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1. Terapia narrativa
Integrar la cantidad de elementos del paciente suficientes para permitir prever, plantear y resolver
los problemas que van a suscitar las exigencias previsibles de este mundo sin ser cuestionada
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Compatibilizar con los valores prevalentes en el entorno en el que el paciente va a convivir
Esta pregunta posibilita que los pacientes imaginen con libertad, sin censurar
ideas. En la respuesta encontraremos algunas claves para solucionar el
problema. Vamos a ir ampliando las contestaciones hasta dar con objetivos
mínimos, alcanzables y concretos, es importante poder llegar a unos realistas.
- Por ejemplo, si una mujer que está en un proceso de separación
conflictivo acude a consulta y plantea como respuesta «Mi expareja
me dejaría de decir lo que tengo que hacer o no me llamaría más»,
tenemos que seguir avanzando, hasta llegar a algo más realista, que
sea viable. Podría ser: «Que, cuando me llame, esto no tenga tanta
repercusión para mí o no me active sistemáticamente una crisis de
pánico”.
- Unos padres, por ejemplo, han traído a consulta a un adolescente de
quince años. Si, ante la pregunta milagro, el papá responde: «Por la
mañana, mi hijo es amable, no tiene cambios de humor y me cuente
cómo se siente», debemos llegar a algo más sencillo y realista. Habrá
que hacer hipótesis sobre qué le ocurre al chico, si es acorde a su
etapa de desarrollo evolutivo o son síntomas psicopatológicos
derivados de un trauma.
● Las preguntas de escala sirven para puntuar en rangos de cero a diez, y hay
distintas variantes. Por ejemplo, las de avance: «Siendo diez un indicador de
que el problema está superado del todo y uno el peor momento, ¿cuál es la
puntuación hoy?». Este tipo de escalas u otras cuantitativas y cualitativas son
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útiles en pacientes que no transmiten cambio en su narrativa. Al
preguntarles, te pueden decir «Todo igual», «Ningún cambio respecto a la
última sesión», «No hay nada diferente respecto a este síntoma». Pero, al
pedirles que utilicen la escala, es posible que te digan siete, y les podemos
mostrar si en sesiones anteriores la puntuación era ocho, nueve o diez.
Para la primera, le vamos a pedir al paciente que mide cuánta confianza tiene
que poder conseguir para mantener cambios positivos. Esto nos va a ser útil
para detectar problemas de autoestima. Si llega a consulta una persona con
la idea generalizada de «No soy capaz», podremos ayudarle de varias
maneras:
- A tener experiencias de éxito en el presente que empiecen a debilitar
estas creencias.
- Visibilizando y potenciando sus fortalezas y recursos.
- Procesando los recuerdos que han generado esa idea limitante.
Las escalas de decisión nos pueden dar una idea de su nivel de motivación:
«¿Cómo estás de decidido a intentarlo, entre cero —en absoluto— y diez
―completamente―?». Nos puede servir como profesionales para adecuar el
ritmo de la terapia y ver si hay de base un problema que limita la energía del
paciente; por ejemplo: alimentación. El terapeuta siempre debe tener
esperanza en que los cambios son posibles; pero, si el paciente se encuentra
en el nivel cero de la escala de decisión, aquel tiene que ajustarse, no puede
encontrarse en el diez, porque está demasiado distanciado.
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En general, las preguntas de escala nos ayudan a salir de la dicotomía
mal-bien, permite ver matices —se pueden usar escalas numéricas; con
niños, de colores― e ir generando una sensación de control interno. Así, en
pacientes que tengan ideas de que no controlan nada en su vida o no pueden
cambiar nada, poco a poco se van generando pequeñas excepciones.
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A veces los pacientes tienen ideas muy arraigadas sobre ellos mismos, que
repiten de forma automática ―por ejemplo, «Soy vago»―, y hay que ir
parándose en la narrativa para traer datos que incorporar en ella. Quizá la
transformación puede ser a «Casi siempre soy vago», «Siempre he sido
vago», «Siempre me han/he dicho que era muy vago».
