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San Pablo nos expresa muy bien en que consiste esta buena noticia, cuando afirma:
" Pues no me avergüenzo del Evangelio, que es fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, tanto si es judío como si no lo es. Porque en el
se manifiesta la fuerza salvadora de Dios a través de una fe en continuo crecimiento, como dice la Escritura -quien alcance la salvación por la fe,
ese vivirá (Rom 1,16-17).
La Buena Noticia no consiste puramente en un mensaje intelectual, sino que es un acontecimiento salvífico; fuerza de Dios para salvar a todo el
que cree. Esta fuerza de Dios se manifiesta en Jesús de Nazaret, en sus palabras en sus signos, en su muerte y resurrección. El Evangelio, es la
persona misma de Jesucristo. La persona de Jesús se identifica con el Reino.
El anuncio del Evangelio hecho con palabras y signos. Las palabras anuncian lo que los signos realizan.
Definición de Iglesia
Iglesia, viene del griego Ekkesia, significa "asamblea", "convocación". Designa a la asamblea del pueblo, en general de carácter
religioso. En el lenguaje cristiano, la palabra Iglesia designa no sólo la asamblea litúrgica, sino también a la comunidad local, a toda la
comunidad universal de los creyentes.
La Iglesia es el Pueblo que Dios reúne en el mundo entero.
La Iglesia, Pueblo de Dios, tiene como identidad, la dignidad de los hijos de Dios en cuyos corazones habita el Espíritu Santo; Como
ley, el mandamiento nuevo de amar como el mismo Cristo nos ha amado; como misión, acoger la salvación y llevarla a los hombres y
como destino, el Reino definitivo de Dios, del que ya es germen.
Origen y fundación
"Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro, o sea 'Piedra' y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia que los poderes del Infierno no podrán
vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: todo lo que ates en la tierra será atado en el cielo, y lo que desates en la tierra
será desatado en los cielos". Mt 16, 18-19
La Iglesia ha sido prefigurada ya desde el origen del mundo y preparada maravillosamente en la historia del pueblo de Israel y en la
Antigua Alianza, se constituyó en los últimos tiempos, se manifestó por la efusión del Espíritu y llegará gloriosamente a su plenitud al
final de los siglos.
El Señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Nueva, es decir, de la llegada del Reino de Dios prometido desde hacía
siglos en las Escrituras. La Iglesia es el Reino de Cristo, presente ya en misterio.
El Señor Jesús dotó a su comunidad de una estructura que permanecerá hasta la consumación del Reino. Los Doce, con Pedro a su
Cabeza, (Cf. Mc 3,14-15) y los otros discípulos participan en la misión de Cristo, en su poder, y también en su suerte.
La Iglesia ha nacido principalmente del don total de Cristo. El Concilio nos dice que: "El agua y la sangre que brotan del costado
abierto de Jesús crucificado son signo de este comienzo y crecimiento"(Vaticano II, LG 3). Del costado de Cristo dormido en la cruz
nació el sacramento admirable de toda la Iglesia.
Misión
Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la Tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para
que santificara continuamente a la Iglesia. La Iglesia es por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones
para hacer de ellas discípulos suyos (Cf. Mt 28,19-20)
Para realizar su misión el Espíritu Santo la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos. La Iglesia recibe la
misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este
Reino en la Tierra.
Hasta el día que Cristo vuelva glorioso, la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los
consuelos de Dios. Aquí en el mundo, ella se sabe en exilio, lejos del Señor. (Cf. 2Cor. 5,6; LG 6) .
El misterio de la Iglesia
En la Sagrada Escritura encontramos muchas imágenes y figuras para revelar el Misterio de la Iglesia.
* La Iglesia es El Pueblo de Dios: La nueva asamblea que resulta de Pentecostés es el "nuevo pueblo" que nace de la Nueva Alianza
realizada y sellada con la Sangre de Cristo. (Cf. 1Co 11,25). Es el Nuevo Pueblo que se hace universal; el Espíritu prometido a toda
criatura.
* La Iglesia es El Cuerpo de Cristo. En este pueblo Dios nos concede participar de su Espíritu y ese mismo Espíritu es el que nos
constituye místicamente en el Cuerpo de Cristo; por el Bautismo nos configura con Cristo; por la Eucaristía, somos elevados a una
comunión con Él (Cf. 1Co 12,27) y entre nosotros (Rom 12,5). El Espíritu es el que nos une y forma como Cuerpo de Cristo, pero
creando y manteniendo la diversidad de funciones, dones y carismas, que han de estar puestos al servicio de la unidad del propio
Cuerpo de Cristo.
