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Cómo se reza el ROSARIO MISIONERO

1. Se comienza con la Señal de la Cruz.

2. Se reza el Acto de contrición o alguna


otra oración de Perdón.

3. Dependiendo del día de la semana,


se rezarán los misterios que
corresponda, ofreciendo un misterio por
cada continente:

 Lunes y Sábados se rezan los


Misterios Gozosos
 Martes y Viernes se rezan los
Misterios Dolorosos
 Miércoles y Domingos se rezan
los Misterios Gloriosos
 Jueves se rezan los Misterios
Luminosos

4. Se reza 1 Padrenuestro y 3
Avemarías por el propio país, para que
Dios suscite espíritus generosos y
entregados a la evangelización y por
todos los que aún no conocen a Cristo,
para que pronto lleguen a encontrarse
con El.

5. Puede rezarse la siguiente Oración:

"Señor, Tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los
hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final de los
tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia de sentir
que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo, para que, de
todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia,
consagrada a tu nombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén."

6. Se reza una Salve a la Virgen María.

7. Se finaliza con la Señal de la Cruz.

Al terminar el Rosario Misionero, se ha rodeado el mundo entero, abrazando a


todos los continentes y a todos los hombres en una gran oración universal.
ROSARIO MISIONERO GUADALUPANO

Le llamamos Rosario Misionero Guadalupano, porque en cada continente pone de


relieve algún elemento del acontecimiento y del mensaje que la Madre de Dios
transmitió a los pueblos de nuestro continente americano por medio de sus
apariciones al Santo Juan Diego en el Tepeyac, cerrito que actualmente ha quedado
enclavado en el corazón de la capital mexicana.

Ese acontecimiento marcó el alcance de la evangelización en nuestro continente.


Pero no debe ser un acontecimiento y un mensaje de "ayer", pasado para siempre
a la historia. Quiere y debe ser un acontecimiento siempre vivo y su mensaje debe
ser siempre vigente entre los pueblos americanos.

Santa María de Guadalupe estuvo presente en los


comienzos de nuestra evangelización. Estuvo presente
en el desarrollo de la misma: Sigue presente y cuida de
sus hijos en nuestros tiempos. A esta presencia suya se
atribuye la conservación de la fe, sobre todo en América
Latina.

Vale la pena, pues, aprovechar el rezo del santo Rosario


para hacer memoria y meditar su mensaje maternal.
Esto nos ayudará a conocerlo más a fondo, a escucharlo
con el corazón, a vivirlo concretamente y experimentar
esa presencia protectora y de intercesión de la Santísima
Madre de Dios y Madre nuestra, Santa María de
Guadalupe.

La Santísima Virgen María fue la mujer preparada por


Dios para dar existencia humana al propio Hijo de Dios,
hecho hombre por la salvación de la entera humanidad.

En la constitución Lumen gentium del Concilio Vaticano II se afirma que "María,


aceptando la palabra divina, fue hecha Madre de Jesús, y abrazando la voluntad
salvífica de Dios con generoso corazón, se consagró totalmente a sí misma, cual
esclava del Señor, a la persona y a la obra de su Hijo, sirviendo el misterio de la
redención con Él y bajo Él" (No. 56).

Esto significa que ella es la "Nueva Eva" que cooperó con el "Nuevo Adán" para que
naciera la humanidad nueva.

Es así como María concibió y dio a luz a Jesús en Belén, estuvo con El en las bodas
de Caná e intercedió de El, el primer milagro, estuvo firme a los pies de la cruz, oró
con los Apóstoles en el cenáculo. Y ahora, elevada a la gloria del cielo, sigue
intercediendo por el mundo, por la Iglesia, y por cada uno de nosotros.

Con el rezo del Rosario en su honor celebramos esa cooperación suya, confiamos
en su asistencia maternal, pedimos su intercesión delante de su Hijo Jesús.

Después de hacer la Señal de la Cruz se reza el Acto de Contrición.


MISTERIOS GOZOSOS
Lunes y Sábado

PRIMER MISTERIO GOZOSO ÁFRICA

En el primer misterio gozoso contemplamos la anunciación del ángel a María y la


encarnación del Hijo de Dios.

Ha llegado el momento tan esperado por la humanidad: "Al llegar la plenitud de los
tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer" (Ga 4,4).

María de Nazareth, la mujer preparada por Dios y anunciada por los profetas,
conoce por medio del ángel los designios de Dios y los acepta con un "sí" generoso
y total. Ella representa a toda la humanidad que recibe al Salvador tan esperado.

