemplo la necesidad de
interposición simultánea de todos los incidentes previsto en el art. 430 del CPCC.
El principio de eventualidad
Estrechamente vinculado con el principio precedentemente examinado, así como con el de
preclusión, configura otra de las manifestaciones en que se traduce el principio de economía, en
virtud del cual todas las alegaciones que son propias de cada uno de los períodos preclusivos
en que se divide el proceso, deben plantearse en forma simultánea y no sucesiva, de manera tal
que, en el supuesto de rechazarse una de ellas, pueda obtenerse un pronunciamiento favorable
sobre la otra u otras.
El principio de celeridad
33
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil Y Comercial “Dirección De Rentas De La Provincia C/
Messio Hector – Ejecutivo Fiscal – Recurso De Inconstitucionalidad (Expte. D – 09/09)”, Ai Nª 337 Del
07.11.13.
34
"Banco Integrado Departamental Cooperativo Limitado C/ Sabre Octavio Alberto – Ejecutivo - Recurso De
Casación E Inconstitucionalidad” (Expte. Nº 756071), Ai Nº 299 Del 22.10.15
Otro aspecto de la aplicación del principio de economía procesal, se halla representado por este
principio, por el cual se fijan normas destinadas a impedir la prolongación de los plazos y a
eliminar trámites procesales superfluos u onerosos. En el proceso abreviado, la caducidad de
los plazos, el corto lapso para la prueba, la inexistencia de alegatos, son un claro ejemplo del
principio de celeridad.
El principio de saneamiento
Deriva, finalmente, del principio de economía procesal, el principio de saneamiento o de
expurgación, en cuya virtud se acuerdan al juez facultades suficientes para resolver, in limine,
todas aquellas cuestiones susceptibles de impedir o entorpecer el pronunciamiento sobre el
mérito de la causa o de determinar, en su caso, la inmediata finalización del proceso. Son claros
ejemplos el rechazo in limine de un incidente de nulidad, del recurso de reposición o la acción
declarativa de certeza; el rechazo de una prueba manifiestamente improcedente, o de una vía
impugnativa no apta, etc.
Ahora bien en el proceso cordobés, se encuentra previsto en el art. 176 la posibilidad de
otorgar a las partes la posibilidad de sanear el proceso cuando se han omitido los requisitos
establecidos en el art. 175 del mismo código ritual; bajo apercibimiento de declarar la
caducidad de la demanda si dichas omisiones –que deben ser explícitas- no han sido
cumplimentadas en el plazo otorgado por el juez.
A los fines de garantizar un proceso regular, el juez como director del proceso puede objetar el
ingreso de distintos planteos, declarando su inadmisibilidad (como por ejemplo la excepción de
pago en el ejecutivo sin prueba documental que la avale).
En el caso de la demanda, el art. 176, CPCC establece expresamente tal posibilidad, al regular
que, cuando la demanda sea defectuosa puede rechazarla de oficio (llamado “rechazo in
limine”) o señalar cuál es el defecto del que adolece a los fines que sea subsanado.
Según una parte de la doctrina y jurisprudencia, sólo procede el rechazo por vicios que hagan a
su admisibilidad (art. 176 CPCC; art. 337, CPCN). 35 Otra corriente y el mismo TSJ de
Córdoba, 36 han sostenido que el juez no debe permitir que se sustancien o se reclamen
derechos sobre situaciones jurídicas que la ley prohíbe, aduciendo la figura jurídica que se ha
llamado “improponibilidad objetiva de la demanda”. Por ejemplo frente a una acción de
despojo judicial en contra del juez por error en sus fallos, corresponde interponer una demanda
de responsabilidad civil del magistrado en los términos del art. 165 inc. 1, Constitución
Provincial, y art. 791 y sgtes., CPCC, con lo cual la primera debe rechazarse por ser
manifiestamente improponible.
Este rechazo se encuentra previsto expresamente para los incidentes en general en el art. 430,
CPCC in fine; art. 179, 186, CPCN; en el caso del incidente de nulidad (art. 78, inc. 3, CPCC;
art. 173, CPCN); y del recurso de reposición (art. 359, CPCC; art. 239, CPCN) cuando son
manifiestamente improcedentes.