La Jerarquía
La jerarquía ministerial es la designada ordenadamente de acuerdo a los rangos y orden del clero para velar por la vida espiritual de
los católicos, por el gobierno de la Iglesia y por la misión de la Iglesia alrededor del mundo.
Las personas pertenecen a la jerarquía por virtud de ordenación y misión canónica. El término "jerarquía" se utiliza también para
designar un conjunto determinado de obispos. Por ejemplo: la Jerarquía de América Latina, la Jerarquía de Argentina.
Los títulos del Papa son: Sucesor del Apóstol Pedro, Sumo Pontífice de la Iglesia Universal, Patriarca de Occidente, Primado de
Italia, Arzobispo y Metropolitano de la Provincia de Roma, Soberano del Estado de la Ciudad del Vaticano.
El Papa imparte sus enseñanzas, como garantía de la fe común, mediante encíclicas, cartas apostólicas, mensajes, discursos, etc.,
y en algunas ocasiones bajo forma de definiciones doctrinales infalibles. Tiene en la Iglesia Católica la plenitud del poder legislativo,
judicial y administrativo.
El Papa actual es Su Santidad Juan Pablo II, nacido KAROL WOJTYLA, elegido en el Consistorio de Cardenales del 16 de Octubre
de 1978 como sucesor de Juan Pablo I (Albino Lucciani).
Es decir, Jesús le entregó la llave a Pedro para hacer del episcopado uno solo e indiviso siendo este el pastor de todo el rebaño.
El día del Pentecostés Jesús le encomendó a los Apóstoles que extendieran la Iglesia e hiciesen que todos los pueblos fueran discípulos suyos.
Cuidar de la viuda, del huérfano y del extranjero ha formado parte de la tradición judeo-cristiana desde el
principio. La comunidad que llamamos Iglesia se responsabilizó del pobre y del marginado, como consecuencia
directa del Reino de Dios predicado por Jesús, y entendió la salvación como algo que afecta no sólo a las "almas"
individuales, sino a la transformación del orden social, político y económico, y del cósmico, hasta que "el león
viva con el cordero... " (Is 11, 6-9). Predicar y dar testimonio de este Reino fue la misión de Jesús y es la misión
social de la Iglesia.
Como consecuencia de esta forma de entenderse a sí misma, la Iglesia primitiva se interesó por el origen, la
acumulación y la distribución de la riqueza. Los bienes materiales, creados por Dios, eran tenidos por buenos en
sí mismos, pero su acumulación superflua y un apego excesivo a los mismos era malo. Entendieron que la
intención de Dios era que la riqueza debía ser un bien común y, por tanto, debía ser compartida. La posesión
privada de bienes era el resultado de la caída y, si algunos eran ricos, debía ser para que tuvieran cuidado de los
demás. No se trataba de dar de lo sobrante, sino de quedarse sólo lo necesario, dando el resto a los que lo
necesitaban.
El contraste con la actitud común dominante en el Imperio romano, con respecto a la riqueza y a la pobreza,
fue considerable. En una sociedad jerárquicamente estructurada en torno a la riqueza, la pobreza era considerada
algo vil, deshonroso y repugnante. Los romanos ricos despreciaban a los pobres y los consideraban
prácticamente inmorales: no respetaban a los dioses, eran codiciosos, corruptos, mentirosos y la causa básica de
todo desorden y rebelión social.
En una sociedad como ésta, la cristiandad aportó una ética social de la dignidad de la persona y una
igualdad que trascendía el status social (no más judío o griego, esclavo o libre, hombre o mujer; Gal 3,28). Mi
primera afirmación, por tanto, es que la Iglesia se entendió a sí misma desde el principio como una comunidad
con una misión social.
La Liturgia de la Iglesia
2655 La misión de Cristo y del Espíritu Santo que, en la liturgia sacramental de la Iglesia, anuncia, actualiza y comunica el
Misterio de la salvación, se continúa en el corazón que ora. Los Padres espirituales comparan a veces el corazón a un altar.
La oración interioriza y asimila la liturgia durante y después de su celebración. Incluso cuando la oración se vive "en lo
secreto" (Mt 6, 6), siempre es oración de la Iglesia, comunión con la Trinidad Santísima (cf IGLH 9).
INTROCUCCION:
La palabra “Iglesia” significa “convocación”. Da nombre a la reunión de aquellos que han sido llamados por la palabra de Dios, para formar su Pueblo.