Al llegar la plenitud de los tiempos para nuestro continente americano, Cristo envió
a su propia Madre al Tepeyac de México. Leemos en el "Nican Mopohua" (narración
original del acontecimiento Guadalupano escrita en idioma náhuatl): "Diez años
después de tomada la ciudad de México, se suspendió la guerra y hubo paz entre
los pueblos. Así empezó a brotar la fe y el conocimiento del verdadero Dios por
quien se vive".

El evento de Guadalupe y su mensaje, tal como los encontramos en la narración


original, aparecen inculturados, encarnados en la cultura y en la realidad de los
mexicanos de aquel tiempo. Desde entonces, como el Papa lo afirma: "América
Latina, en Santa María de Guadalupe, ofrece un gran ejemplo de evangelización
perfectamente inculturada. En efecto en la figura de María, desde el principio de la
cristianización del Nuevo Mundo y a la luz del evangelio de Jesús, se encarnaron
auténticos valores culturales indígenas. En el rostro mestizo de la Virgen del
Tepeyac se resume el gran principio de la inculturación" (Juan Pablo II).

En este misterio pidamos para que la Santísima Virgen siga acompañando


la labor de todos los misioneros en África, para que el mensaje del
Evangelio siga inculturándose en tierras africanas y para que surjan
grandes evangelizadores entre los mismos africanos.

SEGUNDO MISTERIO GOZOSO - AMÉRICA

En el segundo misterio gozoso contemplamos la visita de María a su prima Isabel y


la santificación del precursor Juan Bautista en el seno de su madre.

En la anunciación el ángel había dicho a Maria: "Isabel, tu pariente, ha concebido a


un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril" (Lc,
36).

María deja de prisa el recogimiento de Nazareth y va a visitar a su pariente,


llevando la generosa ayuda de su caridad, pero sobre todo llevando a Jesús y
comunicando a Isabel, al esposo Zacarías y al niño Juan, aún antes de nacer, las
gracias de la salvación.
Al iniciar la historia de la salvación en nuestro
continente americano, María nos visitó. Su visita
trajo a nuestros pueblos su presencia maternal llena
de ternura. La Virgen de Guadalupe se presenta a
Juan Diego, en primer lugar como la Madre de Dios,
y lo hace sirviéndose de los conceptos de la teología
náhuatl: es la madre de Ometeotl, el único y
verdadero Dios. En segundo lugar se presenta como
nuestra madre y le dice: "Deseo vivamente que se
me erija aquí un templo para en él mostrar y dar
todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo
soy vuestra piadosa madre" (1 a. aparición).

Pero, lo más importante es que su visita nos trajo a


Jesús: en efecto la imagen que ella dejó grabada en
la tilma de Juan Diego muestra a una mujer encinta:
es la Virgen de la visitación, la misma que, estando
encinta llegó a la casa de Isabel y comunicó el
primer anuncio de la redención.

En este misterio queremos pedir para que


Santa María de Guadalupe siga visitando
nuestros pueblos de América para socorrer
nuestras necesidades; pero sobre todo para
traemos a su hijo Jesús que es camino, verdad
y vida.

TERCER MISTERIO GOZOSO-EUROPA

En el tercer misterio gozoso contemplamos el nacimiento de Jesús en Belén y el


anuncio de la salvación a los pastores y a los reyes magos.

"Tanto amó Dios al mundo que mandó a su hijo único" (Jn 3,16).

"Se le cumplieron a María los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo
primogénito, le envolvieron en pañales y le acostó en un pesebre porque no tenían
sitio en el alojamiento" (Lc 2,6-7).

"El ángel les dijo a los pastores: Os anuncio una gran alegría... os ha nacido hoy un
salvador" (Lc 2, 10-11).

Jesús, el hijo de Dios, nace en la pobreza de un pesebre y se manifiesta a los


pastores.

María de Guadalupe, la Madre de Dios, elige el Tepeyac, que forma parte de la


periferia donde habitaban los desplazados por la conquista, para manifestarse a
Juan Diego, un indio recién bautizado. Desde allí envía a su mensajero hacia el
centro del poder civil y religioso para hacer conocer su mensaje al obispo de
México.

Convierte así al "evangelizado" Juan Diego en "evangelizador", de quien era


oficialmente portador del Evangelio. La Virgen le había dicho: "Oye, hijo mío, y ten
entendido que son muchos mis servidores y mensajeros, a quienes puedo encargar
que lleven mi mensaje y hagan mi voluntad; pero es de todo punto preciso que tú
mismo solicites y ayudes y con tu mediación se cumpla mí voluntad" (2a.
aparición).
Fue de esta manera que el obispo Zumárraga y los demás misioneros tuvieron que
conocer la voluntad de la Madre de Dios por medio de aquel hombre que ellos
mismos habían evangelizado y bautizado.

En este misterio pidamos para que la Iglesia europea, que


tradicionalmente ha sido evangelizadora, recupere su vitalidad y para que
se mantenga abierta a la generación y al intercambio con las iglesias
jóvenes.