Hay veces que lleva mucho tiempo se generen cambios en la vida cotidiana
de la persona; en estos casos, vamos a obtener datos de las sesiones. Por
ejemplo, podemos señalar el hecho de ir hasta la consulta e invertir tiempo,
energía, dinero en su autocuidado cuando un paciente dice «No hago nada de
lo que debería para mejorar», «Es imposible que mejore», «No lograré estar
bien».
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situaciones difíciles, porque es capaz de confiar en que va a ser
tolerable y útil.
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en las coordinaciones con otros compañeros, debemos ser muy
cuidadosos del uso del lenguaje que hacemos. Este, sin darnos cuenta,
puede ser muy estigmatizante e irrespetuoso. Por ejemplo: «Es una
loca», «Es un esquizofrénico».
- A través del juego y el dibujo. Por ejemplo, un niño puede dibujar o
modelar con plastilina el miedo, y nos lo podemos quedar nosotros en
la consulta, o que se lo lleve y lo deje guardado en una caja para que
no lo moleste. Es posible utilizar, en este sentido, la técnica de la caja
de arena, técnicas de psicodrama, etc.
- Si, por ejemplo, estamos procesando con un niño la muerte de
su padre, y esto le activa mucha tristeza, le podemos proponer
que dibuje la parte que le resulte inmanejable. La guardamos
nosotros en un cofre durante la consulta, y el resto se la puede
llevar él para observar qué ocurre con ella durante la semana
―le pediremos al adulto al cargo que también vea qué ocurre
con la tristeza―.
- Trabajo contra la ludopatía
- A un paciente adulto que, por ejemplo, acude a consulta por
ludopatía le podemos preguntar qué quiere hacer con esto:
someterse a la influencia del problema o declinar la incitación
a hacerlo. Si elige lo segundo, lo acompañamos en el proceso
de rebelión contra la conducta, trabajando sobre cuestiones
del presente y del pasado, al ritmo que él pueda ir.
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lo que tiene que hacer—, y luego intentaremos entender cómo se originó
—apego en infancia, probablemente—.
Nombres y verbos
Cuando las historias están muy cargadas de estados, intentaremos que el
paciente hable sobre las acciones; o, si hay muchas etiquetas, trataremos de
que las pueda pensar como secuencias de conducta. Por ejemplo, si un
paciente nos cuenta: «Mi madre era una histérica y nos regañaban
continuamente», se puede traducir como «Mi madre tenía pocas
herramientas de regulación emocional, y con frecuencia se sentía
sobrepasada y acababa regañándonos». También podemos facilitar que se
nominalicen relatos que se narran de forma impersonal: «Se lo castigaba a mi
hermano cuando llegaba tarde del colegio porque se entretenía jugando»; s
cambia a «Mi padre castigaba a mi hermano, mi madre solía estar en casa de
sus padres».
No histórico e histórico
Vamos a ayudar al paciente a contextualizar sus reacciones, en términos de
disparadores y traumas. Si uno dice: «Sin venir a cuento, solo porque no me
contestó el mensaje, inmediatamente me entró una tristeza infinita»,
podemos ayudarlo a pensar: «¿Se parece a situaciones en las que, cuando
eras pequeña, necesitabas que te atendieran tus padres porque tenías miedo
y ellos no acudían cuando los llamabas?». A algunos pacientes les genera
mucha angustia no entender por qué tienen determinadas reacciones
emocionales o conductuales. Que, en el presente, una figura de apego
—terapeuta— lo entienda y se lo transmita de forma comprensible, junto con
un plan de acción, genera seguridad.
No contextual y contextual
Si la historia carece de escenario, localización, vamos a intentar dárselo para
concretar en qué marco ocurre cada cosa y cuándo no.
- Contextualización de la ansiedad
- Al llegar a consulta, el paciente nos dice que ha tenido ansiedad toda
la semana. Media hora después, le preguntamos cómo se encuentra, y
nos dice que está tranquilo. Ahí podemos ver que, en el contexto de la
terapia, está diferente a cómo está fuera. Esto nos permite explorar si
hay otros lugares en los que se puede sentir parecido que en la
consulta, quizá con otras figuras de apego seguro —si las hay—.