La reunión del Pueblo de Dios tiene su inicio en el instante en el que el pecado destruye la comunión de Dios y de los Hombres. Esta es, por decirlo de alguna
manera, la reacción de Dios al caos provocado por el pecado.
El señor Jesús comenzó su Iglesia con el anuncio de la Buena Noticia, es decir la llegada del reino de Dios prometida desde hacía siglos en las escrituras.
La Iglesia fundada por Jesús es una estructura con Jerarquía. La palabra “Jerarquía” significa, “mando sagrado”. Esto queda muy claro cuando Jesús de entre la
multitud, que los seguía, escogió a doce. Y de entre los doce, seleccionó a Pedro, para que fuese quien guiara al pueblo de Dios.
Jesús instituyo a los doce Apóstoles a modo de colegio. De entre los doce selecciono a Pedro, poniéndolo en frente de ellos. Sólo a él le dijo: "Sobre esta piedra
edificaré mi Iglesia", sólo a Pedro le entregó las llaves del Reino de los Cielos, sólo a Pedro le ordenó: "Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos".
Únicamente a Pedro, Jesús le dijo que había "orado por él para que cuando "volviera" de su pecado, confirmara a sus hermanos",(Lc.22,32).
Es decir, Jesús le entregó la llave a Pedro para hacer del episcopado uno solo e indiviso siendo este el pastor de todo el rebaño.
El día del Pentecostés Jesús le encomendó a los Apóstoles que extendieran la Iglesia e hiciesen que todos los pueblos fueran discípulos suyos.
En la persona de los obispos, Jesús esta presente en medio de los fieles como pontífice supremo.
Los Apóstoles fueron elegidos para apacentar el rebaño del señor y a ellos esta encomendado el testimonio de la buena noticia de la gracia de Dios y el glorioso
misterio del Espíritu y de la justicia.
Los Apóstoles fueron enriquecidos por Cristo por una efusión del Espíritu Santo. Ellos a su vez, a través de la imposición de las manos, les transmitieron a los
colaboradores este don Espiritual que ha llegado hasta nosotros en la consagración episcopal.
La consagración episcopal, junto con el oficio de santificar, confiere también los oficios de enseñar y regir, los cuales no pueden ejercerse sino en comunión
jerárquica con la cabeza y los miembros del colegio.
Es propio de los obispos incorporar, por medio del sacramento del orden, nuevos elegidos al cuerpo episcopal.
Este colegio expresa la variedad y universalidad del pueblo de Dios. Los obispos manteniendo fielmente el primado y la preeminencia de su cabeza, ejercen una
potestad propia en bien de sus propios fieles, mientras el Espíritu Santo consolida, sin cesar, su estructura orgánica y su concordia.
La unión de todo el colegio se manifiesta también en las mutuas relaciones de cada obispo con las Iglesias particulares y con Iglesia universal.
Los obispos, cada uno en forma individual, son el principio y fundamento visible de la unidad en sus propias Iglesias. Todos juntos con el Papa representen a toda
la Iglesia en el vinculo de la paz, el amor y de la unidad.
Cada uno de los obispos solo ejerce su poder sobre la Iglesia que se le ha confiado, no sobre otras ni sobre la Iglesia universal.
Todos los obispos, deben instruir a los fieles en el amor del cuerpo de Cristo, sobre todo de los miembros pobres, de los que sufren y de los que son perseguidos.
Gobernando bien sus Iglesias como porciones, contribuyen al bien de todo el cuerpo místico, que es también el cuerpo de todas las Iglesias.
Los obispos deben prestar una fraternal ayuda a las otras Iglesias, sobretodo a las vecinas y a las más pobres, dentro de esta universal comunión de la caridad.
Esta variedad de Iglesias locales, dirigidas sin embargo a un solo objetivo, muestra la indivisa catolicidad de la Iglesia.
Los obispos tienen la misión de enseñar a todos los pueblos y de predicar el evangelio a toda la creación, ya que por medio de la fe logran el bautismo y el
cumplimiento de los mandamientos. Este encargo que el Señor le dio es por obra y gracia del Espíritu Santo.
Por otra parte los obispos pueden negar al sucesor de Pedro pero no puede ser elevados al cargo (ser Papa).
Los obispos han heredado la autoridad de Cristo para realizar su oficio principal que es la predicación del evangelio ganando así nuevos discípulos para Cristo.