Quizás esta figura tenga en estos tiempos su mayor aplicación en el rechazo de la acción
autónoma de nulidad, ya que su uso se ha vuelto constante a los fines de suspender las
ejecuciones o las subastas. Ello es así porque el juicio de admisibilidad debe ser más estricto y
riguroso que en un juicio común, y la excepcionalidad del remedio justifica el rechazo in
35
Cámara 5ª CC “Sette Rosa Teresa c/ Municipalidad de Córdoba- Acciones posesorias reales-
Despojo” Auto 377 01/10/04. Publicado en Diario Jurídico del 21/10/04.
36
Excmo. Tribunal Superior de Justicia in re: “Barrera c/ Nemeth –Escrituración”, AI Nº 829 del
26/11/96.
limine de una demanda improponible, entendiendo por tal aquella que, aún admitiendo como
ciertos los hechos invocados por el accionante, resulta notoriamente infundada. No haber
agotado las vías recursivas existentes, ya sean ordinarias o extraordinarias, autoriza según la
jurisprudencia este rechazo liminar,37 como así también haber consentido el vicio en la instancia
que se ha provocado. Ahora bien, en estos casos podríamos decir que se trataría de un rechazo
liminar por inadmisiblidad formal de la demanda.
Cabe expresar que, más allá de la fuerte discusión que la controvertida figura analizada genera
entre los operadores del derecho, lo cierto es que, utilizada correctamente, resulta útil y
conveniente a fin de evitar el dislate procesal que significa tramitar una causa que
indefectiblemente, desde su iniciación, se conoce el resultado, por su manifiesta inadmisibilidad
o improponibilidad. La única aclaración que cabe es que tal predecible resultado debe provenir
de datos objetivos (ej. la ley), y no del criterio o interpretación jurídica que el juez posee de la
cuestión a resolver.
Por otra parte, es sabido es que el artículo 78 del C.P.C.C. recepta en el ámbito de las
nulidades el denominado principio de convalidación, en función del cual, la falta de
impugnación oportuna de los actos procesales conlleva a la firmeza de los mismos, pues se
interpreta que el interesado en su anulación ha consentido el acto viciado.
En efecto, por regla general, la irregularidad de un acto procesal es susceptible de
convalidarse mediante el consentimiento expreso o tácito de la parte a quien ella perjudica. Este
principio deriva del carácter relativo que, en principio, tienen todas las nulidades procesales.
En otras palabras, las nulidades de procedimiento admiten su saneamiento como
consecuencia del concurso de la voluntad de las partes puesta de manifiesto expresa o
tácitamente, configurándose el saneamiento tácito cuando transcurre el plazo acordado para
impugnar el acto sin que ello acontezca, en virtud de la preclusión. Es decir que lo fundamental
para la consolidación del proceso es la materialización de actos firmes y no la obtención de
actos formalmente inmaculados. 38
Otro claro ejemplo de aplicación del principio de saneamiento del proceso, es el
que provoca el decreto de autos firme. Recuérdese en tal sentido que se ha sostenido
con acierto que “El summun del silencio convalidatorio lo constituye el consentimiento
de la providencia del llamamiento de autos, con lo que queda saneada toda
irregularidad procesal, lo que supone, por cierto, una correcta notificación de ese
proveído..." 39
37
CC 5ª, “Angelelli Carlos A. c/ C. Comercial 23 de Septiembre SRL y otros – ordinario – cobro de
pesos” A. N° 374, 01/10/04 –. Publicado en Diario Jurídico del 07/10/04.
38
Tribunal Superior De Justicia De Córdoba, “Incidente De Regulación De Honorarios Del Dr. Guevara -
Cuerpo (Civil) - Recurso Directo (Civil) – Ortiz, Mauricio C/ Correa, Alfredo Jorge Y Otro - Ordinario -
Simulación Fraude Nulidad - Expte. N° 2550874/36”, AI N° 286 Del 04.12.14.
VÉNICA, Oscar Hugo, "Código Procesal Civil Y Comercial De La Provincia De Córdoba -Ley 8465-", Edit.
39
Marcos Lerner, Córdoba, 1997, Tomo I, Pág. 221); Tribunal Superior De Justicia De Córdoba, : “MARZI,
MIRTA RINA MARIA C/ VILLARREAL DIEGA DEL ROSARIO Y OTRO - DESALOJO - COMODATO -
TENENCIA PRECARIA - RECURSO DIRECTO" (EXPTE. M 50/09), Sentencia Nº 210 Del 14.11.12
De conformidad con la idea precedentemente expuesta, la inmediación significa que tanto las
alegaciones de las partes como la recepción de la prueba deben producirse en forma directa
ante el órgano judicial.