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Ejemplos de transformaciones de causalidad
Causa y efecto
Podemos hacer preguntas circulares que cuestiones narrativas lineales. Por
ejemplo, si, en una sesión de pareja, el hombre cuenta: «Ella está nerviosa,
entonces yo me aíslo», le podemos preguntar: «Cuando tú llegas a casa,
¿puedes conectar con ella o, temiendo que esté nerviosa, te aíslas para evitar
tener que enfrentarse a eso, y entonces ella se pone nerviosa?».
Intenciones y efectos
Por ejemplo: «Dices que ella te dijo todas esas cosas para hacerte daño,
aprovechándose de tu vulnerabilidad. ¿Puede ser que también estuviera en
un momento de vulnerabilidad sobrepasada por la situación que estabais
viviendo?».
Síntomas y conflictos
Si un paciente, por ejemplo, dice: «Me entra la rabia y tengo que gritarle para
que me haga caso», le podemos preguntar: «¿Cuál crees que es el disparador
que te genera tanta rabia? ¿De dónde crees que viene ese disparador? ¿De
qué manera crees que podrías reducirlo? ¿Crees que sería posible sentir esa
rabia y gestionarla para no tener que gritar? Si gritas a tu hijo, ¿te entra más
rabia?».
Roles y reglas
Pueden ser familiares o sociales. Si, por ejemplo, el que aportó
económicamente en una familia es el padre, y se lo considera «el cabeza de
familia», podemos preguntar si también es el que da las normas o los
cuidados o si es el único que puede hablar en terapia.
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Sano e insano
Por ejemplo: «Aquella depresión que tuviste durante la relación de pareja te
sirvió para darte cuenta de que había algo que estaba siendo muy doloroso
para ti y no te dejaba ser tú misma. Entonces pudiste empezar a pensar en
qué cambios necesitabas hacer en tu vida para encontrarte mejor y decidiste
romper la relación. Esto cambió completamente tu situación».
Legítimo e ilegítimo
Un paciente cuenta, por ejemplo, que, desde que se han separado, su
exmujer no quiere que vayan juntos a las tutorías de sus hijos. Esto le duele
mucho porque han estado varios años juntos y la separación ha sido de
mutuo acuerdo. Le podemos explicar que quizá ella necesita no tener
contacto en persona para poder elaborar la separación. Además, así está más
tranquila y puede centrarse en lo que le tenga que contar la profesora sobre
su hija, sin otras distracciones o disparadores.
Interpretaciones y descripciones
Si el paciente usa muchas suposiciones, le pediremos que se centre en la
descripción. Por ejemplo, si dice: «Sabía, antes de ir, que nadie de mi familia
quería que yo fuera a esa fiesta», le podemos preguntar: «¿Cómo te
reciberon al llegar? ¿Alguien se alegró de verte y te transmitió cariño de
forma verbal o no verbal?». Si hay solo acciones en la narrativa, como «Salí
del trabajo dando un portazo, llegué a casa, seguí trabajando, me tomé una
aspirina y me dormí muy pronto», le podemos preguntar: «¿Qué ocurrió
antes de que te marcharas dando un portazo? ¿Cuál crees que fue el
disparador? ¿Cómo te sentías? ¿Es posible que se te pusiera dolor de
cabeza por la tensión?».
Incompetencia y competencia
Por ejemplo, una paciente que se acaba de trasladar a otro país y dice: «No
voy a ser capaz de adaptarme, ni de encontrar trabajo, ni de hacer amigos»,
podemos recordarle: «Me comentabas, en otras sesiones, que hiciste el
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doctorado, que fue muy trabajoso, requirió esfuerzo. Luego sacaste la
oposición y pudiste tener plaza fija y comprar tu casa, que ahora te ha
permitido irte con tu pareja a Francia a vivir esa experiencia»
2. Terapia familiar
Otra posibilidad es hacerlo por etapas: por ejemplo, primero una fase de
intervención familiar y luego un bloque de sesiones individuales. Recordemos que no
vamos a iniciar procesamiento con EMDR con un niño si el sistema de apego no
cumple unos mínimos. La intervención familiar nos ayuda en la evaluación y la
intervención necesarias para alcanzarlos.
Si se trata de un joven mayor de edad que vive con sus padres, tendremos que
valorar qué es mejor en ese caso concreto. En general, si ellos pueden asistir a alguna
sesión, serán una fuente de información importante que nos ayudará a hacer
hipótesis, pero puede ocurrir que el paciente no quiera que vayan.