Pidamos también para que de América Latina surja una gran muchedumbre
de misioneros y misioneras quienes, como Juan Diego, sepan llegar hasta
los antiguos evangelizadores para darles un renovado anuncio del
evangelio de Jesús.

CUARTO MISTERIO GOZOSO-OCEANÍA

En el cuarto misterio gozoso recordamos cuando María y José, al cumplir los


cuarenta días del nacimiento del niño Jesús, le llevaron al templo para presentarle
al Padre celestial.

Allí se encontraba Simeón a quien "le había sido revelado por el Espíritu Santo que
no vería la muerte antes de haber visto al Cristo del Señor". Cuando vio al niño,
movido por el Espíritu de Dios, reconoció en él al Mesías esperado por la humanidad
y enviado por Dios como "luz para alumbrar las naciones" (Lc 2,26.32).

La profetisa Ana "como se presentase en aquella misma hora, alababa a Dios y


hablaba del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén" (Lc 2,38).

Simeón esperaba ver al Cristo para poder morir en paz.

El día 12 de diciembre de 1531, Juan


Bernardino, tío de Juan Diego, que era muy
anciano, se encontraba en su casa muy enfermo
y esperando la llegada del ministro de Dios.
Quería recibir consolación y los auxilios santos
para reconciliarse con Dios y poder morir en paz.
Pero su hora no había llegado todavía ya que
cuando Juan Diego iba rumbo a la ciudad a toda
prisa a buscar a un sacerdote, la Santísima
Virgen se le hizo la encontradiza y le animó
diciendo: "No te aflija la enfermedad de tu tío,
que no morirá ahora de ella: está seguro de que
ya sanó". Y entonces sanó su tío según después
se supo. También le dijo la Señora que, cuando
fuera a ver al obispo, le revelara lo que vio y de
qué manera milagrosa lo había sanado (4a.
aparición).

En este misterio gozoso del rosario pediremos por todos los ancianos y
ancianas de Oceanía y del mundo, para que haya quien, como Juan Diego
con su tío, esté cerca de ellos y los ayude en sus necesidades. Pero sobre
todo le pedimos a la Santísima Virgen que ella misma los alivie en los
achaques y molestias de la edad y les consiga de Dios poder llegar a
conocer a su Hijo Jesús, para su completa y eterna salvación.
QUINTO MISTERIO GOZOSO - ASIA

En el quinto misterio gozoso contemplamos a Jesús adolescente de 12 años que


subió al templo con sus padres.

"Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo
12 años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los
días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres". Al no encontrarlo
en la caravana, María y José se volvieron a Jerusalén en su busca. "Y sucedió que al
cabo de tres días, lo encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros,
escuchándoles y preguntándoles; todos los que le oían estaban estupefactos por su
inteligencia y sus respuestas" (Lc 2,41-43.46-47).

Juan Diego fue a la casa del obispo Zumárraga para contarle todo lo que había
"visto, admirado y oído" cumpliendo de esta manera la voluntad de la Virgen.

Como los maestros del templo de Jerusalén, al oír las preguntas y respuestas de
ese muchachillo de 12 años, "estaban estupefactos por su inteligencia" así le pasa
al obispo, el cual, ante la insistencia de Juan Diego, llevado en parte por la
incredulidad y en parte por la prudencia, le pidió que le trajera una señal para
poder creer que era realmente la Madre de Dios la que se le aparecía. La Santísima
Virgen le dijo a Juan Diego que subiera a la parte alta de la montaña y que
recogiera las rosas que encontraría para llevarlas como señal. Así lo hizo y cuando
abrió su tilma delante del obispo, cayeron las rosas y apareció la imagen de la
Madre de Dios pintada sobre el rústico tejido de la tilma.

Los grandes pueblos de Asia en su prudencia y sabiduría humanos quieren


señales extraordinarias que acrediten el mensaje evangélico proclamado
por los misioneros. Por otra parte ellos son muy respetuosos y amantes de
la naturaleza. Pidamos para que la Madre del verdadero Dios conceda
mucha sabiduría a los mensajeros de su Evangelio en Asia. Y encuentren
caminos que los lleven a Aquel que Dios nos envió como único salvador.

MISTERIOS DOLOROSOS
Martes y Viernes
PRIMER MISTERIO DOLOROSO

En el primer misterio doloroso contemplamos a Jesús que ora y suda sangre en el


huerto de los Olivos.

"Entonces Jesús salió y se fue, como era su costumbre, al cerro de los Olivos; y lo
siguieron también sus discípulos. Cuando llegaron al lugar, les dijo: "Orad para no
caer en tentación".