El mecanismo de los procesos escritos atenúa, aunque no excluye, la importancia de la
inmediación, pues si bien en aquéllos no resulta indispensable la identidad entre el juez que
recibió la prueba y aquel que debe decidir la causa, y, por lo demás, el sistema de la doble
instancia limita la apreciación probatoria de los jueces superiores a las constancias escritas, la
delegación de la actividad recepticia en los auxiliares del órgano judicial.
Si bien en Córdoba no se aplica la oralidad, ello no signifique que no se garantice la
inmediación en algunos temas, como es la intervención de los jueces en las audiencias, que la
subasta se realice donde se encuentren los bienes, la posibilidad de fijar una audiencia para
conciliar a la partes, etc. Existen otros casos en que la inmediación se encuentra exigida por las
normas de fondo, como es la competencia de los jueces en el lugar donde se encuentran las
personas vulnerables (niños, niñas y adolescentes, personas con padecimiento mental, etc)
como así también la necesidad de escuchar a los mismos (derecho al niño a ser oído conforme
a la Convención de los derechos de los niños, niñas y adolescentes), la participación del
paciente con salud mental, la obligación del juez de fijar una audiencia para entrevistarse con
dicho paciente, etc.
40
CSJN – 21/08/2013; S.209.XLIX, ElDial- AA8116, 23/08/2013.
una forma determinada, pueden estipular la ue estimen más conveniente e incluso establecer
una más rigurosa a la que marca la ley para ese acto concreto.
41
CLEMENTE DIAZ, “Instituciones de Derecho Procesal Civil Tomo II_A. Bs. As.Abeledo Perrot, 1968,
pag.260)
42
GOZAINI Osvaldo Alfredo. “Temeridad y malicia en el proceso” Ed. Rubinzal Culzoni, Bs.As. 2002,
pag.40/41.
ello un abogado no puede desconocer los valores éticos que son parte de su propia existencia”
.43
De lo expuesto podemos colegir que tanto desde la profesión liberal cuanto desde adentro
del Poder Judicial, la justicia se debe poner en práctica teniendo en cuenta valores éticos con
una conducta proba que no afecte los derechos de las personas y que garantice al ciudadano
una correcta administración de la justicia.
Otro principio que está cobrando vida propia es el de la proscripción del abuso procesal o
del accionar procesal abusivo, el cual según varios autores se deriva del principio de moralidad
y que ha sido conceptualizado como “... un inadecuado ejercicio objetivo de poderes, deberes
funcionales, atribuciones, derechos y facultades en que puede incurrir cualquiera de los sujetos
-principales o eventuales- intervinientes en un proceso civil dado, y que genera consecuencias
desfavorables para el autor del abuso” .44
Lo sustancial de este instituto radica en que cuando concurre se da siempre un proceder
inadecuado, desviado, lo que puede ser el ejercicio desviado de un derecho de acción como
también el ejercicio inadecuado de un derecho de contradicción, y también puede darse un
inadecuado ejercicio de las potestades jurisdiccionales y también un inadecuado cumplimento
de los deberes funcionales de los magistrados. “Es un inadecuado ejercicio objetivo de poderes,
deberes funcionales, atribuciones, derechos y facultades en que puede incurrir cualquiera de los
sujetos -principales o eventuales- intervinientes en un proceso civil dado, y que genera
consecuencias desfavorables para el autor del abuso”. 45
Es decir que, ya sea por el obrar de las partes, de los terceros partícipes del proceso o del
mismo juez, el proceso se ha desviado, se ha alejado de los fines técnicos que el ordenamiento
jurídico le asignó y para el cual fue creado y regulado, o bien se ha producido un exceso de
poder que es jurídicamente reprochable, que causa un daño procesalmente computable para la
víctima del abuso, y que lo convierte en una accionar que atenta contra la moral, la buena fe, el
deber de colaboración y de cooperación de las partes entre sí y con el juez, la igualdad de las
partes, la economía procesal, la seguridad jurídica, el debido proceso, y la justicia en general.
