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Hacer terapia es algo complejo y sobre todo al principio, cuando aún no se tiene
experiencia. Si conoces los errores más habituales que se cometen en terapia,
podrás anticiparte a ellos y a la vez, potenciar y mejorar tus habilidades
terapéuticas. Descubre en este artículo cuáles son las 13 cosas que nunca debes
hacer durante una terapia.
Los 13 Errores más comunes de un psicólogo/a durante la terapia
Estos errores son los que, a lo largo de mis años de experiencia, he visto que se
repiten más a menudo entre los psicólogos/as. No obstante, tanto si acabas de
sumergirte en el mundo de la terapia como si llevas años ejerciendo, este
artículo te podrá resultar muy útil para conocer y enfrentarte a los errores más
comunes que un psicólogo/a puede cometer durante la terapia.
Es importante tener en cuenta que para lograr que dicha relación sea
potenciadora necesita establecerse de una forma adecuada. Para ello, es
fundamental mantenerse en lo que he denominado «La Línea de Implicación
Óptima».
Por tanto, el error que puedes cometer en este primer punto es rebasar la línea
hacia un lado o hacia otro, dando lugar a dos posibilidades, con sus respectivas
consecuencias.
En caso de que esta relación sea demasiado estrecha, podrían aparecer, además
de la pérdida de efectividad de la terapia, algunas de estas consecuencias:
Uno de los principales factores que diferencian a los terapeutas exitosos de los
que no lo son es su interés en las personas y su compromiso con el paciente
(Swenson, 1971).
Al acabar, me preguntó qué tal lo había hecho y le respondí que muy bien en
cuanto a la ejecución, pero que los psicólogos no somos quién para juzgar si lo
que piensan nuestros pacientes está bien o mal. No obstante, esto no implica
que no puedas ayudarlo a reflexionar sobre los pros y los contras o sobre las
consecuencias que puedan acarrear.
Esta es una pequeña prueba a la que expongo siempre a mis alumnos/as para
que comprueben la importancia de aceptar los pensamientos de los pacientes sin
poner por delante lo que nosotros pensamos o creemos acerca de ello.
Los principales componentes de la aceptación incondicional (Bados y García,
2011) hacia los pacientes son estos:
Y la verdad es que no basta con saber escuchar para ser terapeuta, pero sí que
es fundamental dominar la escucha activa.
Recuerdo que en la carrera siempre nos decían que hablar sobre nosotros o
revelar cualquier tipo de información sobre nuestra vida era contraproducente
para la terapia y que ante la insistencia del paciente debíamos responder
remarcando la importancia de hablar de él/ella y no de nosotros.
Para lograr que una persona se abra y se de a conocer de una forma sincera y
transparente es fundamental que tú hagas los mismo, porque de lo contrario se
generará una situación de desequilibro de confianza y en consecuencia, una baja
implicación emocional.
Si le dices a tu paciente lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el riesgo
de que te eche la culpa de que haya salido mal. En cambio, si haces las veces de
guía, es menos probable que algo salga mal y aún saliendo mal, estarás exento
de responsabilidad o culpa, dado que la decisión la tomó tu paciente.
Es habitual que tu paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer ante un
determinado problema o decisión, para saber cómo responderle puedes leerte
este artículo:
> > Las Preguntas más habituales que un paciente puede hacerte antes de acudir
a terapia contigo < <
La clave para trabajar la autenticidad reside en saber qué decir, cómo decirlo y
en qué momento concreto hacerlo.
Si no te muestras como eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que puedas hacer
un buen trabajo en la consulta. No obstante, no debes olvidar que
la espontaneidad total tampoco es adecuada.
En uno de mis primeros casos como psicólogo, atendí a una mujer que mostraba
síntomas claramente depresivos. Después de unas semanas y de haber avanzado
bastante en la terapia, empeoró. No sabía lo que ocurría, así que decidí invitar a
su familia a terapia. Al investigar con la familia, me di cuenta de que ésta ejercía
una influencia negativa sobre la paciente.
El caso es que la paciente tenía la sensación o percibía que «daba lástima» a sus
familiares, porque estos repetían continuamente aquello de «pobrecita», «ay,
dios mío como está», etc. lo que alimentaba su idea de que estaba mal, que
seguía igual que siempre, que lo suyo no tenía solución… Al trabajar este tipo
de discursos en el entorno familiar pude observar una clara mejora en la
paciente.
Por tanto, en terapia, además de dominar las técnicas y herrmientas que brinda
la psicología, habrás de esforzarte por construir una buena alianza terapéutica,
ya que ésta es, sin lugar a duda, un predictor positivo del éxito en la terapia
(Keijsers, Schaap y Hoogduin, 2000).
La alianza terapéutica es un pacto implícito entre tu paciente y tú (como
terapeuta) cuya meta es lograr la consecución de los objetivos terapéuticos. Para
lograr que esta alianza terapéutica sea adecuada es importante que tengas en
cuenta estos 3 aspectos o componentes de la alianza:
Por útlimo, quiero que tengas en cuenta que la alianza terapéutica no es algo
que se establece una vez y ya está, sino que se trata de un proceso continuo y
por tanto, será fundamental que atiendas de forma habitual a cómo se desarrolla
para que puedas mantenerla, mejorarla o repararla en caso de que se haya visto
dañada.
Por otra parte, un nivel subjetividad aceptable sería aquel en el que una persona
dice que la psicología no le ha resultado efectiva o en el que dice que no le ha
sido de gran ayuda, lo que a su vez es muy aceptable e inegable.
Esta es una frase que suelo repetir a menudo para ejemplificar la importancia
del momento de la terapia o más bien, del momento en el que se encuentra el
paciente dentro de la terapia.
Terapeuta: Bueno A., llegados a este punto creo que sería importante que
hablasemos de la relación que mantienes con tus padres y de los problemas que
ello te ocasiona. Se que para ti puede ser difícil o incluso doloroso hablar sobre
temas tan íntimos, pero creo que será algo fundamental para que empieces a
sentirte mejor. Te propongo que empezamos hablando de tu madre, por
ejemplo. ¡Ah! Si en algún momento te sientes incómodo o no te ves preparado
para hablar de algún tema házmelo saber e iremos un poco más despacio.
Una de las claves para conectar con una persona consiste en hablar «su idioma».
Si no traduces los conceptos de la psicología a términos que tu paciente pueda
entender, no los entenderás y en consecuencia puede que no mejore, que no
entienda lo que tiene que hacer, que abandone la terapia (o que directamente no
vaya nunca), que se sienta molesto… Lo que tengo claro es que no sacará nada
positivo de ello.
La improvisación, usada con cautela y con medida es sin duda una de las
mejores bazas que puedes tener para tu día a día en la consulta, dado que te
dotará de flexibilidad, espontaneidad, naturalidad… y sobre todo, se convertirá
en un recurso muy práctico cuando ocurra lo inesperado.
Acepta que no siempre podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a sentirse
mejor consigo mismos.
Acepta que eres una persona que siente y padece y que se equivoca y no un
superman o una superwoman a los que todo le sale bien.
Acepta que hay cosas que se escapan a tu control y que por mucho que te
empeñes no podrás cambiarlas.
Acepta que a veces tus métodos o técnicas fallan, que no eres un/a profesional
infalible.
Acepta que una equivocación no significa que seas un mal profesional.