Después se alejó de ellos como a la distancia a la que uno tira una piedra, y
doblando las rodillas, oraba diciendo: Padre, si quieres, aparta de mí este calizo Sin
embargo, que no se haga mi voluntad sino la tuya".

Entonces se le apareció un ángel del cielo que venía a animarlo, y empezó a luchar
contra la muerte. Oraba con más insistencia y su sudor se convirtió en grandes
gotas de sangre, que caían hasta el suelo" (Lc 22,39-44).

En el silencio y la oscuridad de esa noche en el huerto de los Olivos Jesús presintió


los tormentos que caerían sobre El y pidió al Padre que alejara de El la prueba.

Juan Diego y los de su raza fueron humillados por el conquistador, y vivían una
situación de opresión; eran los más pobres entre los pobres. El mensajero de
Guadalupe era consciente de todo esto y cuando se dio cuenta de que el obispo no
le había creído, pidió a la Virgen que no lo enviara nuevamente. Le dice: "Señora
mía... mucho te suplico que le des tu encargo a uno de los nobles más valiosos, los
conocidos, estimados y respetados". Y María le responde: "Aunque muchos son los
mensajeros a quienes puedo dar el encargo... es de todo punto preciso que con tu
mediación se cumpla mi voluntad" (2a. aparición). Después le animó para que fuera
y cumpliera la misión que le había dado.

Hoy nos toca a nosotros acercamos a Jesús que ora y suda sangre en el huerto;
nos toca a nosotros prolongar la oración de Jesús, y recoger las gotas de su sangre
ofreciéndolas a Dios-Padre por el continente Africano. Y nuestra oración y ofrenda
tendrán más eficacia si sabemos unir nuestros sacrificios, nuestras penas y
sufrimientos al sudor de sangre de Jesús para la evangelización de África.

SEGUNDO MISTERIO DOLOROSO

En el segundo misterio doloroso contemplamos la flagelación de Jesús. "Cada fiesta,


el procurador solía conceder al pueblo la libertad de un preso, el que quisieran.
Tenían a la sazón un preso famoso, llamado Barrabás. Y cuando ellos estaban
reunidos, les dijo Pilato: "¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el
llamado Cristo?", pues sabía que le habían entregado por envidia... Respondieron:
¡A Barrabás! Díseles Pilato: "¿y qué voy a hacer con Jesús, el llamado Cristo?". y
todos a una: <<¡Crucifícalo!"... Entonces les soltó a Barrabás; y a Jesús, después
de azotarle, se lo entregó para que fuera crucificado" (Mt27,1 5-18.21-22.26).

Jesús afrontó la humillación y el sufrimiento de la flagelación para reparar los


tantos y graves delitos que se cometen contra la dignidad de las personas.

La Virgen María vino a nosotros, con sus


apariciones en el Tepeyac, cuando la mano pesada
de los conquistadores azotaba y humillaba la
dignidad de nuestros antepasados. Los trataban
como esclavos, los maltrataban con azotes, los
asustaban y mataban con sus armas, y se servían
de ellos únicamente para sus intereses ya sea en
los trabajos pesados de las minas, ya sea para
labrar los campos de sus inmensas posesiones.

La "Madre del verdadero Dios por quien se vive"


quiso que se le erigiera un templo en medio de
nosotros para "en él mostrar y dar todo mi amor,
compasión, auxilio y defensa... Para oír allí sus
lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y
dolores" (la aparición). El mensaje de María de
Guadalupe es una "buena noticia" de amor y
consolación, pero también de rehabilitación y
redignificación de un pueblo humillado, oprimido y
marginado.
En este misterio pidamos que Santa María de
Guadalupe nos alcance de su Hijo la gracia de
ser solidarios con nuestros hermanos indígenas
que, marginados en las sierras o en las
ciudades, luchan todavía hoy, como Juan Diego
por la vida, por la tierra, por su dignidad y por
la justicia.

TERCER MISTERIO DOLOROSO

En el tercer misterio doloroso contemplamos a Jesús tratado como rey de burlas y


humillado con una corona de espinas y una caña por cetro.

"Entonces los soldados del procurador llevaron consigo a Jesús al pretorio y


reunieron alrededor de El a toda la cohorte. Le desnudaron y le echaron encima un
manto de púrpura; y trenzando una corona de espinas, se la pusieron sobre la
cabeza, y en su mano derecha una caña; y doblando la rodilla delante de El, le
hacían burla diciendo: "¡Salve, rey de los judíos!" . y después de escupirle, cogieron
la caña y le golpeaban en la cabeza" (Mt 27,27-30).

Jesús sufre y aguanta ese dolor físico y esa humillación moral para reparar todas
las ambiciones y delitos de aquellos que aprovechan el poder para dominar a los
pueblos y ejercer su gobierno no sólo olvidándose de Dios, sino incluso pisoteando
la ley de Dios y destruyendo el sentido religioso y la fe cristiana entre los
ciudadanos.