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Nos encontraremos jóvenes que, en contexto privado, abonan la terapia, y lo más
habitual es que, si viven con sus padres, sean económicamente dependientes y se la
paguen.
Hay dos claves teóricas imprescindibles para entender la terapia familiar. La primera
es que toda conducta sintomática se entiende como retraso o detención del
sistema familiar. Es decir, cualquier síntoma clínico de un paciente que llega a terapia
puede ser abordado desde las dinámicas familiares, ya que se piensa que estas son
sostenedoras de la conducta.
Esto hará que el sistema pueda sostener mejor los síntomas del paciente
identificado, y, por lo tanto, se tienda a la estabilidad y salud mental en general, de
todos los miembros.
Las propiedades de la familia, según este modelo, las podemos entender desde
estos conceptos teóricos:
Causalidad circular
Este concepto se contrapone a entender los fenómenos psíquicos como lineales o
causales, es decir, un acontecimiento A provoca uno B, y este, a su vez, uno C, y así
sucesivamente. La causalidad circular revoluciona esta concepción y establece que el
sistema en sí mismo genera una serie de influencias reciprocas. Así, para entender un
fenómeno psíquico, debemos estudiar las propiedades del sistema y su relación.
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modificaciones o prescripciones terapéuticas, se puede restablecer un equilibrio más
funcional.
Homeostasis
Este concepto se refiere principalmente a que las familias —o los sistemas humanos
en general— tienden a establecerse de una manera determinada incluso aunque
exista disfuncionalidad. Cuando esto ocurre, no pueden adaptarse a los cambios
propios del desarrollo. Por ejemplo, encontramos aquellas que lo hacen muy bien
cuando los hijos son pequeños y los roles están muy marcados, pero que no varían lo
suficiente para adaptarse a los retos de adolescentes; esto provoca un parón o
estancamiento en todas las figuras del sistema.
Sería muy interesante, por ejemplo, descubrir que el mal comportamiento del hijo se
debe a que, por un lado, ellos no pueden hacerse cargo o no pasan suficientemente
tiempo con él, ya que el padre está en un proceso depresivo —después de un
trauma: muerte de un familiar—, también la madre está ausente por tener mucha
carga laboral, la no supervisión del niño hace que esta reaccione de una manera poco
controlada. Las conductas del hijo provoca que los padres se culpabilicen y no
puedan afrontar sus respectivos problemas como deberían. En este ejemplo,
podemos ver la definición de paciente identificado, pero también de causalidad
circular y homeostasis.
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Primeros pasos en la terapia familiar
Para intervenir con la familia en terapia, debemos dar una serie de pasos antes de
provocar cambios o modificaciones en el sistema. Primero validar y estudiar e motivo
de consulta: ¿qué está ocurriendo?, ¿desde cuándo?, ¿cómo afecta estos síntomas al
resto de la familia? Recogeremos el genograma de tres generaciones, observaremos
indicadores de trauma intergeneracional, alianzas, tipos de apego.
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Encontramos preguntas de varios tipos
● Triádicas. Sitúan a un tercero como testigo de la relación entre dos miembros
de la familia, obligándolos a escuchar cómo se los percibe. Por ejemplo:
- «¿Cómo se llevan tus padres ahora que él trabaja en casa?». O
también
- «¿Qué crees que piensa tu hijo pequeño cuando os oye discutir?».
● Sobre alianzas. Estas preguntas intentan hacer ver las relaciones más
cercanas y las más lejanas en la familia. Por ejemplo: «¿Quién estaba más
cerca de tu padre cuando estuvo hospitalizado?».
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- De cambio inesperado de contexto. «¿Qué pasaría si dejáis de
acompañar a vuestro hijo al instituto todas las mañanas?».
Como se puede observar, estas preguntas intentan que la familia tenga mayor
conciencia del funcionamiento del sistema, de la causalidad circular. Pero tambiéN
son terapéuticas en sí mismas, ya que establecen nuevas estrategias y hacen
reflexionar sobre determinada rigidez del sistema. Usadas en el momento preciso,
pueden ser movilizadoras, facilitadores de insights y de cambio.