Tanto los obispos como el Romano Pontífice deben ser respetados por todos como los testigos de la verdad divina y católica; sus fieles deben aceptar sus juicios
y adherirse con religiosa aceptación.
Los obispos no necesitan ninguna aprobación ni admiten tampoco la apelación de ningún otro tribunal, por que en estos casos el Romano Pontífice no actúa como
persona privada sino como maestro supremo de la Iglesia universal, en que individualmente reside el carisma de la infalibilidad de la Iglesia misma, expone o
defiende la doctrina de la fe católica. Esta infalibilidad reside también en el cuerpo de los obispos cuando ejerce el supremo magisterio juntamente con el sucesor
de Pedro.
Cuando el Papa junto con el cuerpo episcopal definen una doctrina, lo realizan siempre de acuerdo con la misma Revelación, a la que todos deben atenerse y
conformarse, lo cual es gracias a la luz del Espíritu de la verdad, y es conservado santamente y fielmente expuesta en la Iglesia.
El obispo es el administrador de la gracia del supremo sacerdocio sobretodo en la eucaristía que el mismo ofrece. En las Iglesias se congregan los fieles por la
predicación del evangelio de Cristo y se celebra el ministerio de la cena del Señor a fin de que por el cuerpo y la sangre del Señor queda unida toda la fraternidad.
En estas comunidades, por más que sea con frecuencias pequeñas y pobres o vivan en la dispersión, esta presente Cristo, por cuyo poder se congrega la Iglesia,
una santa, católica y apostólica.
Así, los obispos, orando por el pueblo y trabajando, dan de muchas maneras y abundancia la plenitud de la santidad de Cristo. Por medio del misterio de la
palabra comunican el poder de Dios para la salvación para todos los que crean, y por medio de los sacramentos santifican a los fieles. Ellos, deben edificar a sus
súbditos con el ejemplo de su vida, guardando su conducta de todo mal y, con la ayuda de dios, transformándola en bien en la medida de lo posible para llegar
con su pueblo la vida eterna.
El oficio de regir de los obispos
Los obispos han sido encomendados, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y con su potestad sagrada que
ejercitan únicamente para edificar a su rebaño en la verdad y en la santidad y como gobernador para servirlos.
En virtud de su potestad, los obispos tienen el sagrado derecho, y ante Dios el deber, de legislar sobre sus súbditos, de juzgarlos y de regular todo cuanto
pertenece a la organización del culto y del apostolado.
El obispo enviado por el padre de familias a gobernar su familia, tenga siempre ante los ojos el ejemplo del buen pastor que vino a no ser servido, sino a servir y a
dar su vida por ellos. Los fieles, por su lado, deben estar unidos a su obispo como la Iglesia lo esta a Cristo y como Cristo mismo lo esta con el padre, para que
todas las cosas armonicen en la humanidad y crezcan para la gloria de Dios.
Los presbíteros. Sus relaciones con Cristo, con los obispos, con el presbiterio y con el pueblo de Dios.
Los presbíteros dependen de los obispos, sin embargo se encuentran unidos en el orden del sacerdocio, por el cual han sido consagrados como verdaderos
sacerdotes del nuevo testamento, sirviéndoles de esta manera celebrar el culto divino, y evangelizar. Su oficio principal lo ejerce en el culto eucarístico, ofreciendo
de esta manera su autoridad de Cristo, pastor y cabeza, lo hacen por medio de la eucaristía.
Los presbíteros junto con los obispos forman un grupo llamado presbiterio, que representa a un grupo en una región representa una Iglesia universal donde el
padre es el obispo y sus hijos son los presbíteros. Por su parte los obispos lo consideran como hijos amigos tal como Cristo lo hizo con los discípulos.
Todos los presbíteros se unen entre si en intima fraternidad que debe manifestarse en espontánea y gustosa ayuda tanto espiritual como material. También
pueden darle a conocer la imagen de Cristo tanto los católicos, y no católicos, fieles e infieles, por medio de la Fe y práctica de los sacramentos.
Los diáconos
Representan una jerarquía inferior a los presbíteros, es decir que no es de un orden sacerdocio sino en orden al ministerio. Estos sirven al pueblo de dios en el
ministerio de la liturgia de la palabra y de la calidad. El oficio de ellos puede ser: Bautismo, conservar y distribuir la Eucaristía, asistir al Matrimonio y bendecidlo en
nombre de la Iglesia.
Actualmente en la Iglesia latina existen muchas regiones en donde no es fácil desempeñar estas funciones, por eso, por parte de la aprobación el sumo pontífice
puede ser conferidos a varones de edad madura, aunque estén casados, y también a jóvenes idóneos.