Dios envió al mundo a su Hijo único para redimimos y nos dio a María como
mediadora entre El y nosotros. El Nican Mopohua aclara esto desde el principio. En
varias de sus expresiones, la Santa Virgen de Guadalupe utiliza grupos de tres
palabras: quiere un templo para «oír, remediar, y curar» sus «miserias, penas y
dolores». El número tres, en la teología indígena náhuatl, era símbolo de mediación
entre el cielo y la tierra.

Para muchos latinoamericanos Santa María de Guadalupe ha sido desde siempre la


mediación más extraordinaria que Dios ha escogido para manifestar el amor que
tiene a sus hijos. Ha sido la escuela en donde muchas generaciones han aprendido
que Dios es padre y madre, que nunca se olvida de sus criaturas y que no esta de
acuerdo al ver a tantos de sus hijos pisoteados y condenados a sobrevivir en
condiciones que de humano no tiene ni el nombre.

En el rezo de este misterio pidamos a Cristo Rey del universo y redentor


nuestro, que por la intercesión de la Santísima Virgen de Guadalupe,
reavive la Fe de los pueblos europeos, para que Europa y en el mundo
entero se extienda el reino de Jesús, reino de justicia, de amor y de paz.

CUARTO MISTERIO DOLOROSO

En el cuarto misterio doloroso contemplamos a Jesús condenado a muerte por


Pilato y su camino al Calvario llevando en sus hombros el madero de la cruz.
"Tomaron pues a Jesús y El, cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado
Gólgota..." (Jn 19, 16-17).

"Cuando le llevaban echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que venía del
campo, y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús. Le seguía una
gran multitud del pueblo y mujeres que se dolían y se lamentaban por Él" (Lc
23,26-27).

A lo largo del camino doloroso probablemente Jesús encontró a su Santísima Madre


que le acompaño hasta la cumbre, al lugar llamado Gólgota, que quiere decir
«Calvario».

Simón de Cirene se ve forzado a cargar con la cruz de Jesús y, de este modo, aún
contra su gusto, realizó un gesto de solidaridad.

El «cirineo» no ayudó por iniciativa suya, así como Juan Diego no se convirtió en
mensajero de la Virgen por propia iniciativa. Fue la Madre de Dios que le pidió que
fuera su colaborador, su mensajero. Sabía que la tarea que le encomendaba no era
fácil y lo animaba a ser su «buen cirineo» diciéndole: "Ten por seguro que te lo
agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo te
recompense del trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo" (1a
aparición). Y en otra ocasión le decía: "Sábete, hijito mío, que yo te pagaré tu
cuidado y el trabajo y cansancio que por mí has emprendido" (3ª. Aparición).

Juan Diego asume su papel de <<buen cirineo>> de Santa María de Guadalupe y


realiza con entusiasmo y fidelidad todo lo que ella le pide sabe que cuenta con la
confianza y protección de su madre del cielo.

En este misterio pidamos a la Virgen de


Guadalupe que nos ayude a convertirnos en
"cirineos" de los misioneros, especialmente de
los que trabajan en Oceanía, sosteniéndoles con
nuestra oración y con nuestros sacrificios.

QUINTO MISTERIO DOLOROSO

En el quinto misterio doloroso contemplamos la crucifixión y muerte de Jesús.

"Tomaron a Jesús, y él cargando con su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario...
y allí le crucificaron" (Jn 19,17-18).

"Así mientras los judíos piden señales y los griegos buscan sabiduría, nosotros
predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos, necedad para los
gentiles; mas para los llamados lo mismo judíos que griegos, un Cristo, fuerza de
Dios y sabiduría de DIOS" (1 Co 1,22-24).

Poquísimas palabras para describir el crimen más grave y la muerte más injusta
acaecida en el mundo, y al mismo tiempo el acto de amor más grande con que Dios
ha amado a la humanidad: "El (Dios-Padre) no perdonó a su propio Hijo, antes bien
le entregó por todos nosotros" (Rm 8,32).
Cuando llegaron los primeros misioneros a México y empezaron a predicar el gran
misterio del Hijo de Dios hecho hombre y muerto en una cruz, los habitantes de
esas tierras quienes tenían un gran concepto de la trascendencia del ser divino se
quedaban no sólo indiferentes, sino incluso escandalizados. Resultaba
incomprensible para su mentalidad y cultura admitir ese misterio de acercamiento
de Dios al hombre y esa humillación de la divinidad hasta la muerte del Hijo de Dios
en la cruz. Eran, pues, muy pocos los que aceptaban ser cristianos.