Para la terapia familiar, el manejo de este tipo de preguntas es crucial en el día a día.
No obstante, también se apoya en otros recursos técnicos específicos para promover
cambios. Veamos algunos ejemplos.
Recursos técnicos
● Intervención paradójica. Estas intervenciones se usan cuando existe mucha
resistencia al cambio. Se trata de trabajar con la paradoja terapéutica por la
que el paciente deposita en el profesional la responsabilidad del cambio.
Consiste en la prescripción controlada y específica de aquello mismo que
constituye el problema. Para poder realizar esta intervención, se debe hacer
antes un minucioso análisis del valor funcional de los procesos de resistencia,
para no perjudicar al paciente. Hay varias formas de realizarlas:
Estás técnicas no persiguen que los pacientes las realicen, lo normal es que no pase
lo que hemos prescrito. Se trata de que tengan una mayor conciencia del problema y
de que, a través de prescripciones contrarias a las que esperan, se movilicen para el
cambio.
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ropa, podemos proponer varias alternativas controladas y que elijan una de
ellas.
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Si hacemos intervenciones familiares más movilizadoras, son recomendables varias
sesiones seguidas con el grupo, para ir comprobando la evolución, en lugar de
alternar entre individuales y familiares.
Si estamos procesando con EMDR, por ejemplo, con un adolescente, es probable que
genere activación emocional. En este sentido, necesitaremos adultos lo
suficientemente regulados para acompañar a su hijo en el proceso y poder ser
«refugio seguro» si lo necesita. Así, en principio, si estamos haciendo sesiones
alternas individual-familiar, no utilizaremos técnicas movilizadoras a la vez en ambos
encuadres. La propuesta de intervención la iremos ajustando en cada caso según los
recursos individuales y familiares y la evolución. También dependerá de la frecuencia
con la que se pueden realizar las sesiones.
Profundiza a través del vídeo Viñetas clínicas respecto al uso combinado de EMDR y
terapia familiar sistémica.
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Se puede usar el material de la técnica en el procesamiento con EMDR. Por ejemplo,
si estamos trabajando con un niño, que lo represente con las figuras en lugar de
dibujarlo. Pero, en este caso, no estamos usando la técnica de la caja de arena, y
pierde el carácter proyectivo, que permite la expresión libre de lo que el paciente
necesite expresar en ese momento
Si bien la técnica de la caja de arena sirve para elaborar la historia traumática, tiene
otras funciones más amplias en dos áreas:
- Evaluación.
- Intervención.
Presentación de la técnica
El uso de la técnica implica tener a nuestra disposición una bandeja azul —elemento
contendor— llena de arena y un número de figuras en miniatura —medio de
expresión seguro— que representen distintas categorías de elementos —familias,
objetos de la naturaleza, animales, construcciones, etc.— (Marrodán, 2013). Se invita
al paciente a coger las figuras que quiera y ponerlas en la bandeja, mientras se está
en silencio. Se permite jugar con la arena, la cual tiene cualidades sensoriales y
kinestésicas.
El papel del terapeuta es, desde una actitud de completa atención e interés,
contener sin invadir ni abandonar, no metiendo nunca la mano en la caja, sin tocarla.
No se realizan interpretaciones, se mantiene la metáfora. Pueden hacer preguntas
abiertas; por ejemplo, «¿Qué está pasando?».
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Algunos pacientes pueden hablar sobre su historia en paralelo utilizando el
lenguaje verbal y no verbal. En otros casos, hay quienes son capaces de comunicarla
a través de lo no verbal mucho antes de poder hacerlo verbalmente. Por ejemplo,
una paciente pudo empezar a compartir experiencias traumáticas de abuso a través
de la caja de arena muchos meses antes de poder empezar a poner palabras
directamente.
Una de las primeras funciones que podemos pensar sobre la técnica de la caja de
arena es su capacidad de contención. En esto es clave la puesta de límites respecto
al material que se va a utilizar: las figuras y la caja, que ofrece un espacio limitado y
contenedor de la fantasía y la dispersión y que actúa como factor ordenador.