En nuestro legislación procesal provincial, no hay duda de la existencia de normas que
reconocen a los tribunales el poder-deber de prevenir y sancionar los actos abusivos o de
inconducta procesal perpetrados dentro del debate judicial: poder de policía de las audiencias
(art. 56 y 57 del CPCC); las multas las partes y a los letrados a pedido de parte por falta de
probidad o buena fe (art. 83 y 84) y su aplicación a otras conductas (arts. 160, 214, 250 etc).
Por su parte, la Ley Orgánica del Poder Judicial establece en sus arts. 12 inc 5, 18 y 37
la posibilidad oficiosa de los jueces, camaristas y miembros del TSJ de imponer multas que no
superen los cincuenta jus, sin perjuicio del recurso de reposición.
Al respecto y referida a la buena fe procesal y a la facultad disciplinaria de los
magistrados se ha expedido nuestro Alto Tribunal Provincial diciendo: “La potestad
sancionatoria acordada a los jueces por el art. 18 de la LOPJ hace al poder de policía de que
está investido el Tribunal y su ejercicio no requiere instancia de parte ni sustanciación previa...
El deber de buena fe procesal es tal, no sólo frente a la contraparte, sino también ante el
órgano jurisdiccional, y su violación configura una de la “falta de disciplina” a que se
refiere el Art. 18 de la LOPJ...” 46
43 s
1ª Jornadas Nacionales de Ética de Abogados, IV Plenario de Ética del NOA, Nº 3, 2001, ps. 12 y 13.
44
PEYRANO, Jorge W., “Abuso de los derechos procesales”, Jurisprudencia Santafesina, Revista de Doctrina y
Jurisprudencia de la Provincia de Santa Fe N° 3, Panamericana, p. 267, cit. por AIRASCA, Ivana María,
“Algunas reflexiones sobre el abuso procesal”, LL Litoral.
45
PEYRANO, Jorge W, “Abuso de los derechos procesales”, en Abuso de los derechos procesales, obra colectiva
del Instituto Iberoamericano de Derecho Procesal, coordinada por José Carlos Barbosa Moreira, Editorial
Forense, Río de Janeiro, 2000, p. 71.
Se deben mencionar también las multas o sanciones pecuniarias impuestas a los distintos
profesionales cuando su actuar ha sido inoficioso o inconducente, o cuando la conducta ha sido
temeraria o maliciosas, entre las cuales se pueden mencionar las del art. 44 de la Ley 8226
( ausencia de regulación de los abogados).
Por último debemos referirnos al art. 280 del CPCC, que establece específicamente las
sanciones de las que son pasible el perito en el desarrollo de su función. Si bien dicha norma
establece como conductas sancionables la no aceptación del cargo o la falta o no cumplimiento
del plazo para emitir el dictamen, no ha existido óbice alguno para la Cámara (criterio que
comparto ampliamente) de extender las sanciones de la normativa citada a los casos de
indisciplina o inconducta de la perito, que puede englobarse como dictamen deficiente y
extenderse en esa inteligencia como conducta pasible de sanción.
Sin embargo, ello no es óbice a que en determinados casos excepcionales, para asegurar otras
garantías constitucionales (específicamente la garantía de la tutela efectiva, eficaz y en tiempo útil
de la jurisdicción), se flexibilice la congruencia. Ello supone que el juzgador al hacerlo explicite y
fundamente sus razones, así como que controle y exprese los motivos por los cuales su decisión no
afecta, en el caso, la garantía de la defensa en juicio de los litigantes.
Con frecuencia, la rigidez conceptual y la incomprensión de los referidos parámetros dentro de los
cuales juega la congruencia procesal suelen desembocar en excesos rituales, que también
constituyen causal del recurso extraordinario federal. En efecto, la Corte Suprema de Justicia de la
Nación, en el célebre caso "Colalillo" (Fallos 238:550), consagró que "los ritos caprichosos que
frustran la aplicación del derecho, impidiendo conocer la verdad jurídica objetiva, no se
compadecen con un adecuado serivicio de Justicia".
46
TSJ Sala Civil. Auto interlocutorio N°246 del 31.07.98 “Balcon Jorge c/ Unión Obrera Metalúrgica Secc.
Cba. Ordinario. Recurso Directo” BJC Tomo II año 1998, pag.718.
