1. El término Iglesia Término griego - ekklesía - ekkalein =convocar (convocación o asamblea convocada)
Término hebreo - qahal Yahve = asamblea
originada por la intervención de Yahvé o asamblea propiedad de Yahvé. El origen de la Iglesia no es humano, sino divino, es Dios quien determina su naturaleza y su misión. El origen de la Iglesia es trinitario, porque el Padre la ha convocado, el Hijo la ha instituido y el E.S. la vivifica. Sin embargo la determina- ción de su origen no ha sido cosa fácil, ante este problema surgen dos vertientes: a) teólogos liberales b) respuesta de los manuales de teología católica Los teólogos liberales establecían la división e n t r e fe y ra zó n , separando al Jesús histórico del Cristo de la fe, determinando que el origen de la Iglesia no es el Jesús de Nazaret, sino la libre decisión de sus discípulos de agruparse después de la Pascua. La respuesta de los ma- nuales de teología católica subraya el enlace entre el Jesús histórico y el Cristo de la fe, pero con una menta-lidad jurídica, buscando entre los actos de Jesús uno concreto en el que Jesús expresamente haya dado origen a la Iglesia. 2. Apóstoles Los apóstoles elegidos y enviados por Jesús, son por voluntad divina el inicio y el soporte humano de la Iglesia-construcción; sin ellos no hay Iglesia de Cristo. De ellos arranca históricamente la Iglesia y depende a lo largo del tiempo y del espacio. La apostolicidad signi- fica la dependencia de los apóstoles que en su ser y en su misión, tiene la Iglesia por voluntad de Cristo, tal dependen- cia por ser querida por Cristo será el medio auténtico por el que la Iglesia se une a su Fundador. El grupo de los doce antes de la ascensión de Cristo, recibe el encargo y la potestad de predicar, bautizar y hacer discípulos, por lo tanto la dependencia que la Iglesia tiene de ellos debe abarcar esos tres aspectos. Los tres son partes integrantes del ministerio de los apóstoles y por consiguiente de la apostolicidad de la Iglesia. Al servicio de la apostolicidad de todos los miembros de la Iglesia está la sucesión apostólica de los Obispos que garantiza en cada momento que esta Iglesia nuestra es la Iglesia misma de los apóstoles. Así, la misión de los Apóstoles se han mantenido íntegras y vivas mediante la sucesión apostólica de los obispos, asistida por el Espíritu Santo. 3. El Credo El Credo es un breve compendio de las creencias fundamentales de todo católico en toda época y lugar. Nace como un esfuerzo realizado por la Iglesia católica en sus primeros tiempos (crisis del s. III) para unificar criterios que evitaran el cisma y la herejía. Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó y transmitió su propia fe en fórmulas breves y normativas para todos (cf. Rm 10,9; 1 Co 15,3-5; etc.) La Iglesia también quiso recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados destinados sobre todo a los candidatos al bautismo. Estas formulas breves o síntesis de la fe se les llama "profesiones de fe" porque resumen la fe que profesan los cristianos. Se les llama "Credo" por razón de que en ellas la primera palabra es normalmente: "Creo". Se les denomina igualmente “símbolos de la fe”. La palabra griega “symbolon” significaba la mitad de un objeto partido (por ejemplo, un sello) que se presentaba como una señal para darse a conocer.
El "símbolo de la fe" es, pues,
un signo de identificación y de comunión entre los creyentes. Partes fundamentales del Credo Las verdades de fe profesadas en el Bautismo son articuladas según su referencia a las tres personas de la Santísima Trinidad. El Símbolo se divide, por tanto, en tres partes: «primero habla de la primera Persona divina y de la obra admirable de la creación; a continuación, de la segunda Persona divina y del Misterio de la Redención de los hombres; finalmente, de la tercera Persona divina, fuente y principio de nuestra santificación». En respuesta a las necesidades de diferentes épocas, han sido numerosas las profesiones o símbolos de la fe: - Símbolo Quicumque, (de san Atanasio) - Las profesiones de fe de varios Concilios (Toledo XI; Letrán IV; Lyon II; Trento), fides Damasio, el "Credo del Pueblo de Dios" de Pablo VI. Entre todos los símbolos de la fe, dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia.