También se restringe lo que se puede hacer y lo que no; por ejemplo, no se puede
tirar arena fuera de la caja. Se acepta incondicionalmente a la persona, no sus
comportamientos. El incumplimiento de estos límites será devuelto desde la figura
del terapeuta, es decir, habrá alguien frente a él muy interesado en lo que el paciente
haga, no está solo en esta tarea. Por otro lado, la persona puede ir tomando
consciencia de lo que es suyo, de sus creaciones, de su expresión. Así, ella misma
pondrá a prueba sus propios límites mientras nos muestra en un espacio delimitado
el estado de su mente.
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Situarse frente a la caja de arena, aquí y ahora, pudiendo dedicarle el tiempo
necesario, sin prisa, en un espacio seguro, hace que el paciente pueda poner toda su
atención en esta experiencia. Esta consciencia plena de su experiencia interna
facilita la regulación de su propia activación.
La técnica facilita ver las cosas desde otras perspectivas. Lo que expresa el paciente
no le ocurre a él, sino a los participantes en la historia creada. Esta distancia permite
verla desde otro punto de vista, con un impacto emocional distinto, sintiéndose
acompañado por el terapeuta.
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con síntomas disociativos graves —encontraremos T y t en su historia—, veremos
inicialmente escenas inconexas, sin sentido, elementos que quedan fuera de la
historia; gradualmente aparecerán imágenes más organizadas y coherentes.
Así, si bien estos pacientes a veces traen una idea preconcebida de qué elementos
usarán, se expondrán a ser espontáneos y dejar de lado la planificación, al
comprobar que es un espacio seguro y que no serán dañados por eso. Esto se
traducirá también en el título que podrán poner al terminar su construcción. Así, en
pacientes racionalizadores, ayudará a activar la parte emocional.
El terapeuta debe ser capaz de generar un apego terapéutico con el paciente, desde
el respeto, la escucha activa, a través de una relación sintonizada resonante, atento a
sus necesidades emocionales. Es decir, debe resonar con la persona posibilitando el
«sentirse sentido» mediante una atención cálida, no invasiva, tolerando
manifestaciones dolorosas, de miedo o silenciosas y ofreciendo un marco para
contener las emociones y poder dar paso a la elaboración y el pensamiento.
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La construcción de un vínculo terapéutico posibilita la creación de un espacio libre y
protegido. De esta forma, el paciente puede expresar todas sus vivencias, a veces de
inseguridad extrema, de manera poco invasiva. Esto permite al terapeuta observar
escenarios y escenas psíquicas y al paciente simbolizar, por ejemplo, la
rabia, sin necesidad de actuarla.
Conozca más con el vídeo Viñetas clínicas respecto al uso combinado de EMDR y la
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TEST
2. Cuando una familia se comporta de una manera muy poco flexible, y resulta muy difícil el
poder movilizar cambios, ya que esperan que el terapeuta dé pauta concretas y se haga
cargo de las dificultades de la familia, se puede prescribir com intervención paradójica:
A. No hacer nada.
- Estas intervenciones se usan cuando existe mucha resistencia al cambio. Se
trata de trabajar con la paradoja terapéutica según la cual el paciente
deposite en el profesional la responsabilidad del cambio. Consiste en la
prescripción controlada y específica de aquello que constituye el problema.
Para poder realizar esta intervención, se debe hacer antes un minucioso
análisis del valor funcional de los procesos de resistencia, con el fin de no
perjudicar al paciente.
B. Asumir que es una familia que no va a cambiar nunca y derivar a otro terapeuta.
- Esto no es una intervención paradójica como nos referimos en el enunciado.
C. Hacer responsables a los padres de las dificultades que está teniendo el paciente
identificado.
- Esto tampoco es una intervención paradójica; además, responsabilizar o
culpabilizar nunca puede ser terapéutico.
D. Ninguna es correcta.
La A es correcta.
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3. El terapeuta familiar debe dominar una serie de preguntas claves para poder visibilizar la
relación circular que se establece alrededor del síntoma. Así la famili toma conciencia de un
principio fundamental en terapia familia: la «causalida circular». Este tipo de preguntas
responden al nombre de:
A. Preguntas reflexivas.
- No es la opción más completa. Se utilizan para enseñar a la familia a ser capaz
de generar por sí misma nuevas percepciones y conductas que facilite la
solución de sus problemas. Tratan, por tanto, de activar intencionalmente la
reflexión.