Si observamos atentamente Mt 28, 18-19: ‘Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id pues y haced discípulos a todos los pueblos
bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del E.S., enseñándoles a observar todo lo que os he mandado.’ Se ve que Cristo determina
para su Iglesia una misión que consiste en continuar su obra, una responsabilidad, una función. Pero para ello comunica sus propios poderes de
enviarlos, aquellos que hacían de ƒl un doctor, un pastor y un sacerdote. Según el texto, aparece el munus docendi (‘haced discípulos a
todos...’) el munus sanctificandi (‘bautizándolos’) y el munus regendi (‘enseñándoles a observar todo), que es el ministerio pastoral.
Vemos que estos tres poderes derivan de la única misión de Cristo y persiguen idéntico objetivo, es decir, están íntimamente vinculados. A su
vez observamos que hay una primacía en la función sacerdotal "por la salvación del género humano se sacrificó Cristo, y a este fin refirió todas
sus enseñanzas y todos sus preceptos, y lo que ordenó a la Iglesia fue que buscara la santificación y la salvación de los hombres" (Satis
cognitum. Leon XIII), por eso la liturgia es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana
toda su fuerza" ( SC 10). Por último, es necesario observar que estos poderes tienen el sentido ministerial; es decir,son poderes para misión de
servicio.
2) Munus sanctificandi. Así como Cristo fue enviado por el Padre, así envió a sus Apóstoles con el E.S., no sólo a predicar el Evangelio sino
también a llevar a cabo la obra de salvación mediante el sacrificio y los sacramentos, en torno a los cuales gira la vida litúrgica (SC, 6). Es
decir, como la Iglesia tiene por objeto la salvación de los hombres ella está dotada del poder de santificar a los hombres que se realiza por los
sacramentos y la liturgia, siendo los responsables los mismos miembros de la jerarquía.
3) Munus regendi. Debe pastorear a su Iglesia. Debe saber guiarla. Para ello surge la jurisdicción pastoral de la Iglesia y todo el tema de la
Teología de la Pastoral.
El sentido de la jurisdicción pastoral es que ‘Cristo no sólo es Redentor en quien debemos depositar nuestra confianza, sino también el legislador
a quien debemos obediencia’ (Trento S. VI, can. 21). Y esta misma misión de Cristo se prolonga hoy a través de su Iglesia.
Misión
Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la Tierra, fue enviado el Espíritu Santo el día de Pentecostés para
que santificara continuamente a la Iglesia. La Iglesia es por su misma naturaleza, misionera enviada por Cristo a todas las naciones
para hacer de ellas discípulos suyos (Cf. Mt 28,19-20)
Para realizar su misión el Espíritu Santo la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos. La Iglesia recibe la
misión de anunciar y establecer en todos los pueblos el Reino de Cristo y de Dios. Ella constituye el germen y el comienzo de este
Reino en la Tierra.
Hasta el día que Cristo vuelva glorioso, la Iglesia avanza en su peregrinación a través de las persecuciones del mundo y de los
consuelos de Dios. Aquí en el mundo, ella se sabe en exilio, lejos del Señor. (Cf. 2Cor. 5,6; LG 6) .
El misterio de la Iglesia
En la Sagrada Escritura encontramos muchas imágenes y figuras para revelar el Misterio de la Iglesia.
* La Iglesia es El Pueblo de Dios: La nueva asamblea que resulta de Pentecostés es el "nuevo pueblo" que nace de la Nueva Alianza
realizada y sellada con la Sangre de Cristo. (Cf. 1Co 11,25). Es el Nuevo Pueblo que se hace universal; el Espíritu prometido a toda
criatura.
* La Iglesia es El Cuerpo de Cristo. En este pueblo Dios nos concede participar de su Espíritu y ese mismo Espíritu es el que nos
constituye místicamente en el Cuerpo de Cristo; por el Bautismo nos configura con Cristo; por la Eucaristía, somos elevados a una
comunión con Él (Cf. 1Co 12,27) y entre nosotros (Rom 12,5). El Espíritu es el que nos une y forma como Cuerpo de Cristo, pero
creando y manteniendo la diversidad de funciones, dones y carismas, que han de estar puestos al servicio de la unidad del propio
Cuerpo de Cristo.