47
DEVIS ECHANDIA, Teoría General del Proceso, Ed. Universidad, Bs. As., 1984, T.I., pág. 49).
48
Tribunal superior de Justicia de Córdoba, “PETRINI HERMANOS SACIF C/ TINTILAY, CLAUDIA DEL
VALLE- ABREVIADO- CUMPLIMIENTO/RESOLUCIÓN DE CONTRATO - RECURSO DE CASACIÓN"
(Expte. n° 2323193/36), Sentencia N| 174 del 29.12.15
III. PRINCIPIOS PROCESALES APLICABLES EN MATERIA DE NULIDADES
VII.2. Trascendencia
Este principio parte de la premisa que no existe nulidad por la nulidad misma y que ésta
no puede declararse en el sólo interés de la ley. La trascendencia se traduce en la existencia de
perjuicio e interés jurídico en su declaración. Este requisito implica que la nulidad sólo puede
ser declarada cuando haya un fin que trascienda la nulidad misma el que, en la mayoría de los
casos, será relativo a la preservación del derecho de defensa. Por ende, si el vicio no
“trasciende”, afectando esa garantía o generando un gravamen, la nulidad no será procedente.
Cabe aclarar que no basta una invocación genérica del perjuicio, sino que se debe indicar cuál
49
Cámara Nacional Civil, Sala A, “Rizzo Gumersindo c. La Lumina S.A. y otra”, 06/08/1985, La Ley 1986-A-
222.
50
Cámara Civil, Comercial, Trabajo y Contencioso Administrativo. de Villa Dolores (Córdoba), 09/11/04,
Busto, Héctor A. y otra c. Chiavazza, Arturo F. y otro; publicado en La Ley Córdoba 2005 p. 688.
51
Cámara 6ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Rennella Pedro Alejo c/ Dora Viviana Baez y ots. –PVE”,
Sentencia. N° 126 del 03/10/00, inédito.
52
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba (en pleno) “Disco SA c/ Municipalidad de Rio Cuarto-Acción de
inconstitucionalidad” Auto Nº 27 del 01.06.06, Semanario Jurídico Nº 1567 pag. 80. En el caso, la demandada
ha planteado la nulidad de la notificación recién cuando se le ha dado por decaído el derecho dejado de usar por
haber evacuado el traslado en forma extemporáneo. El Tribunal ha considerado que el vicio se encuentra
convalidado.
es el agravio que le causa el acto irregularmente cumplido. El perjuicio debe ser cierto, real e
irreparable53.
Las nulidades no tienen por finalidad satisfacer pruritos formales, sino enmendar los
perjuicios efectivos que pudieran surgir de la desviación de las solemnidades del procedimiento,
cada vez que esta desviación suponga restricción a las garantías a que tienen derecho los
litigantes54.
Con fundamento en este principio el TSJ ha dicho: “Un criterio razonable en lo que
hace a la descalificación de los actos formalmente viciados, debe tener en cuenta el grado de
correspondencia necesario entre la descalificación del acto, y la lesión que el mismo ha
ocasionado; lesión esta, que si no afecta el interés personal de una de las partes (nulidad
relativa), debe violentar el orden público vigente (nulidad absoluta)”55
En otra causa, el Máximo Tribunal provincial rechazó el agravio fundado en que no se
le había notificado al impugnante la audiencia a los fines de la lectura de la sentencia de
Cámara; sosteniendo que si bien el vicio existió, al no mencionarse en la cédula respectiva el
nombre del impugnante; este último no se había visto privado del ejercicio de su legítimo
derecho de defensa, desde que tuvo conocimiento de la resolución dictada, al punto que
interpuso recurso de casación en su contra. Afirmó que no existe la nulidad por la nulidad
misma. Sólo procede la nulidad de los actos procesales cuando afecta la defensa en juicio, por
lo que pese a la irregularidad que hubiere existido, si el acto ha logrado la finalidad a que estaba
destinado, debe desestimarse la pretensión anulatoria (arg. art. 76 del C. de P.C., Ley 8.465) 56.