B. Preguntas estratégicas.
- No es la opción más completa. Tienen un objetivo prescriptivo y correctivo, se
recurre a ellas cuando es preciso ser más directivo, pretenden movilizar el
sistema atascado e impedir que el bloqueo continúe.
C. Preguntas lineales.
- Esta respuesta es incorrecta, ya que establece el postulado contrario al que
nos referimos.
D. Ninguna de las anteriores.
-
Las preguntas a las que nos referimos se llaman preguntas circulares: Con este tipo de
preguntas, queremos explorar las interrelaciones entre los problemas y otras variables,
como pueden ser las estrategias de afrontamiento y las relaciones interpersonales.
Investigan, por tanto, las diferencias de vínculo entre los miembros de la familia. Son
capaces de hacerla pensar sobre cómo son las conexiones entre ellos, las acciones, las
percepciones, los sentimientos, etc., siempre buscando los supuestos de la causalidad
circular.
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ansiedades, facilita la solución a sus conflictos, promueve el crecimiento y el desarrollo
integral en lo cognitivo y social. En este sentido, la capacidad de representación simbólica se
considera un logro en el Agustin Francisca2021- 09-21T14:58:00AFPara evitar la repetición,
¿podemos usar evolución? desarrollo del niño.
6. Aunque la técnica de la caja de arena se puede usar con todo tipo de pacientes, es
especialmente recomendable en aquellos que sufren:
A. Bloqueos emocionales.
- A, B y C con correctas.
B. Vivencias traumáticas.
- A, B y C con correctas.
C. Dificultad de expresión verbal.
- A, B y C con correctas.
D. Todas son correctas.
La aplicación de la técnica ha sido diversa. En los primeros años, desde su aparición, fue
utilizada principalmente en niños y adultos con bloqueos emocionales, malos tratos, abusos
sexuales y otras situaciones traumáticas También se ha empleado en hospitales psiquiátricos
en casos de anorexia adicciones, problemas de conducta e incluso psicosis y en programas
de terapia psicológica escolar y familiar. Además, dado que posibilita la expresión a través de
un vehículo diferente que no es lo verbal, se ha usado en niño que presentan retraso en el
desarrollo con afectación al lenguaje, daño neurológico, así como trastornos del apego.
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7. ¿Cómo son las narrativas de un paciente cuando hay traumas que no han sido
procesados?
A. Emociones y sensaciones desbordantes, disfuncionales, bloqueadas.
- A, B y C son correctas.
B. Creencias negativas sobre uno mismo.
- A, B y C son correctas.
C. Creencias rígidas sobre uno mismo.
- A, B y C son correctas.
D. Todas son correctas.
Sabemos que, cuando un recuerdo no ha sido procesado, se queda en la memoria archivado
de forma disfuncional, de tal modo que permanece activas emociones, sensaciones y
creencias limitantes, porque son disfuncionales, negativas, rígidas y desbordan al paciente.
8. ¿Cuándo pueden ser útiles las técnicas narrativas en una terapia EMDR?
A. Son terapias independientes, hay que elegir una de las dos.
- Son terapias que pueden integrarse en un proceso terapéutico.
B. Solo pueden utilizarse en el tratamiento de adultos.
Podemos usarlo en todos los rangos de edad.
C. Cuando el paciente ha iniciado el procesamiento con EMDR o antes de
comenzarlo, durante la estabilización.
- Puede ser antes del tratamiento con EMDR o en simultáneo.
D. B y C son correctas.
Solo C es cierta.
10. ¿Tiene sentido darle a un niño un diploma por el hecho de haber procesado un
recuerdo traumático con EMDR?
A. Sí, es un tipo de intervención narrativa que incluye el trabajo con certificados.
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- Sirve para dar constancia y enfatizar los logros del paciente.
B. No es necesario ni aporta nada de valor a la terapia.
- Sirve para visibilizar los logros del paciente.
C. Solo debemos hacerlo si no ha habido resistencias durante el procesamiento.
- Se puede hacer independientemente de cómo haya sido el procesamiento
solo debemos adaptarlo a la edad del paciente.
D. A y C son ciertas.
Solo A es cierta.
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