Cuando llegó Santa María de Guadalupe se acercó al indio Juan Diego, hablando su
idioma y tratándolo con sencillez y cariño. De esta manera, aún revelándose como
"la madre del verdadero Dios, del creador, del señor del cielo y la tierra", le hizo
comprender que el "Dios grande y lejano", en realidad se había hecho tan pequeño
que entró en su seno; y que estaba tan cerca de su pueblo que les había enviado a
su propia madre para quedarse con ellos. La llegada de María en el Tepeyac, abrió
los corazones del pueblo indígena a la aceptación del Cristo crucificado y allanó el
camino a la obra evangelizadora de los misioneros.

Pidamos a la Santísima Virgen María que repita esas maravillas entre los
pueblos de Asia, para que ellos también se abran a la gracia de la salvación
que brota de la cruz donde está clavado el Hijo de Dios, único y verdadero
redentor de la humanidad.

MISTERIOS GLORIOSOS
Miércoles y Domingo
PRIMER MISTERIO GLORIOSO

En el primer misterio glorioso contemplamos la resurrección de Jesús.

"El Ángel se dirigió a las mujeres y les dijo: Vosotras no temáis, pues sé que
buscáis a Jesús, el Crucificado; no está aquí, ha resucitado, como lo había dicho.
Venid, ved el lugar donde estaba. Y ahora id enseguida a decir a sus discípulos: ha
resucitado de entre los muertos e irá delante de vosotros a Galilea; allí lo
veréis" (Mt 28,5-7).

La vida de Jesús y su obra redentora no se acaban con la tragedia del Calvario ni en


la oscuridad y el silencio del sepulcro. Al tercer día Jesús resucita, como lo había
anunciado. Con su resurrección empieza para la humanidad redimida una historia
nueva. La Virgen de Guadalupe vino a dar nueva vida y esperanza a un pueblo que
quería morir
y hasta olvidar que había existido.

Si alguna palabra puede resumir al mensaje de Guadalupe, es precisamente


ésta: nueva vida.

A un pueblo caído, dominado, esclavizado, María le entrega un mensaje de libertad,


de dignidad, y una razón de existir. María de Guadalupe pone su confianza en
quienes no confían ni siquiera las autoridades religiosas. Transforma a Juan Diego,
lo recrea, de un «pobre indio» en otro hombre, le da una nueva personalidad;
ahora es su hijo y el mensajero de su confianza.

No basta, sin embargo, la experiencia religiosa íntima. La reconstitución del nuevo


sujeto indio es tarea que el mismo indio tiene que llevar a cabo en su propio drama
y en su propia historia. Su rehabilitación no termina en el diálogo amoroso con
María, sino ante el obispo, a quien entrega las rosas «para que aparezca la verdad
de mi palabra».

En este misterio pidamos para que la Santísima Virgen María, quien


transforma en mensajero suyo al indio Juan Diego, transforme también a
los africanos en mensajeros del Evangelio, para la venida del Reino de
Jesús en todo el mundo.

SEGUNDO MISTERIO GLORIOSO

En el segundo misterio glorioso contemplamos el mandato misionero de Jesús a los


Apóstoles y la ascensión al cielo del Señor:

"Estando sus discípulos reunidos, Jesús les dijo: Id por todo el mundo y proclamad
la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará... Con esto,
el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de
Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y
confirmando la Palabra con las señales que le acompañaban" (Mc 16,15.19-20).

Jesús ha terminado su misión sobre la tierra. Ahora les toca a sus discípulos
continuar y completar la obra de la salvación. Y es obedeciendo a este mandato del
Señor que los misioneros llegaron a nuestro continente a traernos la riqueza de la
fe cristiana.

La Santísima Virgen de Guadalupe con cariño maternal muestra a Juan Diego sus
posibilidades, sus cualidades, le hace recuperar su dignidad y su valor, y le hace
aceptar como propio un papel que ha de cumplir con esmero, ser su embajador:
«Ve allá al palacio del obispo de México, y le dirás que yo te envío como mi
mensajero».

El vidente del Tepeyac no se contentó con llevar el mensaje de la Madre de Dios al


señor obispo, sino que se transformó en un verdadero apóstol. Una vez construida
e inaugurada la ermita en el lugar de las apariciones, Juan Diego se quedó
encargado de la casa de oración. Allí él daba a conocer a los visitantes y peregrinos
que venían los acontecimientos del mes de diciembre de 1531. Además enseñaba a
todos las verdades de la fe cristiana y los mandamientos de la ley de Dios, con su
palabra, con sus oraciones y sobre todo con su testimonio de vida. Él fue el primer
catequista indígena de América Latina.

En este misterio pidamos por la intercesión de María de Guadalupe, y de su


mensajero, el santo Juan Diego, que el señor llame a muchos jóvenes de
nuestro continente americano y los envíe por el mundo entero a anunciar
la Buena Nueva.