El art. 77 prescribe que el incidentista deberá expresar el perjuicio sufrido del que
derivare el interés en obtener la declaración, o mencionar las defensas que no ha podido
oponer. Se ha dicho que la intención legislativa no es exigir ambos elementos a la vez (ya que
es una “o”), sino al menos uno de ellos, ya que hay casos en que no hay “defensas”, en sentido
estricto, que oponer. Así por ejemplo, al actor no puede exigírsele que oponga “defensas”, ya
que, generalmente, no resiste una pretensión, sino que la ejercita. 57 Además, se ha expresado
que cuando el vicio atañe a la citación inicial, el perjuicio se presume y no debe exigirse
expresión alguna al respecto. 58. El Tribunal cimero provincial ha afirmado que “en ese caso, el
agravio surge evidente y se presume, desde que el vicio impide la contestación de la acción,
afectándose, en su máxima expresión, el derecho de defensa y el principio de bilateralidad…”59.
También se ha manifestado que, cuando se trata de la citación inicial, el perjuicio se presume y
no debe ser invocado puesto que la indefensión es absoluta, siendo innecesario enumerar las
defensas que no se han podido oponer, ya que la persona no se ha enterado de la acción
entablada en su contra60.
53
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Alecy S.A. c/ Aristides Enrique Garbi y
otro – Ejecutivo – Recurso directo”, Sentencia. N° 115 del 28/08/01, Actualidad Jurídica On Line , Código
3603
54
Idem nota anterior.
55
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Verzini, Raúl D. y otro c. Chancalay,
Nicolás y otros”, 31/08/1998, La Ley Córdoba 1999, pag. 354.
56
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Egea, Andrés (H) y otros C/ Egea Hnos
S.A. - Amparo - Recurso Directo”, Sentencia. N° 51 del 06/10/97, recibido por correo electrónico.
57
Cámara 8ª Civil y Comercial de Córdoba, “ICI Argentina SAIC C/ Daniel Víctor Regondi – ordinario –
recurso de casación”, Auto N° 171 del 05/08/02, inédito.
58
Cámara 4ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Casasola Gerónimo T. C/ Susana Gloria D´Ottavio,
Abreviado”, Auto .N° 126 del 27/02/03, Semanario Jurídico N° 1401, Pág. 255.
59
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, “Guzmán Luis Gaspar y otra c/ Gustavo
Spinozzi y otro- Acción autónoma de nulidad- Recurso de Casación”, Sentencia Nº 48 del 21.04.05, Diario
Jurídico Nº 711, del 02/05/05. Ver también: Cámara 2ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, "Sosa de García,
María A. c/ Rosa Sabina Juárez y otros - PVE", Auto Nº 648 del 27.08.02, Semanario Jurídico. Nº 1380, Pág.
280; Cámara 7ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Ventura Héctor H. c/ Franciosi Sergio E. –Ordinario-
A.N° 100, 18/04/05, recibido por correo electrónico.
60
Cámara 5ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Espinosa Centeno Elena- Declaratoria de Herederos”, Auto
Nº 230, de fecha 30.06.04, recibido por correo electrónico.
VII.3. Convalidación
Para que proceda la nulidad es indispensable que la omisión o el acto defectuoso no
haya sido convalidado, expresa o tácitamente.
Por regla general, la irregularidad de un acto procesal es susceptible de convalidarse
mediante el consentimiento de la parte a quien ella perjudica. Este principio deriva del carácter
relativo que, en principio, tienen todas las nulidades procesales, con las salvedades ya vistas. En
este sentido ha dicho el TSJ “En otras palabras, en nuestro ordenamiento adjetivo vigente,
como regla no existen nulidades absolutas, por el contrario ellas son relativas y
consecuentemente, subsanables. Es decir, las irregularidades de los actos procesales (dentro de
los cuales se encuentra incluida las resoluciones judiciales) quedan convalidadas si tal vicio no
tiene trascendencia ni conlleva un perjuicio para el derecho de la defensa en juicio”61
Los actos viciados, o supuestamente viciados, se consolidan si no se los ataca en tiempo
hábil o sea dentro de los cinco días fatales que se cuentan desde que se conoció el vicio, art. 78
CPC. La convalidación se apoya en el principio de que frente a la necesidad de obtener actos
válidos y no nulos, se halla la necesidad de obtener actos firmes, sobre los cuales pueda
consolidarse el derecho y, también, porque se presume que si el afectado por el vicio no lo hace
valer, no existe un perjuicio grave y renuncia a su facultad de impugnar el acto de que se trate.
Esto va unido al principio de conservación de los actos.