Iglesia primitiva
La comunidad cristiana de los primeros años, marca la figura esencial de lo que debe ser la Iglesia, es decir, toda comunidad cristiana
y se distingue por:
ð escuchar y meditar la Palabra del Señor;
ð partir el pan, misterio de muerte y resurrección de Cristo, presente en la Eucaristía;
ð vivir y estar juntos, formando un cuerpo fácilmente visible e identificable;
ð testimoniar por todas partes que Jesús ha resucitado y es el único Señor y Salvador;
ð dedicarse a los pobres y desvalidos, imitando a su Señor, que siendo rico se hizo pobre;
ð afrontando y corrigiendo con amor los problemas internos, según el Espíritu;
ð asumiendo los apóstoles la función y ministerio de pastores. .
Características
En la Profesión de Fe -nuestro "Credo"- los cristianos hablamos de cuatro atributos inseparables de la Iglesia, que indican sus rasgos
esenciales y su misión, según la voluntad de Cristo. Decimos a cerca de la Iglesia que es:
- UNA. Tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo Bautismo, forma un solo cuerpo, vivificado por un solo Espíritu,
orientado a una única esperanza a cuyo término se superan todas las divisiones.
- SANTA. Dios Santísimo es su autor. Cristo su Esposo, se entregó por nosotros para santificarla; el Espíritu de Santidad la vivifica,
aunque esté formada por pecadores. En los santos brilla su santidad; y en María que es ya la enteramente santa.
- CATÓLICA. Quiere decir UNIVERSAL. Anuncia la totalidad de la fe, lleva en sí y administra la plenitud de los medios de salvación; es
enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos los tiempos; es por su propia naturaleza, misionera.
- APOSTÓLICA. Está edificada sobre sólidos cimientos: "los doce apóstoles de Cristo", es indestructible; Jesús prometió "estaré con
vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt. 28,20) se mantiene infaliblemente en la verdad; Cristo la gobierna por medio de
Pedro y los demás apóstoles, presentes en sus sucesores, el Papa y el Colegio Episcopal (de Obispos).
Sus miembros
San Pedro dice: "vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación consagrada, pueblo adquirido" (1 Pe 2,9). Cristo al ser ungido
por el Padre con el Espíritu Santo ha quedado constituido como Sacerdote, Profeta y Rey. Cristo ha comunicado la misma unción del
Espíritu al pueblo por Él fundado, convirtiéndolo en pueblo mesiánico haciéndole partícipe de su dignidad y misión. Cada miembro de
la Iglesia, por su Bautismo es convertido en:
· SACERDOTE: Es un sacerdocio común de los fieles, por el cual todos estamos llamados a la perfección de la santidad, se ejerce a
través de la oración, la ofrenda de sí mismo, el testimonio que se da de Cristo. Se alimenta y se expresa en la participación de los
sacramentos.
· PROFETAS: El pueblo de Dios participa del carácter y misión profética de Cristo, dando testimonio de Él con su vida de fe y de
amor. Perdura en la Iglesia el testimonio de los Apóstoles que nos transmitieron lo que habían visto y oído. Para dar este testimonio, el
Espíritu de la Verdad suscita y sostiene en todo el pueblo el sentido sobrenatural de la fe, con el que bajo la dirección del Magisterio
Eclesial, acoge la Palabra, se adhiere indefectiblemente a la fe transmitida, la profundiza con juicio recto, la aplica a su vida y la
difunde a los demás.
· REY: Cristo es Rey y Señor del Universo, porque por haber sido obediente hasta la muerte y haberse hecho servidor de todos, fue
exaltado por el Padre que le sometió todas las cosas. Cristo comunicó este poder a sus discípulos para que también ellos dispusieran
de una libertad soberana y vencieran el reino del pecado. Los Cristianos ejercen su realeza sirviendo a Cristo en sus hermanos, sobre
todo en los más pobres y necesitados
Misión
Animar a la luz del Evangelio y desde la Doctrina Social de la Iglesia el proceso de transformación de la sociedad peruana para construir hoy y aquí el Reino
de Dios:
Creando conciencia social de las carencias de índole personal y comunitario que sufre la sociedad en orden a la defensa de la vida y la
creación.
Acompañando y promoviendo integralmente la caridad cristiana donde los pobres y excluídos sean protagonistas de su propio desarrollo.
Siendo testimonio profético para lograr el bien común de todos los hijos e hijas de Dios.
Valores
Cáritas del Perú se inspira en la enseñanza social de la Iglesia Católica y reconoce los siguientes valores como fundamentales para su vida
institucional:
Defensa de la Vida
Amor al prójimo
Solidaridad
Reconciliación
Justicia social