TERCER MISTERIO GLORIOSO

En el tercer misterio glorioso contemplamos la venida del Espíritu Santo sobre los
Apóstoles en el cenáculo.

"Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar... Se les
aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre
cada uno de ellos, quedaron todos llenos del Espíritu Santo..." (Hch 2,1.3-4).

"Después de haber escuchado a Pedro y a los demás apóstoles, los que acogieron
su Palabra fueron bautizados. Aquel día se les unieron unas tres mil almas" (Hch
2,41).

Pedro fue el primero quien abrió las puertas del cenáculo para anunciar con valentía
a Cristo muerto y resucitado. Más tarde la fuerza del Espíritu Santo cambió la vida
de «Saulo el perseguidor» en la de «Pablo el evangelizador». Y Pedro y Pablo
llegaron a Europa para anunciar el Evangelio. Sobre los cimientos de la predicación
apostólica y el testimonio de su martirio, la fe cristiana se afianzó y se extendió por
todo el continente europeo. Y Europa, antes centro del gran imperio romano, se
transformó en centro de irradiación del cristianismo.

Cuando la Santísima Virgen María se le apareció a


Juan Diego en el Tepeyac, los habitantes de México
estaban divididos. Existían innumerables tribus, con
costumbres, creencias, ritos e idiomas muy diferentes
entre ellos. Pero la llegada de la Madre de Dios, su
manera de acercarse al indio, de hablar su idioma, de
asumir su lenguaje y su cultura, de quedarse entre
ellos con su sagrada imagen grabada en una tilma,
fueron más eficaces que las catequesis y los
sermones de los misioneros. Poco a poco, en el
nombre de Santa María de Guadalupe, México se hizo
cristiano, y las varias tribus se encontraron reunidas
en la misma fe.

Hasta hoy en día, el santuario de "La Villa" y la veneración y devoción a la


"Morenita del Tepeyac" constituyen el elemento que más une en un solo pueblo y
una sola fe a los habitantes de todo México.

En este misterio pidamos por la intercesión de la Virgen de Guadalupe, una


nueva efusión del Espíritu sobre el Papa, los obispos y toda la Iglesia de
ese continente para que surja "una nueva primavera de vida cristiana", el
viejo continente rejuvenezca bajo ese soplo del Espíritu de Pentecostés.

CUARTO MISTERIO GLORIOSO

En el cuarto misterio glorioso contemplamos la asunción de la Santísima Virgen a


los cielos.

El Concilio Vaticano II afirma: "La Virgen lnmaculada, terminado el curso de su vida


terrena, fue asunta a la gloria celestial en cuerpo y alma".

La Virgen María ha sido la "Nueva Eva" que se puso a lado de su Hijo Redentor, el
"Nuevo Adán", para dar inicio a una nueva humanidad. Era, pues, muy lógico que
Jesús se la llevara al cielo en alma y cuerpo para que disfrutara plena y
definitivamente de los beneficios de la redención.

La asunción de María al cielo no fue una "despedida" de sus hijos peregrinos en


este mundo. Al contrario: Jesús la quiso en el cielo para que desde allí pudiese
darse cuenta de las necesidades de todos sus hijos en la tierra y, estando junto a
su Hijo-Dios, pudiese interceder por nosotros, como lo hiciera un día en las bodas
de Caná.

Prueba de ello son las numerosísimas apariciones de María en todos los rincones de
nuestro planeta. Con el pasar de los años se han multiplicado los santuarios, las
capillas, los altares y los nichos que sus hijos le han dedicado para recordar su
presencia materna entre nosotros y para agradecerle las gracias y los favores
recibidos por su intercesión.

Ella está siempre junto a sus hijos, como lo dijo a Juan Diego en la cuarta
aparición: "No se turbe tu corazón... ¿No estoy aquí yo que soy tu madre? ¿No
estás tú bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás tú, por ventura, en mi
regazo?". Son palabras muy hermosas y alentadoras que ponen de manifiesto
cuánto y cómo esta madre celestial se preocupa por nosotros sus hijos.
Los misioneros que trabajan en Oceanía, como los que trabajaron y
trabajan en otros continentes, saben con certeza que María, la Madre de
Jesús y de los cristianos, subió al cielo para poder acompañarlos y
socorrerlos mejor en su labor evangelizadora. Pidamos, pues, a ella que
afiance el corazón de los misioneros y misioneras con esa confianza total
en su maternal protección. Y pidámosle también para que nuestros
hermanos de Oceanía, incluso los que habitan en las islas más pequeñas y
remotas, puedan experimentar el poder de su intercesión delante de Jesús,
para que llegue para todos ellos el día de la redención.