Existe convalidación expresa cuando el perjudicado se presenta y ratifica el acto
viciado, y convalidación tácita, cuando no se impugna el acto defectuoso dentro del plazo
legal. El TSJ ha dicho que "Las nulidades de procedimiento admiten su saneamiento como
consecuencia del concurso de la voluntad de las partes puesta de manifiesto expresa o
tácitamente, al notificarse el acto o al transcurrir el plazo acordado para impugnarlo, sin que
ello acontezca, en virtud de la preclusión. Es decir que lo fundamental para la consolidación del
proceso es la materialización de los actos procesales firmes y no la obtención de actos
formalmente inmaculados"62.
La doctrina y la jurisprudencia reinante han considerado como acto convalidable por
antonomasia, el decreto de autos firme. Esto es así, ya que si las partes consienten el decreto de
autos quedaría saneada, en principio, toda irregularidad procesal anterior en el trámite. Se ha
dicho sobre el tema que “La nulidad por defectos de procedimiento debe ser reclamada en la
instancia en que ha tenido lugar, convalidando el consentimiento del llamamiento de autos,
todos los pretendidos vicios anteriores"63.En igual sentido, se ha entendido que “el vicio ha sido
convalidado al no haberse planteado el incidente en el término de cinco días. Una vez firme el
decreto de autos, queda consentido todo lo actuado, precluye la etapa de tramitación de la
causa, y con él la posibilidad de invocar nulidades del procedimiento…” 64 :”El vicio in
procedendo, de existir, resulta convalidado al no haberse planteado el incidente de nulidad
correspondiente antes del dictado del decreto de autos. No existen nulidades procesales de
carácter absoluto. Una vez firme el decreto de autos queda consentido todo lo actuado. La
irregularidad de un acto procesal entonces, de existir, es susceptible de convalidarse mediante
el consentimiento de la parte a quien ella perjudica. Los actos viciados, o supuestamente
61
Tribunal superior de Justicia de Córdoba, Sala civil y Comercial , “Marin Jose Alejandro C/ Bibas Ana
Cristina – Desalojo Por Abandono – Recurso Directo”, Sentencia Nº 567 del 08.06.04, Semanario Jurídico Nº
1468 p. 156
62
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil, Comercial y Contenciosos Administrativo, “Rothlin,
Francisco E. y otra c. Antonio M. Tofanelli (Nulidad-Recruso de revisión), abril 6-979, Boletín Judicial de
Córdoba Tomo XXIII-93.
63
Digesto Jurídico La Ley, Derecho Procesal, Tomo XI-3, Pág.225, sumario 287, en igual sentido sumarios 294
y 300; Cámara 4ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Giayetto Carlos Alberto c/ Iván Alberto Moyano o Juan
Alberto Moyano – Ejecutivo” Sentencia Nº. 47 del 12/05/00 , inédito.
64
Cámara 8ª en lo Civil y Comercial de Córdoba. “Aguirre Luciana y otros c/ Ginesta y/o Ginestar Carlos
Alberto y otros-Desalojo-Tenencia precaria”, Sentencia Nº 14 del 27.02.07, Semanario Jurídico Nº 1601
p.457.
viciados, se consolidan si no se los ataca en tiempo hábil…”65 En igual sentido se ha expedido
recientemente el TSJ de Córdoba al decir: “El consentimiento de la providencia que dispone el
llamado de autos tiene virtualidad para purgar cualquier defecto o error de procedimiento de
fecha anterior al dictado de la resolución judicial, ello así como corolario de la regla
irrefragable de la relatividad de las nulidades procesales, susceptibles de ser convalidadas por el
consentimiento expreso o tácito de la parte a la cual perjudican.” 66 En dicho fallo el Máximo
Tribunal provincial fundamenta su postura en que la inactividad de la parte en la etapa
pertinente no lo autoriza a pretender, con posterioridad, retrotraer el procedimiento para hacer
valer supuestas nulidades ya consentidas. Nadie puede invocar un derecho que está en pugna
con su propio accionar porque ello importa una renuncia tácita que invalida la pretensión.
