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Expresa la autora citada que otros autores han atribuido la causa al “consentimiento”
que prestan los parlamentarios con la aprobación de una ley determinada. Este
último criterio es generalmente rechazado por la mayoría de los autores, al no poder
confundirse con la causa de la obligación tributaria.
Dino Jarach afirma sin embargo que la causa de la obligación tributaria representa el
nexo o vínculo entre el presupuesto de hecho (fuente inmediata) y la ley (fuente
mediata).
Para esta concepción, lo que vale es lo que piensa el sujeto. La causa sería la
representación síquica del fin práctico e inmediato que se quiere concretar con el
acto y que lo lleva a realizar este.
Nora Ruoti en la obra citada precedentemente, agrega que dentro de esta concepción
existen numerosas doctrinas.
Pero según la doctrina clásica, no es un elemento del acto o contrato, sino que de la
obligación que de él deriva y se entiende por causa el “fin inmediato que se propone
alcanzar la persona al obligarse”, o “el fin contemplado por las partes y radica en la
ejecución de la obligación asumida por el contratante”, o “el porqué de los actos
apreciados en función de los móviles determinantes y de lo fines a que atienden”, o
“el fin inmediato y determinante en vista del cual el deudor se obliga respecto del
acreedor”, o “la razón por la cual el deudor asume su obligación”, o “el móvil
inmediato y de carácter abstracto que induce al deudor a obligarse”.
Para esta teoría existe una causa de la obligación entendida como tal “la razón
inmediata por la cual el contratante se obliga”. Por otro lado existe una causa
concreta del “contrato” que sería, de acuerdo a Jaime Ross el “móvil individual
principal que determine la celebración de un contrato”.
El Prof. Pettit cita entre los causalistas a Griziotti, Blumenstein, Mersán, Bielsa y
Elizeche y expresa que están quienes la justifican por la necesidad de prestación de
servicios estatales, otros que la asocian con el consentimiento del legislador cuando
aprueba la ley, mientras que unos pocos la identifican con la redistribución de la
riqueza. Para Dino Jarach, la causa es un elemento de la obligación tributaria, que
representa el nexo entre la ley y lo que el legislador ha tenido en cuenta para
convertirlo en su núcleo.-
Los conceptos de los que el derecho tributario se nutre para determinar la causa de
una obligación son, en consecuencia, presupuestos informadores de la capacidad
contributiva del ciudadano, reveladores, en otras palabras, del criterio que motivo al
legislador a sancionar preceptos creadores de hechos imponibles; o como lo remarca
en otras palabras Marco Antonio Elizeche: “la causa en materia tributaria responde
a la interrogante del motivo o razón de ser por la cual se impone a las personas la
obligación de dar o entregar la prestación exigida por el Estado en concepto de
tributo”.-
Expresa Ruoti Cosp que: “los autores que reconocen la existencia de una causa de
la obligación tributaria, fundamentan su postura basados en la necesidad de que
exista un figura jurídica que permita impedir o limitar los excesos de la Potestad
Tributaria del Estado, especialmente cuando no existe un control jurisdiccional de
la constitucionalidad de los actos”.
Jarach lo conceptualiza como “la vinculación que hay entre los hechos elegidos
para hacer surgir una obligación y el criterio político adoptado por el legislador
para conferir categoría de supuesto legal de la imposición a esos hechos de la vida
real”
Pérez Ayala sostiene que “como en el derecho privado esa razón debe ser buscada
en la voluntad de las partes, pero la voluntad es el presupuesto de hecho al cual la
ley vincula el nacimiento de la obligación, así en el Derecho Tributario esta razón
debe ser buscada en el presupuesto de hecho al cual la ley vincula el nacimiento de
la obligación”
Posición intermedia.
Algunos autores consideran como tributos causales a las tasas y contribuciones, sin
embargo sostienen que los impuestos no tienen una causa.
Los anteproyectistas del CIAT comentan que se consagra “el principio de legalidad
previendo la reserva para la ley formal de las materias consignadas en el artículo. No
obstante, se introduce un cierto grado de flexibilización de ese principio, que
acompaña las tendencias observadas en las legislaciones, cuales son las
posibilidades de que, tratándose de la designación de agentes de retención o
percepción pero, dentro de tales límites o condiciones, pueda ser el Poder Ejecutivo
o la Administración, a través de normas generales, quien designe a los agentes de
retención o percepción.