El Símbolo de los Apóstoles.
- Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia de Roma. El Símbolo llamado Niceno Constantinopolitano Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto d e l o s d o s p r i m e ro s Concilios ecuménicos (325 y 381). Sigue siendo todavía hoy el símbolo común a todas las grandes Iglesias de Oriente y Occidente. 4. Revelación
Por una decisión entera-
mente libre, Dios se revela y se da al hombre. Lo hace revelando su misterio. Al revelarse a sí mismo, Dios quiere hacer a los hombres capaces de responderle, de conocerle y de amarle más allá de lo que ellos serían capaces por sus propias fuerzas. La revelación de Dios comporta una "pedagogía divina" particular: Dios se comunica gradualmente al hombre, lo prepara por etapas para acoger la Revelación sobrenatural que hace de sí mismo y que culminará en la Persona y la misión del Verbo encarnado, Jesucristo. Las Etapas de la Revelación
1. Desde el origen, Dios se da a conocer
Desde la creación Dios ha abierto el camino de la salvación
sobrenatural y se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio”… Esta revelación no fue interrumpida por el pecado de nuestros primeros padres. Dios, en efecto, después de su caída [...] alentó en ellos la esperanza de la salvación con la promesa de la redención (DV 3). 2. La Alianza con Noé
La alianza con Noé
después del diluvio (cf. Gn 9,9) expresa el principio de la Economía divina con las “naciones”. 3. Dios elige a Abraham
Para reunir a la humanidad dispersa,
Dios elige a Abram llamándolo "fuera de su tierra, de su patria y de su casa" (Gn 12,1), para hacer de él "Abraham", es decir, "el padre de una multitud de naciones" (Gn 17,5): "En ti serán benditas todas las naciones de la tierra" (Gn 12,3; cf. Ga 3,8). 4. Dios forma a su pueblo
Después de la etapa de los patriarcas,
Dios constituyó a Israel como su pueblo salvándolo de la esclavitud de Egipto. Estableció con él la alianza del Sinaí y le dio por medio de Moisés su Ley, para que lo reconociese y le sirviera como al único Dios vivo y verdadero, Padre providente y juez justo, y para que esperase al Salvador prometido. Por los PROFETAS, Dios forma a su pueblo en la esperanza de la salvación, en la espera de una Alianza nueva y eterna destinada a todos los hombres (cf. Is 2,2-4), y que será grabada en los corazones (cf. Jr 31,31-34; Hb 10,16). Los profetas anuncian una redención radical del pueblo de Dios, la purificación de todas sus infidelidades (cf. Ez 36), una salvación que incluirá a todas las naciones (cf. Is 49,5-6; 53,11). Serán sobre todo los pobres y los humildes del Señor (cf. So 2,3) quienes mantendrán esta esperanza. 5. Dios ha dicho todo en su Verbo
Cristo, el Hijo de Dios hecho
hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. “La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo” (DV 4). 5. Encíclicas Una encíclica papal es, en el sentido más estricto, una carta (generalmente sobre algún aspecto de la doctrina católica) enviada por el Papa y dirigida por este a los obispos católicos de un área en particular o, más frecuentemente, a los obispos del mundo. Sin embargo, la forma de la dirección puede variar ampliamente, y a menudo se designa a un público más amplio. Entre las Encíclicas sobre la Iglesia podemos mencionar las siguientes: ▪ Ecclesiam Suam. Sobre el Mandato de la Iglesia en el Mundo contemporáneo (Pablo VI) ▪ Dominum et Vivificantem. Sobre el Espíritu Santo en la vida de la Iglesia y del mundo (Juan Pablo II) ▪ Ecclesia de Eucharistia. Sobre la Eucaristía en su relación con la Iglesia (Juan Pablo II)