Ahora bien, dentro de las salvedades a este principio, podemos citar como ejemplo la
jurisprudencia que expresa que no existe convalidación de la nulidad por vicios de la citación
inicial, si el demandado pudo tomar conocimiento del juicio por haberse trabado una medida
cautelar sobre sus haberes; ésta última es una medida preventiva, unilateral, mientras que el
trámite del juicio debe garantizar la bilateralidad, por lo que, el conocimiento de la existencia
del embargo no implica que por ese medio se le haya corrido traslado de la demanda. 67
Contrariamente, en un caso de embargo de bienes muebles se ha entendido que “si el
incidentista ha tomado conocimiento del embargo, ha tomado conocimiento de la existencia del
juicio y no pudo dejar que se tramitara íntegramente este último para acusar la falta de citación
recién cuando la sentencia ya estuviera dictada. La ley no consiente esta especulación, no
permite que la parte que se halla en conocimiento del acto nulo fije a capricho el momento de
hacer valer la nulidad.”68
Asimismo se ha entendido que no es convalidable la nulidad derivada de demanda
contra una persona fallecida, pese al comparendo posterior de un heredero heredero; ya que la
manifestación de éste último de su condición de único heredero, no obstaba a que el juez
realizara la citación por edictos; el conocimiento de la existencia del juicio por parte de alguno
de ellos no es oponible a los demás.69
VII.4. Protección
Este principio se encuentra receptado en el art. 78, inc. 4, del CPC en la parte que reza
que no será admitido el pedido de nulidad cuando el peticionante haya dado lugar a la misma.
Es decir, para que la nulidad sea procedente, el vicio no debe ser imputable al solicitante de la
declaración. Esto surge del aforismo "nadie puede alegar en su defensa su propia torpeza”.
El llamado “principio de protección” también está consagrado en el art. 1047 del C.C.
(art. 387 del CCCN) , que prescribe: "...la nulidad puede alegarse por todos los que tengan
interés en hacerlo, excepto el que ha ejecutado el acto, sabiendo o debiendo saber el vicio que
lo invalidaba", ergo, se excluye la sanción de nulidad cuando el vicio emana del propio
nulidicente.
Así se ha dicho, por ejemplo que no puede amparase en la nulidad quien ha suscripto
un título, consignando su domicilio, sin aclarar las dificultades que existían para la recepción de
65
Cámara 8ª en lo Civil y Comercial de Córdoba “Aguirre Luciana y otros c/ Ginesta y/o Ginestar, Carlos
Alberto y otros-Desalojo-Tenencia precaria”, Sentencia Nº 14 del 27.02.07, Actualidad Jurídica Nº 124 p.
8185.
66
Tribunal Superior de Justicia de Córdoba, Sala Civil y Comercial, AI Nº 5 del 05.02.10, “Castellano Alberto
O. C/ Municipalidad de Rio II-Recurso de apelación-Cpo de copias de Castwellano AO-Recurso de Casación”,
Actualidad Jurídica Nª186 pag.1036.
67
Cámara Civil, Comercial y Familia de San Francisco (Córdoba), “Perret Daniel C/ Adrián Alejandro Saravia
– Demanda Repetición”, Auto N° 113 del 25.10.06, Semanario Jurídico N°1587, p. 817.
68
Cámara 3ª en lo Civil y Comercial de córdoba, “Bicicletas Tomaselli S.A: c/ Tomás Lara-Embargo
Preventivo-Ordinario”, Auto Interlocutorio Nº 56 del 23.03.03, Actualidad Jurídica Nº 51, p.3139.
69
Cámara Civil, Comercial y Contencioso Administrativo de San Francisco (Córdoba), “Municipalidad de San
Francisco c/ Traiano Fillipetti-.Demanda Ejecutiva”, Auto Nº 64 del 31.07.07, Diario Jurídico Nº 1244 del
14.08.07
la correspondencia dirigida a él, y que luego invoca esas mismas razones para tratar de obtener
la invalidación de la notificación70.
IV. CONCLUSION
Es importante tener en claro los principios procesales ya que los mismos resultan pilares
básicos a los fines de la interpretación de los jueces en cada caso concreto.
Ellos garantizan la defensa y mantenimiento de los principios generales del derecho como son
el respeto a la debida defensa en juicio, la buena fe, el no abuso, etc, los cuales, sin duda
alguna, resultan ejes esenciales para una correcta administración de justicia.
70
Cámara 7ª en lo Civil y Comercial de Córdoba, “Empresa Juan Carlos S.A. c/ Sergio Cordero – ejecutivo”,
Auto N° 131 del 13/04/04, recibido por correo electrónico.