QUINTO MISTERIO GLORIOSO

En el quinto misterio glorioso contemplamos la coronación de la Santísima Virgen


como reina de cielo y tierra.

"Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna
bajo los pies y en su cabeza una corona de doce estrellas" (Ap 12,1).

El Vaticano II afirma: "La Virgen inmaculada... fue asunta a la gloria celestial y


enaltecida por el Señor como reina del universo, para que se asemejara más
plenamente a su Hijo, vencedor del pecado y de la muerte".

Es hermoso para Jesús contemplar la belleza y la gloria de su madre. Pero es


extasiante también para nosotros contemplar la belleza y la gloria de María reina de
cielo y tierra, y saber que es también nuestra madre celestial.

En la narración de la primera aparición de la Madre de Dios a Juan Diego (9 de


diciembre de 1531) Leemos lo siguiente: "Al llegar Juan Diego junto al cerrillo
llamado Tepeyac amanecía, y oyó cantar arriba del cerrillo: semejaba canto de
varios pájaros preciosos, y parecía que el monte respondía... Estaba viendo hacia el
oriente, arriba del cerrillo, y así que cesó repentinamente y se hizo el silencio, oyó
que le llamaban y le decían: "Juanito, Juan Dieguito..." Cuando llegó a la cumbre,
vio a una señora que estaba allí de pie y que le dijo que se acercara. Su vestidura
era radiante como el sol; el risco en que posaba su planta flechado por los
resplandores, semejaba una ajorca de piedras preciosas, y relumbraba la tierra
como el arco iris. Los mezquites, nopales y otras diferentes hierbecillas parecían de
esmeralda" (1a. aparición)

La armonía, la luz y la belleza de la creación anunciaban y celebraban la presencia


de la Reina, la Madre del verdadero Dios.

La Santísima Virgen María, reina del cielo y de la tierra, consiga con su


intercesión que también para nuestros hermanos de Asia llegue el Reino de
Dios y que todos ellos formen un día con nosotros el pueblo de la nueva y
eterna alianza, sellada por nuestro redentor en la sangre del Cordero,
Cristo nuestro redentor.

Letanía

Señor, ten piedad...


Cristo, ten piedad...
Señor, ten piedad...
Santa María de Guadalupe, mamá de nuestras naciones Ruega por nosotros
Mamá que nos vienes a revelar y a entregar al único Dios y Señor Ruega por nosotros
Mamá del Verdaderísimo Dios por Quien se vive Ruega por nosotros
Mamá de Quien está siempre cercano a todos Ruega por nosotros
Mamá del Creador de rostros y corazones Ruega por nosotros
Mamá del Dueño de los cielos y la Tierra Ruega por nosotros
Mamá que vienes a manifestar el Plan de Dios para que se haga Ruega por nosotros
Mamá de ternura inigualable para cada una de las gentes Ruega por nosotros
Mamá de trato tan cariñoso que cautivas a las personas Ruega por nosotros
Mamá de mirada compasiva y misericordiosa Ruega por nosotros
Mamá que respondes sin descanso a las llamadas Ruega por nosotros
Mamá que recibes a quienes te buscamos Ruega por nosotros
Mamá que despiertas infinita confianza Ruega por nosotros
Mamá que levantas al indígena de su postración Ruega por nosotros
Mamá que enseñas al jerarca a servir al Pueblo de Dios Ruega por nosotros
Mamá que engendras vida nueva en los Pueblos de Abya-Yala Ruega por nosotros
Tú, la perfecta y siempre Virgen, Santa María Enséñanos a amar
Tú, la que nos quieres a todos y a cada uno Enséñanos a amar
Tú, que nos das tu defensa y auxilio, amor y compasión Enséñanos a amar
Tú, que escuchas nuestros llantos y remedias las tristezas Enséñanos a amar
Tú, que curas nuestras penas, miserias y dolores Enséñanos a amar
Tú, que nos envías a vivir el amor a Dios y a nuestra gente Enséñanos a amar
Tú, que depositas en nosotros tu confianza Enséñanos a amar
Tú, que agradeces a tus fieles lo que hacemos por Tí Enséñanos a amar
Tú, que pides pongamos nuestra parte para hacer nuestra misión Enséñanos a amar

Oremos

Te pedimos Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y
cuerpo; y por intercesión de Santa María de Guadalupe líbranos de las tristezas de
este mundo y concédenos las alegrías del cielo. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

Oración

Señor, Tú has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvación para todos los
hombres, a fin de que la obra redentora de Cristo persevere hasta el final de los
tiempos; mueve ahora los corazones de tus fieles y concédenos la gracia de sentir
que nos llamas con urgencia a trabajar por la salvación del mundo, para que, de
todas las naciones, se forme y desarrolle un solo pueblo, una sola familia,
consagrada a tu nombre. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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